El jardín de la ausencia

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Artista empírica: Paulina Mahecha Idea original: Richar Nixon Romero Álvarez Diseño y edición editorial: Sofia V. Rojas Cárdenas Fotografía: Andrés Castellanos Bogotá-Villavicencio, Colombia. 2022 ISBN 978-958-49-6139-6


El jardín de la ausencia

Vidas valiosas arrebatadas por el conflicto armado colombiano y la historia de Las cristinas del conflicto


Agradecimientos A quienes han apoyado esta iniciativa y proyecto artístico: Al Comité Internacional de la Cruz Roja en especial a Margareth Figueroa y Stella Avendaño. A la Comisión Internacional de Personas Desaparecidas – ICMP. A la Fundación Nydia Erika Bautista en especial a Yaneth Bautista. A la Librería Tornamesa. A la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas UBPD en especial al Círculo de Saberes. A la Jurisdicción Especial para la Paz - JEP. A la Mesa municipal de trabajo para la dignificación de los y las buscadoras de personas dadas por desaparecidas. A la Dirección de Atención Integral a las Víctimas en especial a Gustavo López, a Sebastián Fagua, a Alejandra Gonzáles, a Tatiana Prieto. A la Corporación Cultural de Villavicencio – CORCUMVI en especial a la directora. Al Artista Plástico Jair Montaña. A Sebastián Cuellar sociólogo de la Universidad Nacional. A Gregory Belalcazar psicólogo de la Universidad del Valle sede Palmira. A la Universidad de Los Llanos Unillanos en especial a la Facultad de Ciencias de la Salud “Enfermería”. A Nixon Romero. A Nancy López Castaño una amiga de la Infancia y en especial a mi compañero de vida Luis Alfredo Coba. - Paulina Mahecha



Contenidos


Introducción Contexto Justificación Historia Catálogo de flores Poema Bibliografía

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Introducción


Este material pedagógico surge de la práctica estética que realiza la señora Paulina Mahecha a causa de la desaparición forzada de su hija Maria Cristina Cobo Mahecha, en el 2018, cuando emprende un ejercicio artesanal de memoria colectiva con muñecas de trapo que ella denominó “Las Cristinas del Conflicto”. Cada una de las muñecas tiene el nombre de una flor y representa a una mujer víctima de desaparición forzada, la intención de la señora Paulina es dar a conocer las historias de mujeres rurales (niñas, jóvenes y adultas) del Meta y Guaviare, víctimas que la sociedad desconoce, olvida y muchas veces revictimiza. Este trabajo busca traer a la memoria la vida de estas mujeres aparte del hecho victimizante, por lo que relata algunos detalles de sus vidas como la relación con sus familias, los valores o principios que defendían, sus gustos, pasatiempos, sus amigos y sueños; todo con el objetivo de que la pérdida de su vida no se reduzca a una cifra más, sino que, como lo hace la señora Paulina con sus muñecas, se recupere el rostro e historia de estas mujeres, recordando al público el valor de sus vidas, dignificándolas de forma simbólica y por medio del arte de esta madre y artista. Las Cristinas del Conflicto buscan mostrar lo que ocurre en un contexto de violencia política y exponer historias que otros quieren ver olvidadas o borradas del espacio público, un ejercicio de memoria histórica por medio del arte. Este libro pretende ser archivo, memoria y resistencia del proyecto artístico y de lucha de la señora Paulina Mahecha y de todas las otras madres, hijas, hermanas y, en general, mujeres que han tenido que vivir este fenómeno del conflicto.

