Siglo xx

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SIGLO XX Trabajo Presentado Por Nery Stefania Sanchez Soto Presentado A JosĂŠ Francisco Chaparro 1102JT 2014


Marxismo Es el conjunto de movimientos políticos, sociales, económicos y filosóficos derivados de la obra de Karl Marx, economista, filósofo y periodista revolucionario alemán de origen judío, quien contribuyó en campos como la sociología, la economía, el derecho y la historia, y de su allegado Friedrich Engels, quien le ayudó en muchas de sus teorías. Engels acuñó el término socialismo científico para diferenciar el marxismo de las corrientes socialistas anteriores englobadas por él bajo el término socialismo utópico. También se emplea el término socialismo marxista para referirse a las ideas y propuestas específicas del marxismo dentro del marco del socialismo. El objetivo que se propone es que los trabajadores tengan un acceso a los medios de producción en forma institucionalizada; es decir, utilizando las instituciones públicas del Estado para que los trabajadores obtengan medios de producción y evitar que: "La burguesía va concentrando cada vez más los medios de producción, la propiedad y la población del país. Reúne a la población, centraliza los medios de producción y concentra en pocas manos la propiedad"

Marx no propone la abolición de la propiedad privada, lo cual es un mito largamente extendido; lo que propone es la abolición del sistema de propiedad burguesa; claramente mencionado en su Manifiesto Comunista: "Lo que caracteriza al comunismo, no es la abolición


de la propiedad en general, sino la abolición del sistema de propiedad burgués" ya que la burguesía viola la ley, corrompe las instituciones u otros mecanismos ilegales para apropiarse de la propiedad de los trabajadores; así por ejemplo, el robo de tierras a indígenas, el robo de propiedad intelectual a inventores como Tesla. Con el acceso a los medios de producción a los trabajadores, el marxismo concluye que se lograra una sociedad sin clases sociales donde todos vivan con dignidad, sin que exista la acumulación de propiedad privada sobre los medios de producción por unas cuantas personas, porque supone que ésta es el origen y la raíz de la división de la sociedad en clases sociales. Esto implicaría una enorme competencia y eficiencia en la economía; además, el trabajador no se puede explotar a sí mismo ni tampoco puede explotar a otro trabajador, porque tiene también su medio de producción; lo que ocasionaría es que los trabajadores se organizarían para crear empresas más grandes a través de asociaciones justas; por tal motivo Marx expresa "El precio medio del trabajo asalariado, es el mínimo posible. Es decir, el mínimo necesario para que el obrero permanezca vivo. Todo lo que el obrero asalariado obtiene con su trabajo, es pues, lo que estrictamente necesita para seguir viviendo y reproduciéndose. Nosotros no aspiramos en modo alguno, a impedir los ingresos generados mediante el trabajo personal, destinados a adquirir los bienes necesarios para la vida". Y recalca en su Manifiesto "Sólo aspiramos, a destruir el carácter ignominioso de la explotación burguesa, en la que el obrero sólo vive para multiplicar el capital". Así entonces, el trabajador o trabajadores serán dueños de sus propios negocios, iniciando un elevado comercio; por esa razón en el Manifiesto especifica que "El comunismo, no priva a nadie del poder adquirir bienes y servicios".

Marx considera que cada país tiene sus particularidades y por tanto las medidas para proveer a los trabajadores de medios de producción pueden ser diferentes y que al principio parecerán


que no son suficientes. Marx tiene en claro la ley de la escasez, y por ende, la distribución de medios de producción en forma institucionalizada y legal se dará poco a poco en una transición lenta pero efectiva; por tal motivo concluye en su Manifiesto "(...) por medio de medidas, que aunque de momento parezcan económicamente insuficientes e insostenibles, en el transcurso del movimiento serán un gran resorte propulsor, y de las que no puede prescindirse, como medio para transformar todo el régimen de producción vigente". En conclusión, Marx propone el uso de las instituciones del estado, como por ejemplo, el uso de los impuestos para financiar la compra y distribución de los medios de producción a los trabajadores, que al paso del tiempo formará un mercado de competencia perfecta.


