REVISTA Nº 13 - Junta Estudios Históricos Tucumán 2013

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I S S N 0327 –1560 Copyright © 2013 JUNTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE TUCUMÁN C. C. 155 – (4000) San Miguel de Tucumán Tucumán – República Argentina

Edición gráfica: Lucía Zucchi


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Revista de la JUNTA DE ESTUDIOS HISTORICOS DE TUCUMAN Director: VENTURA MURGA Nº 13

San Miguel de Tucumán, marzo de 2013

Comisión de Referato: DR. CARLOS PAÉZ DE LA TORRE (H), PROF. PEDRO GONZÁLEZ, PROF. ELENA PERILLI DE COLOMBRES GARMENDIA

Las opiniones y cuanto se dice en los trabajos publicados en esta revista, son exclusiva responsabilidad de sus autores.

SUMARIO

Miembros de la Junta...................................................................................

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Presentación Teresa Piossek Prebisch ..................................................................... 11 - 12 Antonio Machoni. El misionero de los indios lules Teresa Piossek Prebisch ..................................................................... 13 - 31 Entre sermones y cuentas. Actividad misionera y económica de los jesuitas de la Gobernación del Tucumán Cristina del Carmen López ................................................................ 33 - 50 San Pedro de Colalao. Sus orígenes y evolución Elena Perilli de Colombres Garmendia............................................... 51 - 73


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Alejandro Heredia legislador Marta Inés Zavalía ............................................................................ 75 - 94 Manuel Felipe Molina Carlos Páez de la Torre (h) .............................................................. 95 - 105 El primer cementerio público de Tucumán Ventura Murga ............................................................................. 107 - 116 La Plaza Independencia y la calle 25 de Mayo de Tucumán, en el año 1910. Recuerdos de infancia Eduardo Frías Silva ....................................................................... 117 - 132 Inocencio Liberani, científico, educador, arqueólogo Sara Peña de Bascary ..................................................................... 133 - 151 Archivo Histórico santuario “Nuestra Señora de Belén” Nélida Beatriz Robledo ................................................................... 153 - 174 La acción de gobierno de la intervención nacional dispuesta a Tucumán por el Presidente Provisional de la Nación, Teniente General Félix Uriburu (6 de setiembre de 1930 - 18 de febrero de 1932) Félix Alberto Montilla Zavalía ...................................................... 175 - 200 Actividades .............................................................................................. 201 - 204 Novedades ................................................................................................ 205 - 217 Necrológicas............................................................................................. 218 - 219


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JUNTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE TUCUMÁN

COMISION DIRECTIVA (2010 - 2013)

PRESIDENTE

VICEPRESIDENTE

Lic. Teresa Piossek Prebisch

Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia

SECRETARIO

Ventura Murga

PROSECRETARIA

Sara Peña de Bascary

TESORERA

Arq. Marta Beatriz Silva

PROTESORERA

Dra. Olga Paterlini de Koch

VOCALES

Prof. Pedro González Prof. Nélida Beatriz Robledo Arq. Alberto Nicolini

REVISORES DE CUENTAS

Dr. Carlos Páez de la Torre (h) Prof. Lucía Piossek Prebisch


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MIEMBROS FUNDADORES DE NÚMERO Ventura Murga Prof. Pedro José González Dr. Carlos Páez de la Torre (h) Prof. Teodoro Ricardo Ricci MIEMBROS DE NÚMERO Arq. Alberto Nicolini (1972) Dr. Armando Pérez de Nucci (1988) Lic Teresa Piossek Prebisch (1988) Dra. Celia Terán (1988) Sara Peña de Bascary (1988) Prof. Lucía Piossek de Zucchi (1994) Dr. Diego E. Lecuona (2001) Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia (2001) Dra. Olga Paterlini de Koch (2001) Dra. Cristina López (2006) Prof. Nélida Beatriz Robledo (2006) Prof. Irene García de Saltor (2006) Arq. Marta Beatriz Silva (2006) Dr. Félix Montilla Zavalía (2010) Dr. Justino Terán Molina (2012) MIEMBROS FUNDADORES DE NÚMERO FALLECIDOS Roberto Zavalía Matienzo, Enrique Kreibohm, Jesús Natividad Medina de Lázaro, Prof. Antonio Serrano Prof. Carlos M. Reyes Gajardo, Prof. Manuel García Soriano, Dr. Víctor E. Molina, Dr. Ramón Leoni Pinto, Prof. Orlando Lázaro, Prof. Hilda Zerda de Cainzo, Dr. Ernesto Muñoz Moraleda, Prof. Rodolfo A. Cerviño MIEMBROS DE NÚMERO FALLECIDOS Dr. Horacio W. Bliss, Prof. Luis Cano, Dra. Stella Maris de Muñoz Moraleda, Lic. Severo G. Cáceres Cano. Fray Rubén González O. P


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MIEMBRO HONORARIO DE NÚMERO Dr. Roberto Levillier (1966) † MIEMBROS CORRESPONDIENTES

CAPITAL FEDERAL

Dr. Isidoro J. Ruiz Moreno Prof. Adela Fernández de Schorr † R.P. Hugo Storni S. J. Prof. José Ma. Ramallo Dra. Cristina Minutolo Dr. Eduardo Martiré

Dr. Víctor Tau Anzoátegui Dr. José María Mariluz Urquijo Dr. Alberto Rex González † Dra. Hebe Clementi Prof. Fermín Chávez

CATAMARCA

Prof. Armando Bazán Prof. Gerardo Pérez Fuentes Prof. Pedro I. Galarza

CÓRDOBA

Prof. Bernardino Calvo Prof. Edmundo Heredia Dr. Carlos Prudencio Bustos Argañaraz

CHACO

Dr. Ernesto J. A. Maeder Arq. Ramón Gutiérrez

ENTRE RÍOS

Prof. Facundo A. Arce Sr. Juan Isidro Quesada Elías


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MENDOZA

Dr. Edberto Oscar Acevedo Dr. Pedro Santos Martínez † Prof. Jorge Comadrán Ruiz Dr. Dardo Pérez Guilhou † Prof. Luis Alberto Coria

RÍO NEGRO

Prof. Nilo Fulvi

SALTA

Prof. Luis O. Colmenares Prof. Olga Chiericotti

SANTIAGO DEL ESTERO

Prof. Luis Alén Lascano Luis A. Ledesma Medina

TUCUMÁN

Dr. Eduardo Berberián Prof. Lucio Reales Prof. Silvia Eugenia Formoso Lic. María Florencia Aráoz de Isas Prof. Olga Liliana Asfoura de Adad Prof. María de las Mercedes Cerviño de Rodríguez Prof. Marta Inés Zavalía Lic. Gloria Zjawin de Gentilini Dra. Beatriz Vitar Mukdsi


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MIEMBROS EN EL EXTERIOR Dr. Alejandro Málaga Medina (Arequipa, Perú)

Sr. Manoel Lelo Belloto (San Pablo, Brasil)

Sr. Agustín de la Fuente Candamo (Lima, Perú)

Fray Gómez Canedo (Washington D.C., Estados Unidos)

Dr. César Gutiérrez Muñoz (Lima, Perú)

Dra. Graciela Sánchez Cerro (Lima, Perú)

Dr. Franklin Pease G.Y. (Lima, Perú)

Dra. Donna J. Guy (Tucson, Arizona, Estados Unidos)

MIEMBROS CORRESPONDIENTES FALLECIDOS Prof. Urbano Joaquín Núñez, Dr. Andrés R. Allende, Dr. Roberto Etchepareborda, Dr. Bernabé Martínez Ruiz, Dr. Alberto Gabriel Padilla, Dr. Humberto Mandelli, Fray José Brunet O.M., Dr. Raúl A. Molina, Dr. Estratón Lizondo; Dr. Antonio J. Amuchástegui, Prof. Carlos Alberto Lanzilloto, Pbro. Ramón Rosa Olmos, Prof. Ernesto Salvatierra, Sr. Gaspar Guzmán, Dr. Edmundo Correas, Dr. Atilio Cornejo, Sr. Víctor Sáa, Dr. José Carmelo Busanich, Prof. Oscar Luis Ensick, Dr. Orestes Di Lullo, Dr. Nicanor Rodríguez del Busto, R.P. Jorge Bekier, Dra. Selva Santillán de Andrés, Prof. Estela Barbieri de Santamarina, Prof. Catalina Pistone de Hernández


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PALABRAS PRELIMINARES

La Junta de Estudios Históricos de Tucumán celebrará el próximo 4 de junio de 2013 cuarenta y siete años de existencia. Los ha vivido cumpliendo fielmente lo que se propuso el día de su creación: estudiar con rigor académico y luego difundir la historia de Tucumán y del Noroeste argentino. Hacerlo era entonces y es hoy de interés fundamental puesto que aquí, en esta región, se levantaron los cimientos de lo que hoy es Argentina y se produjeron trascendentales sucesos históricos que contribuyeron a su construcción como nación. No ha sido fácil cumplir la tarea señalada por los fundadores; la Junta nunca ha contado, ni cuenta con la holgura económica que facilita la concreción de los proyectos y tampoco tiene el sostén de una sede propia. La fuerza que la mantiene constituida y en acción proviene de la unión entre sus miembros, la fidelidad al objetivo señalado desde sus comienzos, el amor por la tarea, el tesón, la perseverancia y la capacidad para superar dificultades. Los resultados están a la vista y cuando se analiza en perspectiva todo lo que ha realizado durante estos años, no se puede menos que sentir sano y justo orgullo: Trece Revistas publicadas –que por su volumen más merecen llamarse libros– a las que se suman tres obras: Ramón Leoni Pinto –In memoriam–; Cuatro bicentenarios: 1810-1912-1814-1816; Juan Bautista Alberdi. Su bicentenario. Dieciocho cursos anuales dictados a partir del año 1995. Ciclos de conferencias alusivas a hechos históricos que se celebraron durante ese lapso. Difusión mensual de Efemérides tucumanas que se distribuyen por Internet a unas quinientas instituciones y personas. Todo se hace bajo la norma de difundir el conocimiento de nuestra historia poniéndolo al alcance de un amplio público, pero siempre manteniendo el rigor académico. Hoy entregamos al amante de la historia este volumen Nº XIII de nuestra revista, constituido por diez investigaciones inéditas que contribuirán


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al mejor conocimiento de nuestro pasado, fundamento del presente y del futuro. No quiero terminar estas lĂ­neas sin expresar el agradecimiento de la Junta a personas, empresas e instituciones que la han ayudado econĂłmicamente para editar sus publicaciones o que le han prestado instalaciones para realizar sus actividades culturales.

Lic. Teresa Piossek Prebisch Presidente


T. P IOSSEK : Antonio Machoni. El misionero de los indios lules

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ANTONIO MACHONI EL MISIONERO DE LOS INDIOS LULES

— Teresa Piossek Prebisch —

En la Provincia de Tucumán existen una ciudad, un departamento y un río llamados Lules, nombre que condensa una vieja y rica historia que tuvo entre sus protagonistas al jesuita italiano nacido en Cerdeña, Antonio Machoni.

PANORAMA DEL ANTIGUO TUCUMÁN

El antiguo Tucumán, integrado por las actuales provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, Tucumán, Córdoba, Santiago del Estero y occidente de Chaco y Formosa, al llegar los españoles a mediados del siglo XVI estaba poblado por aborígenes que culturalmente pueden dividirse en dos grandes grupos: los de economía productiva y los de economía depredadora. Eran racialmente diferentes y ocupaban áreas geográficas bastante definidas. Los primeros, el área valliserrana del Noroeste conquistada por los incas. Su lengua madre era el kakán, pero además hablaban el quichua o lengua general. Formaban pueblos de unas 1.500 almas, regidos por curacas; eran sedentarios, agroalfareros y pastores de camélidos. Pertenecían a la raza ándida, baja de altura, muy resistente y de complexión sólida. Los segundos poblaban las llanuras boscosas de Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago, Chaco y Formosa abarcando un área que, por el oeste, llegaba hasta las estribaciones de las Sierras Subandinas y Pampeanas y, por el este, hasta la provincia de Santa Fe. Eran nómades y racialmente las crónicas los


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describen como “altos de cuerpo y bien dispuestos, medio gigantes”.1 A este grupo pertenecían los lules. La primera vez que aparece este gentilicio para incorporarse definitivamente a nuestra historia, es en las crónicas que relatan el encuentro de los expedicionarios de Diego de Rojas con ellos, en 1545, cuando pasaban por Tucumán de regreso al Perú, tras descubrir el camino al Río de la Plata. Vivían junto a un río “que llevaba agua colorada”2 –el actual río Colorado– y según Manuel Lizondo Borda, su área de dispersión era “la zona comprendida entre la montaña (Sierras del Aconquija) y el Salí, desde Famaillá para el Norte, incluyendo los llanos y valles de Trancas y de Burruyaco.”3 Vuelven a ser mencionados en las crónicas a partir de 1550, cuando comienza del poblamiento del Noroeste argentino. El contacto más asiduo de los españoles con ellos hizo posible recopilar datos antropológicos que nos permiten concluir que eran exponente de una etapa muy primitiva de la sociedad humana, conclusión válida para la generalidad de las tribus de las llanuras boscosas:4 Eran nómades; vivían en perpetua movilidad en busca de agua o alimentos. Cuando se asentaban en algún sitio, agotaban todo lo comestible que éste ofreciese. Ocasionalmente sembraban maíz, calabazas y legumbres, pero una vez consumida la cosecha reanudaban su peregrinaje por lo que solían guerrear con otras tribus por territorios abundantes en alimentos o recurrían al saqueo de pueblos de economía productiva. Hablaban la lengua tonocoté, pobre para expresar ideas complejas. Carecían de un concepto de deidad, aunque creían en seres benéficos o maléficos, eran muy supersticiosos y tenían hechiceros que interpretaban los sucesos y se desempeñaban como médicos.5 Andaban desnudos o apenas cubiertos.6 Eran muy libertinos en sus prácticas sexuales. Tenían una institución semejante al casamiento, pero 1

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Del cronista Pedro Gutiérrez de Santa Clara. Ver Piossek Prebisch, Teresa, Los hombres de la entrada. Historia de la expedición de Diego de Rojas, 1543-1546, edición de la autora, Tucumán, 2005, pág. 64. Del cronista Cieza de León, Pedro, Ibidem, pág. 246. Citado por Furlong, Guillermo S. J., Entre los lules de Tucumán, Buenos Aires, Talleres Gráficos “San Pablo”, 1941, pág. 19. Ver Lozano, Pedro, S. J., El Gran Chaco Gualamba, Capítulo XVI, pág. 98 y sigs. Ibidem, pág. 100. Ibidem, capítulo XVII, pág.104.


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cuando alguno de los cónyuges se cansaba del otro, sencillamente lo dejaba. Cuando una mujer tenía un hijo sin estar casada, generalmente lo abortaba o mataba al nacer. No hacían grandes duelos por sus muertos a los que enterraban en postura fetal después de eliminar todo lo que les hubiese pertenecido. Desconfiaban de quienes no pertenecían a su grupo o raza. Carecían del hábito del trabajo y eran “gente muy interesada, que no da nada sin la paga...Todo imaginan que se les debe...”7 Eran muy aficionados a las bebidas alcohólicas y con la algarroba preparaban grandes cantidades de chicha8 para celebrar unas borracheras de carácter casi ritual que denominaban la “Junta del Diablo.”9 Duraban un mes y, durante ellas,10 desataban descontroladamente todos los instintos primarios que puede albergar el alma humana pues si bien, mientras no estaban intoxicados por el alcohol se mostraban de buen carácter, en el curso de las borracheras revelaban ser rencorosos, vengativos y extremadamente violentos: Ya bien bebidos empiezan los garrotazos, flechazos, estocadas y pendencias en que se hieren malamente y a veces se matan, que en eso para siempre toda la fiesta, en que llevan la peor parte las mujeres casadas, hasta que vencidos de la fuerza de la bebida se tienden o caen por los suelos...11

Pero lo que más impresiona de la idiosincrasia de los lules es lo siguiente: No formaban pueblos porque su “modo de vivir... era estar divididos unos de otros por familias, por el horror que tienen a vivir en común (comunidad)”,12 tanto que el grupo más numeroso que llegaban a constituir era de unas diez personas unidas sólo por el vínculo familiar. Aunque reconocían a algún individuo como cacique, le guardaban “respeto u obediencia”13 sólo en caso de guerra. Tampoco inculcaban a los hijos el hábito de obedecer a sus padres. El jesuita Alonso Sánchez escribía que 7 8 9 10 11 12 13

Ibidem, capítulo XVI, pág. 99. Bebida alcohólica hecha de maíz o de algarroba. Ibidem, capítulo XVI, pág. 101. Ibidem, capítulo XVI, pág. 101. Ibidem, capítulo XVII, pág. 106. Ibidem, capítulo XVII, pág. 104. Ibidem.


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todos tenían “una misma forma de gobierno o, por mejor decir, de desgobierno. Cada uno es señor de sí y vive como le da la gana, sin reconocer en otro ningún legítimo derecho para que le mande cosa alguna.”14 Otro jesuita, el P. Juan Andreu, señalaba que carecían de toda “forma de vida política, ni subordinación de unos a otros.”15 En conclusión, eran lo que el diccionario define como “ácrata”, esto es, gente que “suprime toda autoridad”. Hemos considerado imprescindible hacer este cuadro descriptivo de los lules –extensivo a prácticamente todos los aborígenes de la llanura boscosa– para que se comprenda la complejidad del trabajo de quienes misionaron entre ellos. A partir de la fundación de Santiago del Estero en 1553 se inició en el Tucumán un proceso de conquista y colonización cuyos factores clave fueron la fundación de ciudades, la implantación del sistema de encomiendas y la llamada Conquista Espiritual cuyo objetivo era la evangelización de los indios. La llevaron a cabo principalmente miembros de Órdenes religiosas y, entre aquellos que misionaron entre los lules en las décadas finales del siglo XVI, descollaron el franciscano San Francisco Solano y el jesuita Alonso Barzana que compuso un Arte y vocabulario de la lengua lule-tonocoté –gramática y diccionario– cuyo original se perdió. Ambos realizaron una valiosa labor no sólo de evangelización, sino también de transculturación que lamentablemente no perduró. La causa radicó en que los lules fueron repartidos a encomenderos de las ciudades de San Miguel de Tucumán y Esteco quienes les impusieron un sistema de trabajo reñido con su modo de vida, lo que desencadenó su fuga masiva al bosque chaqueño. Sin embargo hubo otro factor que contribuyó a complicar la relación los colonizadores del Tucumán y los indios de las llanuras boscosas: El sector oeste del área original de dispersión de estos indios fue siendo ocupado gradualmente por los colonizadores con la fundación de ciudades –Santiago del Estero, San Miguel de Tucumán, Esteco, Salta y Jujuy–, la apertura de caminos y la instalación de establecimientos agrícola-ganaderos. Los indios se vieron compelidos a retirarse hacia el este, hacia el bosque por su

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Vitar, Beatriz, Guerra y misiones en la frontera chaqueña del Tucumán (1700-1767), Biblioteca de Historia de América-Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1997, pág. 87. El subrayado corresponde a la autora del artículo. Ibidem, pág. 82.


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espesura bien llamado El impenetrable, parte del año sometido a sequías y, el otro, el desborde de los ríos Pilcomayo, Bermejo y Salado a lo largo del cual quedó marcada la que se llamó La frontera del Chaco. Esta pérdida de territorio sumada al hábito del saqueo y la depredación, llevó a los desde entonces identificados como los indios del Chaco a atacar periódicamente estancias, mercaderes, caseríos de indios domésticos e incluso ciudades, como ocurrió con San Miguel de Tucumán atacada en 1690 por los mocovíes, los enemigos más temibles de los tucumanenses. El hecho es que, a partir de fines del siglo XVII, existía un estado de guerra fronteriza perpetuo y aunque los españoles levantaron tres fuertes y fundaron dos ciudades,16 no pudieron frenar las acometidas de los indios chaqueños cuya intensidad y audacia fue creciendo de modo que, a fines del siglo XVII y comienzos del XVIII, la situación se había tornado insoportable.

EL GOBERNADOR DON ESTEBAN DE URÍZAR Y ARESPACOCHAGA

Era Caballero de la Orden de Santiago, maestre de campo de la infantería española por Su Majestad. Fue gobernador y capitán general del Tucumán desde 1707 a 1724, y asumió como su primordial tarea de gobierno hacer la guerra ofensiva –no meramente defensiva– a los indios chaqueños. Sus objetivos eran éstos: Penetrar en su territorio. Empujar a los mocovíes al interior del Chaco. Atemorizar a otros indios belicosos como los guaycurúes. Cautivar a los rebeldes para repartirlos entre quienes contribuyeran a derrotarlos. Aceptar a los que ofrecieran la paz. Recuperar a aquellos cuyos antepasados fueron domésticos y bautizados, como eran los lules cuyo paradero en la espesura de El impenetrable se desconocía. Urizar convocó gente de las ciudades del Tucumán, Tarija, Paraguay, Corrientes, Santa Fe y Buenos Aires. También a mestizos, mulatos, pardos –mulatos libertos– y a indios amigos. Según el historiador jesuita P. Pedro Lozano, autor de El Gran Chaco Gualamba, fuente principal del presente tra-

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Concepción del Bermejo y Santiago de Guadalcázar fundadas en 1585 y 1628 respectivamente, pero destruidas en 1631.


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bajo, reunió 1.316 hombres, “el mayor ejército que se hubiera juntado en el Tucumán”17 hasta entonces. Ingresó al Chaco desde el sur, oeste y norte. El teatro de operaciones fue la cuenca de los ríos Bermejo y Salado, por lo que abarcó territorio de las provincias de Jujuy, Salta, Santiago y Chaco. Llevaba como intérprete a un joven indio mocoví llamado Antonio, años atrás cautivado por un capitán español quien lo había educado para su servicio y hablaba castellano, quichua y una de las tantas lenguas chaqueñas. Integraban la expedición cuatro jesuitas que estarían encargados de la conquista espiritual y de “administrar los sacramentos y cuidar de las almas, así de los soldados cristianos como de los infieles que se apresasen”18 que hacía veinticuatro años no recibían predicación evangélica. Uno de estos jesuitas era el P. Antonio Machoni.19 Nació el 10 de octubre de 1671 en el pueblo de Iglesias, Cerdeña, e ingresó en la Compañía de Jesús el 23 de noviembre de 1688 siendo un muchacho de 17 años. Realizó estudios universitarios en el Colegio y Seminario de Caller-Cagliari, de Cerdeña, donde leyó Gramática y Lógica y, más tarde, Física y Metafísica.20 Deseoso de evangelizar infieles, en 1697, contando 26 años, llegó a nuestro país, pero, contra sus deseos, lo asignaron a la Universidad de Córdoba donde enseñó Gramática a los estudiantes de la carrera de Artes durante cuatro años. Sólo en 1710 concretó su sueño de ser enviado a misionar. La primera campaña de Urízar comenzó en junio de ese año. El regimiento que comandaba partió del Fuerte de San Esteban de Valbuena situado en la margen izquierda del río Salado, rumbo al río Bermejo. Machoni, de 39 años, lo acompañaba como “capellán y mayor y superior de la misión castrense”21 en su primera experiencia de lo que significaba andar por tierra de infieles, un mundo agresivo, diametralmente distinto del académico. A

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Lozano, Pedro, S. J., Ibidem, capítulo LXVI, pág. 316. Ibidem, pág. 315. Los otros tres eran los P. P. Francisco de Guevara que venía con la gente de Tarija. Baltasar de Tejada, con la de La Rioja y Catamarca. Joaquín de Yegros con la de Santiago del Estero y Tucumán. Dato proporcionado por la Dra. Cristina Vera, miembro de número de la Junta Provincial de Historia de Córdoba, autora de Antonio Machoni y Las siete estrellas de la Mano de Jesús. Italia, 2008. Ibidem.


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fines de 1710, tras seis meses de campaña, entre los días 4 y 7 de noviembre, a unas leguas al noreste del río Salado inesperadamente encontraron dos asentamientos de indios lules. Uno era de los llamados lules pequeños y, otro, de los lules grandes, distinción que radicaba en que los pequeños eran una sola parcialidad mientras que los grandes eran un grupo formado por varias: oristinés, isistinés y toquistinés. Tanto unos como otros se quejaron de que mocovíes y guaycurúes los hostilizaban constantemente por lo que estaban llevando una vida de padecimientos, muy miserable. Urizar comprendió que se le brindaba una oportunidad imperdible de sacarlos del bosque chaqueño y les hizo una propuesta: reducirse en el fuerte de San Esteban de Valbuena donde tendrían la protección del destacamento español y alimento asegurado. Movidos por estas conveniencias los lules hicieron con él capitulaciones que el P. Lozano detalla en el capítulo LXXI de su obra. Como intérprete intervino el joven Antonio, ascendido al cargo de sargento mayor. Era fin de año; comenzaban las lluvias estivales por lo que Urízar suspendió la campaña hasta el invierno siguiente. Durante los meses de convivencia con Machoni había comprobado sus condiciones de hombre de carácter firme, que no se arredraba ante dificultades, que se adaptaba a las circunstancias y que, además, tenía fortaleza física. Por todas estas razones lo consideró la persona adecuada para ser párroco y misionero de la reducción de los lules. Machoni aprovechó el intervalo de paz para aprender la lengua de quienes serían sus catecúmenos, la que un siglo atrás el P. Alonso Barzana clasificó como Lule-tonocoté. También compuso un nuevo Arte y Vocabulario en reemplazo del perdido y tradujo a esa lengua oraciones y textos doctrinarios: Padre Nuestro. Ave María. El Credo. La Salve. El Acto de Contrición. Los Artículos de la Fe. Los Mandamientos de la ley de Dios. Los Mandamientos de la Santa Madre Iglesia. Los Sacramentos. Las Virtudes Cardinales. Suponemos que por este tiempo también empezaría a compilar datos geográficos en base a los cuales años después dibujaría un mapa de la región.

LA REDUCCIÓN DE SAN ESTEBAN DE VALBUENA

Como estaba previsto, en 1711 Urízar realizó la segunda campaña del Chaco. Concluida ella, en el mes de noviembre, Machoni se hizo cargo de


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la reducción de indios lules –1.200 almas en total–22 llamada San Esteban de Valbuena, levantada en las vecindades del Fuerte homónimo. Como colaborador le habían asignado al P. Joaquín de Yegros, criollo nacido en Asunción del Paraguay. Era una reducción pionera pues en ella se ponía en práctica, por primera vez, el sistema misional que los jesuitas habían propuesto como condición para aceptar la tarea: Los lules no serían repartidos en encomiendas causa de su fuga un siglo atrás; tampoco pagarían tributo ni prestarían servicio de mita. Los misioneros realizarían con ellos una gestión autónoma 23 y acordaron con Urizar tomar ciertas medidas iniciales con el fin convencerlos de la conveniencia de permanecer en Valbuena: Abastecerlos regularmente de ganado y grano para evitar que huyeran en busca de comida. No violentarles su habitual modo de vivir –signado por la ley de la economía no productiva–, exigiéndoles tareas que jamás habían realizado. Educarlos gradualmente en la cultura del trabajo. Por lo tanto, los soldados del fuerte serían los encargados de todas las tareas de manutención: trabajar la tierra, cuidar el ganado y carnear las reses para el consumo diario.24 Otra exigencia de los jesuitas era hacer viviendas para los lules como medio de iniciarlos en la vida sedentaria y los encargados de construirlas también fueron los soldados. Debía ser una “población en forma de fuerte, en cuadrángulo, y las casas a una agua, de manera que cada familia tuviese la suya con dos cuartos, privilegiando a los caciques y capitanes para hacerles conocer la benevolencia y distinción con que se les atiende por depender de ellos la conservación del gentío.”25 Los privilegiados por Urízar, creyendo que al hacerlo ganaría su lealtad lo que contribuiría a mantener sosegado al resto, fueron tres indios caudillos: Fernando, de los lules pequeños a quien dio “el bastón de mando de su numerosa parcialidad” y Calixto y Gregorio a quienes dio “bengalas de capitán”.26 El recinto contaba con patio central y estaba situado frente al fuerte. Como los lules grandes y los lules pequeños no se tenían mucha simpatía –lo 22 23 24 25 26

Ibidem, capítulo LXXVII, pág. 389. Vitar, Beatriz, Ibidem, pág. 231. Lozano, Pedro, S. J., Ibidem, capítulo LXXXI, pág. 414. Ibidem, capítulo LXXIII, pág. 355. Ibidem, capítulo LXXIX, pág. 401.


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que más adelante traería problemas–, “se separaron las viviendas de unos y otros, mandando tirar una pared que dividiese el sitio en partes iguales, con dos puertas que caían al frente del presidio donde tuviesen su morada los dos padres misioneros para mayor seguridad de sus personas.”27 Otra preocupación de gobernador y misioneros era la desnudez de los lules por lo que Urizar envió, para los indios principales, “vestidos [para] ellos y [para] sus mujeres,” más “quinientas varas de ropa de la tierra para vestir a las solteras y demás casadas que alcanzase”.28 En el momento inicial los lules se mostraron satisfechos con la vida en la reducción: comían con una regularidad desacostumbrada, tenían techo, algunos ropa y contaban con protección armada contra mocovíes y guaycurúes. Por su parte, Machoni inició con Yegros la labor consistente no sólo en evangelizar, sino en transformar los hábitos de vida de los reducidos: Inculcarles la idea de vivir en comunidad acatando leyes de convivencia; iniciarlos en una economía de producción basada en la agricultura y la ganadería. Ese era el alto proyecto misionero, pero en la realidad resultó una labor muy difícil de concretar porque consistía en superar hábitos profundamente arraigados. Machoni les predicaba en su lengua lule-tonocoté y si con los niños alcanzaba éxitos, no ocurría lo mismo con los mayores. El P. Lozano escribía que “No se puede expresar con palabras cuánto afán les costaba instruir a los adultos... conseguir que observasen forma de república racional, que es el primer paso para que lleguen a ser sólidamente cristianos.”29 Uno de los obstáculos a vencer era la indolencia porque aunque el único esfuerzo exigido a los lules consistía en ir diariamente a misa y a catecismo, para lograr que asistieran a las clases los misioneros debían hacerles obsequios después de cada una. Otro obstáculo era su desconfianza hacia todo lo que se les propusiese, como sucedió con el bautismo. Machoni, desde el primer momento enfatizó la necesidad de que tanto infantes como adultos lo recibieran; explicaba que el bautismo borraba el pecado original y abría las puertas de la vida eterna, pero pronto sucedió algo que malogró su prédica cuando, tras bautizar a 27 28 29

Ibidem, capítulo LXXVII, pág. 388. Ibidem, capítulo LXXIX, pág. 402. Ibidem, capítulo LXXVII, pág. 389.


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un recién nacido que agonizaba, al poco rato el niño murió. Esto hizo que cundiera entre los lules el convencimiento de que el bautismo provocaba la muerte y le opusieron fuerte resistencia. El hecho se revirtió sólo gracias a dos casos ocurridos a más de un año de instalada la reducción, cuando un niño y una adolescente que estaban a punto de morir, recuperaron la salud después de recibir el bautismo. Otra preocupación se originaba en la ausencia total, en los lules, de la idea de la previsión, de modo que cotidianamente los misioneros debían ir de casa en casa repartiéndoles la ración diaria de alimentos pues si les entregaban más de la justa, la dejaban perder. Periódicamente el gobernador Urízar enviaba varas de tela, pero esto le creaba a Machoni otro problema a solucionar: para que la tela fuese de utilidad, debía ser transformada en vestimenta para los lules por lo “que el mismo Padre por sus manos les cortaba y cosía, para lo cual se humilló a aprender el oficio de sastre...”.30 Los misioneros también se desempeñaban como médicos y enfermeros cuando estallaban las epidemias periódicas de viruela, enfermedad originaria del Viejo Mundo que hacía estragos entre los aborígenes. Como los familiares de los dolientes solían abandonarlos por temor al contagio, ellos visitaban casa por casa cargando una olla con comida, para alimentarlos. Pero quizá la mayor batalla de los misioneros era la librada contra dos vicios a los que tanto los lules como la generalidad de los aborígenes eran muy proclives: El libertinaje sexual y la embriaguez, ambos desencadenantes de episodios de violencia que dejaban secuelas de odio y descomposición. Dentro de este problema les afligían las solteras que llevaban una vida tan disoluta, que Machoni y Yegros, viendo el poco efecto que hacían sus prédicas a favor de la castidad y del matrimonio cristiano, debieron rever su modo de acción aplicado desde hacían, ya, dos o tres años. Concluyeron que el error estaba en que habían tomado las normas del cristianismo –resultado de un desenvolvimiento cultural secular y complejo que unía la raíz judía con elementos asimilados de la cultura grecolatina– y creyeron posible inculcarlas a gentes en una etapa muy primitiva de evolución. Comprendieron – como muchos misioneros a lo largo de América– que esas normas no podían serles impuestas de un día para otro, sino en un paciente proceso gradual. Lo primero de ese proceso era despertarles la idea de obediencia a normas 30

Ibidem, capítulo LXXIX, pág. 401.


