Nuestra Cultura Nº 4

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"Cultura y Federalismo en el Bicentenario. Por una cultura federal en el camino hacia la integración latinoamericana” es el tema de este Congreso, al que ya pueden inscribirse todos los ciudadanos interesados. Más de cien expositores argentinos y de Latinoamérica disertarán en 29 mesas redondas y siete conferencias magistrales. Los ejes abordados son la construcción de “La Patria Grande”; los nuevos paradigmas de un proyecto nacional; la acción política de la cultura y su capacidad trasformadora; el impulso a un nuevo federalismo en esta materia; y patrimonio e identidad, entre otros. Además, habrá siete foros para diseñar propuestas de políticas culturales. Los interesados también pueden participar enviando ponencias, y presentar emprendimientos y proyectos de todo el país, que se difundirán a través de las Pantallas Culturales y del Banco de Experiencias. Enmarcado dentro de la agenda de la Unidad Ejecutora del Bicentenario de la Presidencia de la Nación, el Congreso está organizado por la Secretaría de Cultura de la Nación, el Gobierno de San Juan, el Consejo Federal de Inversiones y el Consejo Federal de Cultura.

Inscripción para asistentes, y envío de ponencias y experiencias culturales: www.congresodecultura.gov.ar o en los organismos de Cultura provinciales

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AUTORIDADES NACIONALES PRESIDENTA DE LA NACIÓN Cristina Fernández de Kirchner

Sumario 04

NOTA DE TAPA

BICENTENARIO 1810-2010

SECRETARIO DE CULTURA DE LA NACIÓN Jorge Coscia

4 - “UN PAÍS MÁS GRANDE, UN GRAN PAÍS” Por Jorge Coscia 6 - SOBERANÍAS EN DISPUTA Federalismo y Bicentenario 8 - LATINOAMÉRICA: CULTURA EN RED Integración y Bicentenario 10 - CON LA CIENCIA SE CURA, SE COME Y SE CRECE Ciencia y tecnología y Bicentenario

SUBSECRETARIA DE GESTIÓN CULTURAL Marcela Cardillo JEFA DE GABINETE Alejandra Blanco

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LAS POLÍTICAS DE LA HISTORIA ENTREVISTA CON HILDA SABATO Y MARCELA TERNAVASIO

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UN PASEO POR EL BICENTENARIO AGENDA DE ACTIVIDADES Y FESTEJOS

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NUNCA LA MISMA HISTORIETA, NUNCA LA MISMA HISTORIA “LA PATRIA DIBUJADA”: LIBRO Y MUESTRA

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EL IMAGINARIO SOCIAL, EN UN SIGLO DE FÍLMICO ENTREVISTA CON FERNANDO MARTÍN PEÑA

Staff

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UNA TRADICIÓN MUSICAL EN MOVIMIENTO DOSCIENTOS AÑOS DE SONIDOS ARGENTINOS

NUESTRA CULTURA ES UNA PUBLICACIÓN DE LA SECRETARÍA DE CULTURA DE LA NACIÓN.

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DIVERSIDAD MODELO 2010 PROYECTOS CULTURALES DE COMUNIDADES INDÍGENAS

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CONTRASTES IMÁGENES DE DOS SIGLOS

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LIBR2OOS NUEVOS TEXTOS Y REEDICIONES INSPIRADAS EN EL BICENTENARIO

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CUANDO LA HISTORIA SE LLEVA PUESTA DOSCIENTOS AÑOS DE MODA EN LA ARGENTINA

JEFE DE COMUNICACIÓN Y PRENSA Manuel Socías

AV. ALVEAR 1690, (C1014AAQ) CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES. PRENSA@CULTURA.GOV.AR / WWW.CULTURA.GOV.AR REALIZACIÓN INTEGRAL: ÁREA DE COMUNICACIÓN Y PRENSA. STAFF. DIRECTOR: MANUEL SOCÍAS / REDACCIÓN: SOFÍA ARUGUETE, BETTINA BARBIERI, IRINA JOROLINSKY, PAOLA MOLINA, ALEJANDRO OBEID, LETICIA POGORILES, MARTÍN REYDÓ, FÁTIMA SOLIZ, LAURA SPINELLI, GABRIEL TRIPODI Y MARÍA JOSÉ VERNA / DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN: ORLANDO GOLDMAN, MARTÍN MAROTTA, GUSTAVO WALD Y ARIEL ZALECHAK / FOTOGRAFÍA: SILVINA FRYDLEWSKY Y MARIANA RUSSO / LOGÍSTICA Y COLABORACIÓN: MARCELO D'AMATO, ADRIANA DAOIZ, ALEJANDRO GIMÉNEZ, PABLO MALDONADO, NAHUEL MOROZ, JOAQUÍN RAMOS Y JUAN PABLO RUIZ NICOLINI / ADMINISTRACIÓN: GEORGINA IBARROLA ISSN 1852-8651

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Un país más grande, un gran país Jorge Coscia Secretario de Cultura de la Nación Doscientos años de vida, y a la historia la seguimos escribiendo. La fecha es una excelente oportunidad para reflexionar sobre nuestro presente y futuro. Ver de dónde venimos para saber cómo estamos y, sobre todo, hacia dónde vamos. Me gustaría, en esta suerte de editorial extendida, resaltar los tres ejes que organizan este número especial de Nuestra Cultura para conmemorar estos dos siglos: federalismo, integración regional, e inversión en ciencia y tecnología.

FEDERALISMO, LA UNIDAD EN LA DIVERSIDAD El federalismo arrastra déficits desde la fundación misma de la Patria. Ya en 1862, algunas provincias tenían más de la mitad de su presupuesto, y hasta dos tercios de sus gastos, financiados por fondos del tesoro nacional. Esta marca de origen, que se montaba sobre una estructura económica desigual, organizó un federalismo asimétrico entre las provincias.

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En nuestros doscientos años de historia, entonces, no todos los argentinos y las argentinas tuvieron las mismas oportunidades a lo largo del territorio nacional. Tenemos la obligación de equiparar esas oportunidades, tenemos que reinstalar las condiciones materiales de la igualdad geográfica. Sin igualdad de oportunidades, el federalismo argentino seguirá rengo. Contra ese estado de cosas, construimos políticamente. El objetivo del proyecto que tengo el orgullo de representar desde esta Secretaría de Cultura de la Nación es continuar avanzando por un federalismo con equidad, desandando la pesada carga de la asimetría. Pero un federalismo bien entendido, es decir, solidario. No en su versión simplista y ramplona, según la cual cada provincia vive de lo suyo, sin importar lo que le pasa al vecino. Eso no es federalismo, sino una confederación salvaje del “sálvese quien pueda”. En torno a esta problemática gira, entonces, el primer eje de este número.

LA PATRIA GRANDE, UN CAMINO EN CONSTRUCCIÓN Demos lugar ahora al segundo eje. La Argentina no es una isla en el mundo, pese al ensimismamiento que muchas veces parece primar en el debate público. El país

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se inscribe en un contexto regional de progresiva integración. Más tarde o más temprano, pese a los obstáculos internos y externos que traban su desarrollo, los pueblos siempre triunfan. En la última década, precisamente eso estuvo sucediendo en Latinoamérica, donde, retomando una feliz expresión presidencial, cada vez más los gobernantes se parecen a sus gobernados. La integración con nuestros países vecinos y hermanos es un signo de inteligencia. No creemos en los lugares donde florece uno solo y el resto apenas sobrevive. Esto nos sucedió internamente como país y no funcionó: los desarrollos, para servir, tienen que ser armónicos y distribuirse con equilibrio. La Patria es algo más que el territorio: es el territorio más la historia, más la identidad, más el pueblo y la cultura que le dan vida, razón y sentido a ese pedazo de tierra que se habita. Las asimetrías entre nuestros países jamás van a superarse desde el plano de lo estrictamente comercial. Los desequilibrios sólo se superan agregando valor a los productos que cada uno produce, afianzando la complementariedad también de nuestras economías y la integración de nuestras cadenas de valor. Y, sobre todo, reforzando los lazos culturales, subrayando nuestra historia en común, entendiéndola como origen compartido, pero, en especial, como destino proyectado entre todos.

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EDUCACIÓN, CIENCIA Y TECNOLOGÍA: UNA APUESTA A LARGO PLAZO Ciencia y tecnología son los dos brazos de la Argentina del futuro, y el tercer eje temático que planteamos para este número dedicado al Bicentenario. Lo que sembremos ahora en este campo será cosechado, sin duda, por las generaciones próximas, por la Argentina del mañana. Orgullosamente, los argentinos podemos vanagloriarnos de que, en toda su historia, el país nunca tuvo tantos becarios de investigación en el CONICET y en otras agencias. Para los investigadores e intelectuales, ahora el horizonte de Ezeiza es sólo temporal: un congreso, un curso de posgrado, una invitación. Pero, en mucha menor medida, un destino definitivo de exilio. Tampoco fue casual que esta administración decidiera crear el Ministerio de Ciencia y Tecnología, ni que apoyara con recursos y promoción la exportación de reactores nucleares y satélites que realizó el INVAP. Es vital que el conocimiento se exprese en valor económico agregado, y eso es una característica que nos diferencia de muchos países de la región. En el mismo sentido, la Ley de Financiamiento Educativo, aprobada durante la gestión anterior, es un hito que ya está dando sus frutos.

Un último énfasis me gustaría hacer. Al contrario del Centenario, hoy festejamos la diversidad. Porque no nos confundamos: hay muchas maneras de ser argentinos. No solamente blancos, de clase media, católicos, hijos de inmigrantes. Ese es un estereotipo nacional que, aun sin ser falso, no advierte la complejidad ni las variantes de nuestro federalismo y de nuestra historia. La Argentina ha sido, y sigue siendo, un foco receptor de población de nuestros países vecinos y hermanos, y esa inmigración externa, junto con la interna, ha ido enriqueciendo y complejizando, en su sincretismo, lo que somos. Este Gobierno no consagra una única manera de ser nacionales, como se hizo hace cien años en esa fastuosa autocelebración de la elite agroexportadora, que negaba lo nuestro. Nosotros festejamos la diversidad como nuestra especificidad más valiosa. Los argentinos no sólo venimos de los barcos, también de las tolderías, también de las familias patricias y de los criollos que ya estaban aquí; también del Altiplano, del otro lado de la Cordillera y de la orilla de enfrente del Río de la Plata. La variedad: esa es la fibra íntima de nuestra argentinidad. Y en este Bicentenario de la Revolución de Mayo la celebramos.

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FEDERALISMO Y BICENTENARIO

dario. También es verdad que hay condiciones económicas ya estructurales que hacen diferentes a las provincias. El desafío es revertir esas disparidades. –Con respecto a aquel federalismo de origen, ¿hoy se está peor, mejor, igual? ¿Qué evolución hubo en esas disparidades federales?

Soberanías en disputa SAGUIR HACE HINCAPIÉ EN EL ORIGEN CONFLICTIVO DEL SISTEMA FEDERAL EN EL PAÍS, ADEMÁS DE TRAER A LA DISCUSIÓN LAS DISPARIDADES ADMINISTRATIVAS Y ORGANIZACIONALES ENTRE LOS DIFERENTES DISTRITOS. ESCOLAR REIVINDICA LA EXISTENCIA DE VIDA POLÍTICA AHÍ, EN LAS PROVINCIAS, DONDE UN SENTIDO COMÚN CENTRALISTA LA NIEGA. PROPONE TAMBIÉN DIRIGIR LA MIRA A LA RELACIÓN ENTRE EL PRESIDENTE Y LOS GOBERNADORES.

ENTREVISTA Julio Saguir. Historiador, politólogo y actual secretario de Planeamiento de la Provincia de Tucumán. –Según su interpretación, el federalismo es una suerte de fórmula acordada que ayuda a resolver el problema del armado constitucional. ¿Qué fortalezas conserva el federalismo desde su constitución y qué déficits arrastra? –Una aclaración primero: la palabra “acordada” es muy fuerte. La vinculación final alrededor de la Federación, en realidad, no es un acuerdo, es una imposición. Es decir, el federalismo no se definió por discusión y consenso, sino que se dirimió con violencia, por la fuerza de las armas. Las provincias finalmente le impusieron a Buenos Aires la fórmula federal. Por las características que tuvieron los conflictos, no se pudo acordar una Constitución. El diseño federal era el diseño preferente para las provincias del litoral y, en menor medida, también para el interior. Para Buenos Aires, la mejor opción era la Confederación. Es decir, aquella que le daba cierto control de sus propios recursos, fundamentalmente los de la aduana,

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que pasó a ser el gran tema por dirimir para la organización nacional. Rosas fue la mejor expresión del tipo de institución que prefería Buenos Aires, porque defendía un sistema de Confederación de hecho, no de derecho. Cuando Rosas fue vencido por Urquiza, y este convocó a la Convención Constituyente, Buenos Aires se separó. Y esos diez años, que nuestra historiografía oficial nunca quiso tratar en serio, fueron los de la secesión. Fuimos estados distintos, que mostraron por qué Buenos Aires quería ser Confederación y por qué las provincias querían vincularse de otra manera, puesto que no podían subsistir por su propia cuenta. Para Buenos Aires, era un buen equilibrio, no así para las provincias. La batalla de Cepeda dirimió eso, la fuerza de las armas puso a Buenos Aires adentro otra vez. Tal era su poder que Buenos Aires fue a la Convención, discutió y obtuvo varios beneficios, pero ya estaba adentro. Entonces, se trató de un equilibrio impuesto. –¿Cuáles son los lugares comunes del debate público que hacen inconducente la discusión en torno al federalismo hoy en la Argentina? –Hay un tema que es un lugar común, pero que no es menor: la coparticipación. Una de las cuestiones ha sido y es la dificultad de las provincias para negociar con la Nación en otros términos. En el Poder Legislativo, esto es un problema, porque resiente sustantivamente la capacidad provincial de participación en los entes colegiados. Sucedió antes y va a suceder después de la actual gestión. Es un déficit estructural que se arrastra. Pero hay un tema del que no se habla: las profundas disparidades organizacionales, institucionales y administrativas entre las provincias en el armado de la estructura básica de la gestión pública. Disparidades en recursos humanos y en capacidades tecnológicas. Me da la impresión de que, al menos, es posible pensar que esas disparidades condicionan el desarrollo relativamente independiente, a la hora de hablar de un federalismo en el cual estamos igualmente sentados alrededor de una misma mesa. No es un tema secun-

–El NOA ya comenzaba con algunos problemas –no así Cuyo–, que luego se profundizaron. Pero me sorprende más el caso del NEA. Las provincias del litoral, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, eran parte de la Intendencia de Buenos Aires, por eso, Buenos Aires fue tan renuente a aceptar en la primera década posterior a la Independencia el desarrollo autónomo de estas entidades. Pero en este tiempo, parecía que estas provincias debían competir con Buenos Aires o, al menos, debían ser parte de un desarrollo que luego sólo tuvo Santa Fe. Entre Ríos y Corrientes pasaron a integrar un NEA que tiene las dificultades que conocemos. Entonces, se han profundizado algunas cosas que ya se percibían, y otras se han detenido. O han atravesado procesos que, en esos momentos, uno podía esperar que fueran distintos, como la región del litoral, que podría haber tenido otro nivel de desarrollo. Ahora, a la pregunta de si esta evolución fue positiva o no, me parece que, a veintisiete años de la recuperación de la democracia, tenemos algo muy importante que festejar. Los estados parte que forman la nación, las provincias y los municipios han avanzado sin excepciones hacia procedimientos democráticos para alcanzar el poder público. Elecciones limpias, libertad de expresión, respeto a las minorías, alternancia en los cargos electivos. Tenemos construido un sólido entramado democrático en el ámbito provincial. El federalismo y la democracia, en este punto al menos, se han dado la mano.

