Sonetos de SHAKESPEARE en Hexámetros
Antonio García Vargas
Hexámetros castellanos (Extracto) Amable lector: Esta fórmula, el hexámetro, en general, nació para ser cantado. Es en la recitación, declamación y escenificación donde se aprecia su increíble musicalidad. En los SEIS pies empleo CINCO dáctilos y un troqueo —catalépticos— hasta formar 17 sílabas métricas en cada verso. No uso el espondeo en absoluto. El acento (Sistema cualitativo) tal y como lo conocemos en cualquier composición castellana, es dueño absoluto de ritmo y medida, hasta el punto de que si el verso acaba en palabra con sílaba (16) aguda, ésta cuenta doble y no precisa de anceps —bicataléptico—. Si por el contrario uso una palabra esdrújula, el troqueo pasa a convertirse en dáctilo, llegando con ello a las 18 sílabas gramaticales —hipercataléptico—. (Soy consciente de que rompo en parte el esquema táctico al no terminar cada verso, obligadamente, con el consabido troqueo pero tras oír cómo suena de una y otra forma y sopesarlo mucho, pienso que es así como debo hacerlo, adaptándolo al completo a la métrica castellana, pese a que con ello me gano la merecida reprimenda del purista). Cuando obligado por las circunstancias recurro —al inicio de algún verso sobre todo—, a una palabra cuyo acento está en la cuarta sílaba, ésta inicia formalmente el principio del siguiente dáctilo, quedando el primero en anacrusis total. Hace años que practico el hexámetro en casi todas sus acepciones buscando la manera de encajarlo en nuestras formas poéticas, tratando de reproducir al máximo los tiempos marcados por el hexámetro clásico. Los he trabajado tomando como referencia a los grandes maestros latinos pero nunca me he sentido satisfecho del todo; el ritmo no me «sonaba» como quería. Un día decidí retomar los antiquísimos versos de Gaita gallega para confeccionar algunos de mis sonetos y fue entonces cuando caí en la cuenta, al escucharme, de que incorporándoles dos dáctilos más se originaba un hexámetro dactílico puro que imitaba a la perfección al hexámetro clásico cuantitativo. Creí haber inventado la pólvora hasta que, rebuscando, me encontré con que esta fórmula ya existía en parte y que algunos maestros 8