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Contexto


En Colombia el conflicto armado ha sido causa de la perpetración de múltiples hechos victimizantes en las últimas cinco décadas, entre ellos la desaparición forzada catalogada como crimen de lesa humanidad(1) por el derecho internacional humanitario por ser considerada una práctica que constituye un “ultraje a la dignidad humana” y una grave ofensa de naturaleza odiosa a la dignidad intrínseca de la persona humana. La desaparición forzada como mecanismo de violencia opera mediante el arresto, la detención o cualquier otra forma de privación de libertad que ocasiona ocultamiento de la víctima(2), en Colombia han sido víctimas de este crimen en mayor medida las mujeres rurales, que además han sufrido violencias desproporcionadas por parte de todos los actores armados (militares, guerrilleros y paramilitares)(3). Es importante conocer que según la Comisión de la Verdad las causas de la desaparición forzada pueden ser catalogadas en cinco. La primera es el castigo y se hace para silenciar a quienes denuncian y se oponen al orden establecido por los actores armados. La segunda causa es cuando se ejerce como mecanismo de control, dominio y regulación territorial, pues así se establece un orden social basado en el terror. En tercer lugar, se entiende como estrategia de ocultamiento, donde ocurre con el fin de desaparecer evidencias del homicidio y ocultar la responsabilidad de los perpetradores, así como para manipular las cifras de homicidios, masacres, torturas, así como las personas dadas de baja en combate. La estrategia de ocultamiento incluye el entierro en fosas comunes, entierro bajo otros nombres (N/N), descuartizamiento, aplicación de agentes químicos y todos los métodos que impidan el reconocimiento de un cadáver por parte de los familiares y las autoridades competentes. Como cuarta causa de la desaparición forzada se encuentra el entrenamiento militar y desarrollo de prácticas de guerra, en esta categoría están los delitos de desaparición de personas al interior de las filas armadas (por ejemplo: consejos de guerra y arreglo de cuentas entre individuos). Finalmente se habla de que se incurre en desaparición forzada como consecuencia de acciones armadas tales como secuestro o reclutamiento ilícito de menores. Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Desaparición forzada Tomo II: Huellas y rostros de la desaparición forzada (1970-2010). 2 Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). ¡BASTA YA! Colombia: Memorias de guerra y dignidad. 3 Ibid. 1

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En Colombia el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), tiene documentado que “entre 1958 y 2018 aproximadamente 80.472 casos de desaparecidos a nivel nacional, de los cuales se señala que 79.244 fueron civiles y 1.221 combatientes. Además, según cifras del Registro Único de Víctimas hasta abril de 2019 reportaban 47.762 víctimas directas, de ellos 29.662 eran hombres, 11.296 mujeres y sin datos 5.814”(4). Esta elevada magnitud solo puede comprenderse cuando se constata que tal delito rebasa lo ocurrido en las dictaduras militares del cono sur de América Latina: 485 desapariciones forzadas en Paraguay entre 1958 y 1988; 979 en Chile entre 1973 y 1990; y cerca de 9.000 en Argentina durante la dictadura militar entre 1976 y 1983(5). Pese a la gran magnitud de sus cifras y a sus devastadores impactos en el país, la desaparición forzada ha sido poco visible en los medios de comunicación y escasamente reconocida por las autoridades competentes, debido a los rasgos consustanciales de esta modalidad de violencia y las características particulares del conflicto armado interno(6).

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Mingorance F, Arellana E. Cartografía de la desaparición forzada en Colombia. Human Rights Everywhere HREV; 2019. Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). ¡BASTA YA! Colombia: Memorias de guerra y dignidad. 6 Ibid. 4. 5


Justificación

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Frente a la invisibilización de las víctimas y el silencio de la sociedad, Catalina Tabares(7) señala que, en este país se ha naturalizado la violencia, en cierta forma promovido por los medios de comunicación que divulgan imágenes o relatos de las tragedias ocurridas sin hacer un duelo colectivo, ni lograrse justicia, de esta manera al siguiente día se olvida lo ocurrido porque pasa otra tragedia peor, lo que ha generado que los espectadores pierdan la capacidad de asombro ante tales hechos, sin alcanzar a dimensionar del dolor, la ausencia y la tristeza que viven las víctimas. Entonces precisa que el arte se constituye en la forma de confrontar la indiferencia generalizada, la carencia de solidaridad y la falta de empatía, lo cual resuena con las afirmaciones de Gabriel Gatti(8) cuando escribe que nombrar a los desaparecidos es parte del repertorio de recuperación de esa identidad de las víctimas y de la comunidad a la que pertenecía.