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de conducta, en este caso puntual, aquella de que la unión del varón con la mujer debía tomarse como un compromiso sólido, celebrado con acato a una ley. Lograrlo era el escalón fundamental que luego llevaría a otro superior, por eso llegaban a la conclusión de aceptar que esa unión no fuese In facie Ecclesiae, con tal que fuese dentro de alguna ley: Advirtiendo los Padres la disolución con que vivían las solteras..., discurrieron un medio para atajar tantas ofensas de nuestro Señor, y fue que se casasen a su usanza y modo que solían en los bosques, prometiéndoles dar de vestir a ellas y a sus maridos, con algunas cintas y abalorios que son dádivas para ellas más apreciables y que (después), en hallándose bien instruidas en la Fe, se las bautizaría y casaría en la Iglesia como a los cristianos.31

En todas las ocasiones que se le presentaban Machoni insistía en su prédica contra la embriaguez y la lujuria. Ganó muchos adeptos del grupo de los lules grandes, en especial a los toquistinés, pero, simultáneamente, provocó la reacción contraria de tres integrantes del grupo de los lules pequeños, nada menos que aquellos a los que Urízar privilegió con distinciones: Fernando, Calixto y Gregorio. Contra lo esperado, se volvieron enemigos de todo lo que proviniera de los religiosos excepto, obviamente, las conveniencias materiales de comida, techo y vestimenta. Fernando, caudillo del trío, secundado por Calixto y Gregorio, valiéndose de su grado de maestre de campo y recurriendo a la intriga, la prepotencia y el miedo ejercía gran dominio sobre los lules pequeños. Era alcoholista y lascivo por lo que se sentía tan aludido por la severa prédica de Machoni, que le tomó un odio visceral. Sin embargo, al margen de lo estrictamente personal, había otro motivo más profundo: Había captado que la evangelización traía consigo la transformación de un modo de vida en el cual él se sentía cómodo y poderoso, y se volvió símbolo de la resistencia al cambio en contraposición a Machoni que lo personificaba. Su reacción se manifestó en una tortuosa campaña contraevangelizadora que revela un aspecto muy ingrato y poco conocido de la labor misional, que ponía a prueba la entereza de quien la realizaba. La campaña comenzó de palabra, mediante la descalificación de todo lo que los misioneros predicaban, que se intensificaba paralelamente al crecien31

Ibidem, capítulo LXXIX, pág. 403.


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te respeto y aprecio que Machoni ganaba entre los lules grandes. Al advertir que su campaña contraevangelizadora no prosperaba, Fernando concibió una idea perversa cuyo objetivo era provocar que los superiores de la Compañía y el gobernador Urízar retiraran a Machoni ignominiosamente de la reducción: Dos veces hizo correr infructuosamente el rumor de que estaba amancebado con sobrinas suyas a las que amenazó con golpes si no propagaban la calumnia.32 Machoni, superando estas miserias oponiéndoles templanza, continuó con su acción evangelizadora y transculturadora en la que obtenía triunfos que exasperaban a Fernando. Cierta vez sucedió lo siguiente: Como era época en que el maíz empezaba a brotar, Machoni había señalado un día para que los indios fuesen a desyuyar los surcos. Entonces Fernando, la noche previa al día indicado, tentó con una borrachera a los que irían a trabajar de modo que cuando a la mañana siguiente se presentaron, todavía estaban alcoholizados. Al verlos, Machoni les dijo: “Andad... a vuestros ranchos... a digerir la chicha... que hoy... ni conocéis cuál es hierba, ni cuál es maíz...”33 Sin embargo, este boicot al trabajo resultaba un daño menor comparado con otro manejo de Fernando que Machoni descubrió con amargura porque afectaba profundamente la predicación: A cambio de dinero, entregaba indias a los soldados del fuerte,34 “especialmente las solteras huérfanas,” es decir, el sector más indefenso de la comunidad. Pronto Fernando asestó otro golpe a la reducción: Aprovechando que nuevamente había estallado una epidemia, convenció a cincuenta familias lules de huir con él a los bosques para evitar el contagio. El perjuicio resultó grande pues esas familias significaban unos doscientos individuos que retornaban a la vida salvaje, a quienes, durante ya cuatro años, los misioneros venían evangelizado, educando, alimentando, curando, vistiendo y habituando a vivir en comunidad. Este suceso terminó de convencer a Machoni de la conveniencia de hacer un cambio que abriera nuevas perspectivas a la reducción: trasladarla de Valbuena a Miraflores y lejos de toda guarnición militar.

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Ibidem, capítulo LXXX, pág. 411. Ibidem, pág. 409. Ibidem, capítulo LXXIX, pág. 399.


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TRASLADO DE LA REDUCCIÓN: SAN ESTEBAN DE MIRAFLORES

Viajó a la ciudad de Salta y le expuso al gobernador Urízar sus varias razones:35 Los campos de Valbuena no eran los mejores para la crianza del ganado propiedad de la reducción. Los lules reducidos estaban “muy cerca de sus parientes” fugados con Fernando. El hecho de encontrarse la reducción en las vecindades del fuerte se había transformado en una inconveniencia, primero, por dar lugar a trata de mujeres; segundo, porque de las ciudades enviaban al fuerte “toda la gente perdida... del Tucumán” y Machoni temía que “corrompiesen... las buenas costumbres que a costa de tan grandes trabajos se iban estableciendo en la reducción.” Finalmente, los lules no se hacían a la idea de “trabajar la tierra para su sustento” porque estaban acostumbrados a que los soldados lo hicieran. Por todas estas razones pedía trasladar a los lules al asiento que ocupaba el fuerte de Ntra. Sra. del Rosario de Miraflores, pero solicitaba que, previamente, se retirara de él la guarnición militar y se la despachara al fuerte de Valbuena. Urízar aceptó y de este modo Miraflores quedó vacío, listo para ser ocupado por la reducción. Machoni ordenó que, antes de concretarse el traslado, “los mismos indios” dirigidos por un maestre de campo, “fabricasen... casas para su habitación.” Como iglesia habilitarían la capilla del fuerte y, en cuanto al alojamiento para él y Yegros, “podría servir... una casa vieja en que solía morar el capitán del fuerte.” Era tan precaria, que carecía de cerramientos de modo que Machoni colgó “una piel de vaca”36 en el vano de entrada de su habitación para tener cierta intimidad. El traslado tuvo lugar el 7 de agosto de 1715. El fuerte de San Esteban pasó a llamarse Nuestra Sra. del Rosario de Valbuena y la reducción tomó el nombre de San Esteban de Miraflores. Pero más importante que el cambio de lugar y nombre fue el de la política hacia los lules a los que Machoni les requirió que “dejando la innata ociosidad, se aplicasen al trabajo para que por sí mismos lograsen el sustento.”37 35 36 37

Ibidem, capítulo LXXXI, pág. 413 y sigs. Ibidem, capítulo LXXXII, pág. 425. Ibidem, capítulo LXXXI, pág. 413.


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Alcanzar este objetivo era fundamental pues si bien el traslado de la reducción solucionaba ciertos problemas, planteaba el de no contar más con la mano de obra de los soldados. La consecuencia fue que los misioneros debieron asumir nuevos trabajos y se vieron obligados a “echar mano del arado para romper la tierra y sembrar; en coger la hoz para segar las mieses, en tomar el azadón para cavar.”38 Pensaban que la mejor enseñanza es el ejemplo, pero no resultó fácil que los lules se dieran por aludidos. 39 No obstante, Machoni y Yegros prosiguieron pacientemente en su objetivo de enseñar a trabajar a los lules que gradualmente fueron aprendiendo a cuidar el ganado y labrar la tierra. Algunos aprendieron el oficio de sastre y las mujeres, a hilar la lana de las ovejas, a teñirla y tejerla. Cierta vez, acertó a llegar a la reducción un negro albañil y los misioneros aprovecharon sus conocimientos para mejorar las casas y para enseñar albañilería a los “indios más hábiles.”40 La reducción progresaba en el sentido de que, de a poco, los lules iban haciéndose al hábito del trabajo, pero un día reaparecieron en escena mostrándose muy devotos, Fernando y Calixto; Gregorio aparentemente había muerto. Machoni, tan pronto vio a Fernando, le dijo “que no ignoraba el motivo de su vuelta, que no era el deseo de vivir como cristiano sino gozar únicamente de las conveniencias temporales de la reducción.”41 Fernando se sintió agraviado y planificó su venganza en base a algo que lo irritaba sobremanera: El ascendiente que Machoni había ganado entre los lules grandes, a lo que se sumaba haber conseguido mejorar las relaciones entre éstos y los lules pequeños. Concibió la idea de despertar nuevamente el encono y azuzó a éstos para que hostilizaran a los grandes hasta que la situación llegó al punto que él deseaba: al borde de una batalla campal. En el sector de los pequeños había organizado una gran borrachera acompañada de cantos, lo que era una ceremonia típica, previa a un encuentro violento. En respuesta, los lules grandes se habían armado con arcos y flechas, aguardando el ataque. Machoni les pidió que se tranquilizaran, pero ellos le respondieron que si él quería que depusieran las armas, hiciera algo para

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Ibidem, pág. 417. Ibidem, pág. 414. Ibidem, capítulo LXXXII, pág. 423. Ibidem, pág. 424.


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poner fin a los insultos de los lules pequeños. Machoni reconoció que tenían razón y llevado de un profundo enojo se dirigió al lugar donde los pequeños celebraban su borrachera y los increpó con furia en una de las escenas más difíciles de la vida de la reducción: Entró en la ranchería de los lules pequeños que estaba hecha toda una behetría, porque los unos bailaban, los otros cantaban, éstos lloraban, aquellos reían; aquí estaba uno que no pudiendo (sostener) sobre los hombros la cabeza cargada de chicha, la tenía muy inclinada hacia delante, allí otro que la había reclinado sobre los hombros; unos tirando flechas al aire, en donde la imaginativa, confundidas las especies con los vapores de la chicha, les representaba a sus enemigos; otros sentados junto a los cántaros, diciendo mil requiebros al asqueroso brebaje. Entró, pues, el Padre reprendiendo en voz alta a los atrevidos y fulminando amenazas en nombre del gobernador de Tucumán; con que los valientes temblando de miedo, se retiraron a sus ranchos, menos los que estaban sentados alrededor de dos grandes cántaros. Contra estos instrumentos de su embriaguez convirtió el Padre su enojo, haciéndolos pedazos con el báculo que traía en la mano; y de esta suerte quedaron los lules amedrentados y las tres parcialidades [de lules grandes] satisfechas, en alguna manera, de los agravios recibidos.42

Fernando, frustrado, se retiró nuevamente a los bosques, pero no por mucho tiempo sino que volvió con sus seguidores, entre los que se contaba Calixto, con el propósito de asesinar a Machoni como única manera de librarse de él. Dos veces lo intentó y ambas fracasó por lo que Calixto resolvió consumar él, el asesinato: Una mañana se dirigió al rancho del misionero armado con un cuchillo, pero el P. Yegros lo vio a tiempo y lo detuvo.43 De esta manera, providencialmente, tres veces Machoni se salvó de la muerte. Como vemos, los misioneros estaban sometidos a intensos esfuerzos físicos y psicológicos; quizá por esta causa el P. Yegros enfermó y los superiores lo enviaron al Colegio de Córdoba, a recuperarse. Fue reemplazado el P. Juan Antonio Montijo que, en el breve tiempo en que estuvo en la reducción de Miraflores, ejerció una influencia novedosa y positiva. Era hombre lleno de inventiva y de gran habilidad para los oficios mecánicos, que “unas veces se hacía albañil y, otras, carpintero... y enseñaba a los indios los mismos oficios.”44 Realizó obras tan variadas como abrir una acequia para llevar agua a 42 43 44

Ibidem, capítulo LXXX, pág. 410. Ibidem, capítulo LXXXII, pág. 426. Ibidem, capítulo LXXXI, pág. 421.


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la reducción; mejorar el edificio de la iglesia y ornamenarlo; fabricar instrumentos musicales –arpa, rabel y violón–, para celebrar los oficios y enseñar a los indios a tocarlos. También, cuando era preciso, oficiaba de médico y boticario, pero lamentablemente enfermó y murió. Me atrevo a decir que, quizá, la influencia del creativo P. Montijo contribuyó a despertar en los lules un talento que su primitivismo mantenía sin desarrollar: su “buen instinto para las cosas mecánicas.”45

LA HONROSA CARRERA DE MACHONI

Machoni estuvo a cargo de Valbuena durante cuatro años y de Miraflores durante cinco, hasta que en 1720, cuando contaba 48 años, el Provincial de la Orden lo designó su secretario. ¿Qué fue de la reducción de los lules después de su partida? Quedó a cargo de Joaquín de Yegros –ya restablecido– secundado por el P. Lorenzo Fanlo,46 a quienes tocó una etapa signada por la mala suerte: Fernando y Calixto, sabiendo que ya no estaba Machoni, regresaron a Miraflores en 1721 para hacer sentir su influencia disolvente de siempre, hasta que cierto día regresaron a sus bosques y no aparecieron nunca más. En 1722 estalló una gravísima epidemia de viruela y los lules masivamente “huyeron al tiempo de la siesta, en que los misioneros daban algún descanso a sus cuerpos fatigados y rendidos con el demasiado trabajo de asistir y servir a los apestados.”47 Miraflores quedó “sin otros habitantes que los enfermos graves, esto es: 18 adultos y un centenar de niños...”.48 Para agravar la situación, en 1724 falleció el gobernador Urízar y Arespacochaga, el gran apoyo de los misioneros y benefactor de los lules. Los mocovíes aprovecharon la circunstancia para saquear la reducción hasta que lograron arruinarla. En ese año ya no pudo sostenerse más y fue abandonada, “retirándose unos neófitos de ella con su misionero el P. Joaquín de Yegros, a las cercanías de la ciudad de Tucumán.”49 Eran sólo diez familias 45 46 47 48 49

Ibidem, capítulo XVI, pág. 98. El P. Guillermo Furlong lo llama Lorenzo Fraulo. Ibidem, capítulo LXXXII, pág. 427. Furlong, Guillermo, S.J., Ibidem, pág. 59. Ibidem.


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lules resto de las 1.200 almas que formaron el planten inicial de la reducción. El superior del Colegio de Tucumán les cedió un área en la Estancia del Colegio, donada un siglo atrás por el Deán Francisco Salcedo a la Compañía. Distaba 4 o 5 leguas –20 o 25 kms.– de San Miguel de Tucumán, y estaba entre los ríos Colorado y Lules. De esta manera, por una curiosa vuelta de la historia, los lules regresaban al lugar donde los conquistadores los encontraron por primera vez 179 años atrás, a fines de 1545. Así surgió la reducción de San Isidro que, superado un período inicial de inestabilidad, se transformó en una gran estancia donde funcionaban curtiembre y carpintería; en la que se sembraba maíz y trigo; en la que se plantó y benefició por primera vez en nuestro país la caña de azúcar. Todo ello era prueba de que finalmente rendían fruto los principios de la cultura del trabajo inculcados durante nueve años ininterrumpidos de predicación, admonición y ejemplaridad de conducta por Machoni con colaboración de Yegros, Montijo y Fanlo, en las reducciones de Valbuena y Miraflores. El P. Machoni en 1724 fue designado Maestro de Novicios, cargo que desempeñó durante seis años. Quizás durante este período conoció e hizo amistad con el P. Pedro Lozano a quien relató detalladamente los avatares de su riquísima experiencia misional que el historiador consignó en su libro El Gran Chaco Gualamba. Seis años después –en 1730–, casi simultáneamente Machoni fue nombrado rector de la Universidad de Córdoba y Lozano dio fin a su libro. Como Machoni viajaba a Roma y Madrid en calidad de rector y de procurador de la Provincia Jesuítica del Paraguay –a la que el Tucumán pertenecía–, llevó consigo el original. Le había escrito un erudito prólogo nutrido de citas tomadas de las Sagradas Escrituras y de los Clásicos, y en él enfatizaba que quienes provenían de las Indias solían traer “oro,... plata,... riquezas”, pero que él, en cambio, traía el libro de Lozano. Fue editado en 1732, en Córdoba, Andalucía donde también se editó una obra de Machoni titulada Siete estrellas de la mano de Jesús. En el mismo año, pero en Madrid, se publicó su Arte y vocabulario de la lengua lule y tonocoté incluyendo las oraciones y textos doctrinarios traducidos a esa lengua. Además de escribir el prólogo del libro de Lozano, Machoni dibujó el mapa que acompaña el texto, situando lugares geográficos y asentamientos indígenas de una tierra desconocida por el mundo europeo, en la cual él había pasado tantos, intensos años de su vida. El recuerdo de su experiencia


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durante ellos y de las necesidades de las misiones, Colegios y Universidad de la que era rector estaba siempre presente en su mente. En Roma adquirió, para la iglesia de la misión de los mocovíes, una imagen de San Javier.50 También en esa ciudad y en Madrid, compró gran cantidad de libros de modo que cuando regresó a nuestro país en 1734, traía 22 cajas. La mayoría se destinó a la biblioteca de la Universidad de Córdoba. Machoni también traía con él a dos jesuitas jóvenes, los padres Pedro Juan Andreu y Pedro Artigas que desempeñarían una gran labor en la reducción de San Isidro de Lules contribuyendo a hacer realidad el proyecto misional de evangelizar y educar a un pueblo para sacarlo de la prisión de su primitivismo y hacerlo avanzar, en años, siglos de evolución cultural. Cuando el P. Machoni finalizó su rectorado, ocupó el alto cargo de Provincial de la Provincia del Paraguay, desde 1739 hasta 1743. Es decir, que recorrió toda la escala jerárquica jesuítica. Murió en el Colegio de Córdoba, el 25 de julio de 1753, a los 72 años. Fue uno de los muchos personajes extranjeros que contribuyeron a la formación de nuestra cultura, tarea extraordinaria de la cual él se expresó así en el prólogo al libro de Lozano: Es [decía refiriéndose al libro] una sabia Descripción Corográfica de aquella dilatadísima parte del Tucumán que se llama Chaco... Campos de batalla fueron los que describe este libro... de valerosísimos soldados, capitanes de otra esfera, que habiendo sentado plaza en la Compañía de Jesús dejando sus patrias, sus gustos, sus conveniencias y esperanzas fueron a pelear estas batallas del Señor... y consiguieron tantos triunfos de la ignorancia, tantas victorias del pecado y tantos trofeos del infierno, cuantos fueron los innumerables infieles que convirtieron... Fueron... los labradores sagrados que, repechando montes, penetrando selvas y atropellando imposibles de dificultades, araron esos incultos campos con el arado de su acerada paciencia...

Él fue uno de esos soldados.

50

Así lo consigna el misionero Florián Paucke S. J. en su obra titulada Hacia allá y para acá. Una estada entre los indios mocovíes, UNT, Departamento de Investigaciones regionales en colaboración con la Institución Cultural argentino-germana. Sin mención de editorial. Buenos Aires, 1942.


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BIBLIOGRAFÍA FUNDAMENTAL Bruno, Cayetano, SDB, Las Órdenes religiosas en la evangelización de las Indias, Ediciones Didascalia, Rosario 1992. Furlong, Guillermo, S.J., Entre los lules de Tucumán, Talleres Gráficos San Pablo, Buenos Aires, 1941. Furlong, Guillermo, S. J., Historia Social y Cultural del Río de la Plata. 1536-1810. El trasplante Cultural, Tipográfica Editora Argentina, Buenos Aires, 1969. Millé, Andrés, Derrotero de la Compañía de Jesús en la conquista del Perú, Tucumán y Paraguay y sus iglesias del antiguo Buenos Aires. 1567-1768, Emecé Editores, Buenos Aires, 1968. Vitar, Beatriz, Guerra y misiones en la frontera chaqueña del Tucumán (1700-1767), Biblioteca de Historia de América - Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1997.


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ENTRE SERMONES Y CUENTAS. ACTIVIDAD MISIONERA Y ECONÓMICA DE LOS JESUITAS DE LA GOBERNACIÓN DEL TUCUMAN

— Cristina del Carmen López —

Los estudios sobre la acción desplegada por la Compañía de Jesús en la América hispana son relativamente numerosos, tanto desde el punto de vista de la misión evangelizadora que cumplieron, como de sus actividades políticas y económicas.1 Algo similar ocurre con la región del antiguo Tucumán, aunque las investigaciones se han mantenido en el plano de estudios más puntuales y específicos, que si bien ofrecen una significativa riqueza de información, han impedido una visión más abarcativa de las actividades desarrolladas por la Compañía en la región. 2 La Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola a comienzos del siglo XVI, ingresó a la Gobernación del Tucumán en 1585. Desde su arribo fundaron Colegios y residencias en casi todas las ciudades y se abocaron a dos tareas centrales: la misión consagrada a los indios y la prédica destinada a los españoles. La tarea misional se llevó a cabo mediante la agru1

2

Trabajos pioneros para la región fueron los de Magnus Morner, Actividades políticas y económicas de los jesuitas en el Río de la Plata, Buenos Aires, 1968, y Nicholas Cushner, Jesuit Ranches and the agrarian development of colonial Argentina, 1650-1767, State University of New York Press, 1980. Los más destacados son los trabajos de Sara Peña De Bascary, “Compañía de Jesús – Aporte para un estudio del acrecentamiento de propiedades en la provincia de Tucumán, Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán, Año IX, nº 5, 1993, y “Jesuitas en Tucumán al filo de la expulsión”, Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán, Año IX, nº 6, 1994. Y los de Beatriz Robledo,“El espacio jesuítico de San Miguel de Tucumán”, Actas del Primer Congreso de Investigación Social, Tucumán, 1996. Trabajos precedentes fueron los de Guillermo Furlong, Entre los vilelas de Salta, Buenos Aires, 1929, Los jesuitas y la cultura rioplatense, Montevideo, 1933, Entre los Lules de Tucumán, Buenos Aires, 1941; Paul Groussac, Los jesuitas en Tucumán, Imprenta La Razón, Tucumán, 1872, y J. F. Lazaro, “Las Temporalidades de Tucumán a fines del siglo XVIII”, Trabajos y comunicaciones, nº 1:109-119, La Plata, 1949.


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pación de los indígenas en reducciones (o misiones) en las que se mantenía a la población separada de los encomenderos para evitar los malos tratos, a la vez que se les imponía hábitos de trabajo y evangelización cristiana. La Compañía encaró decididamente la oposición contra las obligaciones de “servicio personal” impuestas por el sistema de la encomienda en la región, según el cual se obligaba a los indígenas a servir a los encomenderos sin retribución y de acuerdo a la conveniencia de los primeros. Esto les valió el enfrentamiento con la sociedad civil. Los Colegios de la región pasaron a depender, desde 1604, de la Provincia Jesuítica del Paraguay, donde residía el General de la Orden. En su papel de confesores de la sociedad y en tanto elite intelectual que instruía en las primeras letras e impartía sus doctrinas en las Universidades, los padres de la Compañía gozaron de gran prestigio en el mundo colonial. Entre las actividades religiosas, la confesión cumplió un papel central para crear un estrecho vínculo entre los jesuitas y los vecinos. Gracias a su influencia fueron a menudo depositarios de las herencias que les legaron personajes importantes de la sociedad y que facilitaron el acrecentamiento del patrimonio de la Orden. En el contexto de marginalidad de la Gobernación del Tucumán, que no contaba con metales preciosos como el Alto Perú, se fue consolidando lentamente el proceso de la fundación de las ciudades, donde se desarrolló inicialmente el accionar de la Compañía de Jesús y luego extendieron sus actividades en las campañas y en las fronteras. Con el apoyo de algunos miembros de la sociedad y la oposición de otros, erigieron sus Colegios: primero fue en Santiago del Estero y en San Miguel, luego siguieron las instalaciones de Córdoba y Salta, y finalmente en La Rioja y Catamarca con lo que afianzaron su poder social y cimentaron las bases económicas. Y aunque la Orden fue adquiriendo prestigio rápidamente, no logró un desarrollo tan deslumbrante como en otras regiones de América sino hasta la segunda mitad del siglo XVIII. A partir de entonces se consolidó la obra fundacional con la creación de las misiones y las reducciones, así como la adquisición de las estancias, chacras y haciendas. La experiencia que traían del Perú en cuanto a las costumbres de los pueblos nativos y sus lenguas fue fundamental para la pacificación de los naturales. La misión religiosa se complementó con la enseñanza de las primeras letras. En cada una de las ciudades de la Gobernación los jesuitas fueron


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fundando escuelas que constituyeron, hasta la expulsión de la Orden, las únicas que impartían la educación formal de aquel período. A comienzos del siglo XVII, más precisamente en 1614, se erigió la Universidad en la ciudad de Córdoba, primera en la región que podía otorgar títulos válidos en los dominios españoles. Dos de los aspectos que más han llamado la atención de los historiadores y público en general con respecto a los jesuitas ha sido su accionar en las misiones y su bien merecida fama de grandes empresarios. La importancia y preocupación por las cuestiones económicas, quedó señalada en las constituciones de la Orden, pues una de las Instrucciones establecía “la necesidad de un sólido conocimiento en materia económica de los Rectores de los colegios, cuyos ingresos debían ser suficientes para garantizar la educación.” Cada Rector debía contar con un Procurador cuya obligación era llevar las cuentas exactas, ocuparse de los títulos que confirmaran los derechos sobre el amplio patrimonio de la Compañía y cuidar que los ingresos de los establecimientos aumentaran. Un objetivo prioritario de los padres jesuitas era contar con propiedades inmuebles para trabajarlas y hacerlas producir. Esta actitud, propia de muchas órdenes del clero regular, entre las que se cuentan también los betlemitas y los dominicos, caracterizó a la Compañía de Jesús que se destacó por el nivel de interés que depositó en los asuntos económicos. El proceso de adquisición de propiedades fue similar en todas las jurisdicciones. La Compañía implementó un doble juego de estrategias para acrecentar su patrimonio, haciendo uso de su influencia religiosa y cultural sobre los vecinos para lograr sus propósitos, mientras que en otras oportunidades debieron negociar cada transacción echando mano a sus conexiones con quienes detentaban el poder social y político. Por otro lado, la política de acrecentamiento de los patrimonios parece haber seguido un ritmo común en todos los espacios ocupados. Hubo un período inicial de activa adquisición de propiedades que se concentró principalmente en el siglo XVII y un segundo momento caracterizado por menos adquisiciones pero de establecimientos ubicados en zonas estratégicas que permitían la comunicación entre todas las estancias y potreros de la Orden. Los procedimientos de apropiación de inmuebles y de producción formaron parte de un vasto sistema institucionalizado por la Compañía de Jesús para todos los colegios del mundo. Sus modalidades de inversión, negocios


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y demás actividades económicas estaban destinadas a permitir el autoabastecimiento del conjunto de los establecimientos y generar excedentes para sostener las necesidades de la religión y la educación. Todos los Colegios eran también solidarios entre sí y con el respaldo que ofrecía la Orden podían superar los períodos de crisis. En la jurisdicción de San Miguel, la Orden obtuvo la primera donación en 1588, consistente en un solar que fue destinado a la construcción del Colegio. Recién en 1613 la Compañía quedó realmente comprometida con la producción local cuando recibió la donación de la estancia de San Pedro Mártir, efectuada por el deán Francisco de Salcedo. La donación incluía, además de una importante extensión de tierras, 5500 cabezas de ganado vacuno, 3500 ovejas, 10 esclavos y 4000 pesos corrientes. Esa propiedad se convirtió con el tiempo en el núcleo central de la estancia de Lules. A partir de entonces, otras donaciones, sumadas a las compras y trueques de tierras que efectuó el Colegio, completaron el patrimonio que se tasó en 1767. En el momento de su expulsión la Orden contaba con casi 400.000 hectáreas en la zona de piedemonte, la llanura y los valles intermontanos. Se había convertido en el propietario más poderoso de tierras rurales de la jurisdicción. El conjunto se componía de once estancias, linderas unas con otras. Tafí, San Genuario, San Javier, La Zanja y Raco, integraban los potreros de altura destinados principalmente a la cría de ganado. Las “tierras bajas” comprendían la Reducción, San Pablo, el Manantial y el Taficito. Las haciendas de Vipos y Lules concentraban la producción agrícola y artesanal y actuaban de centros de organización de las actividades de control y comercialización de todo lo producido en el resto de las estancias. Este patrimonio se complementaba con varias chacras y solares en la ciudad y algunas “suertes de tierras” que se integraban al complejo productivo que incluía cría de ganados mayores y menores, sementeras de trigo y maíz, huertas y pequeños cañaverales e instalaciones para la producción de harinas, suelas, ladrillos, sombreros. El colegio de Santiago del Estero, instalado al sur de Tucumán, tenía su estancia principal en San Ignacio.3 Contaba con ocho puestos y potreros,

3

Mayo, C, Albores, O y Gimenez, F, “La estancia de San Ignacio en la gobernación de Tucumán (1767-68)”, Cuadernos de Historia, Universidad de la Pampa, Argentina, 1977.


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una huerta cercada, perchel, carpintería, herrería, lomillería y molino propio. Desde allí dominaba un amplio espacio que se extendía hasta el valle de Catamarca. En las estancias menores (estanzuelas), los potreros y los puestos ubicados “a los cuatro vientos”, se repartían las actividades. En las estancias de San Francisco, Quimilpa, Gualcona y el Potrerillo se distribuían los ganados. En San Ignacio los padres de la Compañía organizaron un sistema de regadío con embalses artificiales que proveían la energía necesaria para poner en funcionamiento el molino. Esta práctica fue muy común en casi todas las estancias del Tucumán que pertenecían a la Orden. Las propiedades de Salta, ubicadas en el valle de Lerma y en la frontera este, datan del siglo XVII. La más importante era la hacienda del Bañado, situada en el camino que unía Lerma con Calchaquí y con muy buenas pasturas y aguadas óptimas para la invernada de mulas. La hacienda de la Caldera se ubicada unas cuatro leguas al norte de la ciudad y permitía la comunicación directa con el valle Grande de San Francisco y la ciudad de Jujuy. Contaba con el anexo de las estancias de los Sauces, Porongos y Despensa, las dos últimas situadas en la frontera con el Chaco. Otras estancias instaladas en el umbral del Chaco fueron las de La Cámara, la Hoyada y Barraza y conformaban una unidad en las proximidades de la antigua ciudad de Esteco. El Colegio de Salta contaba también con importantes chacras de gran extensión, como las de La Isla y Lizondo, cercanas a la ciudad, y la chacra de La Quebrada, próxima a la hacienda del Bañado. 4 En Córdoba, las haciendas más valiosas fueron las de Alta Gracia, Santa Catalina y Jesús María. La estancia de Santa Catalina fue adquirida a comienzos del siglo XVII y se convirtió en la más opulenta de cuantas integraron la Gobernación. La producción que se obtenía allí se destinaba a sostener el Colegio Máximo, la Universidad y el Noviciado de Córdoba. Contaba con una chacra con producción de trigo y una huerta con cientos de árboles frutales: vides, membrillos, duraznos, manzanos. Funcionaban también allí dos molinos, dos hornos de pan y dos para cocer ladrillos. El obraje textil complementaba las instalaciones destinadas a la producción, mientras que el casco de la estancia, la Iglesia y el cementerio de los padres eran claro ejem4

Confr. Sara Mata de López, “Mano de obra rural en las estancias jesuíticas del Colegio de Salta. 1768-1770”, Mayo, Carlos (comp.), La historia agraria del interior. Haciendas jesuíticas de Córdoba y el Noroeste, CEAl, 142: 79, 101, Buenos Aires, 1994.


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plo de la majestuosa construcción de la época. La estancia de Alta Gracia no tenía las dimensiones ni el valor de la anterior, pero constituía un importante complejo que reunía ocho puestos, carpinterías y herrería, además de tienda, despensa, barbería y botica.5 En la Rioja, donde los jesuitas se instalaron más tardíamente (1624), acumularon también un importante patrimonio inmobiliario. La fundación de la Casa de la Compañía se concretó, como en las otras jurisdicciones, mediante la ayuda financiera de las autoridades y los vecinos. En este caso, fue el mismo gobernador de la provincia del Tucumán, don Luis Quiñones Osorio, quien se convirtió en el principal benefactor de la Orden. Para ello legó una finca valuada en “8000 escudos de oro y doce siervos” para fundar el Colegio. Con el tiempo construyeron la Casa de ejercicios, dos hornos para tejas y tinajas. Entre las estancias cercanas a la ciudad se contaban La Saladilla, Las Cañas, El Duraznillo y las Higuerillas. En la sierra de Velazco se ubicaba la estancia de Guaco y en el valle de Famatina, las haciendas de Malligasta y Nonogasta y numerosas tierras y potreros adyacentes. La lista de propiedades da cuenta del acaparamiento de las tierras ubicadas en las zonas más ricas de la jurisdicción. La mayor parte de los terrenos fueron adquiridos durante el siglo XVII.6 El último Colegio en fundarse en el Río de la Plata fue el de Catamarca que data del año 1743. En poco más de tres décadas hasta la expulsión de la Orden, los jesuitas adquirieron cuatro haciendas en la jurisdicción. La más importante fue la de Alpatauca que tenía anexadas dos estancias más, Santa Rosa y Desmonte. El complejo estuvo dedicado especialmente a la producción de algodón y aguardiente. Le seguía en importancia la hacienda de Amamato que junto a la de Paquilín, eran establecimientos ganaderos. La hacienda de La Toma era la tercera en importancia y estaba dedicada también a la producción de aguardiente aunque tenía anexados dos potreros más. 7 Algunas valuaciones de las propiedades se registran en la Tabla 1. 5 6

7

Confr. Joaquín de Gracia, Los Jesuitas en Córdoba, Buenos Aires, 1940. Confr. Lía Quarleri, “Los jesuitas en La Rioja colonial: los mecanismos de adquisición de tierras. Integración y conflicto (1624-1767), Memoria Americana, 8, Universidad de Buenos Aires, 1999. Confr. de La Fuente, A., “Aguardiente y trabajo en una hacienda catamarqueña colonial: La Toma, 1767-1790”, Anuario del IEHS, III: 91-159, Tandil, 1989.


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Tabla 1: Precios de estancias de Compañía de Jesús. Gobernación del Tucumán. 1767 (en pesos de ocho reales) Santa Catalina

Córdoba

1.743

Tafí

Tucumán

15.800

Altapauca

Catamarca

15.286

Amamato

Catamarca

14.546

La Toma

Catamarca

13.475

Lules-Reducción

Tucumán

10.520

Nonogasta

La Rioja

7.230

Fuentes: Elaboración propia

La apropiación de las tierras por parte de la Compañía incluyó mercedes, donaciones, compras, trueques e inclusive, pleitos entablados con otros propietarios. Analizando el porcentaje de cada una de estas modalidades se destaca, en casi todos los casos, la adquisición mediante transacciones comerciales, lo que pone en tela de juicio aquella idea que sostenía que la mayor parte de las propiedades jesuitas habían sido obtenidas mediante donaciones de los vecinos que habían sido convencidos por los padres para que así lo hicieran. En muchos casos, los pleitos siguieron a las adquisiciones, especialmente en aquellas regiones donde las aguadas eran escasas como ocurrió en La Rioja y Catamarca. En ambas jurisdicciones los conflictos con las autoridades y los vecinos atravesaron los dos siglos de permanencia de la Orden. Todas estas acciones estuvieron acompañadas de los recursos legales necesarios para reafirmar las posesiones adquiridas mediante amparos posesorios, expulsión de intrusos y confirmación de linderos.

