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José Trinidad Molina Casares
por Álvaro
Transcurría el año de 1993 yo tendría unos 10 años de edad, cursaba el quinto grado de primaria y por mi mente corría la promesa de mi abuela Dulce María de que antes de pasar a sexto de primaria me entregaría su colección de monedas como regalo y herencia por ser el nieto primogénito. Era una colección única de más de 200 monedas y algunos billetes en su mayoría provenientes del Banco de México, uno que otro dólar americano, y algunas monedas sudamericanas. Aquel domingo que esperé tanto tiempo en mi vida había llegado, si les habré preguntado más de 10 veces a mis papás durante el programa En Familia con Chabelo a qué hora iríamos a casa de mis abuelos fue poco. Ellos no se imaginaban el porqué de mi desespero, pero yo sabía que el día había llegado.
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Mi abuelita me entregó una bolsa de tela y al final me dijo: —Estoy armando esta colección reciente pero sé que tu la vas a ir aumentando poco a poco, abrió su caja fuerte y me entregó como extra un sobre con mas monedas y billetes, pero esta vez me di cuenta que estos tenían un valor especial ya que eran los que estaban en circulación.
Recuerdo que habría como unos 3 mil pesos entre monedas de 10 pesos, billetes de 20, 50, 100 y 200 pesos y hasta uno de 500.
—Con esto quiero que sepas que tienes la responsabilidad de aprender a ahorrar acentuó, nadie en la vida te va a regalar nada eres el que tiene que saber que serás tú y el que te haga ser alguien en la vida,- fueron las palabras que me dijo.
Me sentí el niño más responsable y a partir de ese momento no existía parte de mí gastada que domingo a do- mingo no se integrara a mi nueva colección de monedas. Un año después ya cursando el sexto año de primaria, la maestra Martha Solís León de Abraham nos había pedido de tarea a todos los alumnos que como parte de un proyecto de ciencia presentáramos una exposición de cosas que coleccionáramos para compartir con nuestros compañeros de salón. Me sentí absolutamente emocionado sabía que si compartía mi colección de monedas todos mis compañeros estarían impresionados al igual que yo lo estuve cuando la ví en la caja fuerte de mi abuelita. Llegué a mi casa corrí a mi closet y saqué emocionado mi juego de monedas para limpiarlas una a una y tenerlas listas para el día siguiente, cabe aclarar que mi mamá al enterarse de que la llevaría al colegio me lo prohibió rotundamente.
—Mejor lleva tu colección de Thundercats o tus muñequitos de Dulces Sonric’s, me pidió.
Jamás se compararía lo que ella me había mencionado con mi tesoro monetario, así que hice una complicidad con mi papá y fue él, el que me permitió llevarla. Al día siguiente todos armamos una pequeña exposición dentro del salón que permitiría a otros grados entrar y apreciar las colecciones personales que habíamos expuesto; entre ellas una enorme colección de Tazos de Sabritas en sus respectiva carpeta de argollas con plásticos donde cada uno venía ensamblado por orden numérico, todos la queríamos tener o al menos todos habíamos intentado armarla, del otro lado del salón dos alumnas se juntaron y llevaron su colección de muñecas Barbie con mansión y Ferraris incluidos. De las más impresionantes la de insectos disecados y sin duda la más concurrida fue la mía, me recuerdo explicando con tanta emoción cada detalle, los años de circulación y que presidentes se encontraban en ellas. Terminó la exposición, habremos hecho alguna reflexión y continuamos con el día de clase. Sonó la campaña y salí corriendo con alegría con ganas de contarle a mi ronda en realidad formada por mis primos hermanos el exitoso día que había tenido. Llegué a casa dejé la mochila en el cuarto, habré comido algo para luego tomar una larga siesta; para las 7 de la noche al abrir la mochila me percaté que había dejado la colección completa dentro mi mesa banco, había sido tal mi emoción que no la guardé. En ese momento comencé a sentir como entraba por mis pies una sensación de angustia que se apoderaba de mi cuerpo. Solo imaginar que algo pudiera sucederle, me ponía peor. Decidí no comentar nada y esperar a llegar a la escuela hasta al día siguiente. Casi no pude dormir, me levanté mucho antes de lo esperado con una ansiedad enorme por llegar al salón y cuando esto sucedió recuerdo haberme parado frente al mesa banco con un terror enorme de abrirlo y que no estuviera ahí. Lo abrí y me percaté que estaba la caja de mis monedas, en un segundo recuperé la respiración y mi ritmo cardiaco. Iluso de mí, minutos después abrí aquella caja y todas las monedas y billetes de valor ya no estaban, me entristecí tanto que comencé a llorar en silencio. Sabía que había sido un conserje llamado Humberto quien era el único que había tenido acceso al salón.
Sin duda este episodio ha sido uno de los días más tristes que he vivido en la vida, un secreto que jamás le conté a nadie, había sido mi culpa por no prestar atención a mis cosas y sobre todo a mi madre quien me lo había advertido y temía a las consecuencias de mi error. Así aprendí de manera tajante al perder todos mis ahorros que solo yo soy el responsable de lo que suceda.
Tardé mucho tiempo en volver a recuperar la confianza en ahorrar, no fue hasta el año siguiente ya en primero de secundaria con la ilusión a cuestas de un par de patines en línea que vendían en Sport Tenis para ir a patinar con mis amigos a Speed and Roll; para aquellas personas que no recuerden aquel lugar, era una pista de patinaje en los años noventas ubicada en prolongación de Paseo Paseo de Montejo, era el punto de reunión de moda para la juventud yucateca. Con escasos 20 pesos te daban acceso a patinar a la pista si llevabas tus patines durante una hora y por 40 pesos obtenías los mismos beneficios pero con la renta de patines incluida. Los que no teníamos patines teníamos que esperar no solo por un par de estos si no además rogar por que se desocuparán los de tu talla; a veces podías llegar y pasaban las horas y no lo lograbas. Recuerdo en aquella ocasión que logré ahorrar como 400 pesos y los patines que me gustaron costaban 1200 pesos. Después de una tarea maratónica logré con mis calificaciones llevar a mis papás a aquella tienda a que viéramos los patines que habían llegado, cabe aclarar que cuando llegaban podían pasar hasta 2 semanas que estuvieran agotados. Así fue los que me gustaron no llegaron en mi talla, sin embargo habían traído los que todos deseaban tener; los de línea con llantas transparentes en tono neón. Ver ese par de patines en la vitrina era algo único y asombroso el problema más grande era el precio, superaba por mucho lo que yo le había planteado a mi papá.
Mi mamá al escuchar lo que costaban, inmediatamente lanzó una frase que me marcaría para toda la vida:
—¡Álvaro Manuel!, ¿Tú crees que tu papá es Trino Molina?
No entendí a qué se refería, pero por su cara era cierto que a alguien con mucho dinero porque por supuesto su respuesta fue un no rotundo, pero me había esforzado tanto por lograr mis objetivos escolares que claramente escuché la voz de mi padre decir:
¡Nos los llevamos señorita!, quedé atónito, no podía creer que serían míos; y seguido me mencionó lo siguiente:
—El que hayas cumplido con tu palabra de sacar un buen promedio y poder ahorrar durante casi dos meses es lo que hoy hace que te apoye, que no quede aquí, yo cumplo, tu cumples, ¿entendido?
Así fue, me había llevado una gran lección y dentro de mi un nombre que con el tiempo representaría para mí un sinónimo de éxito.
Pasaron exactamente 7 años, era el año 2012, enviaba un mensaje de mi celular un Nokia 3310 dirigido a mis amigos para saber si ya estaban llegando al Club Campestre de Yucatán. Samantha Rodríguez Byrne entregaba la corona y nosotros teníamos una gran mesa lista para celebrar el Año Nuevo. El lugar estaba impresionantemente decorado, del techo caían unos candiles enormes que iluminaban todo el lugar, recuerdo perfectamente que fue un año muy concurrido, jamás me había tocado ver el lugar tan lleno, ubicaron mesas hasta en el anexo y enfrente a las barras laterales en el tercer nivel donde jamás habían puesto. Comenzó la presentación de las debutantes y con ellas la de la reina entrante Estefanía Molina Casares de la mano de su señor padre Don José Trinidad Molina Casares.; fue ahí donde al fin pude ponerle rostro al nombre con el que mi mamá algún día me hizo referencia.
Armaba la presentación de mis ediciones en Sociaelité para mis socios y al mismo tiempo le poníamos nombres a nuestros especiales de los siguientes meses y cuando me tocó decidir el del Día del padre sabía que lo quería a él.

