Familia y Espiritualidad

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Familia y espiritualidad

El apostolado y la familia Mary Girón y Manuel Lozano

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ara nosotros, que somos personas que estamos construyendo nuestras familias desde las comunidades laicales, este tema resulta más que interesante. Sabemos que muchos de los intentos de nuestra Iglesia por realizar programas para orientar la vida familiar, han tratado de apoyar y acompañar a las parejas que nos casamos con la ilusión de hacer de nuestro hogar, un lugar donde se pueda cultivar la fe. Pero este reto es además para todos los que hicimos esta promesa ante el Señor, uno en donde también encontramos una sociedad globalizada que está sistemáticamente generando las condiciones para sembrar la individualidad en la institución familiar, y para esto como Iglesia, aún no tenemos una alternativa. Los documentos eclesiales nos exhortan a que nos convirtamos en iglesias domésticas, cuando sabemos que muchas veces la preparación o el espacio de formación relacionado con el compromiso cristiano es cada vez más instrumental y menos relacionado con las necesidades de los creyentes. Hay capacitación para animadores, para catequistas, pero no para poder ser un mejor padre y madre desde la fe. Esta situación nos coloca ante un escenario no muy optimista del tema. Sin olvidar los testimonios de padres y madres que intentan día a día integrar a sus ilusiones como padres una visión cristiana, este tema nos lleva a preguntarnos: ¿qué podemos hacer para poder ejercer un apostolado cristiano en la familia?

El apostolado laical Es importante tener en cuenta que este dilema entre sociedad e Iglesia, afecta también el compromiso de los fieles laicos que ejercen un testimonio en el mundo familiar. Para nosotros el caminar como creyentes en la vida matrimonial, nos deja solos frente a los temas sociales como la crianza de los hijos, la construcción del vínculo conyugal, el mundo del trabajo y la vida familiar, el fenómeno de la violencia en la familia y la crisis de los valores colectivos. Estamos llamados a ser la sal y la luz del mundo, y nuestro principal lugar de anuncio no son las parroquias, sino los hogares. Las familias pueden y de hecho deben tener una buena relación con la vida parroquial, pero al mismo tiempo las parroquias deben promover en sus programas y

Boletín “Nuestra Familia”

Perú

en sus espacios de participación, nuevas estrategias para vincular e invitar a participar a las familias. Urge paralelamente a ello, tener una nueva orientación de lo que llamamos pastoral familiar. Necesitamos implementar un acompañamiento más integral de las realidades familiares, y recoger el aporte de las diferentes disciplinas que pueden apoyar la vida familiar. En este sentido, es importante también acercar las manos de los laicos comprometidos dentro del mundo profesional, para que se integren a la formación doctrinal. Necesitamos una verdadera conversión de la pastoral familiar, que permita realmente a todos los padres y madres encontrar un espacio permanente de escucha y de compartir las necesidades que surgen desde la vida familiar. Y por otro lado, desde los laicos comprometidos necesitamos enfrentar la vida familiar como un verdadero espacio de testimonio y de compromiso cristiano, donde puede darse un verdadero anuncio del Reino desde la práctica de la fe. Finalmente, sin dejar de lado la riqueza de los aportes desde la vida religiosa, es importante que en este tema también se promueva una voz propia en la reflexión teológica de los mismos laicos, que enriquezca nuestro testimonio eclesial de comunión y participación.

La vida familiar y la fe Una de las frases que hemos repetido ya en anteriores textos sobre el tema es que todos los creyentes,

Abril 334 2011 / www.ssccperu.com


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