HISTORIA Y CULTURA
LA PIEDRA FILOSOFAL
LA PIEDRA FILOSOFAL POR: MARTÍN GARATUZA
Hace 50 años, Marshall McLuhan escribió que “a medida que van elevándose los niveles de información, es posible adaptar cualquier clase de material a cualquier clase de uso”. Yo digo que donde dice ‘niveles de información’ debiera decir ‘complejidad del conocimiento’ pues el conocimiento no flota en el aire ni radica en los libros o en los registros electrónicos. Es un potencial de actividad propio de los seres humanos, vivos y culturizados, que sólo se libera bajo las circunstancias y condiciones sociales que les impone la organización social de la producción. Los experimentos científicos responden en su mayoría a los requerimientos planteados por los ingenieros que evalúan las necesidades de la industria y de esta, a su vez, salen las decisiones que reparten el presupuesto a los proyectos científicos que les benefician y así. Marshall McLuhan
La búsqueda de la piedra filosofal, esa que convertiría cualquier metal en oro o que produciría el elixir de la eterna juventud es antigua, era asunto de los alquimistas. Si bien ni una cosa ni otra fue alcanzada por estos misteriosos personajes medievales si, en cambio, abrieron el camino para encontrar, por medio de la química moderna, sustitutos de productos que escaseaban en un momento dado. Por ejemplo en 1747 el químico alemán Andreas Magraf logró aislar azúcar de la remolacha, y su paisano Steiman fundó la primera fábrica que aprovechó este procedimiento. Los ingleses —que controlaban la mayor parte de las plantaciones de caña de azúcar— le ofrecieron mucho dinero para que abandonara el proyecto. Dicen que se negó, pero su empresa quebró y el invento se fue al abandono. Andreas Magraf
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