El Carbayón - Número 01

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El Carbayón 23

CULTURES

FONTÁN. El escritor Fernando Menéndez con el club de lectura de la biblioteca pública. / PABLO LORENZANA

FERNANDO MENÉNDEZ

Grupos de lectura: leer para vivir

LIBROS COMPARTIDOS

Tras el éxito de los clubes de lectura Los clubes de lectura de Oviedo son mucho más que la pasión por compartir libros. PATRICIA DEL GALLO Durante los últimos 15 días han estado leyendo Rojo y negro, de Stendhal, y en apenas hora media lo han releído sacando las entrañas del libro, hasta aquellas cuestiones que parecían, en casa, intrascendentes. Ahora se van con otro texto bajo el brazo: De profundis, del escritor portugués José Cardoso Pires. La escena se repite, aunque los títulos cambien, cada quince días en las bibliotecas públicas de Oviedo, donde existen, desde hace años, los clubes de lectura. Lugares en los que, reconocen sus miembros, “leemos cosas que de otro modo, solos, no se nos ocurriría ni que existen”. Lo dice Carolina Sánchez, asidua a uno de estos clubes. Ella, con 41 años, sigue el perfil de los asistentes. Mujeres, la mayoría de entre 40 y 70 años. La cita, habitualmente quincenal. Fernando Menéndez lleva muchos años al frente de varios de estos grupos de lectores. Asegura que lo que la mayoría busca en ellos es compartir la experiencia de la lectura. En estos encuentros se habla de los personajes, de la acción, el estilo, los diálogos… “Se lee de otra manera sabiendo que luego vas a compartir

el libro con otro”, asegura Carolina. Pero estos clubes de lectura a veces son algo más. Lo reconoce María Jesús Fernández, bibliotecaria de la Concejalía de Bibliotecas de Oviedo. “Se organizan rutas lectoras, incluso conozco algún club que ha organizado hasta viajes a raíz de la lectura de un libro”. Otras veces, “al terminar la tertulia, de una hora y media aproximadamente, hay

“Al terminar la tertulia, hay grupos que siguen tomando café, compartiendo ideas o recomendándose libros” grupos que la continúan tomando un café y compartiendo ideas o recomendándose otros libros. Es otra forma de compartir y de socializar”, reconoce María Jesús. El éxito de estos clubes lo demuestra que cada vez son más los participantes. Los hay hasta de 30 personas, aunque sus coordinadores reconocen que la cifra ideal para que todos puedan hablar está en unas 15. “Es sin duda una de las

actividades más consolidadas de las bibliotecas”, reconoce María Jesús. Oviedo fue pionera en estos clubes en los años 90, y aunque cada biblioteca municipal cuenta con uno propio, hay algunas, como la de Pumarín o la de Villa Magdalena, que incluso tienen dos o más. Es curiosa la de La Corredoria, donde hay un club de lectura de novela negra. En La Corredoria o Ciudad Naranco los hay destinados al público infantil y juvenil. En la de la Granja, la media de edad es más elevada. Entre sus miembros hay gente que roza los 90 años. Opciones, pues, para todos. La aceptación que tienen, aseguran desde el Ayuntamiento, se debe a que estos grupos reúnen dos cosas, la lectura íntima de un texto y la posibilidad de compartirlo y descubrir las emociones que ha suscitado también en los demás. Pero tampoco es obligatorio intervenir, como reconoce Carolina. “Yo tengo compañeros a los que les da mucha vergüenza y simplemente escuchan y disfrutan del debate, igual que el resto”. Cada bibliotecario es el encargado de su club, y el Ayuntamiento se ocupa de ampliar, año a año, el catálogo dedicado a esta actividad, que va sumando adeptos.

Un club de lectura es un lugar de encuentro. Una celebración de lo heterogéneo. Un club de lectura no existe para leer lo que ya lee todo el mundo. La frase que más me gusta oír al final de una sesión es: “Si no fuera por el club, nunca me hubiese dado por leer este libro”. Un reto para los clubes de lectura: rejuvenecerse. Concibo los clubes de lectura como un servicio público, como un ámbito donde fortalecer a través de la cultura un concepto responsable de ciudadanía. El coordinador de un club de lectura (el prescriptor literario) nunca debe ser el protagonista. Su misión consiste en repartir juego, en facilitar el coloquio, en converger relecturas. A menudo se trata al lector como un cliente. Nunca debe un club de lectura caer en tal perversión. El lector, a diferencia de un cliente, no siempre tiene razón. Los verbos “leer” y “comprar”, da vergüenza recordarlo, no significan lo mismo. Dar oportunidad a otros géneros, eludir la “dictadura” de la novela en la sociedad lectora. Leer relatos, poesía, ensayo, teatro, cómic... Los clubes de lectura han alcanzado su mayoría de edad: los clubes generalistas van dando paso a clubes especializados: en géneros, épocas, temas, autores. Félix de Azúa: “Sólo podemos llamar buena literatura a aquella escritura que añade un lector nuevo, no una repetición de la cadena”. Ricardo Piglia: “La literatura es una forma privada de utopía”. * Fernando Menéndez, escritor y coordinador de clubes de lectura.


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