CRÓNICAS DEL VIAJE A UNA DIMENSIÓN DESCONOCIDA

CRÓNICAS DEL VIAJE A UNA DIMENSIÓN DESCONOCIDA

COMISIÓN DE AULA VIRTUAL ÁREA DE ARTES PLÁSTICAS PROGRAMA CREA

Autores - Ilustradores Artistas formadores Juan Testa José Valero Reinaldo Castro Sasha Cano Germán Vanegas

Gestora Pedagógica Claudia Avila Diseño Sasha Cano Portada Juan Testa COMISIÓN DE AULA VIRTUAL ÁREA DE ARTES PLÁSTICAS PROGRAMA CREA

Crónicas del viaje a una dimensión desconocida

COMISIÓN DE AULA VIRTUAL ÁREA DE ARTES PLÁSTICAS PROGRAMA CREA

FORMACIÓN ARTÍSTICA ¿VIRTUAL? Gestora pedagógica, Claudia Avila La formación artística ya compartía las contradicciones que el trabajo de la educación trae por sí mismo. El reto de encontrar en el público y en los estudiantes la sensibilidad para formarse en estos lenguajes es una labor que ha estado prendada, desde siempre, al artista como maestro.

Hoy en día, sin embargo, estos y otros desafíos se suman a la tarea titánica de llegar con formación artística VIRTUAL a los miles de niños, niñas y jóvenes

que hacen parte de los colegios públicos de Bogotá (en la línea de arte en la escuela) y a los otros miles de adultos, adolescentes, familias y/o comunidades en condición de vulnerabilidad, que se acercan al programa Crea dispuestos a hacer parte en la construcción de nuestra realidad, de la vida con arte, paz y cultura.

En los siguientes relatos, creados por 6 artistas del programa Crea (del Idartes), se pintan diferentes retratos de esta experiencia, de este viaje al mundo desconocido de la educación artística por internet.

Mayo del 2020

Contenido 9

Aprendizajes transversales de la formación artística del programa CREA, en el marco de la educación virtual.

Sasha Cano.

“El beneficiario es quien debe tener la libertad y la autonomía de elegir cuáles son los contenidos que quiere consumir, qué favorece a su formación y qué le resulta interesante de acuerdo a sus metas, sueños y necesidades”

17 A pesar de lo virtual, compartir un tiempo y un espacio.

Germán Vanegas.

“Compartir esta gran casa virtual, parece que es el lugar en donde encuentra sentido la formación; y no sólo es compartir un espacio, sino al encontrarse en las emociones de estos tiempos”

23 Diacronías virtuales.

José Valero.

“La contingencia también nos ha permitido observar el acompañamiento singular y progresivo de parte de las familias, se ve el cariño puesto en cada una de las actividades, el uso de recursos mínimos para realizar imágenes maravillosas, el esmero, el tiempo y la creatividad dedicada, haciendo de la educación una actividad epistolar”

29 Un Día Casi Normal.

Reinaldo Castro.

“Sí es un día casi normal. Los principales alicientes para seguir adelante son, la familia, las guías resueltas por los participantes -algunas veces con mensajes alentadores y de agradecimiento-.”

33 Lade importancia lo corpóreo.

Juan Testa.

“Quiero poner de manifiesto que para una formación exitosa en los tiempos de confinamiento, es necesario suplir ciertas estrategias pedagógicas que se basan en la comunicación no verbal. Estas carencias de la educación virtual las podría clasificar en tres grandes categorías: espaciales, temporales y de contacto personal.”

37 Memorias del viaje a una dimensión desconocida.

Claudia Avila.

“En el marco de la contingencia de vivir el presente intensamente, ser gestores y educadores son afanes diarios y a la vez invisibles para la mayoría, sin embargo, para quienes nos dedicamos directamente a estas tareas, la misión se expresa en acciones mucho más prácticas, mucho más puntuales y de naturaleza operativa“

IlustraciĂłn JosĂŠ Valero

Aprendizajes transversales de la formación artística del programa Crea.

En el marco de la educación virtual Artista formadora Sasha Cano

Las redes sociales, como las ideas, los significados y las estrategias de conexión entre unos y otros en sociedad, se han hecho más evidente en medio de la contingencia del 2020, a su vez, la naturaleza de estos intercambios también se ha visibilizado de forma clara en los últimos meses.

La educación virtual es uno de los temas más citados en las plataformas de internet en los últimos días, con tanta frecuencia que es hoy un trend topic. Entre los temas más polémicos se encuentran las exigencias que hacen estas nuevas “redes sociales” a los ciudadanos de hoy en día, en donde cohabitan, tanto los adultos (aquellos que crecieron con formas de interacción social más palpables) como los “ nativos digitales” (las personas que están creciendo o crecieron familiarizadas con el

mundo de la realidad virtual y el internet).

El término “nativos digitales” fue acuñado en 2001 por Marc Prensky quien describe este cambio generacional, en el que las personas son definidas por la cultura tecnológica con la que están familiarizadas. Sin embargo se ha observado como algunos “inmigrantes digitales”, adultos, docentes o educadores, incluso algunos políticos de la escena nacional, han puesto en duda los conocimientos tecnológicos de esta generación. Mencionando en algunas ocasiones, que no son “nativos digitales” sino nativos de redes sociales, han tildado como falsa la capacidad y los conocimientos que posee esta generación a la hora de recibir o “evidenciar” una educación virtual; lo que parece una burda subestimación.

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El término de Prensy, autor norteamericano, es tomado en préstamo para observar en este caso cómo el programa Crea y su plataforma de atención virtual “Crea en Casa” han evidenciado que gran parte de los beneficiarios, aunque también nacieron en la conocida franja de “nativos digitales”, están relacionados con la virtualidad de manera muy distinta con la educación virtual y con sus formadores (un equipo de adultos jóvenes, por lo general), adaptabilidad que a su vez responde a diferentes causas socio-económicas que difieren en algunos aspectos del público evaluado por Prensy.

Si bien muchos de nuestros participantes no tienen conocimiento de todas las herramientas ofimáticas en las que navegamos los formadores a diario, si han demostrado una rápida adaptabilidad, una capacidad innata para la exploración y la apropiación de herramientas virtuales con facilidad para usarlas en diversos contextos: en contextos más reales y aplicados a la vida cotidiana.

