Septiembre-Octubre 2015

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Mensaje de Apertura

Vida Religiosa, Pasión por el Evangelio y por el Pueblo

Hna. Mercedes Leticia Casas Sánchez, fsps

Victor Codina, sj

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Editorial

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Conferencia

“…Escuchemos a Dios”: Hermenéutica del icono de Betania, horizonte inspirador de la CLAR Hna. Mercedes Leticia Casas Sánchez, fsps

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Horizontes de novedad de la Vida Consagrada en el magisterio del Papa Francisco João Braz Card. de Aviz

Compromisos -Actuar

68 Intuiciones

Clamores-Ver

Intuiciones desde la realidad e Intuiciones generadoras de vida: ETAP ¡Creemos que una Vida Consagrada nueva es posible!

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Nuevas Generaciones

Signos de vida de las Nuevas Generaciones

55 Síntesis

Convicciones -Juzgar

DIRECTORIO CIRM Presidente: Hna. Juana Ángeles Zarate, csc • PRIMER VICEPRESIDENTE: P. Ricardo Pérez, ocd • Segundo Vicepresidente: P. Jorge Rafael Díaz, op • Vocales femeninas: Hna. Mónica Esquivel, rscj; Hna. Rosa Elvira Aldana, stj; Hna. Paola Olivieri, hj; Hna. Guillermina Mendoza, hcjc; Hna. Cecilia Morales, mps • Vocales masculinos: P. P. Francisco Magaña, sj; P. Vicente López, omi; P. Pedro Alarcón, sm; Hno. Martín Rocha, fsc; Hno. Ricardo Reynoso, fms SECRETARIA GENERAL INTERINA Hna. Rosa Margarita Mayoral B. csc; secretariagral@cirm.org.mx TESORERO GENERAL: Fr. José Miranda, ocd

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Mensaje

Mensaje final

CIRM Nacional: Amores 1318, Col. Del Valle, Del. Benito Juárez, 03100 México, D.F. Tel (55) 56.04.54.14; Fax (55) 56.04.95.55 www.cirm.org.mx Revista Informativo CIRM: Director: P. Jorge Rafael Díaz Núñez, op Editor: P. Sergio Argüello Vences, ssp Diagramación y diseño: D.G. Fernando Daniel Perera E. Impresión: Editorial Progreso S.A. de C.V. Impresión: Tiraje de 500 ejemplares más sobrantes para reposición. Atención a suscriptores Atención a suscriptores De lunes a viernes de 9 a 14 hrs. Tel (55) 56.04.54.14; Fax (55) 56.04.95.55 Email: informes@cirm.org.mx


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Editorial

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ueridas hermanas y hermanos, como todas y todos saben, del 18 al 21 de junio del presente año en Bogotá, Colombia, se llevó a cabo el Congreso de Vida Consagrada con el tema: “Horizontes de novedad en la vivencia de nuestros carismas hoy; escuchemos a Dios donde la Vida Consagrada clama” y como lema: “¡Retiren la piedra!... ¡Sal fuera!... ¡Quítenle las vendas para que pueda andar!... Tanto el tema como el lema son dos expresiones que tienen la fuerza suficiente para inspirar y motivar nuestra vida y misión. Sin duda nos encontramos nuevamente frente a una exquisita experiencia de Dios en la abundancia y la riqueza de los diversos carismas que el Espíritu Santo ha suscitado en la Iglesia y que hoy en América Latina dan frutos de acompañamiento a nuestros pueblos tan ricos y sabios y, a la vez, tan sufridos. La presencia y la alegría de más de mil quinientas religiosas y religiosos ansiosos de escuchar, pero también de hablar y expresar la fuerza del amor que el mismo Espíritu ha infundido en los corazones de cada una y cada uno de los ahí presentes y quienes, de manera cotidiana ya lo realizan en el silencio de la misión encomendada bajo el carisma de cada instituto religioso, ofrecen su trabajo y su testimonio en cada rincón a lo largo y ancho de nuestro continente Latinoamericano. Quisiéramos reproducir todo el material resultado del Congreso, fruto de la experiencia y de la reflexión de cada uno y cada una de las invitadas a compartirlas. Sin embargo, como pueden comprender es del todo imposible hacerlo en el pequeño espacio de nuestro boletín, no obstante hemos seleccionado algunas ponencias y algunas reflexiones de los talleres realizados, como un minúsculo estímulo para la vida de cada día en cada misión donde realizamos la vida y la consagración. La selección no es ninguna manera arbitraria, ante tanta riqueza optamos por aquél material que, motivara, como ya dijimos, nuestra vida y nuestra misión de consagradas y consagrados en cada uno de los carismas que sirven a la iglesia de México.


Conferencia  3

MENSAJE

DE APERTURA1 Por: Hna. Mercedes Leticia Casas Sánchez, fsps Presidenta de la CLAR

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onde hay consagradas/ 2 os hay alegría’ . Por eso estamos alegres de celebrar el Congreso de Vida Consagrada (VC), que tiene por tema: Horizontes de novedad en la vivencia de nuestros carismas hoy; escuchemos a Dios donde la VC clama.

Gaudium nos ensancha el corazón y nos dispone a involucrarnos de lleno en la Nueva Evangelización y a ser parte de “una Iglesia en salida” misionera.

Estamos viviendo un momento de gracia, un kairós, impulsado de manera especial por la iniciativa que tuvo el papa Francisco de celebrar este Año de la VC. El contexto lo marca también la conmemoración de los 50 años del Concilio Vaticano II y, concretamente, de la Lumen Gentium y de la Perfectae Caritatis, que han impulsado con fuerza la renovación de la VC. Así también, la Exhortación Apostólica Evangelii

1 Texto inspirado en las palabras pronunciadas en el apertura del Congreso de VC de la CLAR, en Bogotá, el 18 de junio de 2015. 2 Cf. Papa Francisco. Carta Apostólica a todos los Consagrados con ocasión del Año de la Vida Consagrada, 21 noviembre 2014, 1, p 15.

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También el Papa nos ha dirigido varias expresiones de esas que se graban a fuego en el corazón: “¡Abran puertas!”; “¡Despierten al mundo!”; “¡No renuncien a su identidad profética!”; “¡Sean testimonio de un mundo distinto!”; “llegar a las periferias”… Por otra parte, la Congregación de Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, con sus cartas “Alégrense” y “Escruten”, ha motivado muchas de las reflexiones que actualmente hacemos en nuestras Conferencias y comunidades. Este Congreso, que poco a poco se ha ido abriendo a perspectivas que desbordan la geografía latinoamericana y caribeña, se desenvuelve de todas maneras en medio del contexto de este Continente, lleno de luces y de sombras, de riqueza y de complejidades; de rostros de dolor y de esperanza. Somos muchas y muchos los que participamos con la riqueza de la diversidad de nuestros contextos y con las experiencias que atraviesan diariamente nuestra vida, nuestra oración, nuestra pasión por Cristo y por la Humanidad. La tierra en que nos encontramos, porque somos de aquí o porque acogemos a hermanas y hermanos de otras partes, con su inconmensurable riqueza étnica y cultural, con su religiosidad popular y con su

sensibilidad comunitaria, está pasando por situaciones socio-económicas, políticas y culturales diversas, que golpean profundamente su identidad, su conciencia y su libertad. No queremos dejar que nada nos robe la esperanza y la alegría, pero no podemos ignorar realidades que como VC nos confrontan y nos comprometen a repensar nuestras presencias, nuestra manera de ser y de estar; que nos exigen más mística y más profecía para despertar al mundo: “espero que despierten al mundo 3 porque la nota de la VC es la profecía” . Teniendo en cuenta este contexto, el Congreso ha propiciado la escucha de los Clamores de la Vida Consagrada, que forja sus Convicciones y que busca horizontes de novedad con sus Compromisos. Los ponentes y los talleristas, los foristas y los panelistas, las animadoras y los presidentes de las celebraciones, que nos han acompañado, sin duda han sido una gran mediación del Espíritu. Sin embargo, el fruto que esperamos y pedimos de este Congreso depende, en gran parte, de todas y todos nosotros, VC de América Latina y el Caribe, y del mundo, protagonistas de esta búsqueda, a la escucha del Espíritu. Todas y todos somos responsables del Congreso y de su gracia, todas y todos debemos lograr

3 Cf. Papa Francisco. Carta Apostólica a todos los Consagrados con ocasión del Año de la Vida Consagrada, 21 noviembre 2014, 2, p 17.


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lo que esperamos de él, con nuestra participación personal y comunitaria, responsable y entusiasta. Anhelamos un modo nuevo de vivir la VC hoy. Este anhelo ya es un don que nos quiere llevar a más. Seamos 4 cómplices del Espíritu , a quien buscamos decididamente en lo que hemos escuchado y compartido, en el aula y en los pasillos, en las ponencias y en los talleres, en los momentos de descanso y esparcimiento y en los de oración bíblica y eucarística, en los espacios de encuentro con la VC y la Iglesia local en todo momento. En este propósito nos identificamos con las Nuevas Generaciones, por una parte, y con la Vida Religiosa Contemplativa, por otra, que se han encontrado en una jornada previa, así como con los participantes de las Jornadas Alternas. Ellas y ellos también oxigenan nuestras búsquedas de una VC nueva posible y urgente. Seguimos atentas y atentos a percibir, lo que el Espíritu, la Ruáh Divina, nos ha querido comunicar y regalar en este Congreso. Es urgente que reconozcamos lo que está pasando en la VC, “desde donde

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estamos y como estamos” que acojamos el momento que nos toca vivir y donde nos toca estar, con una actitud teologal, es decir, con un corazón creyente, esperanzado y enamorado. La VC, a lo largo de los tiempos y lugares, ha sido continuamente dinamizada por el Espíritu; Él la impulsa a dar respuestas nuevas y actuales. Gracias a esta vitalidad interior, sigue presente en la historia, por más que algunos profetas de malos augurios nos digan que nuestros días están contados. Pero esto no significa que hoy no deba renovarse, refundarse, dejarse resucitar “para que tenga futuro y darle futuro al 6 presente” . Las cosas dentro de la VC han evolucionado, el contexto también, por eso nos urge el cambio desde una 7 8 docilidad corresponsable y cómplice al Espíritu Santo. Más que nunca necesitamos de un sano realismo sin dejar de acompañarlo de nuestros sueños y utopías, así como de los anhelos sinceros de responder más evangélicamente a las llamadas de Dios y a los clamores de la humanidad. Si tenemos esto en cuenta, “el Espíritu Santo y nosotros” (Hch 15,28)

4 Cf.: GARCÍA PAREDES, José Cristo Rey, Cómplices del Espíritu. El nuevo paradigma de la Misión, Ediciones claretianas, Madrid 2014. 5 Horizonte Inspirador de la CLAR 2012 - 2015, p 14. 6 ARNAIZ, José María, Radiografía y propuesta de la Vida Consagrada, Conferencia a los Obispos de Chile sobre la VC, 2015. 7 Cf. Escruten, II Carta a los Consagrados y Consagradas en camino por los signos de Dios, p 6. 8 Cf.: GARCÍA PAREDES, José Cristo Rey, Cómplices del Espíritu. El nuevo paradigma de la Misión, Ediciones claretianas, Madrid 2014.

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estaremos en capacidad de tomar decisiones importantes y acertadas en el 9 momento oportuno . Sabemos que los procesos existen, que la vida tiene etapas. La naturaleza tiene estaciones, la VC también. Jesús nos habla de “morir para dar fruto” (Cf. Jn 10,11.ss), y Él mismo se convierte en el grano de trigo que muere y resucita a la vida nueva. El Misterio Pascual llena de sentido nuestro presente. No tenemos miedo a morir, sino a no aprender a

vivir la Pascua, a no dar el paso que en este momento de la historia nos toca. Estamos hechas y hechos para hacer pascuas, para la vida, para la luz: Todas las criaturas terrenales tenemos sed de auroras. También los hombres germinamos. En nuestro pecho late una semilla y lucha por pasar de las tinieblas a la claridad. Nuestro destino no es la noche, sino el día. Como el árbol busca el sol y tiende a él sus ramas, así nosotros buscamos a tientas nuestro camino 10 hacia la luz .

9 ARNAIZ, José María, Radiografía y propuesta de la Vida Consagrada, Conferencia a los Obispos de Chile sobre la VC, 2015. 10 FUENTES AGUIRRE, Armando, periodista y poeta mexicano


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Tenemos la seguridad de que este Congreso es ya un nuevo Pentecostés, que nos resucitará, y que prenderá fuego en el corazón de la VC del Continente y del mundo entero. Dejémonos “despertar” por el Espíritu a una VC que experimente y demuestre “que Dios es capaz de colmar nuestros corazones y hacernos felices… que la auténtica fraternidad vivida en nuestras comunidades alimenta nuestra alegría; que nuestra entrega total al servicio de la Iglesia, las familias, los jóvenes, los ancianos, los pobres, nos realiza como personas y da plenitud a nuestra 11 vida” . Esto es lo que sin duda esperan nuestras hermanas y nuestros hermanos en todas las Conferencias Nacionales; nuestras comunidades religiosas; las familias carismáticas con los laicos que comparten nuestra vida y misión; las Iglesias particulares; y, en todos los casos, los pobres a los que intentamos ayudarles a vivir su ciudadanía teológica en el Reino. Es lo

que la Iglesia y concretamente el papa Francisco, esperan también de nosotras y nosotros, particularmente en este Año de la VC. Y, sobre todo, es la invitación que hemos recibido del Señor y es su promesa. Hay que darle la razón al Espíritu Santo que nos impulsa a dejarnos revitalizar, a resucitar a una VC más evangélica, más transparente de la alegría del seguimiento de Jesús. Que Él nos re-encante la fe y la vocación, el compromiso con la Nueva Evangelización, la realización de una Iglesia en salida y de los pobres, y la llegada del Reino. Betania sin duda nos lleva a Pentecostés. Pero antes, hay que “retirar la piedra… salir fuera… quitar las vendas”, para que la VC pueda andar… con la libertad del Espíritu, sin ponerle resistencias (Cf. Jn 11,39.43.44). ¡Pongámonos, pues, en camino, con confianza y alegría!

11 Papa Francisco. Carta Apostólica a todos los Consagrados con ocasión del Año de la Vida Consagrada, 21 noviembre 2014, 1, p 15.

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“…Escuchemos a Dios”: Hermenéutica del

icono de Betania, horizonte inspirador de la CLAR Por: Mercedes Leticia Casas Sánchez, fsps

Introducción el Icono de Betania que fundamenta el Horizonte Inspirador de la CLAR (Jn 11, 1-57_12,8) se desprenden nuestras convicciones. Algunos consideran que las convicciones son para los pequeños, para seres limitados que necesitan delimitarse. Pero el apóstol Santiago nos da a entender que una persona sin convicciones, “es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra” (Sant 1,6).

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Nos apoyamos en las convicciones sobre todo en los momentos difíciles, o cuando hay que tomar decisiones, porque ellas son como un faro que nos guía. Las convicciones de la CLAR son sus valores, sus compromisos y sus motivaciones evangélicas. Somos conscientes de que como Vida Consagrada (VC) podemos tener en este momento convicciones fuertes sobre cosas que ahora ya no responden a los clamores de Dios en la vida, y que necesitamos reformularlas con fidelidad creativa, de acuerdo a nuestros carismas

1 De Ensenada, Baja California, México. Ingresó a la Congregación de las Hijas del Espíritu Santo en 1974 y

emitió sus primeros votos en 1977. Hizo un diplomado en Educación de la Fe y un bachillerato en Filosofía y Teología con la Universidad Pontifica de México y la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma; adelantó una maestría en Patrología en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Fue responsable de pastoral vocacional de su Comunidad, maestra de pos- tulantes, maestra de novicias; coordinadora del Instituto Inter-religioso de formación de la CIRM; fundadora de las casas de su Congregación en El Alto, Bolivia, y Santiago de Chile. Es la Superiora General de su comunidad desde 2005, fue reelegida en el último Capítulo General. Fue Vicepresidenta de la CLAR y de la CIRM en las anteriores Juntas Directivas. En la XVIII Asamblea General de la CLAR fue elegida como Presidenta para el período 2012 - 2015.


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y a los signos de los tiempos y lugares. Desde luego que, como VC, tenemos convicciones que son tan obvias que no tendríamos por qué acentuarlas. Pero como bien sabemos, lo que es obvio hay que decirlo, porque precisamente por ser tan obvio lo damos por supuesto y dejamos de tenerlo como referente. Habría que escuchar más estas convicciones a lo largo de toda nuestra VC, darnos tiempo para ello y reformularlas de acuerdo a lo que el Espíritu nos vaya diciendo en el camino. Puede ser que, cuando no escuchamos con frecuencia nuestras convicciones, se conviertan en clamores, que en el fondo, expresan el gemido del Espíritu que clama dentro de la VC para que sea aquello para lo que está llamada a ser: mística y profecía, ternura, consuelo y alarma que despierta a la humanidad. En este momento la VC necesita dar un salto de cualidad hacia una VC nueva, resucitada. Tal vez demos un salto modesto, humilde; o tal vez logremos dar uno más significativo. Pero de que toca darlo, toca. Hay que hacer que pase lo que el Espíritu Santo y nosotras/ os queremos que pase. Nuestras convicciones 1. La Palabra de Dios es el eje transversal de la Vida Consagrada en la formación, la espiritualidad, la comunión y la misión La VC vive de la Palabra de Dios. En la medida en que esta Palabra está al

centro de nuestro corazón, de nuestras comunidades y de nuestra misión, va realizando una transformación o Cristoconformación. La Palabra de Dios cruza, atraviesa todas las dimensiones de nuestra consagración. Desde nuestro Icono de Betania, Marta, María y Lázaro, nos lo recuerdan: hay que vivir de la Palabra y desde la Palabra; ella nos lleva al encuentro de nuestra interioridad, espacio habitado, donde se alimentan el amor, el encuentro, la entrega, la gratuidad, la comunión; interioridad tocada por la Palabra del Maestro, por su voz. Marta, se dirige a María, su hermana, y le dice al oído: “el Maestro está ahí y te llama. Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue donde él… Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí” (Jn 11,28-31). Sólo la voz del Maestro que nos llama, como a María, nos puede levantar para salir a su encuentro; sólo la voz de Jesús nos puede dar la prontitud para salir de nuestro ensimismamiento que a veces “nos deja en casa”, para salir de la desesperanza y acudir al encuentro de la vida, y salir con rumbo, con horizonte. La transversalidad de la Palabra de Dios supone para la VC hacer experiencia de Dios en lo cotidiano, aún Informativo

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en medio de tareas que nos absorben. Podemos desenfocarnos de la Palabra y no mirar hacia nuestro centro, hacia lo que nos vertebra la vida. Nos podemos salvar de la mediocridad y del inmovilismo en la medida en que vivimos desde lo profundo, desde la escucha, saboreando la vida por dentro, como “rumiándola”, atesorándola en el corazón. Vivimos muchas veces “distraídas/os” de la Palabra que se pronuncia de tantas maneras y se escucha sólo en el silencio del corazón. La VC no puede privarse de una experiencia interior intensa, de una espiritualidad profunda que se deja alcanzar por el Misterio manifestado en la Palabra que es Jesús. Darse espacios para la escucha, para la oración explícita, es decir, querida, preparada, esperada, sufrida, prolongada, de manera que nos “entrenemos” a escuchar la voz del Maestro que nos llama en las distintas realidades de la vida: en sus mensajes, en las y los amigos, en las muertes, en la historia. Una de las más grandes batallas de la vida es la oración, el ponernos frente a la Palabra. Cuántas veces nos gana el activismo y perdemos de vista nuestras prioridades, nos desvinculamos de lo gratuito de la vida, del saber “perder el tiempo” en lo esencial. ¿Nos dejamos conducir en lo cotidiano por la Palabra? ¿Nos dejamos conducir mistagógicamente por Ella y convertir en mistagogas/os de las hermanas y

los hermanos, místicas/os “de los ojos abiertos” (J.B. Metz)? Marta, se expresa ante la PalabraJesús con una espontaneidad confiada. No esconde su desilusión ante la ausencia de Jesús, no espiritualiza el dolor. En ese momento es “la hermana del muerto” (v.39) la que habla: “si hubieras estado aquí…” Frente a la Palabra afloran nuestros más hondos sentimientos, se ponen en evidencia nuestras reacciones más humanas, mundanas. Necesitamos exponernos más ante la Palabra, evidenciar lo que experimentamos en este momento como VC. Tenemos miedo a nuestra crisis, a decir que estamos pasando por un duro invierno, nos cuesta admitir que somos, como Marta, las hermanas/ os del muerto o al menos del enfermo; la VC sabe que en la medida en que reconoce su realidad cruda y dura, con sus luces y sus sombras, en esa medida empieza su camino de transformación. No se da verdadera transformación sin antes reconocer el límite, la dificultad, los dinamismos de muerte así como los dinamismos de vida que ya están presentes en la VC y que van abriendo horizontes de novedad en la medida en que tomamos decisiones místicas y audaces. Cuando Marta le dice a Jesús: “si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”, expresa, por una parte, el reconocimiento de que cuando no está Jesús al centro de la vida y la comunidad viene la enfermedad y la muerte; y por otra parte, nuestra


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convicción de que sólo cuando Jesús está en el centro de la vida y la comunidad, tenemos vida y caminamos hacia adelante. La Palabra también nos pone en un diálogo comunitario, en discernimiento, especialmente cuando hacemos la Lectio Divina. Es la lectura mística del texto, una participación del Espíritu de Dios para que aprendamos lo que Él nos quiere decir. Y para eso hay que darnos tiempo, “dos días” (Jn 11,6) que pueden significar horas, días, meses, antes de querer dar respuestas inmediatas a sus invitaciones. La oración nos da “capacidad de aguante” y al mismo tiempo “el sentido de lo inaguantable” que nos urge a dar respuestas audaces desde la comunión. Es una oración que pasa primero por el propio corazón y después es compartida con las hermanas y los hermanos. Nos sentimos acompañadas/os en nuestras decisiones y aminora nuestro normal miedo a “tropezar”, pues quien ve la Luz, dice Jesús, no tropieza (11,9). Nos dice el Instrumento de Trabajo del Congreso que hemos hecho lecturas de la realidad de la VC a

veces muy espiritualizadas. A Jesús hay que hablarle con franqueza y al mismo tiempo con humildad. El “si hubieras estado aquí…” no es sólo un reproche para Jesús, sino una primera profesión de fe pero en subjuntivo, un reconocimiento de que cuando Él no está en medio de la comunidad entonces todo se enferma y muere, no hay quien vea por la comunidad. Lázaro o Eleazar es “aquél por quien Dios ve”. La VC sabe qué sólo teniendo a Jesús, Palabra del Padre, en el centro, dejando que atraviese nuestros días y nuestras noches, habrá vida, frescura, ambientes comunitarios y eclesiales sanos, humanizadores y humanizantes. Darnos tiempos sabrosos y buscados con ilusión para orar la Palabra, para arrullarla en el corazón, para compartirla entre hermanas/os, de manera que ilumine nuestra vida, la confronte y lance hacia 2 adelante . La Palabra nos sensibiliza para escuchar los mensajes que nos envía la realidad. Nos pone en una actitud de contemplación que da una mirada que va más allá de los hechos: “Esta enfermedad no es de muerte” (Jn 11,4). Dice el papa Francisco: “digan

2 MACCISE, Camilo, En el invierno Eclesial. Memorias de un carmelita profeta. Ed. Debate, México, 2015, pág.

424: “En la espiritualidad latinoamericana se busca una síntesis entre contemplación y acción, entre oración y compromiso con los hermanos, entre oración personal y oración litúrgica. Se trata de tener una mirada contemplativa que lleve a la oración la vida de cada día. Los tiempos dedicados a la oración van abriendo a una visión contemplativa de la realidad que descubre en todo a Dios. Se trata de llegar a ser contemplativos en la oración y en el compromiso de una evangelización liberadora”.

