Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 02 •BAUTISMO DEL SEÑOR, Ciclo B
10 de Enero de 2021
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El Bautismo del Señor
L
a fiesta del bautismo del Señor, que celebramos hoy, cierra o termina el ciclo litúrgico de Navidad y Epifanía, dedicado a conmemorar la manifestación de Dios en la humanidad de Jesús. Cada una de las fiestas que hemos celebrado durante estos días nos ha puesto de manifiesto algún aspecto particular del misterio de la encarnación: Navidad nos ha mostrado la humildad y pobreza del nacimiento de Jesús; Año Nuevo nos ha hecho contemplar la maternidad virginal de María; Epifanía nos ha descubierto la dimensión universal de la misión de Cristo, y la fiesta de hoy nos indica la conciencia clara de la misión de Jesús. ¿Qué aplicación podemos hacer para nosotros de los textos que hemos leído o escuchado en esta fiesta del bautismo del Señor? Fijémonos, primero, en el Evangelio y, luego, en las dos restantes lecturas. Según el evangelista Marcos, que nos ha proporcionado el fragmento evangélico que acabamos de proclamar, Juan Bautista, antes de bautizar a Jesús en las aguas del río Jordán, dijo estas palabras: "Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco ni agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo". Juan tenía, por tanto, pleno convencimiento de que su bautismo era provisional y simbólico, -hecho sólo "con agua"-, y del carácter definitivo que tendría el bautismo inaugurado por Jesús, el cual sería un bautismo "con Espíritu Santo", aunque se realizaría también utilizando el simbolismo del agua. Este bautismo "con Espíritu Santo" es el que hemos recibido todos los cristianos, pero son muchos los que en la práctica parece como si el bautismo recibido se haya limitado al rito del agua, sin ninguna incidencia real en la vida. Es importante que nos demos cuenta hoy, fiesta del bautismo del Señor, que para ser cristiano en plenitud no basta con haber sido bautizado. De hecho, a menudo este bautismo se reduce a una solemnización familiar y social del nacimiento de un niño, y nada más. Para ser cristiano de veras, es nece-
sario abrirse interiormente a la fuerza del Espíritu. Y esto no se hace una vez por todas: en cambio, el rito del agua sólo se recibe una vez en la vida de cada bautizado. Cada día, tenemos que sumergirnos en el bautismo interior del Espíritu, a través de un ejercicio constante de la fe, la esperanza y el amor. Hoy es un día muy adecuado para recordar nuestro bautismo, pero no sólo para recordarlo, sino para renovar la presencia viva del Espíritu Santo, que nos fue dado a través del rito bautismal.
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