Ahora bien, el uso y las intenciones que damos a estas formas contemporáneas de red social, en especial en la lucha por la adaptabilidad de la educación tradicional a medios digitales y a distancia, quienes no hemos salido bien librados somos los docentes, profesores, formadores, maestros, etc. Otra de las grandes tendencias en redes es evidenciar la incapacidad, mediocridad, o deficiencia de los docentes y de sus clases virtuales. Si bien es comprensible que la calidad de la educación es un indicador deseable, se debe recordar que 10

los docentes también están en proceso de adaptación al cambio, que muchos de ellos no están formados en educación a distancia, que no tienen amplios conocimientos digitales o no han recibido capacitación durante este proceso.

Sin embargo, la dificultad viene desde diferentes frentes de la comunidad académica.

Las constantes quejas de los padres de familia acerca de la cantidad de tiempo de acompañamiento que exige la educación virtual, para que sus hijos logren realizar los deberes diarios, sumados al estrés y a la dificultad que esto les causa, los han llevado a manifestar que, en su percepción, están realizando el trabajo del docente.

Ante esta reiterada queja, muchos docentes se han atrevido a contestar que el trabajo de educar siempre ha sido un ejercicio conjunto, pues es el padre quien debe poner las pautas y hábitos de estudio en casa. Bajo este panorama, y tras conversaciones banales en redes, se puede analizar el estado inicial de la educación virtual, las dinámicas y los retos a los que nos enfrentamos a diario como Artistas Formadores. Algunos de los beneficios y las dificultades de la virtualización se abordan en este texto.

La formación artística en el programa Crea La educación artística es hoy una de las raíces dentro del árbol de las ciencias básicas y hace parte del currículo de gran parte de las instituciones educativas de la capital colombiana, sin embargo, muchos

colegios no tienen los medios o la posibilidad de implementar esta disciplina de forma especializada en su currículo escolar. Por esta razón se plantean espacios alternos de formación, como es el caso del programa CREA de Idartes, que además de no tener costo ofrece un equipo de profesionales, activos en el campo de las artes, como formadores de niños, niño y joven de la ciudad, indiferentemente del estrato o la condición económica de los beneficiarios.

A nivel mundial se sigue sosteniendo el debate entre arte-educadores e instituciones. No se dejan de lado las preguntas fundamentales, como: si acaso es importante formar artísticamente, para qué puede servir este conocimiento y qué aplicación tiene para la vida práctica. Las inquietudes siguen latentes en la educación artística y en la cotidianidad de las familias de nuestros beneficiarios, por ello vale siempre la pena recordar que los seres humanos estamos construidos por experiencias y que el aprendizaje significativo se logra sólo a través de esas prácticas potentes y transformadoras que se quedan grabadas en nosotros.

John Dewey (teórico y pedagogo norte americano) estudia ampliamente la experiencia estética de quien se forma en las artes. Sus análisis exponen la importancia que tiene esta formación en el ámbito de la experiencia personal, tanto como conocimiento específico de la disciplina artística, como potenciación de valores psicológicos y sociales, e incluso ideológicos, propiciando la modificación de conductas colectivas que conlleva a construir sociedades libres

y conscientes culturalmente. Sin embargo en la situación actual y bajo el modelo de educación virtual, a distancia y en muchas ocasiones asincrónica, surge una gran duda ¿es posible hablar de experiencia artística desde la virtualidad?

En la práctica formativa presencial del programa Crea (anterior al aislamiento preventivo del 2020) se reconoció que la experiencia artística es tan importante como la realización de las piezas y que no en todos los proyectos realizados el resultado debe ser un objeto artístico. Incluso, en muchas ocasiones, el objetivo de la clase fue romper paradigmas, experimentando lenguajes artísticos y reconociéndolos en los elementos del mundo cotidiano. De forma aparentemente contraria, se observa que la virtualidad ha devuelto importancia a la producción de evidencias, regresando la distancia del acceso a experiencias intangibles que no requieran efectos terminados.

En nuestros talleres Crea el conocimiento se construye a través de cuestionamientos y retos que él (la) artista formador(a) u otros participantes proponen, lo que permite mayor horizontalidad y libre participación en la clase. En la formación artística de este programa no se plantea al beneficiario como un espectador, pues como menciona Luis Camnitzer (artista y teórico nacido en Alemania y residenciado en Uruguay y estados unidos) en su charla “El arte como educación en el museo” (ofrecida en el museo de Jumex, en México, 2016) entender al beneficiario, o estudiante, como un espectador subordinado 11

genera una categorización jerárquica, que además, no corresponde al modelo educativo y la metodología que requieren las juventudes hoy más que nunca. Principio pedagógico que también es aplicado en el programa Crea pues el beneficiario es considerado un participante activo de la formación y debe ser el autor de su propia construcción de conocimiento.

Es el estudiante quien debe tener y asumir libertad y autonomía, para elegir cuáles son los contenidos que quiere consumir, qué puede favorecer su formación y qué le resulta interesante de acuerdo a sus metas, a sus sueños y a sus necesidades. A su vez, ese ejercicio de libertad, también es comprensivo con el proceso del formador. Es el docente quien facilita un proceso de aprendizaje a través de problemas, detonantes y otros dispositivos pedagógicos para la formación. En este intercambio los papeles se cruzan constantemente, entre quién estudia y quién aprende, entre observar y jugar. Dos o más aristas para observar y para participar.

La relación de la lúdica entre estudiantes y formadores y el dialogo con el currículo también es una correlación de intercambio.

En el caso del programa Crea los lineamientos pedagógicos no son inamovibles, pueden ser transformados, modificados, dialogados y construidos junto con los participantes, respondiendo a la medida en que el contexto también sigue su metamorfosis, demostrando la flexibilidad que una institución y que la educación necesitan para ser pertinentes y queridas. En este ejercicio de construcción colectiva, la 12

sesión presencial se da de manera libre y espontánea, sin embargo en la virtualidad se hace necesario abrir espacios y generar estrategias pedagógicas particulares de comunicación, para conseguir esta construcción colaborativa y el intercambio de saberes que sucedía en la interacción presencial.

Las cualidades anteriormente nombradas son valiosos aspectos del programa Crea que contribuyen a generar una experiencia artística enriquecedora y que no deben ser sacrificados en la educación a distancia; por lo que se convierte en un reto mantenerlos y traducirlos a la virtualidad. Este gran esfuerzo de adaptación de la educación artística a la virtualidad, también implica un demandante ejercicio de autonomía por parte de los estudiantes, para generar desde sus casas, la comprensión conceptual y teórica, los conocimientos prácticos adquiridos en el hacer. Ser capaces de maravillarse e interesarse por procesos intangibles de experimentación y de análisis que los llevará al disfrute de la experiencia educativa y estética.