LOS SISTEMAS DE TRABAJO Y DE PRODUCCIÓN DE LAS ESTANCIAS

Los complejos agrícolas se interrelacionaban entre sí y formaban un sistema que respondía a las condiciones ecológicas, sociales y mercantiles de su localización. Por ello no se puede hablar de un modelo único de composición y explotación de los establecimientos jesuitas en la Gobernación del


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Tucumán. Lo que sí se pudo detectar fue una serie de rasgos comunes que permiten caracterizarlo. Para comenzar hay que decir que los establecimientos formaban parte de un complejo productivo mucho mayor que reunía las estancias de cada jurisdicción y de cada una de ellas, a su vez, en el espacio comprendido por la Provincia Jesuítica del Paraguay. Implicaba la división y jerarquización interna de los establecimientos: había estancias principales que constituían el ámbito de producción especializada, de administración y de comercialización, y estancias subsidiarias que se integraban al conjunto mediante una aceitada red de caminos, pasos y sendas por donde transitaba la producción. Este tipo de organización diferenciaba a la Orden del resto de los productores coloniales pues en el primer caso, si una hacienda no rendía lo esperado durante algunos años, de igual modo los jesuitas podían mantener los molinos o comprar más esclavos para la misma hacienda. Esta lógica de la autosubsistencia o de subsistencia solidaria era una ventaja de casi todas las órdenes religiosas que contaban con recursos diversos para ubicarse en los mercados. Sin embargo, la necesidad de sostener las actividades religiosas, educativas y misioneras muchas veces les obligó a vender la producción en desventajas ya que no podían acumular para esperar por mejores precios. Las necesidades apremiaban. De cualquier manera el poder negociador de la Compañía le permitía obtener buenas ganancias en la mayoría de las operaciones. El ideal de la empresa jesuítica fue limitar la dependencia del mercado al menos, en lo que hacía al aprovisionamiento de bienes e insumos. Por eso mismo casi todos los establecimientos mostraron una marcada tendencia a la diversificación productiva que involucraba actividades agrícolas y ganaderas asociadas con la producción de manufacturas y transportes. Hubo determinados bienes que se llevaban al mercado y otros que se consumían internamente, por lo que cada estancia privilegió un determinado tipo de producción por encima de otro, en un intento por adaptarse a las condiciones de la región y a la demanda de los mercados a los que se enviaba la producción. Las mulas, por ejemplo, eran el gran negocio de las estancias jesuíticas de Córdoba, el vino y el aguardiente el principal ingreso de las haciendas riojanas como la de Nonogasta y algunas catamarqueñas como la de La Toma. Otras, como la de Tafí en nuestra provincia, se especializaban en la producción de quesos, la de Lules, producción de vacunos, cereales y algo de melaza a partir de la caña de azúcar.


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La producción para el consumo estaba constituida generalmente por el maíz y el trigo y las harinas como derivados. Se complementaba con verduras, legumbres y frutas.Se sumaba la producciòn de las carpinterías y herrerías. En algunas estancias como la de Lules la producción manufacturera de suelas fue muy importante, así como los textiles en Córdoba. La autosuficiencia no fue pareja en todas las haciendas. Estuvo mejor lograda en las estancias de Córdoba y Tucumán, pero fue casi inexistente en las de Salta, que debían abastecerse en otros Colegios de la Compañía. La actividad más rentable del conjunto de los Colegios del Tucumán fue la cría, invernada y comercialización de mulas. El Colegio de San Miguel, por ejemplo, actuaba de nexo de las operaciones de compraventa del ganado mular conectando a los criadores santafecinos que enviaban cientos y hasta miles de cabezas para ser invernadas en los potreros del Colegio y luego eran vendidos en la tablada de Salta. Los principales compradores estaban en el Alto Perú. Antes de su expulsión el cura Rector de Tucumán, Joseph Sánchez y el Procurador del Colegio de Salta, Luis de Toledo habían formalizado una sociedad que introducía el ganado, lo invernaba y lo vendía. Para ello consolidaron vastas redes de intermediarios entre los que figuraban no sólo los comerciantes locales, sino también autoridades del Cabildo y de la Gobernación.8 Tabla 2: Existencia de ganado en estancias jesuitas de la Gobernación del Tucumán. 1767 ESTANCIA

UBICACIÓN

VACUNOS

San Ignacio

Tucumán

13.690

Tafí

Tucumán

12.000

Alta Gracia

Córdoba

6.000

La Caldera

Salta

5.200

Lules

Tucumán

1.580

MULARES

EQUINOS

1.599

2.836 3.909

3.000

1.100

12

332

Fuente: Robledo, 1996, ob. cit.

8

Sara Peña de Bascary, “Jesuitas en Tucumán al filo de la expulsión”, Revista de la Junta de estudios Históricos de Tucumán, Año IX, Nº 5, 1993.


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A diferencia de los propietarios particulares, las corporaciones eclesiásticas gozaban de acceso directo a capitales líquidos que obtenían a través de donativos privados. Eso les permitía invertir en forma redituable prestando dinero a los estancieros más importantes, a la vez que movilizaban la producción invirtiendo en esclavos y contratando mano de obra para tareas estacionales. Ello solía hacerse mediante el pago de salarios que incluían la propia producción y parte en metálico. Como ya hemos adelantado, la situación no era tan ventajosa a la hora de ingresar al mercado para vender los productos, pues el mantenimiento de los Colegios urbanos, el culto y los propios establecimientos productivos, obligaba e vender en condiciones aún adversas para la Orden. Antes de su expulsión, la Compañía de Jesús tenía intereses en todas las empresas agrícolas y propiedades importantes de la Gobernación. Comerciantes de Santa Fe y Córdoba, así como del Alto Perú, funcionarios locales y regionales, estancieros y curas vinculados por lazos de parentesco y sociedades comerciales con la Orden integraron las listas de quienes trataron con los jesuitas durante el período de su accionar. Las diferentes actividades que se desarrollaban en las estancias eran meticulosamente establecidas y supervisadas mediante Instrucciones escritas. De acuerdo con el Método e Instrucción para los Capataces y Mayordomos impuesto por el Colegio de Tucumán, que se hizo extensivo para el personal de la Junta de Temporalidades a cargo de los bienes de los jesuitas expulsados, se establecía, por ejemplo que: luego de los aguaceros de la primavera los administradores debían enviar a recoger las crías de las yeguas y potros que en el invierno se habían dispersado. Para evitar la muerte de los animales debían cuidar diariamente de las gusaneras que desde el mes de octubre aparecían en las yeguas y las vacas. En noviembre los chacareros debían comenzar a arar y a mediados de diciembre concluir con la siembra del maíz. Los curtidores debían trabajar todo el año pues contaban con la suficiente cal bajo techo y los cueros se recogían a medida que se mataban las reses para el consumo. La carpintería también debía funcionar todo el año, aunque las maderas se acopiaban en los meses de junio, julio y agosto. Luego de la primera helada se debía comenzar a cosechar la caña, y a medida que se cortaba, se debía moler en el trapiche para que tuviera mejor rendimiento.


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LA MANO DE OBRA

La principal fuerza de trabajo de los establecimientos jesuíticos fueron los esclavos. La relativa independencia que tenían los colegios jesuíticos con los mercados y la amplia diversificación de la producción de las estancias era posible, en buena medida, por el empleo masivo de mano de obra esclava, aunque se complementaba con trabajadores libres. El número de esclavos por colegio era significativo: 93 en Santiago del Estero, 120 en Tucumán, 279 en La Rioja, 118 en las estancias de Salta y 21 en la hacienda de La Toma, en Catamarca. El Colegio de Córdoba reunía en la estancia de Santa Catalina 452 esclavos y 271 en Alta Gracia.9 Sin dudas que no hubo establecimiento particular que reuniera tal cantidad de mano de obra esclava, pero lo más destacado de este tema fue el hecho de que los jesuitas aplicaron una sutil política demográfica que permitía a los esclavos de la Compañía casarse entre sí, reproducirse y vivir en familias. El objetivo de esta estrategia era que, al mantenerlos agrupados en familias ofrecieran una mayor eficiencia laboral sin tener que acudir continuamente a la compra de nuevas “piezas”. El sector esclavo es la clave para entender el esquema y proceso de producción que caracterizó a estas vastas explotaciones agrarias. Sin esa mano de obra hubiera sido impensable la variedad y volumen de la producción de las estancias jesuitas, ya que eran utilizados para producir su propia ropa y alimento. Tejían, cultivaban y pastoreaban el ganado, con lo que obtenían los bienes para su manutención. Producían también buena parte de los elementos que se empleaban para pagar los salarios de los trabajadores libres pues confeccionaban las bayetas, los lomillos, los fustes y los sombreros. Finalmente se encargaban de producir los insumos y mantener el capital productivo, reparando y fabricando herramientas. En cuanto a los trabajadores libres, algunos de ellos constituían el sector de “asalariados”, integrado por peones contratados temporalmente para ciertas actividades o empleados en forma permanente para la atención general de las estancias. Los salarios siempre iban compuestos de plata y

9

Albores, O.; Mayo, C. y Sweeney, J., “Esclavos y conchabados en la Estancia de Santa Catalina, 1764-1771”, Revista América, nº 5, Buenos Aires, 1977.


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especies (las bayetas, lienzos, sombreros que fabricaban los esclavos, como hemos visto). Por otro lado estaban los agregados y los arrendatarios, que también colaboraban con las tareas de los establecimientos agrícolas. Entre los primeros había algunos calificados y otros que no lo eran. Un sector especial estaba constituido por los conductores de ganado que lo transportaban hacia las ferias del norte y que cobraban los salarios más elevados y con mayor componente de plata. Tradicionalmente se había pensado que el modo más eficaz para obtener mano de obra libre para los establecimientos jesuitas había sido el endeudamiento de los peones. Este mecanismo, utilizado en ciertas haciendas americanas de particulares, implicaba que el trabajador se endeudaba con su patrón para cubrir las necesidades básicas y por ello perdía la posibilidad de trasladarse hacia otros establecimientos por voluntad propia, a la vez que tampoco podía renunciar. Durante el período en el que las estancias de Tucumán estuvieron bajo la administración de las Temporalidades, el personal que era contratado por la Junta acostumbraba pasar por el Depósito para elegir entre los productos que allí había, a fin de “componer” su salario. Los retiros de productos que allí se hacían (telas, sombreros, cuchillos, etc.), con diferente frecuencia y en distintos porcentajes se imputaban en la cuenta salarial de cada peón como adelanto del pago convenido. Sólo los capataces y peones calificados recibían una pequeña proporción en moneda metálica. Los herreros, los especialistas en arreglar molinos y algunos curtidores cobraban, en general, por tanda de trabajo y no un salario mensual. Los montos promedios de un peón no calificado eran de cuatro pesos y de seis pesos para quienes ejercían tareas más específicas. 10 La situación de los agregados y arrendatarios es menos conocida. Sabemos que los agregados (individuos o familias que recibían una parcela de tierra para trabajar a cambio de prestaciones a la Compañía) realizaban todo tipo de tareas, tales como el arado, la siembra, la cosecha, la yerra, los rodeos, los “apartes” del ganado, la reparación de las cercas. Los arrendata-

10

Confr. Cristina Lopez de Albornoz, “La mano de obra libre: peonaje y conchabo en San Miguel de Tucumán a fines del siglo XVIII”, Revista Población y Sociedad, Fundación Yocavil, 1993, págs. 17-34.


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rios, en cambio, pagaban por las tierras que ocupaban con sumas fijas de dinero o cantidades variables de productos cosechados. En algunos casos se ha podido constatar que se establecieron montos fijos en fanegas de trigo que promediaban las cuatro fanegas anuales. Hubo casos excepcionales como el arriendo que se cobró al capitán Don José de Figueroa, vecino de Tucumán que arrendó la hacienda de Vipos por un monto estipulado en veinte fanegas de trigo anuales, lo que era un precio exorbitante para la época. Suponemos que el rendimiento de la estancia justificaba tan alto precio. Otra modalidad de arreglo para ocupar las tierras de los jesuitas eran los arrendamientos de “gracia” por los que no se pagaba ningún canon, aunque sospechamos que los arrendatarios contribuían a la producción de las estancias de la Orden. El sistema de arriendos difundido en los establecimientos jesuitas fue incorporado por otros sectores de la sociedad tucumana, como los particulares y los pueblos de indios. No podemos asegurar en qué momento y con qué intensidad se produjo esta práctica pero encontramos casos significativos en la campaña. El porcentaje de arrendatarios en el curato de Burruyacu ascendía al 34% en 1812, mientras que los propietarios de la misma zona sólo llegaban al 13%.El resto de los habitantes ocupaba la tierra en condiciones poco claras. Por otro lado, los pueblos indios de Colalao y Tolombón arrendaban, a fines del siglo XVIII, parte de sus tierras comunales a mestizos e indios que pagaban un canon a la comunidad. 11 En el caso particular del Colegio de Tucumán, tenemos referencias de que la explotación de los establecimientos rurales se complementaba con mano de obra indígena, procedente de la reducción de indios lule, que hacia 1760 contaba con varias decenas de familias que habían sobrevivido a los constantes traslados efectuados en el siglo XVIII. Las tareas desempeñadas por este amplio conjunto de trabajadores (libres, esclavos, agregados, arrendatarios) eran también muy variadas. Algunos ejercían trabajos vinculados con el control, supervisión y administración de las estancias en su calidad de capataces. En general esas actividades eran propias de los esclavos. Otros efectuaban actividades con cierta autonomía, como los puesteros, troperos y arrieros, que generalmente acudían con sus 11

Confr. Cristina Lopez de Albornoz, Vivir y trabajar en los campos tucumanos a fines de la colonia y comienzos de la independencia, Tesis de Maestría. Universidad Internacional de Andalucía, La Rábida, 1997.


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propios animales para desempeñar sus tareas. Finalmente se ubicaban los trabajadores no calificados.

LA VIDA EN LOS COLEGIOS Y LAS HACIENDAS

La vida en las haciendas jesuitas se desempeñaba rutinariamente repartida entre las tareas de producción y las actividades cotidianas. Casi todos los establecimientos contaban con un casco que en las estancias más grandes solía ser una construcción importante. Las haciendas de Alta Gracia y Santa Catalina fueron las más destacadas por sus iglesias de claro estilo barroco y con un patio central cerrado, alrededor del cual se ubicaban las dependencias donde residían los padres. En las más modestas no faltaban la capilla o el oratorio, en muchos casos de importante aire señorial. El casco de la hacienda del Bañado (en Salta) contaba con dos plantas y un campanario, techo de tejas y balaustradas de madera tallada. Allí se ofrecían los oficios religiosos a los que asistían los padres de la Compañía y todo el personal de las estancias. Cerca del casco solían encontrarse las rancherías de los esclavos, los talleres artesanales y frecuentemente también un perchel para almacenar granos. Los talleres estaban constituidos principalmente por las carpinterías y las herrerías, las almonas para fabricar jabón, los obrajes para los textiles y los galpones para la fabricación de sombreros, lomillos y pellones. Los molinos y las bodegas solían complementar las instalaciones de algunas de las haciendas. La tarea del personal, tanto de esclavos como de peones libres, se distribuía en cada uno de los talleres donde, como hemos visto, seguían precisas instrucciones de los padres. Pero, ¿cuáles eran las condiciones de vida de cada grupo que integraba el “mundo” jesuita? Si hay algo que sobresalía en ese mundo era que estaba dominado por hombres, pues los dueños, administradores y el grueso del personal, eran del sexo masculino. Sólo las esclavas y algunas pocas mujeres de los agregados y arrendatarios matizaban este conjunto. Los padres por lo general no habitaban en las estancias y haciendas – aunque si en las misiones y reducciones–, sino que se concentraban en los Colegios, donde contaban con las instalaciones apropiadas para el desempe-


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ño diario de sus ejercicios religiosos, su formación intelectual y la lectura de los libros contenidos en las bibliotecas. Las principales autoridades eran el padre Rector y el Procurador, encargados de los principales asuntos, y por debajo de ellos estaban los demás hermanos obligados por sus votos de obediencia a responder a sus superiores. Para el manejo de las haciendas delegaban su autoridad en un administrador que se encargaba de rendir cuentas de lo producido, contratar los peones necesarios y supervisar el movimiento de cada estancia. Por debajo de los administradores estaban los mayordomos que se encargaban de las operaciones en cada una de las estancias y potreros anexados al conjunto. Aunque los mayordomos eran directamente responsables ante el administrador solían tener contacto con las autoridades de los Colegios. Debajo de ellos estaban los capataces y en la base de esta jerárquica pirámide se ubicaba el resto del personal que trabajaba en las estancias, es decir, los esclavos, peones, agregados. El éxito alcanzado por los jesuitas en la utilización de tan importante número de trabajadores fue en gran parte el resultado de un eficiente sistema de obediencia y comunicación. El concepto de obediencia incluía el hecho de que el trabajador aceptaba su puesto o tarea sin pretensiones ni aspiraciones personales. Quedaba por entero a discreción de los superiores decidir en dónde debían trabajar los individuos y cuándo debían ser trasladados. Este criterio impidió que surgieran conflictos entre el personal de las estancias y entre los hermanos mismos. Las vías de comunicación dentro de los Colegios y fuera de ellos coincidieron con su estructura jerárquica. El General o Provincial de la Orden tenía en principio información completa de todas las actividades de su jurisdicción; el rector, de las actividades del Colegio; el administrador, del conjunto de las estancias y el mayordomo, de aquella que estaba bajo su supervisión. Una de las funciones de los provinciales y los rectores era la de utilizar la más completa información acerca de las actividades que realizaban sus dependientes a fin de descubrir problemas y corregir deficiencias. Para ello preparaban permanentes informes sobre las concesiones, favores y privilegios de la sociedad, contaban con copias de los documentos legales pertenecientes a las haciendas y confeccionaban listas de todos sus establecimientos con sus ingresos y las personas que tenían trato con ellos. Los informes debían rendirse con escrupulosa regularidad. Quedaba explícita dentro de este sistema de comunicaciones, la idea de la ayuda mutua. El intercambio de cartas e informes entre los inferiores y los superiores mantenía comunicadas


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a todas las partes sobre lo que estaba ocurriendo en las otras regiones. El resultado fue la enorme cantidad de material escrito que hoy constituyen las fuentes documentales para el estudio de las actividades de la Orden. Otro aspecto vinculado con las relaciones que establecían los padres jesuitas con los sectores dependientes fue el trato que brindaron a la población esclava. En líneas generales, las condiciones de vida de los esclavos parecen haber sido buenas para el criterio de la época, pues contaban con adecuadas raciones de alimentos, vestimentas y atención para su salud. En la estancia de Santa Catalina, la ranchería de los esclavos contaba con cincuenta y cinco cuartos de distintos tamaños, con paredes de piedra y barro y techo de tirantes, teja y cañas. Los esclavos solteros vivían separados por sexos. Las familias disponían de habitaciones individuales. Tales tratos parecen haber producido un mayor arraigo de esta población que, en otras circunstancias, siempre se veía tentada a escapar para obtener su libertad. Sin dudas que hubo sistemas de control que se basaban en premios y castigos que servían para mantener la lealtad. La estancia de Córdoba contaba con un calabozo con cepo y tres pares de grillos. Los vínculos creados entre los regulares y sus esclavos fue tal que su expulsión en 1767 produjo más de un amotinamiento de la población que no quería reconocer más amo que los padres de la Compañía. Las tareas se iniciaban con el alba cuando se rezaban las oraciones, se desayunaba y se comenzaba con las faenas del campo. Los domingos y días de fiesta se ajustaban las obligaciones para dedicar más tiempo a la instrucción religiosa. Austeridad y sobriedad eran las notas distintivas de la vida en los establecimientos jesuitas.

LAS MISIONES

La actividad misional de los jesuitas tuvo un particular desarrollo en la Gobernación del Tucumán, especialmente destacada por la fundación de reducciones en la región conocida como la frontera chaqueña, que se mantuvo muy insegura hasta bien entrado el siglo XVIII por los frecuentes ataques indígenas.12 12

Beatriz Vittar,“Las fronteras bárbaras en los Virreinatos de Nueva España y Perú. (Las tierras del norte de México y oriente del Tucumán en el siglo XVIII)”, Revista de Indias, vol. LV, Nº 203, Madrid, 1995.


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Desde comienzos de 1700 la fundación de las misiones jesuitas cumplió un papel fundamental en la consolidación y avance de la frontera pues sirvieron como barrera de contención de los ataques que frecuentemente hacían las poblaciones tobas, guaycurúes y mocovíes sobre las ciudades y estancias de españoles. En la región comprendida desde Santiago del Estero y hasta Tarija se fueron fundando las misiones de San Esteban de Miraflores (1711), Rosario de Salinas (1734), San José de Petacas (1735), Concepción de Indios Abipones (1749), Balbuena (1751), Ortega y Macapillo (1763). Esas reducciones concentraban población nómade de indios lule, isistinés, abipones, omoampas, vilelas y paysanés todos procedentes del Chaco, que se integraron más como soldados que como productores, ya que los grupos chaqueños reconocían una pobre tradición agrícola. Las reducciones intentaron reproducir el modelo de asentamiento hispano en el cual se concentró a la población indígena y se intentó imponerles nuevas formas de vida, hábitos de trabajo agrícola, costumbres familiares y fe cristiana, a la vez que cumplían su rol defensivo. Los resultados de la tarea evangelizadora fueron bastante dispares por la belicosidad de las poblaciones reducidas y por la actitud de los mismos colonizadores que hostigaban a las familias indígenas para apropiarse de su trabajo. Por eso mismo los indios abandonaban frecuentemente las reducciones y no todos lograron ser cristianizados. La gran mayoría conservó su lengua y sus costumbres. Sin embargo, y mientras duró la administración jesuita, las reducciones de Miraflores (en Salta) y Balbuena (en Santiago del Estero) cumplieron un rol fundamental en el aspecto religioso y también económico. Concentraron una población de aproximadamente 400 familias en el momento de su fundación. Y al producirse la expulsión las misiones contaban con casi 30.000 cabezas de ganado vacuno e instalaciones de almonas para fabricar jabón, carpinterías, herrerías. Parte de la producción de jabón y sebo de las misiones se comercializaba en el Alto Perú. Los indios reducidos trabajaban en la tareas rutinarias de las estanciasmisiones consistentes en la cría de ganado y las sementeras de maíz Pero se contrataban además peones y capataces para tareas específicas, cuando los indígenas eran obligados a participar de la pacificación de la región. La presencia de puesteros y personal para la yerra y de artesanos para la lomillería y la herrería, cuya procedencia étnica no es muy clara, tenía como objetivo la integración de la población chaqueña sometida.


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Aunque las misiones no estaban autorizadas para integrarse en el circuito mercantil de venta de mercancías, sino que debían limitarse a la comercialización de su propia producción a los fines de obtener lo necesario para el abastecimiento del personal que vivía en ella y el salario de los peones, las cuentas de varias estancias dan muestras de un incesante intercambio de distintos efectos, entre los que se destacaban los textiles europeos. La expulsión de los jesuitas hizo languidecer el rol de las misiones pues disminuyó la población permanente por la deserción de la mayor parte de las familias indígenas, a la vez que los bienes muebles, ornamentos, ganados y demás productos de cada misión fueron incautados por los particulares. Al iniciarse la revolución y la guerra las misiones quedaron desmanteladas y las tierras fueron vendidas a muy bajo precio, permitiendo el avance de las estancias ganaderas de los vecinos de la región, a la vez que las poblaciones indígenas quedaron nuevamente recluidas en la inmensidad del espacio chaqueño. A mediados del siglo XIX la dura conquista militar encarada por los gobiernos nacionales terminó por supeditar definitivamente el territorio y la población del Chaco a los intereses particulares.


E. P ERILLI

DE

C OLOMBRES G ARMENDIA : San Pedro de Colalao

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SAN PEDRO DE COLALAO: SUS ORÍGENES Y EVOLUCIÓN *

— Elena Perilli de Colombres Garmendia —

LA COMUNIDAD DE COLALAO

En el afán de conocer el origen de San Pedro de Colalao se deben considerar los sucesos que tuvieron lugar en el siglo XIX en relación a la comunidad de los indios Colalao, propietarios de las tierras. Estos las poseían desde 1679, por compra que realizaron a Ana Martínez Campusano, viuda de Bernardo de Abreu y Figueroa, la que las recibió en herencia, y cuya posesión dio lugar a numerosos pleitos. La venta a favor de los caciques de Tolombón y Colalao estaba fechada en Salta, 16 de septiembre de 1679. Eran llamadas tierras de “Pusana” o “Susana”.1 Desde 1808 estos terrenos se arrendaban en beneficio de los comuneros y permanecerían indivisas hasta el siglo XX, aunque se fueron vendiendo algunas partes. Hacia 1828, el gobierno emitió un decreto por el que se prohibía a los indios exigir arriendos por los terrenos para invertirlos en usos particulares. Se disponía que todo el producto de los mismos se aplicaría a la fábrica de la Iglesia (la fábrica era la renta o derecho que se cobraba y se usaba en las iglesias para su reparación y para costear el culto. Se anotaba en un libro denominado Libro de Fábrica). Este pedido lo realizó el cura y vicario quien

* 1

Una versión preliminar de este trabajo fue entregada para una historia de San Pedro de Colalao que permanece inédita. Archivo General de Tucumán. (En adelante AGT). Sección Jud. Civil, Exp. 1, Serie E, Caja 202. Deslinde de la Estancia de Colalao. Almonacid José y José Burela.


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debía recibir del comisionado recaudador la suma de los arriendos con una nota con los nombres de los arrenderos y la cantidad que cada uno pagaba. Se llevaría un cuaderno manual con las anotaciones que se entregaría al gobierno. Se nombró comisionado a Estanislao Romano.2 Posteriormente otros fueron encargados de esta tarea. Al parecer, los límites y extensión de las tierras eran motivos de interminables disputas pues no estaban claros, así lo prueban algunos documentos. En 1832, Valentín Senardo de Colalao declaraba que el juez de primer cuartel de Trancas le exigió 24 pesos de la recaudación de arriendos del Pueblo de Colalao. En respuesta, se argumentaba que el gobierno comisionó al juez para el esclarecimiento de los arriendos recolectados, por consiguiente, no era pertinente exigir al recaudador cantidad alguna y se le prevenía que debía recoger de los indios los títulos de propiedad de los terrenos de Colalao, o que los tenedores los presentasen en el término de 8 días para examinarlos.3 Es hacia fines del dominio colonial cuando la presión fiscal y el avance estatal por apoderarse de las tierras se hacen sentir con más rigor. Pese a esta orden, los comuneros se negaron a hacerlo, el gobierno previno al alcalde de Trancas a reiterar el mandato de lo contrario las tierras se declararían baldías y pertenecientes al Estado. Como consecuencia de ello, se producirían migraciones, dispersión, ocupación de tierras ajenas, etcétera, que indicarían un reordenamiento de las comunidades y la construcción de nuevas identidades sociales y culturales.4 Los comuneros arrendaban las tierras percibiendo por ellas entre 2 y 4 pesos por lote; eran aproximadamente 55 arrenderos y cobraban alrededor de 200 pesos. Los propietarios y padres de familia de Colalao eran 66 en 1832, entre hombres y mujeres y 13 menores: Pedro José, Bernardo y Segundino Goya; Matilde Díaz; Francisco Javier e Hipólito Cruz, Marcos Pedraza, Alejo Rivadeneira, María Rosa, Petrona, Mercedes, Fermín Manuel, Hilario, Justo, Valentín, Romualdo, Margarita, Agustín Senardo; María Francisca, Simón,

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Reglamentación de arriendos, Colalao, en Archivo Histórico de Tucumán (En adelante AHT, Sec. Adm., Vol. 32, 1826, f 364 y v. citado por Silvia Eugenia Formoso y Elena Perilli, Departamento de Trancas: Origen y Evolución, Tucumán, 2000, pp. 70-71. AHT, Sec. Adm., Vol 40, Año 1832, f 22, Arriendos de Colalao. Cristina López, “Los pueblos de indios de Tucumán”, Revista de la Junta de Estudios Históricos, Nº 12, Tucumán, 2007.


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Pedro, María Aurelia Palavecino; María Bernarda y José Manuel Guaymán, José Aguirre, Lorenzo Delgado, Fernando Vera; José Manuel, Cosme, María Mora; Luis, María Bárbara, María de la Encarnación, Fulgencio, Rosa Básquez; Faustino Fernández, Manuel Hualinchay, Juan de Dios Piguante, Simón, Nicolasa, Eugenio y Francisco González; Jacinto Burgos, Nicolasa Alvarez, Josefa Anagua, Santiago Fisgalito, Juan Ordoñez, Cecilio Montoya, Lorenzo Maidana, José María Vellido, Marcos y Simón Valdez. Los menores eran: Juan y Anunciación Castillo; Ascencio, Esteban y Juan de la Cruz Sapasa; Bernarda Guaymán, Juana Nieva, Juan Francisco Lisardo, María Micaela Rosel, Juan Bautista Cruz, Domingo Ruiz, Manuel Alvarez y Balbín Eraso.5 Alejandro Heredia, gobernador de Tucumán a partir de 1832, se apoderó de los terrenos declarándolos potreros del Estado y los cercó. Hacia 1839, su viuda, Juana Cornejo, vendió la estancia de “Zárate” a Manuel Paz sin devolver sus tierras a los indios. Estos tramitaron un largo juicio para que les reconocieran sus derechos, siendo repuestos en la posesión por un breve tiempo y luego, nuevamente despojados. El esclarecimiento del proceso es difícil por los términos confusos, lo cierto es que se llegó a un acuerdo con el nuevo propietario de Zárate acordándose una línea equidistante del lugar llamado “La Toma” hasta la Lagunita en la parte correspondiente a los indios, y se colocaron mojones a lo largo de la línea con la marca de Paz para la de sus tierras y la de la comunidad, en la opuesta. Del trámite se encargó Pedro Dalgare Etcheverry. Entre 1830 y 1850 Colalao fue paso obligado de las fuerzas militares que se dirigían a Salta. Así lo hicieron Javier López y Celestino Balmaceda que emigraban a Bolivia, tras haber sido derrotados. En la década de 1840 se registraron comunicaciones de las autoridades lugareñas que actuaron en rechazo de los “salvajes unitarios”, emigrados que asolaban a las poblaciones. El gobierno federal de Gutiérrez enviaba informaciones para controlar a los rebeldes. Se recibían impresos del ministro Adeodato de Gondra anoticiando al comisionado de Mascarilla y otros asuntos de Santa Fe. 6

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Lista de los indios de Colalao. AHT, Sec. Adm., Vol. 40, f 174-178 4-9-1832. AHT, Sec. Adm., Vol. 63, 1845, folios 97-98.


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Después de Caseros, con el inicio de los gobiernos liberales en Tucumán, se hizo cargo del gobierno José María del Campo. En Colalao fue apresado Crisóstomo Villar, lugarteniente de Celedonio Gutiérrez. Una partida, al mando de Silvestre Alvarez lo prendió portando dinero (3.200 pesos) y comunicaciones. Villar declaró que había recibido una carta de Ezequiel Colombres encargándole que recibiera la plata. Afirmó que desconocía los planes de Gutiérrez.7 El reo fue trasladado a la ciudad capital.

1855. UN NUEVO APODERADO. DONACIÓN DE TERRENOS PARA LA VILLA

Nuevas noticias de la comunidad de Colalao aparecen hacia 1855 cuando un grupo de propietarios, encabezados por Bernardo Goya, reclamó ante las autoridades por el nombramiento de una persona irresponsable e incompetente como administrador de los bienes de la comunidad. El apoderado administraba los bienes y cumplía además otras funciones, como manejar los arriendos. El que se hallaba al frente, no contaba con el consenso de los naturales, por eso solicitaron una nueva elección con la intervención del defensor general, quien redactó un informe al juez, pidiendo la designación de un nuevo administrador honrado y de responsabilidad reconocida con cargo de rendir cuentas. El funcionario describía a la comunidad y el estado en que se encontraba: “es una sociedad sin base, sin reglamento, sin ley alguna que rija para proceder a la administración de ella, compuesta casi la mitad de idiotas y menores que no están representados en la comunidad y que no gozaban absolutamente ni del terreno, ni de los productos, que los explotan en su beneficio unos pocos socios más expertos que los demás, porque hay socios que poseen terrenos como diez, no teniendo derecho sino a uno, así es que reina en ella un completo desorden por lo que el Defensor va a ocuparse muy pronto de pedir la liquidación de esta comunidad para evitar que continúen defraudados los derechos de los numerosos socios que por su edad o idiotismo están bajo su protección”. 8

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AHT, Sec. Adm., Vol. 78, fol 275-278, 12-10-1854 AHT, Sec. Jud. Civil, Serie A, Caja 290, exp. 1, Sec. Jud. Civil, Serie A, Caja 93, Exp. 3.


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En febrero de 1855, ante miembros de la comunidad de Colalao reunida se nombró a Estanislao Romano, quien recibió los intereses e instrumentos pertenecientes a dicho pueblo cumpliendo las condiciones que el defensor general requería. Sin embargo, un mes antes, fue otorgado poder de representación a Ambrosio Colombres por 31 miembros de la comunidad, que le dieron pleno poder para que actuase como administrador de la misma. Estos se presentaron en Trancas y dijeron que revocaban las condiciones a favor de Colombres. Firmaban Mauricio y Felipe Díaz, José María Garnica, José Lobo, Santiago y Teodoro Lusardo, José Santos Alarcón, José D. Camacho, Hermenegildo Balceda, entre otros.