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a los nuevos miembros, que rezar no es perder tiempo, que adorar a Dios y alabarlo no es perder tiempo. Si nosotros, los consagrados, no nos detenemos cada día ante Dios en la gratuidad de la oración, el vino se 3 volverá vinagre” . Esta Palabra hace procesos de fe en el corazón, en la comunidad, en la misión. Es un camino mistagógico en el que poco a poco vamos pasando de la desesperanza… “Si hubieras estado aquí…”, a la fe plena… “Sí Señor, yo sé que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo” (11,27), como sucede en Marta y María. ¿Qué tanto nos vivimos desde la Palabra, desde sus criterios y su luz? ¿Es la Palabra lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro sendero? ¿Reconocemos que la Palabra nos sale al encuentro de mil maneras? Como VC, ¿nos sabemos y sentimos discípulas/os: desaprendiendo para aprender de la Palabra?¿La VC es una vida que se arrodilla a los pies de JHS y que está atenta de no quedarse sentada a los pies de sus propias ideas, certezas, terquedades? La centralidad de la Palabra armoniza a Marta y María, y nos armoniza como

VC, porque nos vivimos desde el centro, desde Jesús. Una vida con centro se vuelve más humana, y humaniza. ¿Por qué da la impresión de que hay un cierto estilo de VC poco cálido, donde nos faltan expresiones tan sencillas y humanas como el “¿puedo?”, “muchas gracias” y “perdón”? ¿La falta de humanidad y de humanización no corresponderá a la falta de centralidad en la Palabra encarnada que al tocarnos nos humaniza? 2. La escucha auténtica permite acoger los clamores de la vida, en especial entre los pobres y las Nuevas Generaciones La escucha atenta de la Palabra nos sensibiliza el oído ante los mensajeros que nos envía la vida, la realidad que amamos: “Señor, aquél a quien tú quieres está enfermo” (Jn 11,3). “El Evangelio es un fuego que le quema a uno la tranquilidad. No se puede ser cristiano y soportar la injusticia con la boca callada. Jesús dice en el Evangelio que Él nos juzgará el último día por lo que hayamos hecho con nuestros hermanos más pobres y oprimidos” dice Mons. Pedro Casaldáliga. Escuchar con autenticidad la Palabra nos lleva a entrar en espacios para discernir comunitariamente qué hacer,

3 PAPA FRANCISCO, A la Asamblea Plenaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades

de Vida Apostólica. 27 nov. 2014.


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qué pasos dar y cuándo hay que darlos. Jesús, ante la noticia de la enfermedad de su amigo, parece reaccionar con cierta lentitud. Ante nuestras prisas, expresadas ya desde el Antiguo Testamento: “Señor, date prisa en socorrerme”, Jesús reacciona a un ritmo ilógico. La Palabra nos enseña los ritmos con los cuales hay que responder ante las llamadas y urgencias que nos hacen las personas y la vida misma. Vivimos muy de prisa. Necesitamos sentarnos y darnos tiempo para escuchar en ella lo que el Espíritu nos dice: escuchar para luego mirar, es decir, discernir lo que conviene, lo mejor… y luego, tomar la decisión, ponerse en camino con prontitud. En la comunidad de Betania está presente el “sin-sentido” a través de la enfermedad y la muerte de Lázaro. Como VC tal vez estamos viviendo momentos de “sin-sentido” en los que necesitamos retomar el sentido de nuestra vida. Necesitamos escuchar los clamores que están dentro de nuestras comunidades, especialmente en el corazón de las Nuevas Generaciones (NG). Necesitamos recuperar el sentido de la espera, de la lentitud, de los diálogos comunitarios en los que no nos condicione el reloj. A veces decimos que las NG están más comunicadas hacia fuera que hacia dentro de sus comunidades, y esto puede ser real. Pero también nos hace pensar: ¿será que nos encuentran

siempre muy ocupadas/os, con agenda llena, corriendo a toda prisa hacia la pastoral, o con el cansancio a cuestas que nos hace inabordables? ¿Será que encuentran más calidez humana, más contención afuera que dentro de nuestras casas? Necesitamos escuchar más nuestros propios sin-sentidos, por ejemplo, en relación con los votos. Para las NG ¿significan lo mismo que para quienes ya llevamos camino andado? Una relectura de los votos, una resignificación de los mismos nos viene bien a todas y todos, si queremos entendernos mutuamente, si anhelamos caminar en comunión desde el carisma y en la misión hoy. Acompañar a las NG en este momento pascual de la VC es urgente. Ingresar a una VC que ya para muchos no es relevante, constatar la disminución numérica y el envejecimiento, sumergirse en la vorágine del activismo pastoral, no tener tiempo para lo gratuito, para lo bello, para el descanso en común, necesita de corazones recios, que no sólo se sientan acompañados, sino que compartan sus “visiones”, cómo ven nuestro presente y nuestro futuro; y con quienes compartamos nuestras utopías y sueños, tomemos decisiones osadas, proféticas, evangélicas que devuelvan el sentido de la vida y de la alegría. “Tus hijos y tus hijas profetizarán, tus ancianos soñarán Informativo

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sueños y tus jóvenes verán visiones” (Jl 3,1b) dice el profeta. ¡Es urgente dar un nuevo espacio en nuestras comunidades a la utopía!, a la fantasía del Espíritu “que ha sido derramado en toda carne” (Jl 3,1a; Rm 5,5). 3. El rostro de Cristo en los rostros de los pobres “A los pobres siempre los tendrán” (Jn 12,8), no como un peso, sino como nuestro tesoro. Decía un Padre de la Iglesia: “los pobres son el tesoro de la Iglesia”. Son nuestros señores, son Jesús: “cuanto hiciste a uno de estos hermanos míos, más pequeños, a mí me lo hiciste” (Mt 25,40). La VC emprende un nuevo éxodo a vivir entre los más sencillos, desde ellos, por ellos, sea cual fuere su carisma o campo de apostolado. El “desde dónde” nos vivimos es lo que cuenta. Un pie puesto en la Palabra de Dios y otro pie puesto en la realidad, especialmente de nuestros hermanos más pobres. Al encuentro de los pobres hay que salir a toda prisa, pero no sin discernimiento. Tal vez en algunos momentos nuestra salida parezca asistencialista, pues no siempre se aprende rápido a pescar…, pero eso sí, “¡hay que ir a las causas!” como lo dijo el papa Francisco a la 4 CLAR , y ejercer nuestra dimensión

profética siendo la conciencia viva de la Iglesia y de la sociedad. La VC quiere estar ahí, donde se juega la vida, salir de nuestras comodidades donde nadie nos molesta, salir de nuestros aburguesamientos justificados, de la mundanidad que nos asecha, pues queremos tocar la carne de Cristo y dejarnos tocar por ella, queremos oler a Cristo, oler a lucha cotidiana, a autobuses, a metro, a ciudad Bolívar, a favelas, a cinturones de miseria; queremos también oler a esas otras marginalidades con las que nos encontramos en las ciudades, en las universidades, en los hospitales, en los suburbios, en nuestras pastorales. A los pobres los tendremos siempre con nosotros, y como VC queremos invertir la vida ahí, con ellos, aprendiendo de ellos su confianza en el amor providente de Dios, su gratuidad, su capacidad de ser felices viviendo con tan poco, tal vez porque su secreto está en el compartir. Desde aquí podríamos resignificar nuestro voto de pobreza. La verdadera renovación de la VC pasa por una renovada opción evangélica por los pobres. Nos lo han confirmado Aparecida y el Papa Francisco. Una VC que elige vivir “el lado pobre de la vida”, el lado sencillo, que opta

4 Cf. Audiencia privada del Papa Francisco a la Presidencia de la CLAR, 6 de junio de 2013.


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por estar donde nadie voltea a mirar. La VC está rehaciendo sus pasos hacia la encarnación y la inserción, porque está convencida de que “a los pobres los tendremos siempre con nosotros” y, por lo tanto, nos toca acompañarlos y dejarnos evangelizar por ellos siempre, alentar su esperanza, consolar sus tribulaciones. Marta le dice a María al oído: “el Maestro está ahí y te llama” (Jn 11,28). La VC le dice a esas realidades de pobreza y marginalidad que Él está ahí, y es capaz de transformar los dinamismos de muerte, de injusticia, de violencia, en dinamismos de vida y vida en abundancia, porque Él es la resurrección y la vida. 4. La unidad y la diversidad por las categorías de género que reflejan en este Icono las dos mujeres, con su protagonismo, y los varios hombres, con su pasividad Betania es una comunidad cristiana que tiene como protagonistas a dos mujeres, Marta y María. Llama la atención la poca acción de los varones en este texto. De seguro ayudarían a mover la piedra. Lázaro siempre está enfermo, o según Jesús, durmiendo o definitivamente muerto. Y cuando sale de la tumba necesita que le quiten la piedra y las vendas. Al final de nuestro Icono, en el banquete de Betania está sentado al lado de Jesús. Los otros varones del texto, excepto los discípulos, se la pasan confabulando muertes. Lázaro

es hermano de María y Marta y en un momento el evangelista hasta le borra el nombre y lo llama “el muerto”. Algo nos quiere decir san Juan. Está hablando probablemente de una comunidad concreta donde se ha dado un salto cualitativo, donde las mujeres tienen cabida, han sido confirmadas por Jesús, unas mujeres que daban ejemplo de servicio discipular, de diaconía. Es significativo el que en esa familia de amigos de Jesús sólo hay hermanos, no hay un padre o madre. Jesús preside como el hermano mayor, pues quien es el Padre ahí es el Abbá de Jesús: “a ninguno llamen Padre, porque uno sólo es su Padre celestial” (Mt 23,9). La VC femenina va teniendo cada vez un papel más significativo en la medida en que se vive desde la mística profética de la diaconía y la contemplación. No sólo porque es mayoría, sino porque desde la ternura, la alegría y la paz cuida la vida, así como desde la osadía, la audacia y la corresponsabilidad. El contexto de la resurrección de Lázaro está cobijado por el amor de dos mujeres, sus hermanas. La mujer tiene una capacidad para propiciar espacios de resurrección, para dejar que salga la vida; las mujeres, en este Icono, son quienes confrontan la ausencia de Jesús, quienes la evidencian, y las primeras en dar el paso de fe: “sí, Señor, yo creo” (Jn 11,27) que Jesús provoca con su doble pregunta: “Marta, ¿crees esto?” (Jn 11,26.40).


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Con todo y este protagonismo, se percibe en la cena de Betania la profunda comunión que se da desde la igualdad en la diversidad. Todas y todos hermanos, con diferentes ministerios. Necesitamos una Iglesia con mujeres y hombres consagrados buscando juntos caminos, en diálogo sincero, fraterno, asertivo, diciendo la verdad en el amor y con humildad para aceptar los errores y también para seguir adelante. En la Iglesia, Pueblo de Dios, no debería haber “oyentes”, sino todas y todos participando, construyendo el Reino. ¿Por qué todavía en algunos espacios eclesiales la VC femenina y la de los religiosos hermanos sólo va de “oyente”? ¿Qué tal si se abrieran espacios más proféticos, inclusivos, contraculturales para la misma Iglesia, y nos escucháramos sentadas y sentados a la misma mesa? ¿Y qué decir de la participación laical? En la medida en que la VC despierte todo su potencial femenino, su “anima”, será más fecunda. La ternura, el consuelo, el cuidado de las personas, de la madre tierra, la audacia y fortaleza, son aspectos muy femeninos que no sólo corresponden a la mujer, sino a lo femenino que vinculamos con la Ruah divina, el Espíritu de Dios, que concede los carismas y cuida la unidad. Necesitamos una VC más pneumatizada, llena del Espíritu.

Necesitamos un nuevo Pentecostés para resucitar y llenarnos de un fuego nuevo que encienda otros fuegos. Cada vez nos necesitamos más. El Concilio Vaticano II nos ha abierto un panorama nuevo de Iglesia, Pueblo de Dios, Pueblo Sacerdotal, en el que “cada cual con su taburete tiene un puesto y una misión”, como cantamos en la beatificación de Mons. Romero en El Salvador. Esto es lo que la convierte en Iglesia de comunión. Una VC sólo tiene razón de ser cuando se sabe vinculada con, pertenencia de… Cuando camina junto a sus pastores, junto a sus hermanas y hermanos, pero desde su identidad propia: su misión místico-profética. Esta comunión sólo se da gracias al Espíritu desde la riqueza de la diversidad de los carismas y ministerios. Comunión que está bien representada en la mesa de Betania, donde están sentados todos a la par, con Jesús, teniendo sólo a Dios como Padre, y a los demás como hermanos. Comunión donde se da también el protagonismo del servicio, de la “atención concreta”, de la diaconía que no es servilismo sino expresión de la ternura propia de la mujer representada en Marta, quien sirve el alimento, lo parte y lo reparte entre los invitados, y que ahora lo bendice desde el silencio hecho ternura y alegría, sin reproches…. Comunión eucarística que ya no es auto-referencial porque la Vida está puesta en su centro, y esa Vida es Jesús. Betania nos enseña a ser comunidades eucaristizadas.


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María de Betania participa de esta comunión con la unción (Cfr. Jn 12,3). Nos habla de una VC que unge con ternura y que se lanza a hacer gestos audaces, gestos proféticos que dejan ver la desmesura, el desbordamiento, lo exagerado, el “sin medida” del amor. La VC hoy está llamada a testimoniar esta comunión a tiempo y a destiempo tanto en nuestras comunidades, como en la misión más remota. Marta y María nos enseñan que la comunión se construye desde el servicio y la unción; servicio que implica vivir nuestro protagonismo evangélico, fieles a nuestros carismas, atentas/os a la realidad; servicio que no busca el primer puesto, que se siente más cómodo del

segundo en adelante, que no busca el reconocimiento ni la aprobación sino que “aguanta” la no relevancia; servicio que es capaz de dialogar con Jesús cara a cara y expresarle sus expectativas, sus dudas, hasta llegar a la comunión creyente: “¡sí, Señor, yo creo!”. 5. La resignificatividad simbólica de la Vida Consagrada Una VC nueva es posible y urgente. ¿Cuáles serán los odres nuevos para el vino nuevo? Nos podemos preguntar: “De cara a la cultura global, neoliberal, que trata de imponerse por doquier, ¿tiene la VC palabras o gestos 5 proféticos que proponer?” Este Icono de Betania está lleno de una simbología

5 GARCÍA PAREDES José Cristo Rey, Cómplices del Espíritu. El nuevo paradigma de la Misión, Publicaciones

Claretianas, Madrid 2014, pág. 199.

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que nos motiva y cuestiona. Tenemos piedras que mover, estructuras que aligerar. ¡No podemos seguir igual! Marta nos recuerda que la VC es una vocación de servicio a la comunidad humana, desde la gratuidad y la fascinación por Jesús. María expresa el derroche y la gratuidad del amor que se derrama sin más. No está de moda ungir los pies, y si hay alguien que lo hace, y sí que las y los hay, nunca saldrá en el periódico. Marta y María actúan por fascinación, por enamoramiento, por un amor apasionado, audaz, profético. La VC o actúa por este amor o sólo funciona bien, y a veces no tanto. El perfume derramado por María es una invitación a esparcir el buen olor del Espíritu, el perfume de la gratuidad y la alegría. La belleza es inútil. Como inútil son los amaneceres y los atardeceres… Derrochar el perfume de la vida en servicio amoroso, ungir unos pies que después se llenarán de polvo y serán crucificados, es inútil… Desde aquí podríamos resignificar nuestro voto de castidad. Cuando la VC reconoce, con actitud humilde, su realidad de dormición, enfermedad, o muerte... en que está sumida, se genera un dinamismo pascual y transformador. Sabemos que hay que despertar para despertar al mundo. El reconocimiento de nuestra realidad, de los propios clamores, no se hace

siempre con la sonrisa en los labios, pero sí con la lámpara encendida de la fe y la esperanza. Pues sabemos “que en todo interviene Dios para nuestro bien” (Rm 8,28), y que los inviernos no acaban con la vida, sino que la cobijan, la guardan, la contienen, hasta que explota en primavera. Marta, no duda en decirle a Jesús que su hermano está enfermo, que le falta su presencia. Reconocer que tenemos enfermedades tales como la falta de alegría, el apego a nuestras obras, el creernos salvadoras/ es de la humanidad, el replegamiento en nosotras/os mismas/os, comunidades enfermas de patologías egocéntricas, anemia espiritual, en donde a veces el ego predomina sobre la comunidad, no es bonito, pero puede ser generador de una verdadera conversión a la vida, a la resurrección; de una VC que recupera humanidad y calidez hacia dentro y hacia fuera. Es cierto que nadie crece sólo desde lo negativo, pero reconocer nuestros adormilamientos y enfermedades supone una actitud humilde, que nos hace bien tenerla, y Dios bendice la humildad: “a un corazón contrito Señor, Tú no lo desprecias” (Sal 50,19). Lo importante es creerlo. Jesús le pregunta dos veces a Marta: “¿crees esto?” (11,26), “¿No te he dicho que si crees…?” (11,40), y la pregunta es la misma para la VC en este congreso: “VC, ¿crees esto? ¿Crees que aunque estés algo dormida, o enferma, o


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moribunda, vivirás, resucitarás, tendrás vida nueva?” Y nuestra convicción, como la de Marta, es la del pasar de un “ya sé” (Jn 11,24) al “sí Señor, yo creo” (Jn 11, 27), creo que sólo desde la fe en Cristo Resucitado se despertarán y resucitarán aquellos aspectos que se nos han enfermado al pasar de los años y se despertará también nuestra osadía para tomar decisiones que marquen un rumbo nuevo a nuestra consagración y misión. Sólo la fascinación por Jesús y la pasión por la humanidad, mantienen con vida y con sentido vidas enamoradas, centradas en Dios, que traslucen alegría y generan paz. Rostros menos avinagrados y más esperanzados. No son las arrugas ni las canas las que ahuyentan a las personas, sino las miradas tristes, enfermas, moribundas; los gestos dominantes, las posturas rígidas y deshumanizantes. La VC centrada en Jesús hace mujeres y hombres fascinantes y encantadores. Aquí se juega gran parte de la fecundidad vocacional. Una VC así, con pasión, remueve y aligera estructuras. En la medida en que nos aligeremos, quitemos la piedra, dejaremos que fluya más el Espíritu. “¡Salgan!”, nos dijo el papa Francisco a la CLAR… No te

quedes en tus muertes, en tus crisis, en tu invierno, porque hay vida por delante. Decídete por un presente que tenga futuro y sueña un futuro que configure y llene de vida y alegría tu presente. La vida se encuentra en la entrega, en la salida misionera. “¡Sal fuera!”, no importa la edad, el lugar, la enfermedad. Una formación que insista en esta salida nos hace bien y mucha falta. Algunas/ os jóvenes vienen a la VC con miedo a salir, quisieran un refugio después de vivir tan desprovistos en una sociedad tan líquida. Pero hay que ayudarlos a ponerse en camino, a entrar por la vía de la entrega, de la gratuidad. Cuando las NG saborean el camino de la radicalidad y el gozo, del amor hecho servicio a los pobres, a los nuevos rostros de pobreza, cuando ven una 6 VC “acompasionada” son capaces de grandes cosas, y con su creatividad, fantasía, arrojo, empujan a la VC hacia nuevos horizontes. Las y los consagrados no tenemos miedo a envejecer, a dar la vida hasta el último suspiro, estemos donde estemos, estemos como estemos. Una VC en salida implica una obediencia a la voz del Espíritu. Lázaro, muerto, escuchó la voz recreadora del Espíritu en Jesús y sale a reconstruir la comunidad desde