Pero, ¿cómo lograrlo? Con el paso del tiempo ya había forjado una amistad muy cordial con Estefanía su hija, fui yo quien como editor realizara una hermosa cobertura de su boda en el año 2010 como la boda del año para una revista, y había sido también el que dirigiera la producción en exclusiva de una portada donde presentaba a su primogénito el día de las madres junto con su mamá Doña Leonor Casares Espinosa de Molina. Así fue como hablé con ella para explicarle lo que yo tenía en mente, un especial biográfico de su padre para nuestra revista. Quedó muy emocionada con mis palabras, me dijo que en esa semana tendría un almuerzo con él y que ella se comunicaría conmigo una vez que tuviera su respuesta.
Pasaron los días, aproximadamente dos semanas, cuando recibí su llamada me dijo que él había accedido, pero que tenía muchísimas dudas, le pregunté cuáles eran estas y así comenzamos a entablar una conversación, ella fungiendo como vínculo y yo como editor.
Me comentó que hablaría con él y ya con los acuerdos logrados era más fácil obtener mi entrevista y así fue, me pasó el teléfono de su asistente personal Elaine, con la que de inmediato me comuniqué para presentarme. Acordamos fechas próximas para llevar a cabo nuestra reunión pero no fue hasta que recibí una llamada del empresario con quien agende de manera personal nuestro encuentro en su oficina el día 30 de Mayo de 2018 a las 4 de la tarde.
Llegué aquella oficina ubicada en el fraccionamiento Buenavista que forma de manera independiente parte de su casa, toqué el interfón y de inmediato me dieron acceso después de pregúntame mi nombre. Me ofrecieron algo de tomar; opté por un vaso de agua mismo que coloqué en una mesita de mi lado derecho de madera mientras ponía en orden mis revistas para entregarle ya personalizadas. En la espera comencé a observar aquel recibidor de techos altos, frente a mi un escritorio de gran tamaño en donde se encontraba una señorita que andaba firmando unos documentos, de mi lado derecho había otro escritorio, éste un poco más grande coronado con un cuadro a gran escala pintado sobre un paño completo de madera de fotografía al óleo y reflejaba una toma aérea de la avenida Paseo de la Reforma de la Ciudad de México. Había entre otras cosas libreros, unas lámparas, pero lo que sin duda robó mi atención fue al observar con detenimiento, que algunos cuadros, pisa papeles, pinturas, esculturas entre otras cosas eran o tenían forma de patos. Me pareció tan curioso que de hecho lo anoté en mi celular como dato para preguntárselo y justo en ese momento las puertas de aquella oficina se abrían y en lo que yo enfocaba escuché.
—¡Bienvenido Álvaro!
—¿Ya te ofrecieron algo?, Me preguntó —Si muchísimas gracias, —Tráiganme un café por favor y una galletitas para el señor.
Vestía una camisa de lino súper elegante en tono huayita con un pantalón en color caqui y unos zapatos cafés estilo mocasín. El lugar se atenuaba con su perfume; una combinación exquisita de cítricos y maderas.
Antes que nada te agradezco por pensar en mí para este proyecto, me siento honrado, se lo dije a mi hija Estefanía.
Estábamos sentados en una mesa redonda de un metro de diámetro ubicada a un costado de aquella oficina de forma rectangular como de 12 metros de largo por 4 metros de ancho, por debajo unos pisos marmoleados en blanco y negro como tablero de ajedrez y por arriba nuestro un techo de gran altitud con molduras de yeso. Frente a mis ojos del lado izquierdo 4 fotografías enmarcadas, 3 de las visitas al Papa Juan Pablo Segundo y una de una toma aérea de su ordenación Diaconal en los interiores de la Catedral Meridana de San

