Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 08 • I DOMINGO DE CUARESMA, Ciclo B
21 de Febrero de 2021
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106
¡Conviértanse!
¡C
onviértanse y crean en el Evangelio!, pide Jesús, en el Evangelio de hoy, a los que lo escuchan. No es simplemente que se nos perdonen los pecados. Estos ya se perdonaban con Juan y con cualquier acto de arrepentimiento. Jesús no se limitó a decir: vengo a perdonarles los pecados. Le hubiera sido tan fácil, como cuando perdonó al paralítico o a la mujer pública. Una nueva conversión. Jesús habla de algo nuevo, tendrán que dar un cambio tan radical, que no lo podrán conseguir con sus propias fuerzas. Tienen que cambiar, no de vestidos ni de prácticas piadosas o de costumbres morales; tienen que cambiar de pensar, de sentir y de ser; necesitan ojos, cerebro y corazón nuevos; necesitan ser otra persona, necesitan volver a nacer. Pero no se preocupen, que todo esto es obra del Espíritu. Basta que crean en Dios, que crean que Dios viene, que crean que el Reino de Dios empieza, que crean que Dios los ama. Este es el “Evangelio”: la buena noticia de que Dios los ama y se acerca como Salvador. Convertirse es creer en el Evangelio. Creer en el Evangelio es abrirse al amor y a la fuerza
de Dios. Si dejan entrar a Dios en su vida, entonces todo en ustedes cambiará. Convertirse, dejarse convertir o, lo que es lo mismo, creer en el Evangelio. Es despojarnos de nuestras cosas y aun de nosotros mismos, para llenarnos de Dios; es morir o crucificar nuestra propia vida, para vivir la misma vida de Cristo; es sumergirse en Cristo, es dejarse mover en
todo por el Espíritu de Dios. La conversión no es una simple confesión, sino una renovación continua y permanente. Es algo que no está sólo en nuestras manos -¿quién puede por sí mismo volver a nacer? Conviértenos, Señor, y nos convertiremos a Ti.
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