EDITORIAL esde los años 70 se reconocía internacionalmente el potencial turístico de Guatemala, a pesar de lo cual y tras más de cuatro décadas, seguimos sin lograr metas importantes en esta actividad, que muy bien podría ser la apuesta natural de crecimiento y desarrollo económico, con un alto y positivo impacto social. En el año 2005, la BBC de Londres calificó nuestro país como “el mejor destino cultural del Mundo”, y destacó que Guatemala tiene más ruinas mayas que sus vecinos –incluido México–, y tiene más riqueza natural y potencial ecoturístico que Costa Rica, el país centroamericano que más turistas logra atraer cada año. Nuestra oferta turística es más rica aun que eso. Tenemos arqueología, historia y cultura milenaria, herencia colonial, volcanes, lagos y playas, además de la posibilidad del turismo ecológico y de aventura, que han cobrado fuerza en los últimos años. La suma de todo hace que Guatemala se convierta en ese especial destino turístico que menciona la BBC hace siete años. Por supuesto que tenemos un handicap que ha sido casi permanente: la inseguridad. En las postrimerías del siglo XX era el conflicto armado interno, y después de la firma de la Paz en diciembre de 1996, ha sido la delincuencia y el crimen organizado quienes han generado un clima de violencia que intimida a la ciudadanía y aleja a los turistas. Luego, vemos que mientras los países vecinos desarrollan su infraestructura turística y convierten esta actividad en turbina importante para su desarrollo, Guatemala, el país más rico como hemos visto y como se nos reconoce, avanza a un ritmo bastante lento, al extremo de mostrar un atraso considerable en la mayoría de aspectos que sirven para atraer a los visitantes. El turismo tiene muchas ventajas socioeconómicas. En primer lugar, la economía se ve inyectada por las divisas que traen los visitantes, pero al mismo tiempo se trata de una actividad que genera mucho empleo, lo que redunda en beneficio de las comunidades que se encuentran en la zona de influencia de los centros turísticos.
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Fuente: Siglo21