Ildefonso, a mi costado izquierdo un librero con diferentes fotografías y enciclopedias, entre ellas Historias del Antiguo Egipto de Jacques Pirenne, La gran Enciclopedia Ilustrada de los Animales, La Nueva Enciclopedia del Planeta, Los Forjadores del Mundo, La Gama completa de Museos en el Mundo, entre otros. De mi lado izquierdo al fondo un escritorio muy elegante con una silla de respaldo alto de piel en tonos terracota y dos sillas de escritorio una de cada lado y en la pared un cuadro como de 2 metros cuadrados de la pintura La adoración de los Tres Reyes Magos al Niño Jesús de en donde los tres niños tienen la cara de cada uno de los primogénitos de sus 3 hijos. En las paredes frente de mí había una espada con la que me imagino había recibido algún título noble pero que hasta ese punto no sabía cual, un busto de la imagen de Cristo y una foto de su familia completa.
Del otro lado había un diván de piel flaqueando por dos banderas enormes; la de México y la del Vaticano y arriba un cuadro con un marco labrado dorado de gran dimensión con la imagen de sus señores padres, he de mencionar que lo más importante del arte en toda la oficina es que estaban firmadas por el pintor yucateco Ermilo Torre Gamboa por encargo de él.
Así comenzamos nuestra plática, la primera frase que me dijo fue:
—Si estuviésemos hablando de negocios, te estaría aten- diendo en mi escritorio, pero como somos amigos, estamos en esta mesa—.
Ahí sentí que se rompió el hielo por completo, él había dado pauta a comenzar una de las entrevistas más enriquecedoras en mi vida.
—¿Por donde quieres empezar?, me preguntó.
Pongamos primero una pausa; días antes a mi entrevista había yo acudido a la Biblioteca Central de la Universidad Autónoma de Yucatán para encontrar más información anecdótica sobre los antepasados de la familia Molina previo a su llegada a América y sus orígenes en España en el Tomo III del libro A Través de las Centurias de José María Valdés Acosta; este libro es una obra especial que contiene apuntes históricos, relatos genealógicos, reseñas biográficas, páginas literarias, antiguos documentos y retratos de las familias más importantes de Yucatán. Lo que encontré fue sorprendente; una de las ramas en que fue dividida la gran familia de Lara, constituye el linaje de Molina.

Don Manrique de Lara poseyó el extenso territorio de Molina de los caballeros, como soberano de él; territorio que había pertenecido al reino de Aragón, y desde 1375 a Castilla, en cuyo año trocó aquel nombre por el de Molina de Aragón.
Este señorío lo legó el dicho don Pedro Manrique de Lara a su hijo, el Conde don Pedro, con el de Narbona, figurando en no pocos documentos, como sus antecesores, con la fórmula
Petrus Dei Gratia Comes, con la cual significaban el carácter de su dominio independiente. Con esto podemos resumir que Molina es un apellido de abolengo proveniente del reino de Aragón y Castilla. El dicho don Pedro trocó el apellido Lara, por el de Molina, tomándolo del citado señorío; sucediéndose desde entonces esta rama de Lara, con el nuevo apellido. El señorío pasó a don Gonzalo Pérez de Molina de quienes se refiere que, habiendo unido sus fuerzas a los Condes de Lara -sus tíos- para obligar al Rey a que declarara la guerra, la reina doña Berenguela, para evitar disturbios, concertó el enlace de doña Mofalda —hija del don Gonzalo y heredera, por consiguiente, del señorío— con el Infante don Alonso, hermano de Fernando III, cuyos padres eran el Rey don Alonso de León y doña Berenguela de Castilla; llevando aquella en dote, la ciudad y señorío de Molina.
Los hermanos Juan y José de Molina, los ancestros más cercanos de los que se acuerde llegaron a la Península de Yucatán y se establecieron, probablemente en Hecelchakán, Campeche a principios del siglo XVIII.
Don José de Molina (pentabuelo) y Doña María Bastante y García Rejón obtuvieron nupcias en Campeche y fruto de ese matrimonio nacieron don Julián, don Mateo y doña Petrona.

