MANUAL SEPAR DE PROCEDIMIENTOS
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2.1.
Algoritmo diagnóstico y terapéutico de la hipertensión arterial pulmonar
Estrategia de diagnóstico en la hipertensión arterial pulmonar
Antonio Román Servicio de Neumología. Hospital General Universitario Vall d’Hebron. Barcelona La hipertensión arterial pulmonar (HAP) se define por la presencia de una presión media en la arteria pulmonar superior a 25 mmHg en reposo o superior a 30 mmHg en ejercicio. El proceso diagnóstico de la HAP requiere una serie de estudios que permiten determinar la clasificación clínica y evaluar el daño funcional y hemodinámico. Desde un punto de vista práctico se deben seguir cuatro fases: 1) sospecha clínica de hipertensión; 2) detección de la HAP; 3) clasificación clínica de la HAP, y 4) evaluación de la HAP. Este proceso secuencial se esquematiza en la tabla I. 1. Sospecha clínica Al diagnóstico se llega tras la sospecha clínica. Se trata de pacientes que consultan por disnea de esfuerzo y, menos habitualmente, síncopes. También es habitual no encontrar signos claros de enfermedad cardíaca o pulmonar. Otros síntomas que se presentan incluyen cansancio, debilidad y dolor torácico. La exploración física no suele revelar signos que orienten definitivamente al diagnóstico. Se puede observar un pulso en el borde paraesternal izquierdo que puede corresponder a la arteria pulmonar, un 2.o ruido aumentado, soplo sistólico de regurgitación tricúspide, o uno diastólico de insuficiencia pulmonar. En los casos avanzados se pueden observar varios signos de insuficiencia cardíaca derecha: ingurgitación yugular, hepatomegalia, edemas, ascitis, extremidades frías y cianosis. Por otra parte, el murmullo vesicular suele ser enteramente normal. Este rango de signos puede ser casi imperceptible y en casos tempranos la exploración física puede ser enteramente normal. Es más probable que se sospeche el diagnóstico en los pacientes que presentan riesgo de padecer la enfermedad, como son los afectados por enfermedades del tejido conectivo, hipertensión portal, infección por VIH o cardiopatías congénitas. También se suele sospechar a partir de anomalías incidentales en el electrocardiograma, o la radiografía de tórax o el ecocardiograma.