Educación artística virtual En la educación virtual existen gran variedad de herramientas que pueden favorecer nuestros procesos de formación. Este abanico de posibilidades de trabajo educativo recibe diferentes nombres, el modelo que manejamos en la Plataforma Crea en Casa, lo entendemos como Blended-learning (TeachThought Staff., 2019).

Ya que nuestros talleres son asincrónicos y no buscan que toda la formación se resuelva completamente a través de la virtualidad, el Blended-learnign (que en español significa “aprendizaje mixto”) implica que el estudiante genere sus propias experiencias y vivencias de aprendizaje del arte desde casa, con los materiales, tiempos e instrumentos que tiene a la mano y dejando de lado la pantalla, ocasionalmente.

Este modelo implica que nuestros estudiantes encuentren complejo y desafiante seguir el proceso de aprendizaje artístico.

Surge como importancia principal el mantener también un canal de comunicación abierto y amigable, en el que se pueda brindar apoyo técnico y alfabetización virtual constantemente. Esta capacidad de reconocernos no solo como formadores en arte, sino también como guías en un proceso de familiarización con un nuevo paradigma educativo, que tiene todo un nuevo lenguaje y dinámicas en estreno para nuestros participantes. Sentirnos cómodos con el proceso de aprendizaje mejora la disposición con la que se reciben los contenidos propuestos.

contenidos artísticos y culturales a distancia. Sin embargo este cambio de paradigma también ha traído consigo grandes retos.

Vale la pena mencionar que, aunque la plataforma Moodle utilizada por el Idartes para crear espacios virtuales de aprendizaje no es particularmente novedosa, sí ha requerido un nivel de comprensión progresiva por parte de los artistas formadores y de los demás profesionales implicados en los procesos de formación. Esta y otras estrategias de digitalización han permitido seguir brindando a nuestros beneficiarios

“Para 2020, Prensky predijo que las personas en todo el mundo estarán conectadas a la AORTA (Acceso Siempre en Tiempo Real, por sus siglas en inglés), un término acuñado por Mark Anderson, (...) Un futuro en el que las personas constantemente pueden acceder a la información y a las noticias en cualquier lugar del planeta” (CNN, 2013).

Los grandes retos de la formación artística virtual El programa Crea brinda un espacio de entretenimiento y de aprendizaje artístico en poblaciones que no tienen la oportunidad de acceder a educación artística y cultura de forma privada/paga. Además ofrece lugares y estrategias pedagógicas que fomentan la transformación y el fortalecimiento del individuo y de la comunidad.

Recientemente, debido al distanciamiento con los beneficiarios, se ha hecho mucho más difícil llegar a ellos con los procesos formativos que ya habíamos descubierto, a su vez, lo que se ha evidenciado es el gran problema de cobertura y de accesibilidad a internet, sobre todo en los estrados que están por debajo del nivel 2, debido a los reducidos dispositivos disponibles para ejercer su derecho al acceso de la educación y de la cultura.

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“El beneficiario es quien debe tener la libertad y la autonomía de elegir cuáles son los contenidos que quiere consumir, qué favorece a su formación y qué le resulta interesante de acuerdo a sus metas, sueños y necesidades”

Hoy es evidente que es un futuro aún muy lejano. Si bien el programa Crea apuesta por la coherencia de los procesos artísticos en relación con los territorios en los que se realizan, interesándose por las historias particulares, las memorias de barrio, la apropiación del contexto local y el reconocimiento de las potencialidades del lugar en donde viven los participantes; el tránsito de estos intereses formativos al campo de la virtualidad ha generado la pregunta persistente en los artistas formadores, al observar cómo nuestros procesos formativos están dejando fuera a cientos de personas en situaciones de discapacidad y vulnerabilidad, o que no poseen los medios digitales para acceder a un derecho básico: la cultura.

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Y no es solo un derecho al esparcimiento, o al “buen uso del tiempo libre” pues los procesos formativos en artes no se interesan solamente en crear objetos artísticos o en generar experiencias significativas, también se interesa en brindar educación de calidad que favorezca el desarrollo de habilidades blandas para la vida, es decir, saberes para la apropiación de herramientas que fomenten el desarrollo libre y consiente de identidad, la capacidad crítica y reflexiva sobre el consumo, y la construcción personalizada de pensamiento crítico.

Estas son metas que superan las diferencias entre lo presencial y la virtualidad y que permiten reconocer los logros de una labor que ha sido difícil y de constantes aprendizajes, que sigue recogiendo frutos.

Ahora bien el desarrollo de habilidades para la vida, presencial y virtual, requiere por parte del docente un análisis cuidadoso de la población que atiende, con una observación respetuosa y constante de las particularidades. Un acercamiento que toma características temporales y prácticas especificas en la virtualidad pero que con estrategias de la vida cotidiana de hoy como WhatsApp, Instagram o facebook, y entendiendo las dinámicas que son comunes a la generación de los participantes en edad escolar, ofrecen a estos espacios la confianza y el crecimiento personal que son el fundamento de todos nuestros esfuerzos.

La inclusión de las redes sociales y plataformas de video llamadas, también aporta soluciones ante la dificultad para el aprendizaje colectivo y colaborativo a distancia, permite discusiones, deja ver hacer a otros

y facilita el hacer con otros. Para lograrlo se ha hecho relevante como formadores recibir o buscar capacitación constante, aprender con rapidez a usar nuevas aplicaciones o programas y entender que los paradigmas educativos a los que nos aferramos son contingentes, es decir, dependen siempre del contexto y están en constante cambio.

También es notorio que como “inmigrantes digitales” la educación virtual nos reta, pero de igual forma que en otros paradigmas y modelos formativos, como artistas y formadores, la vida nos invita a ser pioneros en estrategias pedagógicas. Si encontramos el tesoro, al recorrer este camino en constante de la formación y de la experimentación, incorporando formas novedosas de presentar la información, generado diseños estéticos, agradables, atrayentes y diversos para lograr recordación, aceptación e interés visual, habremos pasado todos el curso.

Quizás esta contingencia 2020 es el cambio que han estado proclamando desde hace algunos años arte educadores como María Acaso, Luis Camnitzer o Carlos Skliar.

Tal vez se logre precisamente y gracias a los muchos aprendizajes que esta obligada situación nos ha llevado a obtener.

Paradójicamente, como formadores, este nuevo “paradigma educativo virtual” también nos reta a generar espacios inmateriales más cálidos, entornos digitales amigables humanizados en donde podamos sentirnos cerca a pesar de las distancias.