Juan Francisco Molina y Esquivel, trastarabuelo de Don Trino, fue el hijo primogénito de Julián de Molina y Bastante y Paula de Esquivel y Baeza (hija de Raimundo de Esquivel y Juana del Granado de Baeza); fueron sus hermanos José Policarpo, Teresa, Petrona y Casiana Molina y Esquivel.
José Trinidad Molina y Solís, tatarabuelo, fue el cuarto hijo de Juan Francisco Molina y Esquivel y Cecilia Solís Rosales (hija de Felipe de Solís y Lara y Rosalía Rosales y Valdés), quienes se casaron el 2 de diciembre de 1835. Fueron sus hermanos Ricardo, Olegario (dos veces gobernador de Yucatán y nacido en Hecelchakán, en 1843, primer Secretario de Estado, y fundador del parque Zoológico del Centenario), José María, Pastor, Augusto, Juan Francisco (historiador), Audomaro (periodista), Manuel y Casiana Molina Solís.
Don José Trinidad Molina y Ávila, bisabuelo paterno, fue el hijo primogénito de José Trinidad Molina y Solís y Dolores Ávila, fueron sus hermanos Mercedes, Cecilia, Rosa y Josefina Molina y Ávila.
Don Mario Molina Castillo abuelo paterno fue el quinto hijo del Lic. en Jurisprudencia José Trinidad Molina y Ávila y doña Lucila Castillo y Cajal, fueron sus hermanos Raúl, Javier, Eloy, José María y Lucila Molina Castillo.
Don Trino su padre nació en la ciudad de Mérida el 9 de mayo de 1928 y fue bautizado el día 26 del mismo mes en el Sagrario Metropolitano, fue el mayor de los hijos de Mario Molina Castillo y Trinidad Castellanos Peón; se casó con María Lucía Casares Espinosa de Molina de 20 años de edad hija de don José Casares Martínez de Arredondo (Co funda dor de la Cruz Roja) y Dolores Espinoza Bolio de Casares en la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes el 8 de septiembre de 1949; Una familia también de abolengo quienes llegaron a Mérida enviados por el Rey para la recolecta del impuesto del tabaco y del café; juntos tuvieron 12 hijos: María Cecilia Molina Casares de Bueno casada con Eduardo Bueno Luna, María Lucía Molina Casares de Guillermo casada con Javier Guillermo Clausell, José Trinidad Molina Casares casado con Leonor Helena Casares Espinosa de Molina, María Patricia Molina Casares de Arce casada con Raymunda Arce Monteros, Lorenzo Molina Casares casado con Alejandra Millet Palomeque de Molina, Juan Francisco Molina Casares casado con Claudia Combaluzier Medina de Molina, Martha Leticia Molina Casares de Lago casada con David Lago Ancona, Ignacio Octavio Molina Casares casado con Ana Laura Menéndez Losa, Rogelio Tirso Molina Casares casado con Carmen Briceño Vargas de Molina, Mario Arturo Molina Casares casado con Lourdes Esquivel Mimenza de Molina, Guadalupe María Molina Casares de Canto casada con Antonio Canto Ontiveros y Beatriz Eugenia Molina Casares de Uribe casada con Enrique Uribe Azar.
Quitemos la pausa y regresemos de nuevo a aquella oficina.
—Me encantaría que nos transportáramos a su infancia y a partir de ahí nos permitiéramos viajar a través del tiempo por su vida y obra.

Don José Trinidad Molina Casares es el tercer hijo y primer hijo varón de 12 hermanos; nació a las 11 de la mañana un 11 de noviembre de 1952 en Mérida Yucatán, bajo el seno de una familia católica.
Tengo muchos recuerdos de una infancia muy feliz me comentó, sus ojos me miraron fijamente y pude apreciar que se transportaba a aquella casa ubicada en el primer cuadro de Paseo de Montejo donde vivió hasta sus 19 años; actualmente se encuentra el Banco Inbursa frente al restaurante “El Impala”. Posteriormente viviría en la casa que su padre adquiriera ubicada en la calle 58ª número 500c misma que va de San Fernando al Monumento a La Patria.
Estudió en el Colegio Montejo hasta cuarto grado de primaria, los demás años y la secundaria los cursaría en la Escuela Central; una institución católica dirigida por el Pbro. Álvaro Carrillo Lugo y Pbro. Manuel Castro Ruiz (Q.e.p.d.).
En 1967 con tan solo 15 años de edad se traslada a la Ciudad de México para estudiar su preparatoria en el Internado México de la Congregación Marista junto con un grupo de amigos yucatecos entre los cuales me mencionó a los empresarios Juan Macari, Eduardo Macari Castilla (Q.e.p.d.), Juan Gamboa (Q.e.p.d.), Fernando Losa y Javier Solís Cano.

