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Consumidores 20222

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RAFAEL COLÍN

EL Proceso de fabricación de una de las mejores marcas

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Atravesar las puertas de Maranello —hogar de la Scuderia Ferrari— es como entrar en una máquina del tiempo que puede llevarte tanto al pasado como al futuro, para ver lo que ha sido y lo que será, un salto entre la historia gloriosa y la tecnología más avanzada. La llaman La Cittadella, el reino de Ferrari. En la pequeña plaza de la entrada, dedicada a Giovanni Agnelli, se encuentra el edificio que en su época albergó el despacho de Enzo Ferrari: un una posición estratégica, pues desde allí podía observar todo y a todos, especialmente a los autos que entraban y salían de la puerta. Un laberinto de caminos dedicados a quienes hicieron grande a Ferrari en la pista, una serie de edificios separados donde se ensamblan los diversos componentes de los autos de carretera de Ferrari.

La mítica fábrica de Ferrari es lo que muchos podrían llamar como el paraíso del automovilismo, un complejo compuesto por hangares que priorizan cada elemento de los autos que se fabrican, desde la fundición interna y la zona dedicada a la pintura hasta el corazón del recinto: la división de montaje, donde el componente humano se une a la tecnología más innovadora.

Donde nacen los motores

Al ingresar al área enfocada a los motores de Ferrari, lo que más llama la atención es el orden y la limpieza. Incluso hay un jardín con árboles en medio de la estructura, una elección precisa para hacer más agradable el entorno de trabajo. Allí, “Romeo y Julieta” se mueven sin parar, los dos robots nombrados así porque siempre trabajan juntos en la composición de los motores térmicos. Primero uno y luego el otro, una pieza a la vez girando en perfecta sincronía, una danza precisa y elegante.

Se necesitan cinco días para unir los miles de componentes que forman el motor de un auto Ferrari, más otros tres para montar el nuevo vehículo. Para los motores V8, hay islas robotizadas (denominadas “Short Block”) y otras manuales (“Long Block”), mientras que los V12 son producidos totalmente a mano y por un solo trabajador —quien firma cada motor— siguiendo su desarrollo de principio a fin.

Il Matrimonio

Así es como lo llaman, “Il Matrimonio”, técnicamente llamado la “Carrozzatura” (carrocería). Este es el momento más importante, aquel en el que ese auto Ferrari comienza a tomar forma y el motor, preparado en otro edificio, se reúne con la carrocería y se coloca dentro de ella: hombres y mujeres trabajando con precisión quirúrgica en los coches para dar a los clientes un sueño marcado con la marca Cavallino.

Cada uno de los expertos trabaja en una estación (hay 50 en total) formada por dos personas, cada vagón se detiene durante 22 minutos en cada estación, cuando terminan los trabajadores se detienen y el vagón avanza por las vías hasta la siguiente estación, dejando espacio para el Ferrari que le sigue. El circuito incluye la estación dedicada a las pruebas eléctricas, al montaje de los asientos y del tablero, a las pruebas de las barras estabilizadoras y a la hermeticidad de los depósitos. Ferraris de todos los colores, y personalizados al gusto del cliente, desfilan por las estaciones con la única finalidad de cumplir todos los deseos —incluso los más excéntricos—de sus futuros propietarios. Una vez completado el montaje, los técnicos están por fin listos para hacer rugir el motor, hasta el punto de que las avenidas interiores de Maranello se convierten en una pista donde los autos recién nacidos ejecutan sus primeros kilómetros en la carretera, para comprobar que todo funcione perfectamente y que no es necesaria ninguna modificación o corrección.

En ese momento el viaje ha terminado, y cada cliente puede finalmente coronar su sueño de sentarse al volante y conducir una leyenda producida por la fábrica de Ferrari.

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