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Los daños que produce la desaparición abarcan todas las dimensiones del ser humano, encontrando entre ellas el impacto psicosocial(9) pues han causado irrupción y quiebre en la vida emocional, familiar y comunitaria de las personas víctimas y la sociedad. A causa de ello, a veces como forma de gestionar este impacto y a veces con la intención de que resuene en el resto de la sociedad, en territorios de toda Colombia han nacido múltiples movimientos de creación artística como una manera de testimoniar y transmitir la experiencia individual y colectiva de estas violencias(10), para interpelar al Estado y la sociedad, revertir el efecto perverso de la desaparición forzada y tramitar los distintos sentimientos que trae consigo la vivencia de este hecho violento. Así, con la convicción de que la obra de arte no solo convierte aquello que parece incomunicable en comunicable, sino que además tiene la capacidad de sensibilizar, conmover a los públicos a los que va dirigida e interpelar a la sociedad, las víctimas comienzan a pronunciarse y a ser escuchadas. Esto constituye una acción política en la que las víctimas se reconocen a sí mismas como sujetos y fuerzan a los demás a volcar la mirada hacia ellas y reconocerlas como tal. Tabares, C. Reflexiones en torno al devenir sujeto político de las víctimas del conflicto armado. Estudios Políticos, 38, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquía; 2011. p. 13-37. 8 Gatti G. Identidades desaparecidas. Peleas por el sentido en los mundos de la desaparición forzada. En Buenos Aires: Prometeo; 2011. p. 18–23. 9 Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Tomo III: Entre la incertidumbre y el dolor: impactos psicosociales de la desaparición forzada. Bogotá: Imprenta Nacional; 2014. Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Hasta encontrarlos: el drama de la desaparición forzada en Colombia. Bogotá: Imprenta Nacional; 2016. 7


Estas iniciativas de creación en torno a la desaparición forzada en Colombia recogen casos tales como Las galerías de memoria, allí las familias de desaparecidos ocupan el espacio público mediante la instalación de distintos objetos e imágenes referidas a las víctimas, sus legados, sus ideas y sus proyectos. Estos espacios del recuerdo son itinerantes y se instalan en conmemoraciones o en fechas específicas definidas por las organizaciones, sean periódicas o eventuales. También está el caso de creación teatral por medio de obras como: “Las Costureras” protagonizada por mujeres miembros de la Asociación Caminos de la Esperanza Madres de La Candelaria; “Los Desaparecidos” por la Organización Red de Víctimas Tejedoras de la Memoria en Sincelejo; “Antígonas, Tribunal de Mujeres” donde participan mujeres víctimas de cuatro casos de violación a los derechos humanos en Bogotá; “¿Dónde está?” por Asfaddes en Bogotá; “Anunciando la ausencia” por el capítulo Meta del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE) con el grupo El Tente(11). También la poesía y escritura catártica han sido exploradas por las víctimas de desaparición forzada. Así se encuentran a: Erik Arellana Bautista que, además de canciones y poemas dirigidos a su madre Nydia Erika Bautista, ha escrito el libro “Memorias vividas en cuadernos de viaje”; Aura María Diaz perteneciente a la Asociación de familiares de detenidos desaparecidos (ASFADDES) ha sido conocida por los versos y líneas que le ha escrito a César Ariel Sepulveda, su hijo detenido desaparecido. Igualmente han sido usadas la fotografía y la pintura y otras expresiones artísticas por las familias de las víctimas como “Magdalenas por el Cauca”, una obra con familias de Trujillo y Cartago; y la coreografía “Girasoles” con mujeres negras víctimas de desaparición en Playa Alta y Comuneros II en Cali(12). En este camino la obra Las Cristinas del conflicto que surgió en 2018 a manos de Paulina Mahecha, por causa de la desaparición de María Cristina Cobo Mahecha, su hija, adquiere una connotación diferente: no se trata de cualquier artista haciendo muñecas, sino de una madre que retrató a su hija en una muñeca - pues ese sería el único “cuerpo” que tendría para rendir luto(13). Así lo refiere la artista: Ibid Ibid 13 Trujillo, L. Las Cristinas del Conflicto: un mecanismo para aliviar el dolor de la guerra Blog de la clase de Arte y conflicto en Colombia, Departamento de Arte, Universidad de los Andes; 2021. 11

