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ESTADOS UNIDOS Aquella volea de Caligiuri Francisco López • @pacolopez2992
Repasar la historia de los Mundiales supone no acordarse de Estados Unidos. Los norteamericanos han estado involucrados en la mitad de las citas mundialistas contando Brasil 2014 y sólo en la primera edición (1930) estuvieron en los puestos nobles, quedando en tercer lugar. Desde ese momento la trayectoria fue descendente, dejando una única página gloriosa, la victoria ante Inglaterra en 1950 con el gol de Joe Gaetjens. Desde entonces el destino y las malas condiciones en las que se podía desarrollar el fútbol lastraron al combinado nacional. Ni en los tiempos de lujos y estrellas cuando la NASL reunía a Pelé, Beckenbauer o Carlos Alberto. Estados Unidos no llegaba a los Mundiales y el panorama futbolístico mundial reconocía a los yanquis como el foco más reacio al deporte rey. Así pasaron los años y los Mundiales, 1954, 1958, 1962,.... Una larga travesía por el desierto que no tenía fin. Agravada también por el fin de su liga nacional cuando la burbuja creada en torno a la NASL explotó y el lujo dejó arenas movedizas. Desde 1950 sin acudir a una cita de primer nivel. El fútbol en Estados Unidos agonizaba, entonces llegó el día. Los hombres de Bob Gansler necesitaban ganar en Puerto España a Trinidad y Tobago. Dos generaciones que no habían conseguido clasificarse a un Mundial vieron como Paul Caligiuri decidió aventurarse al ataque. Controló el balón con el estómago, demostrando que no era un prodigio técnico, y desde treinta metros se produjo el milagro. El balón botaba, amagó con la derecha y se colocó para golpear con su zurda y apareció esa obra
Guía Vintage del Mundial
de arte. El gol que tardó cuatro décadas, una barrera quebrada, Estados Unidos y el Mundial volvían a cruzar sus caminos. Las escenas de aquel día son sobrecogedoras, un equipo que sentía una losa sobre su espalda. De 1950 a 1989. De ganar a Inglaterra a hacer lo propio con Trinidad y Tobago. Renacer desde abajo para intentar ser uno de los de arriba. Un gol que supuso más que una clasificación, esa volea de Caligiuri reanimó al fútbol en Estados Unidos. La esperanza regresó y lo hizo en forma de Mundial cuando en 1994 el universo futbolístico se dio cita en estadios de la NFL. Ahí fueron los Lalas y Meola, una generación que se aferró a un sueño, Brasil tuvo que sudar sangre para acabar con ellos. Pero la semilla se sembró y dos años después se fundó la MLS. Ahora Estados Unidos es un fijo en los Mundiales. Siete citas consecutivas. Los frutos de aquel verano de 1994 dieron paso a la liga nacional. Una mejor organización que permitió ver a los yanquis rozar las semifinales en 2002 de la mano de McBride-Donovan. Doce años después el sueño sigue intacto, el combinado nacional ha encontrado en Dempsey, Donovan y Bradley la mejora a Reyna, McBride y Ramos. Estados Unidos tuvo que afrontar una larga travesía por el desierto. Aquella victoria en Puerto España que se festejó como un título. ¡Aquella volea! Un cuarto de siglo después la mentalidad es dar guerra a Alemania, Portugal y Ghana. Pocos rincones del mundo han experimentado el crecimiento exponencial del fútbol como Estados Unidos y su historia en los Mundiales es buena prueba de ello.
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Squadra Eterna