Para ese entonces su padre se dedicaba a la administración de las haciendas henequeneras de sus tíos y a su hacienda de entre 200 a 300 hectáreas llamada Polabán una localidad perteneciente del municipio de Homún.
El Yucatán la hacienda henequenera fue la industria más conocida y desarrollada; alcanzó la plenitud entre 1860 y 1920; la explotación de fibra y productos manufacturados marcó definitivamente la inserción de este producto en la economía mundial, que a su vez proporcionó a Yucatán una época de gran prosperidad. Con la expropiación de las haciendas bajo el mandato del Presidente de los Estados Uni dos Mexicanos Lázaro Cárdenas del Río muchos de los empresarios hacendarios emigraron hacia la agricultura y ese fue el caso de su padre quien comenzaría en una Unidad Agrícola llamada Santa Rosa hoy conocida como Ejido Justicia Social situado en el Municipio de Peto durante el gobierno de Carlos Loret de Mola Mediz.



Para facilitar el negocio mandan a construir una pista de aterrizaje cuyo encargado de los vuelos era el licenciado y piloto Solís Pinelo en aquel entonces jefe de pilotos de la Empresa Tamsa. Una vez fuera del las haciendas y la agricultura su padre viaja a Canadá en donde compra dos barcos; mismos que transportan al Puerto de Progreso.
El Puerto contaba con un muelle que fue construido entre 1937 y 1939, originalmente con 2 kilómetros de longitud, al momento de su construcción las autoridades mexicanas tenían la idea de un muelle al que tuviesen que proporcionarle poco o ningún mantenimiento, pues en otras obras portuarias del país se presentaban problemas de corrosión que querían evitarse. No es hasta en 1985 cuando iniciaron los trabajos de extensión del muelle bajo el mandato del aquel entonces gobernador yucateco Don Víctor Cervera Pacheco (Q.e.p.d.) por la petición de varios empresarios que veían en el puerto un destino turístico para el mundo; entre ellos Don José Trinidad Molina Castellanos. Se lograron aumentar 6.5 km extras al Muelle de Altura, mismos que se inauguraron en el año 1989.
Una vez habilitado, Don Trino Molina Castellanos viaja a la ciudad de Miami, Florida, en E.U.A, para entrevistarse con diferentes navieras, vendiendo así al Puerto de Progreso como destino turístico y posicionándolo a él como el empresario pionero en el negocio de los cruceros.
Durante siglos el puerto de Sisal fue el eje del movimiento comercial hasta que empresarios consideraron la necesidad de la apertura de un punto más cercano a la capital del Estado, para la importación y exportación menos gravosa de mercancías.
Al inaugurarse el puerto de Progreso el 1o. de julio de 1871, todos los productos salían por este lugar, tanto para el extranjero como para puertos nacionales.
Al empezar el siglo XX, el creciente comercio marítimo exigía mejor equipo para las operaciones del puerto y fue así como las empresas portuarias adquirieron numerosos barcos para el alijo de los buques mercantes. Por esos días fue autorizado el muelle Porfirio Díaz que después llevó el nombre de Benito Juárez, a recibir buques de altura.
Para 1912 el puerto de Progreso contaba con un muelle más, el Pino Suárez, y varias agrupaciones locales que operaban en los muelles estaban ya constituidas conforme a las leyes.
En 1917, debido a la escasez de barcos y a la congestión de agave en Progreso, por falta de medios para su embarque, Yucatán adquirió su propia flota.
En 1937, el gobierno federal inició la construcción de un muelle de concreto que costó poco más de trece millones de pesos.
La situación difícil que trajo la apertura de nuevas vías de comunicaciones, se agravó entre 1960 y 1970, llegando a reducirse notablemente el movimiento marítimo. La mayoría de los productos yucatecos salían por carretera y ferrocarril. En medio de esa crítica situación se vislumbra una esperanza con el auge de la industria pesquera y de nuevas industrias.
En los primeros meses de 1978 las transacciones comerciales por el puerto de Progreso acusaron satisfactoria mejoría por los embarques de miel de abeja, artefactos de henequén, chicle, pescado y otros artículos.

Detuve mi entrevista, le dije que quería corroborar exactamente las fechas en lo que ocurría esto, lanzó una carcajada, se me quedó viendo y me preguntó:
—¿Cuantos años crees que tengo?
En ese momento intenté acordarme de su fecha de nacimiento para hacer rápidamente mí resta, pero no lo logré así que lancé un número aproximado:
—60 años, respondí.
—Tengo 65, ¿tu cuantos años tienes?
—Yo, 35 contesté nervioso pensando hacia donde llegaría todo esto.
40 años es la edad perfecta y donde vives la vida en plenitud porque es la edad donde hablas el idioma de los de abajo y ya entiendes perfectamente a los de arriba, vas en el camino correcto muchacho, estás haciendo algo importante por esta sociedad; este proyecto es el más fino que he visto en toda mi vida, no existe, ni ha existido otra revista con esta calidad. A veces nos preocupamos por muchas cosas, tienes que saber que el “dinero grande” lo harás entre los 45 y 55 años.
Respiré, entre líneas entendí que me había otorgado un consejo que tomé con mucho aprecio, pero mi mayor regalo fue escuchar lo que opinaba de nuestro proyecto; me hacía sentir que vamos por el camino correcto.
Pero no perdamos el punto, si no nunca vamos a terminar, sonrió. Mi papá trae los primeros cruceros a Yucatán, logra acuerdos con la Empresa Eastern Steamship y el primero en llegar fue el ARIADNE; un crucero de los más elegantes cuyo interiorismo fue diseñado por Christian DIOR. Creó una experiencia turística para los visitantes, arribaban y a través de la Empresa de transportación Mayarama filial en Yucatán de Mexicorama se les trasladaba a todas las zonas arqueológicas como Chichén Itzá, Uxmal, entre otras, no existía ese servicio; nosotros lo inventamos. Cuando llegaban los nortes que duraban 3 o 4 días bajarlos por la escalinata se hacía peligroso y teníamos que hospedar a 300 personas en el hotel Mérida que querían tomar las excursiones mientras pasaba el mal tiempo, no era una labor fácil; eran barcos de 500 a 600 pasajeros, coordinar a tanta gente resultaba todo un reto. Mi padre fue un hombre visionario que no se detenía, lo que no existía lo creaba, como por ejemplo creó toda una experiencia para comer o cenar en los barcos mientras estaban estacionados para aprovecharlos, y así te puedo contar mil historias más.
Yo por mi parte desde los 17 años comencé a trabajar con él, empapándome de todos los conocimientos. A esa edad yo lo acompañaba para ver cómo hacía esas transacciones, los acuerdos y todas las negociaciones que lograba.

