Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 51 • IV DOMINGO DE ADVIENTO, Ciclo B
20 de Diciembre de 2020
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Una fiesta diferente
aría de Nazaret es nuestra mejor maestra en la víspera de Navidad. Después de tres semanas de Adviento nos disponemos, en unión de miles y miles de comunidades cristianas en todo el mundo, a celebrar el misterio central de la historia: el nacimiento del Hijo de Dios como hermano nuestro. Y el mejor modelo, para recibirlo, lo tenemos en María; la Virgen que le esperó con inefable amor de Madre (prefacio de hoy). Ella dijo "sí" a Dios: hágase en mí según tu palabra. Y tuvo a Cristo Jesús, en un adviento prolongado, dentro de sí misma. Por eso hoy, último domingo de Adviento, la recordamos con gozo en nuestra Eucaristía. Porque Dios la llenó de gracia. Porque creyó. Porque esperó. Porque fue madre. Realmente María es la que mejor ha celebrado en la historia el Adviento y la Navidad. Hemos leído cómo a David se le prometió que iba a tener una dinastía eterna, y que de su descendencia iba a salir el Mesías Salvador. Por eso, las palabras del ángel a María de Nazaret anuncian el cumplimiento de la promesa: a tu hijo Jesús, Dios le dará el trono de David su padre, y reinará, y su reino no tendrá fin... El Mesías ha querido tener raíces familiares concretas, nombre y apellido. María y José son los eslabones más próximos de una cadena que hace que Cristo Jesús sea hermano nuestro, arraigado en un pueblo, en una historia. Ese ha sido el plan de Dios. El plan que dice Pablo, en la carta a los Romanos, que
había estado escondido durante siglos, y que se ha revelado de una vez por todas en Cristo Jesús: que Dios quiere la salvación de todos los pueblos sin distinción. Que todas las naciones de la Tierra están llamadas a la fe. Así, el hijo de María es a la vez hijo de David, o sea, miembro de la humanidad, e Hijo de Dios, el Salvador que Dios envía a todos. Esa es la Buena Noticia que nos llena de alegría a todos. Esa Buena Noticia la ha escuchado y la ha creído, en nombre de todos, María de Nazaret. Nosotros también la hemos escuchado, en comunidad, hoy: Alégrate, comunidad cristiana; alegraos, creyentes de todo el mundo, el Señor está con vosotros... Muchos, en el mundo, en torno nuestro, no saben exactamente qué celebran en la Navidad. Harán fiesta, sí, y se regalarán cosas, y serán oficialmente felices. Pero los cristianos nos disponemos a celebrar una Navidad más profunda, a un nivel de fe. Con las mismas actitudes que hemos visto en la Virgen María: confianza en Dios, humilde agradecimiento, total apertura a su voluntad, alegría por el nacimiento del Salvador... Lo demás es consecuencia; porque es una Noticia como para hacer fiesta, y alegrarse, y reunirse en familia, y felicitarse... Creemos en el anuncio que a todos se nos ha hecho: que Dios quiere salvarnos y nos envía a su Hijo. Y por eso celebramos la fiesta de Navidad.
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