Pequeños y casi imperceptibles cambios en el paisaje (Narrativas nº 37, abril 2015)

Page 1

Relato

PEQU EĂ‘ OS Y CASI IMP E RCEP TIBLE S CAMBI OS EN EL P AISAJE por Leandro Llamas 1. CHATARREROS Un chatarrero se paseaba con un carrito de supermercado, y como veĂ­a que no le cabĂ­a fue a llamar a otro chatarrero. Dos chatarreros se paseaban con un carrito de supermercado...

2. D ESGUACE Calle Sagasta, 31. Luz de mediodĂ­a. Alguien ha abandonado una docena de viejos monitores de or denador junto a los contenedores de basura. O diez. O quince, los que sean. Un tipo con semblante patibulario, sentado sobre la acera, los destripa minuciosamente con unas tijeras de podar. O con unos alicates, no se aprecia bien. Todos pasamos rĂĄpido, nadie se para a mirar. Saca algo de ahĂ­ dentro, lo guarda, continĂşa con el siguiente monitor. Y asĂ­ hasta diez. O hasta doce. O hasta quince, los que sean.

3. PRÉSTAMOS Hace apenas un mes, me contó un amigo que un amigo suyo había ido a verle. Alguien que yo no conocía, me dijo. Alguien con quien estudió en la universidad. O con quien coincidió trabajando en la misma empresa. O con quien cenaba algunos såbados por la n oche. O con quien jugaba al pådel. O alguien que llevaba a sus hijos al mismo colegio. O a la misma academia de inglÊs. O dos o mås de esas cosas. O algo por el estilo, no lo recuerdo. A lo mejor no me lo dijo. El caso es que, despuÊs de algún tiempo sin haber coincidido, el amigo de mi amigo le llamó y fue a verle. Le pidió prestado un poco de dinero para poder comprar a sus hijos los libros del colegio.

4. M ONEDAS El barrio en el que vivo es un barrio humilde, modesto, pero no un barrio marginal. Ni much o menos. Es un barrio de gente trabajadora, de pequeĂąos autĂłnomos. PeluquerĂ­as, panaderĂ­as, bares, tiendas de ropa, locutorios, alpargaterĂ­as, alguna sucursal bancaria. El pasado sĂĄbado, en la esquina de mi manzana, habĂ­a una seĂąora de pie, apoyada sobre la fachada de un local vacĂ­o en el que hasta hace unos meses vendĂ­an ropa barata, y hasta hace un par de aĂąos, artĂ­culos deportivos. Rondaba los setenta aĂąos. Tal vez un poco menos, quizĂĄ un poco mĂĄs... no soy muy bueno calibrando la edad de la gente; de hecho, me temo que ni siquiera he aprendido aĂşn a calibrar bien la mĂ­a. Llevaba un ves tido estampado, rojo y negro. O rojo y gris oscuro. El pelo corto, teĂąido de rubio. No estaba delgada, tampoco excesivamente gruesa. Zapatos negros. Una seĂąora normal, una seĂąora cualquiera, como muchas otras seĂąoras que circulan por mi barrio con sus nietas o con sus carritos de la compra. Pero sostenĂ­a en la mano derecha un vaso de plĂĄstico en cuyo fondo descansaban las monedas que algunos transeĂşntes le iban echando. Pocas, la verdad. Muy pocas.

5. P ENUMBRA No es porque los dĂ­as sean cada vez mĂĄs cortos y las noches cada vez mĂĄs largas. Tampoco es por el cambio de hora. Ni siquiera es por culpa del otoĂąo. Al menos, no es sĂłlo por eso. Es porque el encendido del alumbrado pĂşblico se ha retrasado unos minutos. SĂłlo unos pocos minutos. Ochenta y ocho mil ciento sesenta y siete puntos de luz (farola arriba, farola abajo) se encienden ahora un poco


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.