Historia de vida, ellas con comentarios

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Las historias de una mañana en los llanos, engloban de alguna manera la historia de la humanidad; donde la luna no es sinónimo de mujer, sino de despojo. Millones de mujeres en la tierra sembradas como utensilio; siempre violadas históricamente. Y es ahí cuando aparece el grito desgarrador de un pueblo trabajador víctima del sistema. Cerca de Villavicencio, en la vía a Puerto López, encontramos otros ritmos, otros sonidos, otros colores, otras montañas, otras temperaturas y otras sensaciones. Días de verano. Los llanos bajos, arterias fluviales, mucho polvo que forman una sola historia. Hacia arriba del rio Meta. Cerca de la estación de policía en la entrada de Remolinos (un corregimiento de Puerto López / Meta: El centro geográfico de Colombia, conocida como la despensa de Colombia, foco de desarrollo, riqueza y futuro, por sus grandes sabanas y las grandes propiedades privadas.). Buscamos la vida con su propia historia, la que dice algo sobre ella misma develando gradualmente algunas de las miserias humanas, esas que están ante nosotros como un acertijo pero que son necesarios resolver y denunciar, porque las historias que escuchamos al parecer nolas entiende nadie; tal vez por eso, es necesario un grito de horror para intentar mostrar la cruda realidad. Una mañana donde el sol es más suave; cabezas de ganado dando vueltas lentas sobre el pasto llanero. Y después ver algunos caballos cerca de los pozos. Tropezamos con esta historia que se reduce a una lucha infinita por la Tierra. En una región donde las mujeres también son aprisionadas por las mismas tradiciones entre infinitas comillas. Ellas Vivas entre dos paréntesis. Aprisionadas, alguna vez se olvidaran de prever que su final sería donde iban los malos en los cuentos para niños. Ellas jamás han sabido habituarse al mundo, su papel en este sigue siendo tan susceptible como una niña pequeña durante toda su vida cuando el mismo mundo las golpea. Un mundo en el cual su estar está abierto a la naturaleza, la tierra, el sol, la luna, la noche, las estrellas y los sueños. Poco a poco no sin dificultad fueron desterradas de los bosques, lanzadas de los campos y de sus tierras. Su exilio doloroso dejó huérfanas a una humanidad aún seducida por la vida, embelesadas con la naturaleza, entre el espanto y el temor. Sin embargo, las obstinadas mujeres permanecieron aferradas durante muchos años al corazón de los pueblos; aún vivían en la memoria, surgían disfrazadas, mimetizadas en los nuevos cultos cristianos, en los restaurantes de carretera, en ritos que terminaban en la cocina y en un grito desesperado que rescataba la vida. Y La mujer, ¿dónde se encuentra? ¿De quién es la voz que habla en el Llano? “en el llano la voz que se oye, es la voz de los hombres. Siempre ha sido así”. (ORTEGON: 2011.51) Una historia que nos es común. Por eso es necesario contar la historia del llano desde sus mujeres, una historia que es incompleta. Es necesario levantar la voz, porque les falta la palabra y todo lo que esta significa. La mujer siempre ha estado es escenarios masculinos, casi siempre es la que cuida el hogar, pero también importa resaltar que este ser es dueña de particularidades que el hombre llanero no posee. Porque las mujeres son otro pedazo de lo que es el llano así este lleno de silencios. He aquí algunos extractos de sus conversaciones, dejemos que sean ellas quienes nos cuenten sus historias.


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