6 Expresión de Mons. Piere Juvinville.

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la centralidad de Dios. Desde aquí podríamos resignificar nuestro voto de obediencia. Pero sabemos que esta salida misionera va acompañada de actitudes nuevas, pues no queremos salir desde el poder, sino desde el servicio; no desde quien enseña, sino desde quien aprende junto son sus hermanas/os; no desde el prestigio sino desde el no contar; no con el apoyo de los grandes de la tierra, sino sostenidos por la acogida de los más pequeños. Nuestra VC quiere vivir la nueva profecía de la pequeñez, que es la profecía del Reino, descrito por Jesús con imágenes como el granito de mostaza, la levadura en la masa, la perla escondida, etc… Nos convence una VC más sencilla, más igual al común de los cristianos, ya que como dice nuestro querido Papa Francisco, todos estamos llamados a vivir el seguimiento radical de Cristo. Lo propio de la VC, su identidad, es lo que se deja ver en sus ojos, en sus gestos simbólicos, proféticos y evangélicos que, con hábito o sin hábito, la hacen “ser memoria viviente del modo de existir 7 y de actuar de Jesús” , y así es como despierta al mundo. Marta, sale al encuentro de Jesús en este Icono de Betania. Al final, en el capítulo 7 VC, n. 22.

doce de san Juan, lo sirve sin reclamos, a diferencia de la actitud que nos mostraba san Lucas cuando se quejaba de que su hermana no le ayudaba en nada. Marta, alcanzada también por la resurrección de Lázaro, sirve con un amor despojado de protagonismo, lleno de gratuidad, o con un protagonismo místico profético. María, unge los pies con un perfume valiosísimo, el de su propia vida; el perfume de la adoración, del amor apasionado por Jesús… Actitudes que llenan la casa de la VC y de la humanidad del buen olor del amor y de la bondad, de actitudes que humanizan, ofrecen alivio a los pies cansados. Una VC como María, que ya alcanza a ver en los pies de sus hermanas/os un asomo de las llagas del Crucificado. Y el cabello con el que seca sus pies… María relativiza su belleza, representada en su hermosa cabellera, y la pone al servicio de Jesús: pasa del cuidado propio a la teología del cuidado de los demás. Nuestros gestos tendrían que ser signo de una VC que unge y seca los pies de la humanidad, y ésta es su verdadera belleza. Una VC que desata vendas, las propias y ajenas. Lázaro estaba atado de pies y manos; cómo pudo salir de la tumba así, más que dando un solo salto, pues no podía andar debido a las ataduras. La voz de Jesús, del Amigo Amado, de quien tal vez se había descentrado por algún


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tiempo… esa Voz le dio alas, porque el amor las da: “la voz de mi amado” (CC 2,8). “En las cavernas rocosas y en los escondrijos, deja que mire tu rostro y escuche tu voz!” (CC 2,14). “¡Levántate amada mía, hermosa mía y ven!” (CC 2,13). Pero necesitó la ayuda de quienes ahí estaban para soltarse y andar, ver, abrazar la vida nuevamente y caminar con la libertad del Espíritu. Pero no podemos hacer esto en soledad. Nos necesitamos mutuamente. La intercongregacionalidad es también una llamada que el Espíritu hoy nos hace, el fortalecer vínculos, crear redes de solidaridad, de compasión, de presencia místico-profética. En la medida en que como VC caminemos con la soltura del Espíritu iremos más allá, pero hay que dejarnos desatar de los miedos, seguridades, hay que saber soltar, y vivir más pneumatizadas/os. Lo que hizo Jesús con Lázaro fue una pneumaterapia. La VC necesita pasar por este tratamiento, someternos a una seria pneumaterapia que nos resucite, que llene de pasión y fuego nuestra vida, de palabras y gestos proféticos; que nos ponga “luz en la mirada, profecía en los labios y fuego 8 en el corazón” . Y esta terapia la da solamente el Espíritu Santo.

En Betania no se habla explícitamente del Espíritu. Jesús y el Padre parecen ser los protagonistas de la resurrección. Pero están las lágrimas de Jesús, y sus entrañas, rahamin, que se conmueven; está el Amor recirculando en los amigos. En Betania el Espíritu Santo no viene en forma de paloma, o de viento, sino que se hace presente, como decimos en el credo, como “Señor y dador de vida”, como la Madre que realiza un parto nuevo, como el seno de Dios PadreMadre que se conmueve desde las entrañas ante una comunidad amada, muy amada por Dios, pero que había caído en la rutina, en la desesperanza y en la auto-referencialidad. Las vendas que cubrían y ataban a Lázaro (Jn 11,44), son como el anti-tipo del Espíritu que “con lazos de ternura” (Os 11,4) atrae nuevamente a la comunidad al encuentro con Jesús. En la VC hay Espíritu cuando hay entrañas que se conmueven y lágrimas solidarias; cuando se da la corresponsabilidad. 6. La memoria y la profecía de los 50 años de la CLAR y del Vaticano II en el Continente La CLAR es heredera de una forma de ser y se ha dejado conducir siempre por la Palabra. Sabe que sólo desde la comunión se construye. Pero también es consciente de que no puede renunciar a su mística profética.

8 Beato papa Paulo VI.

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En sus cincuenta años de camino la VC latinoamericana y caribeña quiere ser fiel al impulso recibido por el Concilio Vaticano II en comunión con los obispos, y tiene su misión propia: ser la conciencia crítica de la Iglesia y de la sociedad. “¡No renuncien a la profecía!” nos dijo nuestro querido papa Francisco. “¡Salgan!”, “¡despierten al mundo!”. Sólo desde la fascinación por Jesús y desde la vida entregada en gratuidad la VC vivirá para lo que ha sido llamada. El Icono de Betania nos confirma en la herencia místico profética, discipular y misionera, que hemos recibido. Conclusión Como la comunidad de Betania, la VC también pasa por situaciones que necesitan ser resucitadas. Nuestros cansancios, nuestra falta de vitalidad, el aburguesamiento y nuestras utopías debilitadas, pueden ser resucitadas por 9 Jesús . La minoridad que estamos viviendo, el camino de reconfiguración, nuestra preocupación por la formación de las NG desde un proyecto alternativo

de sociedad, de Iglesia y de VC, son oportunidades desde las cuales se puede desatar un dinamismo místico-profético que revolucione a la VC y la lleve hacia horizontes de novedad. “Sí, Señor, yo creo” Jn 11,27), creo en que Tú estás en medio de nosotras y nosotros, en las Nuevas Generaciones que como vino nuevo confrontan nuestros actuales odres, y nuestras generaciones mayores que son nuestra herencia, porque heredemos de ellas y ellos su fidelidad, su pasión, su felicidad, su fecundidad. En Betania, casa de encuentro, comunidad de amor y corazón de humanidad, necesitamos resucitar en comunión; al mismo tiempo necesitamos saber esperar en comunión. María, nuestra Madre, conoce bien de estos ritmos de espera: “por su fe ve nacer el futuro nuevo y espera con 10 esperanza el mañana de Dios…” . La VC espera en este “mañana de Dios” y mientras tanto en el presente, quiere dejarse resucitar, como Lázaro, por el Espíritu; porque la vida nueva, “la nueva primavera le llegará… gracias 11 al impulso del Espíritu” , gracias a un nuevo Pentecostés.

9 Cf.: MACCISE, Camilo, En el Invierno Eclesial. Memorias de un carmelita profeta, Ed. Debate, México 2015, p.412. 10 PAPA FRANCISCO, 21 de nov. 2013, Benedictinas camaldunenses. 11 P. JOSE MÁRÍA ARNAIZ, Radiografía y propuesta de la Vida Consagrada, Conferencia a los Obispos de Chile

sobre Vida Consagrada.


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Horizontes de novedad de la Vida Consagrada en el magisterio de Papa Francisco Por: João Braz Card. de Aviz

1. Los religiosos en la Constitución dogmática “Lumen Gentium sobre la Iglesia (cap. VI nº 43-47)

L

a Lumen Gentium ha dedicado el capítulo VI por entero a los religiosos, considerándolos como miembros integrantes de la Iglesia, pueblo de Dios, junto con los fieles miembros de la jerarquía y del laicado. Los consagrados y las consagradas son hoy en la Iglesia una realidad plural, numerosa y muy significativa. Son hombres y mujeres

que responden con su vida, no a un precepto -aunque estén sometidos a todos- sino a los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia. “don divino que la Iglesia ha recibido de su Señor y que con su gracia los conserva” (nº 23). Y su valor es tal que “el estado de vida (…) constituido por la profesión de los consejos evangélicos, aún no concerniendo a la estructura jerárquica de la Iglesia, sin embargo pertenece inseparablemente a su vida y santidad” 1 (nº 44 § 4) .

1 Este dato teológico se refrenda en la Exhortación apostólica Vita consecrata, en la que cual S. Juan Pablo

II ofrece las motivaciones, uniendo la vida consagrada directamente con su fuente por el hecho que “la profesión de los consejos evangélicos está íntimamente relacionada con el misterio de Cristo, teniendo como objetivo hacer presente en cierto modo la forma de la vida de Aquel que sobresalió, señalándola como valor absoluto y escatológico. Jesús mismo, llamando algunas personas a abandonarlo todo para seguirlo, ha inaugurado este género de vida que, bajo la acción el Espíritu, se desarrollará gradualmente a lo largo de los siglos en las diversas formas de la vida consagrada. La concepción de una Iglesia compuesta únicamente por ministros sagrados y laicos no corresponde, por lo tanto, a la intención de su divino Fundador tal como se presenta en los Evangelios y en otros escritos del Nuevo Testamento (cfr. VC 29).

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Hoy, a 50 años del Concilio, la profundización en la eclesiología conciliar, tanto como búsqueda teológica, cuanto como experiencia concreta de comunión, en la feliz expresión de San Juan Pablo II, nos permite afirmar que la dimensión jerárquica de la Iglesia y la dimensión carismática son igualmente esenciales: “A menudo he tenido la oportunidad de subrayar que en la Iglesia no hay conflicto o contraposición entre la dimensión institucional y la dimensión carismática, cuya expresión significativa son los movimientos. Ambas son coesenciales en la constitución divina de la Iglesia fundada por Jesús, porque concurren juntas a hacer presente el misterio de Cristo y de su obra salvífica en el mundo. Juntas, además, intentan renovar, cada cual a su modo, la autoconsciencia de la Iglesia, que se puede decir, en cierto sentido, que ella misma es “movimiento” en cuanto evento, en el tiempo y en el espacio, de la misión del Hijo por obra del Padre, 2 en el poder del Espíritu Santo” . Esto no impide de hecho que “siendo tarea de la jerarquía eclesiástica apacentar el pueblo de Dios y conducirlo a pastos abundantes (Cfr. Ez 34,14), incumbe a ella regular sabiamente con sus leyes la práctica de los consejos evangélicos, singular instrumento al servicio de la perfecta caridad hacia Dios y hacia el prójimo” (LG 45). El Concilio ve en los religiosos y religiosas la posibilidad de la Iglesia

de presentar a Cristo a los hombres y a las mujeres, de un modo cada vez más perfecto “ya sea entregado a la contemplación en el monte, ya anunciando el reino de Dios a las multitudes, o curando a los enfermos y pacientes, convirtiendo los pecadores al buen camino, o bendiciendo a los niños, y haciendo el bien a todos, siempre obediente a la voluntad del Padre que lo ha mandado” (LG 46). Los Padres Conciliares reconocen que la profesión de los consejos evangélicos comporta la renuncia a bienes que son muy apreciables. Sin embargo esta renuncia no se opone al verdadero progreso de la persona humana; si no que más bien es una gran ayuda para la purificación del corazón; La Virgen María y los Santos Fundadores lo confirman. De este modo las mujeres y los hombres consagrados sirven de ejemplo de un modo muy particular a sus contemporáneos, asegurándoles la ternura de Cristo (cfr. LG 46) Hoy más que nunca la presencia de mujeres y hombres consagrados en la Iglesia y en el mundo puede ayudar a la cultura actual invitándola de verdad a “no tener miedo de ser felices”, y a orientar este deseo y este objetivo hacia niveles más profundos, esto será posible a condición que el consagrado y la consagrada sean ellos mismos personas humanamente felices y realizadas, testimoniando con autenticidad que seguir a Cristo y

2 2 JUAN PABLO II, Mensaje a los participantes en el Congreso mundial de los Movimientos Eclesiales, Roma, 27-29 de

mayo de 1998, nº 5.


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vivir el Evangelio realiza a la persona. Los numeroso abandonos de la vida consagrada, la cara triste e incluso huraña de muchos de nosotros y la falta de un espíritu de familia en algunas casas religiosas, son un indicio de que hay que revisar algo en el testimonio de la vida consagrada. 2. El Decreto conciliar “Perfectae caritatis” En este decreto, el Concilio Vaticano II “quiere ocuparse de la vida y de la disciplina de aquellos institutos, cuyos miembros hacen profesión de castidad, pobreza y obediencia, y proveer a sus necesidades conforme a las actuales exigencias” (PC 1). La Lumen Gentium, como recuerda el Decreto, ha afirmado que “el alcanzar la caridad perfecta por medio de los consejos evangélicos tiene sus orígenes en la doctrina y el ejemplo del divino Maestro y resalta como un signo excelente del reino de los cielos” (id.). Conocemos la vida y la disciplina de mujeres y hombres que, desde los albores de la Iglesia, se proponían seguir a Cristo de este modo y han vivido su vida en soledad o han fundado Familias religiosas que la Iglesia ha aprobado. Hoy en día es muy grande el número de estos grupos religiosos que hacen que la Iglesia esté preparada para toda obra buena y la embellecen con su riqueza carismática. Me parece oportuno proponer nuevamente aquí los principios generales de una correcta renovación de la vida y de la disciplina de los Institutos religiosos, de las Sociedades de vida apostólica y de los Institutos Seculares, que presentara el Concilio

hace 50 años, y verificar el progreso de su realización. Se trata de un continuo retorno a las fuentes de la vida cristiana, a la inspiración primera y original de los Institutos y su adaptación a las nuevas exigencias de los tiempos: – actualizar el seguimiento de Cristo, propuesto por el Evangelio con regla suprema; – conocer y observar fielmente el espíritu y las intenciones originales de los Fundadores, así como las sanas tradiciones; – participar en la vida de la Iglesia secundado las iniciativas de la Iglesia local en lo tocante a la dimensión bíblica, litúrgica, dogmática, pastoral, ecuménica, misionera de la vida cristiana y las cuestiones sociales; – informar a los miembros de los Institutos sobre las condiciones de los hombres de nuestro tiempo, sobre las necesidades de la Iglesia, para un recto juicio y una inserción acertada; – Promover, sobre todo, la renovación espiritual, que debe ser siempre prioritaria: – adaptarse en todas partes, pero sobre todo en los territorios de misión, a las condiciones físicas y psicológicas de los religiosos de hoy, a las necesidades de apostolado, a las exigencias de la cultura y de las condiciones sociales y económicas; – cultivar el espíritu de oración, e ir a las fuentes de la espiritualidad cristiana; – en primer lugar, tener en la mano todos los días la Sagrada Escritura; Informativo

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– celebrar con el corazón y con los labios la liturgia sagrada, sobre todo el misterio eucarístico; – nutrirse de la Palabra y de la Eucaristía, amar a los hermanos, respetar y estimar a los Pastores con espíritu filial, vivir y conectar constantemente con la sensibilidad de la Iglesia, dedicándose por entero 3 a su misión . A 50 años de la celebración del Concilio hará mucho bien a cada uno de nuestros Institutos leer y revisar con tranquilidad (tal vez durante el Capítulo general) estos principios generales que nos presenta la más alta autoridad de la Iglesia: el Concilio presidido por el Papa. En muchas Familias religiosas se ha trabajado mucho, pero el programa de renovación es amplio e intenso y aún no se ha agotado. Ahora más que nunca, se requiere un esfuerzo, dado que se acentúa el cambio de época y el Papa Francisco nos anima fuertemente en esta dirección. El Decreto Perfectae caritatis habla también a los Institutos dedicados a la contemplación, a los que dedica totalmente los números 7, 9, 16 y 21. Ellos “conservan siempre (…) un lugar eminente en el Cuerpo místico de Cristo” (nº 7). Son como adornos en la Iglesia y manantiales

de gracias celestiales. Son una fuente de fecundidad, embellecen y hacen crecer el pueblo de Dios. La soledad, el silencio, la oración asidua, la ferviente penitencia llevan a sus miembros a dedicarse exclusivamente a la contemplación de Dios. Sin embargo el Concilio pide también a la vida contemplativa de revisar su propio modo de ser, a la luz de los principios y criterios enunciados más arriba, adaptados a las exigencias de la contemplación, como es natural. Los contemplativos, tanto en Oriente como en y Occidente son llamados por los Padres conciliares a custodiar con fidelidad y en el espíritu auténtico la “venerable institución de la vida monástica”. A lo largo de los siglos ésta ha adquirido méritos tanto en la Iglesia como en la sociedad humana. Los monjes y las monjas están llamados a servir a Dios, permaneciendo en su presencia, ya sea dedicándose totalmente al culto divino en una vida silenciosa, ya sea asumiendo legítimamente algunas obras de apostolado y de caridad cristiana. La renovación de las antiguas tradiciones, con miras a las nuevas exigencias de las personas de hoy, se haga de modo que los monasterios se conviertan en centros de difusión de la vida cristiana (cfr. PC 9).

3 Para perfilar estos llamamientos, a causa del carácter profético de la vida consagrada, podríamos añadir las

preguntas que el Papa Francisco ha hecho durante su homilía de Pentecostés: “La novedad siempre nos da un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros si lo tenemos todo bajo control (…) tenemos miedo que Dios nos haga recorrer nuevos caminos, nos haga salir de nuestro horizonte a menudo limitado, cerrado, egoísta, para abrirnos a sus horizontes (…). Preguntémonos hoy: ¿Estamos abiertos a las “sorpresas de Dios”? ¿O nos cerramos, por miedo, a la novedad del Espíritu Santo? ¿Nos atrevemos a caminar por las nuevas sendas que la novedad de Dios nos ofrece o nos defendemos, cerrados en estructuras caducas que han perdido la capacidad de acoger?” (FRANCISCO, Homilía en la Solemnidad de Pentecostés, 19 de mayo de 2013, 1).


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Tres importantes dimensiones, ligadas sobre todo a la vida de las monjas, se están estudiando de nuevo por parte de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA), teniendo en cuenta el deseo del Papa Francisco y para continuar con la renovación propuesta por el Concilio. Éstas son la formación, la clausura papal y la autonomía de los monasterios. La formación, entendida hoy como “formación continua”, incluye las etapas iniciales y dura toda la vida. Deberá tener en cuenta la sequela Christi, en el estudio constante del carisma del Fundador o de la Fundadora, además de la cultura actual. En los documentos del Magisterio, consultados continuamente, la vida consagrada en general y la contemplativa en particular, hallarán orientación segura y fecunda. La clausura papal se refiere a las monjas de vida íntegramente contemplativa. El Concilio pidió que fuera fuertemente mantenida mientras, al mismo tiempo, se adapta a los tiempos y lugares, eliminando usos anticuados. Sin embargo las decisiones se deberían tomar después de haber oído el parecer de los diversos monasterios. A propósito de esto, ya en 1966 el Papa Pablo VI publicó normas para la actuación de los Decretos conciliares; más tarde también nuestro Dicasterio ha publicado textos 4 sobre este mismo tema de la clausura .