AMBROSIO COLOMBRES. LA DONACIÓN A LA IGLESIA

Ambrosio Colombres (1792-1872) pertenecía a una prestigiosa familia tucumana, era el hijo menor de José Ignacio Colombres y Thames, español asturiano y María Ignacia Córdoba, tucumana. Su hermano más destacado fue el obispo José Eusebio Colombres, fundador de la industria azucarera, con larga actuación pública. Otros dos hermanos, Francisco y Santiago, se habían casado con Tadea y Trinidad Alurralde y eran propietarios en el departamento de Trancas. Agustín también fue sacerdote y las mujeres murieron solteras. Ambrosio se casó con María del Tránsito González Espeche, catamarqueña. De esos tres hermanos –únicos casados– deviene la descendencia de los Colombres en la Argentina. Ambrosio reveló su heroísmo en las luchas por la independencia y en esa empresa fue abanderado del Regimiento de Dragones. En Catamarca, donde residió por un tiempo, desempeñó el cargo de Teniente Ministro de Hacienda. Tenía dotes de buen financista. En Tucumán, cuando los apuros económicos detenían la marcha de la expedición al Alto Perú del Coronel French, promovió una reunión presidida por el Juez de Comercio para allegar los recursos necesarios. También fue el quien facilitó los recursos para que el diputado Corro desempeñara la misión que se le confió ante Artigas, referente al envío de diputados de las provincias bajo su influencia. Los hijos de Ambrosio y Tránsito fueron: Estratón, Ignacio, María Eugenia, Emerenciana, Manuela, José, Tránsito y Clementino.


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Su acción fue fundamental para la historia del pueblo de Colalao. Fue quien propuso a los comuneros la división en parcelas y que cada uno de los miembros fuera propietario. Esto llevó un largo proceso. En 1858 se reunieron Colombres y los dueños de la Estancia de Colalao y acordaron donar un pedazo de tierras que les pertenecía, contiguo a la iglesia, y que se destinaba a la formación de la villa. De este modo se proyectaba la futura población alrededor del templo. Las tierras eran cuatro cuadras de cien varas cada una. Asimismo, se dispuso que a cada persona que solicitase terrenos, se le diera en merced un lote de 25 varas de frente por otros 50 de fondo. Tenían la obligación de pagar un impuesto anual de 1 peso para la Iglesia que se destinaría a la reparación del templo y la compra de algunos ornamentos. Se nombró una comisión para distribuir las mercedes. Sus integrantes eran Ramón Gojenola, Hipólito Sobrecasas y Mauricio Goya.9 Con la entrega de los lotes se formó un núcleo poblacional que se acrecentó con el tiempo. Colalao, como se denominó en los comienzos, es el único caso en la provincia de un pueblo formado a partir de la donación de los comuneros. En diez años había 16 casas levantadas. También en fecha 11 de noviembre de 1858 comenzaron los trabajos del agrimensor Carmona por el lado colindante con Rearte. La denominada “estancia de Colalao” era muy extensa y abarcaba las actuales tierras de Zárate, El Sauzal, San Fernando. Comprendía aproximadamente 157.000 hectáreas de terreno. Ya en 1869 se menciona formalmente la existencia de una iglesia y en 1871 la escuela del lugar funcionaba en casa de Josefa Aragón que constaba de 8 piezas con piso de ladrillo y techo de media agua en muy malas condiciones, según informaban Pedro Román y Mauricio Goya.10 Había numerosas quejas de los pobladores por el emplazamiento del cementerio, colocado en el centro de la plaza, donde “obra su putrefacción infectando el aire con gases que dañan continuamente la salud”.11 Los vecinos pedían al gobernador la exhumación del cementerio, manifestando la disposición de los pobladores para colaborar en la construcción de un nuevo 9 10 11

Comunidad de Colalao AHT, Sec. Jud. Civil, Serie A, Caja 93, Exp. 3 y donación de la Comunidad de Colalao para la villa en AHT, Sec. Adm., Vol. 211, 1895, f 319-322. AHT, Sec. Adm., Vol. 113, Año 1871, folio 390. AHT, SA 1866, Vol. 99, f 20 7-I-1866.


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panteón, que tenía un local ya cedido a una distancia regular, desde donde no pudieran dañar los miasmas a los habitantes. Las autoridades trasladaron el cementerio a diez cuadras de la villa. Por su parte, se autorizó al agrimensor Juan Iramain a efectuar el deslinde de algunos terrenos de la Estancia de Colalao sobre un estudio de Pedro Dalgare Etcheverry. Con el tiempo, los comuneros fueron vendiendo las mismas a diversos compradores a partir de 1872 dando origen a nuevos propietarios. En 1877 se confió al agrimensor José Sobrecasas efectuar el deslinde, sin que se concluyese la operación. Una porción considerable adquirió Leocadio Paz en 1872, 1874 y en los sucesivos 1885, 1886, 1895 y 1896. Se sabe que en 94 hectáreas sembró alfalfa y tenía 7 hectáreas con chacra. También era propietario de una curtiembre para la preparación de suelas, principal rubro de exportación del comercio de Tucumán. Varios inmuebles provenientes de la división de la Estancia de Colalao formaron la propiedad denominada El Molino (Laurel Yaco, Tala Yaco, Pingollar) nucleados alrededor de otro principal llamado Zárate. A la muerte de Paz pasaron a sus herederos.12 Sin embargo los límites definitivos se fijarían posteriormente. En 1886 los presbíteros Estratón e Ignacio Colombres, Clementino y Manuela C. de Sal, Tránsito y José Colombres, en representación de Emerenciana, herederos de Ambrosio Colombres, vendieron a Juan A. Ascárate parte de la acción y derecho que les correspondía en la estancia y que fue adquirida por Ambrosio a Domingo Vásquez, no había límites especificados. También Angel Zerda vendió a José Almonacid y José Burela otorgó escritura a favor de Nicolás Salas de una acción por compra a Ruperto Goya; en 1889 Pastora Tirao vendió a Lucio Tirao su acción y derecho. En 1875 se designó a Colalao como cabecera comunal y se creó el Juzgado de Paz y la Comisaría.

LOS TERRENOS DE LA IGLESIA

Hacia 1895 el Agrimensor B. Leonardo Böhm de la Oficina Topográfica se dirigía al gobernador Lucas Córdoba señalando que, cuando se ordenó la 12

AGT, Serie C, Exp. 5, caja 912.


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subdivisión de los lotes de los terrenos de Colalao pertenecientes a la Iglesia, el Departamento manifestó la necesidad de tener a la vista los títulos de propiedad correspondiente, a fin de saber de modo seguro, la situación y extensión del referido terreno. Por nota del cura de Trancas, Mariano Godoy, se informó que no existía título ni escritura pública alguna, el único documento era un certificado expedido por Ambrosio Colombres como apoderado general de la comunidad, en 1868. Este certificado no expresaba de un modo terminante la ubicación ni la extensión del terreno, y para aclarar este punto se recurrió a los vecinos antiguos y caracterizados de la misma villa. De esos trámites resultó que todos ellos confirmaron que los terrenos donados a la Iglesia eran el área comprendida “desde un árbol que hay a una cuadra más o menos al sudoeste de la Iglesia hasta un algarrobo situado a cuatro cuadras más o menos al norte de la misma, y de naciente a poniente desde el río Tacanas hasta el río de las Tipas”.13 Afirmaba el agrimensor que la distancia citada entre aquellos árboles era aproximadamente de 5 cuadras y el certificado de Colombres daba solo 4, y que habiendo sido ya delineada y amojonada la villa, los vecinos, el cura y el mismo agrimensor, convinieron que el terreno debía comprender de sur a norte desde una cuadra al sur de la plaza hasta dos cuadras al norte de la misma, y de naciente a poniente, de río a río. Si los propietarios de la Estancia deseaban que el límite norte del terreno se extendiese una cuadra más al norte (hasta el algarrobo) podía resolverse así y hacerlo constar en una reunión. Una vez que se determinó de un modo claro la ubicación del terreno donado a la Iglesia, el agrimensor procedió a verificar cuáles eran los lotes dados en merced por la misma y resultó que casi todos estaban ya ocupados por los vecinos, y según manifestaba el cura Godoy pagaban 1 peso m/n anualmente a la Iglesia.14 En consecuencia, se hizo la subdivisión de todas las manzanas y se numeraron los lotes colocando el nombre de los ocupantes. En total eran 148 lotes de diferentes tamaños, pues por lo irregular de las manzanas y calles, según la delineación practicada anteriormente, no todos

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AHT, Sec. Adm., Vol. 211, f. 315, 25-V-1895. Ibídem.


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podían tener 25 varas por 50 como disponía el certificado de Colombres. Muchos medían algo menos y los que se situaban en las orillas de los ríos tenían la forma resultante del curso de estos. Por su parte, el cura de la Iglesia de Colalao, Mariano Godoy, certificaba que no tenía título alguno de los terrenos de Colalao y decía: “Son 37 años que la Iglesia de Colalao posee pacíficamente estos terrenos y desde los primeros recibidos por merced hasta los últimos, todos reconocen el dominio que la Iglesia tiene a través del censo anualmente.15 En 1903, José Almonacid y José Burela solicitaron el deslinde definitivo como socios condóminos de la Estancia de Colalao ubicada “al nordeste de la provincia de extensión indeterminada, lindaba al norte la Capellanía de Riarte, al este con la estancia de Zárate, al sur con la estancia de Rearte, al oeste con las Cumbres Calchaquíes”.16 A través del diario El Orden, el 3 de agosto de 1903 se citó a todos los que se decían comuneros: Estanislao Ordoñez, Abel Novillo, José Luis Molina, Agustín Aybar, Domingo Aybar, Maria Nicasia Castillo, Sofía y Guillermo Valderrama, Benigno Dávila, Doroteo Mamaní, Feliciano Condori, J. B. Córdoba, José Gordillo, Bartolomé y Rosa Castañares, Vicente Lamas, Epifanio Alarcón, Fortunato Rodas, Liborio Rodas, Juana y Liborio Díaz, Justo Peralta, María Mamaní de Donaire, Braulio Moreno, Antonio Córdoba, Griselda A de Torres, Julián Díaz, Anacleto Garro, Luis Lisardo, Santos Molina, Patricio Arias,, Manuel Gómez (herederos de Bernardo Goya) Luis M. Esteves (por compra a María del Socorro Aragón) Angel Zerda, Juan Lisardo, Severo Riso, Segundo Rivadeneira, José Barrera, José Burela, José Almonacid, Almonacid y Del Moral, Bonifacio Soto, Clementina B. de Tirao, herederos de Granado, Narciso Soria y Manuel Medina, Sofía A de Córdoba, Wenceslao Valdez, Avelino Sandoval, Egidio Garro, Gabriel Rivero, Lucio Tirao, Paz Hnos. (por compra a varios). Se incluía a José Gordillo, José Francisco Plaza, Octavio Terán (por compra) Anacleto Ibiri, Pedro Luis Valdivieso. Se encargó el difícil deslinde a Antonio Correa y llevaron el juicio el procurador Estanislao Alderete y el abogado fue Juan B. Terán. Se hicieron lotes y los sobrantes se sacaron a remate encargándose el martillero Alejandro Sancho Miñano. 15 16

AHT, Sec. Adm., Vol. 211, folio 318, 28-II-1895. AGT, Sec. Jud., Civil, Exp. 1 Serie E, Caja 202. 1903.


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SAN PEDRO DE COLALAO

La donación que hizo Ambrosio Colombres en nombre de los comuneros comprendía cuatro cuadras de tierra de 100 varas cada una originando el casco urbano de esta localidad. Los terrenos se dividieron en 148 lotes, cada uno debía medir 25 varas de frente por 50 de fondo, lo que no se cumplió en todos los casos por lo irregular de las manzanas y calles. Los que se situaban en las proximidades del río seguían la forma resultante de su curso. Estas cuadras se extendían de sur a norte, a contar desde una cuadra al sur de la plaza a dos cuadras al norte de la misma, y, de naciente a poniente, del río Tacanas al Tipas. Los lotes se entregaban a quienes los solicitasen pero además de pagar el censo a la iglesia, debían edificar en el plazo de un año de lo contrario la merced caducaría. Así, en 1876, recibieron sitios José Narciso González, Antonio López, Ramón Rivarola, Nicolás Salas, Agustín Iturre, Santiago Mamaní, Pastor Palavecino, Manuela Muñoz, Pedro Arrieta. Juana Heredia, Prudencio Herrera, Matías Ocampo, Lorenzo Olarte, Juana Campusano y Ramón Arroyo.17 Describe Javier Frías que hacia 1881 ya tenía iglesia, comisaría, (antes de esta fecha la comisaría dependía de Trancas y hacia 1872 los vecinos solicitaron la creación de una independiente). Esta era la segunda sección del primer distrito encabezada por Trancas y la comisaría de esa localidad. También funcionaban en Colalao juzgado de paz, escuela, molino, herrería y hasta zapatería. La escuela estaba bajo el control de la Comisión Inspectora de Escuelas. Fueron preceptores Tanco, Aniceto López. La comisaría se encargaba del cobro de patentes y de la contribución directa; también en 1876 se estableció una oficina de marcas para el ganado.18 Fueron comisarios Dalmiro Córdoba y suplente Francisco Barrera. En 1878 los que pagaban mayores sumas en concepto de patentes eran Leocadio Paz (Zárate) Nicolás Salas, Fernando Sánchez Loria, Angel Zerda y Francisco Barrera (San Pedro de Colalao). Al año siguiente se reglamentaba el uso del agua del arroyo de la localidad.19 17 18 19

Libro de escrituras de San Pedro de Colalao desde 1869, perteneciente a la Iglesia de Trancas (gentileza del Sr. Ventura Murga). AHT, Sec. Adm., Vol. 129, tomo II, f. 318. AHT, Sec. Adm., 1879, Vol. 140, folios 312 a 315 y 139, f 310-311.


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En 1886 se planteó el problema que ocasionaba el cementerio ubicado dentro de la población.20 También en ese año los vecinos solicitaron que un terreno de 100 cuadras cuadradas fuera declarado de pan llevar. El Gobierno encomendó por el decreto de 24 de julio de 1888 al Departamento Topográfico levantar planos, proyectar reformas y hacer la delineación y amojonamiento de las villas de Monteros, Concepción, Medinas, Aguilares, Santa Ana, Quinteros, Graneros, La Madrid, La Cocha, Alurralde, San Isidro (Lules) y Juárez Celman. Así levantó planos y proyectó también las de Simoca, Bella Vista, Monteagudo, Trancas, San Pedro de Colalao, Famaillá, Estación Lules, Alderetes, Sueldos, Vipos y Yerba Buena. En abril de 1890 las autoridades resolvieron su delineación, existen antecedentes de que ya en 1877 se quiso hacer un plano, pero recién el 13 de septiembre de 1891 se informaba a la Legislatura que se había cumplido.21 La villa había sido amojonada sin costo alguno. En el casco original entre los primitivos propietarios estaban registrados Esteves, Chenaut, Sal, Posse, Remis, Garmendia, Zerda, Burela, Gramajo, Córdoba, Saravia, Gómez, Agüero, Ibarbos, Mamaní, Navarro, Terán, Aybar, Palacio, Arrieta, Roda, Castellano, Cabrera, Astudillo, Robles, Lobo, Barrera, Jiménez, González, Pizarro, Romero, Chayle, Campos, Arroyo, Sánchez, Gutiérrez, Ocampo, Casares, Ramos, Castellano, Vega, Díaz, etcétera (Agradezco el plano original al señor Francisco Belmonte). Ya entonces, el edificio destinado a comisaría y juzgado de Paz estaba a punto de concluirse, pese a los escasos recursos disponibles. En 1896 se nombró juez de aguas en los ríos de San Pedro de Colalao al ciudadano don Manuel del Moral. En 1900, por decreto del Poder Ejecutivo, se constituyó la Comisión Municipal de San Pedro de Colalao, integrada por el comisario, el cura párroco y un vecino, a ella seguiría la Comisión de Higiene y Fomento instituidas en toda la provincia y realizaron una acción eficaz.

20 21

AHT, Sec. Adm., Vol. 99, f. 20. Horacio Sánchez Loria y Ernesto M. del Moral, Compilación rdenada de Leyes, Decretos y Mensajes del período constitucional de la Provincia de Tucumán que comienza en el año 1853 (Tucumán, 1917-1918). (COL) Vol. XVI, años 1891-1892, pág. 90.


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LA IGLESIA

En 1895 cuando se delineó la villa en forma definitiva, se inició la construcción de la iglesia, a cargo de los hermanos Medici, de origen italiano naturales de Módena, basándose en un proyecto elaborado por el Departamento de Ingenieros de la Municipalidad de Tucumán. Se inauguró en 1902 la nave central y se completaría casi diez años después. En su interior existe un lienzo que representa a la Inmaculada Concepción, obra del italiano Gaspar Spadafora. Entre las piezas de más valor está la imagen del santo patrono, escultura tallada en madera blanca de tono popular. Fue una brillante fiesta a la que asistieron invitados de la capital y de Trancas, como el presbítero Mariano Godoy, José Barrera, Antonio Córdoba y otros miembros del clero regular y secular. Fue especialmente convocado el senador Eduardo Paz quien obtuvo una partida en el presupuesto para la obra.22 La Iglesia guarda, entre sus reliquias más preciadas una campana de más de 300 años. Se cree que perteneció a la Compañía de Jesús y se extravió tras una fuerte tormenta, fue encontrada en 1981 por Marco Antonio Pasayo, quien remontaba el río y a unos 300 metros más allá de la gruta de Hualinchay divisó entre grandes piedras una forma cónica. Luego se acercó y al bajar de la montura se dio cuenta de la importancia del hallazgo. La pesada campana de 87 kilos fue trasladada a San Pedro de Colalao. La leyenda narra lo siguiente: [...] los jesuitas buscaban una comarca de habitantes pacíficos con agua de río permanente para fundar una villa, enseñar labores agrícolas y catequizar a los lugareños; iban por la ladera de la montaña y un atardecer, tratando de alcanzar un terreno acogedor antes de que anocheciera, la fila obligada sobre el mezquino senderito les impedía marchar más rápido, mientras los relámpagos del verano empezaron a dibujar serpientes en el cielo. Con el primer trueno fuerte, dos de las mulas que cargaban cuatro campanas para las iglesias que debían construirse, se espantaron y sus relinchos enloquecidos y los duros golpes del metal contra las piedras barranca abajo crearon un momento de muerte y presagio. Parte de la carga rodó hacia el precipicio en el lugar llamado más tarde “la quebrada de las campanas.23

22 23

El Orden, 25-XI-1902. La campana de Hualinchay, “La historia de más de tres siglos que estaba hundida” en La Gaceta, Tucumán, octubre de 1981.


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Los curas se sintieron descorazonados e interpretaron el episodio como una premonición, siguieron su camino y se alejaron de esa zona para siempre. En octubre de 1981, otra tormenta arrasó las capas de arena que sepultaban las campanas, cavando el lecho del río Tacanas y dejando asomar una de ellas. Su destino fue disputado ya que la comunidad de Hualinchay la reclamaba como patrimonio de su historia y la de San Pedro de Colalao quería tenerla en un museo. El 13 de diciembre de 1981 la Justicia confió la custodia de la campana a la Iglesia de San Pedro de Colalao y su entrega se efectuó el 11 de febrero de 1982. 24

VILLA VERANIEGA

El clima benigno, su proximidad a la ciudad, sus atractivos naturales, permitieron que se transformara en un lugar de descanso y fuera la primera villa veraniega de Tucumán. Era recomendada por los beneficios de su buen clima; se pobló con familias destacadas como los Esteves, Terán, Chenaut, Correa, Alvarez, Fagalde, de la Zerda, Remis y otras y, en la actualidad, es el punto más importante del departamento. En 1895 El Orden la comparaba con Niza, por las bondades climáticas. Algunas de las casas de aquellos primeros vecinos se mantienen alrededor de la plaza. Se alababan sus ríos, “sus edificios modernos, levantados sobre los límites de las calles que conforman su pueblo y su plaza cuadrada por sauces que sombrean con sus tupidas copas, las desmanteladas avenidas de sus cuatro costados…”. Las familias tucumanas pasaban allí largas temporadas que se extendían desde mediados de diciembre hasta mediados de marzo. El mal estado de los caminos, hacía casi imposible el traslado periódico a la capital. Solo los hombres viajaban para hacerse cargo de sus actividades en la ciudad. En cuanto al ambiente humano, la prensa decía que la gente tenía gustos refinados y costumbres que únicamente en Colalao desarrollaban y disfruta-

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La Gaceta, Tucumán, 12-I-1982.


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ban; describía también las actividades diarias de los veraneantes; cabalgatas a Monte Bello, El Sauzal, Las Tipas, visitas, tertulias, paseos sin rumbo, por las reducidas arterias del pueblo y cabalgatas por bellísimos parajes. Al igual que otras villas veraniegas de Tucumán, como Villa Nougués, Tafí del Valle y la misma Villa Mitre (actual Tafí Viejo), San Pedro de Colalao estaba al alcance de las clases más acomodadas, no era un lugar para los sectores populares, el mismo diario El Orden señalaba en 1908: “Allí van los que tienen una mansión más o menos cómoda o hermosa y disponen de tiempo para disfrutar de los halagos que estos parajes ofrecen. Mientras aquí queda la masa de la población soportando los rigores cuniculares”.25 Con fecha 31 de agosto de 1898, el gobernador Lucas Alejandro Córdoba impuso el nombre de Leocadio Paz a la plaza por haber sido uno de los hombres más progresistas del lugar. Daba cumplimiento a una solicitud del vecindario que deseaba honrar la memoria de Paz quien fue pionero de la ganadería y formó y explotó establecimientos de este tipo en el Departamento de Trancas. En 1880 era propietario de una de las curtiembres más importantes de Tucumán. Como industrial azucarero, se asoció con Juan Posse e integró la razón social Paz y Posse, dueña del Ingenio San Juan. Fue Leocadio Paz un representante característico de los hacendados de su tiempo, eximio jinete, conocedor del campo. En 1898, Dalmiro Córdoba afirmaba que se “había construido en la plaza de la villa de San Pedro de Colalao una pirámide, que a más de ornamento, sirva para perpetuar la memoria de uno de los vecinos más emprendedores y progresistas de esa localidad” y solicitaba declararla plaza pública con el nombre de Paz.26 En 1899 una Guía Ilustrada de Tucumán, describía a San Pedro de Colalao como la villa más importante del departamento de Trancas. “Está situada entre dos arroyos que nacen de las cumbres calchaquíes. Es pintoresca y de un clima sin igual. Posee bonitos edificios y tiene oficina de correos, iglesia y escuela. Su altura sobre el nivel del mar es de 1.080 metros.27

25 26 27

“Las villas veraniegas” en El Orden, Tucumán, 20-III-1908. AHT, Sec. Adm., Vol. 245, f 71 31-VIII-1898. Guía Ilustrada de la Provincia de Tucumán, M. Maciel Villafañe, Tucumán, 1899, pág. 35. “Vida sencilla, en familia y buen clima permitían el descanso”.


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EL SIGLO XX

La nueva villa dejaba mucho que desear en el aspecto sanitario, al igual que otras de Tucumán, ya que no contaba con las medidas de higiene y profilaxis y el estado sanitario era pésimo, el cementerio estaba dentro de la población y a ello se agregaba la cercanía de tambos y mataderos. Desde 1900 se crearon, por disposición del gobierno provincial, comisiones municipales en San Pedro de Colalao, Colalao del Valle, Trancas, Burruyacu, Yerba Buena, Lules, Famaillá, Medina, Concepción, Aguilares, Villa Alberdi, Bella Vista, Santa Ana, Graneros, La Cocha y La Madrid. Estaban presididas por el Comisario de Policía y dos vecinos en calidad de vocales, que debían tener bienes raíces y prestigio. Esta Comisión vigilaría los pesos y medidas, que no se pusieran mataderos ni corrales, cobraría multas y derechos legales,28 aunque su acción fue muy lenta. De ese año se encontró una nómina de contribuyentes para la instalación del telégrafo en Trancas y San Pedro de Colalao. El 12 de agosto de 1901 se instituyó la comuna por disposición del Gobierno Nacional, ante el pedido de habitantes y turistas de la villa. Desde 1908 San Pedro de Colalao tenía correo propio, hasta entonces la correspondencia llegaba a la estación de Trancas. El diario El Orden señalaba que “en vista de estas deficiencias en un servicio de tanta importancia como es el de Correos, los vecinos y veraneantes de Colalao, compartiendo la misma inquietud, han nombrado por su propio esfuerzo y peculio un encargado para salvar este obstáculo, quien todos los días hace sus viajes, ida y vuelta, regularizando así un servicio público tan delicado”. 29 Hacia 1914 la población contaba con comisaría, juzgado de paz, una escuela fiscal que dirigía Rosaura Armella y otra particular (de Irene D. Rueda) y una Oficina de Correos y Telégrafos. La Iglesia estaba a cargo del cura párroco, Guillermo Barroso. La Comisión Vecinal estaba presidida por Lucio Tirao, acompañado por Lauro y Juan Salvador, como secretario y vocal respectivamente.

28 29

AHT, Sec. Adm., Vol. 261, f330-335, Año 1900. “Dotación de un correo”, en El Orden, Tucumán, 24-I-1908.


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Las actividades principales de los pobladores eran la agricultura y la ganadería. Así tenían establecimientos ganaderos, José Burela (estancia San Pedro de Colalao), Pedro Delgado (estancia Tacoyana), Lino Díaz (estancia Hualinchay), Lucas Lizardo (estancia Pingollar), Napoleón Paz (estancia San Fernando), Guanuco y Lizardo (estancia Pingollar), Francisco Plaza (estancia Chulca), Pedro y Severo Rizo, Liborio Rodas (el Sauzal). La atención del ganado llevó a prosperar a algunas talabarterías, como las de José Faciano y Simón López. También trabajaban las herrerías de Pablo Acosta, Santiago Munari y Juan B. Saravia. Faciano era dueño de una curtiembre. Funcionaban algunos molinos como los de Ricardo Freire y Fernando del Moral. Otras actividades productivas eran las fábricas de cal, en 1914 estaban funcionando seis de ellas que pertenecían a Santiago Jurao, Fernando del Moral, José M. Torres, Bonifacio Lobo, Francisco Moyano y Lucio Rivadaneira. Se fabricaban carruajes y carros y había tres cocherías propiedad de Felipe S. Pizarro, Blas Torres y Miguel Torres. Sin duda que las carpinterías eran una actividad que los pobladores ejercían bien, se dedicaban a esta Segundo Jiménez, Basilio Gutiérrez y Claudio Molina. También las chancherías eran un rubro rentable por la cría de cerdos para la venta y la preparación de embutidos y chacinados de gran calidad, favorecidos por el clima. Las más importantes pertenecían a José Almonacid, Evaristo Gravero y Avelino Sandoval. Las lecherías eran de Juan B. Córdoba, Felipe Garro y B. Moreno, solo se registraba una fábrica de quesos de Pedro Pizarro. Sí trabajaba una fábrica de jabón (Lidia de Soria), otra de ladrillos (José Cruz García), un saladero y la hojalatería de Carmen Aldonate. El comercio consistía en algunos almacenes como los de Rita de Molina y Eulalia Soria, tiendas (Carolina M. de Gómez, Pedro Román, Juan Salvador, José M. Ocotinio, Avelino Sandoval y José Torres) y ferretería, dos bazares (de Julio Acosta y Avelino Navarro). Felipe Pizarro y Miguel Torres eran los únicos propietarios de café y billar. También había dos zapaterías de Pedro Garzón y Porfirio Giménez. La población era atendida por un dentista, Carmen Roso, la partera Mercedes de Andrada y la farmacia de Clemente Pérez. Por otra parte Felipe Garro y Juan B. Saravia eran abogados. 30 30

Guía Argentina Comercial, Industrial, Profesional y Social Tucumán, Santiago del Estero y Salta, 1914, Ed. Flores y Rojas Rueda, Tucumán, 1914.


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Hacia 1916, un técnico italiano, Lamberto Ungherini fue quien dotó de luz a la villa instalando la primera usina alrededor. Contó con la ayuda de sus hermanos Goffredo y Nicolás, pero solo Lamberto quedó a cargo de la empresa. Los motores y accesorios necesarios para el equipamiento de la usina llegaron en ferrocarril a Trancas y desde allí en carretas tiradas por yuntas de bueyes que atravesaron el río, pues aun no había puente carretero, según relataba su hija Fabiola. La usina, armada totalmente por Ungherini, se hallaba ubicada a una cuadra de la plaza previo permiso de la Comisión de Higiene y Fomento. Años después se trasladó a otro emplazamiento en la misma cuadra. “Era un galpón armado con chapas de zinc, con dos grandes ventanas y en la parte de atrás un portón que servía de entrada al material necesario para la usina, el principal era el carbón vegetal que se colocaba en un depósito llamado carbonera, de donde se retiraba lo necesario para cargar la caldera, colocándolo a ese efecto a la parrilla y se hacía el proceso de combustión del carbón”.31 El tendido de la línea del alumbrado se realizó sobre caños de hierro y el servicio eléctrico domiciliario fue la culminación de un proceso. La luz se encendía a las 8 de la noche y se apagaba en verano a la 1 de la madrugada. El agua corriente fue obra de Mónico Ascárate, vasco español propietario de una importante carpintería en la ciudad y que fue delegado comunal en Colalao. Por su impulso se instalaron las aguas corrientes, cuya fuente de alimentación quedaba en el Ojo de Agua, ubicado en la zona noroeste de la Estancia el Molino. En 1916 la Guía de Agricultores indicaba que en San Pedro de Colalao había muchos agricultores. Cultivaban maíz, frutales Eduardo Aguirre, Agustín Alderete, Marín Cata, Pedro Cativa, Rafael Córdoba, Apolinares Chaile, Juan Díaz, Martina de Frejenal, Jesús López, Pedro Pasayo, David Pérez, P. Román, Mercedes Tolaba, y otros. Algunos sembraban también cebada, garbanzos, alfalfa, porotos, habas, etcétera, como Margarita G. de Arce, Ignacio Barrera, Juan B. Córdoba, Avelino Chaves, José Gordillo, Jesús Lizardo, Manuel Maldonado, etc. También producían naranjas, melones y sandías, Segundo Guanuco, Celedonia de Jurao, Albina de Mamaní, Severo Rizo, Se-

31

Fabiola Ungherini, El resplandor de la memoria, Tucumán, 2002, pág. 41.


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gundo Robledo y muchos más. El total de agricultores registrados en la guía en 1916, era de 106 productores.32 Era el punto del departamento de Trancas que concentraba mayor número de agricultores. Por otra parte, la guía Baedeker de la Provincia de Tucumán, que servía como completa guía turística en 1916, describía así este centro: “Ocupa el segundo lugar, por su importancia, cuyo atractivo sería mayor si no ofreciera el viaje ciertas incomodidades. La pintoresca villa, se encuentra situada entre los ríos Tipas y Tacanas, los que a causa de las frecuentes lluvias, suelen crecer a veces haciendo imposible su pasaje. Como bellezas, se las encuentra a cada paso, su paisaje es magnífico, su temperatura deliciosa, su naturaleza pletórica de vida, sus montañas siempre verdes y sus jardines en permanente primavera. El turista encontrará allí dos hoteles con todas las comodidades que se pueda ofrecer en el campo. 33 El campo proveía casi todos los alimentos necesarios y, además, se elaboraban quesos, quesillos y se horneaba, casi a diario, el pan. Los grupos familiares que ocupaban las casas eran numerosos: abuelos, tíos y primos se congregaban todos los veranos. También el personal de servicio era significativo, las casas de veraneo alojaban a todos en sus numerosas habitaciones, en general se componían de un cuerpo principal con varios dormitorios y un enorme comedor. El ala de servicio contenía cocina, office, despensa, lavadero y los dormitorios del personal. Pero la vida transcurría sobre todo en las enormes galerías que rodeaban a las casas y se usaban a todas horas.34

EL VERANEO EN COLALAO A FINES DE LOS AÑOS 20

Uno de los más antiguos veraneantes de San Pedro de Colalao, el doctor Gerardo Palacios, recordaba los preparativos para ir en los veranos a la villa. Eran tiempos en que las familias se instalaban por tres largos meses, salían de la ciudad a mediados de diciembre y regresaban en marzo, poco antes del comienzo de las clases. 32 33 34

Publicación Oficial. Guía de Agricultores, Tucumán, 1916, pp. 128-129. Guía Baedeker, Tucumán, 1916. Sofía Viaña, “El veraneo en Tucumán a principios de siglo”, en El Viejo Tucumán en la Memoria, Tucumán, 1996.


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Hubo distintas épocas que estuvieron determinadas por el medio de transporte. La primera cuando se iba en tren a Trancas, en un viaje de cuatro horas y luego en coches (del señor Rueda), desde Trancas a Colalao. En la segunda época se suplantó el tren por el ómnibus de la Empresa Belmonte; la tercera fue cuando se iniciaron los viajes en auto y la cuarta, el viaje directo de la ciudad a Colalao. Recuerda el doctor Palacios que en los años 20 se viajaba en tren que partía de la estación Sunchales (hoy Mitre). Familias como las del doctor Juan Manuel Terán Vega y doña Adela Savini de Remis solían alquilar un vagón particular ya que el grupo viajero era muy numeroso, además de la familia propiamente dicha (padres, hijos, abuelos y tíos) se incluía al servicio doméstico. El vagón tenía todas las comodidades. En su interior había sillas esterilladas que cada uno “acomodaba” como le parecía. En divertida rueda -que incluía el almuerzo con el magnífico menú de los ferrocarriles de esa época- se hacían cortas las horas que demandaba el viaje. Se iniciaba alrededor de las 10 de la mañana rumbo a Trancas y se llegaba a este punto a las 14 horas. Se hacía el trasbordo a Colalao en coches “cubiertos”, las diligencias propiedad del señor Rueda, que venían a buscarlos desde la villa. Hasta llegar a esta, las “diligencias” podían tener problemas en el río Simbolar o en el Tacanas, si estaban crecidos. Según la importancia de la “creciente” estaba la posibilidad de esperar que bajara o si era “vadeable” cruzar a caballo, guiados por baqueanos. A veces los peones pasaban a pie llevando los chicos “en turucuto”. En condiciones normales el viaje duraba entre 6 y 7 horas. La vida de aquellos veraneantes colaleños se desarrollaba alrededor de la plaza, donde estaban las casas principales. La villa tenía pocos recursos y la gente necesitaba estar cerca de sus amigos. Hasta solían contratar un médico al que proporcionaban vivienda. Durante el veraneo los doctores Emilio Catalán y Juan Gutiérrez desempeñaron esa función en la década que evocamos.