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“Desde el momento qué desaparecieron a mi hija, vine a darme cuenta que era colombiana, vine a ver la problemática de Colombia, pues antes era una colombiana más, ajena al conflicto armado interno. Entonces fue ahí donde yo vine a ver el país como era, porque antes como no me tocaron a la puerta entonces no me interesaba. Eso fue algo que me impactó mi vida, un impacto muy grande y todavía vivo impactada en esta problemática; por eso sentí la necesidad de mostrar esos hechos por medio del arte, las Cristinas son LAS (en femenino), denunciando públicamente lo que ha pasado con nuestras mujeres rurales, porque nadie habla de ellas, las que se van a trabajar por allá, (los demás) hablan cosas que no son. Entonces se les puso rostro por medio del bordado, se les puso un nombre y se desempolvó la historia de ellas para que las conozcan. De las Cristinas, también como mujer y madre me ha satisfacido porque el año 2018 cuando se lanzaron fue como volver a parir a mi hija María Cristina, de esto parieron muchas Cristinas. Es un legado mío, de nuestras mujeres, ahí entran todas las mujeres rurales, (y hasta) las mujeres de todos los estratos sociales porque la desaparición forzada no ve eso. Es una misión muy grande con ellas, todos los días cuando yo me levanto le pido mucho a Dios, «Señor derrama muchas bendiciones para las Cristinas que son las historias de las mujeres para contar», y todas las noches le pido a Dios por mis Cristinas”(14).

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La presente publicación nace en el marco del proyecto “Las Cristinas del Conflicto: Iniciativa de arte político y de memoria sobre desaparición forzada en el Meta- Colombia”, como proyecto de grado de la especialización en investigación social en CLACSO virtual y con la intención de contribuir al registro y difusión de esta experiencia con las Cristinas del conflicto como artefactos de la memoria(15) y ayudar a cumplir su objetivo, recordar a las víctimas desde un lenguaje artístico y con ello hacer un homenaje póstumo a las mujeres rurales de Meta y Guaviare que han sufrido desaparición forzada. Entrevista realizada a Paulina Mahecha en el marco de del proyecto “Las Cristinas del Conflicto: Iniciativa de arte político y de memoria sobre desaparición forzada en el Meta- Colombia” como proyecto de grado de la especialización en investigación social en CLACSO virtual por Nixon Romero. 15 Arenas S. Memorias que perviven en el silencio. Universitas humanísticas. No. 74(2012):173–93. 14


Las historias que se presentan en este libro fueron plasmadas con base en experiencias e historias recogidas por la señora Paulina durante el proceso de búsqueda de otras víctimas, presenciando múltiples audiencias de casos de desaparición forzada y acompañando a familiares inmersos en la misma tragedia, convirtiéndose así en líder y autora de esta iniciativa artística de memoria histórica colectiva.

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Historia


La señora Paulina asigna nombres de flores a cada una de las muñecas, mostrándolas así sin el temor o las burocracias que requeriría un ejercicio investigativo de documentación, pero conservando su carácter histórico-simbólico. En la construcción de esta historia, las flores y sus nombres se conservan como metáfora de diversidad, cuidado, belleza y valor; y se designa al colibrí, ave de la zona y buscador de flores, como personaje narrador. Esta es su historia:

Les voy a contar unos hechos que sucedieron en dos departamentos de Colombia, Meta y Guaviare. Yo soy el Colibrí de la memoria, habito en estos territorios y por ello conozco lo ocurrido.

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Primero para que conozcan los lugares de los que estoy hablando, el departamento del Meta se encuentra ubicado en la zona centro-oriental de la Orinoquia colombiana, forma parte de las llanuras orientales y su capital es la ciudad de Villavicencio. Entre las actividades económicas que caracterizan a este departamento está la agricultura, la minería y la ganadería. Los cultivos que se destacan son el caucho, la palma africana, el café y cacao; y para la economía ganadera colombiana esta es una región de gran importancia.


Sin embargo, los municipios de esta región presentan el mayor índice de riesgo humanitario debido a las dinámicas de violencia y confrontación armada entre la guerrilla denominada Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), los diferentes grupos de autodefensas y el ejército nacional. La lucha desde los años 80 ha sido por el control de estos territorios donde se encuentran cultivos de coca y existen corredores para diferentes actividades ilícitas. En cuanto al departamento del Guaviare este se encuentra ubicado al lado del Meta, la economía gira alrededor del sector agropecuario, aunque, el cultivo más importante durante los últimos 25 años ha sido la hoja de coca. Las actividades que siguen en importancia son la ganadería y la pesca y luego, los cultivos como el plátano, yuca, cacao, maíz, arroz, chontaduro, arazá, copoazú, uva caimarona, guaitutu o anón amazónico, cocona, seje, nuez de inchi y palma africana.

