Cuando me llaman con la propuesta de asumir la responsabilidad
del ejecutivo del gobierno de Guerrero, en una de las más
profundas crisis políticas y sociales de su historia contemporánea,
inmediatamente comencé a reflexionar sobre cómo iba a encarar la
problemática para que no terminara en una tragedia más con una
salida fácil: la salida autoritaria, la intervención de la fuerza pública,
que siempre puede traer consigo heridos, decesos, gente perseguida,
desaparecidos, gente en prisión. Opté por una estrategia de construcción,
de acuerdos positivos con todos los actores a través de un diálogo franco.
Elegí generar la confianza perdida entre gobierno y sociedad, y sobre
todo crear vías de comunicación con los actores agraviados que realizaban
acciones de violencia extrema, violencia simbólica contra edificios públicos
y contra todo símbolo de poder. Me decidí por recuperar la confianza de la
sociedad en la política como vocación de servicio, que la gente se sintiera
identificada con la