EN TORNO A LA PLAZA

En la vereda de la Iglesia, al oeste, estaban las casas de don Luis M. Fagalde, presidente casi vitalicio del Banco de la Provincia y del industrial


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azucarero y senador nacional Brígido Terán. Al costado norte, se sucedían las de don Francisco Javier Alvarez (luego fue donada para colonia de vacaciones, por Aquilina Soldati de Alvarez), la de Eugenio Chenaut, de don Luis M. Esteves y don Lauro Fagalde. La vereda del este se hallaba ocupada por las casas de don Leocadio Paz en la que veraneaba Gerónimo Helguera y que luego perteneció al doctor Eduardo Vallejo; la de don Vicente Posse Silva, (luego Hostería San Pedro), las niñas Correa, la casa del médico y las de las niñas de la Vega. En la del sur estaba un hotel pensión haciendo cruz con la Iglesia y luego las casas de Terán Vega, Remis (luego doctor Palacios Remis) y del ex gobernador José Frías Silva. A poca distancia de la plaza veraneaban las “niñas Frías,” el doctor Severo González y los padres Lourdistas, estos últimos representados por los recordados sacerdotes Marcelino Fontán, Juan M. Cazes y Enrique Bazet, sobre todo. Los lourdistas atendían la parroquia en el verano. Una fiesta muy importante era la de la Virgen de Lourdes el 11 de febrero, precedida por la solemne novena. Cuando la campana empezaba sus tres toques de llamada, era clásico que al segundo los chicos emprendieran galope desenfrenado rumbo a la iglesia con el pretexto de llegar a tiempo.35 La casa de los sacerdotes lourdistas estaba a dos cuadras hacia el norte cerca del río Tipas. Preparaban con mucho esmero la fiesta, el día de la Virgen tenía lugar un gran almuerzo en casa de los curas y al atardecer se hacía la solemne procesión alrededor de la plaza. En las casas el trajín comenzaba desde temprano, las mujeres se concentraban en las tareas domésticas y los hombres recorrían el campo supervisando todo, arreglando los alambres y otras tareas. Los niños recogían frutas, chapoteaban en el agua y jugaban esperando la hora indicada para dar una vuelta en un caballo de verdad.36

DIVERSIONES

El caballo era la diversión fundamental, todos los veraneantes, sin distingos de edad o sexo eran consumados jinetes. Los animales se ensillaban a la criolla, con apero; solo algún polista que visitaba la villa, como don Ri35 36

Carlos Páez de la Torre (h), “Colalao al fin de los años 20”, en La Gaceta, Tucumán, 2-II-1991. Sofía Viaña, op. cit, pág. 62.


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cardo Frías, usaba silla inglesa. El toque mayúsculo de elegancia lo daba el doctor Eduardo Paz, que solía venir guiando desde El Molino su británico carruaje con magníficos caballos peruanos, que criaba, además de hacienda, en su estancia La Paz, en las cercanías de San Pedro de Colalao. Elegía por la tarde, en el corral el que iba a usar esa vez y disponía detalladamente la montura y los arreos con que debían ensillarlo. Como sus antepasados, era un jinete diestro, desenvuelto y garboso. Todas las tardes –en la villa– tenían lugar divertidas cabalgatas, muy nutridas, desde las 3 hasta que oscurecía, los itinerarios, entre otros, iban por el camino a Las Tipas o Monte Bello. Los chicos preferían rumbear al sur, pasando el Tacanas cerca de la Estanzuela de Bracamonte, antes de llegar al Alto de la Corzuela, se desplegaba una gran planicie ideal, para probar la velocidad de los caballos lejos de la mirada de los mayores. Río por la mañana y caballos por la tarde, era la vida de aquella feliz gente de vacaciones. Al anochecer, la gente mayor sacaba las sillas a la vereda y se armaban tertulias. Los jóvenes se estacionaban en la plaza y las chicas daban vueltas en torno a ella. Entre sonrisas y saludos se armaban romances. 37

De vez en cuando llegaba algún circo y los niños del pueblo y los veraneantes asistían a las funciones, una vez, recuerda Fabiola Ungherini, llegó uno importante, una parte del célebre Sarrasani y se instaló frente a la Iglesia. Hacían las delicias del público los acróbatas y los números especiales. También se realizaban funciones benéficas como la que describía el diario El Orden en 1920: “Hace dos noches debido a la iniciativa y noble espíritu de la Señora Delfina Terán de Posse Silva se dio un concierto destinándose su producido a los pobres de San Pedro de Colalao. Terminado el concierto se organizó una tertulia de baile que se prolongó algunas horas con el mayor entusiasmo y ya se trabaja para obtener su repetición”.38

COLALAO A FINES DE LOS AÑOS 40, SEGÚN ALGUNOS ANTIGUOS VERANEANTES

Cuando caía la tarde pequeños grupos de jóvenes cruzaban los molinetes que estaban en las cuatro esquinas de la plaza Leocadio Paz. En este 37 38

Gerardo Palacios, Recuerdos del Atardecer, Tucumán, 1997, pp. 19-20. El Orden, Tucumán, 4-II-1920


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paseo, alguien comenzaba a tocar la guitarra o el acordeón a piano, y las niñas y los mozos se divertían bailando en un espacio que era disfrutado y compartido por veraneantes y lugareños. El tiempo pasaba entre cabalgatas por los cerros, carnavales carperos y bombas de estruendo de Año Nuevo. Algunos veraneantes, como Luis Chrestia, disfrutaban el contacto con la juventud y organizaban paseos a caballo por distintos lugares. Y cuando no estaba lo hacía su hijo. Donde hoy se levanta un local comercial antes era la estafeta del correo, punto de encuentro en las horas de la siesta para los veraneantes. Las chicas se agolpaban para ver si habían recibido cartas y la esquina era el punto obligado de concurridas reuniones sociales. Otro lugar propicio resultaba el río Tacanas, uno de los cursos de agua que enmarcan la villa. Allí también había música y baile. Al decir de un antiguo veraneante, Gerardo Remis, “cargábamos la vitrola a cuerda y los discos de 78 revoluciones, esos de pasta, y nos íbamos a bailar al río todas las tardes de verano. Por supuesto, todos vivíamos de novios en las vacaciones”. 39 En las décadas de 1950 y 1960, el progreso llegó a la villa. Así lo recordaban Graciela Crusco, Mario Rodrigo, Liliana Castillo, quienes solían salir por las tardes cargando linternas y faroles. El alumbrado público funcionaba con una subusina, desde las 18 horas hasta la medianoche, y después solo la luna iluminaba. “El gong de la familia Palacios era una de las características del pueblo”, cuenta Graciela Crusco. Los Palacios vivían frente a la plaza donde hoy funciona la hostería Ollantay. “El gong sonaba para llamar a los hijos a comer o merendar. Primero era solo para los Palacios, pero con el tiempo, el gong era la señal para que todos los chicos volviéramos a casa”.40 Años más tarde, un artículo periodístico cantaba alabanzas al jamón serrano, producto de un largo proceso de maduración natural que solo se daba en San Pedro de Colalao. Se preguntaba por su ubicación y decía: “En Tucumán al norte de la capital de la provincia y hay que internarse en los valles transversales formados por ríos y arroyos que descienden de la ladera oriental de las cumbres calchaquíes. Sobre uno de estos cursos, el Tacanas, 39

40

Evocaciones de Gerardo Remis, en “San Pedro de Colalao es la época más feliz de mi vida” en La Gaceta, Tucumán, 14-VII-2008. Agradezco a Juan Manuel Paz la información sobre la Villa y a Franco A. Fogliata, autor de Historia de San Pedro de Colalao, Tucumán, 2008. Ibídem.


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está situada San Pedro de Colalao. Si bien la apacible villa suele ser concurrida tanto en las vacaciones de verano como durante los fines de semana por numerosas familias tucumanas, aun no ha sido descubierta por el turismo nacional”. Consideraba el articulista que esto se debía más “a su reconditez geográfica que a una carencia de virtudes; el pueblo de escasos 15.000 habitantes dista de la carretera principal 25 kilómetros y algo más que un centenar de San Miguel de Tucumán” esta distancia de la ruta nacional había hecho del lugar un pequeño gran paraíso. 41

OTROS RECUERDOS DE VERANEANTES

En los años 60 la villa seguía conservando su tranquilidad, aunque mucho había crecido. Algunos veraneantes recordaban aquellos tiempos. Íbamos en ómnibus y el viaje duraba tres horas. Parábamos en carpas o pensiones y a la tarde nos reuníamos en la plaza donde se armaban guitarreadas y Nasib Estofan recitaba poemas. Había asaltos en lo de Francisco Belmonte, Palito Chenaut, Frías, Chrestia, Molina, Remis, Luis Terán, Lilia Colombres (…) nos preparábamos a saborear ricas empanadas que se hacían en el rancho de María… A la tarde cabalgatas o improvisar un recital folklórico en lo del Hurón Viaña. Las reuniones y los bailes eran la única diversión. 42

También observar los trabajos en cuero de los artesanos (caronas, cinchas, sombreros, fustas etcétera) y disfrutar de los riquísimos quesillos de doña Germana Sandoval, eran parte de los atractivos de San Pedro de Colalao. Los tiempos contemporáneos son más conocidos y San Pedro de Colalao es uno de los lugares más visitados por su paisaje y su clima. En este breve panorama se quiso mostrar su larga historia que arranca con los indios Colalao hasta conformarse la villa en torno a la Iglesia y que, en 2008, celebró 150 años de su creación. Es la única que surgió con esas características en nuestra provincia. Hoy es un centro turístico privilegiado. 41 42

Federico B. Kirbus, “Para llegar a San Pedro de Colalao hay que bajar las cuestas del olvido” en La Nación, Buenos Aires, 14-7-1984. “Un tiempo ido con poemas y asaltos” en La Gaceta, Tucumán 18.I.1994. Ignacio Carbonell y su esposa Isabel Aguilar Zavaleta recuerdan desde Villa Gloria.


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ALEJANDRO HEREDIA LEGISLADOR — Marta Inés Zavalía —

Es bien conocido que Alejandro Heredia gobernó Tucumán desde enero de 1832 hasta noviembre de 1838 en que fue asesinado. Mucha gente se ha ocupado de su gestión con mayor solvencia de lo que podría hacerlo yo, y no voy a hacerlo ahora, pero, desarrollando mis tareas habituales en el archivo, esto es, realizando catálogos, me encontré con lo que llamamos borradores de gobierno, en los que había un cuaderno de decretos que inmediatamente llamó mi atención. Resolví copiarlos en vez de resumirlos y formar un cuerpo con todos ellos; por cierto que rápidamente se manifestó mi avidez por encontrar la mayor cantidad posible de decretos lo que me llevó a revisar minuciosamente los libros de la Sección Administrativa y de las otras secciones, correspondientes a los años de gobierno de Heredia. Encontré algunos que no estaban registrados en el cuaderno y los incluí, siempre con el dato de la referencia documental. Una vez realizada esta tarea, se imprimió en la computadora lo que arrojó la nada despreciable cifra de 145 páginas. Sin embargo, considerando la actuación de Heredia y el interés que siempre han demostrado los investigadores en él, pensé que tal vez todo estuviera ya publicado y hubiera sido vano mi esfuerzo. Lo consulté con mi director, quien me dijo que verificara este punto y que él me traería un material que había pertenecido a Juan B. Terán y una fotocopia de un Registro Oficial para que hiciera la compulsa entre éstos y lo que existía en el archivo. Resultó que unos cuantos decretos habían sido publicados textuales por Manuel Lizondo Borda y en cuanto a la comparación, arrojó que el archivo no guarda algunos que están en las copias brindadas por Páez de la Torre y viceversa. De manera que me dediqué a copiar todo para completar lo que falta en el archivo y ya las 145 páginas han aumentado su cantidad. En cuanto a las copias reali-


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zadas por Juan B. Terán, cuyo principio faltaba, me produjeron una inquietud investigativa tremenda que me llevó a remover nuevamente casi todo el archivo en búsqueda de unos detalles que tenían sus decretos y no los tenían los que ya estaban copiados, e incluso de otros que no estaban archivados. Con gran satisfacción descubrí que el doctor Terán había transcripto los registros oficiales de los años 1832 y 1833, aparentemente desaparecidos ahora. Ese descubrimiento se hubiera realizado antes, si yo hubiese tomado las cosas con menos vehemencia y, en vez de obnubilarme con el árbol, hubiera considerado el bosque, esto es revisar con calma las copias del doctor Terán, donde al empezar el año 1833 aparece el título de registro oficial, que falta en el principio. Hechas estas aclaraciones de método, pasaré a considerar la actividad legislativa del gobernador Alejandro Heredia. A los pocos días de asumir, emitió su primer decreto nombrando comisario general de policía a Lorenzo Domínguez1 quien deviene luego juez general de policía cuando se suprimen los comisarios y se los reemplaza por los viejos alcaldes de hermandad.2 Al parecer, éstos no cumplieron sus funciones a satisfacción del Gobernador porque el 10 de mayo de 1832, Heredia considera que su inacción es la causa de los asesinatos, robos, salteamientos y de la proliferación de vagos y mal entretenidos que prostituyen a los buenos habitantes del campo, en consecuencia ordena que están obligados a recorrer su distrito por lo menos cada dos meses para fiscalizar y tomar medidas sobre los que atentan contra la tranquilidad, sin olvidar a las mujeres de mala vida que ofenden la moral pública.3 La reforma se redondea cuando dicta el reglamento de policía,4 que consta de 25 artículos, y es una mezcla de código municipal (no se puede galopar por la calle; no se abrirán cimientos sobre ella para edificar); prescripciones sobre portación de armas, norma de comercio (nadie fiará a insolventes porque perderá el fiado), etc. También encarga a la policía que localice los pozos abandonados que están sin protección para obligar a sus propietarios a cerrarlos y evitar funestos accidentes.5

1 2 3 4 5

Archivo Histórico de Tucumán (AHT), F. 89, vol. 39 SA. AHT, 8 de febrero de 1832, F.65 v.-66 v., vol. 41 SA. AHT, F. 76 y v., vol. 41 SA. AHT, 14 de febrero de 1832, 67 v.-69, vol. 41 SA. AHT, 18 de febrero de 1832, 69v.-70, vol. 41 SA.


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Es decir que la jurisdicción de la policía es muy amplia y con estas medidas se trata de solucionar una serie de problemas existentes. sin embargo, el 11 de marzo de 1837, debido a la disminución de la recaudación, y a que “la policía no presenta mayores ventajas” para el pueblo pero que “ocasiona gastos casi superfluos” se la suprime, encargándose al coronel del Regimiento nº 1 el cuidado de la tranquilidad y sosiego de la ciudad.6 Parece que había una gran confusión en la circulación de la moneda, lo que va a dar lugar a dos decretos: el primero publicado por bando7 el 24 de enero de 1832 cuyo primer artículo acepta como corriente toda moneda que circula y establece hasta la pena de muerte para los falsificadores; y el segundo el 5 de febrero8 tendiente a aclarar ese primer artículo, que permitió todo tipo de abuso en la introducción de moneda falsa; y da por buena la de Chilecito, Potosí y la de cualquier casa pública de moneda. Tratando de salvar la ignorancia en esa materia, para determinar si la moneda es falsa o no, forma una comisión integrada por Lorenzo Domínguez y Manuel Lacoa, cuyas resoluciones al respecto, serán definitivas. El castigo para el falsificador parece que se suavizara al declarar que “será castigado con las penas que prescriben las leyes” (art.9º). Como no podía ser de otra manera, la organización del personal militar ocupa en seguida la atención de Heredia y el 5 de febrero (día prolifero en decretos) encomienda a José Martín Ferreyra que distribuya los efectivos y fija la formación de las compañías y los escuadrones.9 En este sentido también, numera los regimientos de caballería por cada departamento y nombra sus jefes10 y ordena más adelante que en los días festivos, después de la misa, se realicen ejercicios militares.11Con el objeto de establecer un control en el campo sobre la gente que sale de la provincia. son los jefes militares en cada departamento los encargados de expedir los pasaportes de salida, previo informe del respectivo receptor en el sentido de si existe alguna deuda del solicitante.12 Teniendo en cuenta los sacrificios que han realizado los militares 6 7 8 9 10 11 12

AHT, F. 22 y v., vol. 46 SA. AHT, F. 101, vol. 39 SA. AHT, F. 63-64, vol. 41 SA. AHT, F. 62 y v., vol. 41 SA. AHT, 14 de junio de 1832, F. 81 y v. vol. 41 SA. AHT, 17 de mayo de 1833, F. 416v.-417, vol. 41 SA. AHT, 12 de julio de 1832, F. 84 y v., vol. 41 SA.


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por su patria, establece que los oficiales de caballería desde subteniente inclusive, gozan del fuero propio en las demandas civiles y sólo en ciertos casos lo pierden; en cambio de sargento para abajo sólo lo gozarán en casos de estar en servicio.13 Con el correr del tiempo, el tráfico de influencias militares en la justicia ordinaria sobrepasa lo aceptable, así es que el 7 de noviembre de 1836, Heredia prohíbe que los que pertenezcan a ese gremio actúen como agentes o apoderados, salvo que sean acciones propias.14 Para complementar la acción de los militares, crea en la capital dos cuerpos, uno de infantería, Cazadores de la guardia provincial, formado por comerciantes, mercaderes y todo joven decente mayor de 15 años, y otro de caballería, Volantes de San Miguel, formado por hacendados y sus hijos mayores de 15 años hasta 60; los primeros llevarán un uniforme formado por pantalón y leva corta verde invisible, morrión con cordonadura y penacho negro llorón, escudo negro en el centro con el esqueleto de la muerte, esto es canillas y calavera y alrededor la inscripción libertad o muerte; el uniforme de los segundos se compondrá de un pantalón y una chaqueta azul con botonadura amarilla, sobrero negro redondo con penacho punzó y chaleco idem.15A medida que pasa el tiempo, a más de su función específica, los jefes militares son encargados de otras tareas como el auxilio a los alcaldes en la protección del ganado, en la confección del censo, en todo lo concerniente al mantenimiento del orden (y con la supresión de la policía que ya vimos, ya no fue sólo auxilio) y en realizar operaciones de inteligencia para detectar y controlar a los emigrados de provincias limítrofes cuando éstas tenían problemas y cuando se los tenía con ellas, con el objeto de neutralizar su acción. La administración pública ya en esas épocas parecía padecer de los mismos males que ahora. El decreto respectivo fija las horas de trabajo y las de atención al público pero el artículo 5º muestra la voluntad de suspender el desorden cuando dice “se encarga a los señores ciudadanos eviten la frecuencia de simples visitas al gobierno en las horas designadas al despacho; al paso que fuera de ellas tendrá un placer de guardar sociedad con ellos y aprovecharse de sus luces y conocimientos con respecto a la organización y ventajas de la provincia”,16 una forma elegante de ahuyentar a los que hacen perder el tiempo. 13 14 15 16

AHT, 29 de julio de 1833, F. 112v.-113v., vol. 41 SA. AHT, F.23 y v., vol. 46 SA. AHT, 7 de noviembre de 1836, F. 24 y v., vol. 46 SA AHT, F. 62 v.-63, vol. 41 SA.


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Las guerras sucesivas han desquiciado la administración de justicia, actividad que para Heredia tiene una importancia fundamental, así es que empieza reiterando la vigencia de los artículos del reglamento del 2 de junio de 182917 respecto a las atribuciones de los jueces y los procedimientos para acceder a la apelación; incluso no conforme con su desempeño, fija un horario en el que deben resolver las demandas verbales18 e instaura la obligatoriedad de asesor si las partes lo solicitaren y de la confección de un protocolo escrito donde ellas se asentarán;19 con el fin de agilizar los procesos, autoriza a los alcaldes de barrio para resolver demandas civiles que no excedan los diez pesos, cuya apelación tratarán los jueces ordinarios y sólo en caso de negarla, el recurso pasará al tribunal de alzada;20 el mismo propósito lo guía para suprimir el tribunal de primera instancia y dejar la resolución de los asuntos en manos de los jueces civiles y criminales directamente,21 todo supeditado a la aprobación de la Legislatura, cuando ésta se reúna. También obliga la participación de los letrados para poder litigar.22 No son ajenas a su inquietud las dificultades que sufre la gente del campo cuando debe concurrir a litigar en la ciudad, así que autoriza a los alcaldes de los departamentos para resolver demandas que no superen los veinticinco pesos y crea en cada cabeza un tribunal de alzada, cuya formación y funcionamiento expresa, como asimismo el nombramiento de los jueces respectivos.23 La falta en de método en la campaña para realizar los sumarios en casos de muertes violentas, da lugar a un decreto que pormenoriza los pasos a seguir, que empiezan con la orden de formación del proceso y siguen con el reconocimiento del cadáver para establecer la causa de la muerte, declaración de testigos, aprensión del reo, etc.24 El 6 de marzo de 1833, se ordena que los trámites se abrevien dada la proliferación de salteadores de caminos y saqueadores de casas, a los que, una vez apresados, se fusilará con sólo su confesión y la deposición de dos o tres testigos, pero dada su dureza, se fija a este decreto sólo dos meses de vi-

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AHT, 6 de febrero de 1832, F. 64-65, vol. 41 SA. AHT, 18 de mayo de 1832, F. 80, vol. 41 SA. AHT, 31 de agosto de 1832, F. 88 v.-89 v., vol. 41 SA. AHT, 12 de enero de 1833, F. 98 y v. y 99 y v., vol. 41 SA. AHT, misma fecha, F. 98 v. y 100, vol. 41 SA. AHT, 28 de enero de 1833, F. 104 y v., vol. 41 SA. AHT, 11 de febrero de 1832, F. 66 v.- 67 v., vol. 41 SA. AHT, 27 de septiembre de 1832, F. 93 y v., vol. 41 SA.


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gencia.25 Con el objeto de verificar si las órdenes dadas en materia de justicia han producido resultados, el 21 de noviembre de 1833 decreta que los alcaldes de la ciudad y de la campaña deben de llevar una minuta pormenorizada de las causas civiles y criminales que se resuelvan y la pasarán cada dos meses a consideración del gobierno; lo mismo se aplica para las apelaciones tratadas en el tribunal de alzada.26 Ya en 1836, el 4 de julio, para solucionar el perjuicio que han creado los dilatados trámites, a causa de los cuales “se borra la idea del crimen”, crea un tribunal especial para que en quince días se sentencien las causas criminales que están pendientes. Sus integrantes son Fabián Ledesma, Prudencio Gramajo y Marco Manuel de Avellaneda.27 Para agilizar las comunicaciones del gobierno con las autoridades de la campaña, se establece una especie de posta desde la ciudad hasta los puntos más distantes en los cuatro rumbos donde se encuentren poblaciones con jefes políticos o militares.28 En cuanto a las postas ordinarias, Heredia renueva el reglamento del 11 de marzo de 1826 que establece las condiciones que debían reunir las paradas para mayor comodidad del pasajero, los deberes de los maestros de postas y de los postillones, la provisión de caballos, etc.29 Para protección de la administración de correos, prohíbe el tránsito de correspondencia por particulares sin su intervención, obliga a pagar el derecho de porte y décima si se utiliza la carrera de las postas y los carruajes que entren o salgan, necesariamente utilizarán caballos de la posta o pagarán por ellos aunque no los usen.30 El administrador de correos debe de formar un libro separado con esas cartas que entran por conductos particulares, donde se hará un registro minucioso de ellas.31 Ya hemos visto que la proliferación de vagos preocupaba a Heredia. Entonces ordena que todos los que no tengan medio de vida honesto deben de buscar patrón en el término de tres días y la papeleta de conchabo será el certificado de su empleo que se renovará mensualmente para evitar fraudes.32 En el mismo sentido, considerando que siendo la provincia privilegia25 26 27 28 29 30 31 32

AHT, F.413 y v., vol. 41 SA. AHT, F. 424 v., vol. 41 SA. AHT, F. 140, vol. 41 SA. AHT, 20 de febrero de 1832, F. 70-71, vol. 41 SA. AHT, 23 de febrero de 1832, F. 72-73, vol. 41 SA. AHT, 27 de diciembre de 1832, F. 96-96, vol. 41 SA. AHT, 3 de enero de 1833, F. 97v.-98, vol. 41 SA. AHT, 23 de febrero de 1832, F. 71 v.-72, vol. 41 SA.


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da en cuanto a los recursos de vida y que todo lo demás necesario se vende a precio accesible, es inicuo que la gente común ande desharrapada y sucia, lo que sólo es atribuible al ocio o a los vicios, por lo tanto el que se presente de esa manera públicamente en los días festivos, será tenido por vago y como a tal destinado a las obras públicas o a la milicia.33 Y para completar ésto y acrecentar los efectivos del ejército sin utilizar brazos útiles, destina al servicio de las armas a los que no tengan una ocupación conocida y a los que vivan mal con su mujer sin asistirla.34 Casi todos los años de su gobierno, al acercarse el carnaval, repite las normas para celebrarlo. Considera que está en “directa oposición con las luces y civilización del día” pero que no es posible desarraigarlo, por lo tanto se ha de tratar de controlarlo para que produzca el menor daño posible. El juego de carnaval se permite en cuanto no ofenda la decencia y moral pública, se pueden realizar reuniones para cantar la vidalita y no se autoriza a portar armas,35 son las disposiciones más importantes. Para evitar los fraudes en la percepción de impuestos a los efectos que se introducen, crea un Tribunal de Aforos presidido por el Administrador de Aduana y ratifica los reglamentos de ésta de 1826.36 Asimismo, establece un protocolo de guías, con las copias exactas de éstas, revisadas y legalizadas por el tribunal de aforos, luego se fija el impuesto y se da cuenta al gobierno de las letras aceptadas por los introductores para poder disponer de los fondos sin excederse.37 Pero todo este mecanismo no es suficiente para detener el contrabando de los efectos que no se consignan en las guías y entran subrepticiamente en los equipajes, así que todo los que se venda pública o privadamente sin estar registrado y sin haber dado parte a la aduana que exceda los cincuenta pesos, debe caer en comiso y el introductor pagar una multa de cien pesos. Pero para poder llevar a cabo lo prescripto declara que es una obligación de acción pública dar cuenta de todo lo que se introduce que no esté consignado en las guías.38 Sin embargo de todas estas precauciones, las agitaciones políticas van a dar pretexto para introducir efectos sin 33 34 35 36 37 38

AHT, 15 de junio de 1837, F. 30 v., vol. 46 SA. AHT, 27 de agosto de 1837, F. 28 y v. vol. 46 SA. AHT, 3 de marzo de 1832, F. 73 y v., vol. 41 SA. AHT, 28 de abril de 1832, F. 74 y v., vol. 41 SA. AHT, 14 de febrero de 1833, F. 105 v.-107 v., vol. 41 SA. AHT, 28 de febrero de 1832, F. 108 y v., vol. 41 SA.


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guía, de manera que el 26 de septiembre de 1833, se grava con el quince por ciento lo que se introduzca sin registro, sin perjuicio de las otras penas ya establecidas por la aduana.39 Para completar el control, un día después, se crea el tribunal de aforos en todas las receptorías del campo.40Como aún no resulta suficiente, el 3 de octubre, Heredia decreta que todo equipaje, petacas y almofreces (fundas en que se llevaba la cama de camino) que entren por la posta o en tropa de carretas, será presentado en la aduana para su revisión.41 Considerando que el ganado tiene múltiples utilidades y aplicaciones, se toman una serie de medidas para evitar su robo. Compradores y vendedores de cuero deberán presentarlo a la policía antes de realizar la operación, bajo cierta pena; se llevará un registro de marcas de los cueros traídos con el objeto de venderse, y cada tanto, los que han sufrido robo las examinarán.42 Con ese mismo objeto se obliga a contramarcar el ganado que se compre o venda.43 Pero el sistema se perfecciona con la creación de un Registro de Marcas que ordena a los dueños de hacienda presentarlas para que en cada departamento los jueces las inscriban con los nombres y residencia de los propietarios. El ladrón descubierto por este medio, devolverá el animal o en caso de estar consumido, el duplo de su valor; el propietario que no haya hecho el trámite de registrar su marca, no tendrá derecho a sus animales que se recuperen. Tratando de que la distancia no haga inoperante este decreto, los alcaldes están obligados a publicarlo tres veces en la parroquia o vice parroquia, cuidando que su noticia llegue a todos los habitantes de su jurisdicción.44 Desde el 15 de mayo de 1835 se prohíbe la extracción de vacas para evitar la disminución de ganado vacuno.45 Y llegamos a lo que quizás se considera como lo más memorable de Heredia y que es la creación de las escuelas de primeras letras bajo el sistema de Lancaster. El 14 de mayo de 1832 dicta un decreto reflotando una ley del 20 de septiembre de 1826, que autorizaba al gobierno a exigir dos reales por cabeza que se faenara para el abasto público, con el fin de sostener las 39 40 41 42 43 44 45

AHT, F. 421 v., vol. 41 SA. AHT, F. 422 y v., vol. 41 SA. AHT, F. 93 v.-94, vol. 41 SA. AHT, 7 de mayo de 1832, F. 75-76, vol. 41 SA. AHT, 6 de agosto de 1832, F. 87 y v., vol. 41 SA. AHT, 6 de febrero de 1833, F. 105-106, vol. 41 SA. AHT, F. 432 v., vol. 41.


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escuelas. La primera de esta clase es la de Lules, a la que dota de un mercado en el que se cobrarán los dos reales que formarán el fondo de la escuela con más los ocho pesos que pagarán los que matasen a una legua a todos los rumbos para vender en su casa o en otra parte que no sea el mercado. La administración correrá por cuenta de una junta o sociedad protectora formada por el comandante, el teniente cura, el alcalde y dos vecinos nombrados por los anteriores. Se fija también el resto del personal, provisión del local para funcionar, etc. En la copia del doctor Terán aparece una nota firmada por el ministro secretario Juan Bautista Paz que nombra todos los lugares donde se han fundado escuelas y consigna que la mayor parte de sus directores son pagados de los fondos públicos, lo que muestra que los mercados no dieron muy buen resultado,46 y efectivamente, un año después, manifiesta que éstos sólo han podido establecerse en Monteros y Lules por lo que fija que por cada res que se venda para el abasto en cualquier lugar de la provincia, el vendedor pagará un real.47 En la capital se crea también una escuela de música48 con reglas estrictísimas, y el 20 de agosto de 1832, se anuncia la apertura el 3 de septiembre de la escuela de la ciudad que funcionará en el Convento de la Merced. Se conmina a todos a participar de tan fausto acontecimiento, siendo los que no concurrieren tenidos por ciudadanos sin espíritu público.49 Efectivamente el decreto de fundación de la escuela de la capital tiene fecha del 3 de septiembre50 y si bien se instituye una junta protectora, es mucho más amplia que las del campo. Está formada por el Vicario, los superiores de San Francisco, Santo Domingo y Mercedes, el Juez de Alzadas, el Juez de Iª Nominación y el Síndico Procurador. Su primer director es Felipe Bertrés, cuyo sueldo es de 600 pesos anuales que correrán por cuenta de los fondos públicos y está obligado a enseñar gratis a leer, escribir y las cuatro operaciones; los padres podrán optar por profundizar estos conocimientos pero será bajo contratos particulares. Dentro de sus disposiciones se estipula la supresión de los azotes y como medio de corrección se utilizarán medidas que no degraden a los jóvenes. Para las escuelas del campo, no habiendo sido este

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AHT, F. 77 v.-80, vol. 41 SA. AHT, 4 de mayo de 1833, F. 415 v.-416, vol. 41 SA. AHT, 27 de julio de 1832, F. 85 v.-86 v., vol. 41 SA. Copia de JBT, pág. 49. AHT, F. 77 v.-80 SA.


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punto notado oportunamente, se dicta un decreto especial el 27 de diciembre de 183251 porque se considera que “es una medida diametralmente opuesta a los objetos de la creación de la escuela porque los jóvenes que se educan para ser ciudadanos libres no deben ser abatidos ni vejados...” Los considerandos de ambos decretos son unas preciosas piezas de retórica a la cual era muy aficionado Alejandro Heredia, en los que se encomia las virtudes de la educación y su papel para lograr la felicidad, así como su falta es el origen de todos los desórdenes. Las disposiciones sobre guardar las garantías de los ciudadanos son bastante insólitas, dada la época y la modalidad imperante. Dice que después de calmarse la guerra, cuando las garantías individuales no existían, es necesario respetar los principios liberales que se han adoptado, por lo tanto establece que nadie podrá ser apresado sin orden de autoridad competente, salvo el caso de ser sorprendido en flagrante delito, y fija las normas del proceso.52 La utilización del sistema de concurso de precios, a mi entender exótico en esa época, es el que se aplica para el arreglo de las casas de justicia. La provisión de los materiales necesarios se hará mediante posturas cerradas de los interesados, de entre las cuales se escogerá la más conveniente. El precio se pagará la mitad cuando se celebre el contrato y la otra mitad en la entrega de materiales. Al momento de publicarse el decreto, se consigna que ya los acopiaron y empezará la obra cuando pasen las aguas.53 Este es uno de los que están copiados por Juan B. Terán pero no pudo encontrarse en el archivo. La inexistencia de cercos en las propiedades, producía una serie de inconvenientes que Heredia trató de subsanar con sus disposiciones. En primer lugar considera que la campeada en terrenos ajenos para recuperar animales, provoca daños y es un atentado a la propiedad privada, por lo tanto establece que deberá mediar licencia del propietario o en su defecto solicitud de hacer rodeo para sacar los animales; el dueño deberá optar necesariamente por una u otra cosa y no haciéndolo, se podrá recurrir a las autoridades.54

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F. 96, vol. 41 SA. AHT, 14 de junio de 1832, F. 81 v.-82, vol. 41 SA. Copia de JBT, pág. 38 AHT, 4 de julio de 1832, F. 82 y v., vol. 41 SA.