Pero otras monjas comprometidas en tareas de apostolado – allí donde lo requieren sus Constituciones -, no están obligadas a la clausura papal. Éstas mantienen la clausura conforme a las propias Constituciones (cfr. PC 16 § 2). Los Institutos y monasterios en vía de extinción debería unirse a otro Instituto o monasterio con fines y espíritu similares ( cfr. PC 21). El Decreto Perfectae caritatis favorece también la constitución de federaciones y uniones de Institutos y monasterios independientes (sui iuris) (cfr. PC 22). 3. La Vida Consagrada signo de comunión en la Iglesia y en el mundo en la Exhortación apostólica post sinodal Vita consecrata (nº 41-58). Desde hace casi veinte años la Exhortación apostólica Vita consecrata nos guía constantemente en la renovación conciliar de la vida religiosa. Actualmente son numerosos los Institutos que han puesto al día sus constituciones, las reglas y los directorios, siguiendo las informaciones y directivas de la misma. La Exhortación apostólica sobre la vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo, del 25 de marzo de 1996 (30 años después de la aprobación del Decreto conciliar Perfectae caritatis) es el resultado del Sínodo de los Obispos, que se desarrolló después de los Sínodos dedicados a los laicos y a los

4 PABLO VI, Motu proprio Ecclesiae Sanctae, 6 de agosto, 1966, en particular: Parte II, VI: La Clausura de las

Monjas. Ver también: SCRIS, instrucción sobre la vida contemplativa y la clausura de las monjas Venite seorsum, 15 de agosto, 1969; CIVCSA, Verbi Sponsa. Instrucción sobre la vida contemplativa y la clausura de las monjas, 13 de mayo, 1999.


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presbíteros, completando así “el tratado de las peculiaridades que caracterizan los estados de vida queridos por el Señor Jesús para su Iglesia” (VC 4). Ha ejercido y ejerce una gran influencia sobre la líneas guía para la vida consagrada y por lo tanto ha indicado y sigue indicando una nueva etapa de adaptación para los eremitas, para los monasterios de vida contemplativa, Órdenes antiguas, Congregaciones, Sociedades de vida apostólica, para los Institutos en la Iglesia en diálogo con el Señor y con los hombres y mujeres de nuestro tiempo. No tenemos la posibilidad de comentar aquí todo este valioso documento 5 eclesial valioso, dada su extensión y, sobre todo, dada su profundidad y amplitud de planteamientos. Hemos considerado sólo los números 4158, que son el comienzo del capítulo segundo, porque nos parece que ahí se encuentra el corazón de los valores permanentes de la vida consagrada, como signo de comunión en la Iglesia. Nos parece notable, particularmente, el planteamiento de la Iglesia como misterio de comunión y es por esto por lo que este “ser imagen y semejanza de la Santísima Trinidad” es el fundamento de la vida de estos hijos e hijas de la Iglesia, que son precisamente los consagrados y las consagradas. Todavía no somos suficientemente conscientes que la Santísima Trinidad, adorada con todas nuestras fuerzas, profesada con gran precisión conforme

a una terminología correcta por parte de la Iglesia a lo largo de la historia, debe dejar de ser en adelante un teorema indescifrable para los discípulos de Jesús. Este teorema podría ser planteado de nuevo en la siguiente pregunta: ¿cómo conciliar unidad y diversidad en Dios y por consiguiente en su imagen humana de hombres y mujeres, de tal modo que se pueda vivir en la vida cotidiana de la Iglesiacomunión, insertada en un mundo globalizado? Por lo tanto, parece una vía más adecuada desarrollar algunos planteamientos más utilizados en la antropología cristiana y en la eclesiología actual, que nos indican un camino universal para que la comunión con el Padre y con el Hijo y con el Espíritu Santo esté viva en nuestra vida. Nos detendremos en esto más adelante. La exhortación Vita consecrata nos hace comprender la sequela Christi característica de los consagrados, mediante los votos de pobreza, castidad y obediencia, a la luz del misterio trinitario. En la Exhortación, se ve la vida consagrada como imagen de la Santísima Trinidad (cfr. Nº 41). La comunidad de los “doce” en torno a Jesús, la comunidad surgida en torno a los apóstoles y a María (Cfr. Hechos 2, 42-47; 4, 32-35), son el modelo en el que se ha inspirado la Iglesia. Ésta es esencialmente misterio de comunión, “un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del 6 Espíritu santo” .

5 200 páginas en la publicación de la Librería Editrice Vaticana, 1996.


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En la medida en que la vida consagrada, toma conciencia hoy de la antropología y de la eclesiología trinitaria y hace la experiencia de la espiritualidad de comunión tanto en el interior del carisma propio de cada Instituto como también entre los diversos Institutos, ésta continuará a ofrecer una luz necesaria para el seguimiento de Jesús. “La vida consagrada tiene realmente el mérito de haber contribuido eficazmente a tener viva en la Iglesia la exigencia de la fraternidad como confesión de la Trinidad. Con la constante promoción del amor fraterno también en la forma de la vida común, ha revelado que la participación a la comunión trinitaria puede cambiar las relaciones humanas, creando un nuevo estilo de solidaridad” (VC 41). Gracias a los nuevos desarrollos teológicos, reflejo de la experiencia de comunión en la Iglesia, hoy se puede avanzar en la comprensión y en el testimonio de vida fraterna, concebida como reflejo de la Santísima Trinidad. Precisamente por este origen trinitario de la Iglesia la “vida fraterna, entendida como una vida compartida en el amor, es signo elocuente de la comunión eclesial” (nº 42). Se trata de un amor incondicionado basado en el mandamiento nuevo del Señor (cfr. Jn 13,34), llamado a ser amor recíproco, ley imprescindible de la comunidad cristiana y particularmente de los consagrados.

Es a esta luz como podemos comprender mejor algunas experiencias típicas de la vida consagrada, por ejemplo los binomios: autoridadobediencia, hombre-mujer consagrados, jóvenes-ancianos, e incluso el trío maestro-discípulo-misionero. Autoridad y obediencia en el seno de la Iglesia, que es misterio de comunión, no pueden degenerar en autoritarismo o en esclavitud en el ámbito de las comunidades de los consagrados y consagradas. Deben llegar a ser necesariamente una experiencia madura y libre de fraternidad. En realidad, no se puede indicar la voluntad de Dios y ni siquiera obedecer a ella con la mediación de un superior, si tanto la autoridad como y quienes obedecen no buscan juntos seguir a Jesús, siendo discípulos suyos , poseyendo la misma dignidad, presentándose como ámbito humano habitado por la Trinidad que, de este modo, difunde en la historia los dones de comunión que pertenecen a las tres Personas divinas (cfr. VC 41). Sin abdicar de la propia responsabilidad como primera responsable de la comunidad, la autoridad sirve precisamente para consolidar la comunión fraterna y para no banalizar 7 la obediencia profesada (cfr. VC 47 ). Pero esto es posible solamente cuando “quien manda” y “quien obedece” se reconocen y se tratan como hermanos.

6 S. CIPRIANO, De Oratione Dominica 23: PL 4, 553; cfr. CONCILIO VATICANO Il, LG 4. La Exhortación

Vita consecrata retoma el texto de S. Cipriano e puntualiza: “La vida fraterna intenta reflejar la profundidad y la riqueza de este misterio, configurándose como ámbito humano habitado por la Trinidad, que de este modo extiende en la historia los dones de la comunión propios de las tres Personas divinas” (VC 41). 7 ClVCSVA, Instrucción El servicio de la autoridad y la obediencia, 11 de mayo, 2008.

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Una de las razones más incisivas y convincentes se encuentra en el hecho de que se puede hallar la voluntad de Dios sólo si dos miembros de la comunidad (equivale a decir dos discípulos del Señor) se reconocen como hermanos y así lo experimentan. La Instrucción El servicio de la Autoridad y la Obediencia de la CIVCSVA (LEV 2008), en la óptica conciliar y de la Exhortación Vita Consecrata, ve la consagración, en todas sus expresiones, como una búsqueda constante de la voluntad del Señor, tanto por parte de la autoridad como por parte de las personas y de la comunidad. La Instrucción recuerda algunas prioridades en el servicio de la autoridad: – En la vida consagrada la autoridad es antes que nada una autoridad espiritual. “Una Autoridad es “espiritual” cuando se pone al servicio de lo que el Espíritu quiere realizar a través de los dones que Él distribuye a cada miembro de la fraternidad, dentro del proyecto carismático del Instituto” (pg. 18 y 19). – La autoridad está llamada a garantizar a la comunidad el tiempo y la calidad de la oración (Palabra de Dios, Eucaristía, Liturgia de las Horas). “Las personas consagradas puede ser útiles a los demás en la medida que están unidas a Dios” (p.19). – La autoridad está llamada a promover la dignidad de la persona, “prestando atención a cada miembro de la comunidad y a su camino de

crecimiento” (estima, consideración positiva, afecto sincero, reserva en cuanto a las confidencias recibidas). “Antes de apelar a la obediencia (necesaria) hay que practicar la caridad (indispensable)” (pg. 19 y 20). – La autoridad está llamada a infundir ánimo y esperanza en las dificultades (cfr. Hechos 14,22). La autoridad está dispuesta a dar la propia vida por la comunidad y no se retrae en los momentos críticos. Sabe curar las heridas como el buen samaritano y es capaz de reconocer sus límites, fracasos y derrotas (pg. 20). – La autoridad está llamada mantener vivo el carisma de la propia Familia religiosa, “según los proyectos y las orientaciones que le ofrecen, en concreto, los Capítulos generales (o reuniones análogas)” (idem). – La autoridad está llamada a mantener vivo el “sentire cum Ecclesia”. “El seguimiento del Señor no puede acometerse por navegantes solitarios, sino que se actúa en la barca común de Pedro” (pg.1). “El sentire cum Ecclesia, que resalta en los Fundadores y Fundadoras, implica una auténtica espiritualidad de comunión, es decir “una relación efectiva y afectiva con los Pastores, en primer lugar con el Papa, centro de la unidad de la Iglesia” (pg.1). – La autoridad está llamada a acompañar el camino de la formación continua, durante toda la vida. “Favorezca la utilización de los medios de crecimiento comunitario transmitidos por la tradición y hoy cada vez más recomendados


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por quien tiene experiencia segura en el campo de la formación espiritual: compartir la Palabra, proyecto personal y comunitario, discernimiento comunitario, revisión de vida, corrección fraterna” (pg. 21, 22) El Código de Derecho Canónico recuerda, además, que la autoridad es la primera que tiene que ser obediente a la ley de Dios, con solicitud pastoral y espíritu de servicio: “por lo tanto todo superior está llamado a hacer revivir visiblemente, hermano tras hermano, hermana tras hermana, el amor con que Dios ama a sus hijos, evitando, por un lado, toda actitud de dominio y, por otro, toda forma de paternalismo o maternalismo. Todo esto se hace posible por la confianza en la responsabilidad de los hermanos… mediante el diálogo” (pg.2 y 23). La Instrucción de la CIVCSVA también nos ayuda a ver la autoridad y la obediencia indicándonos el papel de la autoridad para el desarrollo de la fraternidad (cfr. pg. 28-36). Vuelvo a recordar brevemente la lista de los puntos: el servicio de la escucha, la creación de un clima favorable al diálogo, al compartir y a la responsabilidad; el apremio en colaborar todos a las cosas de todos; al servicio de cada uno y de la comunidad; el discernimiento comunitario con la decisión final de la autoridad; paciencia en el discernimiento, autoridad y obediencia firmes en la aplicación de cuanto se ha decidido; la obediencia entre hermanos y entre hermanas, o entre hermanos y hermanas: “el primero

entre vosotros se hará vuestro esclavo” (Mt 20,27); dedicar tiempo a mejorar la calidad de vida fraterna. La vida de la Santísima Trinidad, en la base del amor fraterno en comunidad, despierta otra dimensión concreta del amor, tan necesaria hoy: el cuidado de los ancianos y enfermos: “Éstos ciertamente tienen mucho que dar en sabiduría y experiencia a la comunidad, si ésta sabe estar a su lado con atención y capacidad de escucha” (VC 44). Como se ha recordado antes, la Exhortación apostólica invita a los consagrados a vivir, a imagen de la comunidad apostólica, el sentire cum Ecclesia, el construir la fraternidad de la Iglesia tanto en todo el mundo, como en cada Iglesia particular. De este modo, la experiencia, llamada a crecer continuamente, se transforma en diálogo animado por la caridad.

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Esto vale sobre todo para el testimonio de fraternidad en un mundo dividido e injusto. Ha llegado el tiempo para una sincera comunión entre los diversos Institutos y las Sociedades de vida apostólica, como se ha visto en muchos lugares. Los organismos de coordinación, así como la comunión y la colaboración, requieren hoy apoyo recíproco entre religiosos y laicos (VC 55-56). La dignidad y el papel de las mujeres en general, y de la mujer consagrada en particular, se ha puesto en evidencia en Vita Consecrata (cfr. nº 57 y 58). La Exhortación ofrece expectativas sobre la presencia y la acción de la mujer, además de la urgencia de crear “ámbitos de participación en varios sectores y a todos los niveles, incluso en los procesos de elaboración de las decisiones, sobre todo en les concierne a ellas” (VC 58). Últimamente el Papa Francisco insiste mucho en esta participación, como es el caso del Dicasterio de la Vida Consagrada en Roma. Las mujeres representan la mayoría de las personas consagradas, y sin embargo no están representadas proporcionalmente. Ocurre lo mismo en la mayor parte de los diversos campos de la vida eclesial. Su presencia significa una puesta en acción de mayor “humanización” de las relaciones y una manifestación más completa de la dimensión materna de la Iglesia. Sin embargo, consagrados y consagradas, capaces de una relación recíproca iluminada por el

8 Cfr. VC 15, 17-19.

amor que procede de la Trinidad, pueden experimentar una mayor complementariedad entre la dimensión masculina y femenina sin menoscabo del propio ser consagrado por inmadurez y/o por falta de conocimiento recíproco. 4. Hombre y mujeres consagrados, discípulos y discípulas del Señor, en la escuela de comunión Los consagrados son aquellos sobre los cuales Dios ha puesto una mirada de amor muy intenso y los ha llamado personalmente. Esta misma mirada de Dios se da también sobre todas las demás vocaciones en la Iglesia y, por consiguiente, no es un privilegio de los consagrados. No obstante, a éstos últimos el Señor les ha permitido captar la belleza de algunas dimensiones del Evangelio como el modo particular de seguirlo y de serle íntimo, y esto acaece viviendo los consejos evangélicos de pobreza, castidad (la virginidad) y 8 obediencia . La llamada a la consagración es un don de Dios que es amor. Para otros, la misma llamada es para el matrimonio o para otras formas de vida. La llamada de Dios es totalmente gratuita. La respuesta, conforme a la propia llamada, se da con libertad, pese a que la senda del discipulado se presente exigente. La respuesta positiva del discípulo al Señor lo lleva a opciones que exigen, no sin sufrimiento interior, la renuncia a otras realidades.


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Hoy comprendemos mejor el hecho de que todos los bautizados están llamados a ser discípulos, o sea personas que ponen en práctica lo que el Señor ha enseñado y testimoniado. En este sentido, la “teología de los estados de perfección” tendría que ser bien comprendida, para no sacar la conclusión que los demás estados están destinados a la imperfección. Hay que profundizar en el sentido de nuestro bautismo. Las diversas vocaciones, entre las que se incluye la llamada al servicio del ministerio sacerdotal, tienen la misma dignidad. El fundamento de todas ellas es la dignidad que se ha recibido en el bautismo: la dignidad de hijos de Dios. Todos hijos de Dios por igual, con dones y vocaciones diversas para servir al único pueblo de Dios. Ésta es la enseñanza del Evangelio asumida por la Constitución dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II.

Tras 50 años del Concilio es necesario volver a recorrer este camino para que llegue a ser un estilo de vida 9 eclesial . La clave de la sequela Christi es el contacto constante con la Palabra de Dios y la decisión diaria de transformarla en vida y hacerla experiencia personal. Además Dios Amor nos viene en auxilio con la fuerza de los sacramentos, de los cuales sienten necesidad los discípulos para poder seguir su camino. El elemento nuevo de la vida cristiana y en el seguimiento de Jesús por parte de quienes son o quieren ser sus discípulos es pasar de una sequela Christi individual, siempre necesaria, 10 a una sequela Christi comunitaria , imprescindible en la cultura globalizada de hoy. Por lo tanto, en el nuevo momento histórico que se está gestando, la espiritualidad de comunión ofrece los principios educativos necesarios para 11 modelar el hombre cristiano .

9 Las diversas formas de vida cristiana en las cuales, según el plan de Cristo Señor, se articula la vida

eclesial, tienen relaciones recíprocas, que deberíamos considerar con detenimiento. Todos los fieles, en virtud de su regeneración en Cristo, gozan de la misma dignidad; todos están llamados a la santidad; todos colaboran a la edificación el único Cuerpo de Cristo, cada cual según su propia vocación y el don recibido del Espíritu (cfr. Rm 12,3-8; LG 32; CIC can. 208). La igual dignidad de todos los miembros de la Iglesia es obra del Espíritu, arranca del Bautismo y de la Confirmación y se corrobora en la Eucaristía. Pero la multiplicidad de formas también es obra del Espíritu. Es Él quien hace de la Iglesia una comunión orgánica en la diversidad de vocaciones, carismas y ministerios (AG 4, LG 4.12.13, GS 32, AA 3; ChL 20-21: AAS 81 (1989), 425-428; CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Carta Communionis notio a los Obispos de la Iglesia católica sobre algunos aspectos de la Iglesia como comunión (28 de mayo, 1992), in AAS 85 (1993), 847. 10 La declaración se basa en “la índole comunitaria de la vocación humana en el plan de Dios”, como afirma Gaudium et Spes 24, que abre nuevos horizontes: “El Señor Jesús, cuando pide al Padre que “todos sean una cosa sola, como tú y yo somos una cosa sola” (Jn 17,21), abriéndonos perspectivas inaccesibles a la razón humana, nos ha sugerido una semejanza entre la unión de las Personas divinas y de la unión de los hijos de Dios en la verdad y en el amor. Esta semejanza manifiesta que el hombre (…) en la tierra es la única creatura que Dios haya querido por sí mismo”. 11 Cfr. JUAN PABLO II, Carta apostólica Novo Millennio Ineunte, 43: “Una espiritualidad de comunión. Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de comunión: he aquí el gran reto que tenemos ante nosotros al comenzar el nuevo

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4.1. La vida consagrada a la medida de Dios y a la medida del hombre y de la mujer de hoy Los consagrados y las consagradas de vida contemplativa y también de vida activa no existen para ocuparse sobre todo de mantener las obras y de las estructuras que les han sido legadas por la propia historia del Instituto. A menudo estas obras y estructuras se ha hecho pesadas y cada vez más difíciles de administrar, en una situación de menor disponibilidad de personal y para colmo, en medio de exigencias sociales y públicas que son cada vez más globales y difíciles de cumplir. Esta parece ser la realidad de gran parte de los Institutos religiosos, sobre todo en Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia. Pero el mismo fenómeno se presenta en otros continentes. Como nos ha pedido el Concilio, es necesario volver al verdadero sentido de la vida consagrada, es decir, seguir a Dios, descubrir su amor, descubrir por qué Él nos ha llamado a vivir el carisma de nuestro Fundador, de nuestra Fundadora. En realidad lo que caracteriza a los Fundadores es que han seguido la iluminación que Dios les ha dado. Éste es el motivo por el cual ellos se han realizado, han sido felices y han construido monumentos de belleza y de santidad en la Iglesia.

Por otra parte estamos constatando el hecho que el hombre y la mujer de hoy han adquirido una nueva madurez. Son sensibles a valores como libertad, igualdad de dignidad, justicia, diversidad, paz. La globalización, sirviéndose del desarrollo de la tecnología, ha invadido cualquier rincón de la tierra. Pero al mismo tiempo somos herederos de fenómenos enraizados en nosotros, tales como el individualismo, la pérdida de valores tradicionales y universales, el laicismo que, a fuerza de combatir la religión, se transforma él mismo en religión, el sueño eterno del hombre sin Dios, que se juzga autosuficiente. En el corazón del hombre y de la mujer está vivo aún el deseo de la felicidad, la búsqueda de la realización personal y colectiva, aunque ésta se alcance sólo en algunos momentos fugaces. Y nosotros los cristianos nos damos cuenta de que el gran patrimonio de luz de los milenios pasados de la historia de la fe, aunque valorada como una gran riqueza, ya no resulta suficiente hoy. Los tiempos han cambiado, las exigencias humanas han cambiado, las posibilidades de vida han cambiado y nosotros hemos ido siempre al paso con el fenómeno cultural que se actualmente está evolucionando rápidamente. Vuelven

milenio, si queremos ser fieles al designo de Dios y responder también a las expectativas de mundo”. Cfr. VC 51: “La Iglesia confía a las comunidades de vida consagrada el compromiso específico de hacer crecer la espiritualidad de comunión ante todo en su ámbito interior y después en la comunidad eclesial y más allá de sus confines, abriendo o reabriendo constantemente el diálogo de la caridad” (cfr. ClVCSVA, Instrucción Ripartire da Cristo, 28-29: la espiritualidad de comunión no se puede vivir plenamente si no a través de un don sincero de sí mismo (cfr. Lc 17,33); GS 24).