ENTREVISTA Marcelo Escolar. Geógrafo y director del Centro de Estudios Federales y Electorales, de la Escuela de Política y Gobierno de la UNSAM. –¿Cuál es su evaluación del desempeño del federalismo a lo largo de la historia argentina? –Me parece que antes hay que preguntarse: ¿qué es el federalismo? El tema de fondo es el de la descentralización política. Y en la Argentina, no hay instrumentos para revertir el arreglo federal. No hay maneras de revertir el federalismo, es un dato del sistema político. La Constitución es el último resguardo. ¿En qué momento un actor político local va a reconocer que él no existe más y a ceder su autonomía soberana a un centro político? Nunca, por supuesto. Por eso, medir qué tan federales somos, si hemos centralizado poder o lo hemos dispersado en las provincias, etc., no es la tarea más sencilla del mundo.

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Pongamos un ejemplo histórico de lo complejo que es el arreglo federal. La Ley de Coparticipación de 1934, sancionada durante el gobierno de Justo, ¿es federalizadora, en los términos en los que la entendemos en el país, o centralizadora? Depende de cómo se mire. Por un lado, es centralizadora en cuanto a que el Estado nacional se apropia de un porcentaje de lo que se recauda en las provincias, antes de repartir el resto. Pero por otro lado, es paradójico porque, a la vez que les quita autonomía financiera, crea desde el centro a los Estados provinciales, es decir, financia las burocracias locales en provincias que no tienen una base imponible propia y donde sería muy difícil, casi imposible, hacer política sólo con sus recursos.

Hoy es muy difícil sostener que la política provincial no importa. En el plano electoral, nadie midió ni estudió quién arrastra a quién: si los gobernadores al presidente o el presidente a los gobernadores. La elección de 2007, en contra de lo que postuló cierto sentido común, fue una demostración de la debilidad del poder central (por el tipo de construcción a la que este tuvo que recurrir). Los recursos electorales están abajo (en el ámbito de los gobernadores e intendentes), mientras que los recursos financieros están arriba (en el ámbito del Poder Ejecutivo nacional y del Congreso), y por eso hay una necesidad mutua.

–¿Cómo convivieron y conviven en nuestro federalismo los conceptos de soberanía provincial y Nación? –Para la teoría democrática, el Estado nacional es una entidad unitaria. Se presume que el pueblo delimitado por el territorio es único e indivisible, y sus integrantes, ciudadanos y ciudadanas, carecen de cualquier tipo de clivaje adquirido colectivamente de forma involuntaria. La realidad federal, sin embargo, complica las cosas.

–En primer lugar, diría que lo que existe en la Argentina es una “ilusión unitaria” que tiene dos variantes: la de la cara luminosa, que dice que la Nación es todo y lo demás no existe, y entiende la Argentina como unidad esencial e indisoluble, donde todos somos Uno; y la de la cara oscura que, desde el interior, dice que el sistema es muy centralista, que todo se decide desde la “maldita” Buenos Aires, que el rol de las provincias es nimio. Esta última olvida que muchas de las provincias reciben el 80% de los recursos desde la Nación y aportan mucho menos. Es más, si se le preguntara a un gobernador promedio, nos diría acongojado que la capital esquilma su provincia. En realidad, lo que ocurre es que, desde la ex ciudad capital, se redistribuyen los recursos que generan las provincias productoras de valor.

En ese sentido, y fuera del tema de la coparticipación de recursos, diría que la cuestión del federalismo pasa por esta relación entre gobernadores, y de estos con el presidente.

–¿Qué opina sobre la relación entre federalismo, democracia y cultura política? ¿Hay una única cultura política “nacional”?

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–¿Sobre qué eje debería girar la discusión pública en torno al federalismo?

Entonces, esa ilusión no es tal, y así lo demuestra también la práctica política. Los gobernadores tienen grados de libertad para relacionarse con sus pares y con el presidente. La coordinación se desarrolla interejecutivamente y no en el Congreso, compuesto en su mayoría por legisladores free-raider. Hay que empezar a pensar, como hacen los canadienses desde hace muchos años, las relaciones entre estos actores como relaciones entre jefes de Estado, una suerte de semidiplomacia muy informal, pero efectiva.

En nuestro país, los distintos niveles de soberanía política comparten el mismo territorio. Y esto implica necesariamente que haya ciudadanías superpuestas (argentino y mendocino a la vez, digamos) y una sujeción de los ciudadanos en competencia (tengo dos jefes de Estado por encima de mí: el gobernador y el presidente). Podemos decir que lo que cedieron las provincias allá por 1853 (salvo Buenos Aires, que se tomó unos años más) es la autoridad externa y no la interna.

–Existe una mirada que dice, muy convencida, que la vida política está supeditada a lo que ocurre en el centro. Todo pasa por Buenos Aires, asegura. Esto fue cambiando en los últimos quince años, a partir de la territorialización y la fragmentación del sistema político, el fin del bipartidismo, y el estallido del sistema allá por 2001-2003 y su correlato en términos electorales.

culturas políticas, en consecuencia, la política en cada provincia es distinta, y fueron aislándose progresivamente de las dinámicas políticas nacionales, a través de reformas electorales y reformas de las constituciones provinciales.

La arena principal de la política nacional se juega, entonces, en las provincias. Ni en los medios ni en el Congreso. La política se construye de abajo hacia arriba, de la periferia al centro. En cuanto a la cultura política, las diferencias entre provincias existen; hay rasgos de autoidentificación, de identidad provincial. Ciento cincuenta años de federalismo no han sido en vano. Como hay distintas

Falta discutir el plano de la coordinación intergubernamental en la ejecución de las políticas públicas, incluso cómo hacer más operativas las relaciones interburocráticas. Ese es el locus principal de la coordinación de políticas nacionales hoy. Y nadie se sienta a negociar negando al otro. Negando sus especificidades. La negociación es siempre un reconocimiento del otro y de la relación de fuerzas. Transparentar esa relación, darle mayor formalidad e institucionalidad, quizá sea un avance muy importante para reforzar y mejorar el federalismo que tenemos. De todos modos, la solución no pasa por escribir papers o libros. No es un tema de politólogos, sino de los actores políticos. En ellos queda la tarea.

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INTEGRACIÓN Y BICENTENARIO

Latinoamérica: cultura en red INTEGRANTES Y REFERENTES DE ORGANIZACIONES SOCIALES Y CULTURALES AFIANZADAS EN LAS ÚLTIMAS DOS DÉCADAS TEJEN EXPERIENCIAS Y PONEN EN PERSPECTIVA LA INTEGRACIÓN REGIONAL A TRAVÉS DE LA CULTURA.

“La articulación territorial responde a que las organizaciones sociales están cuestionando el esquema actual de las industrias culturales y de la democracia meramente representativa. Son embriones que prefiguran una cultura comunitaria y la práctica política de la democracia participativa”, explica Eduardo Balán, integrante de El Culebrón Timbal, una productora cultural comunitaria que funciona desde 1997 en el oeste del Gran Buenos Aires. Allí cocinan “guisos de rock, teatro y cómic”, y también gestionan proyectos multiculturales con organizaciones de países vecinos. Acaban de lograr la sanción de la Ley de

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Desde la gestión cultural, María Victoria Alcaraz, presidenta de la Red Cultural del Mercosur, entiende que, en las redes, los beneficios del mundo global se combinan con los del local: “Las instituciones y las personas físicas nutren en cada actividad: se funde lo que tiene uno con lo que otro necesita. Las redes son una herramienta de gestión, no un fin en sí mismas”. Eso se evidencia –apunta Alcaraz– en las muestras interdisciplinarias que hace tres años circulan por la región. “El trabajo en redes permite generar un intercambio que enriquece las iniciativas locales”, asegura Paloma Carpio, coordinadora de la Red Latinoamericana de Arte para la Transformación Social (RLATS), que articula más de 60 organizaciones de once países. A partir de la idea de colectividad, “abre el diálogo igualitario con sectores que tienen poder en la toma de decisiones para mejorar las condiciones de bienestar común”, agrega. Ejemplo de la acción colectiva regional fue el Primer Encuentro Latinoamericano de Teatro del Oprimido (TO), celebrado en Jujuy en enero de este año. La convocatoria alcanzó 38 grupos de nueve países. Ideada en los 70 por el actor y pedagogo brasileño Augusto Boal, esta metodología postula que “ciudadano no es aquel que vive en sociedad, sino aquel que la transforma”.

“Ahora es cuando”. La frase, de Evo Morales, encuadra el florecimiento de las redes culturales y sociales en América Latina. Las experiencias de integración caminan hacia un espacio en el que confluyen el origen común, la pertenencia y la acción. Son frutos de un nuevo paradigma de redes y organizaciones sociales surgidas en los últimos veinte años que se vinculan con la producción cultural. Y también, de un terruño que está mirándose a sí mismo. Encuentros, reuniones en línea, obras teatrales colectivas, foros, leyes regionales y el sello cultural del Mercosur para la libre circulación de bienes culturales son ejemplos de experiencias latinoamericanas fecundas. Las cumbres ministeriales cristalizan demandas de sociedades que entienden que el modelo cultural de hoy es el que se desarrolla entre todos, a escala regional.

colectiva El Quijote en San Pablo, Brasil, que convocó a más de cien actores. “De esta forma, demostramos que la gente agrupada puede crear solidariamente. Es posible romper con el planteo de que todo está hecho por especialistas y para el estricto consumo”, reflexiona Bianchi.

LA MIRADA PUESTA SOBRE BRASIL

Presupuesto Participativo en San Miguel, “gracias al debate y al aprendizaje de experiencias latinoamericanas importantes”, destaca Balán. Para el Grupo Catalinas Sur, una de las mayores expresiones de teatro comunitario del país, arraigada en La Boca, la concepción regional nació con la local: el grupo integra las redes latinoamericanas de Teatro Comunitario y de Arte para la Transformación Social. Adhemar Bianchi, su director, sostiene que el mandato de las redes “es dar presencia en todos los espacios culturales e influir en las políticas públicas”. Junto con 16 grupos de diez países latinoamericanos, Catalinas Sur participó en 2009 de la puesta teatral

La política de Puntos de Cultura que implementa Brasil es inspiradora entre los gestores culturales de Latinoamérica. Muchas de las redes mencionadas impulsan la campaña continental de este programa, que garantiza apoyo económico y técnico para proyectos culturales territoriales que ya existen. En apenas seis años, hay más de 2500 proyectos o puntos en suelo brasileño. Por su valor y potencial, en el Parlamento del Mercosur, se acordó recomendar a los países miembro la implementación de los Puntos de Cultura en el ámbito nacional. “La expansión de esta política sería una buena forma de integrarnos, y la articulación en red crearía una gran potencia artística y cultural”, se entusiasma Célio Turino, secretario de Cultura y Ciudadanía del Ministerio de Cultura de Brasil. Latinoamérica está reinventando la democracia, sólo que, esta vez, es para parir quinientos años de felicidad, como también dice Evo Morales.

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¿Suramérica hacia la integración?

CRÓNICAS DE LA NACIÓN LATINOAMERICANA

Rafael Bielsa. Abogado y escritor. Ex canciller.

La Secretaría de Cultura de la Nación presenta, en distintas ciudades de la región, esta muestra itinerante que cuenta los hechos y procesos históricos que han construido un destino de emancipación y desarrollo en América Latina.

“He arado en el mar y he sembrado en el viento” se le atribuye a un Simón Bolívar abatido ante la imposibilidad de moldear su sueño de unidad latinoamericana. Asignatura pendiente en la memoria colectiva, es sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX que esta pretensión vuelve a cobrar fuerzas. Al terminar la década del 90, comienza a discutirse la posibilidad de llevar a cabo un gran acuerdo comercial que permitiera una mayor integración latinoamericana. A mediados del año 2000, este incipiente proyecto se plasmó en la primera reunión de presidentes y jefes de Estado de América del Sur que se verificó en Brasilia. En esta oportunidad, tomó impulso la idea de una integración “sudamericana” en lugar de “latinoamericana”, y se aprobó también una iniciativa en materia de infraestructura de transporte, energía y telecomunicaciones: es que mientras se negociaba el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), resultaba razonable aunar peso específico para luego hacerlo valer frente a Washington. Por lo demás, tanto los primeros intentos de acordar comercialmente entre la Comunidad Andina (CAN) y el Mercado Común del Sur (Mercosur), cuanto las iniciativas de conexión terrestre entre Brasil, Perú y Bolivia, y eléctrica entre Brasil y Venezuela comenzaron a lubricar los engranajes de una máquina que intentaba moverse a otro ritmo.

agregado, a clientes de los sectores público y privado de los países accionistas”. También es de importancia el Fondo para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FonPlata), creado por el Tratado de la Cuenca del Río de la Plata (1969).

Por aquellos años, el auge de los “mercados libres” inclinaba la balanza a la asociación en el plano de las relaciones comerciales. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) repicaba, con el concepto de “regionalismo abierto”, una manera diferente de llamar a la liberalización del comercio de bienes y servicios, así como del flujo de capitales. El “Comunicado de Brasilia” mostró acuerdos en las áreas temáticas democracia, comercio, infraestructura, conocimiento e información, y drogas y narcotráfico, además de declarar al Mercosur, Chile y Bolivia como “Zona de paz y libre de armas de destrucción masiva” de América del Sur.

La experiencia ha demostrado suficientemente que insistir en acuerdos de libre comercio entre países, sin su correlato en mecanismos de complementación productiva, ocasiona asimetrías que han motivado y motivan roces entre los estados involucrados. La integración es un paso más allá de la mera interconexión y obliga a la participación de los actores más vulnerables en los procesos de los más poderosos. No es un camino recto, sobre todo, cuando el marco está dado por la diversidad: Brasil ha crecido, Estados Unidos lo ha elegido como interlocutor privilegiado, y ese carácter genera apoyos y resistencias. Hay posturas alternativas tanto en el área gubernamental (Tratado de Comercio de los Pueblos y Alternativa Bolivariana para la América) como en la sociedad civil. Hay socios que prefieren enfatizar las negociaciones comerciales y el vínculo con Washington, y otros que rechazan los tratados de libre comercio convencionales.

Acaso por el sesgo comercial, el interesante concepto de que las fronteras debían dejar de ser barreras que aislaban, para pasar a conformar eslabones de una cadena unida, se transformó en una mirada que concebía la infraestructura como una rampa de deslizamiento de sus exportaciones hacia otros continentes, más que como una posibilidad de interrelacionar las realidades nacionales. En este período, hubo modestas medidas concretas; sin embargo, subiendo la cuesta de la década, aparece un creciente protagonismo de las instituciones financieras regionales de América del Sur. La más importante es la Corporación Andina de Fomento (CAF), siendo su misión la de “promover el desarrollo sostenible y la integración regional, mediante una eficiente movilización de recursos para la prestación oportuna de servicios financieros múltiples, de alto valor

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La tercera cumbre presidencial sudamericana (Cusco, 2004) inaugura la propuesta de creación de una “comunidad sudamericana”, que se traduce en el documento “Declaración del Cusco sobre la Comunidad Sudamericana de Naciones”, con la voluntad de conformar un espacio sudamericano integrado en el que pudiera darse una concertación y coordinación políticas; un acuerdo de libre comercio tanto de los dos bloques regionales entre sí (CAN y Mercosur) como con Chile, Suriname y Guyana; la integración física, energética y en comunicaciones; la armonización de políticas en desarrollo rural y agroalimentario; la cooperación en tecnología, ciencia, educación y cultura, así como la integración entre empresas y sociedad civil. El correr del tiempo recogió sus frutos en la opinión pública, y la médula política logró que la cuarta cumbre presidencial, celebrada en Brasil en el año 2005, pasara a ser la primera cumbre de la Comunidad Sudamericana de Naciones.

Se le atribuye a un dirigente latinoamericano este pensamiento: “Pobre América Latina; sus presidentes, de cumbre en cumbre, y sus pueblos, de abismo en abismo”. Integrar nuestros países, con sus inequidades, pobrezas y mezquindades, es una tarea difícil. Al día de hoy, el panorama es complejo, aunque debemos aceptar de una vez por todas que no existen soluciones fáciles y rápidas a problemas arduos y lentos. No sé a dónde llegaremos en este nuevo intento, pero sólo algo permanece y dura: la convicción de que si no hay integración real, habrá intrascendencia.

