Hoja Parroquial - 18 de Enero de 2015 - Num. 3

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N.º 3 • D OMINGO O RDINARIO II, C ICLO B

• 18 de Enero de 2015 •

«¿Qué están buscando?»

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or el Bautismo empieza uno a ser oficialmente cristiano, seguidor de Cristo. Pero ¿qué es lo característico de la vida cristiana? No se puede dar fácilmente una definición ni resumirlo en una palabra. ¿Se distinguen los cristianos de los que no lo son por bondad, solidaridad, pacifismo, desinterés...? Quizá no. Y si, en algunos casos, es ciertamente así, no sería difícil encontrar casos de lo contrario. La escena narrada por Juan en el Evangelio de la vocación de los primeros discípulos, es una sencilla historia que puede ayudar a responder a esta pregunta: ¿qué es lo característico de la vida cristiana? Desde el comienzo de su apostolado, queda de manifiesto que la vocación cristiana es un encuentro personal, un seguimiento entusiasmado y una relación de amistad personal con el enviado de Dios: Jesucristo. Tres hombres, futuros apóstoles, se pasan del discipulado de Juan al de

Jesús. Sin duda vieron algo en Jesús que no habían visto en Juan. Este cambio tiene un sentido mucho más profundo de lo que a primera vista pudiera parecer. Seguir a un maestro como discípulo era entonces acatar incondicionalmente sus enseñanzas, seguirle respetuosamente e imitar su género de vida. Cuando estos tres hombres quieren seguir a Jesús, es porque han encontrado una nueva razón de vivir y una nueva meta para su vida. El mensaje de Jesús tiene otro signo. No predica ante todo la conversión del hombre a Dios, eso es religión, sino la iniciativa de Dios en favor de los hombres, eso es fe. Hay aquí una gran diferencia. Dios toma la iniciativa de venir al encuentro del hombre. Dios toma la iniciativa en el amor, y quien responde a ella tiene la fe (1 Jn 4, 19). El gran acontecimiento está en que el amor de Dios se nos ha manifestado en Jesucristo, y en Él ha permanecido en medio de nosotros.

Jesús mira más al futuro que al pasado. Viene a establecer un nuevo tipo de relaciones del hombre con Dios. Quien acepta a Jesús, experimenta que en Jesús está Dios con él sin prejuicios de pasado. Los publicanos y pecadores entendieron muy bien que Dios les amaba. Les amaba en Jesús. Esta decisión del amor de Dios por los hombres espera una respuesta por parte de éstos. Este mensaje puede y debe cambiar la vida de los hombres. Los tres discípulos de Juan entendieron y aceptaron este mensaje. Deseaban pertenecer a Jesús en calidad de discípulos y, en Él y con Él, orientar toda su vida al amor de Dios. «Se fueron con Él y vieron dónde vivía y permanecieron con Él aquel día». Habían hecho un gran descubrimiento. Más exactamente, habían sido descubiertos. Y vieron dónde vivía: no tenía un lugar para reposar la cabeza (Lc 9, 59), pero tenía palabras de vida eterna (Jn 6, 68).

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