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las tendencias del tradicionalismo y del futurismo en la Iglesia, como modos de encontrar seguridad en la experiencia de fe. El envejecimiento de muchas Congregaciones, la falta de vocaciones, el abandono frecuente de la vida consagrada por parte de hombres y mujeres consagrados de toda edad, la falta de relación entre los consagrados mayores y los más jóvenes, Fundadores infieles al carisma como consecuencia de su infidelidad al Evangelio, todo esto nos interpela. ¿Cuál será pues la vida consagrada auténtica a la medida de Dios y a la medida del hombre y de la mujer de hoy? 1.2. Dios es amor (1 Jn 4, 8.16). También el hombre y la mujer son amor (Gn 1,27) Al inicio de nuestro camino vocacional de consagrados y consagradas nos ha marcado, sin duda, una profunda experiencia de Dios que nos ha atraído con su amor, dulcemente o también fuertemente. De lo que no hay duda en la mayor parte de nosotros es que ha sido una experiencia seductora. Enamorados, hemos seguido esta vocación, al principio mediante señales sencillas, sin darnos cuenta de la dimensión exigente que se nos revelaría más tarde, pero siguiendo al Señor sin miedo y por sendas poco conocidas. Éste es el momento decisivo que marcó la dirección de nuestra vida. Es necesario volver con decisión allí para no perder el camino y mantener la llama de la búsqueda de la felicidad que arde dentro de nosotros. El apóstol y evangelista Juan nos asegura que Dios es amor (I Jn 4,

8.16). No es un sentimiento de Dios, o una virtud, sino que define la naturaleza de Dios: Él es amor. Éste es su ser, ésta es su esencia. Experimentar la llamada de Dios en el inicio de una llamada a la vida consagrada significa percibir la presencia del amor, experimentar la fuerza de atracción del amor, sentir la necesidad de ser amor. Ciertamente, después, Dios no ha cautivado solamente nuestra inteligencia para adherirnos a una verdad de fe, o nuestra voluntad para nuestra adhesión a la moral cristiana que provoca un tipo diverso de conducta. Ha sido sin duda una experiencia más amplia, que ha abarcado todo nuestro ser, comprendidas nuestras emociones y nuestra sexualidad. Sólo experimentando el amor, podemos comprender que Dios ha tomado la iniciativa de hacerse carne, hacerse humano en la persona del Hijo, Jesús de Nazaret, hijo de María Virgen. Es el Amor, Aquel que viene en busca de su creatura alejada por el pecado, para retomar lo que le pertenece. El misterio de la encarnación del Hijo tiene las características del amor. Es manifestación del amor. Con la venida del Hijo se comprende que el amor no es soledad, sino comunión. Jesús, el Hijo de Dios encarnado, nos ha revelado que no vive solo. Tiene un Padre – Dios – que, como Él mismo, es Dios. Jesús nos revela y nos comunica también el Espíritu Santo, que es Dios como Él y como el Padre. Por esto los Tres que son el amor no constituyen tres soledades, sino tres personas distintas y con su propia personalidad, cada una de las personas es diversa Informativo

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de las otras. Al mismo tiempo forman entre sí una unidad singular en perfecto equilibro. En realidad, en Dios-Amor la unidad y la diversidad no son contrarias, sino dos caras de la misma realidad. Esta aproximación al misterio central de Dios puede ayudar hoy a la ontología y a la antropología cristiana a asumir nuevos paradigmas para ayudar a la cultura actual a componer de modo positivo la dimensión de la unidad y de la diversidad en la experiencia humana y en la comprensión y experimentación 12 de la naturaleza y del cosmos . ¿Por qué buscar en el misterio de la Santísima Trinidad la realidad más profunda para abrir el camino de una

nueva experiencia antropológica para nuestro tiempo? Porque los tiempos son nuevos, arduos, complejos, marcados por progresos tecnológicos que permiten nuevas experiencias humanas, que antes no eran posibles y que modifican muchos parámetros y criterios de vida que ahora utilizamos. La misma fe ha asumido formas de la cultura del pasado que hoy ya no son significativas. Ha aumentado la conciencia de la importancia de los valores humanos que hay que conseguir y que no pueden estar en contradicción con los valores que nos ofrece la fe. Se prefiere realizar una

12 MORICONI B. en Antropologia Cristiana. Bibbia, Teologia, Cultura, Città Nuova, Roma 2001.


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felicidad humana más bien que buscar una felicidad futura incierta y difícil, y esto no depende del grado de dificultad para conseguirla. He aquí el reto para nosotros, hombres y mujeres de fe, cristianos que queremos arriesgarlo todo por la persona de Jesucristo. ¿Por qué nuestra experiencia de fe parece que no ofrece una felicidad superior a aquella de quien no sigue a Jesús? Recurramos una vez más a la Palabra de Dios para dar el paso necesario de la realidad de Dios a nuestra realidad humana y cósmica. Volvamos a la historia de la creación, tal como se describe en el libro del Génesis. El hombre y la mujer son: creatura, hijo e hija, imagen de Dios. Creatura Dios ha creado los seres humanos a su imagen: “a imagen de Dios los creó. Varón y hembra los creó”. Y Dios los bendijo, diciendo: “Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad sobre los peces del mar, las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve por la tierra” (Gn 1, 27-28). Dios ha creado los seres humanos: la Biblia expresa la certeza que Dios existe y que el hombre no es Dios, sino creado por Dios y por ende su creatura. El ser humano es imagen de Dios: hay una identidad común entre Dios, el hombre y la mujer. Hoy, después de la venida de Jesucristo, se comprende que el hombre es imagen del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, es decir, la Santísima Trinidad. Ha sido el Hijo quien nos ha revelado y comunicado este gran misterio. Dado que Dios es amor, el ser humano también es amor.

El ser humano es hombre y mujer: esta son las dos caras de la humanidad, el varón y la hembra. Ambos ha sido puestos en un plano de igualdad el uno junto al otro, llamados a formar una unidad de vida. Diversos, como las personas de la Trinidad, pero llamados a la comunión de vida, como la Santísima Trinidad es un solo Dios. En la creación Dios bendijo al hombre y a la mujer. Son creaturas bendecidas y por consiguiente agradables a Dios. En su origen, hombre y mujer son buenos y nacidos de sus manos. El hombre y la mujer han sido queridos por Dios desde su origen y desde la historia y la salvación, narrada por la Biblia, demuestra que Dios no puede vivir sin buscar y amar al hombre y a la mujer. Por eso los ha creado fecundos. La existencia de otros seres humanos, nacidos del primer hombre y de la primera mujer, no modifica las características de los orígenes, mientras que todos los hombres que están llamados al banquete de la vida, por la fecundidad de los primeros padres, son creaturas de Dios, son hombres y mujeres y son imagen de Dios, bendecidos por Él. También ellos, como fruto de esa fertilidad, están llamados a dominar la naturaleza, perfeccionándola con su inteligencia y conservándola para el bien de todos. Hijo e hija “Todos vosotros sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo habéis sido revestidos. Ya no hay distinción entre judío o no judío, entre esclavo o libre, entre varón o mujer, Informativo

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porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal 3, 26-28). “Pero cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su propio Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para liberarnos de la sujeción a la Ley y hacer que recibiéramos la condición de hijos adoptivos de Dios. Y la prueba de que sois hijos es que Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: “Abba”, es decir, “Padre”. De suerte que ya no eres siervo, sino hijo, y como hijo, también heredero por gracia de Dios” (Gal 4, 4-7). La gracia de la filiación divina es lo que confiere al hombre y a la mujer su grande y única dignidad humana. Ningún carisma, ningún estado de vida concede una nueva dignidad, éstos son solamente servicios a ofrecer a los miembros del pueblo de Dios, todos revestidos de la misma dignidad de hijos de Dios. Hoy tenemos que arremangarnos para cambiar nuestros viejas y desastrosas actitudes personales, heredadas de una cultura contraria al Evangelio. Nosotros los obispos, y todos los consagrados y las consagradas, estamos llamados a este necesario cambio interior. Llegamos a esta verdad, sin tener que renegar necesariamente de la luz que nos llega de la razón sobre el hombre y sobre la mujer, mientras somos iluminados por la fe. En realidad, ha sido el Hijo, Jesucristo, quien nos ha revelado y comunicado que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios en tres personas distintas. Para profundizar este misterio del hombre y la mujer, creado a imagen de Dios,

tenemos que acercarnos reverentes a la identidad de Dios. El hombre y la mujer difícilmente llegarían a conocer a Dios en tres personas, sin que, desde lo alto, lo hubiera revelado el Hijo. Hoy, con la ayuda de la sequela Christi y la profunda reflexión teológica de los actualísimos documentos del Vaticano II, llegamos a comprender que la vida consagrada tendrá necesidad de dar nuevos pasos hacia la espiritualidad de comunión, cuyo camino brota necesariamente del misterio que es la fuente segura a lo largo de su recorrido: la Santísima Trinidad. Un esbozo del camino que debe ser recorrido como experiencia eclesial de los consagrados y consagradas, pero también de todos los discípulos de Jesús hoy, considerando los tiempos profundamente cambiados, es lo que sigue: Dios es Uno y Trino, porque es amor (1 Jn 4, 7-21). La encarnación del Hijo de Dios, Jesucristo, ha permitido al hombre y a la mujer conocer y hacer la experiencia del amor. La Carta de Pablo a los Filipenses (2, 5-11) explica el amor de Dios como kénosis (vaciamiento). El misterio de la encarnación, la vida de Jesús de Nazaret y el misterio pascual confirman el recorrido de revelación y comunicación del amor de Dios como kénosis. Solamente esto puede ser el camino de amor entre hombre y mujer. Así pues hay que comenzar a leer el texto a los Filipenses desde el versículo 5. Así nuestro reto, para experimentar Dios-Amor, pasa a través de la relación con la persona que tenemos de frente. Sin esto, según Jesús, no hay experiencia de Dios. Hay un solo Dios en tres personas, cuyas


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relaciones se constituyen por el amor: el Padre es Padre sólo porque tiene un Hijo; así mismo el Hijo, frente al Padre; el Espíritu Santo es el amor que une a Padre y al Hijo. Entre nosotros es la experiencia de relación de amor con el otro lo que nos permite experimentar a Dios. Así que hoy no será alejándonos los unos de los otros, para protegernos a nosotros mismos, como encontraremos y experimentaremos a Dios, sino acercándonos al otro, hombre o mujer, con sencillez de corazón, dispuestos a amarlo/a: así penetraremos en el misterio de Dios. He aquí un cambio necesario en la práctica de la espiritualidad de hoy. En Dios, unidad y diversidad coinciden perfectamente. El hombre y la mujer, creados a imagen de Dios Uno y Trino, son seres en relación de amor con otro y con todos los demás hombres y mujeres. Por consiguiente, el hombre y la mujer pueden construir en modo correcto su propia identidad, solamente en una relación de amor con los demás hombres y mujeres. La kénosis (vaciamiento de sí por el bien de los otros) es el único modo posible para experimentar la unidad entre las personas, sin destruir la diversidad. El amor humano que se convierte en divino tiene la posibilidad de amar a todos, ser el primero en amar, amar siempre, como ama Dios. El amor que se convierte en recíproco entre al menos dos o tres personas, engendra la presencia de Jesús en medio de ellos (cfr. Mt 18,20). Las personas que viven la experiencia del amor trinitario en sus relaciones, demuestran y testimonian la verdadera felicidad. Esta felicidad

no se da sin las condiciones que Jesús pone: renunciar a sí mismo y tomar la propia cruz. La nueva comprensión que ilumina este recorrido es que el renunciar a uno mismo e tomar la propia cruz están motivados por el amor, como el de Jesús. 1.3. El amor, que es Dios, es Ser y noSer al mismo tiempo; la kénosis como condición “sine qua non” del amor (cfr. Filip 2, 5-11). Para comprender el amor y experimentar sus efectos en el hombre y en la mujer, hasta el punto de experimentar la felicidad, no es suficiente un correcto sistema de ideas por muy bien construido que esté. El amor es, ante todo, fruto de una experiencia repetida con constancia en la relación con Dios y en la continua relación con el hombre y con la mujer. Se debe partir, sin embargo, del supremo misterio de la Trinidad. El Hijo de Dios ha sido enviado por el Padre para asegurar a los hombres y a las mujeres que Dios es amor y que por eso jamás ha dejado de amar a su creatura, más aún, la ha destinado a ser su hijo e hija. El Hijo de Dios hecho hombre nos ha revelado y comunicado que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. No son tres dioses, sino un solo Dios. Él es el ser, el fundamento de todo ser. Sólo en Él existen todas las cosas. Sólo en Él el hombre y la mujer existen. Pero Dios es también no-ser, porque el Padre no es el Hijo. El Hijo no es el Padre. El Espíritu Santo no es ni el Padre ni el Hijo. En Dios, la diversidad se da en “una sola realidad”. En Dios el ser y el no-ser coexisten en perfecta


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identidad y distinción . El hombre y la mujer, imagen y semejanza de esta única verdadera fuente, están llamados a expresar en su realidad humana de “hijos en el Hijo”, este misterio escondido de Dios. Para percibir y experimentar algo de esta realidad infinita se necesita profundizar que cosa es el Amor. El mejor modo de hacerlo es observar cómo hace Dios cuando manda su Hijo en la encarnación del Verbo en el seno de la Virgen María. El apóstol Pablo nos da su ayuda en la Carta a los Filipenses (2, 5-11). Este himno cristológico nos narra un “vaciamiento” del Hijo con el fin de encontrar la pequeñez del hombre y de la mujer. Sólo el amor es capaz de un tal movimiento fuera de toda norma y aparentemente contradictorio. En teología denominan este modo de actuar de Dios “kénosis”, presente en el misterio de la encarnación, en la vida escondida de Nazaret y de modo casi incomprensible en el misterio de la cruz (pasión y muerte del Señor). De este modo se manifiesta el amor de Dios al hombre y a la mujer en la forma más completa y radical, hasta el punto del “abandono” y de la muerte de Jesús en la cruz. El hombre Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, muere “solo”, sin recibir una respuesta del Padre a su grito de extremo dolor. Murió sin tener la respuesta del Padre, ninguna respuesta. Está de nuestro lado también

en el momento más duro en el que toda su vida y su obra podrán parecer un gran absurdo y una ilusión. El Padre, de quien ha venido el Hijo y con el cual el Hijo vive y que ha amado y ama al Hijo desde toda la eternidad, ha dejado “solo” al Hijo, sin intervenir en su condición de fidelidad al hombre y a la mujer. Por esto el Hijo nos da la bienaventurada herencia de una fidelidad a toda prueba, continuando, cómo única posibilidad que le queda, a creer en el amor del Padre. A la luz del insondable misterio de dolor y de amor contenido en el misterio pascual, la espiritualidad de la unidad, la espiritualidad de comunión, nos ayudan hoy a llegar y a asumir una conclusión que puede tener efectos muy profundos sobre nuestra vida de discípulos: el grito de abandono de Jesús en la cruz es su momento de dolor más grande; es también el momento de su amor más grande. El grito de abandono de Jesús poco antes de su muerte en cruz se convierte para nosotros sus discípulos el modelo más perfecto de amor. Éste es, de hecho, el 14 acto de perfecta obediencia . Un tal amor, vivido por el hombre y la mujer ante Dios como respuesta incondicionada de amor y, al mismo tiempo, vivido con la misma intensidad y calidad frente a toda persona humana, es capaz de continuar ofreciendo vida y felicidad allí donde éstas parecen apagarse y terminar. Creo sinceramente

13 Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 254. 14 Cfr. JUAN PABLO II, NMI 37; CIVCSVA, Ripartire da Cristo, 27.


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que tenemos una realidad espiritual y humana capaces de relanzar y desarrollar la vida consagrada incluso 15 en el actual momento de crisis . Un discípulo de Jesús, que ama al otro según el Amor que es Dios, con un amor divino y humano a la vez, crea las mejores condiciones para que el otro, amado, guste el gozo de la verdadera felicidad y quiera también él echar a andar por el mismo camino que recorre el discípulo de Jesús que lo ha amado. Cuando se da esto entre dos o más personas, se realiza la promesa hecha por Jesús en Mt 18,20. Entre ellos se inicia una nueva comunidad, en la que se advierte la presencia de Jesús. Esta presencia, de por sí atrayente, se hace evangelizadora y hace que la comunión llegue a ser la verdadera y esencial condición de la misión evangelizadora, con resultados visibles 16 y sorprendentes . De este modo el Amor, que es reciprocidad entre las Personas de la Santísima Trinidad, se convierte en reciprocidad entre los discípulos y engendra la presencia del Señor en medio de ellos. Así se comprende que la misión nace de la comunión y se nutre de ella. Podemos decir también con convicción que el Verbo se hizo carne para que la carne se

haga comunión, nutrida con la Palabra y la Eucaristía. Hemos evocado así, como experiencia que hay que vivir hoy en la comunidad, las características de las primeras comunidades de Jerusalén: estaban unidos en la doctrina de los Apóstoles (la Palabra de Dios), en la koinonía (la comunión) y en la fracción del pan (la Eucaristía) (cfr. Hch 2,42). El Catecismo de la Iglesia Católica, 17 citando el “Fides Damasi” dice: “Dios es uno, pero no solitario” (nº 254). El amor, la esencia de Dios, comunión esencial de las Tres Personas divinas, es la fuente y el origen de la esencia del hombre y de la mujer. Jesús, el Hijo enviado por el Padre, nos ha revelado y comunicado este misterio. Es Jesús quien ha vivido en medio de nosotros en este modo, dejándonos a través de los Apóstoles el testimonio de sus gestos y de sus palabras. Podemos en verdad creer en la encarnación del Verbo que ha revelado y comunicado al hombre y a la mujer en amor que hace de las Tres personas comunión. Como sucede con el Verbo de Dios, el camino que consiente al hombre y a la mujer encontrar el amor y ser el amor es la kénosis, el vaciamiento 18 de sí mismo para ser para el otro, por amor.

15 Cfr. VC 24: La dimensión pascual de la Vida consagrada. 16 En la vida de comunidad debería convertirse en algo de algún modo tangible que la comunión fraterna,

antes que ser instrumento para una determinada misión, es ámbito teologal, en que se puede experimentar la presencia mística del Señor resucitado (cfr. Mt 18,20) (cfr. S. BASILIO, Las reglas más breves, q. 225: PG 31, 1231). Esto acaece gracias al amor recíproco de quienes integran la comunidad (VC 42 § 3; cfr. 72). 17 Profesión de fe del Papa Dámaso (cfr. DS 71). 18 LONGHITANO T., Vita trinitaria e kénosi, Urbaniana University Press, Roma 2013; CODA P., L’altro di Dio, Rivelazione e kénosi in Sergej Bulgakof, Città Nuova, Roma 1998; MITCHELL D.W., Saggio sulla kenosi cristiana nell’ottica del dialogo interreligioso, Nuova Umanità XXV (2003/3-4) 147-148, pp. 457-502.

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Este mismo camino lo ha recorrido el Señor en la dimensión de la Eucaristía. La Eucaristía es un abismo muy grande de vaciamiento por parte del Señor. La entrega de este misterio a los discípulos provocó un escándalo grande. Algunos abandonaron definitivamente al Maestro. “O res mirabilis” lo ha llamado la piedad eucarística, porque en el Calvario, el Amor, que es Dios, ocultó la divinidad de Jesús para estar cerca a toda persona. En la Eucaristía el Amor oculta también su humanidad, convirtiéndose en “cosa” para estar cerca de los suyos, al mismo tiempo, en todo el mundo. Conclusión Concluyendo este nuestro itinerario de hoy sobre la vida consagrada, tras los 50 años del Concilio, recojo aquí algunos puntos notables del recorrido que hemos hecho, para que sean estímulo positivo e nuestro compromiso de consagrados y consagradas. * La experiencia de Dios como Amor necesita volver a ocupar el centro de nuestravida consagrada, de tal modo que el carisma del Fundador o Fundadora sea el espejo y el camino del discípulo. La belleza de todo carisma ha de verse como una flor de la Iglesia que se armoniza con otras muchas flores, cuya hermosura se sumará en el mismo jardín de la Iglesia. * Es necesario construir con paciencia la vida comunitaria, concentrando todas las fuerzas en

el vivir la Palabra de Dios para comunicarla después a los hermanos y hermanas como una experiencia real. Hay que pasar de una espiritualidad individual a una espiritualidad de comunión, restableciendo las relaciones interpersonales a la luz del misterio de la Santísima Trinidad. Asumir, en espíritu de comunión, las estructuras de comunión que pasan a través de los organismos en varios niveles eclesiales y carismáticos de nuestras Familias religiosas. * En el plano personal, mejorar la experiencia de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. Entrar y permanecer en las heridas personales y de nuestras comunidades, de la Iglesia y de la humanidad con el mismo espíritu de Cristo que grita su abandono y su entrega de amor. Creer en el céntuplo que el Señor nos da en esta vida y en la vida eterna. Volver a sonreír en nuestra Congregación, como expresión auténtica de nuestra felicidad. Simplificar el recorrido espiritual de comunión, dando todo el valor posible al momento presente de nuestra vida: éste es el único del que realmente disponemos. * Recorrer el camino del Amor que es Dios, desarrollando las relaciones con hombres y mujeres que caminan con nosotros en la vida de cada día saliendo de nosotros mismos, como hace Dios, para acercarnos a cada uno.


