TÍTULO: CUATRO PUNTAS DE LUZ AUTORA: SALOMÉ PRECIADO DÍEZ CATEGORÍA: Cuento/Relato
GRUPO SCOUT SAN JOSÉ 582 SCOUTS DE CANTABRIA
Cuatro Puntas de Luz Vega era una pequeña estrella que vivía en el cielo, como todas las demás. Pero Vega no se sentía como todas las demás. El resto de estrellas tenía cinco puntas pero ella solo tenía cuatro. A su alrededor todas eran muy hermosas, lucían con gran intensidad, sobre todo cuando se reían y bailaban. Algunas de ellas vivían con sus familias creando bonitas figuras que los humanos llamaban constelaciones. Había constelaciones de animales, de plantas, de humanos y dioses distribuidas por todo el cielo. Además los seres de la tierra solían quedarse embobados mirando a las estrellas. Pero Vega no brillaba tanto y por eso no se sentía especial como el resto. Además había estrellas diferentes, por tener más puntas, seis o incluso siete. Brillaban más que ninguna y corrían muy rápido. Ellas incluso tenían la capacidad de escuchar los deseos de los humanos para hacer que estos se cumplieran. “Estrellas fugaces” las llamaban pues solo se dejaban ver durante un instante muy corto. Todos los veranos durante el mes de agosto, se reunían todas para verse, y bailar y jugar, creando un espectáculo maravilloso, esplendoroso. Los humanos pasaban horas atontados mirando al cielo y viendo esa lluvia de estrellas tan espectacular. Pero Vega nunca podría ser una de ellas. A ella también la hubiera gustado que los niños, cuando iban de campamento y dormían al aire libre, podrían contemplarla y apreciarla. Muchas veces Vega se quedaba atontada mirando a la Luna, de color de plata y tan bonita. Luna no tenía puntas como las estrellas pero no le servían para brillar. Luna podía cambiar su forma, su vestido, su cara. Luna siempre fue admirada y envidiada por todas, pero en especial por Vega, que sentía que, aunque Luna fuera única, era especial y bonita. Lo que Vega no sabía es que Luna muchas veces se sentía sola pues no tenía con quien hablar y divertirse, y por eso a veces se escondía para llorar. Sin embargo la estrella de las estrellas era Sol. Tan inmenso, tan luminoso, tan grande y acogedor que hasta la tierra bailaba a su alrededor dando vueltas en círculo de día y de noche. Sol, que daba calor a raudales, que brillaba sin descanso, que todos los humanos podían verle estuvieran donde estuvieran. Parecerse, aunque fuera un poquito a Sol, había sido siempre el mayor deseo de Vega para ser querida siempre y por todos. Lo que ella no sabía es que Sol también se sentía muy solo pues el calor que desprendía era tal que el resto de estrellas tenían miedo a cercarse a él para no derretirse y desaparecer. Por eso de día, cuando Sol aparecía, el resto de estrellas se escondían. Vega estaba muy triste al sentirse diferente pero no especial, a pesar de que sus familia y amigos siempre le decían lo bonita y lo especial que era para ellos. Sin embargo Vega nunca les hacía caso. Por ello un día decidió caminar en busca de algo llamado “agujero