Fascismo Es una ideología y un movimiento político que surgió en la Europa de entreguerras (19181939) creado por Benito Mussolini. El proyecto político del fascismo es instaurar un corporativismo estatal totalitario y una economía dirigista, mientras su base intelectual plantea la sumisión de la razón a la voluntad y la acción, aplicando un nacionalismo fuertemente identitario con componentes victimistas o revanchistas, lo que conduce a la violencia contra aquellos que el Estado defina como enemigos mediante un eficaz aparato de propaganda; todo esto aunado a un componente social interclasista y una negación a ubicarse en el espectro político (izquierdas o derechas). Esto no impide que diferentes enfoques ideológicos proporcionen diferentes visiones del fascismo: los ejemplos más comunes se dan en la historiografía, la politología y otras ciencias sociales, al ubicar al fascismo en la extrema derecha, vinculándolo con la plutocracia e identificándolo algunas veces como una variante del capitalismo de Estado, o bien de orientación liberal, identificándolo como una variante chovinista del socialismo de Estado.

Se presenta como una «tercera vía» o «tercera posición» que se opone radicalmente tanto a la democracia liberal en crisis (la forma de gobierno que representaba los valores de los vencedores en la Primera Guerra Mundial, como Inglaterra, Francia o Estados Unidos, a


los que considera «decadentes») como a las ideologías del movimiento obrero tradicional en ascenso (anarquismo o marxismo, este último escindido a su vez entre la socialdemocracia y el comunismo, que desde 1917 tenía como referente al proyecto de Estado socialista que se estaba desarrollando en la Unión Soviética); aunque el número de las ideologías contra las que se afirma es más amplio: El concepto de «régimen fascista» puede aplicarse a algunos regímenes políticos totalitarios o autoritarios de la Europa de entreguerras y a prácticamente todos los que se impusieron por las potencias del Eje durante su ocupación del continente durante la Segunda Guerra Mundial.

De un modo destacado y en primer lugar a la Italia fascista de Benito Mussolini, (1922) que inaugura el modelo y acuña el término; seguida por la Alemania del III Reich de Adolf Hitler (1933) que lo lleva a sus últimas consecuencias; y, cerrando el ciclo, la España Nacional de Francisco Franco que se prolonga mucho más tiempo y evoluciona fuera del periodo (desde 1936 hasta 1975). Las diferencias de planteamientos ideológicos y trayectorias históricas entre cada uno de estos regímenes son notables. Por ejemplo, el fascismo en la Alemania nazi o nacional-socialismo añade un importante componente racista, que sólo es adoptado en un segundo momento y con mucho menor fundamento por el fascismo italiano y el resto de movimientos fascistas o fascistizantes. Para muchos de estos el componente religioso (católico u ortodoxo según el caso) fue mucho más esencial, tanto que TrevorRoper ha podido definir el término fascismo clerical (entre los que estaría el nacionalcatolicismo español).


Mientras que el nazismo alemán está centrado en la raza identificada con el pueblo (interpretable como comunidad del pueblo o comunidad de raza, o incluso como expresión del apoyo popular al Partido y al Estado): También se pueden encontrar elementos del fascismo fuera del período de entreguerras, tanto antes como después. Un claro precedente del fascismo fue la organización Action Française (Acción Francesa, 1898), cuyo principal líder fue Charles Maurras; contaba con un ala juvenil violenta llamada los Camelots du Roi y se sustentaba en una ideología ultranacionalista, reaccionaria, fundamentalista católica (aunque Maurras era agnóstico) y antisemita.


Nazismo El nazismo es una ideología alemana gestada en los años 20 pero que no alcanzará importancia hasta los años 30, momento en que las duras condiciones de paz impuestas en el Tratado de Versalles (1919) se juntan con la grave crisis mundial del Jueves Negro en 1929 . En Alemania la situación es más acuciante aún, ya que a los devastadores efectos económicos se sumaba la obligación de pagar el tributo de la derrota en la Primera Guerra Mundial, y el descontento popular ante la injusta situación que hacía que las calles se llenaran de manifestaciones extremistas de toda índole, tanto de izquierda como de derecha. Esta situación culmina con el fuerte descrédito de las democracias liberales, dado que las dictaduras que surgieron demostraron ser capaces de controlar y resolver las crisis más efectivamente que las democracias. Tanto la URSS, como la Italia de Mussolini y el Japón Imperial, países todos en los que se impusieron "gobiernos fuertes", no sólo resolvieron la crisis a mediados de los 30 sino que fueron percibidas como restaurando el orden social aun con anterioridad a esa solución a problemas económicos.


