padrecito bueno lava que te lava junto al piletón, limpia el poto de su hermanito, atiende al cartero, clasifica las hojas de laurel para el risoto, la madre regresa borracha, después de una noche de parranda y copetines, mientras el pobre padre plancha que te plancha con la espalda doblada, y regresa silbando para colmo, y el pobre padre le pide, “No silbes, Lisandra, ¿no ves que silbando te rompes el alma?”. Pero la madre calavera, nada, y pide más plata, y el padre no tiene y con voz aguardentosa habla del siguiente modo: “¡Chupá la trenza, cafiolo divertido!”. Y el pobre padrecito
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