Aunque sería descabellado y apresurado asegurar que la virtualización del apren-

dizaje ha conseguido eliminar el espacio de la escuela, como se atreven a aseverar algunos fanáticos de google; si podemos observar con claridad que el cambio nos ha llevado a encontrarnos con mayor autonomía. Generando aprendizajes autodidactas, permitiendo que mostremos a nuestros beneficiarios el basto mundo de conocimiento que hay en Internet y darle forma a esa información, haciéndola conocimiento.

BIBLIOGRAFÍA de este articulo: Camnitzer, L. (2016) El arte como educación. Bajo un mismo sol: Arte de América Latina hoy. Museo Jumex. Tomado de https://www.youtube.com/watch?v=ZgsxU5xN54U&pbjreload=10 CNN en Español. (2013). Nativos digitales: ¿Quiénes son y qué significa?.

Tomado de https://cnnespanol.cnn. com/2013/01/25/nativos-digitales-quienes-son-y-que-significa/#0 Dewey, J. (1949). El arte como experiencia. Fondo de cultura económica.

Prensky, M. (2001). Digital natives, digital immigrants. On the horizon, 9(5).

TeachThought Staff. (2019)12 Of The Most Common Types Of Blended Learning. June 21, 2019 in Learning. Tomado de https://www.teachthought.com/learning/12-types-of-blended-learning/

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Ilustraciรณn Claudia Avila

A pesar de lo virtual, compartir un tiempo y un espacio Artista formador, Germán Vanegas Presiento que en el espacio de formación artística lo vital es el encuentro con el otro, intuyo también que lo que anima dicho encuentro es la oportunidad para crear algo.

En el trabajo mutuo, desarrollar una imagen. La creación no se refiere a una cosa sino una superficie visible con una esencia que se construye en el proceso, en la vida.

La verdadera imagen es siempre invisible e invencible, pero aparece sutilmente entre conversaciones, deseos, borradores, errores y garabatos, todos ellos porciones de un todo. Dicha tarea, y la dicha de este trabajo, se teje al entrever en esas imágenes aquello que subyace bajo los imaginarios que impulsaron esos aprendizajes.

En la formación artística cada uno de nosotros es huella de una imagen. La obra, el taller de clase y el beneficiario son inaccesibles en su totalidad, pero en el compartir creativo, sentándose frente a una hoja de papel y esbozando un ejercicio que se pidió -horas o minutos antes- empiezan a aparecer los visos del mundo que proyectan a cada quien y a la imagen. La imagen visible, lo que resulta del intercambio en el prisma de la educación, se convierte en un lugar compartido en el proceso del aprendizaje artístico para todos los actores involucrados. Así nos conocemos y cuidamos entre todos, y así la imagen, ahora colectiva, toma fuerza.

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“Compartir esta gran casa virtual, parece que es el lugar en donde encuentra sentido la formación; y no sólo es compartir un espacio, sino al encontrarse en las emociones de estos tiempos” Les cuento que, en los meses que llevo en el programa Crea me han permitido vivir distintas y variadas imágenes. Los grupos en los que he desarrollado trabajos y experimentos artísticos -o sólo compartido el tiempo entre el caos de grupos numerosos y enérgicos- han detonado en mí preguntas por los espacios de formación, acerca de las dinámicas y de las estrategias para generar encuentros en donde la creación y el seguimiento de aquella fugaz imagen que llamamos arte sea cada vez más una experiencia sensible y compartida.

Esas lúdicas de la formación, en este caso artística y especialmente en el marco de este aislamiento 2020, presentan también otra cara de la imagen de nuestra sociedad, una que sufre el peso de la desigualdad.

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El programa Crea, a lo largo de sus ocho años, ha sabido responder a la necesidad de espacios en donde niños, niñas y jóvenes accedan a procesos de calidad en formación artística.

A pesar de lo transitado, los vacíos que enfrenta el proyecto distrital son similares entre la presencialidad y la virtualidad, a su vez son una de sus fortalezas ya la mayoría de de los colegios públicos en Bogotá no tienen programas de artes en sus contenidos nucleares, este mismo déficit es el que mantiene vigente la misión y la visión del programa Crea que se sobrepone a una sociedad alejada de la imagen invisible de la vida.

Durante la contingencia del COVID-19, que irrumpe en nuestras vidas a partir de marzo del 2020, todos los procesos vitales (en los que se incluye por supuesto a la educación) han sufrido una especie de sismo. Esto ha germinado la necesidad de autoevaluar las prioridades, aunque lo primordial parece ser el sostenerse en pie mientras el temblor perdura en medio del panorama sanitario que aún guarda muchas incertidumbres; hay asuntos de primera necesidad que deben resolverse en lo emergente. De vuelta al aula y a sus espacios cotidianos, entre el salón de cla-

se, horarios y asistencias, la enseñanza ha tenido que ser revisada tras la imposibilidad de asistir a esos lugares establecidos por repetición. Si antes el medio de comunicación primordial era quizá el papel, el lápiz y la voz, ahora parece ser primero la pantalla, los audífonos y la señal de Wifi.

En todo caso, detrás de unas y otras herramientas, parece que los canales y objetivos de la educación mantienen sus estructuras bien establecidas. Sin embargo esa imagen de seguridad que ofrecen las políticas públicas, los presupuestos, las inversiones, los horarios, las jerarquías, las normas, los estatutos y todas las infraestructuras escolares que anteceden a este tiempo de transición virtual, son fichas que en la contingencia parecen incompatibles, incluso un tanto desorientadas, como cuando se le da vuelta a la caja del rompecabezas.

A raíz del distanciamiento social y de la necesidad de conectarse con el otro se han hecho visibles las relaciones dispares de todas esas fichas. Al perder la infraestructura, es decir, esos espacios donde nos podíamos encontrar (colegios distritales, salones y mesas) los servicios de comunicación de cada beneficiario no ha sido previstos como implementos básicos para acceder a la educación a distancia, con los medios específicos que esto requiere. Con la virtualidad se hacen visibles las desigualdades que ya existían pero que aún sin resolverse se habían pospuesto en la educación presencial.

Pensar la formación virtual es también una invitación, casi una exigencia, a pensar la educación fuera del aula. El mundo caótico, sin listados, en la calle o cualquier espacio de tránsito, el ejercicio de formar sin el soporte de esa “súper estructura educativa presencial” es posible y puede derrotar, incluso con mayor eficacia, la asedia del analfabetismo. ¿Cómo enseñarle a alguien en un semáforo a hacer un avión de papel?

Pensar la pedagogía expandida es recordar y compartir momentos, y no los mobiliarios escolares. Ver a través de la imagen de una sonrisa y de una hoja voladora que llega más allá de las paredes de un salón de clase, son muestras de la esencia que trasciende, de la estructura educativa al acto invisible y poderoso de la creación y de la formación para atraernos a una educación contemporánea se libera de su antiguo marco.

