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Historia de los aguacates VI
Y es que la producción de aguacate en la península empezaba a gestarse y ya había muchos ojos puestos en el litoral sureste mediterráneo. Su excepcional clima lo hacía diferente al resto de regiones, a excepción de Canarias como es lógico, pero su proximidad con las fronteras europeas lo hacían terriblemente atractivo desde el punto de vista comercial. Por tanto, lo que Julián sabía que el negocio de vender aguacates canarios en la península iba a quedar relegado a la explotación de un producto 100% peninsular del que Julián, de seguir así, no iba a ser partícipe y por tanto, quedarse fuera de estos estudios y por supuesto del negocio. Comenta en el libro que él siempre tuvo sus dudas y siempre dijo que eso no podía ser posible. Qué equivocado que estaba.
¿Y quién depositó toda la fe en un proyecto a priori tan dispar? pues principalmente tres personas, la primera figura y quizás más importante, el viverista alemán con nacionalidad chilena Roger Magdahl. Este erudito en la materia decidió venir a cultivar el aguacate por la península entre otras cosas porque ya se rumoreaba que quería comprar una finca en Europa con un clima similar al chileno para así continuar los estudios sobre este árbol lejos de su 'Huerto California' en el Valle del Aconcagua en su Chile que tan lejos de su casa natal en Alemania. Al final era cierto, y él fue el que adquirió por muy poco dinero el Rancho California (Vega del Río Verde) en Almuñécar donde más que unas casas y un terreno se convirtió en toda una finca experimental la cual se ha declarado Reserva Ecológica en 2005, aunque creemos que es una finca particular.
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¿Y por qué eligió Almuñécar?
Pues aquí aparece la segunda persona importante en todo este proyecto, su colega Willson Popenoe el cual además de deducir lo dicho en la anterior revista, es decir, que si la chirimoya cuajaba en la Costa Tropical el aguacate lo haría mejor, fue clave a la hora de arrancar el proyecto ya que hizo un estudio previo importante y decidió sobre los primeros patrones, aunque parece que cuando todo arrancó se dejó ver poco por allí. Cabe destacar que, aunque Roger eligió el valle de Almuñécar porque le parecía perfecto (y precioso) para su proyecto, Julián, que lo razona bien en el libro, siempre dijo que los terrenos de Vélez Málaga y su alcalinidad eran mejor y los árboles jóvenes no iban a sufrir tanto. Parece ser que Popenoe no se metió en esto, y allí que se empezó.
Por último, aparece la tercera persona Luis Sarasola, un vasco que era de los mayores entendidos en aguacates de todo el país, conocimientos tan abrumadores que Julián se quedó prácticamente sin habla durante el día y medio que estuvo con él viendo aguacateros en aquella famosa vuelta en una vieja motocicleta por toda la zona de Granada y Málaga. Días que Julián recordará para siempre como la génesis del proyecto debido a la gran cantidad de aguacates salvajes que vieron en el terreno que, aunque ni producían ni se consumían, no dejaban lugar a dudas que fueron los responsables para él de que el proyecto empezara a ser viable.
Imagen: Wilson Popenoe