+ info: www.cultura.gov.ar

EL SUR, en estadísticas El SICSUR es un programa del Mercosur Cultural, del que participan Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Su sitio en Internet, www.sicsur.org, contiene 4200 registros en el mapa cultural, 50 gráficos sobre estadísticas del área y 248 leyes para el sector. A través del SICSUR, hoy sabemos que, aunque el presupuesto en Cultura de la región no alcanza el 1% recomendado por Unesco, en los últimos años, muestra una tendencia al crecimiento. Por ejemplo, Venezuela invertía en 2001 el 0,27% de su presupuesto y llegó al 0,53% en 2005. Chile pasó del 0,21% en 2003 al 0,29% en 2007, y Brasil, del 0,20% al 0,29% en el mismo período. Además, entre 2001 y 2006, Brasil y Chile mantuvieron su PBI cultural cercano al 1,5%, mientras que el de la Argentina se incrementó del 2,43% al 3,12%. Otro de los temas clave es el comercio exterior. Brasil se impone como exportador de reproductores de música y televisión. Los demás países comercializan libros, películas, discos. El destino de las exportaciones es, en un 90%, el continente americano, mientras que sólo el 56% de las importaciones proviene de allí. En cuatro años, el SICSUR ha conseguido revelar información que permanecía opaca o dispersa. Los avances alcanzados son resultado concreto de la integración regional.

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CIENCIA Y TECNOLOGÍA Y BICENTENARIO

Con la ciencia se cura, se come y se crece LA IDEA DE PROGRESO INDEFINIDO, LOS TUBOS DE ENSAYO Y LOS MILAGROS CONVIVÍAN EN EL IMAGINARIO CIENTÍFICO-TÉCNICO DEL CENTENARIO. UN SIGLO DESPUÉS, LA CIENCIA Y LA TÉCNICA SE ASOCIAN AL DESARROLLO ECONÓMICO, SOCIAL Y CULTURAL DEL PAÍS.

Hacia el Centenario, no sólo había experimentos, tubos de ensayo y laboratorios: en el imaginario popular, la ciencia también se vinculaba con lo desconocido y lo milagroso. “Los medios dirigidos a un lector popular asimilaban la novedad científica y la explicación milagrosa o esotérica sin establecer conflicto entre ellos”, explica la historiadora de los medios Mirta Varela. Esta mezcla de verosimilitud, hechos efectivamente ocurridos e hipótesis sobre desarrollos futuros formaba parte del discurso literario de la época y de los diarios de gran circulación, debido al fuerte impacto que el desarrollo técnico había tenido en la sociedad argentina de principios de siglo. Según sostiene la escritora y ensayista Beatriz Sarlo en La imaginación técnica, estos discursos “con alto contenido mítico hacen posible el procesamiento de los cambios tecnológicos (en el transporte, en las comunicaciones) que se producen a escala urbana”.

NUEVOS IMAGINARIOS Hoy vivimos en un mundo repleto de información, símbolos e imágenes. Los medios de comunicación

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ya son parte de la vida cotidiana y se han vuelto un elemento ineludible de la cultura contemporánea. La circunstancia actual no es más la del barrio, la ciudad o el país habitado: el horizonte se volvió, en cierto sentido, planetario. Y es que la sociedad ya procesó e incorporó los cambios científico-técnicos que se produjeron durante el siglo XX: la incidencia de este saber en la vida cotidiana pasó a ser enorme. Consecuencia de ello, se modificó la percepción de los seres humanos sobre sí mismos y sobre el entorno. Nuevos imaginarios sociales entraron en juego, y la ciencia no escapó a estos cambios socioculturales. Como a lo largo del siglo XX, en la actualidad, el saber científico se concibe como paradigma de conocimiento riguroso, fiable y exacto, pero no se piensa en un progreso ilimitado –idea propia del Centenario–, sino en el desarrollo científico-técnico orientado a la reducción de las brechas sociales, culturales y económicas. “La ciencia y la tecnología son clave para el desarrollo del país. Por eso, una de las metas para el Bicentenario es acoplar la generación de conocimiento científico con la actividad productiva para lograr una mejor calidad de vida”, precisa el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, Lino Barañao.

Ilustraciones: Guadalupe Haedo.

“Dentro de cien años, cada ciudadano tendrá su propio helicóptero, la ciencia lo hará posible”, decía el diario Crítica en 1926, cuando los problemas de tránsito comenzaban a aparecer en la Ciudad de Buenos Aires. Como lo atestigua la publicación, a principios del siglo XX, la sociedad argentina depositaba grandes ilusiones en los avances técnicos y científicos: se creía en su progreso indefinido y se pensaba que, junto con la técnica, harían realidad los sueños del hombre.

DESDE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN A partir de las transformaciones económicas y sociales que se dieron en la Argentina hacia la década del 90, amplios sectores de la sociedad perdieron la posibilidad de acceder a bienes materiales y simbólicos. Además, durante este período, “el país estuvo signado por una fuerte desinversión en investigación e innovaciones tecnológicas”, agrega Barañao. En esta etapa, durante el auge del modelo neoliberal, se abrió indiscriminadamente la economía. En el plano social, el modelo generó situaciones de extrema pobreza, precarización laboral y el desprestigio de instituciones que, como la escuela pública, brindaban a los sectores populares herramientas para desenvolverse en la sociedad.

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EL CONICET HOY

YOGURITO, EL PROBIÓTICO SOCIAL

“Es el mayor organismo de ciencia y tecnología de la Argentina, con sentido federal. Sus alrededor de 6000 investigadores, 7300 becarios y sus 2480 técnicos y personal de apoyo a la investigación proponen, a través de sus trabajos, una mejor calidad de vida para la ciudadanía. Políticas de empleo, estudios demográficos y estadísticos, condiciones de vida, violencia y marginalidad, política habitacional, medio ambiente y uso racional de la energía, salud, medicina y biología, biotecnología, informática y otros temas forman parte de las investigaciones que se llevan a cabo desde esta institución”. Noemí M. Girbal-Blacha Investigadora Superior del CONICET

Científicos del Centro CERELA-CONICET, de San Miguel de Tucumán, formularon y desarrollaron un yogur probiótico para estimular las defensas naturales de los niños. Yogurito disminuye la frecuencia de cuadros infecciosos respiratorios y gastrointestinales, y mejora el sistema inmunológico del organismo. Este proyecto es uno de los ejemplos de transferencia social de las investigaciones científicas, ya que el probiótico fue administrado a cerca de 56.000 niños de los barrios más postergados del Gran San Miguel de Tucumán. + info: www.mincyt.gov.ar

Un mayor bienestar de la población, no sólo en la esfera económica, sino también en el ámbito sociocultural, es otra de las apuestas del Bicentenario. En el contexto de la Sociedad de la Información, “el conocimiento ha pasado a ser el factor generador de riqueza más importante y, por lo tanto, es necesario tomar medidas para que esta inversión que la sociedad hace en generar conocimiento tenga resultados a nivel de la actividad productiva”, argumenta el ministro de Ciencia.

EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO ACTUAL Numerosas investigaciones hacen frente hoy a los desafíos del siglo XXI y dan respuesta a las problemáticas sociales heredadas del siglo pasado. En el plano de las Ciencias Exactas y Naturales, por ejemplo, se están desarrollando vacunas y tratamientos para enfermedades hasta ahora incurables. Además, se procura mejorar la calidad de la alimentación a través del análisis de los productos transgénicos; y generando alimentos que compensen las deficiencias alimenticias de algunos sectores de la sociedad (ver “Yogurito, el probiótico social”). Gracias al avance de la bioinformática, se está estudiando el comportamiento de células cancerígenas y se trabaja con proteínas de organismos enfermos para desarrollar nuevas vacunas. La bioinformática conjuga los adelantos científico-técnicos de los últimos años, ya que procesa y analiza datos biológicos a través de la computadora. “Esta disciplina, que asiste y guía los trabajos experimentales, acelera resultados y disminuye tiempos y costos de investigación; por eso, constituye un aporte invaluable al quehacer científico actual”, explica Cristina Marino Buslje, bióloga e investigadora del CONICET. En tiempos del Bicentenario, son muchas las expectativas que se siguen depositando en el desarrollo técnico-científico. Y todavía, como dijo Louis Pasteur, “la ciencia es el alma de la prosperidad de las naciones y la fuente de todo progreso”.

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Ciencias Sociales: la realidad en foco INJUSTAMENTE CONSIDERADAS POR EL SENTIDO COMÚN “HERMANAS MENORES” DE LAS CIENCIAS EXACTAS, LAS CIENCIAS SOCIALES HAN DEMOSTRADO SU PAPEL FUNDAMENTAL EN LA COMPRENSIÓN DE LA SOCIEDAD. ACTUALMENTE, SE PROFUNDIZAN DIVERSAS INVESTIGACIONES SOBRE LA REALIDAD ARGENTINA. MUCHAS DE ELLAS SE CENTRAN EN LA HISTORIA RECIENTE, Y SON NECESARIAS PARA COMPRENDER LOS IMAGINARIOS SOCIALES VIGENTES Y LA PROPIA IDENTIDAD COMO NACIÓN. POR EJEMPLO, EL HISTORIADOR MARIO RANALLETTI REALIZA UN ESTUDIO DE LAS NORMAS Y DISPOSICIONES SOBRE SEGURIDAD Y DEFENSA SANCIONADAS ENTRE 1955 Y 1976 EN EL PAÍS. LOS PRIMEROS RESULTADOS OBTENIDOS DEMUESTRAN QUE ESA NORMATIVA ES EL “ANTECEDENTE LEGAL” DE LA VIOLENCIA DICTATORIAL. “EN ESAS NORMAS Y DISPOSICIONES, SE INCORPORÓ LA IDEA DE UN ‘ENEMIGO INTERNO’ DIFÍCIL DE IDENTIFICAR Y QUE RESPONDÍA A LOS PLANES DEL ‘COMUNISMO INTERNACIONAL’. ESTO NO SE CORRESPONDÍA CON LA REALIDAD DEL PERÍODO. POR ESO, SE ENTIENDE QUE SE TRATÓ DE UNA FORMA DE JUSTIFICAR LA CRIMINALIZACIÓN Y LA REPRESIÓN DE LA PROTESTA SOCIAL CONTRA EL ORDEN VIGENTE”, EXPLICA EL INVESTIGADOR.

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PENSAMIENTO

ENTREVISTA CON HILDA SABATO Y MARCELA TERNAVASIO

Las políticas de la historia LA NACIÓN NO ES UNA ENTIDAD ARBITRARIA, SINO UN PROYECTO RECONSTRUIDO PERMANENTEMENTE. UNA SOBERANA DOSIS DE MEMORIA Y OLVIDO, SEGÚN LA FAMOSA FÓRMULA DE ERNEST RENAN, CONSTITUYE LAS NACIONES. AQUÍ, HILDA SABATO Y MARCELA TERNAVASIO, ESPECIALISTAS EN HISTORIA POLÍTICA DEL SIGLO XIX, BRINDAN ALGUNAS PISTAS PARA REFLEXIONAR ACERCA DE LOS DISCURSOS SOBRE EL PASADO QUE CIRCULAN POR ESTA FECHA, AYUDANDO, EN DEFINITIVA, A REPENSAR LA ARGENTINA. Nuestra Cultura: El profesor Alejandro Eujanian, de la Universidad Nacional de Rosario, sostuvo recientemente que, a diferencia de lo que puede parecer, el uso que hace hoy la política de la historia es mucho menos denso y menos conflictivo que en otro momento. Y que cuando la política usa el pasado para legitimarse, eso no genera un efecto significativo en el público. ¿Les parece correcta esta apreciación? Marcela Ternavasio: No estoy tan segura de que el uso del pasado hoy no sea conflictivo. Lo que sí creo es que los usos del pasado que hacen los discursos políticos no difieren entre sí en lo esencial. Hay una perspectiva del pasado que, aunque cambien los personajes, las valoraciones sobre los personajes, o los panteones de héroes y villanos, tiene un punto en común: ese discurso se monta sobre una trama de víctimas y victimarios, de buenos y malos. Y esto no hace ruido entre el público en general, pero sí lo genera, y mucho, entre los historiadores, y allí sí me parece que nuestras intervenciones pueden resultar incómodas en relación con esta suerte de sentido común. Hilda Sabato: Desde ciertos sectores de la militancia política, en los años setenta, hacíamos un uso intensivo del discurso sobre el pasado. No un dis-

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Hilda Sabato (izquierda) y Marcela Ternavasio (derecha), frente a la Secretaría de Cultura de la Nación.

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curso histórico en el sentido estricto, ya que no estaba fundado necesariamente en el saber histórico, sino en imágenes y representaciones del pasado que se asociaban a genealogías políticas bastante estrechamente y que se usaban de manera militante. Pero tengo mis dudas acerca de que ese tipo de relación entre militancia política y representaciones del pasado, que era muy intensa entre los grupos de izquierda, tuviera alguna repercusión más allá de esos colectivos. Aunque habría que hacer un estudio más sistemático al respecto, tengo la impresión de que no repercutía tan fuerte fuera de estos círculos. Ternavasio: En nuestras intervenciones, buscamos oponernos a la idea de que la historia es maestra de vida. Y esto sí que está presente en todos los discursos políticos: “Puesto que siempre hemos sido iguales a nosotros mismos y tanto nos hemos equivocado, la historia nos debe enseñar”. Ahora bien: la historia no nos enseña nada. Pero el hecho de decir que la historia no nos enseña nada permite restituir el pasado en el lugar que tiene en su articulación con el presente. Y no en la ausencia de mediación entre un pasado y un presente que se confunden, como si fueran la misma cosa. Esta idea de la historia como maestra de vida es un punto en común que todos los historiadores coincidimos en rechazar. Nuestra Cultura: ¿Qué preguntas, qué cuestiones de Mayo de 1810 tienen actualidad social y política doscientos años después? Sabato: El núcleo duro de la Revolución es el cambio radical de los fundamentos del poder político. Es lo que tanto se repite en la escuela respecto de la soberanía popular, que lamentablemente es una palabra vacía en ese discurso. Y esa palabra, en realidad, tiene un peso enorme para entender cómo se constituye la nueva base del poder. A lo que se suman dos nociones clave que siguen en vigencia: igualdad y libertad. Esas dos nociones, junto con la anterior, forman un triángulo: soberanía popular, igualdad y libertad, los tres pilares del régimen republicano. Pienso que esto está más vigente que nunca como interrogante, como cuestión y como problema. Ternavasio: Creo que hay que preguntarse: ¿en qué sentido aquellos hombres que vivieron e hicieron la Revolución querían ser libres de antemano? ¿Tenían el proyecto de igualdad y libertad desde el comienzo? ¿Qué buscaban estos hombres que comenzaron un curso de acción sabiendo cómo empezaba, pero sin la menor idea de cómo seguirlo ni cómo terminarlo? Plantear que, en realidad, la Revolución no nace de un proyecto maduro, preconcebido, de ideas de libertad e igualdad, ni de soberanía popular, y que surge en una trama mucho más compleja, también es para nosotros una apuesta importante por discutir. En el proyecto de los revolucionarios, no había tal proyecto. En todo caso, había voces, programas cambiantes, intereses contrapuestos. Reinstalar el debate sobre la ausencia de un proyecto revolucionario no le quita di-

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Historiadores en la Web Decía Hilda Sabato en la entrevista: “Estamos acá, a doscientos años de la Revolución de Mayo. Es una fecha con carga simbólica. El otro día un importante historiador sostenía que 200 es lo mismo que 201 o que 199. ¡Por supuesto que no! Ni cumplir 60 es lo mismo que cumplir 61. Esta es una fecha de una densidad simbólica fabulosa. Nuestro esfuerzo tiene que pasar por darle densidad teórica, histórica y política al debate, para enriquecerlo, para complejizarlo”. Con el nombre www.historiadoresyelbicentenario.org, los historiadores salen entonces a aportar lo suyo en un sitio web colectivo, construido a pulmón. Una serie de prestigiosos académicos de varias universidades nacionales se reunieron en esta página para difundir textos de su autoría en torno a seis ejes temáticos: Revolución, Guerra y sociedad, Nación, Estado, República y Memoria histórica. Textos que funcionan como estado de la cuestión, incorporando las actualizaciones en el campo académico de los últimos años, y sobre todo, como disparadores del debate. Visitado por docentes de todo el país, por colegas, por alumnos de nivel secundario, terciario y universitario, y por el público interesado en estos temas, la apuesta del sitio dista de ser unívoca y homogénea. En palabras de Ternavasio, una de las encargadas de su coordinación, “la propuesta no es salir con una única voz. Si decidimos no optar por el silencio, lo hicimos a la vez, saliendo con una multiplicidad de voces”. Un punto nada desdeñable es el impacto que tuvo el sitio en el campo historiográfico, en un registro intergeneracional. “A los historiadores hacia adentro –agrega Ternavasio–, creo que nos es muy fértil y productivo habernos constituido en un grupo sin ninguna adscripción institucional ni académica, ya que nos permite pensar bajo qué formato participar en el espacio público”. La sección “Comentarios y otras intervenciones” recopila varios textos de destacados historiadores de todo el país que remarcan la ausencia de un criterio único para dar el debate, y lo que es también interesante, ciertas dudas acerca de la propia capacidad de intervención. A mediados de mayo, en el sitio se lanza un video en el que vienen trabajando, producido por El Perro en la Luna.