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En ambos departamentos la problemática de la desaparición forzada en su gran mayoría ha recaído sobre población flotante, es el caso de hombres que vienen de diferentes lugares del país a ejercer actividades de recolección de la hoja de coca (se les llama “raspachines”) y mujeres que se dedican al trabajo sexual, estas personas son víctimas de la guerra que surge por el narcotráfico entre guerrillas y paramilitares quienes intentan tener el dominio y control del territorio. Sin embargo, es importante saber que las víctimas de este horrible hecho no se limitan a estos oficios, sino que es algo que muchas otras mujeres y hombres han vivido.


Todo esto comenzó con la búsqueda de la Estrella de Belén… La Estrella de Belén desde un sentido religioso fue la guía de los reyes magos en tiempos antiguos, aquí simboliza también una guía, esta flor muestra el camino y recuerda la razón para seguir en el camino y la búsqueda, es lo que mantiene en pie a una madre que busca a su hija.

Esta flor nació en el municipio El castillo (Meta) en una familia humilde, desde niña jugaba a ser médica con sus muñecas. Amaba a su familia y por eso disfrutaba los viajes y paseos familiares, las celebraciones de cumpleaños y compartir las festividades de fin de año. Realizó sus estudios de primaria y secundaria en Villavicencio, pero su sueño de ser médica se dificultaba por los costos de esa carrera. Aun así, esta flor realizó su formación como auxiliar de enfermería en el SENA, lo que le permitió trabajar en La Clínica de la Grama en horario nocturno y en el día estudiar su carrera profesional de Enfermería en la Universidad de los Llanos - Unillanos, donde por su dedicación y entrega fue reconocida con tesis laureada. Consideraba ser especialista en homeopatía, le gustaba ayudar a las personas más necesitadas, tenía vocación de servicio y entrega por los demás en especial por los adultos mayores. Para el año de prácticas rurales que exige su carrera le asignaron una plaza en el municipio de Calamar – Guaviare. En este lugar sus tareas consistían en acompañar a las familias rurales en brigadas de lucha contra enfermedades tropicales y ocuparse de la atención en el puesto de salud. Siempre con ganas de seguir estudiando y aprendiendo, desde Calamar adelantaba en Bogotá un posgrado sobre gerencia hospitalaria en la Escuela Superior de Administración Pública – ESAP, pues su propósito era ser la directora del puesto de salud donde trabajaba. Algunos meses después recibió la noticia de su embarazo y continuó con su trabajo y estudios.

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Al transcurrir aproximadamente un año en esta labor La Estrella de Belén fue acusada de colaborar con la guerrilla porque era muy cercana con la comunidad rural, especialmente porque ayudó a inscribir en el Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales (SISBEN) a esta población. El 19 de abril de 2004, cuando regresaba de asistir a clases en la ciudad de Bogotá y en el trayecto entre los municipios de San José del Guaviare y Calamar, específicamente en el municipio de El Retorno, a la altura de la vereda la Marina, fue obligada a bajar del vehículo en el que se movilizaba y este es el día en que fue desaparecida forzadamente.

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Posteriormente por testimonio de paramilitares que aceptaron su responsabilidad sobre los hechos ante el tribunal de Justicia y Paz se supo que fue desaparecida forzadamente por los paramilitares del bloque Centauros y que sufrió tortura, abuso sexual y su cuerpo múltiples vejámenes. Hasta la fecha su cuerpo no ha sido encontrado a pesar de cinco intentos de búsqueda y exhumación al terreno donde posiblemente puede encontrarse de acuerdo con la información que brindaron los responsables del hecho.

Es desgarrador como los actores armados cometen los actos más atroces incluso en contra de personas que están al servicio de otros. Esta flor no será recordada por lo que le ocurrió sino por la huella que dejó en el mundo mientras estuvo en él.


Como la Estrella de Belén todavía hay flores que no sé dónde se encuentran o qué ocurrió con ellas.

Amaranta vivía en la vereda Agua Bonita del municipio de San José del Guaviare, provenía de una familia campesina donde comenzó su amor por la naturaleza cuidando las plantas que tenía en su jardín. En las tardes compartía con amigos que tenía cerca de su casa, de allí a veces jugaban o a veces iban al río a pescar, eran momentos agradables.

