piedras al rancho. Salió con la escopeta en la mano pero nadie le prestó atención. Seguían tirando piedras hasta que uno de los que estaba con Rosas bajó del caballo y comenzó a tirar con el trabuco. Los pedazos de barro de la casilla estallaban y los niños debieron alejarse al igual que su madre. Su hermano terminó incendiando lo poco que había quedado del rancho. Dominga y los tres niños estaban paraditos a unos veinte metros. No tenían nada. Nunca lo habían tenido. En ese preciso momento
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