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niones. Durante gran parte del siglo XIX, hubo un ideal por alcanzar la unanimidad, porque se entendía que el bien común era uno solo y que, entonces, no podía haber desacuerdos respecto de él. En la Argentina del siglo XX, los dos partidos mayoritarios encarnaron visiones de unanimidad de otro tipo, diferentes. No eran las mismas del siglo XIX, pero también tenían, sin duda, una aspiración a la totalidad, donde el otro queda relegado, por lo general, al campo de lo antinacional, de la antipatria. Después de la dictadura, a partir de 1983, hubo una mayor legitimidad de las nociones plurales, por lo tanto, de la deliberación, del debate y de la aceptación de las diferencias en el plano político como aspectos necesarios de la vida cívica. Y en esta nueva matriz todavía estamos, pese a las tensiones que puedan darse. mensión revolucionaria a la Revolución. En 1808, desde el momento en que el trono quedó vacante –en la Península y en América lo dicen de forma explícita–, los contemporáneos sienten que están viviendo una revolución. ¿Por qué? Porque se les fue el Rey, porque el Rey está cautivo, en una situación absolutamente inédita. Eso ya era una revolución. Sabato: Este punto que remarca Marcela es fundamental: en la historia, los cursos de acción no están predeterminados; hay que indagar sobre la importancia de las decisiones humanas. O sea, el peso de la acción humana en la política. Por eso los momentos revolucionarios son tan atractivos y fascinantes: el resultado no está escrito en ningún lado. Entonces, no es suficiente analizar –y esto también vale para el discurso escolar– las causas y las consecuencias de la Revolución, como si esta estuviera inscrita en sus causas. No hay revolución si no hay algo nuevo que se va haciendo en el camino. Ese plus que no se deja explicar por las causas estructurales: eso es la revolución. Por tal razón, ponemos el acento no tanto en el contenido de la Revolución, sino en la idea misma de cambio, de acción política, de transformación y de la posibilidad de los hombres de incidir sobre su destino, sin quedarnos atrapados en las visiones maniqueas, en las que tenemos que buscar a los buenos y a los malos, y llorar siempre que los buenos perdimos.

REPÚBLICA Y DEMOCRACIA Nuestra Cultura: Retomando el planteo sobre los orígenes republicanos en Mayo de 1810, ¿qué relaciones se tejieron entre el régimen político y las formas de gobierno en doscientos años? Sabato: Si hay algo que ha costado en la Argentina es la relación entre república y democracia. Democracia, claro, como desiderátum, porque la democracia no es algo a lo cual se llega y listo. Parte importante del problema que ha tenido la Argentina hunde sus raíces en el siglo XIX: es la desconfianza frente a la pluralidad de voluntades políticas, aunque no de opi-

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Porque si bien la noción de que la democracia implica conflictos es absolutamente cierta, también implica canales y mecanismos de resolución de los conflictos que no lleven al enfrentamiento armado, a la muerte, a la destrucción del otro. Esto, que en el siglo XIX no figuraba como programa, fue muy fuerte en la Argentina y, en forma general, para el mundo actual, a partir de los fracasos y los sucesivos dramas que tuvimos en el siglo XX, con los golpes de Estado y las intervenciones militares. Y a partir de 1983, fue muy potente y trascendió las propuestas de elites políticas o intelectuales ilustradas. Aprender y aceptar que hay gobiernos que tienen mandatos que no van a favorecer a todo el mundo por igual –y que esto es normal–; pero que, dentro de toda esa dinámica que se establece en la democracia moderna, hay mecanismos republicanos que permitan canalizar institucionalmente el disenso y los conflictos de intereses. Nuestra Cultura: El Bicentenario ha tomado como marca distintiva el hecho de la diversidad y de la pluralidad, en oposición al Centenario. A partir de lo que Sabato subraya sobre unanimismo de los discursos políticos en el siglo XX,

¿qué relación guarda a nivel de la estructura social y el apoyo desde el mismo Estado a la diferencia y la diversidad? Ternavasio: Sin duda, este es el Bicentenario del federalismo. Sin embargo, no hay una discusión seria sobre, en primer lugar, qué fue y qué es el federalismo, para no hablar de la coparticipación federal (que no digo que no sea importante, pero no es un sinónimo automático de federalismo). Creo que esta debería ser la gran ocasión para discutir el problema del federalismo, porque eso es discutir la Nación. Tenemos que resaltar que las provincias podrían haber sido otras, y que la configuración de todo el siglo XIX nos demuestra que, finalmente, lo que quedó

fue esto. Deberíamos poner en el centro que la relación entre Buenos Aires y el resto del país nace conflictiva en 1810. Me parece que este es un gran punto no sólo para rediscutir la coparticipación federal, sino también para repensar lo que ya estaba presente en 1810: que cuando se discute la distribución de recursos, siempre se lo hace sobre la base de una desconfianza hacia el centro. Sabato: Es muy interesante ver cómo la Argentina, después de 1983, con distintos momentos e inflexiones, fue incorporando la idea de la diversidad como algo necesario en una sociedad contemporánea. En ese punto, el país se ha modernizado no sólo en las políticas públicas, sino también en la actitud de la ciudadanía en general frente a hechos que antes no podían ni mencionarse. A pesar de la reacción de la Iglesia, a pesar de la reacción de los grupos más conservadores, hay una democratización, en el sentido de que se profundizó la diversidad. Y el Estado ha acompañado este proceso, con distintos ritmos. Diría que casi todos los gobiernos han tenido políticas en esa dirección, algunas más intensas y otras, menos. Hoy, por ejemplo, el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) financia iniciativas increíbles de grupos que están luchando por su identidad y sus derechos, y esto es algo para celebrar.

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Alejandro Cattaruzza Historiador. Docente de la UBA y de la Universidad Nacional de Rosario.

Los sentidos de Mayo

CENTENARIO Y BICENTENARIO Nuestra Cultura: ¿Por qué consideran que, en los discursos que circulan públicamente, ha ganado más importancia el Centenario que 1810? Sabato: Respecto del Centenario, ha surgido una visión dicotómica. La leyenda negra del Centenario es “un país de excluidos, donde el gobierno se autocelebra, la elite festeja mientras los pobres son reprimidos”. La mirada antinómica, la leyenda rosa, dice que aquel “era el momento de la Argentina brillante, de una clase dirigente espectacular, donde la riqueza emanaba por las canillas; la Argentina del crisol de razas”, etcétera. En realidad, el Gobierno de 1910 no era monolítico. Había diversidad de opiniones tanto respecto del modelo vigente como del futuro. Había muchas críticas internas a la elite letrada y a la elite política, no sólo en relación con el modelo político (y este es el momento en el que hay presiones fuertes para la transformación del sistema), sino también reacciones contra el materialismo de esta sociedad. Es cuando se da la gran crítica al materialismo proveniente de los sectores espiritualistas que no están fuera de la elite. Además, si salimos de la elite, hay una disputa por el espacio público, al menos en Buenos Aires. La ciudad, que entonces tenía un millón y medio de habitantes, era una metrópolis importante, donde ya había una clase obrera combativa, que tenía sectores militantes que tomaban muy en serio el espacio público durante el Centenario. Fue reprimida por eso, pero de ningún modo estuvo al margen. Lo que no significa que no fuera un momento en el que había una sociedad capitalista vigorosa en expansión y, por lo tanto, desigual; en el que la explotación era notable; y en el que las posibilidades y las oportunidades estaban distribuidas de manera desigual. Y eso es lo que creo que se pierde con una visión muy esquemática, que dice que el Centenario fue el momento de la exclusión, y ahora estamos en el momento de la inclusión total. Ni una ni otra visión son enteramente ciertas.

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La evocación de antiguos episodios considerados fundadores, o de figuras que se suponen liminares, son frecuentes, y la Revolución de Mayo es objeto de una en estos días. Más allá del ámbito nacional en que cada celebración tiene lugar, los rasgos que comparten esas acciones son muchos. Así, por ejemplo, el discurso dirigido a grandes auditorios tiende a simplificar el proceso evocado, haciéndolo menos incierto. A su vez, las lógicas del mercado editorial y de los medios de comunicación masivos condicionan desde el presente la circulación de las imágenes del pasado, y quizás hasta su producción. También los grupos políticos y sociales actuales hacen oír sus voces, mientras las reparticiones estatales y los medios suelen demandar opiniones de los expertos que investigan el período. Estas observaciones apuntan a un hecho visible, pero que suele quedar en segundo plano: el movimiento decisivo va del presente al pasado y no a la inversa. Las conmemoraciones llevan así las marcas del tiempo en el que tienen lugar. El Centenario sirve de ejemplo. El festejo reveló la existencia de acuerdos amplios entre la elite, que incluso se extendieron a sectores vastos de la población, acerca del balance de los cien años transcurridos desde 1810. Pero ellos no alcanzan a ocultar la impugnación que parte de las fuerzas trabajadoras realizó al orden imperante, que pretendía fundarse en Mayo. Además de la celebración, entonces, debe anotarse tanto la agitación obrera que fue expresión de la disidencia, como las respuestas que recibió: la dura represión de 1909, la Ley de Defensa Social, el estado de sitio y los asaltos a locales sindicales. ¿Pueden señalarse los rasgos propios de la conmemoración actual al mismo tiempo que se desarrolla? Si se toman sólo algunos aspectos, así como los actores políticos más relevantes, el ejercicio es posible. En principio, el Gobierno nacional parece impulsar una celebración moderada en su intensidad; a mi juicio, se trata de un acierto. Los grupos convocados, además, son variados, e incluyen a historiadores especializados que ocupan lugares destacados en la universidad y en el sistema de investigación; desde ya, conviven allí con otros sectores. Así, la Secretaría de Cultura de la Nación desde tiempo atrás, el Ministerio de Justicia y el de Defensa, cuanto menos, organizaron jornadas donde varios de tales historiadores participaron. Por su parte, el Ministerio de Educación ha convocado a algunos de ellos a intervenir en sus programas, que gracias a los medios técnicos utilizados, favorecerán las posibilidades de que sus opiniones circulen ampliamente entre los docentes y los estudiantes secundarios. En el plano, menos matizado, de la disputa político-cultural por los sentidos de Mayo, los tonos son otros, en particular si se atiende a una coyuntura algo más amplia. Es innecesario observar que si los festejos hubieran tenido lugar durante el conflicto con el campo, el debate sobre Mayo habría sido más agudo; sin embargo, entiendo que algunas actitudes que entonces se hicieron visibles persisten. La máxima movilización de la oposición con eje rural se produjo, justamente, el 25 de mayo de 2008, entre los vivas a la patria de rigor. La patria evocada parecía una más arcaica, más tradicional, más jerárquica que la que el oficialismo proponía. Aún con actores menos activos y orgánicos, o quizá con menor repercusión social para sus argumentos, esas notas están presentes todavía. Por otro lado, en el oficialismo, es corriente mentar a Mariano Moreno como figura de una tradición diferente que enlazaría también con 1810 y que se presume más militante, radicalizada y popular. Ambas filiaciones con el pasado, como siempre, son imaginarias, pero creo que revelan bien qué representación hacen de sí ambos bloques y cómo buscan ubicarse en el conflicto político actual. Y eso forma parte de lo que está en disputa, aunque ella se libre de manera menos estridente que un tiempo atrás.

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UN PASEO POR EL BICENTENARIO A cielo abierto, del viernes 21 al martes 25, un recorrido federal por Av. 9 de Julio, desde Av. Belgrano hasta Av. Corrientes, para conmemorar los doscientos años de la Revolución de Mayo, con la participación de todas las provincias y de los países invitados. Pabellones y stands, ámbitos de debate, espacios gastronómicos, intervenciones artísticas, grandes espectáculos y desfiles, en un trayecto que atraviesa la Argentina de norte a sur, reflejando una nación plural y participativa, con la mirada puesta en Latinoamérica y en los grandes temas nacionales.

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AGENDA CULTURAL Programación completa: www.bicentenario.argentina.ar y en www.cultura.gov.ar

Argentina de Punta a Punta en el Bicentenario Exposición “200 años de Historia Argentina”, con curaduría de Felipe Pigna. Documentos, cartas, planos, fotografías, objetos y daguerrotipos. Desde el jueves 20, en Plaza Mitre. Santa María y Alem. Esteban Echeverría. Provincia de Buenos Aires. + info: www.cultura.gov.ar

Infografía: Guadalupe Haedo.

Concurso Mensajes del Bicentenario Invita a los chicos a producir, a partir de cualquier medio artístico, un mensaje para los niños del Tricentenario. Se seleccionarán 200 obras, que integrarán la muestra “200 Mensajes del Bicentenario”. Bases: www.cultura.gov.ar Muestras en la Casa Nacional del Bicentenario “Muchas voces, una historia. Argentina 1810-2010” y “Mujeres 1810-2010”. Riobamba 985. Ciudad de Buenos Aires. “De la Colonia al siglo XXI, entre la conmemoración y el debate” Ciclo de charlas. Miércoles 19: Estado, nación y provincia. Imágenes desde Caseros al Centenario. Con Marcelino Maina. Museo Histórico Provincial “Brig. Estanislao López”. San Martín 1490. Santa Fe. Café Cultura por el país Hernán Brienza, Hugo Chumbita, Peteco Carabajal, Orlando Barone, Osvaldo Bayer, Jaime Torres, Palo Pandolfo, Eduardo Sacheri y Miguel Rep, entre otros invitados, analizan el Bicentenario en distintas ciudades del país. + info: www.cultura.gov.ar Ciclo de cine e historia Doce películas sobre la vida y obra de quienes contribuyeron a forjar la identidad nacional. Jueves de mayo y junio a las 21. Sala Multimedia M.U.N.T. San Martín 1547. San Miguel de Tucumán.

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Museo Histórico Nacional. Defensa 1600. Ciudad de Buenos Aires. Bicentenario para los chicos Visitas guiadas para niños. Sábados del mes, y 24 y 25 de mayo. Casa Nacional del Bicentenario. Riobamba 985. Ciudad de Buenos Aires. Música en el pianoforte de Mariquita Sánchez de Thompson El himno nacional, por José Luis Juri (piano), Igor Herzog (guitarra) y Gabriela Guzzo (soprano). Domingo 23 a las 17. Museo Histórico Nacional. Defensa 1600. Ciudad de Buenos Aires. Vigilia del Bicentenario en Salta Espectáculo “El sol del 25 viene asomando”. 24 y 25 de mayo. Explanada del Cabildo Histórico del Norte. Ciudad de Salta. Museo Histórico Nacional del Cabildo y de la Revolución de Mayo Lunes 24. A las 18.30: espectáculo de luces y sonidos. A las 23.30: arribo de la Marcha de los Cabildos. A las 00.00 del martes 25: el Regimiento 1.º de Infantería Patricios interpreta el himno nacional. Bolívar 65. Ciudad de Buenos Aires. Himno Nacional en San Juan Interpretación en vivo en el Valle de la Luna. + info: sanjuan.cfired.org.ar Congreso “El Bicentenario desde una mirada interdisciplinaria. Legados, conflictos y desafíos” Del 27 al 29 de mayo. Universidad Nacional de Córdoba. + info: bicentenario.unc.edu.ar Puertas Abiertas al Bicentenario Visitas guiadas y shows. Sábados y domingos de 10 a 17. Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires. + info: prensa@ic.gba.gov.ar

Saber de qué se trata Retratos, paisajes y símbolos argentinos. Salón Histórico de Actos de la Municipalidad de Victorica. La Pampa.