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Vida Religiosa, Pasión por el Evangelio y por el Pueblo Por: Victor Codina, sj

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1. La vida Religiosa pre-conciliar ifícilmente podremos comprender la importancia de la Vida Religiosa (VR) en el Concilio Vaticano II y la hermenéutica del Capítulo VI de Lumen Gentium (LG) sobre la VR, sin tener en cuenta la situación vital y teológica de la VR en la Iglesia del pre-concilio. La reflexión sobre la VR tenía un carácter más canónico y espiritual que teológico. Se hablaba de la VR como de estado de perfección, con un cierto sentido de aristocracia espiritual respecto a los laicos. La VR participaba de la mentalidad de la Iglesia clerical, juridicista y triunfalista, típica de la época de la Cristiandad pre-conciliar. En una eclesiología acentuadamente Informativo

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cristonomista, es decir centrada en Cristo pero poco sensible al Espíritu, la VR no podía ser comprendida. Toda la VR, incluso la VR apostólica, vivía un fuerte alejamiento del mundo, la fuga mundi, la típica del monacato, y con el riesgo de caer en un dualismo Iglesiamundo, sagrado-profano. Se vivía una fuerte autonomía eclesial, lo cual llevaba a un cierto aislamiento de otros sectores eclesiales, con riesgo de caer en lo que hoy el Papa Francisco ha llamado “una Iglesia autoreferencial”. Aquella forma teológica y práctica de la VR sin duda produjo muchos frutos de santidad personal y de fecundidad apostólica, con un gran despliegue institucional y misionero: muchas vocaciones, muchas provincias, grandes comunidades, muchas obras de educación, salud y pastoral, etc. Sin embargo, en los años que precedieron al Vaticano II comenzaban a aparecer los problemas de aquella imagen de VR tradicional en un mundo en profunda transformación social y eclesial, como el mismo Vaticano II señala al comienzo de la Gaudium et Spes, Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual. Las dos guerras mundiales, los avances de la ciencia y de la técnica, la expansión del comunismo en los países del este, el proceso de secularización, el surgimiento del ateísmo, la independencia de los países colonizados, los movimientos a favor de

la dignidad de los obreros y de la mujer, etc., provocaban profundos cambios sociales, económicos, psicológicos, morales y religiosos. Asistimos, entonces, al surgimiento de una nueva época, con nuevos desafíos para la Iglesia y para la VR. Pero al mismo tiempo, desde mediados del siglo XX, surgió en la Iglesia una serie de movimientos, fruto sin duda del Espíritu, que renovaban el tejido eclesial y cuestionaban a la Iglesia de Cristiandad y a la imagen de VR hasta entonces vigente. Recordemos los movimientos bíblico, patrístico, litúrgico, ecuménico, de pastoral obrera y de pastoral juvenil, de acercamiento a las realidades terrenas (cuerpo, ciencia, política, historia...) que enriquecían a la Iglesia y cuestionaban una fe desligada del mundo y de la historia. Surgía una nueva teología que no se limitaba a aplicar a la realidad las tesis teológicas clásicas, sino que partía de la realidad como lugar teológico, que discernía lo que se comenzaron a llamar los “signos de los tiempos”. Estos profundos cambios sacudían fuertemente a la Iglesia y en concreto a la VR. Quienes la vivimos durante aquellos años de profundos cambios, somos testigos de que en la década de los 60s la situación humana y teológica de la VR era irrespirable y explosiva. Había que acudir a los autores ligados a la “nueva teología” (Chenu, Congar, De Lubac, Rahner, Schillebeeckx, Teilhard...) para encontrar una fundamentación válida


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de la existencia de la VR en la Iglesia. También comenzaron a aparecer los primeros intentos de una teología de la VR (R. Carpentier, F. Sebastián, K. Truhlar, P. Martelet, K. Rahner, J. M. R. Tillard...). Notemos de paso, que mientras a lo largo de la historia la VR había sido promotora de cambios y reformas en la Iglesia en momentos de crisis (monacato, mendicantes, congregaciones del tiempo de la Reforma y de después de la revolución francesa...), ahora era la VR la que se hallaba perpleja y, en cambio, sería la Iglesia del Vaticano II la que urgiría una adecuada renovación de la VR. Querer deducir de todo ello que el Vaticano II es el causante de la crisis de la VR ha vivido y vive actualmente, es injusto y superficial, pues los procesos históricos, tanto en la sociedad como en la Iglesia, son complejos y fruto de diferentes causas. Más aún, la explosión que vivió la VR después del Vaticano II es en gran parte consecuencia del retraso eclesial en discernir los signos de los tiempos que desde hacía años iban surgiendo. Para concretar un poco más estas afirmaciones, recordemos que ni en los primeros concilios, ni en el Vaticano I, ni en la teología tradicional de los manuales (la Denzinger Theologie) se mencionaba a la VR como realidad que pertenecía a la esencia de la Iglesia sino que se

limitaba a regular canónicamente su praxis. La VR todo lo más formaba parte de la espiritualidad. Desde la edad media se distinguían dos caminos en la Iglesia, el de los mandamientos al que debían sujetarse los laicos para salvarse y el camino de los preceptos y mandamientos aplicada a dos estados de la Iglesia, no era fiel a la tradición bíblica y patrística para la cual la salvación (salus, sotería) incluía la plenitud de la caridad, el desarrollo de la gracia bautismal, cuyo testimonio supremo lo constituía el martirio. 2. Hermenéutica del capítulo VI de la Lumen Gentium sobre la Vida Religiosa El capítulo VI de la LG sobre la VR es deudor de la nueva visión eclesial del Vaticano II, de su cristocentrismo bíblico, del redescubrimiento de la teología de los carismas del Espíritu, de la toma de conciencia de la Iglesia como Pueblo de Dios que tiene sus raíces en el misterio trinitario y camina hacia la escatología. Al capítulo VI sobre la VR precede el capítulo V sobre la vocación universal a la santidad. En realidad su ubicación antes del capítulo VI sobre la VR no es la más adecuada, pues la vocación a la santidad de todo el Pueblo de Dios debería estar íntimamente unida al capítulo del Pueblo de Dios y antes que los capítulos sobre la jerarquía y sobre los laicos. Informativo

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Más que ofrecer una exégesis detallada de LG VI preferimos presentar los núcleos fundamentales de su teología de la VR. 1º La VR no es una teoría teológica ideológica, sino un hecho eclesial, un árbol que ha crecido en la Iglesia y que se ha ramificado espléndido y pujante en el campo del Señor, con gran variedad de familias, para el bien de sus miembros y de toda la Iglesia. 2º Esta forma de vida eclesial es un don divino del Espíritu que permite vivir los consejos evangélicos a ejemplo del Señor y llevar a plenitud la gracia bautismal, para el bien de la Iglesia y del Reino de Dios, y aunque no forme parte de la estructura jerárquica de la Iglesia, pertenece a su vida y santidad. 3º Por ser un hecho eclesial, la jerarquía, bajo la guía del Espíritu, aprueba, protege y regula la VR y asocia la consagración religiosa a la liturgia eucarística. 4º La VR es un signo eclesial que, imitando a Cristo, manifiesta, testifica y hace presente en la Iglesia la vida del Cristo que ora, predica, sana enfermos, anuncia el Reino, y preanuncia la resurrección y la gloria del Reino celeste. Pero esta orientación escatológica de la VR no la aleja de la sociedad sino que coopera con ella para la edificación de la ciudad terrestre y a través de sus obras en monasterios, escuelas, hospitales

y misión, ayuda a que la sociedad se oriente hacia Cristo. No nos interesa aquí señalar los cuestionamientos que después de los 50 años se pueden hacer a la teología de la VR de la LG (la fundamentación bíblica de la VR, la relación entre bautismo y VR, en qué consiste ser signo escatológico, la relación entre la VR y los otros miembros del Pueblo de Dios llamados a la santidad y entre consejos evangélicos y el fervor de la caridad, etc.). Preferimos ahora destacar la novedad teológica de la LG sobre la VR. Podríamos resumir todo lo analizado ahora diciendo que la mayor aportación de la LG VI a la teología de la VR, es ante todo el señalar la dimensión eclesial de la VR: la VR pertenece a la vida eclesial, no se puede comprender adecuadamente a la Iglesia sin tener en cuenta a la VR y a su vez, la VR no se puede entender sino en el seno de la Iglesia. Esta afirmación es coherente con el objetivo que Pablo VI propuso al Vaticano II, responder a la pregunta: “Iglesia ¿qué dices de ti misma?”. Y curiosamente, donde aparece con mayor claridad esta dimensión eclesial de la VR es en el Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia, Ad Gentes. Allí se afirma que de tal modo la VR muestra la íntima vocación de la vida cristiana que la Iglesia no está plenamente presente en un territorio de misión sino


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hasta que en las jóvenes Iglesias existan tanto la VR contemplativa como la activa. Una buena síntesis de esta dimensión eclesial de la VR la formuló el obispo Jorge Mario Bergoglio en el sínodo de la VR de 1994: “la Vida Consagrada es un don para la Iglesia, nace en la Iglesia, crece en la Iglesia, está totalmente orientada a la Iglesia”. Podemos afirmar claramente que a partir de la LG la VR es un lugar teológico donde se manifiestan los elementos esenciales de la vida de la Iglesia. Esta hermenéutica eclesial de la LG sobre la VR se enriquece con el decreto Perfectae Caritatis sobre la adecuada renovación de la VR. 3. Hermenéutica de la Perfectae Caritatis Lo primero que hay que destacar es que el Concilio pide a la VR que se renueve, lo cual significa que la VR anterior al Vaticano II, a pesar de su importancia, sus frutos de santidad personal, su eficacia apostólica y su notable expansión misionera, necesitaba una renovación y una reforma. No es, como en otras épocas en las que la VR era la que pedía a la Iglesia una reforma evangélica, una terapia evangélica de shock, sino que es la dirigencia eclesial quién solicita ahora que se renueve la VR. A diferencia de la LG VI, PC es más concreto y se orienta a la praxis de la

VR en sus diferentes formas: institutos puramente contemplativos, institutos apostólicos, vida monástica y conventual, VR laical, e institutos seculares. PC reafirma la dimensión significativa de la VR (1,1) y la variedad de dones existentes ya desde los comienzos de la Iglesia (1,2). Pero acentúa fuertemente que esta variedad de dones nace del propósito de seguir con más libertad a Cristo virgen, pobre y obediente, por la práctica de los consejos evangélicos, promovidos por el Espíritu y aprobados por la Iglesia. Esta renovación de la VR se apoya en dos principios fundamentales: una vuelta a las fuentes de la vida cristiana y a la inspiración carismática de los institutos, y por otra parte, una apertura hacia la sociedad y un conocimiento de la condición de nuestro tiempo, para así poder ayudar más eficazmente al mundo de hoy. Esto implica una verdadera renovación espiritual. En el fondo, PC retoma los dos grandes principios que impulsaron el Vaticano II desde Juan XXIII, la vuelta a las fuentes de la vida cristiana (ressourcement) y la puesta al día (aggiornamiento). El Decreto va glosando y aplicando esta renovación a los diferentes elementos constitutivos de la VR: castidad, pobreza, obediencia, vida comunitaria y formación. Informativo

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¿Cuáles serían los núcleos principales de la PC y qué novedades aporta respecto a la LG? 1º La PC afirma con rotundidad que la norma última y la regla suprema de todos los institutos religiosos es la Secuela Christi, el seguimiento de Cristo, un Cristo pobre, casto y obediente al Padre. La VR se funda en las palabras y ejemplos de Cristo, desea imitar y seguir a Cristo con mayor libertad y más de cerca, participar del anonadamiento de Cristo por medio de la humildad, la obediencia, la fortaleza y la castidad. La VR es pues, claramente, seguimiento de Cristo y Cristo es el modelo de la VR. Tenemos entonces, en PC, una formación clara de la dimensión cristológica de la VR, lo que se puede llamar una cristología existencial que revela al mundo el misterio de Cristo. 2º La VR es un don o carisma del Espíritu que movió a los Fundadores a un servicio a la Iglesia y al Reino. Esta dimensión pneumática de la VR que ya aparecía en la LG (43 y 44) y que responde a la acción del Espíritu que enriquece a la Iglesia con dones jerárquicos y carismáticos, queda aquí fuertemente reafirmada. Este Espíritu es el que hoy impulsa a la renovación de la VR. 3º Aparece también la dimensión histórica de la renovación de la VR en el tiempo presente, para lo cual hay que conocer la situación de la Iglesia y del mundo de hoy. Es lo que la Gaudium et

Spes llamará necesidad de discernir los signos de los tiempos. Ya al hablar de los consejos evangélicos y de la vida comunitaria se insinúan algunos cambios, un tanto tímidos, ligados a la nueva situación histórica actual. Hay sin duda vacíos en la PC, tanto por no llegar a especificar qué clase de carisma es el de la VR, como por el silencio ante el tema de los pobres y la justicia de nuestro mundo, objetivos del Vaticano II según Juan XXIII. Pero si quisiéramos retomar de forma unitaria el conjunto de la LG y la PC, podríamos decir que se ha pasado de una VR centrada en la idea de perfección personal y de estado de perfección, a la VR como seguimiento de Cristo. Este seguimiento de Cristo es un don del Espíritu, un carisma eclesial, en la Iglesia, para la Iglesia y al servicio de la Iglesia y del Pueblo de Dios. Y todo ello marcado por el momento histórico del surgimiento del carisma original y que necesariamente ha de ser enfocado al momento actual. La tarea del post concilio hasta nuestros días ha consistido en cómo recibir esta nueva teología de la VR y cómo renovar la VR en el mundo de hoy. 4. Recepción del Vaticano II por parte de la Vida Religiosa Nos centramos en el hecho indiscutible de que el Vaticano II fue un “acontecimiento”, y un verdadero


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Pentecostés, como Juan XXIII había pedido al Señor, que generó al comienzo una gran euforia eclesial de la que la VR participó largamente. El soplo del Espíritu impulsó la renovación de la VR; según algunos observadores, la VR fue el estamento eclesial que tomó más en serio su reforma. Varios documentos del Magisterio contribuyeron a ello. En este proceso de reforma y renovación adecuada de la VR no faltaron problemas. Hubo tensiones, exageraciones, abandonos. Luego de siglos de un rígido enclaustramiento en estructuras teológicas y sociológicas medievales o decimonónicas, luego de una concepción excesivamente regulada y fixista de la VR, típicas de la Iglesia de Cristiandad, el Vaticano II fue un vendaval que muchos no supieron asimilar, moderar o discernir. Se cambiaron horarios, estructuras comunitarias, instituciones apostólicas, hábitos... sin que a veces todo esto estuviera acompañado de una verdadera renovación espiritual, de una vuelta al seguimiento de Cristo. No siempre se interpretó bien la libertad. Pero hubo, sin duda, frutos positivos de renovación cuando se supo conjugar la vuelta a la Palabra y a los carismas originales, con el diálogo con el mundo moderno.

La renovación de la VR en el mundo occidental desarrollado, un mundo secular, crítico y muchas veces agnóstico, supuso un gran esfuerzo por pasar de la fuga mundi al diálogo con la ciudad secular, al diálogo con la llamada Primera Ilustración. En este proceso de recepción del Vaticano II se destaca la actuación de América Latina y el Caribe. En Medellín (1968), donde la Iglesia latinoamericana relee el Vaticano II desde un continente pobre y cristiano, el carisma religioso se formula, tal vez por primera vez, en un documento eclesial, como carisma profético: “A lo largo de la historia de la Iglesia, la VR ha tenido siempre, y ahora, con mayor razón, una misión profética, la de ser testimonio escatológico” (Medellín, 123,2). Este profetismo se fue concretando cuando Puebla (1979) hizo la opción de la Iglesia por los pobres y la CLAR impulsó una VR inserta en medios populares pobres, inserción de la que surgió no sólo una nueva forma de misión y de vida comunitaria, sino una nueva experiencia espiritual, más cercana a Jesús de Nazaret y a los carismas fundacionales. Este nuevo estilo de VR se solidarizó con los pobres, impulsó denuncias proféticas y en algunos casos desembocó en el testimonio del martirio. Es fruto del diálogo con la llamada Segunda Ilustración. De esta nueva experiencia surgió una nueva teología de la VR, más desde los Informativo

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pobres, más evangélica, más nazarena. Este estilo de VR se desarrolló sobre todo en la década de los 70s y 80s y tuvo como principales protagonistas a las religiosas. Esta mirada sería excesivamente intraeclesial y en el fondo falsa si no tuviéramos en cuenta los acontecimientos sociales, políticos, económicos, culturales y religiosos que han acaecido en estos 50 años: del mayo del 68 a los indignados de 2011, caídas del muro de Berlín y de las Torres Gemelas, la globalización, la post modernidad, el neoliberalismo y la crisis económica actual, el levantamiento africano, las nuevas tecnologías, los avances en ciencia y biología, el cambio climático, el nuevo tiempo axial con el cambio de paradigma religioso, el terrorismo de grupos extremistas del Islam... Estamos ante un terremoto y un tsunami que ha sacudido todo y naturalmente también la esfera religiosa. Estamos ante un nuevo mundo, ante un cambio de época, estamos entrando en una crisis de cultura mundial, no precisamente destructiva, pero sí de proporciones inéditas que repercute en todas las dimensiones de nuestra existencia: sociales, económicas, políticas, culturales y también religiosas y espirituales. Esta situación afectó a toda la Iglesia y también a la VR: desconcierto, crisis, abandonos de la vocación, drástica disminución de vocaciones, pirámides demográficas invertidas, con pocos

jóvenes y muchos ancianos, necesidad de unir provincias religiosas, etc. Y todo ello en medio de un crudo invierno eclesial y religioso, debido en gran parte a que los pontífices que gobernaron la Iglesia después de Pablo VI propiciaron una hermenéutica del Vaticano II más centrada en la continuidad con la tradición anterior que en la novedad del Concilio. El Vaticano II fue, de algún modo, frenado y aparcado aunque se lo citase continuamente, como sucede con el Decreto Canónico de 1983. Esto explica los conflictos que surgieron entre roma y las congregaciones religiosas que querían renovar proféticamente su VR. Si a esto se añaden los escándalos sexuales de miembros de la jerarquía y los escándalos de la banca y de la administración de la Curia Vaticana, se comprenderá que Benedicto XVI, comentando el episodio evangélico de la tempestad en el lago de Tiberíades, escribiera: “También hoy la barca de la Iglesia con el viento contrario de la historia, navega por el océano agitado del tiempo. Se tiene con frecuencia la impresión de que está por hundirse. Pero el Señor está presente”. Y poco después renunció: “ya no tengo más fuerzas”. Esta impresión de hundimiento de un estilo de vida es lo que sentían también muchos institutos religiosos. La nube del Señor que hasta ahora parecía guiar a la VR post conciliar se había ocultado, la


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VR tambaleaba. Muchos se preguntaban si la VR todavía tiene futuro frente a los nuevos movimientos laicales que parecen prosperar. Otros recuerdan con nostalgia los años precedentes al Vaticano II y cuestionan la renovación conciliar, como si el Vaticano II fuese el responsable de la crisis actual. Algunos sienten mala conciencia y se preguntan si el poco testimonio de los miembros de la VR es lo que ahuyenta a las jóvenes vocaciones. Indudablemente esta crítica situación ha ayudado a la VR a profundizar evangélicamente este difícil momento, como una participación en la pasión de Cristo y del pueblo, como una experiencia de pobreza real, como un llamado a la minoridad y a la insignificancia, como una interpelación a la experiencia de la confianza en Dios, como una exigencia a contar con los demás, con laicos y otras congregaciones, como una apelación a la creatividad y a la imaginación, como aconteció en los inicios de cada fundación religiosa. 5. Un nuevo Kairós: la nueva hermenéutica de Francisco Esta difícil situación de la recepción del Vaticano II por parte de la VR, se abre ahora a un nuevo Kairós con el momento eclesial del Vaticano II, frenado durante los dos últimos pontificados por diversos motivos, y promueve una vuelta al Evangelio. Francisco pasa del Magisterio al kerigma, del catecismo a la mistagogía, su misión es cristocéntrica, con sabor a Evangelio.

