Hoja parroquial Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Nº 46 • 33º Domingo Ordinario • 15 de Noviembre de 2009
Fundado el 4 de junio de 1930. Registro postal IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes INDA-04-2007-103013575500-106
“CUANDO LLEGUEN AQUELLOS DÍAS”
A
espera y otro mundo, mil veces mejores que estos de ahora. Enséñanos a comprender que este mundo y esta vida son camino, y que hay que andarlo, hay que hacerlo, arreglarlo, construirlo y prepararlo, a fin de que el día de tu venida encuentres todo dispuesto para la anhelada transformación.
ño con año, por estas fechas, cuando el año eclesiástico está próximo a terminar y el civil corre también hacia su fin, la Iglesia, en sus liturgias dominicales y feriales, sacude nuestra ordinaria indiferencia con la consideración de las realidades que están más allá de los horizontes temporales en los que acostumbramos descansar nuestra mirada. Porque esta vida que ahora vivimos, esta Tierra que habitamos, este sol que nos calienta, este universo que nos rodea; todo esto que vemos, sentimos, sufrimos, gozamos y amamos, todo esto está destinado a desaparecer; un día se acabará, para dar paso a la venida del Hijo del Hombre y a los Cielos nuevos y a la Tierra nueva que el día nuevo nos traerá.
Los falsos profetas
Enséñanos, Señor
Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Enséñanos a vivir con la esperanza puesta en tus promesas de misericordia. Enséñanos a no sucumbir a miedos y terrores; ante anuncios de inminentes cataclismos y profecías apocalípticas de catástrofes milenarias. Si nuestra vida está en tus manos, si el fin es tu venida y si anhe-
lamos tu retorno, ¿por qué el miedo? Enséñanos a comprender y aceptar que esta historia nuestra caduca, que la figura de este mundo pasa, que no tenemos aquí morada permanente, y que después de este mundo y esta vida, otra vida nos
Enséñanos a no dar crédito a falsos profetas que proclaman que la salvación está reservada a los de un grupo, y que sólo quienes se encuentren en éste o aquel lugar quedarán a salvo de la aniquilación. Porque no hay grupo alguno al que Tú pertenezcas en exclusiva, y no hay lugar ninguno que se encuentre a salvo de tu justicia, ni oculto a tu misericordia. Verdad es que tu pueblo es el que se ha de salvar, pero verdad es también que tu pueblo somos todos los pueblos, ya que Tú has hecho de todos los pueblos uno solo, y has reunido en ti a todos los hombres que el pecado había dispersado. Así pues, tu pueblo somos todos, con excepción de aquellos que voluntariamente no quieren pertenecer a él. Continúa en la página 4
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