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Pero también están los hacendados que tienen su ganado disperso, sin sujetarlo a rodeo, lo que causa que se vuelva cimarrón. En tal caso, ordena a los dueños a que en seis meses lo controlen y si no lo hicieren, autoriza a los dañados por este tipo de ganado a matarlo sin ninguna responsabilidad.55 Cuando el plazo se cumple con creces, Heredia da orden al comandante del 2º escuadrón del regimiento nº 3 para que prenda todo el ganado cimarrón y alzado que encuentre y lo reparta de diversas maneras.56 El 4 de marzo de 1837 vuelve a dar el plazo de seis meses para controlar el ganado alzado. La opinión de Heredia sobre las mujeres no es muy halagüeña. Sostiene que “fácilmente pervierten el ánimo y trastornan la bella índole del hombre” lo que influye en el trastorno de la tranquilidad pública, pero hace la salvedad que esto sucede cuando no tienen ocupación conocida, luego se hace preciso que busquen trabajo en un término perentorio y lo acrediten con la papeleta de conchabo, en caso contrario serán obligadas por la policía a procurárselo.57 El decreto del 21 de julio de 1832 tiende a suprimir la servidumbre personal de los niños que están en este caso bajo el pretexto de que sus madres no se ocupan de ellos por su mala conducta. Obliga a que las mujeres de conducta escandalosa presten servicios en casas que puedan controlar sus excesos, preferentemente familiares; en caso que tuvieran hijos a quienes pudiere afectar su mal ejemplo, serán entregados a sus parientes y sólo en caso que éstos no estuvieran en condiciones de hacerse cargo, la policía los entregará a personas particulares, estipulando su salario según sus aptitudes y ordena que todos los niños que estén destinados al servicio de casas, sean retirados de ellas inmediatamente y devueltos a sus padres, teniendo en cuenta los primeros artículos de éste.58 La disposición que tiene mucha importancia y no ha sido posible encontrar en el archivo, aunque es mentado varias veces, es el de la adhesión a la liga litoral, y gracias a la copia del doctor Juan B. Terán ha sido posible rescatarlo. El 8 de julio de 1832, acepta todos los artículos del tratado celebrado el 4 de enero de 1831 en Santa Fe, aunque se dilata el envío de un diputado para cuando mejoren las circunstancias de la provincia y se aclara

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AHT, 19 de septiembre de 1834, F. 426 y v., vol. 41 SA. AHT, 27 de junio de 1826, F. 138, vol. 44 SA. AHT, 4 de julio de 1832, F.82 v.-83, vol. 41 SA. AHT, F. 85 y v., vol. 41 SA.


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que la demora en su aceptación, se debió a que se lo hizo circular por todos los departamentos para recabar su opinión, debido a la falta de Legislatura según sabemos por los documentos contemporáneos, aunque este detalle no se menciona en el propio decreto. Una disposición de Alejandro Heredia que aparentemente nunca se cumplió, es el de la asunción de Monteros al rango de villa y su traslado al campo de los Romanos con el título de ALEJANDRÍA, a pesar de que se establecen todos los pasos administrativos para realizarlo e incluso se solicita autorización para trasladar la iglesia parroquial.59 El nunca bien ponderado Ministro de Hacienda José Manuel Terán da lugar a la expedición de una serie de decretos a raíz de sus consultas sobre la imposición de las patentes a tiendas y pulperías. En efecto, se establece un capital base mayor en la ciudad que en el campo y la forma de calcular las patentes, que parece no ser suficientemente clara para los receptores de hacienda ni para los contribuyentes, lo que lleva al ministro a solicitar aclaraciones. El decreto definitivo se dicta el 17 de enero de 1833, fijándose los montos a abonar y la obligación de pagarlos a principios de año.60 Este punto motiva otra consulta del ministro respecto a la vigencia de la patente, lo que es resuelto el 20 de enero de 1834.61 Ya en 1836, reitera las penas a los transgresores y la prohibición de circular con pulperías volantes, que no sólo perjudican a las permanentes que pagan sus impuestos sino que promueven reuniones en lugares a los que la justicia no tiene acceso.62 Tratando de evitar perjuicios a la salud pública, Heredia dispone el empedrado de las calles, pero no estando la provincia en condiciones de afrontarlo, establece que las tropas de carretas, antes de salir, conducirán piedras desde el río a la plaza y lo mismo para los vendedores de leña que harán dos viajes al mes. Por cada carretada de piedras, se abonará tres reales.63 En 1836 al parecer este objetivo está parcialmente logrado porque en el decreto que encarga al agrimensor general de la provincia ocuparse de los caminos de entrada a la ciudad y de las calles, estipula que se obligará a los frentistas a

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AHT, 10 de julio de 1832, F.83 - 84, vol. 41 SA. AHT, F.101 v.-102 v., vol. 41 SA. AHT, F.13, vol. 42. AHT, F.134 y v.-vol. 44. AHT, 14 de septiembre de 1832, F. 160 y v., vol. 40 SA.


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poner maderos u otro reparo en la vereda pero no menciona la calle propiamente dicha.64 Así como se tomaron medidas para proteger el ganado vacuno, se aplicó el mismo criterio al caballar, prohibiendo que se extrajera de la provincia aún cuando estuviera contramarcado, permitiendo su salida solamente si el ganado se compró para extraerlo antes de la publicación del decreto, y recomienda que los jefes militares y civiles convenzan a los hacendados de criar mulas antes de vender el ganado fuera de la provincia a precio vil.65 Con respecto a esta práctica, se establece que para evitar disputas sobre la propiedad de las crías, el criador que no posea hechor y recurra al de otro, no tendrá derecho sobre el producto y será indemnizado con potros o potrancas, quedándose con las mulas el dueño del hechor.66 La matanza de yeguas con el sólo fin de producir cueros y grasa se permite con la intervención de las autoridades militares y civiles, que autorizarán tal práctica sobre yeguas viejas y estériles,67 pero considerando Heredia que este decreto no ha dado el resultado esperado el 15 de diciembre de 1833, casi seis meses después de dictado aquél, prohíbe totalmente la matanza de yeguas y revoca los artículos del decreto anterior que la permitían parcialmente.68 Pero los transgresores encuentran una forma de evadir estas medidas y es acercándolas a la frontera con Salta y luego pasándolas a esa provincia sin advertencia de las autoridades; la solución es prohibir el desplazamiento de las yeguas de sur a norte, y desde el este sólo podrán llegar hasta Tafí.69 Pero tal es la preocupación de Heredia porque las yeguas no salgan de la provincia, que hasta prohíbe el uso de madrinas.70 Los artículos de uso cotidiano no escapan a la atención de Heredia. Se ocupa de reglamentar el expendio de carne y pan para evitar abusos. Con respecto a la primera, obliga a los abastecedores a usar balanzas de cierta precisión para venderla y estipula que en el tiempo bueno (enero a junio) se

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AHT, F. 134 v.- 135. vol. 44 SA. AHT, 30 de octubre de 1832, F.94 y v., vol. 41 SA. AHT, 6 de febrero de 1833, F.106 y v., vol. 41 SA. AHT, 29 de mayo de 1833, F.417 v., vol.41 SA. AHT, F. 425 y v., vol. 41 SA. AHT, 10 de marzo de 1835, F. 427 v. y 432, vol. 41 SA. AHT, 6 de abril de 1835, F. 431 y v., vol. 41 SA. AHT, 16 de enero de 1833, F. 100 v.-101 v., vol. 41 SA.


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darán cinco libras con hueso y cuatro sin él y en el tiempo malo (julio a diciembre), cuatro con hueso y tres sin él.71 En cuanto al segundo, precisa que al mayor precio al que ha llegado la harina ha sido el de doce pesos la carga de doce arrobas, y que aún adquiriéndola a este precio y vendiendo el pan a una libra de peso el cocido, los panaderos tienen una ganancia considerable, por lo tanto, ordena que se venda de esa forma; la policía ejercerá funciones de control bromatológico al cuidar que la harina que se use esté en buen estado y si bien su precio, según las leyes de Indias y ordenanzas municipales, es libre, reitera el peso de doce arrobas por carga.72 El decreto más largo expedido por Alejandro Heredia, que consta de cuarenta artículos, es el que se refiere a las tropas de carretas. Empieza destacando la importancia que tiene para la provincia el ramo de carretas, que da trabajo a gran cantidad de gente y en él intervienen los hacendados, artesanos y traficantes de madera, además que es causa de promoción de riqueza. Sin embargo, hasta el momento ha permanecido en el olvido por parte de los gobernantes que no han dictado un reglamento adecuado a los peones troperos para controlar su conducta, que produce grandes perjuicios a los dueños de las tropas, al comercio y a la sociedad. En primer lugar Heredia manda realizar un registro de todos los peones, en el que se asentarán los datos posibles del registrado. Luego ordena a los encargados de tropa presentar una nómina de todos lo que la componen, bajo pena de multa. El peón que se fugue sufrirá el castigo de quinientos azotes y seis meses de trabajo en las obras públicas y el que a más de ello haya robado en la tropa, será fusilado, luego de comprobado el hecho breve y sumariamente, con la única condición de la confesión; igual pena sufrirán los cómplices y los que encabecen algún motín. Para acreditar el cumplimiento de su trabajo, necesitarán los peones un certificado del encargado de la tropa de haber llegado a destino y careciendo de él, serán reputados por prófugos. Los capataces también tienen una serie de obligaciones, como no ponerse a la altura de los peones para fomentar equívocos, proveer el alimento necesario, dar cuenta de los prófugos, etc. Los boyeros cuidarán de la boyada; la acercarán para cargar la tropa y una vez descargada su obligación es volverla a la invernada y serán culpables de la pérdida de algún animal, aunque están exceptuados 72 73

AHT, 21 de enero de 1833, F. 102 v.-103 v., vol. 41 SA. AHT, 4 de marzo de 1833, F. 108 v.-112 v., vol. 41 SA.


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en caso de sucesos imprevistos. Todos los trabajos que se hacen para poner en marcha la tropa y durante ella, se consideran a cuenta del viaje, pero no se precisa el sueldo o estipendio que a cada uno corresponde, salvo el artículo 35 que fija el pago de dos reales a los peones que se ocupen de sacudir los cueros u otra especie susceptible de polilla cuando este servicio haya sido previamente pagado al patrón o capataz.73 Es notable que este decreto siendo tan minucioso y tratando un tema que el mismo Heredia reputa olvidado no haya sido publicado en el Registro Oficial, o por lo menos no está en la copia que de él realizó el doctor Juan B. Terán. El incendio de campos, que actualmente padecemos, se ve que tiene una larga tradición. El 17 de junio de 1833 Heredia lo prohíbe fijando una pena de doscientos azotes para el que lo produzca. Sólo se autoriza realizarlo en la espesura de los montes para ralearlos, con la restricción de tomar las medidas para que no se extienda el fuego.74 Un decreto que merece comentario por su peculiaridad, es el del teatro. Expresa una explicación sobre la su importancia como medio de educación porque allí se representan los ejemplares actos heroicos que sirven de inspiración a los hombres y en él se premia la virtud y se execra el vicio. Es una escuela pública que muestra los efectos del ocio y de otras pasiones que sólo envilecen al hombre; para sacar el máximo provecho es necesario atender para entender su sentido, lo que se logra con un total silencio y es una falta de consideración perturbar al público interesado en la obra con la conversación. Como consecuencia, se obliga a todos los concurrentes a guardar “perpetuo silencio” desde que se abre el telón hasta que se cierra y el transgresor será expulsado por la policía.75 La salud pública no podía quedar fuera de la esfera de las atenciones de Heredia, así es que habiendo llegado a la provincia la vacuna contra la viruela, dispone que el doctor Faustino Salvato sea administrador general de vacunas, de quien dependerán los comisionados de la campaña (nombra a todos, generalmente los curas párrocos) que supervisarán el procedimiento realizado por los subalternos, los que en cada departamento distribuirán la vacuna y la reproducirán realizando toda la operación con los cuidados que se expresan en el decreto. 76 74 75 76

AHT, F. 419 y v., vol. 41 SA. 20 de julio de 1833, copia JBT, pág. 97. AHT, 21 de octubre de 1833, F. 422 v.- 424, vol. 41 SA.


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Heredia cree que el manejo de la estadística ayuda a gobernar por lo que ordena que los jueces de la campaña realicen un censo de los habitantes de su jurisdicción consignando nombre, sexo, edad, estado, condición, ocupación y residencia y al efecto provee un formulario ad hoc.77 En el mismo sentido, dispone que los curas párrocos de la ciudad y del campo lleven un registro que cada tres meses pasarán al gobierno, de los nacidos, muertos y casados, así como su edad, sexo y condición.78 El 30 de noviembre de 1833, Heredia anuncia la reapertura de la legislatura para el día siguiente; con tal motivo se iluminarán las calles y se hará una misa de acción de gracias, a lo que invita a todos los ciudadanos para manifestar la alegría por tan fausto acontecimiento que ha sido diferido en espera de la calma de las pasiones, exaltadas por la guerra.79 El último escrito que tiene la copia del doctor Terán, es decir a fines de 1833, es el preliminar a lo que iba a ser el decreto ordenando la extinción de los lagos del bajo. Explica los perjuicios a la salud que ocasionan las aguas estancadas porque por los “cadáveres amontonados se sabe que tienen la vejiga de hiel más repleta de lo regular” propio de “la sangre cargada de miasmas pútridas o partículas salinas-biliosas” “consecuencia necesaria de la falta de movimiento de las aguas” que forman unas ampollitas que vulgarmente se conocen como espumas y “estando el agua en este estado arroja corrupción y fetidez” que se percibe por la respiración y llega al pulmón. Lamentablemente, nunca sabremos la forma en que el gobernador pensaba que se podía cegar los lagos del bajo y terminar con estos males porque no está la parte dispositiva y a continuación de estas consideraciones, se consigna “fin del primer cuaderno”, que no se sabe si es original o puesto por el doctor Terán, aunque me inclino por lo primero porque las copias son textuales. Toma algunas medidas con la intención de proteger las producciones locales. Ya está instalada la Legislatura, y por una nota que ésta dirige a Heredia el 25 de enero de 1834, se sabe que la Sala ha sancionado la imposición de un peso por arroba de azúcar que venga de fuera de la provincia, a más del derecho que ya se aplica, en los mismos términos en que fue redacta77 78 79

AHT, 8 de noviembre de 1833, F. 424, vol. 41 SA. AHT, 9 de noviembre de 1833, F. 424 v., vol. 41 SA. AHT, F. 407, vol. 41 SA.


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do el decreto que envió.80 El ministro secretario Juan Bautista Paz debía de concurrir a esta sanción, pero excusándose por tener un establecimiento de producción de azúcar, el mismo Heredia toma su lugar.81 Al cabo de casi dos años, es necesario levantar ese impuesto por la mala cosecha de caña.82 Con el mismo criterio de protección, y considerando que la feracidad de Tucumán permite y ya se ha probado, el cultivo del trigo, aplica igual sistema de sobre gravar la carga de harina que se introduzca con doce reales y la de trigo con un peso, pero ya avisado por lo que pasó con el azúcar, aclara que en caso de escasez el impuesto queda en suspenso y se podrá introducir harina y trigo con el aforo ordinario.83 Para mejorar la producción de tabaco, que cree Heredia es de mala calidad por los fines particulares de los cosecheros y compradores, crea veedores para que inspeccionen la cosecha y dictaminen si el tabaco es bueno, caso contrario será incinerado.84 Las consecuencias que produce el juego en la sociedad, y en definitiva en el adelanto de la provincia, llevan al Gobernador a tomar serias medidas para evitarlo, sobre todo en el campo donde es más difícil controlarlo. Prohíbe el juego del envite y tanteo, con la aplicación de fuertes multas si se es pudiente y con azotes y cárcel a los que no lo son. Sólo están permitidos las carreras y los gallos por ser de “pura diversión”. Igualmente, como las pulperías volantes promueven reuniones y juego, las mujeres que las llevan serán castigadas con multas y en su defecto azotes y prisión; en un artículo siguiente aclara que a todo el que se ocupe de ese tipo de pulperías corresponderá el mismo castigo,85 pero como ya vimos, luego son suprimidas. Casi un año después, se hace necesario reiterar la prohibición y, a pesar de considerar que el juego es un vicio pernicioso que destruye familias y degrada personas y que es el origen de todos los demás vicios, aunque sigue prohibido el juego de naipes, se permiten las carreras, los gallos y el pato siempre que la apuesta sea moderada, de 20 a 25 pesos por cada una de las partes que intervengan, lo que constituye una relajación del anterior decreto. Con

80 81 82 83 84 85

AHT, F. 16, vol. 42 SA. AHT, F. 15, vol. 42 SA. AHT, 1 de septiembre de 1835, F. 99, vol. 44 SA. AHT, 5 de diciembre de 1835, F. 131 v.-132, vol. 44 SA. AHT, 7 de noviembre de 1836, F. 23 v.-24, vol. 46 SA. AHT, 17 de julio de 1835, F. 429-430, vol. 41 SA.


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respecto a éste, el nuevo establece mucho más rigurosamente el papel de las autoridades en el control del juego.86 Heredia luego de haber sido nombrado por Rosas General en jefe del ejército confederado contra Santa Cruz, presentó este nombramiento a consideración de la Legislatura y su renuncia al cargo de gobernador, y ésta lo autorizó a nombrar delegado mientras durara su misión y a utilizar los medios que pudiera proporcionar la provincia para la guerra. Es así como el 14 de junio de 1837 impone un empréstito (el único) de cuatro mil pesos que será repartido por una comisión entre los comerciantes de efectos de ultramar, pulperos, hacendados, troperos y vecinos. Se acepta no sólo dinero sino ganado vacuno y mular, suelas, arroz, azúcar y aguardiente, lo que será reintegrado a la vuelta de la expedición.87 Por cierto que cada 25 de mayo, 9 de julio y 24 se septiembre se manda iluminar la víspera y realizar el Te Deum correspondiente para celebrar esas fechas tan significativas a la ciudadanía, como así guardar silencio y recato cada jueves y viernes santos. El 27 de septiembre de 1834 Alejandro Heredia se dirige a la Legislatu88 ra elevando un proyecto de constitución.89 Si bien esto excedería el objeto de mi trabajo, he considerado importante considerarlo por su trascendencia, aunque no llegó a sancionarse totalmente a pesar de las instancias del gobernador a la Sala. Según dice Manuel Lizondo Borda, sólo se trataron y aprobaron los 33 primeros artículos90 en las sesiones de 1835. En su nota de elevación, Heredia pondera su proyecto como sencillo y tan claro, que la independencia de los tres poderes y sus atribuciones, surge al primer golpe de vista. Manifiesta que sea cual sea la forma de gobierno que elija el congreso que deberá reunirse a este fin, cualquier constitución que se forme, necesariamente tendrá el carácter de provisoria porque el sólo objeto de ésta es servir de base para la organización general. Critica (“se

86 87 88 89 90

AHT, 17 de junio de 1836, F. 136-137, vol. 44 SA. AHT, F. 30, vol. 46 SA. AHT, Archivo de la Legislatura, caja 1, asunto 53. AHT, F. 4-14, vol. 37 SA. Lizondo Borda, Manuel, Gobierno de Alejandro Heredia: su acción en Tucumán, en las provincias del Norte y en la guerra con Bolivia. 1832-1838, Departamento de Investigaciones Regionales, UNT, Tucumán, 1939, pág. 23.


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atreve a indicar”) el proyecto realizado por la comisión legislativa que según él, tiene todo el carácter de permanente y además es una copia de la que se sancionó en 1827 para toda la república, que no es adaptable a una sociedad provinciana, con el agravante que al suprimir el senado de aquella, lo absorbe la Legislatura, convirtiéndose ésta “en un cuerpo deliberante con las propiedades de un tribunal de justicia”. Su proyecto consta de once secciones: sobre la provincia de Tucumán que tiene el derecho a gobernarse a sí misma, hasta que un congreso general de toda la república declare su forma de gobierno y el culto que será católico, apostólico, romano; sobre la ciudadanía: natural o legal, según se haya nacido en la provincia o se viva, se haya combatido, y se pertenezca a otra provincia; la condición de saber leer y escribir es sine qua non para ser ciudadano, aunque empezará a regir al cabo de seis años, dando tiempo para que todos se ilustren; sobre la forma de gobierno que será popular y representativa; sobre el Poder Legislativo, que estará constituido por un congreso formado por un cierto número de diputados elegidos directamente en cada departamento, según la ley del 19 de mayo de 1826, durarán por un año y podrán ser reelegidos por el período inmediato, pero no más; entre sus atribuciones está residenciar al gobernador, ningún empleado a sueldo podrá ser diputado, el congreso sólo se comunicará por escrito con el gobernador, tienen fuero propio, nombrar al gobernador, discutir el presupuesto, establecer los tribunales de justicia, crear una comisión permanente durante el receso del congreso que deberá de convocar a sesiones cuando el gobierno se haya mostrado renuente a hacerlo; las leyes emanarán del mismo congreso o a proposición del gobierno, establece las condiciones de sus sesiones, autoridades y funcionamiento etc. El Poder Ejecutivo se ejercerá por el gobernador, elegido según la ley del 27 de marzo de 1826 y gozará del sueldo que ésta prescribe, sin poder cambiarlo mientras dure su mandato. No podrá ser reelecto sino después de dos años de haber cesado. Velará por el cumplimiento de las leyes y por la seguridad interior y exterior de la provincia. Es comandante en jefe de todas las fuerzas de ella, será superintendente de hacienda. minería y correos como así también ejercerá el patronato. Se encargará de llamar a elecciones, sin poder diferirlas salvo con autorización del congreso. Tiene derecho a aprobar las leyes emanadas de éste o a vetarlas dentro de un plazo de diez días. La disposición de los fondos públicos será de acuerdo al presupuesto, para


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exceder éste, necesitará el consentimiento del Congreso. Las órdenes sin firma del ministro no exigen obediencia, etc. Estipula las funciones, atribuciones y condiciones del ministro secretario, y en cuanto al poder Judicial fija su composición en dos jueces versados en lo civil y criminal y su desempeño estará fijado por las leyes existentes. La constitución sólo podrá reformarse con el apoyo de una tercera parte de los miembros del congreso a la moción. Si esto se formalizara, serán necesarias las dos terceras partes de votos para sancionar la exigencia de la reforma, que pasará a consideración del poder ejecutivo. Si éste disintiera, serán obligatorias por lo menos las tres cuartas partes de votos del congreso para imponer la necesidad del cambio. Luego trata de los deberes de los hombres en sociedad, de los deberes del cuerpo social y por último da una serie de disposiciones generales entre las que establece la libertad de prensa, pero ejercida con moderación, exponiendo los abusos, lo que se crea oportuno para su remedio, sin faltar el respeto a las autoridades ni a los particulares. No podrán suspenderse las garantías individuales, salvo caso de rebelión o invasión y sólo durante tres meses. Prohíbe el uso de azotes para conseguir una declaración, y la autoridad que los usare, será castigado según la gravedad del delito y exonerado de la provincia. La pena de muerte será aplicada con moderación y en lo posible, suplantada por destierros y trabajos públicos. Repite las normas para establecer sumarios ya incluidas en sus decretos y establece la fianza. Reinstaura el juicio de residencia para los funcionarios y no admite como excusa a sus infracciones el haber recibido órdenes del poder ejecutivo. Toda correspondencia es inviolable y no se puede allanar una casa sin orden previa de juez. La propiedad de las producciones y descubrimientos pertenece a sus autores e inventores y el gobierno los resarcirá en caso de pérdida causada por su publicación. Reitera las disposiciones de la Asamblea del año XIII en cuanto a esclavitud y mayorazgos y suprime los fueros militares y eclesiásticos, aunque permanecerán en las funciones inherentes a su condición. Por último establece que la propiedad privada es inviolable. He sintetizado este proyecto de constitución por considerarlo bastante adelantado para su época y aunque he buscado antecedentes en la constitución del 26 o en el estatuto del 19, no he podido encontrarlos.


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MANUEL FELIPE MOLINA — Carlos Páez de la Torre (h) —

Sobre la actual calle 24 de Setiembre, dos cuadras exactas al poniente de la plaza principal de San Miguel de Tucumán –en la hoy intersección con Maipú, ochava noreste– se alzaba en la época de la colonia la vivienda conocida como “los altos de Molina”. Era al parecer la primera de dos plantas –altillos aparte– que conoció la ciudad. Ocupaba un cuarto de manzana y debía llamar la atención, tanto por los dos niveles como por el número y tamaño de las habitaciones, la riqueza de su ornamentación y carpintería y la diversidad de objetos de uso personal que atesoraba”. Inclusive, los dueños solían desplazarse en un coche “forrado de damasco y claveteado con tachuelas”, con “sus cristales, fierros y tiros correspondientes”, que remolcaban ocho “mulas mansas”, según informa el expediente testamentario del dueño. La casona era propiedad de un acaudalado vecino, el Maestre de Campo don José de Molina, esposo de doña María Josefa Villafañe, hermana del famoso jesuita Diego León de Villafañe. Don José, además de su tienda de “efectos de Castilla”, poseía estancias en Manchalá, Chaquivil, Río Colorado, Cuatro Sauces y Salazar. Daba tono al matrimonio una antigua genealogía que remontaba a los tiempos de la conquista. La familia era devota de San José y tenía una imagen –conocida como “San José Molina”– que se conserva hasta hoy en el templo franciscano de Tucumán. Fueron los padres de Manuel Felipe Molina, nacido el 26 de mayo de 1763, según los apuntes de su hermano: otra fuente fija la fecha el 22 de mayo de 1767. Era uno de los nueve hijos Molina-Villafañe: tres mujeres y seis varones. Entre estos un eclesiástico, el doctor José Agustín Molina (17731838) que sería obispo de Camaco y Vicario Apostólico de Salta, así como prosecretario del Congreso que declaró la independencia y responsable de El Redactor de esa asamblea.


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Corría 1783 cuando el adolescente Molina deja San Miguel de Tucumán, para partir a estudiar en Córdoba. Ingresó al colegio de Monserrat y luego a la Universidad de San Carlos. Apuntaba el rector Guitián: Acaso la Universidad y el Colegio no tendrán en muchos años mozo más cumplido en talento, aplicación y virtud. Jamás dio motivo a la menor corrección y en el acto general de Filosofía que defendió, antes de concluir su tercer año, lo hizo tan bien, como pudiera hacerlo su mismo lector. Todos hemos sentido su ausencia, y yo más que todos, porque lo miraba como a un astro brillante de este Colegio. Dios lo guarde y conserve afuera como en el Colegio.

El 14 de marzo de 1789 “se graduó de bachiller, licenciado y doctor en Sagrada Teología D. Felipe de Molina colegial del colegio de Monserrate, después de haber actuado en las funciones previas”, reza el asiento del secretario, doctor Navarro, que transcribe el doctor José M. Méndez. El historiador Vicente Osvaldo Cutolo afirma, en cambio, que ese año obtuvo los mismos doctorados en la Universidad de Chuquisaca. Sea como fuere, el hecho es que Molina abandonó la carrera eclesiástica que había iniciado. “Como dejé los hábitos eclesiales, tengo dos sotanas, una de gala y otra de tafetán, nuevas, con su manteo de paño, también nuevo; todo te lo remitiré en la primera ocasión”, escribía a su hermano José Agustín en 1793. Pasó a Buenos Aires, donde se concentró en obtener la habilitación de abogado. En octubre de ese año 93, informaba desde allí que “en un mes más tengo seguridad de estar ya recibido y con licencias generales”. Con los litigios que le prometían y otros “que caigan con ocasión de poder yo abogar con mi firma”, aspiraba a “pasarlo con más comodidad”. Ya por entonces estaba casado con doña María del Carmen del Tránsito López, conocida como Tránsito. Nacida en Santiago del Estero, hija del coronel Domingo López de Velasco y de María Martina Celis, era –contaba a su hermano– mujer “muy religiosa y cristiana”, que “me tiene como un recoleto” y “confesándome cada rato”. En 1794 nació su hija Justa Luisa Josefa, conocida como Luisa y primera de los nueve vástagos Molina López. De ellos, sólo cinco superaron la infancia. Molina frecuentaba mucho en Buenos Aires a fray Cayetano Rodríguez, dilecto amigo de su hermano José Agustín: las cartas del fraile con éste último lo mencionan con reiteración y aportan noticias sobre su vida. De las misivas de Manuel Felipe surge también que tuvo algún trato con eclesiás-


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ticos como el padre Luis José de Chorroarín y el tucumano Ildefonso de las Muñecas, y con José Gregorio Gómez, por ejemplo. En 1796, manifestaba a su hermano el propósito –que nunca cumpliría– de regresar a Tucumán y radicarse allí. “Buenos Aires es una pura apariencia”, decía. “Aquí hago demasiado con sostenerme con la decencia correspondiente a mi estado”. Una “decencia” que exigía no pocos gastos: comentaba el fraile de Rodríguez, cuatro años atrás, en carta a José Agustín, que “la morosa mansión de Felipe en esta ciudad ha costado a tu madre muchos pesos”. Añadía que “este nuestro hermanito no sé en qué piensa”. Poco a poco las cosas mejoraron. Manuel Felipe fue nombrado abogado de la Real Audiencia. Pero sufría siempre problemas de salud. En 1797, un “mal de costado” lo dejó “hecho un saco de huesos y un esqueleto vivo”, informaba Rodríguez a José Agustín. La enfermedad lo llevaba a insistir en un posible regreso a Tucumán, dejando esa Buenos Aires donde, decía el fraile, “al paso que hallaron sus talentos todo el aprecio que merecían, no encontró acogida su salud”. A mediados de 1798, José Agustín vino a visitarlo y permaneció en la capital del Virreinato durante un año y medio. El progenitor, don José, había fallecido en 1798 y doña Josefa lo siguió en 1800. Este suceso causó profunda pena a Manuel Felipe. Sólo había visto a su madre tres veces “desde la edad de quince años que me separé, en el año 83 (lo que confirmaría a 1767 como fecha de nacimiento) de su maternal lado”, escribía –en carta firmada “Manuel Felipe de Molina y Villafañe”– pensando que hacían “ya diecinueve años y nueve meses que no la vuelvo a ver”. Entre añoranzas de “la casa antigua, la estancia de los Lules, su río”, advertía que, de lo que le tocase en la sucesión de doña Josefa, “cedo a favor de mis hermanos cualquier cosa que necesiten”. De todos modos, siguió viviendo en Buenos Aires. “No tengas reparo en recomendarme cualquier infeliz, porque gusto ser abogado de los infelices” escribía a José Agustín al promediar 1800. Esto hasta 1807, año en que partió a Mendoza. Se detuvo en Córdoba. Desde ese punto narraba complacido a su hermano que había podido cumplir el deseo de conocer al deán Gregorio Funes, viejo amigo de su tío, el jesuita Villafañe.


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La dulzura y suavidad de su trato me ha encantado y he tenido mucha complacencia de verle más mozo ahora que lo que lo dejé en mi tránsito según la idea, aunque oscura, que tenía de su persona. Los hombres grandes como él debían vivir siempre, o a lo menos dos edades más que los hombres comunes. Poco lo he tratado: lo visité dos veces; él ha estado en mi casa aunque no me encontró. [Añadía que] yo lo he estimado antes de conocerlo, sino por sus papeles, y siendo su persona tan amable, después que lo he visto no he podido dejar de amarlo.