Tanto en sus gestos simbólicos como en sus mensajes y sus escritos, singularmente “La Alegría del Evangelio”, Evangelii Gaudium (2013) son una invitación a la alegría evangélica. En dos años de pontificado el clima eclesial está cambiando y se inicia una nueva primavera eclesial. Es la revolución de la ternura y del amor. Antes de abordar lo que Francisco propone directamente a la VR en este año de la Vida Consagrada es preciso señalar la nueva eclesialidad que él está iniciando. Francisco que no es teólogo profesional sino pastor, no quiere proponernos una nueva eclesiología, ni mucho menos una nueva Iglesia, sino dar una orientación plenamente evangélica a la Iglesia de hoy. Lentamente se va configurando un nuevo estilo y una nueva imagen eclesial: • De una Iglesia poderosa, distante, fría... se pasa a una Iglesia pobre, sencilla, cercana, acogedora que promueve la cultura del encuentro y la ternura: • De una Iglesia moralista, obsesionada sobre todo por los problemas sexuales... a una Iglesia que va a lo esencial, que se centra en Jesucristo contemplado, adorado y seguido: • De una Iglesia centrada en el pecado... a una Iglesia de la misericordia y la compasión, con entrañas maternales; Informativo

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• De una Iglesia centrada en sí misma, autorreferencial... a una Iglesia de los pobres, preocupada ante todo por el dolor del mundo, el sufrimiento, el desempleo juvenil, la guerra, el hambre, los migrantes y ancianos abandonados, que denuncia y crítica el injusto sistema económico actual que mata; • De una Iglesia encerrada en sí misma, reliquia del pasado... A una Iglesia que sale a la calle y a las periferias y márgenes sociales y existenciales; • De una Iglesia que discrimina a los que piensan diferente, a los diversos... a una Iglesia que respeta a los que siguen su propia conciencia y abre sus puertas a todos; • De una Iglesia restauracionista que añora el pasado... a una Iglesia que considera el Vaticano II como irreversible y quiere implementar sus intuiciones; • De una Iglesia de pastores encerrados en sus despachos y que buscan hacer carrera... a una Iglesia con pastores que huelen a oveja; • De una Iglesia envejecida y triste... a una Iglesia joven y alegre, que sea levadura y fermento en la sociedad; • De una Iglesia clerical, machista, monolítica y narcisista... a una Iglesia Pueblo de Dios que camina

con todos hacia el Reino, una casa y un hogar cálido, con flores en las ventanas. Indudablemente esta nueva eclesialidad marca ya una ruta para la renovación de la VR: una VR pobre, sencilla, cercana, acogedora, lugar de misericordia y compasión, centrada en Jesucristo, solidaria con los pobres y los que sufren, que salga a las periferias, respete y dialogue con los diferentes, una VR del Vaticano II, que huela a oveja, que sea alegre y fermento en la sociedad, un hogar cálido en medio del Pueblo de Dios. A esto se añade la convocatoria del Año de la Vida Consagrada, con ocasión de los 50 años de la Lumen Gentium y Perfectae Caritatis. Su carta apostólica “Testigos de la alegría”, es todo un programa de vida, de espiritualidad y de acción. Frente a una VR un tanto cansada y en crisis, Francisco relanza un mensaje de alegría y esperanza, de profetismo, poniendo a Cristo en el centro; la VR está llamada a ser exégesis viviente del Evangelio, un Evangelio que es la fuente de nuestra alegría y que nos lleva, bajo el impulso del Espíritu, a consolar al Pueblo y ser testigos de la misericordia. Bastará citar dos párrafos: “Hemos de preguntarnos aún ¿es Jesús realmente el primero y el único amor; como nos lo hemos propuesto cuando profesamos nuestros votos?”.


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“Nuestros ministerios, nuestras obras, nuestras presencias ¿responden a lo que el Espíritu ha pedido a nuestros Fundadores, son adecuados para abordar su finalidad en la sociedad y en la Iglesia de hoy?”. Francisco insiste en no ceder a la tentación de los números y de la eficiencia, y menos aún en confiar en las propias fuerzas. Hay que mirar el presente y el futuro con confianza y vigilante espera. En el comentario “Escrutad” de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica (CIVC-SVA), a la carta “Testigos de la alegría” de Francisco, se cita el episodio de Elías que sube al Carmelo en busca de una señal de lluvia. En postura inclinada y orante, Elías envía a su criado para que vea si por el lado del mar hay señales de lluvia. No hay nada. Siete veces sube el sirviente y al final ve que sube del mar una nubecita no más grande que el tamaño de la palma de la mano. Es un anuncio de lluvia torrencial (1 Re 18,42-44). Esta nubecita que sube del mar puede ser un símbolo para la VR de hoy: permanecer en espera vigilante, sin aceptar los diagnósticos de los profetas de calamidades que anuncian el fin de la VR, y confiar en la fuerza del Espíritu que es capaz de generar vida desde situaciones de caos y de muerte.

En conclusión: a los 50 años de la Lumen Gentium y de la Perfectae Caritatis, el Papa Francisco realiza una nueva hermenéutica de los textos conciliares desde una vuelta al Jesús histórico y desde una apertura al mundo de hoy. Nos invita a recuperar la pasión por el Evangelio y por el pueblo. Y todo ello con la alegría que brota del Evangelio. No basta volver al Vaticano II, hay que ser más radicales, ir a las raíces: hay que volver al Evangelio de Jesús de Nazaret. 6. Breve epílogo biográfico Durante el curso de 1970-1971 el padre Jesuita Jorge Mario Bergoglio, recién ordenado sacerdote, completaba su último año de formación, la llamada Tercera Probación, en Alcalá de Henares, Madrid. A esta Tercera Probación fui llamado para dictar unas clases sobre la VR post conciliar. Al acabar mis charlas Bergoglio me invitó personalmente a repetir mis conferencias en Argentina. Acepté y a final de julio de 1971 llegué a Buenos Aires; en el aeropuerto de Ezeiza me esperaba Bergoglio, recién nombrado Maestro de novicios, y me organizó un programa de charlas sobre VR en Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Han pasado más de 40 años, yo ya no soy el profesor que enseña al joven Bergoglio, ahora yo soy el discípulo que escucha alegre, admirado y agradecido, el Magisterio pastoral de Francisco, el obispo de Roma. Informativo

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 Conferencia

Signos de vida

de las Nuevas Generaciones La Intercongregacionalidad

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imensión valorada y favorecida por la Vida Religiosa. En la diversidad de carismas y culturas presentes en cada Conferencia Nacional, encontramos una fuente de riqueza, revitalización y actualización. Desde la Intercongregacionalidad se comparten espacios de formación, proyectos y misión en conjunto. La experiencia de Jesús Dios sigue llamando y encontrando espacio en jóvenes que se preguntan por el sentido de sus vidas y que lo descubren en el seguimiento a Jesús en radicalidad y alegría, ellas y ellos son brotes germinales que alegran y alientan nuestra esperanza. La Presencia de la Vida Consagrada En medio de nuestra gente, que sigue siendo atrayente con su diversidad de carismas y misiones y que responde a los signos de los tiempos con alegría, confianza y valentía; dejándose interpelar por los clamores de los nuevos escenarios y sujetos emergentes y que opta por acompañar y celebrar la vida constantemente amenazada. Es una presencia que llama todos los días a

la creatividad, a la fidelidad de Dios, a mantener y discernir nuevos caminos. La comunión En la Vida Consagrada, signo de la presencia de Jesús Resucitado en medio de nosotras y nosotros. El testimonio de vida De muchos hermanos y hermanas, que viven atentas y atentos a la vida, que se dejan interpelar por la realidad y que desean asumir con fuerza el carisma fundacional. La presencia de las Nuevas Generaciones En la Vida Consagrada y la inserción y donación de éstas en los diversos espacios de misión. Los encuentros de las Nuevas Generaciones Y el espacio que éstas tienen en las Conferencias Nacionales, subrayando la dimensión reflexiva, celebrativa, profética, y dinámica. Los nuevos servicios pastorales Que teniendo presente la cultura, buscan atender a poblaciones concretas, no solo desde el carisma particular, sino desde la vivencia compartida reflejando así un rostro de Iglesia más cercana y participativa.


Nuevas Generaciones  55

Comisión de Síntesis –Día 1 (jueves 18 de junio) CLAMORES – VER

PRIMER BLOQUE NÚCLEOS TEMÁTICOS: NN.GG. / HUMANIZACIÓN Y ESPIRITUALIDAD * Nuevas formas de relaciones a ejemplo de Jesús, más allá de los prejuicios y miedos externos e introyectados - relaciones intergeneracionales dejando atrás desconfianzas - relaciones vividas en libertad, ternura, compasión. * Urge transformar nuestras prácticas pastorales. - no instalándonos en seguridades económicas y sociales - recuperando el respeto y el amor por la vida - incorporando las nuevas compresiones de lo masculino y femenino

buscando con las NN.GG presencias significativas. * Potenciar la formación teológica e integral de la persona de manera continua - resignificarla y repensarla - abierta a los nuevos paradigmas (feminidadesmasculinidades, bioética, TICs, y otros) - facilitándola especialmente a la vida consagrada femenina - con transparencia, sin ser juzgados y siendo coherentes con nuestros testimonios * Revisión de nuestros paradigmas personales. - en nuestra manera de comprender los votos - en nuestro modo de vivir cotidianamente lo femenino y masculino -

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 Síntesis

en el modo de situarnos como adultos responsables (no infantilizar ni tontificar a las NN.GG) * Deconstruir estructuras de poder que sostienen masculinidades y feminidades hegemónicas y que nos obstaculizan - ir a los pobres - escuchar el clamor de la tierra - dar testimonio gozoso de nuestra vocación - participación de las NN.GG -

SEGUNDO BLOQUE NÚCLEOS TEMÁTICOS: POBRES / CAMBIO SISTÉMICO / JPIC 1. Vida humana. Reconocer que toda vida humana es sagrada: pobres y ricos, niños – ancianos, enfermos y personas con alguna discapacidad, víctimas y victimarios, y que esto nos lleve a una respuesta real y concreta. 2. Víctimas. Atención a las víctimas: víctimas de la violencia, las víctimas del sistema. Atención interdisciplinar. Considerar la creación como víctima del egoísmo del ser humano y del sistema. 3. Trata de personas. La trata de personas merece un abordaje interdisciplinario e intercongregacional. Es un asunto internacional. 4. Pobres. Los pobres (en especial los ancianos, enfermos, personas con alguna discapacidad, migrantes) piden respeto a sus personas, que

se les reconozcan sus derechos, que se les escuche. Piden que les anunciemos a Jesucristo y su Evangelio, que seamos fieles testigos del Reino. Piden que se valore su cultura y tradiciones, su religiosidad y su experiencia de Dios. Piden trabajo digno con un salario justo, vivienda, servicios de salud, educación. Esto implica un cambio sistémico. 5. Lo que la Iglesia recibe de los pobres. Reconocer, no sólo lo que la Iglesia puede hacer por los pobres, sino también lo que los pobres han hecho y hacen por la Iglesia. Sólo siendo conscientes de lo que recibimos de los pobres, nuestro dar deja de ser paternalista. 6. La mujer en la Iglesia. Hay un clamor por parte de la mujer en la Iglesia, especialmente la mujer consagrada, de una mayor participación en el liderazgo y en la toma de decisiones. En la Iglesia replicamos el esquema machista de la sociedad: somos una Iglesia clericalista 7. Parálisis. La vida consagrada padece aún la parálisis que generó el invierno eclesial. Hoy se muestra seducida por la comodidad y la imagen, atada por el cuidado de la institucionalidad y la falta de claridad de las mediaciones sociales, políticas, económicas ante un mundo que se ha hecho más complejo.


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TERCER BLOQUE NÚCLEOS TEMÁTICOS: INTERCULTURALIDAD / INTERCONGREGACIONALIDAD Misión: 1. Unir fuerzas y carismas en proyectos concretos para la vida del pueblo en sus diversas necesidades. 2. Asumir el proceso de descolonización (desconstrucción)que permita el conocimiento y reconocimiento de identidades y realidades sociales, culturales y simbólicas; reconociendo el aporte y riqueza de los pueblos afro e indígenas. 1- MISIÓN AD GENTES a. Necesidad de compromiso y comunión intercongregacional para superar el trabajo aislado b. Impulsar al nivel de la iglesia local la conciencia misionera del pueblo de Dios y configurar equipos intercongregacionales inter gentes y ad gentes. c. Responder intercongregacionalmente al desafío del diálogo interreligioso con grupos de migrantes dentro de nuestros países.

Comunión: 1. Comunión intra: Humanizar estructuras y vínculos entre hermanos y hermanas. 2. Comunión inter: Fortalecer lazos entre congregaciones. Releer nuestra historia para iluminar la comunión cuando cambian las circunstancias. 3. Reconocer a la mujer en su rol y liderazgo en la Iglesia y en el mundo por su ciudadanía eclesial para su reconocimiento y empoderamiento como tal en la sociedad e Iglesia.

Espiritualidad: 1. Reconocimiento de la memoria y la reparación integral de la deuda histórica de los pueblos afro e indígenas. 2. Que las iniciativas intercongregacionales revelen

Consagración: 1. Recuperar la esencia en nuestra consagración y resignificar la vivencia de los votos desde la intercongregacional que va más allá de nuestras obras y quehaceres.

el evangelio en las sociedades que vivimos y den respuestas a las necesidades específicas: Cuba: sed de trascendencia de un pueblo que necesita conocer y amar a Dios y construir un sentido de vida. Venezuela: Ser signos de paz y de esperanza. 3. Presencia comprometida y profética de la Vida Consagrada en las explotaciones discriminadas y desarraigo de los territorios, instalación de megaproyecto y contaminación de los recursos naturales.

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2. Inclusión real de la Vida Consagrada afro e indígena valorando la riqueza de su aporte. Formación: 1. Cambiar las estructuras, modos y proyectos de formación que favorezcan el favorecimiento de de las identidades, que construyan procesos auténticos de interculturalidad. 2. Apoyarnos intercongregacionalmente para que los formadores y las formadoras construyan una formación más integral, madura y transformadora que provoque un estilo de vida más humanizadora y circular. Animación: 1. Unir fuerzas para la atención y acompañamiento de los hermanos mayores. 2. Animar mayor presencia masculina en los espacios intercongregacionales. 3. Apoyar y sostener las conferencias nacionales y sus proyectos con la participación de las distintas congregaciones. 4. Urge el acompañamiento y animación de las vocaciones afro e indígenas desde lo propio, favoreciendo la autoestima y autonomía. Superando los prejuicios que todavía existen.

CUARTO BLOQUE NÚCLEOS TEMÁTICOS: DIÁLOGO ECLESIAL / CARISMA Y LAICADO / SALIDA MISIONERA 3 Eclesiología de comunión y participación, superando dinámicas de privilegio y exclusión. (misión) 3 Nueva comprensión del carisma que implica familias carismáticas: vida y misión compartida (no existe la una sin la otra). Que las relaciones sean vinculantes y no solo colaborativas. (consagración) 3 Formación contextualizada (Educar, formar, acompañar) para construir una identidad discipular configurada con Jesucristo. (formación) 3 El dialogo en las búsquedas comunes a través del fortalecimiento de las confianzas y los discernimientos compartidos; complementariedad y unidad en la diferencia. (comunión) 3 Sostenibilidad de los procesos y compromisos vocacionales en los distintos estados de vida, asumiendo desafíos y necesidades sociales, laborales, profesionales, económicas…(animación) 3 Espiritualidad encarnada, profética-martirial (espiritualidad)


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Comisión de Síntesis –Día 2 (viernes 19 de junio) CONVICCIONES–JUZGAR

PRIMER BLOQUE NÚCLEOS TEMÁTICOS: NN.GG. / HUMANIZACIÓN Y ESPIRITUALIDAD TENEMOS LA CONVICION DE QUE… 1. La Trinidad nos inspira: • A una animación humanizante y misionera, que se desplaza al encuentro del vulnerable. • A vivir en circularidad (Construir la comunidad horizontal). • Al diálogo con las Nuevas Generaciones para generar cambios. 2. Jesús camina a nuestro lado * La Centralidad de la palabra nos da rumbo, identidad y sentido de vida. • Permitiendo a las NG, generar vida, donde estamos situados desde nuestra experiencia personal con Jesús. • La muerte no tiene la última palabra. 3. Necesitamos formarnos para evangelizar y acompañar la realidad, utilizando las TICs, para ser portadores

del mensaje, permitiendo a las NG, un protagonismo relevante en esta gran misión. 4. Una vida consagrada verdaderamente centrada en Jesús, nos lleva a resinificar los Consejos Evangélicos, desde: La alegría, apertura, acogida, sencillez, compasión, misericordia, solidaridad, justicia, humildad y ternura. 5. Somos creadas y creados a imagen y semejanza de Dios, esto nos posibilita a vivir relaciones igualitarias, reconociendo la dignidad de las demás personas. 6. La V.C aporta, desde el principio Teológico de la Bioética el respeto por la vida y la creación, siendo copartícipes en la defensa y cuidado del planeta y la sensibilidad al sufrimiento de las demás personas. SEGUNDO BLOQUE NÚCLEOS TEMÁTICOS: POBRES / CAMBIO SISTÉMICO / JPIC 1. Creemos que nuestra vocación es un don de Dios que nos centra en Jesucristo, nos da alegría, esperanza y entusiasmo, y nos Informativo

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impulsa a salir de nosotras/os mismas/os y a ir al encuentro de las/os otras/os, para servirlas/os y compartir con ellas/os el gozo del Evangelio. Creemos que los pobres son lugar teológico, nos evangelizan con su alegría, su sencilla felicidad y su capacidad de compartir; nos revelan al Dios de Jesús y nos invitan a vivir desde la gratuidad y la esperanza. Creemos que la fuerza germinal de lo pequeño hace posible la defensa de la vida, genera esperanza, siente el dolor ajeno como propio, escucha sin juzgar, acompaña procesos que empoderan a los pobres (en lugar de realizar acciones aisladas) y previene contra lo que atenta contra la vida en todos su ámbitos. Creemos que cada persona es hija/o de Dios, es mi hermana/o, tiene derecho a una vida plena, justa, libre, diga y feliz. La trata de personas es «una herida abierta en el cuerpo de Cristo». La indiferencia, el miedo, el silencio de la vida consagrada ante esta realidad es un pecado de omisión que nos desafía a actuar con audacia profética y misionera. Creemos que, como comunidad, somos rostro del Dios-Trinidad, que toma la iniciativa en el amor, y nos invita a darnos y a vivir la comunión en la diferencia como fuente de nuestro compromiso.

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El otro, el diferente, el diverso/a (por raza, condición social, género, cultura, religión, generación…), lejos de ser una amenaza, es un don para nuestra vida. Creemos que este amor de nuestro DiosTrinidad no se agota en las relaciones comunitarias sino que se transforma en un compromiso por la justicia social y por la misericordia. Creemos que, como vida consagrada, somos una semilla que crece en medio de diversos sistemas eclesiales y sociales (congregaciones, redes, ONGs, movimientos populares, sociedad civil, etcétera), con los cuales estamos en relación interdependiente y es posible una fecunda colaboración. Creemos que en la creación entera está también la palabra y el silencio de Dios; es necesario contemplara, escucharla, cuidarla. La tierra –la pobre entre los pobres– es capaz de renovar la vida consagrada y se convierte en la nueva evangelizadora de la Iglesia. Creemos que, para que la vida religiosa sea signo de reconciliación en nuestra sociedad, el profetismo de la vida consagrada necesita reconocer el daño cometido a distintos grupos y sectores así como a sus propias/os hermanas/os y pedir perdón, como expresión de los sentimientos de Jesús.


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TERCER BLOQUE NÚCLEOS TEMÁTICOS: INTERCULTURALIDAD / INTERCONGREGACIONALIDAD Misión Creemos que la calidad y eficacia de la misión se da desde la experiencia del proyecto de interculturalidad. La realidad y los sujetos emergentes (afro, pueblos originarios, Rom) se convierten en lugar teológico para la vida consagrada en donde se dinamiza el profetismo de los consejos evangélicos. Hay vidas que atender en un mundo cambiante y nuestra opción debe responder a la vida del pueblo en comunión, aceptando nuestras vulnerabilidades. La realidad de que 4.500.000 de seres humanos aun no conocen la experiencia del amor de Dios en Cristo hace a la misión ad-gentes una prioridad de la Iglesia Universal, que debe ser asumida por la Iglesia local intercongregacionalmente dando fundamento así al dialogo ecuménico e interreligioso. La realidad de hacer comunión intercongregacional de la Conferencia Venezolana de Religiosos/as (CONVER) nace del compartir la suerte del pueblo. Esto es una fuerza para la vida consagrada y la Iglesia local viviendo la certeza de que Dios la acompaña.

