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Lausana

Esta ciudad francófona podría ostentar la capitalidad honorífica del Lemán ya que casi todas sus empinadas calles tienen vistas al lago. Un desnivel que no asusta a los deportistas que tienen aquí la sede del COI ni a los viajeros que obtienen la Lausanne Transport Card de forma gratuita al alojarse en un hotel.

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Lausana tiene playa. El buen tiempo en Lausana tiene una coordenada indiscutible: la zona de Ouchy. Este barrio ribereño enamora con sus hoteles clásicos, sus mansiones palaciegas y su paseo lacustre. Otra opción bajo el sol es deambular por la Place de la Palud y la Rue de Bourg, una zona comercial peatonal con hasta ¡1500 tiendas!

Montaña, barco y vino. Lausana tiene una excursión fetiche: Rochersde-Naye, una montaña desde la que se vislumbra lo mejor de los Alpes occidentales. Para llegar hasta esta panorámica, nada como coger un barco por el lago, llegar a Montreux y, desde aquí, subir en tren cremallera. Y para volver, el tren de los viñedos se abre paso entre las terrazas de Lavaux.

Pasado, presente y futuro. En Lausana los prodigios arquitectónicos se ordenan cronológicamente de arriba abajo. En lo más alto, gobierna la fastuosa catedral gótica. En medio, el barrio de Flon y sus antiguos almacenes transformados en espacios divertidos y modernos. Y ya cerca del lago sorprende el Rolex Learning Center, una joya arquitectónica del estudio SANAA.

Lausana en blanco. Este color es el que predomina en el Museo Olímpico, uno de los grandes reclamos de la ciudad. Tras su impoluta fachada esperan salas llenas de trofeos, expositores llenos de curiosidades del deporte y pantallas que rememoran momentos únicos. Blanca es también la Navidad en el barrio de Flon, donde proliferan mercadillos y pistas de patinaje.

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