SHD Magazine Número 13 - Noviembre 2013

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cieron entre la boscosa pesadilla. Jonathan no entendió porque no le atacaron, pero lo descubrió cuando la bestia en el suelo gimió con desesperación. Intentando correr hacia otro árbol, el depredador se convirtió en presa que fue destrozada por una gran mole, que por la tenue luz de los astros parecía ser gris. De seis bocados el oso devoró rápidamente a su víctima. Aún insatisfecho, se acercó al árbol en el que se encontraba Jonathan y empezó a escalar. Para mantener distancia con una muerte segura, Jonathan se acomodó estratégicamente entre las ramas y frenéticamente pateaba el hocico del animalejo. Pero el babeante oso uso sus mandíbulas para sujetar al joven del pantalón para arrastrarlo hacia abajo. En un acto de desesperación Jonathan soltó las ramas que le sostenían, tomó de una oreja a su atacante e introdujo su puñal en el ojo. Aturdido por el dolor el oso le liberó, así que aprovechó para darle otra estocada en la oreja que tenía en la mano, no liquidó a la bestia, pero al desprenderse el oído resbaló del árbol. Casi como reconociendo su derrota, el oso se incorporó, lentamente y cojeando un poco se alejaba del lugar. De pronto se escuchaba el mismo patrón de gruñidos y chillidos que le atemorizó hace unos instantes, toda la bandada regresó y se abalanzó contra el oso. Al rabioso animal todavía le quedaba fuerza para luchar y tan pronto fue atacado derrotó a 2 criaturas, pero le mordían entre varios, la lucha duraría poco. Pero Jonathan no tenía tiempo para ver como funcionaba la cadena alimenticia. Tomaría un atajo por en medio del bosque y llegaría a la cabaña principal antes que Bob lo hiciera, allí tomaría un arma y le confrontaría enfrente de los demás. David tenía hambre y bajó a la cocina por un bocadillo. Los hermanos habían dejado a un lado sus diferencias, todos estaban preocupados por la seguridad de los ausentes. Al abrir el refrigerador, a David le pareció que la camioneta venía de regreso. Sin pensarlo 2 veces salió a recibir a los cazadores, para su sorpresa el señor Berdelle regresó solo. La angus-

tia se apoderó de su corazón, las esperanzas se esfumaron, pero trató de imitar a su primo y no entregarse a sus primeros impulsos. Bob tenía que darle una explicación. El anciano llegó muy triste. Lamentaba haber cedido a sus impulsos.- ¿Porque no pude esperar?-; -Tal vez el muchacho necesitaba mas tiempo, ya habría otros años.- Se reprochaba comportarse como un chiquillo caprichoso. Si tenía mas oportunidades por delante, las derribó como fichas de domino. Al ver que David le miraba inquisidoramente, consideró conveniente sacar un trago que pensaba compartir con Jonathan después de rescatar a Joel. Con todo el nerviosismo en su cara, Berdelle dio una explicación: -Tengo miedo a tu familia, David. No tengo cara para mirarlos, ahora Jonathan esta perdido también. Fuimos atacados por el oso, pero tu primo se quedó sin balas, por lo que se acobardó y me dejó solo. Bebe esto conmigo, tendremos que ir por unas linternas para buscarlos.Algo no cuadraba con la respuesta del viejo. David aceptó el trago con el fin de sacarle más plática, si algo delataba al taxidermista lo notaría. – Usted dijo que papa cayó en un pozo; ¿Por qué no lo sacó para después buscar a Jonathan?; ¿Qué es ese bulto que lleva en la caja?-. Con la agilidad mental que le caracterizaba, respondió Bob que su padre escapó del pozo, por eso no le había encontrado. Tal vez si esperaban regresaría a la cabaña, pero lo mejor era buscarlo. En cuanto al bulto, los chupacabras están por doquier, este fue un atacante que derribo. Al principio David sintió un sabor extraño en el licor, pero con tal de seguirle el juego al anciano siguió bebiendo. Se estaba arrepintiendo ya inusualmente rápido se sintió embriagado, trató de ver el contenido del bulto, pero al tropezar Berdelle le sostuvo y lo internó en la cabaña. Después de recostar a David en un sillón en el vestíbulo, Bob subió a la recamara de sus pacientes. Al entrar ambos Ironheart le miraban con angustia, sospechaban que algo malo ocurrió y comenzaron a interrogarlo. A diferencia de la entrevista con David, Bob enmudecía, ya estaba harto de toda esta farsa. RELATO

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