A esa crisis político económica hay que agregar una crisis ideológica aún anterior que se ha sugerido se extiende desde 1890 a 1930 y que ha sido caracterizado como una “revolución contra el positivismo”. Tanto los valores como las aproximaciones a la sociedad y la política que formaban la base de la civilización occidental fueron percibidos como superadas reliquias del racionalismo proveniente de la ilustración. Específicamente tanto el fascismo como los desarrollos intelectuales que lo antecedieron buscaron transcender lo que se percibía como la decadencia del occidente. Como influencia importante en el desarrollo de ese Zeitgeist se puede mencionar la obra de Arthur de Gobineau, quien propuso que en cada nación hay una diferencia racial entre los comunes y las clases dirigentes. Estos últimos serían todos miembros de la raza aria, quienes son no sólo la raza dominante sino también la creativa. Posteriormente Houston Stewart Chamberlain identifica «los arios» con los teutones. En adición a tratar de demostrar que todos los grandes personajes de la historia fueron realmente arios, agrega: «Los teutones son el alma de nuestra civilización. La importancia de cualquier nación, en la medida que es un poder actual, está en relación directa a la genuina sangre teutona presente en su población». Múltiples autores también resaltan el papel que tuvo la teoría evolucionista, y el darwinismo social incorporados a la ideología nazi, como factores que propiciaron la posterior generación de racismo, la creación del nacionalismo, la propagación de la política neo imperialista y parte diversos pilares ideológicos del nazismo basados en la aplicación política de la idea de la "supremacía del más fuerte". También de importancia fueron percepciones que se pueden ver ejemplificadas en la obra de, por ejemplo Benjamin Kidd, quien propuso: «Nuestra civilización ha sido dada a luz como resultado de un proceso de fuerza sin paralelos en la historia de la raza. Por épocas incontables el combativo macho europeo se ha desbordado a través de Europa en sucesivas olas de avance y conquista, venciendo, exterminando, aplastando, dominando, tomando posesión. Los más aptos, que han sobrevivido esas sucesivas olas de conquista, son los más aptos por el derecho de la fuerza y en virtud de un proceso de selección militar,probablemente el más largo en la historia, el más duro, probablemente el más relevante al que la raza ha sido sometida». Para Kidd el combativo hombre europeo es un pagano -que rinde homenaje pero no entiende ni acepta en su corazón la validez de «una religión que es la total negación de la fuerza». Ese hombre europeo ha introducido el «espíritu de la guerra» en «todas las instituciones que ha creado» y «la creencia que la fuerza es el principio último del mundo». Ese «hombre de la civilización occidental ha llegado a ser por la fuerza de las circunstancias el supremo animal de combate de la creación. La Historia y la Selección Natural lo han hecho lo que es». «Por la fuerza ha conquistado el mundo y por la fuerza lo controla».


Otros visiones de influencia en esa percepción son los de Oswald Spengler, para quien Benito Mussolini era el parangón del nuevo César, que se levantará del Occidente en ruinas para reinar en la "era de la civilización avanzada", por analogía a los césares de la Antigüedad. A lo anterior se ha sugerido que hay que agregar factores específicamente alemanes. A pesar que Maurice Duverger considera tales consideraciones pocos convincentes a fin de explicar el desarrollo del nazismo se ha afirmado que no se puede explicar el nazismo sin considerar su origen y que entre los factores que explican ese origen se debe mencionar una tradición cultural que se remonta a personajes tales Lorenz von Stein y Bismarck en la cual el Estado adquiría poderes dictatoriales, demandando orden, disciplina y control social estricto a fin de de garantizar crecimiento y el bienestar económico de la población. Esa tradición se transforma, bajo la influencia de personajes tales como Ernst Forsthoff, quien, a partir del periodo de la República de Weimar, postula que los individuos están subordinados ya sea al «Estado absoluto» o al «Volk», bajo la dirección de un Líder o Führer. El nazismo transforma, sin mucha dificultad, ese culto a la fuerza del más fuerte que es el ario en un antisemitismo puro y simple, utilizando la preexistente leyenda de una conspiración judía para hacerse con el control mundial para explicar la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial: el ejército de ese país fue traicionado y "apuñalado en la espalda" -ver Dolchstosslegende - por los bolcheviques y judíos. Esa "traición" se extiende al gobierno de la República de Weimar que permite ahora que esos mismos judíos y otros financieros se beneficien de la inflación, y otros problemas que afectan a los alemanes. Aduciendo además que muchos de los principales líderes comunistas son también judíos asimilan ambos conceptos en una gran «conspiración judeo-marxista»