Tedeum en la Basílica de Luján Martes 25 a las 12. Programación artística a cargo de la Secretaría de Cultura de la Nación.

Documentos de la Revolución de Mayo de 1810 Exhibición de actas. Desde el sábado 22.

Centro Cultural del Bicentenario Inauguración: lunes 24 a las 12. Palacio del Correo.

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INDUSTRIAS CULTURALES

LA PATRIA DIBUJADA: LIBRO Y MUESTRA

El libro La patria dibujada se distribuye en las bibliotecas populares, Centros Integradores Comunitarios e instituciones culturales, de todo el país.

Nunca la misma historieta, nunca la misma historia DIEZ HECHOS CENTRALES DE LA HISTORIA ARGENTINA, FICCIONALIZADOS POR GUIONISTAS Y DIBUJANTES.

Alejados del aura Billiken que supo inundar la iconografía, en La patria dibujada, las viñetas dan soporte a un encuentro entre ficción y realidad, y la historia se convierte así en un guión que se construye día a día.

SÍNTESIS, MAGIA Y EL PODER VISUAL DE LA HISTORIETA PARA REPENSAR EL PASADO DESDE LA VISIÓN DE SUS PROTAGONISTAS ANÓNIMOS.

Agrimbau es el guionista que se abocó a la campaña sanmartiniana. Con ilustraciones de Risso, narró este momento desde la mirada de un esclavo cuyano que no quería ir al Cruce de los Andes y, por eso, le hace un maleficio a San Martín con magia vudú congoleña. “Me interesa partir de un punto de vista exótico y diferente sobre un período tan cargado de imágenes y retórica escolar. Aspiro a recobrar la verdadera dimensión de lo que fue una aventura atrapante. Creo que se ha logrado, especialmente, por el dibujo de Risso. En su trazo, la batalla nunca fue tan real. La furia y el miedo son ciertos, se viven”, explica.

Un esclavo que hace magia vudú y enferma a San Martín antes del Cruce de Los Andes; amor y muerte durante la amnistía del 25 de mayo del 73; equívocos con destino mortal en la mal llamada Campaña del Desierto; el carnaval absurdo de la guerra; un muerto a manos de un estudiante de derecha durante la Semana Trágica; tres hombres que “chamuyan” mientras Perón habla para una multitud en la Plaza de Mayo; dos enamorados que no saben que están participando de una gesta fundacional… Pequeñas historias inmersas en el entramado social y político de estos doscientos años dan vida a La patria dibujada, un libro con diez momentos clave de la vida nacional, narrados e ilustrados por veinte guionistas y artistas del país. Historietas con la historia como telón de fondo. Juan Sasturain y Lautaro Ortiz, junto con la Secretaría de Cultura de la Nación, se embarcaron en la aventura de otro libro del Bicentenario, aunque diferente: un texto de arte que pone a la historia en su lugar, pero privilegia el juego de la creación conjunta sobre personajes cotidianos. “Lo fundamental fue crear una antología con grandes dibujantes, como Leopoldo Durañona, Carlos Nine, Domingo ‘Cacho’ Mandrafina, Carlos Casalla, Oscar Zárate, El Tomi, Horacio Altuna, Francisco Solano López, Carlos Sampayo, Eduardo Risso y Salvador Sanz. Todos ellos, acompañados de los guionistas Alejandro Dolina, José Pablo Feinmann, Jorge Zentner, Marcelo Birmajer, Pablo De Santis, Carlos Trillo, Cristian Mallea, Diego Agrimbau, Roberto Lorenzo y yo”, enumera Ortiz.

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Además de la gesta de San Martín, el libro reúne otras nueve historias desarrolladas en duplas artísticas: la Revolución de Mayo, la Guerra del Paraguay, la Campaña del Desierto, la batalla de la Vuelta de Obligado, la Semana Trágica, el 17 de octubre de 1945, el 25 de mayo de 1973, Malvinas, y el 2001 y el cacerolazo. Desde hace años, Dolina y Nine sintonizan en la apreciación de la realidad y la historia. La Revolución de Mayo significó un aporte más a su producción común. “Se trata de una anécdota de un grupo de amigos y de dos enamorados que, sin saberlo, están

La Revolución de Mayo, por Carlos Nine y Alejandro Dolina.

La campaña sanmartiniana, por Eduardo Risso y Diego Agrimbau.

insertos en el nacimiento de una nación. Personas que no sabían que estaban participando de un gesto fundacional. Quizá nosotros tampoco lo sepamos ahora” –reflexiona Nine y continúa–: “La idea de utilizar la historieta como vehículo para lograr un acercamiento a las masas no ha dado buenos resultados hasta hoy; hay un temor a contradecir las fábulas que inventó Mitre y que increíblemente perduran”. En los años 80, De Santis se había sumado como guionista a un proyecto similar, La Argentina en pedazos, que aparecía con la revista Fierro y relataba grandes momentos de la literatura argentina. Ahora, en La patria dibujada, el ambiente es histórico; el relato, invención. Junto con Altuna –dibujante de El Loco Chávez y Las puertitas del Sr. López, entre otras historietas–, De Santis trabajó sobre la Semana Trágica. “El protagonista es un joven del interior que viene a estudiar a Buenos Aires y se une a un grupo de derecha antisemita que reprimía a los obreros. En un ataque, mata accidentalmente a un hombre. A partir de aquí, se pone a investigar a su víctima y cambia la orientación de su vida”, adelanta. De pensar sobre Malvinas se encargó el dúo SanzZentner. “Tratamos de representar el caos y la irracionalidad del conflicto. Visualmente, es un poco experimental, y el texto de Jorge le da una profundidad a la que mis imágenes no llegan”, analiza Sanz, el dibujante más joven de los convocados. Zentner basó su guión en la premisa de que la guerra es un

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MUESTRA DE HISTORIETAS EN EL PALAIS

La Plaza del bombardeo del 55, por El Niño Rodríguez.

Los originales de La patria dibujada se exponen en una muestra colectiva, con talleres y charlas a cargo de los autores. Además, la exhibición de humor gráfico “Una patria de diez plazas”, con vistas de la Plaza de Mayo a lo largo del tiempo, creadas por Crist, Max Cachimba, Rep, El Niño Rodríguez, Diego Parés, Liniers, Daniel Paz, Gustavo Sala, Langer y Oscar Grillo. En otro sector, una retrospectiva de la revista Fierro en sus dos épocas. Y ocho artistas dibujan juntos y en vivo una historieta. Del 20 al 30 de mayo. Palais de Glace. Posadas 1725. Ciudad de Buenos Aires. Luego, la exposición visitará distintas ciudades del país.

“Fue una simple operación inmobiliaria con desalojo a la fuerza”, sentencia Mallea sobre el tema que le tocó guionar: la mal llamada Campaña del Desierto. “Verifiqué que todo era falso: desde el título de aquella acción militar, hasta la forma en la que se difundió. No era una conquista, ni el territorio, un desierto. Ahora sabemos que se fue a matar gente semidesnuda y famélica, y también se sabe que aquellas mismas familias siguen siendo hoy la oligarquía terrateniente”, reflexiona.

El 17 de octubre de 1945, por Domingo Mandrafina y Carlos Trillo.

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Escritor. Director y productor de La patria dibujada

Argentina a mano alzada En el lenguaje de la picaresca argentina, el verbo y la acción metafórica de dibujar se han convertido en sinónimo de engaño, de versión falsa de una realidad que pretende ocultarse. No es este el caso: La patria dibujada se jacta de contar con imágenes en secuencia narrativa –eso son las historietas– ciertos aspectos o perspectivas de momentos clave de nuestra historia. No se trata de ilustrar, un verbo que supone la prioridad lógica de un texto anterior, fijo, hecho y derecho, que debe ser iluminado. Las historietas no son o no deberían ser eso, sobre todo en estos casos, cuando la Historia está detrás, debajo o en el inicio de la historia o el relato a secas.

fenómeno que suspende todos los “acuerdos tácitos” que manejamos los seres humanos en el discurso cotidiano. “Tiene algo de carnaval exacerbado: la realidad, cuando estalla la guerra, se vuelve ‘ilegible’ desde las gramáticas habituales. La guerra –tal ha sido mi punto de partida– es la expresión de un universo que se ha vuelto loco”, destaca. Con dibujos de El Tomi, Birmajer eligió contar la amnistía para los presos políticos de Villa Devoto, otorgada la noche del 25 de mayo de 1973, el mismo día en que Héctor Cámpora asumió la presidencia de la Nación. “Me parece una jornada cargada de sentidos, que luego serían tragedia y fracaso. No me limito a narrar las circunstancias históricas: también es una historia de amor y de muerte”, aclara y agrega que, a la hora de armar un relato histórico, prefirió la invención porque “inventar ha sido, desde siempre, mi mejor forma de hacer patria”.

Juan Sasturain

Guerra de Malvinas, por Salvador Sanz y Jorge Zentner.

Lejos del manual mitrista, Mallea cuenta, con dibujos de Casalla, una pequeña historia de dos hombres y su mala suerte, un relato de equívocos con rumbo directo a la muerte. La investigación histórica le sirvió como disparador revisionista para pensar el presente: “La cuestión que se dio en aquel momento es la misma que se da ahora: la inclusión. ¿Qué hacemos con los desprotegidos, los marginados, los que no son afines al sistema? Las villas miseria son las nuevas tolderías. Todo lo que sucede allí le es ajeno al argentino común, el que se cree blanco y todavía europeo”, concluye. Mandrafina y Trillo son sinónimo de dupla por antonomasia. En La patria dibujada, vuelven al ruedo con un relato bisagra de la vida argentina. “El 17 de octubre de 1945 es determinante en la segunda mitad del siglo. El abordaje de este episodio fue netamente ficcional, con ingredientes fantásticos”, explica Mandrafina. El guión de Trillo habla de la historia de tres hombres anónimos de diferentes clases sociales. “El ambiente de fondo es una marea humana que marcha a la Plaza para escuchar a Perón. Creo que servirá para mostrar las divisiones que estaban empezando ese día en la sociedad. Para mí fue estar en 1945, conversando con la historia”. Se vuelve a revisar una y otra vez, se relativiza y se mueve. Toma otros puntos de vista y cambia, porque la historia es también eso: la vida según un esclavo negro que no quería luchar contra los realistas para estar cerca de su amante blanca.

La patria dibujada son diez versiones laterales de otros tantos sucesos, antiguos o recientes. Son puras y genuinas ficciones, construcciones imaginarias, aventurados relatos libres de mano de obra ocupada en contar lo que nos pasa tras y mientras lo que nos ha pasado. Las historietas son el fruto del trabajo conjunto de un dibujante y un guionista unidos pero no mezclados. Como irresponsable responsable de la convocatoria, me parece que su resultado ha sido absolutamente estimulante. Nada se asimila a lo que sigue o lo que antecede. La elección de la historieta como medio y soporte para contar estas historias es una manera de hacer justicia a una forma de narrativa popular que ha sido y es vehículo de algunos de los más poderosos relatos y de los personajes más entrañables de la ficción argentina del siglo XX. El equívoco Bacle, Pellegrini, los paseantes Rugendas y Blanes, el propio Prilidiano y el gran Cándido López, los caricaturistas de El Mosquito y Caras y Caretas, Oski y Carlos Alonso, Molina Campos y Marenco, Rapela y Raúl Roux, los relatos de Oesterheld con tantos dibujantes diestros… Hay una larga tradición de pintores, grabadores, ilustradores y narradores gráficos que contaron –de a tirones– la Argentina. Ojalá esta ocasional patria dibujada y escrita en consonancia por veinte testigos del Bicentenario se sume, en la memoria colectiva, a esa rica tradición de testimonio histórico y narrativo.

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ENTREVISTA CON EL HISTORIADOR DEL CINE FERNANDO MARTÍN PEÑA

El imaginario social, en un siglo de fílmico REPRESENTACIÓN, REGISTRO O INSTRUMENTO DE CAMBIO, SEGÚN QUIÉN LO DIGA, EL CINE FUNCIONA COMO RESERVORIO DE SUEÑOS, IDEAS E IMÁGENES DE UNA SOCIEDAD. EN ESTA ENTREVISTA, PEÑA DESGRANA LA RELACIÓN ENTRE LOS RECUERDOS COLECTIVOS Y EL MAYOR ARTE DEL SIGLO XX. Desde el izamiento de la bandera nacional rodado en tiempos del Centenario por el francés Eugenio Py (1900) –tal vez, el primer filme hecho en la Argentina–, hasta la galardonada, casi un siglo después, “El secreto de sus ojos” (Juan José Campanella, 2009), el cine ha funcionado como una suerte de backup audiovisual de archivos que hablan de la identidad, el país, su gente. Si este material se borrara de ese disco rígido de los recuerdos comunes, no habría nada para ver ni dónde ir a mirar. Defendida hasta ahí su importancia, también es cierto que la relación entre el séptimo arte y la memoria de los argentinos no siempre fue sencilla. “Una parte enorme de la memoria cultural e histórica del último siglo está en los registros audiovisuales, por lo que no podemos darnos el lujo de perderlos”, justifica, en diálogo con Nuestra Cultura, Fernando Martín Peña, historiador del cine y celoso guardián de latas de películas.

–¿La falta de cuidado de las películas es una forma de explicar la relación con el pasado? –Hay una correspondencia bastante obvia entre el descuido de esos materiales (y nuestro vínculo con la memoria en general) y la tendencia a reiterar errores del pasado. Los ejemplos más obvios están en la política, pero se pueden trasladar a cualquier otro campo. Cada vez que un joven cineasta hace un

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Con la creación de su Instituto, en 1957, el cine nacional vivió una renovación. Rodolfo Kuhn, con su filme “Los jóvenes viejos”, y otros directores, como Manuel Antín, Fernando Ayala y Leopoldo Torre Nilsson, plantearon un nuevo estilo más centrado en lo personal.

nuevo retrato de su generación, está volviendo sobre los pasos de Rodolfo Kuhn en “Los jóvenes viejos” (1962). No está mal que lo haga, pero sería bueno que lo supiera.

a través de las distintas formas del audiovisual. Pero durante cuarenta años, el cine fue “la materia de la que están hechos los sueños”, fue la fuente de todo un imaginario social.

–¿Existe relación entre el cine y la construcción de la memoria colectiva?

–¿Qué papel tuvieron los noticieros cinematográficos?

–Tal relación se dio específicamente mientras que el cine fue una expresión socialmente masiva. Es decir, desde 1915, más o menos, hasta que se consolidó la televisión. Después se diversificó, y hoy sigue dándose

–Es interesante pensarlo porque, desde un punto de vista periodístico, rara vez se apartaron de la obsecuencia con el discurso oficial del momento. Sin embargo, son el más rico banco de imágenes con el que contamos. Esas imágenes se independizan de su contexto: los mejores archivos fílmicos del golpe de 1930, por ejemplo, aparecieron en noticieros que lo celebraban, y lo mismo sucedió con el bombardeo sobre la Plaza de Mayo en 1955. En un primer momento, fueron compiladas en un corto “hipergorila”, con la intención de culpar a Perón de esas muertes. Después, cuando vieron que eran demasiado fuertes, y que las bombas eran de ellos, las sacaron de circulación, y no volvieron a aparecer hasta que Fernando Solanas y Octavio Getino las incluyeron en “La hora de los hornos” (1973).

