Elite

Page 84

fantasía, por lo tanto, muy ligera. No lo era. De hecho, si me pusiese esta cosa alrededor de mi cuello y fuera nadando, probablemente me ahogaría. Lo examiné en mis manos y luego le di la vuelta. ―Alfero. Esa palabra me pareció locamente familiar cuando la repetí en voz alta. ―¿Qué acabas de decir? ―preguntó Monroe de repente justo detrás de mí. Metí el collar en mi bolsillo y me encogí de hombros. ―Alfredo, podría ir por algún Alfredo. El pálido rostro de Monroe se hundió con alivio. ―Oh, oh lo siento, yo sólo pensé… ―Sus ojos se estrecharon―… No importa. No es gran cosa. ¿Estás lista? Asentí y cogí el alijo de dinero en efectivo, cuidando de poner todo el contenido de la caja lejos. ―¡Vamos de compras! Caminamos tomadas del brazo por los tres tramos de escaleras, decidimos que no queríamos hablar con nadie si estuvieran en los ascensores. En el momento en que llegamos a la primera planta, sentí libertad desde la primera vez que llegué hace cinco días. Monroe comenzó a charlar sobre Tex, así que no estaba prestando atención a la conmoción de afuera hasta que Monroe dejó de hablar y dejó escapar un profundo suspiro. ―Parece que todo el mundo está listo. Me quedé boquiabierta. Cuatro Escalade negros estaban alineados contra la calzada, con un Ranger Rover negro delante. Así que eran cinco coches. ―¿Llevaremos a toda la escuela? ―le pregunté sin aliento. Monroe se echó a reír. ―No tonta, sólo nosotras y los chicos. ―Bien. ―Vi con asombro como los chicos, también conocidos como Los Elegidos, salían de la Range Rover y hacían un gesto hacia nosotras para que pusiéramos nuestros culos en marcha. ―¿Todos esos coches vienen? ―Señalé a mi espalda. Monroe se encogió de hombros y no dijo nada.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.