En Mendoza –donde incluso le nace otra hija– llegará a sentirse muy bien. Confiesa a José Agustín, en 1808, que “si no fueran algunos cuidadillos y atenciones que me llaman a gritos y a que no puedo ya negarme por honor y por relaciones de amistad que es el más poderoso estímulo para mi, protesto que renunciaría seria y gustosamente a Buenos Aires y todas las pompas para toda mi vida, quedándome bien hallado entre las pasas y arropes de Mendoza”. En los primeros meses de 1810, Molina debe viajar a Charcas. El virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, lo ha designado asesor interino de las fuerzas destinadas a pacificar el Alto Perú, luego de la precursora rebelión del año anterior. El Cabildo de San Miguel de Tucumán recibe, entretanto, instrucciones de Cisneros de elegir un diputado como candidato a representar al Río de la Plata en la Junta Central. Los capitulares resuelven –el 18 de abril– acordar la distinción a Molina, [...] sujeto oriundo de esta ciudad que a más de hallarse adornado con las mejores prendas que constituyen un buen ciudadano y celoso patriota, estaba lleno de bellas cualidades y poseía una instrucción no común,

decía el acta. Cisneros acusó recibo de la decisión, pero Molina nunca llegaría a hacerse cargo del mandato. Otro diploma, muy distinto, irá en su equipaje cuando regrese a Buenos Aires. Allí, el 25 de mayo de 1810, se ha producido la trascendental revolución que depone al virrey Cisneros y lo sustituye por una Junta Superior Gubernativa, que preside Cornelio Saavedra. La corporación oficia a las provincias, para manifestar los motivos y fines del acontecimiento, a la vez que las convoca a designar representantes que bajen a Buenos Aires. La noticia llega


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a San Miguel de Tucumán los primeros días de junio. Los capitulares –previa comunicación y anuencia del gobernador intendente Nicolás Severo de Isasmendi– llevan a cabo, el 27 de ese mes, la elección de diputado a la Exma. Junta Provisional de Gobierno. Un cabildo abierto, convocado por esquelas, unge para ese cargo al “Señor Doctor don Manuel Felipe de Molina abogado de las Reales Audiencias”. Molina arriba la San Miguel de Tucumán en agosto, para tomar su nueva función. Recién el 10 de noviembre prestará juramento. A todo esto, la ciudad ya ha podido saludar a uno de los responsables de la Revolución de Mayo. El vocal de la Junta, doctor Juan José Castelli, llega el 13 de octubre. El implacable abogado, tras terminar con Liniers y los contrarrevolucionarios de Córdoba, pasa con rumbo al Alto Perú. Cuatro días antes, Molina ha acudido a su encuentro, en Santiago del Estero. Desde allí, despacha minuciosas instrucciones sobre la recepción, que debe –dice- mostrar un verdadero entusiasmo por la acción del gobierno patriota. Entra junto con Castelli en Tucumán, donde se ha organizado un extraordinario recibimiento. El vocal de la Junta –acompañado por Molina, Clemente Zavaleta y Manuel Pérez Padilla– sube al coche con guirnaldas preparado por el Cabildo y pasea por la aldea. La gente vitorea y arroja flores. En su entusiasmo, el pueblo se afanó, “desde los arrabales”, en “colocar ramos, arcos triunfales y adornar las calles con decentes colgaduras”. Días antes de partir a Buenos Aires –cosa que hará el 14 de noviembre–, el doctor Manuel Felipe Molina emite una proclama dirigida al vecindario. Agradece la confianza de la designación, que lo obliga a “no separarme un ápice de vuestro mandato y a manejarme en su desempeño con invencible incorruptibilidad, circunspección, cautela y gravedad”. No se le escapa que se le ha honrado, “encargándome el negocio más importante que ha ocurrido jamás a estos pueblos americanos”. Le complace haber logrado que reine armonía en el vecindario, durante los tres meses que pasó en Tucumán: les recomienda mantenerla. “Vuestra cordial unión es en extremo importante”. Tiene grandes esperanzas de llenar cabalmente “la parte que os toca en el augusto Congreso, que hará la segunda época de la felicidad de las Américas”. Esto no sólo por sus fervorosos sentimientos personales, sino por la conducta que ha advertido ya en los tucumanos, tanto en la recepción de Castelli y en los auxilios ofrecidos a la expedición, como en la actitud de “los jóvenes nobles que con el más sagrado entusiasmo se han empeñado porque


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se les admita en su clase para ir con las tropas a la defensa de nuestra grande causa”. Corre ya diciembre cuando llega a la capital. Su firma consta en el acta del 18 de ese mes, que sanciona el ingreso de los diputados de las provincias. Envía noticias, como siempre, a su hermano José Agustín. A fines de febrero de 1811 escribe que “la edición de nuestras Gacetas corre por Funes, desde el oficio de incorporación de los diputados. Todos los papeles sin firma o que no se dice su autor son de él, a excepción de dicho oficio que fue puesto por Cossio, el de la Junta a Elío que se puso por Passo, y una proclama indecente contra Elío, firmada por todos, que es del animal de Gorriti y que por no desairarlo tuvimos la indigna condescendencia de aprobarlo”. En otra carta cuenta que hubo el propósito de desterrar a todos los españoles solteros, [...] pero este Exmo. Cabildo y la asociación patriótica de los jóvenes…. pidieron por ellos y se ha suspendido, habiendo con esta ocasión tenido efecto una concordia que muestra aspectos de sólida y sincera con éstos nuestros hermanos alucinados, que no han querido hasta ahora conocer nuestra justicia y su verdadero interés.

Enrolado en el grupo adicto al deán Funes, Molina se comprometió en las divergencias internas de la Junta Grande. El cordobés, al relatar a su hermano Ambrosio Funes el movimiento del 5 y 6 de abril de 1811, decía que “acabamos de salir de una furiosa borrasca; la noche del 5 se sintió una gran conmoción por la que antes se sintió contra Saavedra, contra mí, Cossio y Molina, de que ya te he informado”. Tras el desastre de Huaqui, a fines de agosto, el doctor Molina parte en comisión al norte de las flamantes Provincias Unidas, acompañando al presidente de la Junta, Cornelio Saavedra. Su objetivo es, en síntesis, dar una impecable imagen revolucionaria y convencer al pueblo de la necesidad de integrar un nuevo ejército en el Alto Perú, que reemplace al derrotado. No era tarea sencilla. De las alternativas de la misión Saavedra - Molina, el historiador Ricardo Levene –que la califica de “gran misión de orden social y militar”– se ha ocupado en detalle. Desde Córdoba, reiteraron las instrucciones de la Junta, en el sentido de que Castelli y Balcarce debían separarse del ejército. Pero no se encontraron con el primero a la altura de Santiago, como esperaban. En esa ciudad, man-


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dan poner en posesión a los vocales electos de la Junta Subordinada, que no terminaba de integrarse. Continúan rumbo a San Miguel de Tucumán. Durante ese tramo del viaje, en carta del 16 de setiembre a José Agustín, le informa Manuel Felipe que la comitiva se ha dividido en dos, por ser muy numerosa. En la primera van Saavedra, Martín Rodríguez y él, con tres oficiales y ocho soldados. Suministra cuidadosas indicaciones sobre los detalles a observar en la recepción. Nadie debe adelantarse a encontrarlos antes del sitio fijado, que será el mismo donde antes recibieron, sucesivamente, a Castelli y al coronel Francisco Ortiz de Ocampo con el Ejército. “Déjenos lugar para lavarnos y mudarnos en el río”. Entrarán a caballo los tres, como quiere Rodríguez, quien trae su propia silla. También imparte instrucciones Molina sobre el tema de las proclamas. Si se dice algo sea precisamente con respecto a la causa de nuestra libertad y que el pueblo de Tucumán, lejos de desmayar por los últimos sucesos, nunca más incendiado en la sagrada llama de su ardiente amor a la patria, etc, etc. En los oficios que pasaremos a esa Junta y Cabildo, hemos de suplicarles que no se haga demostración en nuestro recibimiento, etc. Esto no obstante, es justo explique nuestro pueblo sus sentimientos de adhesión al Gobierno, manifestando su alegría a la vista de sus representantes.

Recomendaba que se omitieran los convites y los bailes: que “sea todo sencillo y puras demostraciones de amor a los buenos ciudadanos que trabajan en la defensa de nuestra justa libertad”. En realidad, prefería las misas con rogativas, como las oficiadas por franciscanos y dominicos a su paso por Córdoba. Reflexionaba. Dios quiere, mi hermanito, que seamos libres, pues que nos creó tales; ¿por qué no ha de ser santo y honesto que recurramos a El para que nos ayude a recuperar el tesoro de la libertad, que recibimos de sus manos y que nos ha usurpado la tiranía? Las sociedades son obras de los hombres: convinieron en ella con el fin de consultar su felicidad y nada más racional y más conforme a justicia que el que procuren reformar lo que no corresponde al objeto que se propusieron, pues jamás se han desprendido de este derecho primordial.

El 5 de octubre, están en Salta. Recién allí se anotician de que la Junta Grande ha sido reemplazada, el 22 del mes anterior, por un Triunvirato. Molina escribe el 18, al Cabildo de Tucumán. Le aconseja aceptar la nueva


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reforma del Gobierno, “que se ha hecho con el mayor orden, solemnidad, legalidad y satisfacción general”. Saavedra quedará en Salta, siguiendo las disposiciones del nuevo Poder Ejecutivo –que luego habrá de confinarlo en Mendoza–, y se ordena a Molina volver a Buenos Aires. Ambos serán sometidos a proceso, por los acontecimientos del 5 y 6 de abril. Se detiene varios meses en Tucumán. El Cabildo informaba al Triunvirato que desde su llegada, Molina “no ha cesado de instruir, ilustrar y satisfacer a cuantos reparos, dudas y objeciones que a algunos por falta de conocimientos ocurrían, y que proponían otros, deseando afianzarse mejor en sus conceptos y hermanar con la convicción sus sentimientos”. El 28 de octubre, Molina recibe el juramento de fidelidad que “las corporaciones públicas y vecinos principales” hacen al nuevo Ejecutivo “instalado en la Capital de Buenos Aires por los señores Diputados de los Pueblos”. A comienzos de 1812, se retira a la estancia de La Ramada, de su cuñado Pedro Bernabé Gramajo, propiedad donde se alojaría San Martín enfermo en 1814. En carta desde allí, el 21 de febrero, dice a su hermana Dolores que se alegra de que no vengan a visitarlo. Me tienen tan aburrido y fastidiado las mentecaterías de los viles aduladores que quieren labrar su precaria suerte con las imposturas y calumnias contra los que creen odiados, que me hallo resuelto a privarme de toda comunicación, aun de los míos, a fin de que no tengan ni el más remoto principio para inventar mentiras… Dejemos serenarse un poco más la tempestad.

Meses más tarde, el 21 de junio de 1812, Molina es nombrado diputado por Tucumán al Congreso general que se proyecta celebrar, de acuerdo a la circular del 3 de junio del Triunvirato. Esto a pesar de que, en el Cabildo, Manuel Pérez de Padilla objeta la designación: entre otras cosas, arguye que Molina no puede ser electo mientras no se resuelva el proceso iniciado en su contra en Buenos Aires. Antes de que concluya junio, Molina está en Buenos Aires. Nunca se hará cargo de la diputación. Por oficio del 10 de noviembre, el Triunvirato pide que se elija a otro representante. Además, dispone que Molina se aleje de la ciudad. A comienzos de 1813 se instala con la familia, en Pergamino. Fray Cayetano Rodríguez, en carta a José Agustín, deploraba ese destierro. “Lo tienen sepultado en Pergamino”, decía, y “me tiene esto muy disgustado, y más cuando respiran contra el pobre sin más atenuantes que sus


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maquinaciones contra Saavedra, con quien lo suponen cómplice, siendo esto una mentira diabólica”. El 25 de abril escribe a su hermano. Está aguardando “que se me cite de comparendo para la residencia que habrás visto anunciada en los papeles públicos”. Algunos de los jueces le manifiestan buena voluntad. De todos modos, anticipa que obrará como Epaminondas en su injusto proceso, cuando “se presentó con aquella serenidad que inspira el testimonio de un corazón puro”. Y, decía, “no se crea que me alabo. Yo no encuentro delito alguno ni sospecho de cargo alguno legítimo que pueda hacérseme”. En esta carta –que es la última dirigida a José Agustín que se conserva– Molina le informa que recién pudo dejar la cama. Ha estado seriamente enfermo. Todo empezó con “un despreciable reuma o catarro”, al que siguieron “tempestades febriles”. Pocos meses más tarde, terminará la vida del doctor Manuel Felipe Molina, en la Guardia de Rojas, el 6 de junio de 1813, según el doctor José M. Méndez. De acuerdo a los apuntes de José Agustín, ocurrió el 6 de marzo, a la edad de “49 años, 11 meses y días”. Fray Cayetano Rodríguez narrará el trance al desconsolado hermano, en carta del 10 de agosto. El finado no ha hecho testamento, porque aunque estaba dispuesto con todos los sacramentos, y quizás convencido de su muerte, un médico que allí estaba no previó un insulto que le acometió de una fatiga al pecho, que lo dejó entre las manos de su afligida mujer. Sus últimas palabras llenas de religión, han consolado mi alma, y han hecho ver la virtud y cristiandad de la suya. Ese Señor, le dijo mirando a un Santo Cristo que allí estaba, es el padre a que te encomiendo, es el Esposo a que te dejo: el sea contigo, mi Tránsito, i a Dios para siempre. Sólo habla así quien tiene mucho repuesto de religión en el alma.

Su tío Diego León de Villafañe escribió a Ambrosio Funes: [...] considero que con llevarlo para sí Dios Nuestro Señor, como piadosamente espero, lo ha librado de las tribulaciones que le aguardaban en Buenos Aires, donde, como Vuestra Merced insinúa, peligra mucho la vida de nuestro Sr. Deán, su dignísimo hermano [...].

El fraile Rodríguez enviará varias misivas de consuelo a José Agustín. En una de ellas, agregaba:


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Ya habrá llegado, o llegará por ahí un impreso obra del canónigo Funes, en que este hombre débil ha cometido la bajeza de estampar su retractación sobre lo obrado por Saavedra, él y otros el día 5 y 6 de Abril del año 11, cuando desterraron a parte de los gobernantes de entonces, manchando nominatim la memoria de [Manuel] Felipe, Cossio y Saavedra, por cuyos informes dice, y persuasiones había obrado. ¿Qué te parecen los hombres? ¿No es buen modo de subsanar su conducta echando un borrón sobre la ajena? ¿Y que haga esto a las barbas de un pueblo que sabe y conoce que él fue uno de los autores principales de aquel atropellamiento justo e injusto?...”

En julio de 1815, el Cabildo de Tucumán trata una presentación de la viuda. Doña Tránsito pide, en atención a los servicios de su esposo “y la escasez de patrimonio para sostener a cinco hijos menores que le quedaron”, que se le haga “alguna asignación de los fondos públicos”. Se resuelve, finalmente entregarle 150 pesos anuales, dado que la falta de fondos no permiten se manifieste esta Corporación ser más generosa. Pero en 1819, se suspende la asignación, porque los propios de la ciudad no producían aún para satisfacer las precisas y ordinarias cargas, fuera de verse frustrados los proyectos acerca de establecimientos útiles. La hija mayor de Molina, Luisa, se casó dos veces. La primera con Félix Ignacio Frías, de quien tuvo trece hijos, entre ellos el conocido periodista y orador católico Félix Frías (1816-1881). De la segunda nupcia, con Epitacio del Campo-Maciel, nació un hijo más. No sabemos que exista retrato del doctor Molina. En cuanto a su modo de ser, acaso podía aplicársele el juicio de fray Cayetano, que hablaba del “carácter y genio tímido y asentado de los Molinas”, en carta a José Agustín de junio de 1815. Aunque más bien desde la penumbra, Molina actuó resueltamente en los comienzos de la patria, cuando pensó que se abría una nueva era para la felicidad de las Américas. Pero la muerte prematura le impidió ver consolidada la obra de la Revolución. Puede conjeturarse que partió de este mundo sinceramente preocupado por el destino final del proceso que tanto había apoyado, allá en los días optimistas de 1810. En carta de 1813 a su hermana Dolores, el doctor José Agustín Molina no dudaba de que “nuestro dulcísimo Manuel Felipe” habría de disfrutar no solamente del cielo, sino del “merecido aprecio en el tribunal siempre equitativo de la posteridad imparcial”.


C. P ÁEZ

DE LA

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ORIENTACION BIBLIOGRAFICA

No existía una noticia biográfica sobre Molina hasta que en La Gaceta de Tucumán, el 24-V-1981, publicamos “Tucumán en la Junta de 1810. El diputado Manuel Felipe Molina”, trabajo que –considerablemente corregido y aumentado– es base de este artículo. La mayoría de las referencias sobre la vida del tucumano, se extraen de las cartas que envió a su hermano José Agustín entre 1790 y 1813, compiladas por José M. Méndez en el tomo que proyectó titular “Cartas del doctor Manuel Felipe Molina (años 1790 a 1813)”. Las pruebas de galera del mismo (no sabemos que se editara) existen en fotocopias que donamos a la Academia Nacional de la Historia. Allí también hay informes sobre sus estudios y fechas de nacimiento y muerte, que no siempre coinciden con las que suministran otros historiadores, como Jose Maria Fontan Gamarra-Ventura Murga, en su importante trabajo “Molina Villafañe. Los Molina de Tucumán”, en: Centro de Estudios Genealógicos de Tucuman, Boletín, núm. 5 (Tucumán, 2007). La vivienda de los Molina y varios detalles de su patrimonio, se estudian en Liliana Meyer, “Los altos del Obispo Molina”, en La Gaceta, Tucumán, 17I-1993. Contiene numerosas referencias sobre los últimos años de Molina, Academia Nacional de la Historia, Fray Cayetano Rodríguez. Correspondencia con el Dr. José Agustín Molina (1812-1820), tanto en el texto como en el estudio preliminar y las eruditas notas de Susana R. Frías (Bs.As, 2008). Sobre los estudios de Molina, hay datos en Pedro Grenon, Catálogo de los primeros alumnos del Monserrat (Córdoba, 1948), y en Vicente Osvaldo Cutolo, Argentinos graduados en Chuquisaca (Bs.As., 1963). Respecto de su actuación en Tucumán, puede verse Carlos Paez de la Torre (h), Historia de Tucumán, capítulos XI-XII (Bs.As, 1987); Antonio Larrouy, Documentos del Archivo General de Tucumán. Invasiones inglesas y revolución, Tomo I (Bs.As., 1910); Guillermo Furlong S.J., “Diego León de Villafañe y sus cartas referentes a la revolución argentina”, en: Boletín de la Academia Nacional de la Historia, XXXI (Bs.As., 1960); Manuel Lizondo Borda, Actas del Cabildo, Tomos I y II (Bs.As., 1939-1940). Sobre la misión SaavedraMolina al norte, Ricardo Levene, “Formación del Triunvirato”, en: Academia Nacional de la Historia, Historia de la Nación Argentina, V, segunda sección (Bs.As., 3ª. ed, 1961).


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EL PRIMER CEMENTERIO PUBLICO DE TUCUMAN* — Ventura Murga —

Hasta el año 1828 los difuntos de Tucumán eran enterrados a un costado de las iglesias. En San Miguel de Tucumán se lo hacía al lado de la Matriz, sobre la actual calle Congreso y algunas veces en La Merced. Pero nos parece que esos lugares eran para fallecidos católicos. Esto lo deducimos del acta de defunción en la Catedral del doctor don Federico Serrano (L.10 – fs. 73v), que murió en Tucumán el 2-1-1865 de unos 40 y más años y sepultado en el cementerio de los disidentes, hijo legítimo del Sr Dr D. Mariano Serrano (finado) y de Da Solana Cainzo (tucumana). Este detalle nos hace pensar que don Federico era ateo o protestante. El doctor José Mariano Serrano (1788-1851) fue representante por Charcas en el Congreso de 1816 que declaró nuestra Independencia y en 1825 presidió la asamblea que declaró la Independencia de Bolivia. Vivió mucho tiempo en Tucumán. Fue el 30-10-1827 cuando el gobernador intendente doctor Nicolás Laguna, haciéndose eco del reclamo del síndico procurador de la ciudad, que pedía la construcción de un cementerio público y porque la necesidad lo exige, se dirigió al juez de segunda nominación llevando adelante la iniciativa.

*

Este trabajo fue elaborado sobre la base de un expediente notarial relacionado con los bienes de la Capilla del Señor de la Paciencia y Caridad (Archivo del Arzobispado) y documentos del Archivo Histórico de Tucumán.


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RECAUDACIÓN DE FONDOS

El gobernador dispuso una suscripción popular para recaudar fondos a invertir en la obra. Fueron 130 los vecinos que aportaron dinero, por un total de $ 225 con 3 reales, a lo que se agregaban algunos productos como ladrillos, maíz, tirantes, tejas, novillos, etc. Se resolvió la construcción del Cementerio Público (o Panteón Público) en terrenos de la Capilla de Nuestro Señor de la Paciencia y Caridad, en el lugar que hoy ocupan edificaciones abandonadas del Buen Pastor, en el cuarto de manzana en Salta y Mendoza. El notario don Francisco Javier Colombres asumió el informe de lo recaudado a fines de 1827 y de inmediato se iniciaron las obras que demandaron una inversión de $ 437 con un real. El panteón se inauguró a principios de 1828.

SUSCRIPCIÓN POPULAR

El gobernador intendente de la provincia dispone se haga una suscripción para reunir fondos para la obra del cementerio público Al juez de 2a nominación Reclama el síndico procurador de esta Capital la Construcción del cementerio público y la necesidad lo exige, en esta virtud asociado Ud. con algún vecino recorrerá por las casas del vecindario para invitarlos a que auxilien con lo que pudieren para dicha obra llevando Ud. cuenta de las suscripciones para presentarlas al Gobierno en la inteligencia, que se necesitarán como doscientos pesos para dicha obra. Dios guarde a Ud. muchos años. Tucumán, Octubre 30 de 1827. Firmado Nicolás Laguna

Tucumán, Noviembre 2 de 1827 En cumplimiento de lo ordenado por el señor Gobernador Intendente de la Provincia, el juez de 2a Nominación saldrá acompañado de un vecino de probidad a solicitar de limosna para la obra del cementerio, llevando una cuenta prolija de los vecinos que se suscriban, y concluída la diligencia se dará cuenta al Señor para su inteligencia. Firmado Manuel María Sánchez


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Vecinos de San Miguel de Tucumán que contribuyeron para las obras de construcción del Cementerio Público, en terrenos de la Capilla de Nuestro Señor de la Paciencia y Caridad A saber El Dr. Dn. Nicolás Laguna ............................................................................. 20 ................ El Dr. Dn. Serapión Arteaga ........................................................................... 4 ................. Dn. Francisco Ugarte ....................................................................................... 2 ................. Dn. Manuel Sánchez ........................................................................................ 2 ................. Dn. Lucas Zavaleta .......................................................................................... 3 ................. Dn. Domingo García ........................................................................................ 3 ................. Dn. Manuel Nieva ............................................................................................ 1 ................. Dn. Don José Rosa Artaza ............................................................................... 2 ................. Da. Francisca Ponce y Aguirre ....................................................................... 1 ................. Dn. Vicente Posse ............................................................................................. 6 ................. Dn. José María Libarona.................................................................................. -..................4 Dn. Fabián Jiménez .......................................................................................... 1 ................ Dn. Felipe Posse ............................................................................................... 1 ................. Dn. Borja Aguilar ............................................................................................. 2 ................. Dn. Miguel Romero ......................................................................................... 1 ................. Dn. Pedro Márquez.......................................................................................... -..................4 Dn. José María Ponce de León........................................................................ -..................2 Dn. Pastor Román ............................................................................................ -..................4 Da. Rosaria Alvarez ......................................................................................... -..................4 Da. Dolores Caro y Robles .............................................................................. 1 ................ Dn. José Pereira ................................................................................................ -..................4 Dn. José López, de la quinta vieja .................................................................. 2 ................. Da. Rosaria Torres............................................................................................ 1 ................. Dn. Andrés Audivert ....................................................................................... -..................4 Dn. Juan Laguna............................................................................................... 2 ................. Dn. Guillermo Lewis ....................................................................................... 1 ................. Dn. Pedro García .............................................................................................. 1 ................. Dn. B. Pérez ....................................................................................................... 1 ................. Dn. Miguel Carranza ....................................................................................... 1 ................. -


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Dn. Pedro Zavalía. El mozo ofreció una deuda de 4 pesos y se cobró ............................................................................................ 4 .................. Dn. Juan Pío Romano ...................................................................................... 1 .................. Dn. Eusebio Fernández ................................................................................... -..................4 Dn. Manuel Canesa .......................................................................................... -..................2 Dn. Manuel Montero* ............................................................................................................ Da. María del Tránsito Lobo............................................................................ Dn. Antonio Fernández .................................................................................... Dn. Matías Riera ................................................................................................ Dn. Pelayo Arocena .......................................................................................... Dn. Juan Ignacio Maldes .................................................................................. Dn. Faustino Laspiur ........................................................................................ Dn. Mariano Pantorrilla ................................................................................... Dn. Emiliano Bas ............................................................................................... Dn. Vicente Villafañe ........................................................................................ Dn. Angel Cainzo .............................................................................................. Dn. José Manuel Silva ....................................................................................... Dn. José María Marno....................................................................................... Dn. José Madariaga ........................................................................................... Dn. Melitón Escudero ....................................................................................... Dn. Rudecindo Ibazeta ..................................................................................... Dn. José Féliz Arias ........................................................................................... Dn. Juan Bautista Bergeire ............................................................................... Manuel Crisostomo Rueda ............................................................................. Dn. Francisco Mañán ........................................................................................ Dn. Mauro Carranza ......................................................................................... Dn. Francisco Martínez .................................................................................... Dn. Gerónimo Helguera................................................................................... Dn. Serapio Torres ........................................................................................... 1 .................. Dn. Francisco Maciel......................................................................................... Dn. Cornelio Olibencia .................................................................................... 2 .................. Dn. José María de la Oyuela, dos fanegas de maíz y se gastaron en la mantención de los peones, dio más 6 almudes, y se gastaron también en la mantención. Dn. Emidio Salvigni ......................................................................................... 4 ................. Da. Elena Alurralde y Garmendia ................................................................. 1 ................. Dn. Francisco Reto ........................................................................................... -..................4 Dn. Sánchez de Loria ....................................................................................... 1 ................. -


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Dn. Benedicto Aráoz ........................................................................................ 1 ................. Dn. Bernardino Cainzo..................................................................................... Dn. Manuel Lacoa ............................................................................................ -..................4 Dn. Ventura Soraire ......................................................................................... -..................4 Dn. Lorenzo Alfaro .......................................................................................... -..................2 Dn. José María Chávez .................................................................................... -..................4 Dn. León Alderete ............................................................................................ -..................4 Dn. Nicasio Cainzo .......................................................................................... -..................4 Dn. Pedro Avellaneda ..................................................................................... -..................4 Dn. Camilo Anabia .......................................................................................... -..................4 Dn. Domingo Villafañe, una fanega de maíz ............................................... 2 ................4 Dn. Francisco Moyano..................................................................................... -..................2 Dn. Juan Valladares ......................................................................................... 5 ................. Dn. Antonio Romo ........................................................................................... -..................4 Dn. Florentín Cabrera ...................................................................................... -..................4 Dn. Felipe Palisa ............................................................................................... -..................6 Dn. José Monzón, un tirante y un peso en plata.......................................... 1 ................. Dn. Luis Posse .................................................................................................. 2 ................. Dn. Pedro Velarde............................................................................................ 2 ................. Dn. Angel Bazán............................................................................................... -..................4 Dn. Domingo Latorre ...................................................................................... 1 ................. Dn. Manuel Monteagudo ................................................................................ 2 ................. Dn. Pedro Rodríguez ....................................................................................... 4 .................. Dn. José Manuel Terán .................................................................................... 1 .................. Dn. José Frías ................................................................................................... 10 ................. Dn. Miguel Carranza ....................................................................................... 1 .................. Dn. Bernabé Piedrabuena ............................................................................... 1 .................. Dn. Ignacio Santillán........................................................................................ 2 .................. Dn. Diego Aráoz............................................................................................... 2 .................. Dn. Fortunato Muñoz ...................................................................................... 1 .................. Dn. Pedro Gregorio Méndez .......................................................................... 4 .................. Dn. Lorenzo Balverdi ...................................................................................... -..................2 Dn. Matías Molina............................................................................................ -..................4 Dn. Bartolomé Aráoz ....................................................................................... -..................4 Dn. Juan Antonio Laspiur ................................................................................- ..................4 Dn. Ramón Zavaleta, trabajó las puertas del cementerio dándole toda la madera


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Dr. Dn. José Colombres, en plata 6 pesos y 650 tejuelas ............................. 6 .................. Dn. Manuel Rentería.........................................................................................- ..................4 Dn. Pedro Llamas ..............................................................................................- ..................2 Dn. Fabián García de la Banda ........................................................................- ..................3 El maestro Bautista dio una roldana para el pozo Dr. Dn. Juan Bautista Paz ............................................................................... 2 .................. Presbítero maestro Dn. Silvestre de la Peña dio un novillo y se vendió en 7 pesos .......................................................... 7 .................. Dn. José el losero, dio 4 perillas de losa Dn. Domingo Cainzo dio 300 tejas y se vendieron en ............................... 6 ..................6 Dn. Manuel Méndez dio 4 pares de alcayabas y se vendieron ................. 2 .................. Dn. Francisco Camboño ...................................................................................- ..................4 Entregó el señor Vicario de la fábrica .......................................................... 6 .................. Dn. Juan Pablo Figueroa ................................................................................. 1 .................. Dn. Leonardo Molina ...................................................................................... 2 ..................6 Dn. Florencio Sal .............................................................................................. 2 .................. Dn. Blas Rodríguez .......................................................................................... 2 ................. Da. Ceferina Aráoz .......................................................................................... 1 ................. Dn. Fortunato Aráoz ........................................................................................ 1 ................. Dn. Pedro Gregorio Cobos.............................................................................. -..................4 Dn. Vicente Avila ............................................................................................. -..................4 Dn. Cayetano Rodríguez ................................................................................. 2 ................ Dr. Mauri........................................................................................................... 2 ................. Da. Celestina Sabalsa ....................................................................................... -..................3 Dn. Eugenio Mena ........................................................................................... -..................4 Dn. Juan Francisco Ledesma .......................................................................... 1 ................ Dn. Nicolás Corro ............................................................................................ -..................2 Dn. Rufino Cossio ............................................................................................ 1 ................. Dn. Manuel Paz ................................................................................................ 1 ................. Dn. Roque Toro ................................................................................................ 2 ................. Dn. Anacleto Gramajo una fanega de cal ...................................................... Total 225 y 3 reales Firmado Javier J. Colombres año 1827 Notario


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RAZÓN DE LAS INVERSIONES QUE SE HAN HECHO EN LA OBRA DEL CEMENTERIO. A SABER Pesos

reales

Por 33 pesos que costó la mitad del sitio, y documentado ha quedado archivado a beneficio del público ...........33 ................. Por 13 pesos que ha costado mudar el rancho y volverlo a poner en que estuvo . 13Entregado a Rocha por el palo de la Cruz ..................................................2 ................. Entregado al carpintero por la hechura ......................................................2 ................. Entregado al tapiador Heredia, por 43 tapias a 10 reales.......................53 ................ 6 Entregado al tapiador Terán por 142 tapias a 10 reales........................177 ................ 4 Por los tirantes que se compraron a 2 pesos ........................................... 20 ................. Por mil tejuelas compradas a Dn. Domingo Cainzo en 26 pesos ........................................................... 26 ................. Por seis reales por la compostura del marco...............................................- ................ 6 Por 11 carretadas de arena ............................................................................5 ................ 5 Por labrar 6 albardillas .................................................................................. - ................ 6 Por 8 fanegas de cal a 11 reales .....................................................................- .............. 11 Por 14 reales de clavos...................................................................................1 ................ 6 Por 3 tablones de pacará en 14 reales ..........................................................5 ................ 2 Por 3 tablas idem cedro en 10 reales............................................................3 ................ 6 A la cocinera 2 pesos......................................................................................2 ................. Por una chapa de 14 reales ...........................................................................1 ................ 6 Un pasador ...................................................................................................... - ................ 4 Un tirador ........................................................................................................ - ................ 4 Postrina de la puerta ......................................................................................1 ................. Conducción de 600 ladrillos y la arena .......................................................1 ................ 2 En albañiles .................................................................................................. 48 ................. En peones y salarios.................................................................................... 45 ................. En manutención........................................................................................... 19 ................. En cal y blanqueo ...........................................................................................2 ................. -

Suma de lo gastado ...................................................................... 437 ...............1 Ante mí Javier J. Colombres notario


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ORIGEN DE LAS TIERRAS

Margarita Gallardo, vecina y nativa de la ciudad de Tucumán, dueña legítima del sitio donde se halla edificada la Capilla del Señor de la Paciencia. De avanzada edad y con achaques en su salud, ofrece en venta (16-11-1827) el terreno a S. S. Ilustradísima Fray Buenaventura, obispo de Salta. Ella dice que es propietaria por herencia de su madre Juana María Gallardo. El capellán de la iglesia presbítero Gregorio Zavaleta no le reconoce derecho alguno, por cuanto la Iglesia lo posee con justo título desde tiempos inmemoriales, haciéndose por la prescripción legítima dueña de él. Pero teniendo en cuenta que es pobre, se la podría resarcir sin derecho luego de reclamo alguno. Ella pidió $ 15 y Zavaleta aceptó.

DONACIÓN AL SEÑOR DE LA PACIENCIA

El 27-5-1828 don Francisco Javier Thames, vicario foráneo en Tucumán, se dirigió al juez de II Nominación don Manuel María Sánchez, señalando que en 1794 doña María Inés de Silva donó unas tierras a favor del Santuario del Señor de la Paciencia y Caridad. Pidió entonces constancia de ese hecho por escritura pública. La escritura original es de doña María Inés de Silva, viuda de don Gerónimo Román Pastén, con fecha 24-11-1794, ante el escribano don Juan Antonio Porcelo (AHT – Secc. Prot. – Serie A – Vol. XII – fs. 116v – 118v). Donaba Doña María Inés a favor del Señor de la Paciencia y Caridad en esta ciudad, dos cuadras de tierras en el paraje del Pozo del Padre Iriarte, sobre la cabecera del ojo de Agua del Manantial, que linda por los cuatro lados con la otorgante. Son dos cuadras de tierras en cuadro, siendo cada una de ellas de 166 varas que hacen ambas 332 varas de Oriente a Poniente y otras tantas de Norte a Sur, avaluadas en $ 25 de a 8 reales. Un hecho anecdótico: en 1803 hubo un pleito judicial por la posesión de 23 ovejas en El Manantial, entre el presbítero don Ildefonso de las Muñecas y Margarita Madrid, la mayordoma de la Capilla del Señor de la Paciencia.


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ESTANCIA DEL MANANTIAL TESTAMENTO DE DOÑA MARIA DE SILVA, EN SAN MIGUEL DE TUCUMAN EL 16-8-1791, ANTE EL ESCRIBANO D. JUAN ANTONIO PORCELO Y SUAZO.

Síntesis de las partes principales, donde consta que era dueña de las estancias de los Monteros y del Manantial. Sépase por esta ´publica escritura de testamento, última y postrimera voluntad, vieren como yo Doña María Inés de Silva, viuda del finado Don Gerónimo Román Pastene y vecina de esta ciudad: hallándome enferma en cama de enfermedad natural, y temerosa de la muerte, pero por Divina Clemencia en mi entero juicio… Declaro que fui casada y velada, según orden de nuestra Santa Madre Iglesia con Don Gerónimo Román ya finado, y durante nuestro matrimonio hemos tenido y procreado por nuestro hijo legítimo a Don Juan Nicolás Román, declárolo para que conste.

A continuación declara sus bienes en esclavos, tierras, ropas, joyas, muebles, utensilios, ganado. La Estancia de los Monteros, con hacienda de vacas y yeguas en la cantidad que

dijere mi hijo. En la Estancia del Manantial una majadita de cabras en poder de Lescano. Declaro y es mi voluntad, que nombro por mis albaceas en primer lugar a mi hijo Don Juan Nicolás, en segundo al Doctor Juan Francisco Javier Alurralde y en tercero a Don José María Jove y Huergo, para que los tres en mancomún y ninguna por sí solo, haya de conocer en todas mis disposiciones. Declaro a mi dicho hijo Don Juan Nicolás Román mi único heredero de todos mis bienes, que son los que constan de mi carta dotal y los que me pueden caber por gananciales… (AHT- Secc. Prot. – Serie A – Vol. XI – fs. 71 – 75, ante el escribano Juan Antonio Porcelo)

OTRO PEDIDO

El presbítero don Gregorio Zavaleta, capellán de la iglesia del Señor de la Paciencia, dirigió una nota el 3-5-1869 al obispo diocesano. Decía que Doña María Inés de Silva donó el 19-11-1794 un sitio para la iglesia a mi cargo, pedía al obispo que se le autorice a sacar una copia del acta de donación.


