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ANTONIA SEGURA

reír, sentir, vivir... hablar y cantar... seguir y seguir

El salón de actos Chamorro se llenó de familiares y amistades para ofrecer a la memoria de la compañera y amiga Antonia Segura Segura un homenaje cargado de emoción y afecto. Discursos institucionales en los que se mezclaba lo laboral y sindical con lo personal y emocional. Discursos de su familia y amistades llenos de amor y de orgullo. Antonia no era sólo una gran sindicalista, era, y será para siempre, una amiga excepcional y una muy buena persona. Una manera de resumir el acto que vivimos el pasado martes 22 de enero es recoger algunas de las palabras que más se repitieron, no sólo en los discursos, también en las conversaciones que se crearon al principio y al final del acto:

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Amiga entrañable y única, valores, amor, mujer, trabajo, disciplina, constancia, orden, organización, mito, hermosa leyenda, compromiso, ejemplo, fuego, honradez, honestidad, firmeza, solidaridad, militante, orgullo, corazón, risas, compañera, conversación, mirada cómplice, paz, alegría, clase trabajadora, honor, compartir, plan de trabajo, valentía, referente, íntegra, Derechos Humanos, excepcional, confederalidad, emoción, amistad, recuerdo, encuentro, magia, ternura, pasión, justicia, esfuerzo, respeto, gracias, gracias, gracias…

Un acto emocionante que consiguió transmitir tanta pena por la ausencia de la amiga, como alegría por haberla conocido y disfrutado. Un ambiente al que contribuyó la voz y la música de Mariano, la palabra recitada de Elvira, la presencia amorosa de Honesto, de la familia, de amistades, de sindicalistas de base y Secretarías Generales de estado, de país, de comarcas, las palabras abrazo de nuestra Consuelo Navarro Sánchez, y las imágenes, en foto y vídeo, que nos trajeron la voz y la presencia de Antonia. Hay que destacar y agradecer la numerosa presencia de familiares y amistades, especialmente, la de de Honesto, su pareja y cómplice, que recibió el mensaje que más se repitió en el acto: Antonia, te seguimos queriendo, te querremos siempre. El acto terminó como, yo creo, más le habría gustado a Antonia: brindando por su vida.

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