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Espiritualidad Creemos que cultivar una espiritualidad encarnada integra las espiritualidades propias de cada pueblo que son rostro y palabra de Dios. Comunión Creemos que nuestra comunión se fortalece al respetar, acoger, y reconocer la contribución de la experiencia comunitaria de los pueblos originarios, Afro y Rom. Celebrando la vida desde la palabra el consejo, consenso, y diálogo para la armonía del buen vivir. (Popol Vuh “llego la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz hablaron entre sí, se pusieron de acuerdo, juntaron su palabra y su pensamiento”) Somos ante todo hijas e hijos de Dios, hermanados por el mismo Bautismo en seguimiento de Cristo dando testimonio a un mundo dividido viviendo la comunión intercongregacional. Creemos en una Iglesia comunión y participación en la diversidad y estamos llamadas y llamados a reconocerla y valorarla respondiendo a la misma vocación a la santidad de todo el Pueblo de Dios. Consagración Creemos que las y los religiosos afrodescendientes e indígenas desde su riqueza espiritual, cultural, simbólica y teológica capacidad resiliente, y valores culturales son sujetos de renovación y fuerza transformadora para la VC. Informativo

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Formación Creemos en una formación permanente e integral que fortalece la identidad cultural propia, abriéndonos a procesos de reconocimiento de otras culturas y liberándonos de prácticas introyectadas (patriarcado, racismo, consumismo, anti-ecológicas …) que no permiten la novedad del reino. Animación Creemos en la dimensión liberadora y transformadora de la pastoral inculturada que respeta, valora, y reconoce los aportes de las y los afrodescendientes, pueblos originarios, mujeres y rom como sujetos de cambio. Creemos que las mujeres consagradas animamos y defendemos la vida en las diferentes realidades. Salir de los excesos de la institucionalidad para llegar a las periferias como cultura de encuentro, como expresión de la misericordia de Dios es profecía de la vida consagrada hoy. CUARTO BLOQUE NÚCLEOS TEMÁTICOS: DIÁLOGO ECLESIAL / CARISMA Y LAICADO / SALIDA MISIONERA 1. Estamos convencidas(os) de que el carisma es un don del Espíritu para la Iglesia y el mundo. Existen diversidad de carismas y espiritualidades que es imperativo poner en dialogo

desde la centralidad de Jesucristo y la transversalidad de la Palabra. (Espiritualidad) 2. Estamos convencidas(os) que una eclesiología de comunión solo se logra en un contexto de participación y complementariedad. Laicos, religiosas(os) estamos convocadas(os) a una mesa común, a un banquete, compartimos el mismo alimento (inclusión). En un estilo de relación de circularidad (autoridad servicio). Cultura del encuentro. (Comunión) 3. Vivir la cultura del encuentro desde la experiencia trinitaria, abiertas(os) a recibir y no sólo a dar, integrando a los diferentes. Estamos convencidas(os) que es más lo que nos une que lo que nos separa. Y lo que nos separa, es lo que nos complementa. Como laicos y religiosas(os). (Comunión) 4. Sabernos llamadas(os) y amadas(os) por Dios, vivir


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arraigadas(os) en Jesucristo nos lleva a contemplar la realidad y a responder a ella apasionadamente donde la vida clama, especialmente en las periferias existenciales. (Misión) 5. Estamos convencidas(os) que la catequesis mistagógicas y el acompañamiento, sensibiliza frente al misterio de Dios y al clamor del pueblo. (Misión) 6. Estamos convencidas(os) de la urgencia de reafirmar, clarificar y resignificar a través de un proceso formativo inicial y permanente, contextualizado, la identidad laical, religiosa y de familias carismáticas,

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que también nos permita una interrelación entre familias carismáticas, y abrirse a un dialogo ecuménico e interreligioso, para responder con audacia y fidelidad creativa. (Formación) 7. El celo apostólico vivido en comunión y transcongregacionalidad nos anima a ser profetas del espíritu en lo cotidiano y a romper estructuras caducas. Estamos convencidas(os) de que el cambio de estructuras mentales personales y comunitarias debe ser a través de discernimientos compartidos, escuchando “los mensajeros de la vida”. (Animación)

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 Síntesis

Comisión de Síntesis

–Día 3 (sábado 20 de junio) COMPROMISOS–ACTUAR

PRIMER BLOQUE NÚCLEOS TEMÁTICOS: NN.GG. / HUMANIZACIÓN Y ESPIRITUALIDAD Nos hemos sentidos invitadas/os a comprometernos a: 1. Cultivar procesos de humanización partiendo de la experiencia personal y el encuentro con Jesús: compartiendo en la vida cotidiana miedos, fracasos, sueños, esperanzas y alegrías; favoreciendo el diálogo sincero intergeneracional; para anunciar con pasión y ardor misionero lo que hemos visto oído y palpado (Cfr 1 Jn, 1,3). 2. Impulsar los nuevos rostros en la VC, promoviendo el empoderamiento y acompañándoles en sus procesos. 3. Asumir en nuestras comunidades la emergente cultura vocacional: –en una actitud de escucha, –reconociendo los signos del Espíritu, –acompañando y dejándonos acompañar, –y generando vidas transformadas en Jesús. 4. Vivir la utopía del Reino, poniéndonos en estado de

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conversión personal y comunitaria, y haciendo un camino autentico y sincero como testigos frágiles que creemos en la ternura. Como NG, con la ayuda de la CLAR, continuar la creación de espacios formativos que hagan partícipes a todas las Conferencias de Religiosas/os, en modalidades presenciales y virtuales, que generen más dinamismos intercongregacionales. Profundizar la experiencia del amor Trinitario, para construir relaciones circulares e igualitarias en la diversidad que nos conforma. De esta manera, seremos un signo profético de comunión y esperanza donde la vida clama. Iniciar nuestros propios procesos de deconstrucción de lo masculino y femenino, que ha sido considerado como antagónico y excluyente, e incluir dentro de los planes de formación inicial y permanente, la dimensión de género como eje trasversal. Promover una animación humanizante y misionera, desde la circularidad a imagen de la


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Trinidad y desde nuestra propia vulnerabilidad, en espacios de diálogo auténtico y discernimiento, escuchando con el corazón a la hermana/o saliendo a su encuentro. 9. Promover como VC, desde la misericordia y la profecía, la transformación los paradigmas moralistas, mediante una sólida formación en el campo de la Bioética, y poder así acompañar los cambios eclesiales sociales y culturales, relativos a la defensa de la vida humana y de la Creación.

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personas de buena voluntad, movimientos sociales, sociedad civil…) proyectos concretos de solidaridad. 4. Promover una formación integral permanente que nos permita responder adecuadamente a las necesidades de los pobres y favorecer que ellos sean agentes de su liberación.

Petición concreta a la CLAR Retomar los seminarios de Bioética.

Petición a la CLAR Que la Junta Directiva de la CLAR hable con la Junta Directiva de la Conferencia de Haití, para que ésta acompañe mejor a las comunidades religiosas presentes en el país.

SEGUNDO BLOQUE NÚCLEOS TEMÁTICOS: POBRES / CAMBIO SISTÉMICO / JPIC Nos hemos sentido invitadas/os por la Ruah divina a comprometernos a: 1. Asumir como compromiso prioritario el cuidado de la creación, en respuesta al llamado que nos hace el papa Francisco en la encíclica Laudato si’. Esto tiene implicaciones para la espiritualidad, la formación y la misión. 2. Crear la comisión de Trata de personas en las Conferencias donde no existe, fortalecer las existentes y articularlas con otras instancias eclesiales y civiles. 3. Hacer realidad la misión compartida realizando con otros (congregaciones, laicos, pobres,

TERCER BLOQUE NÚCLEOS TEMÁTICOS: INTERCULTURALIDAD / INTERCONGREGACIONALIDAD Nos sentimos invitadas/os a comprometernos en: 1. Estar abiertas/os a escuchar donde la vida clama y Dios nos llama a estar presentes, y deconstruir prácticas individualistas en nuestras comunidades, promover espacios de diálogo intra e intercongregacional y fomentar proyectos que respondan a esos clamores. 2. Propiciar una espiritualidad centrada en Jesús para vivir una conversión personal y comunitaria que nos permita discernir las estructuras que necesitamos romper, que nos ayuden a Informativo

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abandonar nuestros paradigmas, recelos, prejuicios, actitudes, gestos y expresiones racistas para el encuentro y la inclusión de lo diverso, y que nos abra a integrar las espiritualidades de cada una/o de las/os hermanas/os. Vivir la inclusión fortaleciendo el reconocimiento y la valoración de las vocaciones que llegan de todas las culturas, para que se haga realidad el proyecto de inter-culturalidad de una Vida Consagrada pluriétnica y multicultural. Recuperar y fortalecer procesos inter-culturales y de formación cualificada, potenciando las dimensiones humanas de la identidad afro e indígena, unificando criterios formativos para la identidad de las/os religiosas/os afrodescendientes e indígenas en los diversos ámbitos congregacionales, que permita deconstruir imaginarios excluyentes y generen un compromiso real y transformador en el ser y quehacer cotidiano. Asumir los aportes del liderazgo femenino de escucha, acogida a la diferencia, compasión y servicio a la vida. Reafirmar el compromiso en el acompañamiento y la animación al pueblo indígena, en sus luchas por la defensa de la vida, tierra y territorio. Generar, mantener relaciones, crear alianzas estratégicas y

trabajar en red con organizaciones o instituciones que luchan contra la discriminación, el racismo, y la violación de derechos humanos, en especial de la mujer, los afrodescendientes, los pueblos originarios y rom. Peticiones concretas a la CLAR: a. Retomar, dinamizar, y/o crear la comisión de vida religiosa afro y de vida religiosa indígena de carácter permanente, en las Conferencias Nacionales y en la CLAR, para garantizar y dar continuidad a las reflexiones, procesos y acciones, desde la perspectiva afro e indígena para una Vida Religiosa inculturada, con rostro propio, profundizando y difundiendo la teología indígena en la Iglesia y en la sociedad. b. Animar y promover el seguimiento del seminario de VR Indígena. c. Que la CLAR promueva la misión ad gentes a través de un equipo intercongregacional de institutos misioneros. CUARTO BLOQUE NÚCLEOS TEMÁTICOS: DIÁLOGO ECLESIAL / CARISMA Y LAICADO / SALIDA MISIONERA NOS HEMOS SENTIDO LLAMADAS(OS) A COMPROMETERNOS A: 1. Favorecer estructuras de comunión y relación fraternas/sororales,


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auténticas y encarnadas, con claridad en las dinámicas de autoridad, toma de decisiones y en permanente discernimiento. 2. Ampliar la tienda: constituirse en familia carismática (Religiosa – laical, acogiéndonos como un DON de Dios) y llegar a una real espiritualidad, misión y vida compartida. Iniciar, revisar, discernir, fortalecer, socializar y disfrutar el proceso de la constitución de la Familia Carismática, que es una estructura nueva y hace que una nueva forma VC aparezca. 3. Evaluar y replantear las respuestas y compromisos pastorales que se están buscando para asegurar la defensa de los derechos humanos ante los diferentes escenarios de muerte que nos rodean en el servicio inter-congregacional, generando

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nuevas presencias, venciendo la indiferencia, los miedos y la comodidad e implicándonos en el acompañamiento de los clamores de nuestros pueblos. 4. Diseñar una estrategia interinstitucional e inter-congregacional que haga posible incidir significativamente en las políticas públicas de educación, salud y desarrollo social. 5. Dar una especial importancia a la Pastoral Familiar para que sea un eje transversal en nuestros proyectos pastorales. 6. Impulsar la formación inicial y permanente desde el contacto directo con las periferias, para que nutra nuestro seguimiento de Jesús, revitalice nuestro carisma, nos desinstale y nos disponga a la salida misionera. Informativo

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 Síntesis

Intuiciones desde la realidad e

Intuiciones generadoras de vida: ETAP ¡CREEMOS que una VC nueva es posible!

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esús entonces les dijo: “Todavía, por un poco de tiempo, la Luz estará entre ustedes. Caminen mientras tengan la Luz, para que no los sorprendan las tinieblas; el que anda en la oscuridad no sabe a dónde va.” Juan 12:35 Intuiciones desde la realidad: 1. El caminar de la VC en AL y el caribe en los últimas décadas confluye con la figura carismática y el momento de gracia del Papa Francisco y su significado para la Iglesia universal y latinoamericana como una invitación para quitar la piedra, salir fuera y desatar las ataduras… 2. En estos días del congreso hemos podido ver con mayor claridad los elementos que nos hacen permanecer en la tumba como a Lázaro… nuestros miedos, nuestro desconcierto, nuestra incerteza/ inseguridad… para empezar procesos y suscitar nuevas iniciativas. No sabemos ¡cómo! 3. Frente a este panorama encontramos la posibilidad de desarrollar la novedad que la Ruah esta YA (aquí y ahora) suscitando entre nosotros/as con estos desafíos:

3 Abandonar (de-construir -

desaprender) esquemas y formas de ser VC que no cautivan y que poco le dicen a las NG. 3 perfeccionar los elementos de vida que están entre nosotras/os. 3 Crear con audacia lo nuevo asumiendo nuestra responsabilidad histórica en comunión con las insinuaciones del Espíritu! 1. Esto supone la conversión a la realidad dejando atrás los miedos que nos instalan y superando la tentación de idolatrizar el ideal carismático descrito en las constituciones sin abrazar la VC concreta/real que nosotras/os encarnamos. 2. Estamos invitadas/os también a superar una lógica excluyente que quiere hacer prevalecer una cosa frente a otra como si la realidad estuviera compuesta solo de blanco y negro y entonces a integrar toda la gama cromática que la compone en nuestras comunidades concretas a través del dialogo y del discernimiento permanente.


Síntesis 1 

3. En un mundo que camina lentamente hacia la de-colonización percibimos con preocupación la presencia de fuertes elementos de colonialismo interno que siguen configurando estructuras caducas en la Iglesia y en la VC que matan la vida. Intuiciones Generadoras de Vida: 1. Compartir la vida, misión y espiritualidad con los laicos ya que esto fuerza el cambio de estructuras internas, de animación de formación etc. inclusive puede forzar la resignificación de la identidad misma de las comunidades enriqueciendo la comprensión y vivencia de los carismas. 2. Constatamos que hay tres lugares que le son propios a todos los carismas hoy…allí esta clamando la vida…: las culturas, la ecología y la humanidad. ¡Si de verdad queremos contribuir activamente en la preservación de nuestra casa común debemos hacernos presentes sin vacilaciones en estos espacios de vida y misión! ¡Hay un Lugar de misión al que todos debemos mirar con pasión también la VC misma! 3. Para que la resignificación, reestructuración y reconfiguración que muchas congregaciones asumieron como proyecto de vida para los próximos años sea efectiva es necesario asumir una visión planetaria y sistémica de internacionalidad. 4. La clave teológica y antropológica para una VC nueva que nos viene de la vida misma y por venir de la vida nos viene también del corazón

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del evangelio es la configuración de todo lo que somos y hacemos desde un horizonte relacional… esta es la mística y la profecía que se nos pide en un mundo herido y roto relacionalmente teniendo como modelo la comunidad trinitaria. 5. Al mirar esta sala nos preguntamos que signo somos o que signo dejamos de ser… y sentimos el clamor desde las entrañas de asumir el desafío de re significarnos como un cuerpo todo unido mas allá de los carismas individuales. 6. En el momento histórico en que nos encontramos las NG están urgidas por el impulso del espíritu para asumir un protagonismo dinamizador de esta nueva VC que todos soñamos… ¡no tengamos miedo de contemplar mientras ellos/ as disciernen y deciden! En esta perspectiva se encuentra también la invitación a realizar la experiencia de levantar las tiendas, caminar itinerantes con la incertidumbre (FE) de Abraham y Sarah… 7. Tenemos como VC latinoamericana y caribeña una responsabilidad histórica con la VC mundial. Debemos ser signo, y voz profética en la caminada. 8. VC ¡el momento y el lugar es aquí y es ahora! ¡Hay que hacer que la VC nueva acontezca, nos toca a nosotros/ as hacerlo para que este momento se convierta en Kairos para nosotros y un nuevo referente para la Iglesia! ¡No podemos ser inferiores a este momento histórico en el que nos toco vivir! Gracias.

Informativo

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 Síntesis

CONFEDERACIÓN CARIBEÑA Y LATINOAMERICANA DE RELIGIOSAS/OS-CLAR

“Escuchemos a Dios donde la vida clama”

CONGRESO DE VIDA CONSAGRADA

Bogotá, Colombia, 18 a 21 de junio de 2015

Mensaje Final «Dichosa tú que creíste» (Lc 1,45), Vida Consagrada, porque la Ruah divina hará surgir en ti una nueva forma de vida. 1. Las/os participantes en el Congreso de VC de América Latina y el Caribe dirigimos este Mensaje a las personas consagradas, a nuestros Pastores y a todo el Pueblo de Dios del que somos parte, con la esperanza de que, por medio de este escrito, puedan también experimentar las invitaciones que el Espíritu Santo nos hizo a un mayor compromiso en la vivencia de nuestra vocación. Realizamos el Congreso en el contexto del Año de la VC, convocado por el Papa Francisco, con ocasión del 50º aniversario del Concilio. Durante los días del Congreso, escuchamos a Dios donde la vida clama, reafirmamos nuestras convicciones y vislumbramos los «horizontes de novedad en la

vivencia de nuestros carismas hoy». Al terminar este Congreso expresamos nuestra solidaridad con las víctimas de la violencia y con el proceso de paz en Colombia. 2. Hechos significativos en el Congreso. Nos alegramos por el posicionamiento de las Nuevas Generaciones de VC y por su participación en el Congreso. Su palabra y su trabajo, sus cuestionamientos y su fuerza, desafían a las/os mayores a mirar no hacia el pasado, sino hacia delante, hacia la novedad que Jesús nos promete. Con su magisterio y su testimonio, Francisco nos motiva a crear una cultura de la ternura y la misericordia. Fue providencial que durante el Congreso


Mensaje  71

se publicara la encíclica “Laudato Si”, en la cual, el Papa nos invita a asumir «el cuidado de la casa común». También nos confronta y estimula la memoria del beato Oscar Arnulfo Romero, quien propone a la VC una manera concreta de ser profecía martirial, fiel al Evangelio y libre de ataduras. 3. Betania. La VC de América Latina y el Caribe, al contemplar el icono de la comunidad de Betania –Marta, María y Lázaro–, se ha sentido llamada por Dios a ser casa de encuentro, comunidad de amor y corazón de humanidad. Quienes participamos en el Congreso, escuchamos, como dichas a nosotras/os, las órdenes que Jesús dio en el contexto de la resurrección de Lázaro: «¡Retiren la piedra!» «¡Sal fuera!» «¡Quítenle las vendas, para que pueda andar!» (Jn 11,39.43-44). Queremos vivir estos mandatos; sólo así podremos acoger el reino del Abbá, irradiar la belleza de seguir a Jesucristo y experimentar el gozo del Evangelio. 4. Un antes y un después para la VC. Este Congreso, en sintonía con el Vaticano II, nos dio un impulso de resurrección, que levantará a la VC de la tumba de una pesimista añoranza del pasado y la impulsará hacia el futuro, que es la vida nueva en el Resucitado. La presencia de Jesús en medio de la comunidad genera vida, alegría, misión, compromiso mutuo; crea personas aferradas a él y al Reino y no a las obras y estructuras; engendra, en la Iglesia

y para la Iglesia, una VC renovada y resignificada, no de masas, sino de prójimos que viven la hermandad en un clima de amor, compasión y misericordia, y son profecía del Dios de Jesús; una VC que origina nuevos vínculos intercongregacionales y nuevos espacios que nos evangelizan con rostros diversos. 5. Horizontes de novedad. Entre los diversos «horizontes de novedad en la vivencia de nuestros carismas hoy» que percibimos en el Congreso, resaltamos los siguientes: a) La Trinidad es el modelo de nuestra hermandad; nos conduce a la unidad en la diversidad, nos capacita para el diálogo y la reciprocidad, hace que nuestras relaciones sean circulares y en igualdad. b) El seguimiento de Jesucristo, desde la mística y la profecía, tiene como horizonte el martirio, elocuente testimonio que es capaz de tocar el corazón de los demás y suscitar la conversión. Hemos de recuperar la memoria profético-martirial de nuestros pueblos. c) Una resignificación de los consejos evangélicos, a la luz del Verbo de Dios que se encarna y entrega su vida en la cruz, y de la escucha de la Palabra, llevará a la persona consagrada a la libertad, la gratuidadgratitud y la compasión. Informativo

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d) La VC está llamada a compartir espiritualidad, misión y vida con laicas y laicos, desde una eclesiología de comunión, constituyendo familias carismáticas. e) Una VC pobre y para los pobres, implica hoy participar en «la revolución de la ternura» (EG 88), «usar la medicina de la misericordia» (MV 4) y cuidar «la casa común» (LS). f) La VC ha de salir de su autorreferencialidad y de todo aquello que le impida el contacto directo con el prójimo. g) La intercongregacionalidad y las comunidades intergeneracionales son retos que exigen discernimiento y creatividad y que nos dan la oportunidad de enriquecernos mutuamente, crecer y complementarnos. h) Las culturas, la ecología y la humanización son espacios en los que la vida se ve amenazada, espacios en los que la VC debe estar presente y actuar. 6. Hacer que acontezca. Concluimos el Congreso con el corazón ardiente, porque percibimos al Espíritu de Dios actuando en medio nuestro. Habiendo conocido las invitaciones a comprometernos que la Ruah divina

nos hizo, nos corresponde ahora hacer que acontezca la novedad de la VC o, más precisamente, colaborar con la Ruah en el surgimiento de una VC nueva, participativa y prismática y no piramidal ni estática. Es necesario impulsar ya esta colaboración; ser personas propositivas y osadas, que «hagan lío», comenzando cada quien por sí misma/o, por nuestras comunidades locales, por las propias congregaciones y conferencias. Las intuiciones del Congreso son semillas que darán fruto sólo si pasamos de la teoría a la práctica. 7. En marcha. «¡Sal fuera!», dijo Jesús a Lázaro. El Papa Francisco insiste en que «la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia» (EG 15), y espera de la VC que salga de sí misma «para ir a las periferias existenciales». Vayamos, caminemos en compañía de quienes luchan por un mundo más justo e inclusivo, más fraterno y más alegre. Quitémosle las vendas a la VC para que pueda caminar; quitémonos las vendas y caminemos como María, que va con prontitud a servir a su prima Isabel. El encuentro de estas dos mujeres fue el comienzo de algo nuevo, de una vida fecunda y misionera. Salgamos y caminemos con María, y hagamos que la humanidad –Juan– salte de gozo, y que la creación –Isabel– quede llena del Espíritu Santo (Lc 1,39-44).


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