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Pasaron los años y ella formó su hogar, se dedicaba a labores agrícolas y comenzó a organizar a las personas de su comunidad para defender su territorio de la minería ilegal, aunque esto no era bien visto por los grupos armados al margen de la ley, quienes la amenazaron para que no se opusiera a sus planes de explotación de esos recursos naturales.


Amaranta no se detenía en su lucha y esto causó la ira de los paramilitares, quienes decidieron tomar represalias y la raptaron de su casa un 25 de marzo de 2002, se la llevaron amarrada junto a su esposo y fueron obligados a cavar su propia tumba en un sitio desconocido, hasta la fecha se sigue en la búsqueda sin tener información del paradero de ambos. Sus ideales de luchar por el bien común provocaron un señalamiento como objetivo de guerra y, con ello, la desaparición de esta lideresa ambiental provocó afectaciones en la defensa y preservación de los recursos naturales, fragmentando el tejido social de la comunidad.

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Conocí a otra flor, su nombre es Dalia. Nació en Acacías – Meta en una familia trabajadora y con dificultades económicas, pero aún así con el pasar el tiempo ella mostraba sus ganas de servir a su comunidad en el área de la salud y fue así que, en unos años con sacrificio y dedicación, logró culminar sus estudios como auxiliar de enfermería.

Desafortunadamente en su municipio no encontró posibilidades de trabajo, así que emprendió la búsqueda en otros lugares y se le presentó una oportunidad para laborar en el Hospital de Miraflores – Guaviare, se presentó a la vacante y consiguió el puesto. Dalia era muy sociable así que fácilmente hizo amistades en su trabajo y en su nueva vivienda, además le gustaba mucho la música vallenata y el merengue y por todo ello en sus días de descanso visitaba a sus amigos, cantaban y hablaban de sus experiencias y de lo que podían hacer para seguir adelante.


Exactamente a los 24 días de haberse instalado en Miraflores y comenzar a laborar, el 24 de abril del año 2000, una guerrillera la sacó del hospital para que atendiera a una paciente y Dalia nunca regresó. Los comentarios de la comunidad aseguran que fue desaparecida forzadamente porque manejaba moto y con la acusación de colaborar con grupos paramilitares. Su familia emprendió la búsqueda por diferentes lugares aledaños, pero hasta la fecha no saben nada de su paradero o de si sigue con vida.

Era una hermosa flor, nacida en los Llanos Orientales en la Región del Ariari, vivía con su familia cerca al cruce de San Juan de Arama y la ruta que conduce al municipio de Mesetas en el departamento del Meta, su nombre es Cayena. Tenía el sueño de ser escritora y escribía muchas frases, anotaciones y reflexiones en su cuaderno. Lamentablemente contaba con pocas oportunidades para continuar sus estudios una vez terminado el colegio, pero mientras estaba allí disfrutaba crear códigos de comunicación con sus amigos de la escuela, combinando letras y números, una forma que usaban como niños para comunicarse y divertirse.

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Cayena no sabía que esto le iba a traer problemas hasta que un día hicieron presencia los paramilitares y un comandante la acusó de ser auxiliadora de la guerrilla, avisando por medio de mensajes en código sobre los movimientos de los paramilitares en la zona. Fue juzgada y fusilada en su casa, acto atroz que sus hermanas y padres tuvieron que presenciar. Este crimen fue confesado ante un tribunal de Justicia y Paz, pero quedó en total impunidad.

Begonia era una palenquera de 26 años que llegó a San José del Guaviare en el departamento del Guaviare en el año 2003, proveniente de San Basilio de palenque municipio de Mahates y departamento de Bolívar.

El cambio de residencia se debía a la situación económica que atravesaba su familia, se vio obligada a salir a buscar recursos para poder enviar dinero a sus hijas y su madre que se quedaron en San José del Guaviare.


Esta flor había aprendido a fabricar cocadas como parte de las costumbres de su región y con eso se ganaba la vida, todas las tardes salía al parque principal a vender cocadas y las personas la reconocían y compraban.

Begonia era alegre y muy amable, pero un día mientras caminaba por la calle un hombre la acosó sexualmente, tocándola sin su consentimiento y ella se defendió dándole una cacheta, ese día fue amenazada pues el hombre resultó ser miembro de un grupo paramilitar.