Expandido el espacio posible de la educación son más los lugares en los que podemos intercambiar saberes. Aunque haya sido de manera virtual, los primeros meses del 2020 han convertido al docente en un foráneo que cohabita en las casas de los estudiantes. A pesar de la extraña sensación de ser docente-visitante, el cambio también ha traído sus recompensas. Fotografías de la vista desde las ventanas, reconocen el hogar y desde allí miran hacia afuera. Las imágenes, todas organizadas

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en una carpeta del escritorio de mi computador, como mosaicos de una gran casa virtual en la que ahora estamos viviendo los involucrados del proceso de formación, pintan el paisaje y la ventana que la virtualidad nos ofrece.

La pregunta sobre la imagen del paisaje de este aislamiento me llevó a solicitar a los estudiantes -beneficiarios que intervinieran dichas ventanas, y así, no sólo se revelaron los paisajes, también se reflejó algo del interior de cada uno, empujado por el exterior que ahora nos es negado.

-Presiento que aparece la imagen que tanto busco (...)

Hace unos días, en una clase por video llamada, hablaba con un estudiante de 9 años que lucía aparentemente bajo de ánimo o quizá simplemente aburrido. Además, yo hablaba en un claro monólogo sobre el tedio.

En las actividades anteriores les había pedido dibujar, a partir de algunos fragmentos del Libro del Desasosiego de Fernando Pessoa (1982), para hacer de esta materia tediosa una imagen. La propuesta era traducir el encierro que experimentamos en algunos trazos y colores.

En algún momento, mientras mirábamos alguna imagen en internet y yo daba este sentido discurso dirigido al ejercicio, el estudiante empezó a garabatear digitalmente, gracias a una herramienta de dibujo del programa Zoom. El niño iba dibujando sin ganas y sin buscar –aparentemente- nada

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sobre las imágenes que veíamos en pantalla.

Esta acción de sublevación contra lo que la explicación pretendía y sobre el sentido mismo, pareció más afortunada que mi pretensión de dar a entender la idea del tedio en los poemas de Pessoa. En vez de encontrar el fracaso, vivencié una imagen en dicha conversación silenciosa: Mientras él garabateaba la pantalla, yo me sumé silencioso a tal actividad.

Con la misma herramienta de dibujo rayamos y tachamos sin mucho entusiasmo las imágenes que veíamos en la pantalla compartida. En algún momento empezamos a compartir un tiempo de verdadero aburrimiento y allí se hizo evidente algo valioso, lo afortunado de compartir la vida, los días; cada instante que asumimos y que nos da sentido, sobretodo en estos tiempos de distancia.

Compartir la casa virtual parece que es el lugar en donde encuentra sentido la formación a distancia. Y no es sólo custodiarnos en un espacio, también es acompañarnos en un tiempo.

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Ilustraciรณn Reinaldo Castro

Diacronías virtuales Artista formador, José Valero

Potencia Considero que, una de las formas de crecer es lanzándose a nuevas experiencias, al vacío existencial. En esta ocasión (el aislamiento 2020) no hubo oportunidad de decidir. Fuimos arrojados a un conjunto de circunstancias nuevas para todos, al aprendizaje duro.

En este trasegar y en los muchos matices de este nuevo mundo, es posible entender, aún más, la necesidad de que las prácticas artísticas lleguen a la cotidianidad de

las personas. Conocer las oportunidades que ofrece el saber, o el poder transformador de la sociedad cuando se comparte y se celebra el conocimiento, o cuando las historias se entretejen para comprender y sentir la realidad del otro con el objetivo de construir mejores seres humanos; puede ser la diferencia para enfrentar de forma efectiva y honorable la vida y las circunstancias que traiga consigo esta y futuras crisis.

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“La contingencia también nos ha permitido observar el acompañamiento singular y progresivo de parte de las familias, se ve el cariño puesto en cada una de las actividades, el uso de recursos mínimos para realizar imágenes maravillosas, el esmero, el tiempo y la creatividad dedicada, haciendo de la educación una actividad epistolar”

Al asumir la tarea y la responsabilidad de trabajar para que el arte llegue a cada uno de nuestros beneficiarios, me he esforzado desde el primer día en la generación de estrategias para la educación en casa, este énfasis lo he reafirmado a través de preguntas constantes, como ¿de qué manera los contenidos que genera el formador aportan a la construcción de ser? y aunque la pregunta no se responde desde el docente, incluso tampoco desde el estudiante, es a través de las interacciones entre ambos las que se puede ir tamizando las limitantes que brinda la virtualidad, no por la virtualidad en sí misma, sino por la novedad que implica la entrada tan rotunda en la vida cotidiana de estos códigos de comunicación.

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Aprendizaje He buscado una actitud sosegada, que me permita continuar con mi labor enfrentándome a las dificultades que en lo personal me ha planteado esta nueva realidad. Repito, aprendizaje duro, representado en la ampliación de las horas del trabajo, la revelación de mi ignorancia frente a procesos virtuales, la dificultad para que la información alcance a cada uno de los estudiantes y la imposibilidad de que llegue como uno quisiera. El dolor de espalda, el trabajo bajo presión, las mil tareas pendientes, la confusión, el reproceso y todo lo que atañe a la vida personal y profesional.

El hecho de que no se comparta el mismo espacio con los participantes de los talleres plantea el primero de muchos retos, generar estrategias de comunicación nuevas, ¿cómo me pongo en contacto? ¿Cómo me familiarizo –primero yo como formador- con plataformas pedagógicas que no conocía?

Tiempo atrás cuestionando el hecho de que el internet y las redes sociales invaden nuestra vida, se contraría con este momento, en que WhatsApp, Meet, zoom, Moodle y facebook live se convierten en nuestro mejor aliado. Todo en menos de dos semanas. Adaptar mi espacio personal para que las interacciones virtuales sean lo más eficaces, en términos de enseñanza-aprendizaje, solo ha sido posible a través de la vieja estrategia del ensayo y el error. Es la búsqueda actual del docente, la

persecución y diseño de arquitecturas efímeras para lograr una sesión de formación y en este caso particular de una formación artística.

desarrollar las actividades y cuánto tardará en volver la información; cuando leerá la retroalimentación y con qué se quedará de todo esto.

Saberme ignorante, no como profesional de las artes sino como docente en un mundo cambiante, es el incentivo para buscar y resumir, en textos e imágenes, la realidad que se plantea desde el aula virtual.

