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OPINIÓN
Pongamos que hablo de vivir
Dice el refrán: “agua que no has de beber, déjala correr”, pero en estos tiempos que corren hemos de cambiar, radicalmente, el sentido del mismo, no sólo no la dejes corres, ve detrás de ella como si la vida te fuese en ello. Bromas aparte, esta reflexión nos sirve para hacernos eco de la preocupante situación que atravesamos actualmente, a nivel de muchos ámbitos vitales, también para el AOVE, (Aceite de Oliva Virgen Extra), por supuesto.
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Decididamente el tiempo meteorológico que nos acompaña no es el más apropiado para la producción del preciado oro líquido por parte del olivo, máxime si las adversas condiciones climatológicas que tenemos presentadas en estos momentos no cambian pronto, condiciones que se vienen repitiendo durante los últimos años, donde la pluviometría ha sido escasa e irregular.
Según datos de la Consejería de Medio Ambiente, desde el año 2015 Andalucía se encuentra en situación de sequía, salvo algún mes de estos años, que consigue salir ligeramente airoso de esta situación. La primavera pasada, en líneas generales, climatológicamente hablando, fue seca y muy calurosa si lo recuerdan. El verano ha seguido siendo muy caluroso desde el mes de junio, lo cual se está dejando ver en el fruto de olivo, donde la aceituna, fundamentalmente en los secanos, se arruga de forma generalizada. Y lo más preocupante es que el otoño, al menos de momento, no muestra buenos visos.
La climatología por tanto, influye decisivamente en el desarrollo de los cultivos, respecto al olivar, la cuantía de las lluvias y su reparto a lo largo del año influyen de manera notable en los procesos que ocurren a lo largo del ciclo del olivo, tales como la lipogénesis o formación del aceite.
Según el IFAPA1 (Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera) de Córdoba, aunque exista el riego por goteo en un olivar, no es suficiente para evitar el estrés hídrico. De sus ensayos se deduce que en las fincas con riego por goteo los efectos de la sequia son menos severos en una finca de secano, pero no se pueden paliar por completo.
Se denomina estrés hídrico a la falta de agua en un cultivo para cubrir sus necesidades, afecta directamente a la fotosíntesis del mismo, la planta realiza una especie de autorregulación de su transpiración y esto sólo lo consigue cerrando sus estomas para ahorrar agua. Lógicamente el tiempo de duración y el momento en el que acontece este estrés hídrico condiciona la respuesta vegetativa y productiva de la planta, repercutiendo decisivamente en dos aspectos fundamentales del cultivo, la cosecha y la cantidad de aceite que contiene una aceituna, salvando las distancias y sin entrar en tecnicismos, lo que en el argot coloquial olivarero se denomina rendimiento graso de la aceituna.
En algunas zonas de olivar en secano, para combatir el estrés hídrico, se utiliza el Caolín2 , que es una especie de arcilla que se aplica sobre
Opinión

Árbol tratado con caolín. Al fondo se ven árboles testigo no tratados Detalle de la hoja y fruto tras la aplicación de caolín
los olivos. Está autorizada en España para combatir los “golpes de sol” y el estrés térmico de los cultivos, también lo está en Estados Unidos para combatir plagas y enfermedades como la psylla de peral o la mosca blanca. El caolín muestra resultados positivos en el olivar de dos formas, primero como protector contra quemaduras solares y contra el estrés hídrico, aplicando una suspensión de éste sobre el olivo, (al secarse forma una capa blanca protectora), y segundo, incidiendo de forma beneficiosa para el olivo, reduciendo los ataques de mosca del olivo y prays, Saour y Makee (2003 y 2004).
Atendiendo al desarrollo vegetativo del olivo y a la formación del aceite, la primavera es la estación donde tiene lugar la formación de inflorescencias, la consecuente floración y el cuaje del fruto hasta llegar al endurecimiento del hueso de la aceituna. El verano es el momento en el que se producen las primeras fases de crecimiento de este fruto. Y por último el otoño, es el período más importante a nivel de la actividad lipogénica (formación de aceite) y desarrollo del fruto, refiriéndonos al tamaño de éste, y también es la etapa más sensible del proceso, respecto a la planta y estrés hídrico se refiere. Es por ello la importancia mayúscula de las ansiadas lluvias, siendo un requisito básico para el buen desarrollo y cantidad del aceite. Del estudio del IFAPA1, como resumen final, podemos quedarnos con las siguientes conclusiones: El estrés hídrico afecta negativamente a la formación del aceite causando bajos rendimientos grasos, el crecimiento del fruto también se ve seriamente afectado, el riego por goteo palia estas condiciones pero no elimina el estrés y por último y más importante, las lluvias de otoño son imprescindibles para la formación del aceite, por tanto, tiene que llover, y mejor antes que después.
1 Artículo Científico IFAPA: ¿Cómo afecta el estrés hídrico a la formación del aceite?. Javier Hidalgo, Ana Leyva, Daniel Pérez, Juan Carlos Hidalgo, Victorino Vega.
2 Artículo Científico IFAPA: Influencia del Caolín para el control de estrés hídrico del olivar. Nicolás Serrano Castillo y Natividad Ruiz Baena
José Antonio Carbonero Fernández
Técnico de la Cooperativa Olivarera
Nuestra Señora de Luna