En la lucha guerrillera de los años 60, el
Comandante Magoya comenzó a forjarse
como leyenda. Se decía en las montañas
que al joven le acompañaba un protector
espíritu brujo, que le permitía salir ileso de
los numerosos combates y emboscadas.
“Decían que era brujo, que me conver-
tía en piedra, que me convertía en zorro,
que no me entraban balas. Yo presentía
los peligros”...