–¿Cómo es el trabajo de conservación de archivos fílmicos? –Se realiza en condiciones muy precarias. Por eso, es importante que, a comienzos de este año, la Secretaría de Cultura de la Nación haya avanzado con la reglamentación de la Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional.

Gentileza: Museo del Cine.

CINE

–¿Y las películas históricas?

Luego de “Tango”, la primera película sonora, se fundó una industria cinematográfica local que logró conquistar el mercado hispanohablante. Las operetas tangueras de Gardel y el “Negro” Ferrerya, dice Peña, fueron intentos de encontrar una forma cinematográfica del tango.

–Estas películas cumplieron un papel similar. Cada gobierno estimuló el cine que mejor le convino. Pero hay una diferencia sustancial entre –por dar un ejemplo– “El santo de la espada” (Leopoldo Torre Nilsson, 1970), hecha durante la dictadura, y las películas que escribió Homero Manzi antes y durante el primer peronismo. En unas, se ratifica la visión maniquea del prócer, y en las otras, se habla casi siempre de esa patria “que no tiene estatua”. Creo que Manzi, solo o con Petit de Murat, hizo cine con el mismo propósito de proyección mítica y popular que está detrás de los

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–¿A qué puede adjudicarse que la primera película argumental argentina haya retratado los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo? –En ese caso específico, a la inmigración. Mario Gallo, su director, era italiano, y en el gesto de hacer “La Revolución de Mayo” (1909) y otros filmes de temática histórica (la mayoría de los cuales se ha perdido), estuvo el impulso de integrarse y de integrar, de darle al incipiente cine de su país adoptivo elementos de su propia historia. En otras naciones, ya era frecuente utilizar la historia como fuente argumental para el cine, pero aquí no había sucedido aún. Las experiencias de ficción eran amateurs, como las de Eugenio Cardini. –¿Hay películas que hayan marcado puntos de inflexión en el país?

Gentileza: Museo del Cine.

–”Puntos de inflexión”, quizá, sea mucho decir. Hubo películas muy importantes, muy masivas, que seguramente contribuyeron a concientizar sobre determi-

Gentileza: Museo del Cine.

westerns de John Ford, por caso. Se concentran en los momentos fundacionales, en las gestaciones. Eso es evidente en “La guerra gaucha” (Lucas Demare, 1942) y en “Pampa bárbara” (Demare y Hugo Fregonese, 1945), o en el Sarmiento antimitrista de “Su mejor alumno” (Demare, 1944). Estos filmes procuraron recuperar valores simbólicos apropiados por la oligarquía durante la Década Infame, desde la bandera hasta el himno. También se ve esta intención en películas como “El último payador” (Homero Manzi y Ralph Pappier, 1950), sobre los orígenes del circo criollo y el tango, o en “Escuela de campeones” (Ralph Pappier, 1950), sobre cómo el football pasa a ser el “fóbal”.

A contrapelo de los 90, jóvenes directores como Stagnaro, Caetano, Trapero, Martel y Burman, entre muchos otros, dieron origen al segundo "nuevo cine argentino", un fenómeno heterogéneo que logra retratar lo contemporáneo desde un cine de autor.

nados procesos. Es el ya mencionado caso de “La guerra gaucha”, pero también de películas de ambientación contemporánea, como “Kilómetro 111” (Mario Soffici, 1938) o “Héroes sin fama” (Soffici, 1940). Muchas películas militantes producidas en la clandestinidad durante la dictadura iniciada por Onganía cumplieron un rol histórico muy activo. Fueron movilizadoras, como “La hora de los hornos”. Y hay quien dice que el triunfo de Cámpora debió lo suyo a la difusión sistemática de “Operación masacre” (Jorge Cedrón, 1973) y de “Actualización política y doctrinaria para la toma del poder” (Solanas y Getino, 1971). –¿La Argentina desarrolló una expresión que la distinga en el mundo, como la nouvelle vague en Francia o el neorrealismo italiano?

En los años 40, películas como “Pampa bárbara” o “Su mejor alumno”, ambas con guión de Homero Manzi, se alejaron de la visión mítica de la historia.

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Superproducción de la Televisión Pública y canal Encuentro

–No exactamente. En su momento, las operetas tangueras de Gardel y del “Negro” Ferreyra conquistaron los mercados hispanohablantes, pero no fueron una expresión de vanguardia, sino el intento consciente de encontrar una forma cinematográfica para el tango. Manzi también siguió esa línea con “Pobre mi madre querida (1948)”. En 1957, con la creación del Instituto de Cine, surgió el primer “nuevo cine argentino”, que en su diversidad es extraordinariamente valioso, pero su repercusión local e internacional fue más bien limitada. Creo que recién en los últimos quince años, este otro “nuevo cine argentino”, originado a contrapelo en los 90 y consolidado después, logró una presencia internacional considerable y constante. No es una expresión homogénea, no es un movimiento, pero es una expresión cultural de extraordinario dinamismo que nos representa de la mejor manera –es decir, sin proponérselo a priori– y que en lugar de agotarse, se renueva.

“Revolución. El cruce de los Andes” Una nueva ficción revisa uno de los grandes hitos de la historia argentina: el Cruce de los Andes. Rodrigo de la Serna interpreta al General José de San Martín en la gran odisea del Ejército de los Andes, que atravesó, en 1817, la cordillera desde la región de Cuyo hasta Chile para enfrentar a las tropas leales a la corona española. Leandro Ipiña, también realizador de “El Combate de San Lorenzo”, dirige esta superproducción, que contó con un equipo de filmación de más de 100 personas, entre técnicos, camarógrafos, asistentes, vestuaristas y maquilladores, y más de 1400 extras que intervienen en distintas escenas del rodaje. “Revolución. El cruce de los Andes” es el nombre del telefilme, de 90 minutos, que será estrenado en 2010 en el marco de los festejos del Bicentenario. La producción se realiza con el financiamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y la Televisión Española (TVE); el apoyo del Gobierno de San Juan y la administración de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

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MÚSICA

DOSCIENTOS AÑOS DE OBRAS, RITMOS Y SONIDOS ARGENTINOS

Una tradición musical en movimiento POR LA SINGULARIDAD DE SUS RAÍCES, SU CONFIGURACIÓN Y SU SIEMPRE RENOVADA CAPACIDAD DE INCORPORAR ELEMENTOS UNIVERSALES, LA MÚSICA ARGENTINA, DESDE SUS DISTINTAS VERTIENTES, HA DADO NUMEROSAS MUESTRAS DE VIGOR CREATIVO, Y HOY SU IDENTIDAD SE DEFINE EN LA TRANSFORMACIÓN. En 1916 se publica El payador, acaso la más celosa –y polémica– interpretación de la esencia nacional. En esas páginas, Leopoldo Lugones traba las coordenadas desde donde dictar una posible tradición y justificar una genealogía épica para el Martín Fierro, el poema en el que, según su lectura, se cifrarían los rasgos de la identidad. “El objeto de este libro es, pues, definir bajo el mencionado aspecto la poesía épica, demostrar que nuestro Martín Fierro pertenece a ella, estudiarlo como tal, determinar simultáneamente, por la naturaleza de sus elementos, la formación de la raza, y con ello formular, por último, el secreto de su destino”, advierte en el prólogo. Uno de los diez capítulos de El payador se detiene en la música gauchesca. Lugones describe algunas de las danzas que, desde la época de la Colonia, fueron formándose en el territorio nacional, además de ejemplos musicales escritos. Ignorando los rastros indígenas y negros, que junto con las varias maneras de lo ibérico asistieron a la consolidación de esa música criolla, Lugones prefiere buscar relaciones en la tradición del clasicismo europeo. Zamba, media caña, gato, chacarera, escondido, caramba, cuando, triunfo y vidala explican su naturaleza en diálogo con páginas de Domenico Scarlatti y Beethoven. Quizá Lugones no imaginaba que la Europa que presentaba como pasado de la “música gaucha” resultaría, en cambio, la cifra de su futuro. Europa –es decir, la música de concierto, con sus desarrollos técnicos, y las ideas de originalidad y vanguardia–, sería el sino de un devenir constante para las formas más perdurables del tango y el folklore.

MODERNIDAD BIEN TEMPERADA

En El payador, publicado en 1916, el escritor Leopoldo Lugones rastrea en la tradición del clasicismo europeo el pasado de la “música gaucha”.

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Recién en 1921, Andrés Chazarreta depositaría en Buenos Aires un siglo de músicas y danzas del Noroeste. Entre aprobaciones y rechazos, la actuación de su Compañía de Arte Nativo en el Politeama no pasó inadvertida: Ricardo Rojas enfatizó su trascendencia en el diario La Nación: “… no olvidemos esa experiencia de todos los grandes pueblos, según la cual necesitamos conservar y elaborar el arte nativo para cuando haya de venir el genio creador que habrá de fecundarla en la obra definitiva”, escribía para desarticular la reacción elitista ante la presencia de manifestaciones populares en un escenario consagrado “a la devoción del arte”. Mientras Chazarreta originaba el folklore moderno, es decir, la espectacularización de códigos y valores rurales, en la ciudad cosmopolita, modelada por las diferencias que trajo la inmigración, e impulsora de una clase media cada vez más influyente, la flecha estaba lanzada. En 1917 Carlos Gardel estrenaba “Mi noche triste” y, además de inaugurar el tango-canción, fundaba un mito que se instalaría en la conciencia colectiva para cantar cada día mejor. En tanto, desde el condescendiente cabaret alvearista, el tango, ya de regreso de Europa con carta plena de ciudadanía, comenzaba a configurar su gesta estética y social. Julio De Caro planteaba las bases de la orquesta típica, y Osvaldo Fresedo trazaba la huella de la elegancia. Ambos serían la raíz para una riquísima genealogía que tendría en los años 40 y 50 su época de oro, con Aníbal Troilo, Horacio Salgán, Osvaldo Pugliese y tantos más.

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La inspiración criolla se había instalado mucho antes en la música académica, desde donde se proyectaba con el prestigio de lo culturalmente indiscutible. Sobre el final del siglo XIX, Francisco Hargreaves, Alberto Williams y Julián Aguirre, entre otros, daban muestras de una mirada a lo nacional desde las tendencias musicales europeas de la época. “Huemac”, de Pascual de Rogatis, y “El matrero”, de Felipe Boero, constituyen búsquedas en el campo de la ópera, mientras que las canciones de Carlos Guastavino, los cuartetos de cuerdas de Alberto Ginastera –creador, además, del ballet “Estancia” y de la maravillosa “Cantata para América mágica”– y, en la actualidad, las abstracciones de Esteban Benzecry o el sincretismo de Gabriel Senanes son ejemplos de una idea que no pierde vitalidad.

PASADO Y PRESENTE Atahualpa Yupanqui (1908-1992)

Leopoldo Federico (1927)

Antonio Tormo (1913-2003)

Astor Piazzolla (1921-1992)

Durante los años 30, el folklore acentúa su alcance en Buenos Aires, sede de las crecientes empresas discográficas y de las radios, en cuyo cordón industrial viven miles de provincianos, esos “cabecitas negras” que llegan a la ciudad buscando posibilidades de desarrollo. La Tropilla de Huachi Pampa con Buenaventura Luna, Los Trovadores de Cuyo con Hilario Cuadros, Los Hermanos Ábalos o Atahualpa Yupanqui son algunos de los nombres que comienzan a ocupar espacios a través de la radio y el disco, además de actuar en las peñas que proliferan en la ciudad donde reina el tango. En 1950 Antonio Tormo graba el rasguido doble “El rancho e’ la Cambicha”, que venderá cinco millones de discos, y Los Chalchaleros llegan a Buenos Aires para iniciar una carrera que pronto los convertiría en adalides de una nueva tradición: el cuarteto salteño formado por dos dúos, con bombo y guitarras. No habrá rincón del país en el que no se reproduzca ese modelo, que tendrá en Los Fronterizos uno de sus matices posibles. Mientras, sin moverse de Salta, Gustavo “Cuchi” Leguizamón emprende una de las más acabadas síntesis entre regionalismo, universalidad y curiosidad humana. Con el mismo espíritu, desde Tucumán, Rolando Valladares prueba lo propio. Si en las zambas de Leguizamón palpita una baguala, en las de Valladares late una vidala. A mediados de los 50, el rock & roll y la nueva ola llegan en forma de disco y cautivan el gusto juvenil. El tango abandona las multitudinarias pistas de baile y se refugia en locales pequeños. La orquesta típica se desmiembra en formaciones “de cámara” que concentran la complejidad de un lenguaje musical formidablemente madurado entre los códigos escritos y los yeites definitorios de estilos. Astor Piazzolla vuelve de París y ya es una referencia sólida de las vanguardias que comienzan a desarrollarse, desde Eduardo Rovira y Osvaldo Manzi hasta Rodolfo Mederos. En tanto, el folklore prepara su “boom” en la preferencia de un público que es arte y parte del fenómeno. En todo el país, surgen festivales sobre el modelo instaurado por Cosquín en 1961. Mercedes Sosa es la voz del Nuevo Cancionero, y aparecen obras de largo respiro formal, como la “Misa criolla”, de Ariel Ramírez. Las guitarras no alcanzan –hay que importarlas del Brasil– para cantar un repertorio inmediato y creciente. De esa explosión de cantidad, surgirán medidas de calidad original e irrepetible, como Los Huanca Hua, Los Andariegos y Tres para el Folklore.

Enrique Santos Discépolo (1901-1951)

Carlos Gardel (1887/1890-1935)

Llegada la década del 70, las distintas vertientes de la música argentina redondean su propio clasicismo. Gato Barbieri vuelca acentos telúricos en el free jazz, Manolo Juárez desborda el concepto de forma con su “Chacarera sin segunda”, el grupo Anacrusa propone un nuevo sonido para lo que sigue sonando a folklore, el rock traduce su propio grito. Tras el horror de la dictadura, que tuvo su correlato musical, Chango Farías Gómez, una vez más, removerá las tradiciones al frente de MPA (Músicos Populares Argentinos), y poco después, una revolución tecnológica amplificará las ideas de siempre. De ahí en más, hasta hoy, la dialéctica entre nuevo y viejo será el andarivel de un continuo ida y vuelta, desde y hacia una galería de clásicos nacionales –Gardel, Yupanqui, Ginastera, Spinetta y Piazzolla, entre tantos otros– y sus reinvenciones posibles. Proyectarse en otros cruces o volverse sobre sí misma a indagar el camino trazado. Entre estas dos tendencias, la música argentina mueve sus actualidades, enuncia sus ideas, lanza nuevos nombres, nutre ese universo diversificado que ya es posible contemplar desde cualquier lugar en el mundo.

Aníbal Troilo (1914-1975)

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Alberto Williams (1862-1952)

Santiago Giordano Docente y crítico musical

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PUEBLOS ORIGINARIOS

PROYECTOS CULTURALES DE COMUNIDADES INDÍGENAS

Diversidad modelo 2010 EN HORAS DEL BICENTENARIO, TRES DE LAS TREINTA Y CINCO ORGANIZACIONES ELEGIDAS POR EL PROGRAMA DE SUBSIDIOS A COMUNIDADES INDÍGENAS, DE LA SECRETARÍA DE CULTURA DE LA NACIÓN, CUENTAN SUS EXPERIENCIAS, Y REFLEXIONAN SOBRE LUCHAS Y LOGROS DEL ÚLTIMO SIGLO.

La comunidad aborigen Los Chorrillos, de Jujuy, intercambia, a través del boletín cultural, experiencias para fortalecer la economía familiar.