Para reconocerse como un aprendiz de las tecnologías expandidas, las principales virtudes han de ser, admitir que no se puede mantener las mismas dinámicas de la presencialidad y reinventar los modos de interacción de acuerdo a las posibilidades que se transforman día tras día.

Cuando se logra el encuentro, así sea de orden virtual (y a diferencia de las guías de estudio) podemos ver los rostros y oír la voz de los estudiantes, con estas reuniones se siente un logro abismal. Se da otra interacción, más inmediata, más directa.

Se puede hablar de un tema, compartir un encuentro, revisar imágenes y analizarlas para la creación plástica, construir las imágenes en tiempo real, hablar mientras se hace, etc. Esas cosas de la presencialidad que extrañamos del distanciamiento.

En este sentido, el movimiento en el espacio, la presencia misma del cuerpo, la inmediatez en el apoyo de los procesos, la potencia del comentario sobre la realidad, el ejercicio mismo de moverse, señalar y utilizar el cuerpo como recurso expresivo inconsciente sobre en el momento específico; son procesos que hoy se limitan a “lo que permite la pantalla” y el tiempo en ella, o lo permisiva que sea una guía de trabajo autónomo. Dentro de la naturaleza de ese trabajo de autogestión del conocimiento al que hacen frente estudiantes y docentes, el factor “tiempo” plantea otro reto.

Nunca se sabe qué novedades traerá el encuentro virtual, o cuánto tiempo tardará en llegar la guía al estudiante de colegio, qué momento de su tiempo tomará para

En este panorama de trabajo educativo, además, hay factores que podemos controlar y otros que siguen fuera de nuestro alcance. Es el caso de la dependencia a factores externos que en la presencialidad no eran definitorios, por ejemplo, que los beneficiarios y artistas formadores tengan a disposición un computador u otro dispositivo “más o menos actual” ya que estos objetos (como oráculos) son la ventana de la casa del estudiante hacia el taller del formador. Luego está el factor de la conexión estable a internet. Una ventana que suele no tener el tamaño apropiado para que todos los miembros de la familia pasen a la misma vez. Además, es necesario contar con los materiales de las clases; que haya disponibilidad de las familias para brindar 25

apoyo y acompañamiento en los procesos; que haya una preocupación real por el aprendizaje, además, porque esta inquietud sincera solo se logra cuando se han suplido otras necesidades más prioritarias.

Esto me hace pensar en, cómo en este momento específico se acentúa la desigualdad social. El no tener un buen dispositivo o una conexión a internet estable limita la forma en que se accede a la formación, informaciones y caminos que en este momento están condicionando la vida y la virtualidad que la cobija, y que son temas vitales para estar prevenidos en futuras circunstancias de confinamiento, mismas prevenciones que sirven como alerta frente al acceso a la información, incluso fuera de contingencia, como un derecho primario.

También hace justicia mencionar que se han realizado grandes esfuerzos por parte de los colegios y el equipo Crea para hacer llegar las experiencias artísticas a cada beneficiario. Se han dispuesto los datos de los participantes y acudientes para ser contactados a través medios como el WhatsApp, con la creación de grupos masivos en que se envía y recibe información.

Se han construido bases de datos muy completas, en donde se especifican las diferentes posibilidades de los estudiantes para acceder a internet. Se modifican guías virtuales para ser también impresas y hacerlas llegar a los domicilios que no cuentan con acceso a navegabilidad, para que accedan a los contenidos. Se llama por medio telefónico a cada acudiente para

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estar al tanto del acceso a los materiales pedagógicos (…) y en el proceso se descubren las problemáticas y realidades que afrontan los beneficiarios.

Algo que resalto de las interacciones que se han consolidado en esta contingencia es desde el uso de guías y de reuniones virtuales. La potencia de la palabra escrita para convertirse en imagen, en acción y en acto creador -aunque no éramos dados a la lectura constante- ha encontrado un lugar muy interesante en los trabajos de los participantes que se han esforzado en la resolución de las actividades. En los encuentros virtuales por video llamada, como una ventana abierta del taller, la capacidad de vernos y de escucharnos desde la distancia, para compartir, es lo más valioso.

La contingencia también nos ha permitido observar el acompañamiento singular y progresivo de parte de las familias, se ve el cariño puesto en cada una de las actividades, el uso de recursos mínimos para realizar imágenes maravillosas, el esmero, el tiempo y la creatividad dedicada, haciendo de la educación una actividad epistolar.

Tengo presente que este largo interludio de aislamiento preventivo es una oportunidad para valorar cada aspecto de las reuniones reales, reencuentros que en este momento añoramos.

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Ilustraciรณn German Vanegas

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Un Día Casi Normal Artista formador, Reinaldo Castro

Hoy es un día casi normal.

Al despertar son las 5:45am, me dispongo a levantar a mis hijos para que enciendan su Tablet y su computador respectivamente. Se acerca el inicio de sus clases virtuales (el colegio inicia a las 6am) El sol esta radiante y sobresale en un cielo despejado, los pajaritos se escuchan con gran intensidad, revolotear y cantar en la terraza.

Me dispongo a revisar redes sociales (y no es precisamente para ver los nemes más divertidos del día, ni para interactuar con amigos o familiares; para eso ya casi no hay tiempo ) se trata de revisar Instagram, twitter, WhatsApp y Gmail.

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En Instagram veo las selfies de algunos amigos, luciendo sus tapabocas o caretas ilustradas, o en su defecto, impresas con fotografías de viajes y aventuras sucedidas hace más de tres meses (periódico de ayer )

En twitter me encuentro con el siguiente encabezado ´´COVID-19: China no fija un objetivo de crecimiento por la incertidumbre¨ es obvio que, aunque las transformaciones generadas por la actual situación global han impulsado diversos sectores como la tecnología y redes de aseo, el crecimiento económico está estancado debido el confinamiento en casa de un amplio sector de la población mundial

En WhatsApp me encuentro con más de diez preguntas de padres y beneficiarios inscritos a los cinco grupos que atiendo de formación en artes plásticas. Podría dejarlos para responder más adelante, pero no, luego llegaran más y seguramente podría confundirme y dejas sin contestar alguna.

Recuerdo que a algunos estudiantes inscritos a mis talleres solo los había visto durante dos semanas de formación presencial, en el mes de marzo, pero desde que inició la pandemia la comunicación se rompió. Gracias a que los colegios aprobaron crear grupos de WhatsApp con los participantes, ahora ingresan a sus grupos de chat y así mejora la comunicación y se favorece la formación artística (esto lo logré gracias a un enlace que le envié con la directora de curso)

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Y ahora al ver Gmail, la historia es un poco más larga, ya hay nuevas tareas por hacer y link para nuevos formularios de Google, información con los que se espera saber si estamos sanos o no en casa, o si realizamos nuestras actividades consecuentemente.

