EL MISTERIO DEL BOSQUE ENCANTADO
By Sonia Laureano
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, un bosque que todos llamaban el Bosque Encantado. Los adultos decían que el bosque estaba lleno de magia, y los niños, aunque muy curiosos, siempre tenían un poco de miedo de adentrarse en él. Decían que, si te adentrabas demasiado, podrías perderte para siempre.
Aquel otoño, una niña valiente llamada Ana decidió que quería descubrir los secretos del Bosque Encantado. Ana era una aventurera de diez años con una gran imaginación y un corazón lleno de curiosidad. Siempre había leído sobre héroes y héroes que enfrentaban desafíos, y ahora quería ser una de ellos.
Un sábado por la mañana, Ana se puso su mochila, llenó una botella de agua, y con un mapa en la mano, se adentró en el bosque.
El sol brillaba a través de las hojas, creando un juego de luces y sombras que parecía un cuadro pintado por la naturaleza misma.
Ana caminó durante un rato, admirando la belleza de los altos
árboles y escuchando el canto de los pájaros. De repente, encontró un pequeño sendero que no estaba en el mapa. Decidió
seguirlo, pensando que tal vez ese sendero la llevaría a algo interesante.
Mientras avanzaba, Ana vio una mariposa de colores brillantes que parecía guiarla. La siguió hasta que llegó a un claro en el bosque. En el centro del claro, había una
tener
una
piedra
grande con extrañas inscripciones. La piedra parecía
energía
mágica y Ana sintió un cosquilleo en la espalda.
De pronto, escuchó un susurro. Al principio pensó que era el viento, pero luego se dio cuenta de que el susurro estaba tratando de decir algo.
Ana se acercó a la piedra y vio que las inscripciones formaban una especie de enigma. Decía:
"Para encontrar el tesoro escondido, busca donde el sol se oculta, bajo la sombra del roble antiguo."
Ana sabía que el sol se estaba poniendo y que debía apresurarse.
Corrió
por el bosque
hasta
encontrar un roble
enorme con una sombra profunda. A medida que se acercaba, vio algo brillante parcialmente cubierto por hojas caídas.
Con mucho cuidado, Ana despejó las hojas y encontró una pequeña caja de madera. La abrió y, para su sorpresa, dentro había un libro antiguo con una portada dorada.
El libro estaba lleno de historias sobre el bosque y sus leyendas, y al final, había un mensaje escrito a mano:
"Para el aventurero que encuentra este libro, el verdadero tesoro no es el oro ni las joyas, sino el conocimiento y las historias que el bosque tiene para ofrecer. Lee, aprende y comparte con los demás."
Ana se sintió muy feliz por haber encontrado el libro y decidió llevarlo de vuelta a su pueblo. Cuando llegó a casa, sus padres estaban muy orgullosos de ella por su valentía y curiosidad. Ana empezó a leer el libro y descubrió muchas historias fascinantes sobre el bosque y sus misterios. Con el tiempo, compartió las historias con sus amigos y otros niños del pueblo.
El Bosque Encantado seguía siendo un lugar mágico, pero ahora, en lugar de tener miedo, los niños del pueblo se aventuraban con respeto y asombro, sabiendo que el bosque tenía muchas historias por contar. Y Ana, con su descubrimiento, había hecho del bosque un lugar aún más especial para todos.