Cien años pasaron ya de aquel primer gran festejo del Centenario de la Revolución de Mayo. El epicentro de las celebraciones de entonces fue una Buenos Aires entre galas e invitados reales, como la Infanta Isabel de Borbón. Mirando hacia afuera, “La París de América” anhelaba ser el reflejo del viejo continente. Contracara de todo aquello, para muchos, el Centenario fue un festejo excluyente: dejó afuera a las comunidades indígenas, asediadas por la expropiación de tierras que excusaban grandes matanzas. “A los grupos aborígenes más expuestos al avance de los blancos les quedaba sólo la posibilidad ‘forzada’ de incorporarse al sistema capitalista como mano de obra barata y temporal”, denuncia hoy Clotilde de la Barra, miembro del Centro de Investigaciones en Antropología Filosófica y Cultural (CIAFIC). “El período de construcción del Estado se caracterizó por imponer una homogeneización social y cultural, destacando las ideas de ‘progreso’ y ‘civilización’ de manera indiferenciada”, historiza De la Barra. Pero un siglo después, en un mundo globalizado donde la hibridez cultural es la norma, la Argentina se nutre

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mirando hacia adentro, de cara a la diversidad cultural. Son tiempos de revalorización de las comunidades indígenas. Subsidiados por la Secretaría de Cultura de la Nación, los proyectos “El Amauta”, “Museo Mama Antonia-Tata Portal” y “Rescatando Nuestra Identidad” son modos, surgidos desde las propias comunidades, de reivindicar la lucha de los pueblos originarios, y trabajar por su reconocimiento e inclusión en el desarrollo social. El boletín cultural “El Amauta” (que significa ‘Él tiene sabiduría’), de la Comunidad Los Chorrillos, en Jujuy, se propone rescatar y difundir los recursos naturales; informar acerca de programas, proyectos y actividades útiles para pequeños productores y artesanos; y también colaborar en tareas de capacitación para el mismo sector. “Nuestro emprendimiento ha despertado de los sueños para convertirse en realidad. La autoestima se conserva y tiene aspiraciones de crecimiento social”, cuenta Miguel Toconás, uno de los impulsores de la iniciativa, mientras recuerda que, durante la infancia,

El libro que recupera historias de vida de los ancianos es impulsado por la comunidad guaraní Cuapé Yayembuaté, de Calilegua, Jujuy.

“nunca nos hablaron de la existencia de los derechos indígenas”. Hoy se vive diferente: “En el Bicentenario, podemos hablar desde un punto de vista distinto. A través de la lucha, los hermanos aborígenes del país y del mundo lograron cambios significativos: pusieron en vigencia derechos importantes para los pueblos originarios de la Argentina”, evalúa. El proyecto realizado en el museo arqueológico y colonial “Mama Antonia-Tata Portal”, de Yavi Chico, Jujuy, consistió en equipar este centro, cuya tarea es la protección, el registro, la exhibición y la comunicación de la historia prehispánica y colonial, a través de elementos culturales que recuperaron y donaron los mismos pobladores. Humberto Mamaní, arqueólogo de la institución, destacó la importancia del emprendimiento en el plano social: “Fortaleció la organización que vienen desarrollando desde siempre los miembros de la comunidad aborigen. De esa manera, permitió generar un ingreso económico complementario para que el grupo pueda seguir concretando actividades que tiendan a mejorar la calidad de vida”.

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SUBSIDIOS: NUEVA CONVOCATORIA Este año, el Programa de Subsidios, de la Secretaría de Cultura de la Nación, brinda apoyo económico y técnico para realizar proyectos creativos o productivos de base cultural en las siguientes líneas: desarrollo comunitario, comunidades indígenas, organizaciones de base y gestores culturales para la infancia. Desarrollo Sociocultural. Secretaría de Cultura de la Nación + info: subsidios@cultura.gov.ar / www.cultura.gov.ar Tel.: (011) 4129 2556 / 4381 1788

Cine indígena en el Chaco: todas las lentes, todas La historia comenzó cuando un grupo de jóvenes qom quiso entrevistar a Melitona Enrique, la última sobreviviente de la Masacre de Napalpí, ocurrida en 1924, en la que murieron más de doscientos indígenas a manos de la policía y grupos de estancieros. La iniciativa tenía un freno: carecían de los instrumentos y de la capacidad técnica para concretarla. La ayuda pronto llegó del espacio audiovisual de la entonces Subsecretaría de Cultura del Chaco (actual Instituto Cultural). Hoy hace ya tres años que se lleva adelante en la provincia el Festival de Cine de los Pueblos Indígenas. La última edición se desplegó durante abril en más de 25 comunidades de las etnias Qom, Wichi y Mocoví, y convocó a realizadores, aficionados y representantes de los diferentes pueblos. Uno de los mentores del festival fue el director de Cine y Espacio Audiovisual del Chaco (DCEA), Marcelo Pérez. Sobre los inicios y las motivaciones, recuerda: “Desde un principio, apoyamos técnicamente a este grupo para realizar el registro, pero a la vez, nos comprometimos a comenzar una gestión que permitiera a los mismos miembros de las comunidades originarias apropiarse de la herramienta y elaborar sus propios mensajes sin nuestra intervención”. Para lograrlo –comenta Pérez–, rediseñaron un Encuentro de Cinemóviles que ya se celebraba en la provincia. “Sobre esa estructura, montamos el andamiaje del Festival, que tiene por característica principal ser multisede e itinerante. Fue tan buena la recepción y el compromiso inmediato que ya vamos por la tercera edición”, relata.

El museo arqueológico de la comunidad aborigen de Yavi Chico, Jujuy, alberga su memoria histórica y cultural.

“Rescatando Nuestra Identidad”, de la Comunidad Guaraní Cuapé Yayembuaté, de Calilegua, Jujuy, recupera la historia oral de los antiguos habitantes del lugar. Para esto, se realizaron entrevistas con los ancianos y se recopilaron en un libro costumbres, ritos, creencias, tradiciones y leyendas ancestrales. Karina Andrade, que trabajó en el proyecto, expresó su satisfacción por el reconocimiento obtenido: “El emprendimiento nos ha permitido incorporarnos a las políticas de Estado, formando parte de un proceso histórico del que, como pueblos originarios, nos hemos sentido incluidos”. Al trazar balances, los miembros de las tres comunidades coincidieron en que la llama interna que poseen y que, a lo largo de los años, fue un débil destello, hoy se está avivando como símbolo del cumplimiento de viejos anhelos. Aunque, para todos, aún queda mucho camino por recorrer y una propuesta que convoca al compromiso: “Festejemos el Bicentenario de la Patria, juntos, con los derechos de los pueblos originarios”, invita Toconás.

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La repercusión pronto se tradujo en el nacimiento, en el ámbito de la DCEA, de la Dirección de Cine Indígena, dirigida y coordinada por Juan Chico, representante de la cultura Qom. Su función es recorrer todo el año las comunidades aborígenes proyectando cine y, a la vez, registrar en formato audiovisual testimonios de ancianos que residen en diferentes rincones de la provincia. “Ese material –adelanta Pérez– es la base de una serie de micros televisivos que estamos produciendo con el nombre ‘Los descendientes’”. Durante el festival, en los talleres que se dictan, los jóvenes aprenden a utilizar los medios audiovisuales, no sólo para denunciar injusticias, sino también como vehículo de expresión cultural. Ejemplo de ello, por estos días, en la localidad de San Bernardo, está en rodaje la primera película realizada íntegramente por miembros de pueblos originarios del Chaco. Se trata de una ficción escrita por el grupo Moqoit, que aborda la relación ancestral de ese pueblo con los meteoritos. A la filmación, se sumará Iván Sanjinés, director del Centro de Formación y Realización Cinematográfica (CEFREC), institución boliviana con veinte años de experiencia capacitando a realizadores indígenas. Para Pérez, la llegada al país de esta metodología de enseñanza “es un hecho inédito en la región, que siembra las bases de una experiencia que será muy difícil de extinguir”. El festival contó con el auspicio del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), del INAI, y del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, y con el acompañamiento del Instituto del Aborigen del Chaco. Para Pérez, “el hecho de que se involucren estos organismos señala que desarrollar el cine indígena en una provincia que cuenta con una población originaria que supera los 60.000 habitantes es una tarea que interesa al Estado, y eso hace augurar la consolidación de la iniciativa”. + info: www.deceachaco.blogspot.com/ festivaldecineindigenaenchaco.blogspot.com/

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FOTOGRAFÍA

IMÁGENES DE DOS SIGLOS

Contrastes

EN NINGÚN SOPORTE SE EVIDENCIA TANTO COMO EN LA FOTOGRAFÍA QUE LA MEMORIA ES UN PUENTE ENTRE LO ÍNTIMO Y LO PÚBLICO. A TRAVÉS DE ELLA, SE ATESORAN INSTANTÁNEAS EN FAMILIA, ENTRE AMIGOS, DURANTE LAS TAREAS DIARIAS. ALGO SIMILAR SUCEDE CON EL ESPACIO COMÚN Y COMPARTIDO: LA VISTA URBANA Y EL PAISAJE RURAL SON ÁMBITOS DE LO COTIDIANO Y TAMBIÉN, ESCENARIOS DE HECHOS TRASCENDENTALES. ESTA SERIE DE FOTOS DE AYER Y DE HOY, OBTENIDAS GRACIAS AL APORTE DE LAS ÁREAS DE CULTURA PROVINCIALES, PROPONE ESE EJERCICIO DE ARTICULACIÓN ENTRE LA CASA Y LA CALLE, ENTRE LOS RECUERDOS INDIVIDUALES Y LA MEMORIA COLECTIVA, ENTRE LAS EVOCACIONES PERSONALES Y LA HISTORIA CONJUNTA.

Dos vecinos posan frente a la Casa de Tucumán en 1868.

Renovada: así se ve hoy la Casa de Tucumán.

Gentileza: Biblioteca del Museo Nacional de Bellas Artes.

Un paraje de la ruta entre Rosario y Santa Fe, 1931.

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Gentileza: Télam.

Autopista Santa FeRosario, a la altura de Sauce Viejo.

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Unos pequeños juegan en esta foto de Gustavo Scholottmann de principios del siglo XX.

Los tiempos cambian, pero el juego es el mismo. Gentileza: Biblioteca del Museo Nacional de Bellas Artes.

Ícono porteño: el Obelisco se construyó en 1937.

Vista área de la Av. 9 de Julio, hoy.

Gentileza: Beatriz Castro Gudiño de Vespa.

La cosecha de la vid sigue siendo una actividad económica central de la región de Cuyo.

Trabajadores de la vendimia de la Bodega Pascual Toso.

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Gentileza: Secretaría de Cultura de la Provincia de Mendoza.

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EDICIONES

Libr2oos BIOGRAFÍAS, DOCUMENTOS, INVESTIGACIONES, COMPENDIOS, NOVELAS, POEMAS, FOTOGRAFÍAS Y HASTA UN RECETARIO DE COCINA. MODOS EDITORIALES DE CELEBRAR LA PATRIA. Sucede lo mismo que con cualquier cumpleaños. El momento invita al recuerdo o al replanteo (en forma de reediciones, relecturas), a tejer balances (a través de ensayos o debates compilados), a proyectarse desde los orígenes (breviarios y textos que recrean doscientos años de cosas varias), a mirar el pasado con el filtro de la sonrisa (relatos humorísticos), a dar y recibir regalos (libros objeto). Pensar quiénes fuimos, qué hacemos ahora, hacia dónde caminamos, qué foto queremos… La conmemoración del Bicentenario en la Argentina también se celebra con papel y tinta. En los últimos dos años, editoriales grandes y pequeñas idearon distintos modos de hacer saltar la letra impresa. Y no es vana la empresa; o el tiempo lo dirá mejor. El pensamiento de “los grandes” resultó el tema de reedición favorito y motor de nuevas colecciones pródigas en estudios preliminares. Leer a los primeros escritores en perspectiva literaria es la apuesta de La Biblioteca Nacional de Identidad (Del Nuevo Extremo). La colección agrupa ideas, pasiones y contradicciones expresadas en memorias y autobiografías, cartas, originales inéditos y proclamas. Apuntes autógrafos de San Martín; Mi vida, de Belgrano; Sobre la misión del Congreso, de Moreno; Memoria autógrafa, de Saavedra; Patriotas, de Bernardo de Monteagudo; y De la educación popular, de Sarmiento, son algunos de los textos publicados. Veintiún títulos componen las Claves del Bicentenario (El Ateneo): la colección Pensamiento Político Argentino recoge documentos, textos, discursos y cartas de Echeverría, Alberdi, Mitre y José Hernández, y de movimientos como la generación del 80, el radicalismo, los nacionalistas y el peronismo, prologados por académicos como Klaus Gallo, Carlos Floria, Hilda Sabato, Torcuato Di Tella, Marcela Ternavasio y Noemí Goldman. Dos siglos del sindicalismo, la literatura, la política, el espectáculo, el deporte y la economía, en Breves Historias de la Argentina, por Félix Luna, Noé Jitrik, Pablo Sirvén, Daniel Muchnik y Ezequiel Fernández Moores, entre otros. Las antologías de documentos son otra de las opciones editoriales. En esta línea, La Revolución de Mayo y sus proyectos nacionales (estudio preliminar y selección de Alejandro Herrero, Grupo Editorial Universitario) presenta los distintos proyectos de Nación que circularon en los orígenes del país.

veintiocho títulos que ya expende el artefacto autoservice, se suman este año otros diez textos de Bolívar, Payró, Lugones, los Discépolo, Juan L. Ortiz, Borges y Haroldo Conti. Lugones, a la vez, es materia de otra edición especial por el Bicentenario: se publica su desafiante El payador, con estudios críticos de Oscar Terán, Noé Jitrik, Javier Trímboli, María Pía López y Horacio González, e ilustraciones de Carlos Nine.

TINTA FRESCA SOBRE AYER Entre las novedades de autores conocidos, 1810 (Planeta), de Felipe Pigna, que ya es un éxito de ventas, analiza los objetivos, ideas y aspiraciones que movilizó la Revolución. Aldo Ferrer, por otra parte, desenreda la economía argentina en su segundo centenario en El futuro es nuestro pasado (Fondo de Cultura Económica), con la lupa puesta en el primero y el telescopio mirando lo que sucede en el mundo global. Sobre la vida de las quince figuras que, llamadas por la historia, salieron a la calle trata Hombres de Mayo (Ricardo De Titto, Norma). Ya en el plano ficcional, y en accesible formato booket, se editan clásicos, como La revolución es un sueño eterno (Planeta), una novela que recoge la voz de Castelli, el orador de Mayo, escrita por Andrés Rivera. También con tono intimista, en Historia de corceles y de acero (Sudamericana), Daniel Balmaceda agrupa sucesos poco frecuentados y anécdotas sobre el tiempo de la Revolución.

LA BIBLIOTECA Y SUS DIVINOS TESOROS Como el país, la Biblioteca Nacional también celebra sus doscientos años con ediciones difíciles de hallar. La Máquina del Bicentenario (emplazada en Las Heras y Agüero) sigue arrojando libros del tamaño de un atado de cigarrillos a cambio de un peso. Algunos de los firmantes: Moreno, Castelli, Hidalgo, Sarmiento; siguiendo con Lucio Mansilla, Horacio Quiroga, Guillermo Hudson o Wilde. A los

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En clave latinoamericana, Narraciones de la Independencia (Dardo Scavino, Eterna Cadencia) recorre textos sobre la identidad latinoamericana entre los siglos XVI y XX. En tanto, Las independencias hispanoamericanas (Norma) compila trece ensayos escritos por especialistas de México, Guatemala, Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador, Paraguay, Chile, Cuba y Puerto Rico, que interpretan la realidad regional doscientos años después.

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IMÁGENES Y HUMOR De narrar 200 años de sarcasmos y mofas se ocupa El libro negro del Bicentenario, de Barcelona (Ediciones Granica). Con tapas y noticias desde 1810 y hasta hoy, como si la revista de humor hubiera existido siempre. Además, la fuga de Sobremontes, tesoro en mano; Borges designado inspector de aves; los pollos de Mazzorín… El otro Bicentenario (Aguilar) rescata doscientos hechos que no hicieron patria. En soporte visual, y duplicando la edad de la Patria, 200. Cuatrocientas imágenes que dicen más que cuatrocientas mil palabras (La Marca) navega la historia argentina de 1810 a 2010 (tal, la numeración) y, en cada doble página, propone las dos fotos más significativas de los dos hechos más destacados de cada año. Y dos nuevos títulos de su colección Cine DD2: French y Beruti y El pueblo quiere saber, fragmentos elegidos de la película “La Revolución de Mayo” (1909).