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Fue desaparecida forzosamente al día siguiente cuando salía a vender sus cocadas, según información de algunas personas fue subida a una camioneta y desde ese día nunca más se volvió a tener conocimiento de su suerte. Hasta la fecha su cuerpo no ha podido ser recuperado.

Hermosa flor, nacida en el Guaviare en una familia campesina, ella es Girasol. Desde su niñez le interesó la moda y por ello cuando su madre la llevaba a San José del Guaviare, ella miraba los vestidos expuestos en las vitrinas y los dibujaba a lápiz, diciéndole a su madre que, si compraban telas, ella los confeccionaba.


Girasol tenía como meta lograr algún día ser diseñadora de modas, aunque reconocía también las limitaciones sociales y económicas que le impedían tener acceso a una buena educación, pues en esas regiones hasta las escuelas son escasas, sumándole además el hecho de que para salir a la ciudad es necesario contar con recursos suficientes para los gastos de sostenimiento y de los materiales necesarios en la formación académica.

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Un día en el año 2002, al poco tiempo de cumplir 15 años, a su comunidad y su casa llegó un comandante guerrillero a llevarse personas a la fuerza, a ella le dijo: “¡se va conmigo!” a lo que ella asustada se negó, la amenazaron, o se iba con ellos o acababa con ella, Girasol siguió negándose y este hombre terminó con su vida ante los impotentes ojos de su madre. Esta flor recibió cristiana sepultura, pero su madre fue desplazada forzosamente de su territorio y este crimen quedó en total impunidad.


Es importante que la sociedad reconozca la existencia de personas desaparecidas, pues en Colombia son miles los casos y el panorama es de total impunidad, sus familias sobreviven en una angustia e incertidumbre permanente.

29 Los familiares de las personas desaparecidas no son solo madres, padres o hijos en duelo infinito, suspendido, no son solo una comunidad del dolor, que se reconoce en otros con quienes comparte y comunica su queja, son sobre todo personas que luchan con vehemencia por recuperar el sentido que les ha sido negado, por volver a unir aquello que ha sido roto delante de ellos (16). La búsqueda entonces es un acto político que se resiste al olvido, que se resiste a decir que no existen quienes fueron arrebatados de sus hogares por algún actor armado del conflicto. Como sociedad deberíamos estar comprometidos con el esclarecimiento de la verdad, saber qué pasó con ellas y ellos, donde están, y de esta manera saber cómo prevenir y garantizar la no repetición de este crimen de lesa humanidad. Además, reconocer los procesos de búsqueda desde las prácticas, saberes y experiencias de personas y familiares que vienen dedicándose a la búsqueda desde hace mucho tiempo e intentan construir proyectos de vida con persistencia, dignidad y resistencia. Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Hasta encontrarlos: el drama de la desaparición forzada en Colombia. Bogotá: Imprenta Nacional; 2016. 16


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Catálogo de flores


La señora Paulina a lo largo de los años ha confeccionado muchas de estas muñecas, honrando su memoria y ampliándose así su obra artesanal. Como recuerdo de su creación e intención, se deja aquí una recopilación de algunas de las muñecas que representan a otras mujeres víctimas de desaparición forzada.

Heliconia Mujer campesina, de 18 años de edad, tenía un niño de 6 meses. Vivía en San José del Guaviare y salió en 1996 a buscar mejores oportunidades para su vida, donde fue víctima de desaparición.

Isabelita Niña de 10 años menor de sus hermanos, vivía en Simijaca, Cundinamarca. En 1996 fue secuestrada por un grupo paramilitar, exigieron un pago y aunque este se hizo la desaparecieron.

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Selva Niña indígena de la comunidad Nukac, tenía 15 años y muchos sueños por cumplir. Vivía en el Retorno – Guaviare, víctima en 2002 de reclutamiento por la guerrilla, violada y desparecida por ese grupo armado.

Azalea 32

Mujer joven de 16 años, dedicada a cuidar niños de familia. Vivía en Mapiripan – Meta. En el año 2003 fue desaparecida por grupos paramilitares.

Jazmin Mujer gestante de 29 años, tenía una niña de 10 años. Salió de Villavicencio a buscar trabajo. El 18 de septiembre de 2002 en la inspección de Charras – de San José del Guaviare fue desaparecida por grupos paramilitares.


