Según Henrich, la líbido sexual es casi proverbial en la mayor parte de los tísicos sin el temor católico de Dios. En todas las enfermedades crónicas consuntivas el apetito y la potencia sexual van disminuyendo gradualmente y hasta desaparecen así que adelanta la enfermedad, pero no sucede igual en la tuberculosis. En este caso se conservan y hasta se aumentan con el adelantamiento de la enfermedad en todas las edades de la vida. Estos impulsos sexuales del tuberculoso, no bien ordenados según la moral católica, les lleva a muchos de ellos a la comisión de delitos y pecados. Además, las profundas alteraciones que en el cuerpo de la mujer ocasionaba la enfermedad (palidez cérea, adelgazamiento, mirada febril, laxitud, largas pestañas, finas manos…), lejos de estigmatizarla, dieron origen en el siglo xix a un prototipo de belleza femenina conocido como la belleza tísica, de fuerte atractivo sexual. Las mujeres, con su proverbial intuición femenina, captaron de inmediato las posibilidades de dicha fascinación; por ello, no es casual que la condesa Teresa Guiccioli, última amante de Lord Byron, se fingiera tísica para intentar retenerle a su lado. Pero no se trataba tan sólo de crear un nuevo patrón de 29
La belleza tísica. Paciente intervenida de toracoplastia por el Dr. Puig Sureda (una de la primeras realizadas en España). Año 1914.