IDEAS FUERA DE COLECCIÓN Un Cancionero de las Invasiones Inglesas y un Martín Fierro multimedia son dos ediciones transformadoras que lanzan la Academia Argentina de Letras y Emecé. Un recetario telúrico promete Los sabores de la patria (Norma), en el que Víctor Ego Ducrot repasa la genealogía y las peculiaridades de la cocina local, con hábitos y chismes culinarios a la carta. También hay versos con historia: en 200 años de poesía argentina (Alfaguara) convive la obra de 218 poetas argentinos, desde la “Marcha patriótica”, escrita por Vicente López y Planes en 1813. Si vivir es una ciencia, en tiempos de Revolución, la Argentina gestó la propia. La ciencia de Mayo (Fondo de Cultura Económica) es un estudio de Miguel de Asúa sobre la cultura científica en el Río de la Plata (1800-1820), que enseña cómo ese saber se adaptó al contexto de cambio y su práctica fue puesta al servicio de los ejércitos patrióticos. Y pensando ya en el tricentenario, ¡Contemos uno, dos, tres y vayamos a 1810!, de Adela Basch, es una obra de teatro que acerca a los más chicos a la época colonial y al espíritu de Mayo. Hasta 2016, la conmemoración del Bicentenario seguramente se traduzca en entregas editoriales nuevas: la fiesta, digamos, recién comienza.

Argentina 1810-2010 Bicentenario Un país, sus historias, en un libro editado por la Secretaría de Cultura de la Nación y prologado por Cristina Fernández de Kirchner, que estará en las bibliotecas de todo el país. Jorge Coscia, Ricardo Forster, Mario “Pacho” O’Donnell, Juan Gelman, Norberto Galasso, Mempo Giardinelli, David Viñas, Fernando Devoto, Aldo Ferrer, Lucía Gálvez, Horacio González, Lino Barañao, Enrique Meyer, Alberto Sileoni, Eduardo Luis Duhalde, Esteban Moore, Jaime Sorín, Alfredo Zaiat, Juan Manuel Abal Medina, Lilia Ferreira, Jorge Aleman, Francisco Romero, Jorge Dubatti, Rómulo Berruti, Sandra Russo y otros veinte especialistas escriben sobre algunos de los “grandes temas” de la historia argentina: los desafíos en el Bicentenario, los pueblos indígenas, la formación de la sociedad hispanocriolla, la inmigración, los gauchos, la industria, el sindicalismo, los derechos humanos, el pensamiento nacional, la ciencia, la literatura, el tango, el cine, la arquitectura, el patrimonio y el deporte.

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Noé Jitrik Escritor

Literatura argentina: entre la lectura y el porvenir Una literatura, también la argentina, es un conjunto llamado biblioteca; la integran textos del pasado, pero también los que se están produciendo y aun los que están por venir. Algunos de los primeros –otros no, yacen en el olvido– parecen invulnerables, están ahí, están acomodados en un estante llamado “canon” y son objeto de invocación, a veces de veneración, en ocasiones sirven de ejemplo o proporcionan alguna explicación: es tan difícil moverlos de su sitio que volver a mencionarlos –y parece que no hay más remedio que hacerlo, sobre todo en una atmósfera de celebración de una existencia considerablemente prolongada– como prueba del valor de una literatura es tan tedioso como creer que las instituciones son eternas y que valemos mucho porque lo proclamamos. Claro que, más allá de lo que nos inventemos para reafirmar nuestra grandeza, unos cuantos conservan su misterio o su potencia y se abren, hacen un llamado y dejan de ser monumentos para recuperar lo que de provocativo tuvieron en su origen. Quienes responden a ese secreto y silencioso pedido son investigadores y críticos, y lo que hacen, cuando lo hacen, es proponer nuevas lecturas, echar luz sobre un trabajo humano, mostrar lo que de subversivo tienen esos textos condenados a la celebración. Es el único modo de hacer que la lectura del Facundo no sea una obligación sino un placer, que el Fausto siga haciendo de las suyas y que Ficciones suspenda la respiración. Pero hay dos clases de pasado: el que se siente como lejano, acabado y sometido a las lupas de la historia, y el que todavía nos asedia con su empuje, con su vehemencia, con un deseo a flor de piel por “dar un sentido más puro a las palabras de la tribu”. Estoy hablando de otro canon, uno que comienza a gestarse a fines del siglo XIX y ocupa la escena hasta casi nuestro tiempo. Es evidentemente más complejo y problemático, es como un gran campo atravesado por múltiples caminos, unos anchos de doble mano, llamados “tendencias”, otros de una sola dirección, “movimientos”, otros senderos en la llanura, entendidos como tentativas, a veces de individuos, a veces de grupos. Es un entramado o una constelación homóloga al mapa que se puede trazar de un país que está saliendo duramente del monocultivo y entrando a los tropezones en una modernidad ambigua y crujiente, con más atropellamientos que certezas. Pero esos textos son buenos y estallan con propuestas que hablan de una fuerza, diversa, por momentos con resplandores, por momentos con frustraciones o quizá no, vaya uno a saber el destino que tendrá una obra literaria. ¿Y hay una literatura por venir? La de los pasados convoca a un gesto histórico y crítico; la de este presente/futuro implica el riesgo de la profecía con su tributo al catastrofismo. Se puede, sin embargo, hablar de condiciones y, en función de ellas, presentir no sólo lo que está pasando, sino algunos de los posibles destinos que acechan a la literatura argentina a la vuelta de la esquina. Se diría que hay que contar con el fantasma que se llama “mercado” y que se ha instalado en el espíritu de unos cuantos escritores; y también con el benévolo espectro de una idea de la literatura como exploración, como lenguaje. Y, por añadidura, con la presión de las nuevas tecnologías, que no sólo modifican los estatutos lectores, sino que gravitan en lo que es o puede llegar a ser la escritura. ¿Surgirán de todo ello “grandes obras” equivalentes a las que entendíamos como meta y sentido? ¿O la literatura será otra cosa y borrará, incluso, todo lo que aquellos pasados nos depararon?

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DISEÑO

DOSCIENTOS AÑOS DE MODA EN LA ARGENTINA Boceto de Laurencio Adot.

Cuando la historia se lleva puesta DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE MODA. PRODUCTORES Y ESTUDIOSOS DEL TEMA DESMADEJAN UNA REFLEXIÓN MÁS SOBRE EL BICENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO. Los peinetones más grandes del continente, los pantalones abombachados y el gaucho look, las plataformas descomunales… El asunto no es menor ni superficial: cubre y descubre doscientos años de historia y ofrece tela para cortar. Punta del iceberg de la identidad individual y colectiva, la moda responde a cada situación económica, política, social y artística. “La manera de vestir es un reflejo de lo que ocurre en un momento determinado; no tiene nada de frívolo. No es sólo la prenda como tal, sino la manera de usarla y de comportarse. Eso es la moda misma. La absorbemos sin darnos cuenta. Es la costumbre”, define la especialista en indumentaria Rosa Iglesias, directora del Museo Nacional de la Historia del Traje. Históricamente, la indumentaria ha acompañado los profundos cambios en los modos de producción de una sociedad. A fines del siglo XVIII, la moda argentina, que miraba a Europa, daba cuenta de la personalidad, pero también transmitía sentidos excluyentes: era huella del estatus económico y social. Contradicciones de la producción, durante la época de la colonia, las rioplatenses seguían la moda Imperio, que gobernaba en Francia. “Se usaban los algodones que Inglaterra procesaba de sus colonias, India y Estados Unidos. Aquí, las mujeres se vestían con la moda que venía de Francia, a través de España, pero con telas inglesas. Eso daba una diferencia en la manera de vestir: era más sencilla, abierta y libre”, cuenta Iglesias. Tras la independencia americana, la también incipiente moda argentina registra sus primeros hitos: desde el uso del peinetón hacia 1830 y 1840 –la primera manifestación propia de las porteñas–, hasta la

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vincha y el poncho, resignificados y vueltos accesorios cien años después, en 1960. Durante centurias, la moda sujetó el cuerpo femenino. A finales del siglo XIX, el corsé tuvo su auge. “El concepto de la feminidad era el que formaba el cuerpo con corsés: la cintura pequeña, las caderas anchas y el busto saliente –precisa Iglesias y añade–: se utilizaba a partir de los doce años. Las mujeres que consumían comidas altas en grasas morían por la moda. Tenían prolapsos prematuros y graves problemas de estómago. Llegó a haber mujeres de 36 cm de cintura”. Con la sociedad de consumo, vendrían las épocas de gloria de los primeros centros comerciales, como las galerías Gath & Chaves y Harrod’s, donde las damas de clase alta compraban el último grito de las vidrieras. Ya en los años 60, de la mano de los movimientos artísticos, la moda comenzó a transitar caminos alternativos. Esa Argentina albergó las primeras tendencias y piezas locales. “Empieza a valorarse lo étnico, que se incorpora a la moda con el hippismo. Comienzan a usarse los ponchos y las vinchas. Antes, se hacían diseños acá, pero respondían al concepto europeo y norteamericano. No había nada genuino”, resume Iglesias. En ese entonces, Dalila Puzzovio, en el Instituto Di Tella, exponía como obra de arte unas plataformas excepcionales, que gustaron y se reprodujeron en todas las zapaterías. Y Medora Manero revolucionaba con un producto cien por ciento argentino, sin hacer escala en París: el gaucho look.

2001 Y DESPUÉS En la Argentina también se consigue. Recién en este siglo, altas dosis de creatividad, asociadas a la crisis de 2001, volvieron la moda objeto de estudio y motor de la industria nacional. Fue cuando “la moda masificada, centrada en el seriado y en el consumo, y de ciega obediencia a las tendencias mundiales, comenzó a convivir con el diseño de autor”, precisa la

Boceto de Fabián Zitta.

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IDENTIDADES PRODUCTIVAS, O EL DISEÑO A TRAVÉS DE LA CULTURA

Un recorrido por la moda argentina. Organizado por la Unidad Ejecutora del Bicentenario de la Presidencia de la Nación, a través de la Secretaría de Cultura, Bicentenario: Moda + Historia se realizó en mayo en el Palais de Glace.

socióloga Susana Saulquin en su libro Historia de la moda argentina. El surgimiento de una lógica opuesta a la clásica dinámica centro-periferia fue un camino iniciado recientemente. Desde la Universidad Nacional de Mar del Plata, Marina Porrúa, arquitecta y docente de la extensión Cultura y Diseño, distingue: “En la última década, se han puesto de manifiesto tendencias que reivindican la identidad como valor de diferenciación para contrarrestar la homogeneidad, que viene de la mano de la globalización. La Argentina, que siempre se consideró europea, comienza a reconocerse como parte de un continuo: Latinoamérica”. Hoy la búsqueda sigue siendo la del discurso propio. Porrúa lo explica así: “Primero hay que generar el lenguaje que hable de la identidad nacional, y luego podrá hablarse de modas. En el desarrollo de este lenguaje, tendrán un papel fundamental las universidades y los centros de estudio de Diseño. Desde ahí, debe deconstruirse el modelo tradicional de enseñanza dominante y construirse otro, funcional a estos nuevos objetivos”. Se apuesta, fuerte, a quebrar el hábito de la reproducción: “La enseñanza debe habilitar la creación: es el núcleo del proceso de generación de formas que sintetizan los aspectos tecnológicos, funcionales y significativos, pero también los aspectos culturales y sociales, fundamentales para abordar la identidad a través de los objetos”, sostiene la docente, que integra Identidades Productivas (ver recuadro), el programa de capacitación en Diseño de la Secretaría de Cultura de la Nación. Ni copiar ni calcar lo ajeno. Para Porrúa, “la reproducción nos vuelve cada vez más dependientes, mientras que producir nos libera, nos hace autónomos”. A lo largo de la historia, la humanidad expuso la riqueza vistiéndola. Para Iglesias, hoy, en cambio, los que sirven y los que mandan están vestidos con la misma tela. “La moda está de moda –asegura la diseñadora Verónica de la Canal y agrega–: A las argentinas, les permite liberarse”. Para su colega Laurencio Adot, “durante muchos años, impuso; hoy, la moda propone”.

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Ocho maneras de hacer un poncho; nuevas formas de fabricar alpargatas; prendas tejidas por cuatro, seis manos, que combinan materias primas locales, estampas, texturas… La idea de uno, los saberes de otro, el trabajo de todos. Cientos de artesanos de todo el país se capacitan en Diseño y crean colectivamente piezas de indumentaria, objetos y accesorios a través de Identidades Productivas, el programa que la Secretaría de Cultura de la Nación implementa progresivamente desde 2005 en 130 municipios de diez provincias del país: La Pampa, Santa Cruz, Chubut, San Juan, Formosa, Santiago del Estero, Jujuy, Río Negro, Chaco y Mendoza. Todo comienza con un encuentro abierto al que se acercan maestros y aprendices de tejedores, orfebres, ceramistas, carpinteros, confeccionistas, estampadores, junto con diseñadores, artistas y pequeños productores de distintos municipios de una provincia. Con ellos llevan sus objetos, artesanías, muestras de flora y fauna, y postales del paisaje que habitan. La escena pronto se vuelve espacio de aprendizaje: el equipo de docentes de la Universidad Nacional de Mar del Plata dicta, en diez seminarios mensuales, el Plan de Capacitación en Diseño para la producción desde tecnologías, materiales y simbologías locales. La identidad, sus rasgos, formas y colores; el legado indeleble de las culturas originarias; las expresiones artísticas, religiosas, lingüísticas; las celebraciones y festividades; y la vida urbana hoy son los temas que abordan las colecciones provinciales, según lo definen sus hacedores durante el proceso. Especialmente por los doscientos años de la Argentina, en tres encuentros interprovinciales, los artesanos del programa elaboraron la Colección Bicentenario, presentada en mayo en el Palais de Glace, durante la actividad Bicentenario: Moda + Historia. En los próximos meses, las ochenta piezas que componen la colección nacional itinerarán por las provincias de sus creadores. También en la segunda mitad del año, la experiencia de Identidades Productivas despega en Tierra del Fuego, Catamarca, Corrientes y Buenos Aires. Además, volará a Estados Unidos, donde, invitados por el Instituto Smithsoniano, artesanos y diseñadores del programa mostrarán su trabajo, y brindarán charlas y capacitaciones en cinco museos de Washington y Nueva York.

EL ARTE Y EL DISEÑO PIENSAN LA HISTORIA Desfiles, foros de reflexión y una muestra integraron Bicentenario: Moda + Historia, el evento organizado en el Palais de Glace por la Unidad Ejecutora del Bicentenario de la Presidencia de la Nación, a través de la Secretaría de Cultura. Del 6 al 16 de mayo, diez artistas montaron instalaciones en homenaje a diez mujeres. La Perichona, por Nora Correas; Mariquita Sánchez de Thompson, por Mónica Van Asperen; Juana Azurduy, por Ariel Mlynarzewicz; y Ada Falcón, por Renata Schussheim, fueron algunos de los cruces artísticos que pudieron verse. En sus propuestas, los diseñadores de moda invitados se inspiraron en las mujeres de la historia argentina. Creaciones de Laurencio Adot, Verónica de la Canal, Jorge Ibáñez, Benito Fernández, Claudio Cosano, Fabián Kronenberg, Horace Lannes, Fabián Zitta, Leticia Carosella, Ricky Sarkany, Marisa Marana, Iara e Identidades Productivas desfilaron por la pasarela. Además, se desarrollaron debates sobre la producción, el diseño y la identidad.

VIDA COTIDIANA DE LOS ARGENTINOS Una muestra itinerante del Programa Argentina de Punta a Punta en el Bicentenario, de la Secretaría de Cultura de la Nación, que exhibe 42 trajes que marcan la evolución de la moda, y su interrelación con las ideas y las costumbres de cada época. Incluye también performances para reflexionar sobre tendencias y valores a lo largo del tiempo. + info: www.cultura.gov.ar

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Los fantasmas de Plaza de Mayo El pueblo siempre debe saber de quĂŠ se trata Oscar Grillo


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