Clavellina Niña de 15 años embarazada, vivía en Vistahermosa – Meta. El 3 de septiembre de 2002 fue desaparecida por un militar que luego de engañarla la entregó a grupos paramilitares.

Camelia Mujer de 18 años, vivía en San José del Guaviare. En el año 1996 fue víctima de desaparición por parte de la guerrilla.

Azucena Mujer joven de 16 años, vivía en Charras – Guaviare. En el año 2003 fue víctima de violencia sexual, asesinato y desaparición por grupos paramilitares.

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Violeta Mujer de 20 años, vivía en la vereda la Libertad, municipio del Retorno – Guaviare. El 24 de marzo de 2005 fue desaparecida por grupos paramilitares.

Cattleya

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Niñas de 12 años, vivía en la región del Ariaria. En el año 2000 fue víctima de reclutamiento por la guerrilla, luego quedó herida en un enfrentamiento, por lo que la dejaron en una casa de familia campesina para su recuperación, cuando volvieron había sido desaparecida por grupos paramilitares.

Loto Mujer afrocolombiana de 22 años, vivía en Guateque. En el año 2000 fue desaparecida por grupos paramilitares.


Margarita Mujer de 40 años líder de derechos humanos, vivía en la vereda Miravalles, municipio del Castillo – Meta. El 16 de febrero de 2006 fue desaparecida por grupos paramilitares.

Gardenia Mujer adolescente de 16 años, vivía en Vistahermosa – Meta. En 1998 fue reclutada y desaparecida por la guerrilla.

Hortensia Mujer de 28 años, tenía un niño de 6 años. Vivía en el Castillo – Meta. El año 2000 fue víctima de violencia sexual, tortura y desaparición, hecho por grupos paramilitares.

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Poema


Homenaje póstumo a “Las cristinas del conflicto” Nacieron para alegrar el mundo y dar felicidad a sus familias, Pájaros cantores celebraban con sus trinos su llegada, con mucho jolgorio. Crecieron en ambientes distintos, corrían en sus casas jugueteando la luna llena les brindaba luz. Nunca sintieron temor, pues eran niñas inocentes. Todo parecía felicidad en aquel jardín de flores. Sus bellos pétalos florecían, las abejas se acercaban a chupar su néctar. Se acercaban a la pubertad, no sabían que los enemigos en el campo las acechaban, frecuentemente las estaban observando, siguiendo sus pasos. llegaba la hora de empezar a enamorarse, sus capullos se abrían para mostrar su belleza. Sus padres se preparaban para celebrar sus quince años. Sus sueños se truncaron porque fueron plagiadas, llevadas secuestradas en carros y canoas, amordazadas, vejadas, juzgadas y desmembradas, a pesar de su corta edad, por crímenes que no habían cometido. Ni siquiera se habían empapado de la guerra, eran inocentes criaturas que la violencia se llevó. en el cielo están gozando de la presencia eterna. Igualmente aconteció con las mujeres adultas, que habitaban aquellas regiones. También corrieron la misma suerte, dejando a sus pequeños hijos huérfanos. Sus padres y familias siguen buscando sus cuerpos, para darles cristiana sepultura. Sufren por no poder hacer el duelo. El recuerdo quedó allí congelado en sus memorias, callan en silencio, caminan cabizbajos, taciturnos. Enferman y mueren. Nadie se apiadó de ellos.

Autora: Paulina Mahecha

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Bibliografía


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Fotografías Todas las fotografías de Las Cristinas del conflicto se deben atribuir a Andrés Castellanos. Las imágenes de las flores son de dominio público y uso libre bajo licencias Creative Commons como se lista a continuación. De Onderwijsgek - Trabajo propio, CC BY-SA 2.5 nl, https://commons.wikimedia.org/w/index. php?curid=777908 De Kurt Stüber [1] - caliban.mpiz-koeln.mpg.de/mavica/index.html part of www.biolib.de, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7405 De Ramin Nakisa - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=113312 De Diego Delso, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=20279718 De: Cesarious. CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=116144 De titanium22 - originally posted to Flickr as Vinca rosea, CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/ index.php?curid=676973 De Photos courtesy of Christian Ziegler. - Beyond Neutrality—Ecology Finds Its Niche. Gewin V, PLoS Biology

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