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¡Mártires de Guanajuato, PRESENTE!

El 22 de abril de 1937, en el paraje conocido como Las Raíces, en el camino de la Ciudad de Guanajuato al mineral de El Cubo, fueron acribillados los mineros sindicalistas Juan Anguiano, Luis Fonseca, Antonio García, Reynaldo Ordaz, Simón Soto y Antonio Vargas, pertenecientes a la Sección 4 del Sindicato Industrial de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana.

Las empresas imperialistas quisieron ahogar en sangre a la pujante organización que rápidamente estaba consiguiendo mejores condiciones de vida para los trabajadores mineros.

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Veían con sinrazón, en el naciente Sindicato Nacional Minero, a su más peligroso enemigo, y queriendo amedrentar el ánimo de los trabajadores, éstos desistirían de sus luchas reivindicatorias.

Estos trabajadores no habían cometido delito alguno sino enarbolar una justísima lucha por mejorar sus jornadas de trabajo por las que les pagaban las empresas extranjeras: $1.50.

El gerente de la Compañía Minera de El Cubo, Max F. Qüin, aconsejado por el capataz Apolinar Valdez, pagó 10 mil pesos para que asesinaran a los directivos de la Sección 4.

Al terminar la sesión semanal, los dirigentes regresaban a la Cuidad de Guanajuato en carro de sitio manejado por el chofer José Gómez, pero al llegar a Las Raíces, encontraron un camión de carga que obstruía el paso y cuando el coche se detuvo, salieron de entre la maleza los pistoleros que fueron abatiendo a tiros a todos los ocupantes.

La consternación en todo el país fue grande, era Presidente de la República el general Lázaro Cárdenas y gobernador de Guanajuato Luis I. Rodríguez. Con ellos, por primera vez en la historia, los obreros eran tratados como personas. El hecho despertó la indignación nacional.

A nuestros mártires se les hicieron honras fúnebres jamás vistas en Guanajuato. En el panteón municipal se levantó un monumento para perpetuar su memoria.

Hoy en 2023 han transcurrido ya 86 años y cada 22 de abril desde 1937, los mineros de Guanajuato realizan una manifestación luctuosa: llevan flores al monumento en que descansan los restos de los Mártires Mineros. Su sacrificio no fue estéril y los patrones calcularon mal, pues el movimiento no fue sofocado con ese abominable crimen, sino todo lo contrario, su sangre encendió en las masas trabajadoras mayores ansias de redención y mejoramiento colectivo.

Y aquí resalta la expresión conocida como la ley del talión, pasaje bíblico de Ojo por ojo, diente por diente, pan por pan , pues sólo unas cuantas semanas después, el gringo Max F. Qüin fue sacado de la mina “El tajo de Dolores” con la cabeza despedazada. Se dijo que se cayó del piso 4 al 5; en cuanto que el capataz Apolinar Valdez, más le valiera haberse matado también, pues terminó pidiendo limosna en las cantinas de Guanajuato.

Cada año, desde hace 86, a los Mártires de Guanajuato se les pasa lista de ¡Presente! ¢

Hace 54 años fallecieron 153 mineros

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