"Basta de anecdotas. Bases para la sistematizacion de politicas publicas de promocion de la lectura"

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Eduardo Rinesi

de la desigualdad en igualdad, de la aristocracia en democracia. A mí me alegra mucho que este libro, que es una gran reflexión sobre este asunto, haya podido ser concebido, y pueda hoy ser editado, de manera conjunta, por una dependencia del Estado nacional y por una universidad pública argentina, porque me parece que la coproducción de este volumen expresa la voluntad compartida (que el Estado nacional y las universidades públicas están demostrando últimamente en muchos campos) por avanzar en el sentido de una democratización de la vida social entendida como un proceso de ampliación y universalización de derechos. Empezando, por supuesto, por el propio derecho a la educación superior. Por la propia posibilidad –quiero decir– de pensar la educación superior como un derecho. Como un derecho universal, o por lo menos tendencialmente universal, atributo que nuestros estudios superiores –hasta hace poco un privilegio de una notoria minoría– solo pueden exhibir desde hace un tiempo relativamente corto a partir de la festejable conjunción de una serie de factores: la ampliación del número de instituciones que conforman el sistema universitario público de la nación, la obligatoriedad legal de los estudios secundarios, y el despliegue de un conjunto de políticas públicas que tienden a facilitar a los jóvenes y a sus familias el cumplimiento de esa obligación legal que hoy tienen, y la prosecución ulterior de sus estudios. De la universidad como un privilegio, entonces, a la universidad como un derecho. Hacia ahí vamos, aunque falte mucho, aunque falte –entre otras muchas cosas– que la propia Universidad (que es una institución que hace demasiados siglos que está formando elites como para que entienda de la noche al día que ahora se trata de hacer algo distinto) termine de ajustar sus reflejos, sus representaciones y sus prácticas al nuevo desafío que hoy enfrenta. Que es por cierto, entonces, el de garantizar el ejercicio efectivo y exitoso del derecho a la educación superior de los miles de chicas y muchachos que hoy tocan a sus puertas en busca de un destino universitario, pero también el de articular su acción y sus esfuerzos con los de muchas otras dependencias del Estado al que ella misma pertenece, de la que ella misma forma parte, para ayudarlas en lo que pueda, en lo que sea capaz, en la militancia por la ampliación, la profundización y la universalización de una cantidad de otros derechos que también se trata de promover y apuntalar. A ver: no es obvio que estudiar en la universidad sea un derecho. Decir que estudiar en la universidad es un derecho, postular que estudiar

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