En el año de 1966 a mis 19 años me traslado a vivir a Playa del Carmen, en aquel entonces era un centro chiclero con solo 50 habitantes, se casaban entre hermanos ¡imagínate!

La idea era establecer formalmente una ruta entre Playa del Carmen y Cozumel, que anteriormente se daba desde Puerto Morelos; así comencé a viajar a Nueva York y Miami en Estados Unidos y a varios países de Europa para reunirme con presidentes, vicepresidentes, directores generales, subdirectores de las líneas navieras para que pusieran sus ojos en Cozumel.
Años atrás en un baile de playa en una temporada había conocido a la mujer que después de 5 años de noviazgo se convertiría en su esposa Leonor Helena Casares Espinosa un 26 de octubre de 1974; misma con la que ya estaba establecido en Cozumel a los 21 años y al año siguiente se convierten en padres de su primogénito José Trinidad Molina Casares.
Cozumel actualmente es la isla poblada más grande de México (tercer lugar en extensión, 478 Km2). La superficie de la isla es mayor que Barbados, Granada o Santa Lucía, también en el mar Caribe. Situada a poco más de 17 Km de Playa del Carmen, su territorio es de 15 Km de ancho por 45 Km de largo. Oficialmente fue descubierta por don Juan de Grijalva el 3 de mayo de 1518 y un año después desembarcó en ella Hernán Cortés. Estaba habitada antes de la llegada de los españoles por los mayas y era un centro ceremonial religioso.
Cozumel quedó prácticamente despoblada en el siglo XVII cuando el gobierno de Yucatán, al que pertenecía ordenó reubicar en tierra firme a los habitantes de la isla. Fue puesta a la venta al gobierno de EU tres veces y no se concretó. En 1847 al estallar la guerra de castas una serie de familias agricultoras yucatecas conocidos como los repobladores vinieron a vivir a la isla huyendo del conflicto. Para 1866 sirvió de prisión para los opositores a Maximiliano.
Al comenzar el siglo XX Cozumel tenía 971 habitantes. Durante esas décadas la actividad de la isla era la explotación del chicle, el henequén y la copra. La isla tiene pues un origen agricultor y no era una villa de pescadores como se ha argumentado. Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas se impulsaron las cooperativas pesqueras. Los primeros turistas de buceo que venían a la isla eran para realizar pesca con arpón. Para 1975 cuando detonó la industria del turismo de buceo ya solo quedaban 26 ranchos de agricultores.
Para 1983 Cozumel tenía poco más de 23 mil habitantes, los populares cruceros al Caribe se habían convertido en un negocio colosal.
En 1980 se había construido el primer muelle de cruceros; el muelle Internacional. En 1997 el segundo Puerto Maya y en el 2000 la tercera terminal Punta Langosta que pertenece al grupo Aviomar.
Pese a que al principio eran esporádicas las visitas de cruceros a Cozumel, en pocos años las navieras comienzan a incluir rutas fijas a la isla y Playa, hoy día los principales puertos receptores de cruceros de México y los más visitados del mundo con un estimado de 1600 cruceros al año.