También encuentro nuevas guías resueltas por estudiante para revisar y retroalimentar. Estas últimas no siempre viene resueltas en un solo archivo PDF, algunas son imágenes separadas (jpeg) y textos en Word, otros participantes son más osados y realizan videos tutoriales de la actividad propuesta, pero finalmente sin importar si los archivos son jpeg, Word o mp4 debemos traducirlos a formato PDF, para reportar la cobertura en el drive del colegio y en el programa Crea.

Sí es un día casi normal.

Los principales alicientes para seguir adelante son, la familia, las guías resueltas por los participantes -algunas veces con mensajes alentadores y de agradecimiento-. También se ánima el trabajo docente al ver los resultados satisfactorios de los estudiantes atendidos por el aula virtual, que aunque no vemos en vivo siempre, si son retroalimentados desde las sesiones virtuales, ya sea de forma verbal o en otros casos por texto.

Pdta.: Cuando del otro lado del emisor no cuentan con micrófono que funcione y hay que hacer usos del chat

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Ilustraciรณn Sasha Cano

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La importancia de lo corpóreo Artista formador, Juan Testa

En estos tiempos de confinamiento, donde nuestras relaciones humanas se han visto trastocadas, los artistas formadores y nuestros estudiantes no estábamos preparados para un cambio súbito en las dinámicas en el taller. Hemos descubierto, con pesar, que el desarrollo positivo de los proyectos planteados cae en picada por la virtualidad. ¿Por qué? Consideró que los artistas formadores extrañamos la presencialidad porque muchas de nuestras herramientas pedagógicas están basadas en estrategias no verbales.

Atención, que con el postulado anterior no intento demostrar que la educación artística por internet sea inviable. Por el contrario, quiero poner de manifiesto que para una formación exitosa en los tiempos de confinamiento, es necesario suplir ciertas estrategias pedagógicas que se basan en la comunicación no verbal. Estas carencias de la educación virtual las podría clasificar en tres grandes categorías: espaciales, temporales y de contacto personal.

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“Estas carencias de la educación virtual las podría clasificar en tres grandes categorías: espaciales, temporales y de contacto personal.”

Las carencias virtuales La formación en artes plásticas necesita un espacio. Ese espacio puede ser el comedor de la sala, una mesa auxiliar o inclusive el patio de la casa. Pero los lugares recomendables de taller son los que están específicamente dedicados a la creación. El programa Crea proporciona los espacios óptimos para la educación en artes plásticas, tanto en los centros Crea como con los convenios con los colegios. Los artistas formadores adolecemos cuando no tenemos un lugar que podamos sentir propio para el desarrollo de nuestras actividades, y eso mismo lo sienten los estudiantes. Consciente o inconscientemente, los artistas preparamos el espacio para el taller y enseñamos a los jóvenes a organizar un espacio para el arte, es un ritual previo y póstumo al acto de crear.

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La virtualidad actual nos ha puesto en jaque, puesto que no podemos tomar decisiones sobre el espacio en el cual los jóvenes crean dentro de su casa, y tal vez ellos no son conscientes que muchos de los retos que enfrentan a la hora de crear se podrían solucionar haciendo estos simples ejercicios de organización, los que se realizan diariamente en la atención presencial. Se puede resumir que nosotros enseñamos en la disposición espacial. Y se necesita hacer hincapié en nuestras interacciones virtuales sobre el lugar y la forma en la que los jóvenes están creando desde sus casas y cómo podemos ayudarles a solventar, así sea un pequeño espacio, donde puedan crear.

Para desarrollar un proyecto de arte se necesita tener tiempo para la experimentación, amplio y con pocas limitantes, que permita que las ideas fluyan y se genere un ritmo y un cuerpo de trabajo. La virtualidad nos encara a un reto mayor, generar una temporalidad para los proyectos que estamos desarrollando por internet.

Los tiempos definidos en la atención presencial ayudaban a generar un ritmo en el cual se podría prever los momentos de los distintos proyectos. En este confinamiento, hemos tenido que aprender a manejar nuestros momentos del día y negociar los tiempos que disponen nuestros estudiantes. Para ellos también se ha venido una avalancha de responsabilidades idéntica a la que golpea a los trabajadores del programa Crea. Parte del trabajo que llevamos a cabo como artistas formadores es

manejar los tiempos de los proyectos que desarrollamos con los grupos en función al calendario académico o las muestras que periódicamente se presentan al público general, y la virtualidad no nos ha permitido acompasar nuestros tiempos con los tiempos de los jóvenes generando disonancias y retrasos en la entrega de resultados. La sabiduría de los artistas formadores recaerá en pensar una estrategia que nos permita mantener ritmos similares con los participantes de nuestros talleres.

Y por último, la herramienta más importante, de la cual los artistas formadores hemos sufrido con mayor intensidad, es el contacto personal. Mucho de lo que enseñamos pasa por una comunicación corporal con nuestros estudiantes. Solemos creer que lo más importante en la clase es el discurso que preparamos o todas las letras que escribimos en los tableros, pero nunca nos podemos olvidar que la forma en que nos relacionamos con nuestros alumnos pasa por la impresión que ellos tienen de nosotros.

En el transcurso del taller, tanto ellos como nosotros, hemos creado impresiones del otro basándonos en los gestos, las posturas, la ropa que vestimos y la forma en que hacemos contacto visual.

Forjamos una relación a partir de la no verbalidad que frecuentemente usamos como una herramienta pedagógica que transmite mensajes encriptados que les ayuda a los jóvenes a desarrollar los proyectos

del taller. Un ejemplo claro de esto es el manejo de la frustración en el momento de dibujar. Muchos niños y jóvenes llegan a la clase de artes plásticas pensando que dibujar es imposible, y su frustración muchas veces es manifiesta en la clase, pero no es explícita.

Un artista formador sabe identificar los gestos que evidencian un conflicto con el dibujo y, en mi caso particular, uso el lenguaje verbal y no verbal para crear confianza en el estudiante, para que logre dibujar lo que se propone.

Una cita a un autor, la explicación del ejercicio, una mirada de aprobación o inclusive una palmada en la espalda a modo de felicitación, son fundamentales para el proceso de formación de un chico.

