Álvaro Miranda © Archivo personal
Totó la Momposina, memoria del tambor •
La bailarina, coreógrafa y folclorista Delia Zapata Olivella hacia 1956.
por ti en calendas desenfrenadas quema la Antilla su sangre ñáñiga. Haití te ofrece sus calabazas; fogosos rones te da Jamaica; Cuba te dice: ¡dale, mulata! Y Puerto Rico: ¡melao, melamba! En ese programa Totó se volvió ágil. La televisión, sin pregrabados, presentaba en directo. Realizaba bailes cantados que iban de cumbias, a mapalés y terminaban en merengues, interpretados estos últimos con acordeón. Era su escuela primera, en la que solo ella cantaba con música de percusión en Bogotá. Las jóvenes Bazanta comenzaron a enamorarse. Álvaro García Pombo fijó su mirada sobre Consuelo, la bailarina hermana de Totó. Este noviazgo continuó en matrimonio. El folclor en televisión también unió a las dos costas colombianas, la del Pacífico y la del Caribe con muestras de fandangos, chandé, bullarengue, currulao, abozao, aguabajos y levantapolvos. Los amigos que se reunían en El Cisne tuvieron identificación de propósito. Cuando callaban había memoria íntima, privada, esa que no se contaba, pero cuando hablaban, la remembranza de la tierra dejada atrás renacía. 49