En 1986, sus empresas dan un paso importante en la modernización de sus barcos al adquirir el catamarán más grande construido hasta entonces, el “water jet” México. Era el más rápido de la flota y en sólo 30 minutos hacía los cruces.
Así fueron incrementando poco a poco las rutas a Playa del Carmen, incluida ya una a Cancún.
En los años siguientes, la flotilla siguió creciendo, así como las opciones de transporte marítimo que Aviomar ofrecía al turismo que visitaba el Caribe. Pero la consolidación del grupo se cristalizó en la década de los 90, cuando el turismo de cruceros alcanza proporciones inimaginables en el número de pasajeros que llegan a la isla, al rebasar primero el millón y después los dos millones de visitantes al año.
En 2001, don José Trinidad adquiere dos catamaranes más, fabricados en Dinamarca, los “México” IV y V, con capacidad para 450 pasajeros cada uno, que se suman a las doce rutas regulares que se ofrecían en ese entonces.
Hoy día, Grupo Aviomar es líder regional en la prestación de servicios de transporte y atención turística, en especial a los cruceros, en Quintana Roo y Yucatán. Su presencia durante más de cuarenta años en el Caribe mexicano le ha permitido ser parte y motor del desarrollo económico de la zona, en particular de la transformación turística de Cozumel.
Ya a mediados de los años ochentas, regreso a Mérida como director general de Grupo Aviomar para darle seguimiento a todas las empresas que habíamos creado en la familia, para ese entonces ya era padre de 3 hijos; José Trinidad, José Enrique y Estefania.
Tres años después asume la presidencia del corporativo de Aviomar y forma parte del selecto grupo de empresarios yucatecos encabezado por su tío el empresario Yucateco don Andrés García Lavín, su padre don José Trinidad Molina Castellanos, los empresarios Manolo Mantecón Álvarez, Emilio Díaz Castellanos, Mario Cervera Ortíz, Andrés García Gamboa y Rafael Ruiz Moreno, junto con los constructores eran dueños de la súper carretera Mérida - Cancún.
A los 39 años en 1991 presento mi renuncia irrevocable a grupo Aviomar para dedicarme a mis empresas entre ellas LAVATEX una cadena de tintorerías y DRYTEX en Cancún, Quintana Roo.
En sociedad con los empresarios yucatecos el Arquitecto José Luis Evia Góngora y Javier Evia Góngora, su hermano Lorenzo Molina Casares presidente de Grupo Aviomar y Mario Casares G. Cantón (Q.e.p.d.) construyen el fraccionamiento Palma Real en Chuburná, primer fraccionamiento cerrado con una casa club interior, en Progreso y Uaymitún el complejo de condominios Flamingos.
En 1992 asume el puesto de presidente del consejo de administración y comienza la construcción de la Gran Plaza, la cual abrió sus puertas en 1994 convirtiéndola en el primer centro comercial de la ciudad con la tendencia Luxury que engloba hoy en día a más de 280 tiendas de prestigio local, nacional e internacional ofreciendo una experiencia verdaderamente placentera durante las compras de los yucatecos; con más de un millón de visitas al mes.
En 1993 funge como Coordinador General de Servicios de actividades y planeación de la visita de su Santidad Juan Pablo II a Yucatán; donde integró a 9 comités cada uno de ellos con funciones específicas y contando con al menos dos coordinadores por área y con el apoyo directos de 4 seglares, el Arquitecto Mario Peniche López, el Contador Público Julián Cueva Pardo, el Médico Veterinario Zootecnista Da maso Rivas Gutiérrez y el Arquiteco Javier Evia Góngora y del Pbro.Rafael Palma Capetillo, actualmente obispo.



En mayo de 1998, recibe la investidura junto con su su esposa en en templo de San Agustín de Polanco y la casona porfiriana del University Club, en Paseo de la Reforma, como caballero y dama de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén. Preside el acto el cardenal Carlo Furno, Gran Maestre de la Orden y la figura más alta de la casi milenaria orden de caballería, cuyo origen se remonta al año 1110, cuando, en la primera Cruzada, Balduino, rey de Jerusalén, recién liberada, funda la Orden a fin de cuidar el Santo Sepulcro, custodiar a los peregrinos y recaudar limosnas para redimir a los cautivos cristianos. Balduino era hermano menor del legendario rey guerrero Godofredo de Bouillón, cofundador de la Orden.
En el 2008 arranca juntos con su hermano Lorenzo y los Hermanos Evia Góngora en sociedad con el empresario Carlos Slim Helú de Grupo Carso la construcción de Plaza Altabrisa en Villahermosa, Tabasco, la cual abre sus puerta un 8 de diciembre de 2011 y fue inaugurado por el C. Gobernador del Estado Andrés Granier Melo surgiendo como el principal desarrollo comercial en la zona sur de la ciudad, el más importante de la región Sur-Sureste de México con las tiendas más exclusivas y prestigiadas de México, con capacidad para más de 5,000 autos y acceso desde el recientemente ampliado Circuito Interior.

En 2011 junto con sus hermanos los empresarios Lorenzo y Francisco y el empresario Jorge Robleda Moguel comienzan la construcción de Plaza Millenium en Altabrisa, la cual inauguró en 2013.
Cuando le pregunté sobre los Patos, me mencionó que era un Gran promotor de la cacería de patos en el poniente del Estado y consejero nacional de Dumac; Ducks Unlimited de México.
En 1999 a mis 48 años de edad pude sentir el llamado de Cristo para el Diaconado, era la forma de continuar y realízame hijo de Dios. Durante 4 años y medio de martes a viernes de 8 a 10 de la noche asistí a la escuela de Diáconos; de 6 materias se componían cada semestre entre ellas: Introducción a la Biblia, Clases de liturgia, Sagradas Escrituras, Cristología, Eclesiología, Mariología, Pastoral Social y Moral. Fui instruido por profesores que formaban sacerdotes entre ellos los Pbro. Jorge Carlos Menéndez Moguel, Pedro Echeverría López, el hoy obispo Mons. Jorge Carlos Patrón Wong, entre otros. Estudie un Diplomad de 3 veranos en la Universidad Pontificia de México de Teología Espiritual; tengo votos en Obediencia y no tengo voto de pobreza. Fui ordenado el 5 de julio del 1999 en la Catedral Meridana de San Idelfonso, mi padrino de ordenación fue el Arzobispo. Manuel Castro Ruiz( Q.e.p.d.) y la misa dirigida por el Arzobispo Emilio Carlos Berlin Belauzarán.
Ser Diácono significa para mí ser servidor de Cristo y ser servidor de los demás, trabajé un poco más de 18 años en comunidades de 5 mil personas como Chicxulub Puerto y Pueblo e Ixil. A partir de Febrero de 2017 estoy en San Antonio de Padua en Granjas ejerciendo mi Ministerio junto con los Pbro. Raúl Cardós Fernández, Fermín Rigoberto Nah Chí y las Madres Bautistianas de San Juan Bautista.