El nazismo se concreta como una ideología totalitario de tipo fascista en la medida en que se caracteriza por dar una importancia central y absoluta al estado -a partir del cual se debe organizar toda actividad nacional representado o encarnado y bajo la dirección o liderazgo de un caudillo supremo, en este caso Hitler, y por proponer un racismo, nacionalismo e imperialismo visceral que debe llevar a conquistar los pueblos que se consideren inferiores. A partir de 1926, Hitler centralizo incrementalmente la capacidad de decisiones en el partido. Los dirigentes locales y regionales, etc, no eran electos, sino nombrados, de acuerdo al Führerprinzip directamente por Hitler, y a él respondían, demandando, a su vez, obediencia absoluta de sus subordinados. El poder y autoridad emanaba del líder, no de la base.

Neoliberalismo


El neoliberalismo también llamado nuevo liberalismo o liberalismo tecnocrático– es la corriente económica y política inspirada y responsable del resurgimiento de las ideas asociadas al liberalismo clásico o primer liberalismo desde las décadas de 1970 y 1980. Los defensores del neoliberalismo apoyan una amplia liberalización de la economía, el libre comercio en general y una drástica reducción del gasto público y la intervención del Estado en la economía en favor del sector privado, que pasaría a desempeñar las competencias tradicionalmente asumidas por el Estado. Sin embargo, el uso y definición del término ha ido evolucionando en las últimas décadas y no hay un criterio unificado para determinar qué es «neoliberalismo».

Originalmente el neoliberalismo era una filosofía económica surgida entre los eruditos liberales europeos en la década de 1930 que trataban de encontrar un «tercer camino» o un «camino entre medias» de la disputa que en ese momento se libraba entre el liberalismo clásico y la planificación económica. El impulso de desarrollar esta nueva doctrina surgió del deseo de evitar nuevos fracasos económicos tras la Gran Depresión y el hundimiento económico vivido en los primeros años de la década de 1930, fracasos atribuidos en su mayoría al liberalismo clásico. En las décadas siguientes la teoría neoliberal tendió a estar en contra de la doctrina laissez-faire del liberalismo, promoviendo una economía de mercado tutelada por un Estado fuerte, modelo que llegó a ser conocido como la economía social de mercado.


En la década de 1960, el uso del término disminuyó en gran medida. El término se introdujo de nuevo en la década de 1980, debido a las reformas económicas realizadas en Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet y que fueron impulsadas y supervisadas por economistas de la llamada Escuela de Chicago, los Chicago Boys. A partir de aquí, el término empezó a adoptar connotaciones peyorativas y a ser empleado por los críticos de estas reformas, al tiempo que el neoliberalismo pasó de defender una postura liberal moderada a una más radical que incluía la defensa a ultranza del laissez-faire y el capitalismo en general. El término es a menudo asociado a los trabajos de los economistas liberales Friedrich Hayek y Milton Friedman.6 También representa y se asocia al conjunto de políticas económicas introducidas por Margaret Thatcher en el Reino Unido y Ronald Reagan en los Estados Unidos. Una vez que se estableció el nuevo significado del término entre los estudiosos de habla hispana, pronto empezó a ser habitual en los estudios económicos de autores anglosajones.


En la actualidad el término mantiene sus connotaciones negativas y es utilizado por sus críticos como una condena general al liberalismo económico y sus políticas, esto es, la privatización de empresas estatales y la apertura y desregularización de los mercados. La adopción de las políticas neoliberales y la aceptación de su teoría económica desde la década de 1970 por la mayoría de los países desarrollados se ven como la causa del hundimiento del sistema financiero internacional del año 2007 y 2008 que más tarde se manifestó en la llamada Gran Recesión.



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