SAN CALIXTO 130 AÑOS AL SERVICIO DE BOLIVIA GABRIEL CODINA S.J. INTRODUCCION En el archivo del Colegio San Calixto se conserva un cuadernillo con tapas de pergamino escrito a pluma con tinta violeta casi borrada por el tiempo. Allí una mano desconocida escribió para la historia, con letra diminuta de copista medieval, lo que ocurrió hace más de 130 años, el 31 de julio de 1882. El 31 se celebró la fiesta de San Ignacio en San Francisco con una misa solemne y sermón, fiesta que hizo a su costa el R.P. Fray Francisco Martínez, nuestro buen amigo. El Obispo no pontificó por falta de etiqueta. Se convidaron a la misa algunos amigos y todo estuvo bien. Y lo que ocurrió el día siguiente: Primero de agosto a eso de las 9 se dijo la misa del Espíritu Santo y enseguida sin más ruido se inauguró el Colegio. Asistieron 13 niños a clases el primer día que después se fueron aumentando. Así de simple fueron los comienzos del Colegio San Calixto. Sin más ruido. Lejos estaban de imaginar el Obispo Calixto Clavijo, verdadero fundador del Colegio, y los ocho jesuitas que lo iniciaron, que aquel modesto Colegio iba a celebrar más de 130 años, algo más ruidoso de cómo se inició. San Calixto como exponente de los últimos 130 años de la Compañía de Jesús en Bolivia, ha aportado y ha significado algo en la historia de Bolivia.
LA FUNDACION DEL COLEGIO La llegada de los jesuitas a La Paz, un 9 de octubre de 1881, no estuvo directamente relacionada con la fundación del Colegio. Los jesuitas venían del Perú forzados por la ocupación chilena de Lima. Un prócer paceño, Don Pedro Sáenz, les había invitado a llegar a Bolivia, pero los documentos dejan claro que no tenían un objetivo definido. Eran buenos y celosos misioneros que fueron muy bien recibidos por la ciudad; removieron La Paz con su predicación en San Francisco, visita a hospitales y cárceles, y ministerios sagrados de todo género. Los paceños querían un Colegio donde sus hijos pudieran recibir educación cristiana, y la fama de la educación de los jesuitas no les era desconocida. Pero la idea no acababa de fraguar. A punto estaban ya los Padres de abandonar la ciudad cuando el Obispo Calixto Clavijo hizo posible su fundación. Es un deber de gratitud reconocer hoy la generosidad y munificencia de Don Calixto Clavijo que puso su fortuna al servicio de numerosas obras de caridad y que brindó a los jesuitas toda la ayuda posible. 1