La virtualidad nos pone en el reto de crear estrategias para reemplazar la no verbalidad. A los distintos medios de comunicación que usamos con nuestros estudiantes les falta el calor de la humanidad, la espontaneidad del encuentro y el impulso vital de la colectividad. Sin embargo, nos abren nuevos panoramas en la hipertextualidad de la red, en la plasticidad de las redes y las dinámicas psicológicas con los avatares virtuales que nos darán nuevas herramientas pedagógicas a explorar y aplicar en nuestras clases virtuales.

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Ilustraciรณn Juan Testa

Memorias del viaje una dimensión desconocida Gestora pedagógica, Claudia Avila En este momento de la historia, en esta humanidad en donde todo lo que conocemos como realidad está transformándose, nuestra capacidad de adaptabilidad, e incluso de resignación tranquila y contemplativa, son herramientas esenciales para ser formadores, para ser ciudadanos y para ser familia.

Muchas son las capacidades que nos exige la vida hoy en día. Gestionar, por ejemplo, como la habilidad para desarrollar procesos de evolución, de producción y de transformación, se suma a la responsabilidad de educar que nos convoca a todos, como sociedad. En el marco de la contin-

gencia de vivir el presente intensamente, ser gestores y educadores son afanes diarios y a la vez invisibles para la mayoría, sin embargo, para quienes nos dedicamos directamente a estas tareas, la misión se expresa en acciones mucho más prácticas, mucho más puntuales y de naturaleza operativa.

Ante el aislamiento preventivo que nos trajo el comienzo del 2020, el reto de cambiar un modelo de formación presencial, que viene prendado en nuestras formas de ver y de entender el mundo hace más de doscientos años, es un desafío educativo en toda su extensión.

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“...ser gestores y educadores son afanes diarios y a la vez invisibles para la mayoría” El proyecto pedagógico del aula tradicional, del docente y de los alumnos, está desapareciendo y con ello es posible que transformemos las costumbres sociales que verticalizaban el acceso al saber y a la experiencia de la vida.

Pero hay algo transversal en la pedagogía que aún se mantiene y es la necesidad de heredarnos, de trascender a través de las palabras que se imprimen en los diálogos y en los libros, en los planes de clase y en los cursos por internet.

Hoy, que volvemos a entender la vida como un bucle orgánico y dejamos atrás el camino recto de los proyectos de la vieja pedagogía, el mundo entero se enfrenta al reto de dar libertad a los estudiantes. Los docentes y los educandos deben encontrar sus propios caminos a través de las herramientas y de la tecnología que les ofrecemos.

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Hoy, la tarea para los formadorxs y para sus estudiantes es emprender el “viaje a una dimensión desconocida”, el de la libertad del saber, el de la responsabilidad con la propia evolución y la autogestión del conocimiento; del reciclaje de estrategias de nuestro pasado más descalzo. De escribir y de leer, de enviar cartas, de comunicarse con delicadeza, de afianzarse en cada uno de nosotros la capacidad de darle forma a este, que ahora más que nunca, es el nuevo mundo.

Como gestores del conocimiento y como trabajadores de la herencia cultural que implica ser artistas y formadores, estamos atravesando el océano que nos había separado, flotando entre la isla del tablero y la de los pupitres. La coyuntura nos reta a mantener explicito el cariño de enseñar y de permitirle al arte, a la paz y a la cultura sobrepasar las nuevas fronteras de la vida virtualizada en el siglo XXI. Ahora bien, como gestores y formadores estamos encargados de traficar, entre el viejo y el nuevo mundo, valores históricos y convivenciales. Transacciones que podemos observar en el trabajo con los educandos, en la efectividad y afectividad de las luchas que les proponemos, en el esmero que ellos invierten en cumplir con estos deberes y, por qué no, si se trata de cifras, en la cantidad de miradas que logramos captar con nuestros actos de magia pedagógica.

En el caso del programa Crea la montaña de nuestros esfuerzos está coronada

por la medición de estándares de calidad y de cobertura. La relación entre uno y otro aspecto de control no solo produce las condiciones laborales de cada uno de sus trabajadores, a su vez, indica qué tan receptivo está siendo el público frente a nuestra labor, respecto a la pertinencia de ser artistas y de aportar al desarrollo ciudadano a través de estas formas de ver el mundo. Pero además, proyecta impactos hacia afuera, cuando reconocemos que hoy por hoy, los servicios básicos ya no son tangenciales. Ya no es agua, luz y alimento. Ahora es el internet el rey de la vida, aunque su reinado no cubre a todos con su presencia.

En un colegio de 1500 niños (IED Antonio Nariño) entre jornada mañana y tarde, en la localidad de Engativá en Bogotá, sector comercial y domiciliario de la capital colombiana, solo el 12 % de estudiantes tiene acceso a internet por medio de redes sociales y solo el 0.05 % de ellos tiene total navegabilidad. Esta lucha, en la que se enmarca la formación artística, vuelve a poner sobre la mesa preguntas contextuales que son sustrato de la pedagogía y del arte.

La mirada panorámica de un gestor pedagógico, como apoyo al equipo de formadores de diferentes áreas artísticas, amplía el campo de acción para las humanidades que uno daba por cierto e incluso limitado.

Este ejercicio también permite observar de forma horizontal las fortalezas y las debilidades del quehacer docente.

En esta observación, es posible localizar la vigencia disciplinar con la que los formado-

res asumen sus obligaciones, que aunque parecen dificultarse por los cien pies del aparato administrativo y pedagógico, se resuelven siempre a través de la defensa y calidad de los contenidos filosóficos y prácticos de cada rama artística y de cada formador.

Pero, por otro lado, también se observa la distancia entre los intereses de los educandos y de los docentes. En la virtualidad, más del 70 % de los artistas formadores, indicaron, a través de sus caracterizaciones, no conocer los intereses de sus beneficiarios, apelando a que es la virtualidad lo que los aleja. Sin embargo, en sus guías de trabajo y en sus interacciones tampoco se encontró hecha la pregunta. La totalidad de los artistas formadores (de un equipo de 21 que atienden el IED Antonio Nariño, en la localidad de Engativá) inició su atención en la línea de arte en la escuela (es decir, colegios públicos armonizados con el Idartes) aplicando directamente ejercicios técnicos. Olvidaron preocuparse primero por conocer al otro antes de “colonizar estos nuevos mundos”.

Es así que “el viaje a una dimensión desconocida” llamada “el nuevo mundo”, debe preocuparse por no volver a restringir a un solo camino el acceso al conocimiento. Cambiar de fondo la forma en la que pensamos la educación, replanteando sus relaciones de poder y de control; es el reto de la virtualidad en la educación y de una sociedad que se vuelve liquida después de haber estado nadando amarrada durante dos siglos.

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