Tenemos 19 capillas para atender y una parroquia con aproximadamente 40 mil feligreses, y estamos trabajando en la construcción de capillas que hacen falta.
Este ha sido un proceso enriquecedor, me mencionó con los ojos llenos de esperanza; Jesucristo cambió mi vida, ha sido una vocación divina, no humana.
Pertenezco al Colegio de Diáconos y Presbiterio, nos reunimos varias veces al año y tenemos formaciones una vez al mes, con varios retiros espirituales al año.
Reconozco que soy un hombre pecador, que está en la lucha permanente por llevar mi vida de gracia sirviendo a los demás y me siento muy feliz haciéndolo y dando testimonio del amor de Cristo en la tierra en medio de la comunidad que la que me ha puesto.
No quiero crear más negocios, aspiro cada vez a ser más de Jesucristo.
Acordamos para el sábado siguiente la sesión de fotos, misma que llevaríamos acabo en su oficina y parte de su residencia, me entregó un sobre color manila, estreché manos con él y con un abrazo enorme nos despedimos. Salí de aquella oficina inspiradísimo, me detuve en mi coche para abrir el sobre y me había preparado todas las fotos que yo necesitaba para este maravilloso artículo.
El día de fotos llegó, mi coordinadora Samanta Rojano Barajas sufrió una pequeña caída minutos antes de la producción por la que solo acudimos puntualmente el fotógrafo Randy Arcila y un servidor, cabe aclarar que mi sueño había sido que la sesión de fotos fuera en El Pinar sin embargo días antes durante nuestra entrevista me había dicho que era lo único que iba a ser imposible.
La sesión de fotos comenzó en su oficina, para luego darle paso a sus jardines y los interiores de su hermosa residencia; cuando creí que ya habíamos terminado, me dijo ya está todo listo la siguiente parte de la sesión la realizaremos en el El Pinar, se me congeló el cuerpo. Rápidamente nos subimos a mi camioneta el se adelantó con su personal para ver qué todo estuviera en orden y listo para cuando llegáramos.



¿Porqué mi sueño era El Pinar?
Días antes se había llevado acabo la exposición pictórica de la artista Tania Canto Molina en ese mismo recinto, a la cual había sido invitado como editor y mi amiga Paty Arce Molina de Suárez se había ofrecido a darme un recorrido personal del lugar que yo no había tenido la oportunidad de conocer, sin embargo no acepté porque tenía la esperanza de conocerlo de la mano de Don Trino. Y si, Dios ordenó todo para que no sólo lo conociera si no que además parte de las fotos se realizarán ahí.
El Pinar fue en primera instancia residencia de don Humberto Peón, esta ubicada en la calle 60 norte; esta calle a principios del siglo XX comunicaba con el pueblo de Itzimná y se presumía tomaría un rango importante por eso hoy en día podemos encontrar este tipo de mansiones.
Esta casona estuvo abandonada mucho tiempo hasta que la adquirió don Alberto Bulnes Guedea y la restauró; años después el señor Bulnes le vendió la propiedad a Don Trino Molina Castellanos último dueño en habitarla junto con su Esposa y familia, quienes convirtieron a la residencia como una de las más elegantes e importantes de Yucatán.
Desde que entré fue mágico, es una casa afrancesada con detalles extraordinarios, lámparas y espejos gigantes de Baccarat, espacios con techos altos con molduras y cortinas hasta el piso, un comedor para 24 personas de madera labrada, escudos y emblemas colgados en las paredes y en el recibidor una maravillosa pintura de los doce hermanos.
Jarrones de porcelana pintados a mano, antigüedades originales, esculturas de gran tamaño, vitrales, arte sacro, pisos de mármol, escalinata de grandes dimensiones, pinturas de antepasados y dos pianos de cola son parte del interiorismo de esta hermosa residencia.
Hoy Don Trino Molina lleva un hermoso matrimonio de 42 años, 9 maravillosos nietos y 3 hijos que continúan su legado empresarial.
José Trinidad casado con Natalia Rincón Millet de Molina, José Enrique casado con Gabriela Génova Gamboa de Molina y Estefanía de Medina Casada con Rodrigo Medina Díaz.

Actualmente su tiempo lo dedica en un 90% a la iglesia y el otro 10% a los negocios. Según él, éxito es generar felicidad a tu alrededor, ha sentido el fracaso más de una vez en su vida pero es la perseverancia y la vida en Oración lo que lo ha sacado adelante; Dios siempre de primero afirmó; no he vivido todos pero sé que he cumplido muchos de mis sueños con creces.
Yo personalmente le agradezco Don Trino por esta entrevista maravillosa que me llevo arraigada en lo más profundo de mí ser, gracias por todos los detalles hacia mí y por permitirme entrar a sus recuerdos más queridos.