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La escritura es por dos cuadras cuadradas en el paraje nombrado Pozo del Padre Iriarte, sobre las cabeceras del ojo de agua del Manantial de esta ciudad, otorgada por doña María Inés de Silva a favor del Señor de la Paciencia. La transcripción original la hizo el escribano don Florencio Sal el 3-6-1828

CIERRE DEL CEMENTERIO

Don José Manuel Silva, que fue gobernador de Tucumán y abuelo materno del presidente Nicolás Avellaneda, donó en el 1848 los terrenos para construir el Cementerio del Oeste. Fue habilitado el 13-5-1859, durante el gobierno de Marcos Paz, con una superficie de 56.000 metros cuadrados, que contienen 3000 tumbas. El gobernador don José María del Campo, en su segundo mandato (1862-1864), dispuso que empezara el traslado de los restos del enterratorio, ubicado en los predios de Mendoza y Salta (Buen Pastor) al nuevo Cementerio del Oeste.

UN SEMINARIO

A fines de 1870 el presbítero don Gregorio Zavaleta, encargado de construir un Seminario en terrenos del viejo cementerio público, se dirigió por nota al provisor don Miguel Moisés Aráoz, solicitando licencia para vender la mitad del sitio y con lo obtenido avanzar con las obras inconclusas. Con este pedido se hicieron trámites para considerar la viabilidad en la enajenación parcial del sitio que antes fue el Panteón de esta ciudad. Se concluyó que podía hacerse la venta sin afectar el espacio necesario para el Seminario. Se trataba de un terreno de 36 varas de frente al Sur y 83 de fondo. El vicario general aprobó las diligencias y ordenó la tasación. Los peritos fueron don Román Jiménez y don Alejandro Güede, quienes lo tasaron en marzo de 1871 en $ 3240 como máximo, ya que la tierra tiene cimientos profundos y está muy cavada debido a las exhumaciones.


E. F RÍAS S ILVA : La plaza Independencia y la calle 25 de mayo de Tucumán

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LA PLAZA INDEPENDENCIA Y LA CALLE 25 DE MAYO DE TUCUMAN, EN EL AÑO 1910. RECUERDOS DE INFANCIA

— Eduardo Frías Silva —

ADVERTENCIA El doctor Eduardo Frías Silva (6 de junio 1903-1° de octubre de 1988) sumó, a todas las virtudes de su caballeresca personalidad, la de ser un profundo conocedor del pasado de Tucumán. Había recorrido largamente la documentación del Archivo Histórico, poseía muy valiosos papeles familiares, y desde chico había escuchado con atención lo que conversaban los mayores. Una prodigiosa memoria era otra de sus cualidades. Su sobrino, el doctor Hernán Frías Silva, me facilitó uno de sus escritos evocativos y me autorizó a publicarlo. Lo he transcripto con fidelidad. Entre corchetes, agregué algún mínimo complemento que creí pertinente. Carlos Páez de la Torre (h)

***

Antes de que la memoria empiece a fallarme por efecto de los años, quiero dejar escrito algo sobre los recuerdos que tengo de la Plaza principal de mi ciudad y de la calle de mayor importancia, la 25 de Mayo, en el año de 1910, durante el gobierno de mi padre.1 Lo haré en forma sencilla, sin floreos 1

El doctor José Frías Silva fue gobernador de Tucumán desde mayo de 1909 hasta mayo de 1913. Elegido por la unanimidad de votos de los miembros del Colegio Electoral (entre ellos los radicales Dr. Manuel Paz y don Pedro J. Sal), su gobierno duró cuatro años de acuerdo con la reforma introducida en 1907 a la Constitución por la Convención Constituyente, cuya presidencia había ejercido.


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literarios, con la seguridad de que la narración ha de resultar de interés para las personas que, como yo, tengan ahora o en el futuro la chifladura de gustarle las “cosas del pasado”. La Plaza Independencia, estaba rodeada de la triple hilera de naranjos que todavía conserva, habiendo desaparecido la cadena que la separaba de las calles en la segunda mitad del siglo XIX. En el centro ya estaba el monumento con la estatua a la Libertad, de Lola Mora, que a mí me costó un grave disgusto en el Colegio del Sagrado Corazón.2 Había dos fuentes que, por la escasez de agua, siempre estaban secas. Una de ellas, la del sur, ha sido ampliada posteriormente; la otra pasó a la Plaza Rivadavia (conocida por “Plaza de los Burros”), contigua a la San Martín. Un gran quiosco, idéntico al que existe en la plaza de la capital de Salta, se levantaba frente a la calle Laprida, donde la Banda de Música municipal, dirigida por el maestro [Antonino] Malvagni (que después pasó a Buenos Aires con igual cargo) daba sus famosos conciertos, al anochecer de los días de trabajo y por la mañana en los de fiesta y domingos. Esas “retretas” eran motivo de reunión de las jóvenes, que se paseaban por los veredones de la plaza, mientras las personas de edad permanecían en sus coches, estacionados en la mencionada calle. Casi todos los árboles eran grevileas, con algunas palmeras que aún se ven. Con posterioridad se han agregado lapachos y otros árboles, en reemplazo de los que se fueron secando. Las anchas veredas que circundaban el paseo, entre las dos primeras filas de naranjos, eran de piedra de Hamburgo, que habían servido de lastre de los barcos que desde Europa venían a buscar nuestros productos agrícolas y ganaderos. La iluminación se hacía con ocho grandes lámparas de arco voltaico, colocadas en altas columnas de fierro. Recuerdo la difícil tarea que era, para los obreros municipales, cambiar los carbones quemados de esos faroles. 2

El profesor de Literatura, padre Basilio Pedebas, que era muy amigo de mis tías solteras, “las Frías”, nos pidió a sus alumnos una descripción de la Plaza. Pensando cumplir la tarea en la mejor forma posible, rogué a mi hermano mayor José (Jochela) que me la dictara. ¡En hora mala lo hice! Este, al mencionar la escultura, habló de la robustez y opulencia de las formas de la mujer que representa a la Libertad; palabras que en un niño como yo lo era, resultaban en extremo atrevidas y merecían un severo castigo. La intervención de las tías, previa la correspondiente aclaración, me sacó del apuro.


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Una profusión de bancos de madera, con patas metálicas, repartidos en todo el paseo, servían para el descanso y tertulia de los visitantes. Estaban pintados de color verde. La estatua “La Parábola”, parecida al “Pensador” de Rodin, que se encuentra hoy en el Parque Avellaneda, frente al Cementerio del Oeste, en épocas anteriores estaba emplazada en la Plaza Independencia, a la altura de la Casa de Gobierno. Con motivo de la festividad de Corpus Christi y su tradicional procesión, se levantaban altares en las cuatro esquinas de la Plaza. En la correspondiente a las calles 25 de Mayo y 24 de Setiembre, las encargadas del altar eran mis tías Frías y su prima Carmen Padilla Frías; en la de 25 de Mayo y Las Heras (hoy San Martín), Elvira Salvatierra de Padilla y sus concuñadas Carolina Poviña de Padilla y Lola Córdoba Alais de Padilla, y en la de Las Heras y Laprida, mi prima hermana, María Rosa Esteves Zavalía. Del altar de la Catedral, se encargaba el Cura Rector, presbítero Tirso R. Yáñez. El pavimento de las calles, de adoquines de madera, estaba bastante deteriorado por los calores y lluvias de los veranos. Los edificios públicos, casas de familia y negocios que daban a la Plaza, a continuación de la Catedral (que había sido inaugurada oficialmente en 1861 durante el gobierno de mi abuelo materno, doctor Salustiano Zavalía) que recuerdo eran: la casa de altos del doctor Alberto de Soldati, mi primo hermano, que había sido construida por el doctor Juan Mendilaharzu;3 el Café España, de los señores Julio y Laureano Rodríguez Alejos, en local perteneciente a la familia Rougés Heller; la casa de familia del español don José Marti Coll; el Bar Buen Chopp, de Alberto Fallor, en propiedad de doña Serafina Romero de Nougués;4 la 3 4

Fue proverbial la hazaña de don Leocadio Paz Terán, que subió a caballo la escalera de esa casa, para asistir a un baile ofrecido por el doctor Mendilaharzu a mediados del siglo XIX. Años después ese negocio se incendió en un día 6 de junio, en que yo cumplía años. El incendio sirvió a mi gran amigo y condiscípulo Jorge Nougués para justificar su inasistencia al Colegio (como a mí el cumpleaños) sin incurrir en falta, no obstante la huelga, ya que el curso la había decretado contra el padre León Castillon que, en uno de sus frecuentes ataques de asma, dispuso darnos una lección que requería más de 20 páginas de estudio en el libro de Botánica. Ya que hablo del padre Castillon, debo recordar que éste fue eximio colaborador del sabio don Miguel Lillo en sus investigaciones sobre botánica, realizadas en nuestros cerros, de que da cuenta el Museo del Instituto Lillo. A causa de su enfermedad tuvo que separarse de la congregación Lourdista y pasó a ser capellán de la familia Nougués en la capilla del ingenio San Pablo. Al final de su vida y ya octogenario, se trasladó a los Bajos Pirineos, de donde era oriundo, muriendo como cura párroco de una aldea francesa.


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casa de dos plantas que fuera de don Manuel Paz y su esposa doña Dorotea Terán Alurralde, que pasó después a don Roque Pondal y finalmente a doña Serafina Romero de Nougués y al ingeniero Luis F. Nougués, donde éstos levantaron los palacetes que ahora vemos; la vieja casa esquina del doctor Marco M. Avellaneda Silva y de su esposa doña Clorinda Garmendia, en la que había un negocio de venta de lotería y un salón de lustrar de un italiano de apellido Baratieri. En la esquina del frente, sobre calle 9 de Julio, funcionaba la zapatería de los señores Puig y Corominas, inquilinos de don Máximo Etchecopar, dueño de varias casas más sobre calle 24 de Setiembre hacia el cerro, en la última de las cuales se editaba el diario “El Orden”, perteneciente a don León Rosenvald. En la esquina de 25 de Mayo y 24 de Setiembre, resaltaba la hermosa mansión de don Juan Manuel Méndez, fundador del ingenio Trinidad, que sucesivamente casó con las dos únicas hijas de la “Heroína del Bracho”, doña Agustina Palacio de Libarona, llamadas Elisa y Lucinda. En 1910 la casa estaba ocupada por el primer Obispo de Tucumán, monseñor doctor Pablo Padilla y Bárcena, que también era senador de la Provincia.5 Seguía la casa en que había nacido el ilustre Juan Bautista Alberdi, y también el ingeniero Luis F. Nougués y el doctor Juan Carlos Nougués, ocupada en 1910 por el Bar Centenario. Su propietario era don Nazareno Gelosa. Colindante por el Norte y con el número 26, venía la casa de mis abuelos paternos don Justiniano Frías Gramajo y doña Clementina Silva Zavaleta, en la que yo pasé buena parte de mi vida. A la sazón era ocupada en su frente y primer patio por los escritorios de la Sociedad Justiniano Frías y Compañía, y el estudio de mi padre doctor José Frías Silva y de mi tío doctor Ricardo M. Frías, y más adentro por mis tías solteras Clementina, Neptalí, Adelia, 5

Monseñor Padilla había nacido en San Salvador de Jujuy. Su padre, el doctor Manuel Padilla, representó a su provincia en el Congreso Constituyente de Santa Fe de 1853, siendo muy vinculado a mi abuelo Zavalía. Cuando se creó el Obispado de Tucumán, dejó la Diócesis de Salta, pasando a su nuevo destino. Gestionó y obtuvo la coronación de la Virgen de las Mercedes, que él mismo realizó el 24 de setiembre de 1912, siendo padrinos mis padres. La ceremonia tuvo lugar en la platabanda de la Casa de Gobierno, con la asistencia del Nuncio de la Santa Sede, arzobispos de Buenos Aires y de Montevideo y varios obispos. De su peculio particular construyó el actual Palacio Arzobispal de la avenida Sarmiento y Salta, y el viejo Seminario anexo, que donó a la Curia. Fue el candidato que tenía el Papa San Pío X para primer cardenal argentino, pero los porteños se opusieron.


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Eloísa y Julia Frías. Esta última, de mucho menor edad que las otras, fue mi segunda madre desde niño, costeó toda mi carrera universitaria en Buenos Aires y cuando me recibí de abogado me donó una hermosa casa que tenía en la calle Las Heras al 800, y que alquilaba a la familia Hawkes. La casa de 25 de Mayo 26 y la contigua número 36 de mi tía doña Lastenia Frías de Padilla, fueron construidas o mejor dicho mandadas construir por mi bisabuelo don José Frías en 1853, como puede verse en “Memorias de un viejo”, de Víctor Galvez (seudónimo del doctor Vicente Quesada). Ambas tenían idénticos frente y primer patio; pero cuando mi padre se recibió de abogado en 1887, el abuelo don Justiniano le agregó a la suya el departamento de altos para que funcionara el estudio. En 1910, esas dependencias servían de depósito de los quesos que traían de las estancias de Tafí del Valle y de archivo de los libros y papeles del ingenio San José. El cuarto patio del caserón se comunicaba con la casa de mis padres, de calle 24 de Setiembre 549, adquirida en 1907 a los herederos del doctor Delfín Gallo, y en la que mi familia vivió desde marzo de 1909 hasta 1969, año en que la vendimos al ingeniero Pedro César Omode. En la casa de mis tías yo viví desde el 16 de setiembre de 1910, fecha en que nació mi hermano Benjamín, quedando mi madre gravemente enferma hasta el 20 de febrero de 1920, en que me trasladé a Buenos Aires para ingresar en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Recuerdo que en el primer patio había un aljibe con brocal de mármol y en el tercero un pozo con su bomba, que desaparecieron cuando las Obras Sanitarias de la Nación construyeron las cloacas domiciliarias del centro de la ciudad. En el cuarto y último patio, sombreado por una enorme higuera, se encontraban las habitaciones y baños de las cocineras y mucamas del servicio; una de las cuales, doña Leira (se llamaba Lorenza) vivía sobre una cantidad tal de muebles y ropas viejas, que se necesitaron varios viajes del carro de pedidos que tenía el ingenio, conducido por un empleado de apellido Ledesma, para desocupar el cuarto que ocupaba cuando ocurrió su fallecimiento. La reemplazó Antonia Cejas, también vieja servidora de la familia, que no tenía ninguna cana a pesar de su avanzada edad (se las teñía de un negro intenso), y siempre salía de paraguas, ante el temor de que un chaparrón repentino pusiera en evidencia esa inocente coquetería, lo que en épocas de sequía provocaba el enojo de mi padre.


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Yo dormía en el extremo de un amplio salón que llamaban el “toilette”, donde todas las tardes mis tías recibían las visitas de sus hermanas casadas, prolongándose las tertulias hasta la hora de comer. Mucho de lo que entonces oí, lo consigno ahora en estas líneas. En 1918 murió Adelia, en 1936 Clementina, después Eloísa, Neptalí (a los 96 años) y al final Julia, en 1955. Poco después los herederos vendieron la casa, que fue demolida y reemplazada por el actual edificio “Libertad”. La casa de 25 de Mayo 36 estaba habitada por su propietaria, mi tía abuela doña Lastenia Frías de Padilla (la única blanca de la familia Frías Gramajo), su hija soltera Carmen, “la Michi”, el doctor Alberto E. Padilla, su esposa doña Dolores Gallo Colombres y los hijos de éstos.6 Al frente, sobre la calle, se encontraba el estudio jurídico que había sido del doctor Angel C. Padilla, el fundador del Hospital que lleva su nombre y en cuya capilla reposan sus restos. En el cuarto patio, la cochera, y en el altillo las piezas del servicio. En el segundo patio, frente a los dormitorios principales, había un aljibe idéntico al de los vecinos Frías. Fue en 1973 la casona expropiada por el Gobierno para instalar en ella un Museo Artesanal. Siguiendo hacia el Norte dábamos con el actual Palacio de Gobierno, en plena construcción sobre el terreno que ocupaba el Cabildo –lamentablemente demolido en 1907– y las casas contiguas del extinto ex gobernador 6

El doctor Alberto E. Padilla y mi padre, a más de primos hermanos y vecinos, fueron íntimos amigos toda la vida. De la misma edad, hicieron juntos sus estudios primarios y secundarios en Tucumán y los universitarios en Buenos Aires, viviendo en la misma casa de pensión de la señora Adelaida Heredia de Bascary, parienta de mi abuela Silva. Diariamente se visitaban en los respectivos estudios y atendían los asuntos jurídicos de uno y otro, si alguno se ausentaba. Cuando falleció Alberto, el 10 de julio de 1932, encontrándome yo en Buenos Aires con el cargo de secretario del directorio de la Compañía Azucarera Tucumana, el doctor José A. Frías, presidente de la comisión local del Ferrocarril Central Argentino (primo hermano de mi padre y sobrino carnal de mi madre) me ofreció la asesoría letrada de la empresa en Tucumán, que había quedado vacante, la que acepté de inmediato, desempeñándola hasta 1947, año en que la empresa pasó al Estado. Debo señalar un gesto de generosidad de Alberto, que también tuvo don Vicente Posse Silva, ambos cañeros del ingenio. En la zafra de la caña criolla afectada por la plaga del mosaico, no retiraron los saldos acreedores de sus cuentas corrientes. Como el estudio de Alberto se cerró después de su muerte -porque el hijo mayor, doctor Alberto G. Padilla, trabajaba en Buenos Aires con su tío, doctor Vicente C. Gallo- yo me hice cargo del personal, compuesto por el procurador don Benjamín Centeno, casado con doña María Gallo, y los empleados señores Juan Carlos Araujo y Manuel A. Castro. Centeno sobrevivió a su esposa y dejó como heredera a una hija de crianza de nombre Lucía del Carmen Juárez. En su testamento me designó albacea.


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doctor Próspero García y de don Tiburcio Molina, que fueron expropiados con ese fin.7 La inauguración oficial del palacio se hizo en julio de 1912, con asistencia del Presidente de la República, doctor Roque Sáenz Peña, su esposa doña Rosa González y una numerosa comitiva. Recordaba mi madre dos episodios ocurridos en el baile de gala, mientras ella iba del brazo de Sáenz Peña: como el feroz cabezazo que el jefe de Ceremonial dio contra un gran espejo del Salón Blanco, confundiéndolo con una puerta; y el otro, la sorpresa y admiración del Presidente, ante la belleza y elegancia de la señora Zulema Sancho Miñano de Posse, que acompañaba a su flamante esposo, doctor Nicanor Posse. Mientras duró la edificación de la Casa de Gobierno, mi padre tenía su despacho oficial en el edificio de la esquina de las calles 24 de Setiembre y Salta, en el que hoy está la escuela Rivadavia. El 24 de setiembre de 1912, con motivo del centenario de la batalla de Tucumán, en la platabanda del frente del palacio, el señor obispo monseñor Pablo Padilla y Bárcena, coronó solemnemente a la imagen chica de Nuestra Señora de las Mercedes, siendo padrinos mis padres, por sí y como representantes del presidente Sáenz Peña y su señora. Asistieron a la brillante ceremonia el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mariano Espinosa, el de Montevideo, monseñor Aragonés, el Nuncio Apostólico y varios obispos, así como también una comisión de señoras porteñas, presidida por doña Elvira de la Riestra de Lainez. Y ya que estamos en la Casa de Gobierno, deseo consignar los nombres de los propietarios de los inmuebles que colindaban con ella hacia el Poniente, así como también los de los demás de la manzana, siguiendo las calles Las Heras [hoy San Martín], Muñecas y 24 de Setiembre. Primero estaba la casa de don Hermenegildo Rodríguez, ya octogenario; después los altos de don Alejandro Mariño, “el gallego”, marido de Cel-

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En la casa contigua al Cabildo, que había sido de la heroína doña Fortunata García de García, madre del doctor Próspero, vivían los hijos solteros de éste último: Clementina, Eloisa, Pastora, Mercedes “la Puca” y Adolfo, cuando se produjo la expropiación. Eran tan amigos de nuestra familia –no obstante las distintas ideas políticas– que cuando murió Pastora, a causa de la pena que le había causado dejar su casa, fue sepultada en el mausoleo del abuelo Frías.


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mira Terán Silva; la de doña Juana Murga de Del Pino, y en la esquina un comercio, que era inquilino de don Gerónimo Helguera. A continuación seguía la casa de don Carlos Murga, casado con la señora Mariana Etcheverry (de Concordia); la de don Víctor Pillon (¿), con un negocio de gramófonos y discos; la propiedad que doña Virginia Anitúa López de Ordóñez alquilaba y, hasta dar con la esquina, un viejo solar perteneciente a doña Serafina Romero de Nougués, donado al colegio Santa Rosa. Doblando por 24 de Setiembre se daba con la casa que había sido de mis tías, doña Restituta, Micaela y Dorotea Terán Silva, trasladadas después a la calle 25 de Mayo cuarta cuadra; luego el colegio Santa Rosa (en la casa solariega de don Vicente Gallo y su esposa doña Delfina Terán); la del cura don Sixto Colombres (hoy Museo Folklórico); la propiedad que alquilaban a terceros el doctor Alberto E. Padilla y doña Lola Gallo, su esposa, y enseguida la de mis padres, señalada con el número 549, de la que me he ocupado en otros apuntes. Contigua a ella, la propiedad de don Juan Manuel Méndez, referenciada precedentemente. Volviendo a la Plaza Independencia, al frente de la Casa de Gobierno, esquina N.O., estaba el actual templo de San Francisco, que perteneció a la Compañía de Jesús hasta su expulsión en 1767. Salvo el agregado de la pequeña Capilla del Santísimo Sacramento al norte del crucero, el cambio del altar de Nuestra Señora del Valle y la nueva pintura, la iglesia se encuentra hoy en el mismo estado.8 En la esquina N.E., sobre la calle Las Heras [San Martín], existía la Casa “Chene”, de artículos generales, y después la lujosa mansión de los hijos de don José Padilla y su señora Josefa Nougués Romero; entre ellos el famoso doctor Ernesto E. Padilla, que sucedió a mi padre en el ejercicio del gobierno de la Provincia. Donde está la Caja Popular de Ahorros, funcionaba la confitería “París”, de los señores Pascual y Genaro Di Niro, en una casona que había sido de 8

En el segundo altar de la nave lateral del sur, de San Francisco, donado por la señora Dolores Molina Cossio de Caínzo, se venera una imagen de San José, que perteneció a mis antepasados don José de Molina y señora María Josefa de Villafañe (ver en el Archivo General el testamento de ellos). Según mis tías, el santo habría favorecido a los sobrinos de la donante, haciéndolos casar con miembros de la acaudalada familia Silva. Pienso que ello podría ser cierto, pero debo consignar que mucho antes de construirse el altar, mi abuelo Justiniano Frías, que era Gramajo Molina por su madre, casó con la más rica de las hijas del ex gobernador don José Manuel Silva. Por lo visto, de años atrás el santo ayudaba a la devota familia.


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las hermanas Carmen, María y Javiera Reto, casadas respectivamente con don Luis Aráoz, doctor Francisco Mendioroz y doctor Wenceslao Escalante, suegro éste último del famoso Jorge Newbery. Seguía después, si mal no recuerdo, el Hotel Nacional, y contiguo a éste un edificio de tres pisos, mandado levantar por los hijos de don Eudoro Avellaneda y señora Delfina Terán Silva, ocupado hoy por el Plaza Hotel. A continuación se daba con la casa de la viuda del ex gobernador don Federico Helguera, señora Elvira Molina Cossio de Helguera, que vivía con su hija doña María Elvira, casada con mi tío carnal, doctor Ricardo M. Frías y su familia, en la parte baja, y en el piso alto, don Jerónimo Helguera, su esposa doña María Alurralde e hijos. Al fallecer doña Elvira, mi tío refaccionó la casa, dejándola como hoy se encuentra, ya en poder de la Federación Económica de Tucumán, que la compró a mis primos. Don José Cainzo y su señora doña Elena Alurralde, eran propietarios del solar siguiente, que había pertenecido a los esposos don Agapito Zavalía y doña Josefa Gondra, hermano aquel de mi abuelo, doctor Salustiano Zavalía. En uno de los locales allí existentes funcionaba la peluquería de don Agustín Dell’Aquila. En la esquina de Laprida, la confitería [ilegible] en que por primera vez se dio cine en la ciudad, y en los salones de los altos el club “El Círculo”, en esa época de reciente fundación, presidido por un gran amigo de mi padre, don Lautaro Posse, casado con doña Delia Valladares Pasín. Al frente, la casa de altos que todavía se conserva, de propiedad de don José Antonio García y su esposa doña Tomasa de Zavaleta. En lo que hoy es el Banco de la Provincia de Tucumán, se hallaba la Confitería del Aguila y el Club Social, que ocupaba la casona que fue de don Felipe Posse y doña Rafaela Posse, tan ponderada por don Arsenio Granillo en su Memoria descriptiva del Tucumán de los años 70 [se refiere a “Provincia de Tucumán. Serie de artículos descriptivos y noticiosos”, 1872]. Contiguas a ellas, venían las casas gemelas de don Vicente Posse y señora Julia Navarro, y del doctor Benigno E. Vallejo y señora Dorotea Cossio, en el solar ya dividido que había sido de don Rufino Cossio y señora Dorotea Paz. Seguía la Farmacia Belgrano, de don Santiago Maciel, casado con doña Rosa Pérez, cordobesa. Tengo entendido que el doctor Vallejo y señora eran propietarios del local. Venían después dos negocios, en una propiedad de


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doña Manuela Gallo Terán, que después heredó doña Elmina Olmos Lacroze de Terán. Desde allí y hasta la esquina, todas eran viejas propiedades de los herederos de don José Cainzo y señora Elena Alurralde Helguera. En la primera de ellas, la del Norte, don Julio Cainzo y su señora Delfina Avellaneda, levantaron el “petit hotel”, que después fue de mi tío don Brígido Terán y señora Amelia Lacavera. En otra funcionaba la farmacia Massini, que había sido fundada por don Cosme Massini, nieto del porteño don Cosme Argerich, casado con la tucumana doña Haydeé Posse. Y en la de la esquina, la zapatería de don Matías Mut. Al frente, sobre las calles 24 de Setiembre y Congreso, estaba la cigarrería de don Vicente Stagnetto, en lo que fuera la vivienda de las “Posse quemadas”, hermanas de don Filemón Posse, llamadas así por el incendio que soportaron en los años 1880 (ver mis apuntes). Con mis recuerdos he dado vuelta a la Plaza y me encuentro de nuevo en la Catedral, que me trae otras reminiscencias que no puedo dejar de anotar. Ante todo, los artísticos frescos desaparecidos a consecuencia de la reparación que se hizo en los años 1930, de la “Inmaculada Concepción” en el artesonado del prsebiterio, y los “Cuatro Evangelistas” en la media naranja, debidos al pincel de don Félix Rebault, pintor de origen francés establecido en Córdoba, cuyos descendientes habían castellanizado el apellido por Revol. Yo me pregunto: el sitial del señor Obispo, con su hermoso dosel de madera tallada y seda roja, y la verja de frente al altar del Santísimo ¿qué se hicieron? ¿Qué hay de verdad en lo que se decía sobre el “alma en pena” de un sacerdote, que no podía terminar el oficio de la Santa Misa, por falta de “ayudante”? ¿Y en lo de que algunas personas habrían considerado inconveniente, que se colocaran en la iglesia los restos del general don Gregorio Aráoz de La Madrid? No me olvido de que en los días de precepto, todo el alumnado del Colegio del Sagrado Corazón, con sede en calle Las Heras 340 (en dos propiedades alquiladas a don Alfredo Guzmán y a mi tía doña María Elvira Helguera de Frías), iba en corporación a oír misa de 9 en la Catedral. El padre León


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Castillon ejecutaba en órgano interminables piezas de música sacra, que casi ninguno de nosotros sabía apreciar. Del arreglo del templo se ocupaba la Congregación de Hijas de María y Santa Filomena, a la que pertenecían mis hermanas y que estaba presidida por la virtuosa señorita Elena Heller Palacio. Y ya que estamos en la Catedral, interesa señalar quiénes eran los vecinos de ella por el Sur, hasta dar con la calle Crisóstomo Álvarez. De allí en adelante, son más que suficientes los datos que figuran en la obra “La Casa de la Independencia”, de mi sobrino don Roberto Zavalía Matienzo, distinguido director de nuestro Archivo Histórico. Lindera de la iglesia, se hallaba la vivienda de doña Beatriz Martínez, hija de don Domingo Martínez y señora Victoria Acuña; después, la Sociedad Sarmiento, de la que mi padre había sido presidente en 1889, cuando estaba domiciliada en otro lugar; seguían las casas que mi abuela, doña Clementina Silva de Frías, y su hermana, doña Manuela Silva de Chenaut, habían heredado del ex gobernador don José Manuel Silva; y en la esquina, la casa que había pertenecido a don José Gramajo y señora Mercedes Molina Villafañe, también mis antepasados. Ya es hora de volver a la calle 25 de Mayo y ocuparse de las propiedades existentes en ella a partir del edificio del Convento de San Francisco, que en 1910 estaba, como hoy, con su imponente frente sin revocar. Todos esos inmuebles, hasta llegar a la calle Mendoza, fueron de mi bisabuelo Silva y pasaron a sus herederos. La contigua al Convento de San Francisco, de doña Dolores Silva de Avellaneda, en 1910 estaba alquilada al comercio “La Favorita”; en la siguiente vivía doña María Antonia Frías de De la Vega, viuda del doctor Agustín de la Vega Silva y sus hijos.9 Enseguida y hasta la esquina venía el solar que había sido de doña Tomasa Silva de De la Vega, y que pasó a pertenecer a don Alfredo Guzmán y señora Guillermina Leston, quienes modificaron con todo lujo la vieja caso9

Doña María Antonia Frías de De la Vega era hija de un hermanastro de mi madre, don Javier Frías Iramain, cuyo retrato pintado por don Ignacio Baz se exhibe en la Casa Histórica de la Independencia. El esposo de aquélla, doctor Agustín J. de la Vega Silva, fue socio de mi padre en el estudio jurídico. Las cuatro bibliotecas que hay en mi estudio de calle La Madrid 412 y que pertenecieron al ex gobernador doctor Agustín Justo de la Vega, marido de doña Tomasa Silva, fueron un obsequio de tía María Antonia, en agradecimiento a atenciones recibidas de mi padre después de ocurrir el fallecimiento de su esposo.


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na de aquella, quedando el negocio “La Famme Elegante” [testado y sustituido por “Chic”] sobre la calle Mendoza. Pasando a la acera del Naciente, y frente a la iglesia de San Francisco, se encontraba la casa “Chene”, ya recordada; después, la primitiva Casa Voss, en un local perteneciente a la familia Heller; el portón de salida de la mansión de los Padilla Nougués y una zapatería del señor Mandojana enseguida; el Hotel Europa, en un edificio de dos pisos de propiedad de la señora Corina Heller de Zavalía;10 la suntuosa vivienda de don Alberto Gallo Cainzo y señora Sara Molina, que aquél había heredado de sus padres adoptivos don Manuel Cainzo y doña Dolores Molina; la oficina de informes del ferrocarril Central Córdoba, en propiedad del ingeniero don Tomás A. Chueca y señora Waldina Navarro, y en la esquina, una tienda que después se llamó “Casa Colorada”. Al frente, pasando la calle, estaba la casa de altos del doctor Fernando de Zavalía y señora Corina Heller, con los bajos alquilados a varios comerciantes. Contigua a ella y también de altos, el edificio que todavía existe, de calle 25 de Mayo 251, alquilado a doña Corina Palacio de Heller por mi padre y en el que yo nací, lo mismo que mis hermanos Matilde, Laura, Justiniano e Isolina. Recuerdo que, desde su amplio balcón de mármol, [Julio] López Mañán pronunció un discurso cuando fue proclamado mi padre candidato a gobernador de la Provincia por la Unión Popular. En marzo de 1909 nos trasladamos a vivir a la casa de la calle 24 de Setiembre 549, según lo ya expresado. En los bajos de la anterior, en la época que tratamos, estaba el mejor negocio de artículos de moda para señoras, “La Fachinetti”. Siguiendo hacia el Norte, se encontraba la pinturería de Brunella, en propiedad arrendada al doctor Próspero Mena; las tres casas de alto seguidas: una de don Alberto Benci y señora Amelia López Peña, con los bajos ocupados por el almacén de don José Benci; otra de don Leocadio F. Paz 10

El doctor Carlos Sánchez Viamonte, conocido por “Carloncho”, me refería cuarenta años después, en Tafí del Valle, que siendo estudiante vino a Tucumán en 1910, integrando una delegación que traía una placa a colocarse en la Casa Histórica; que paraba en el Hotel Europa y que se pescó una fuerte influenza, la gripe de entonces. Como su cuñado don Eduardo Frías Piñeyro lo había recomendado a mi padre, éste todos los días iba a interesarse por su salud antes de pasar a su despacho gubernamental.


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y señora Carmen Mariño, y la tercera, del ingeniero José Mariño y señora Manuela Cortés Funes y del doctor Fortunato Mariño y señora Josefa Cortés Funes. Luego, la vivienda del señor Aguirre (donde a los pocos años se construyó el edificio del diario “El Orden”). En la esquina de Córdoba, todavía no se había levantado la sucursal de Gath & Chaves. La acera del poniente de la tercera cuadra de la calle que describo, a partir de la esquina de Mendoza, comprendía las siguientes propiedades: en primer lugar la tienda de mi tío don Luis M. Esteves, que fuera fundada por su padre don Eusebio Esteves, casado con doña Josefa Torres Ruiz de Huidobro; después la empresa de diarios y revistas Guzmán y Sánchez y el “Café de la Paix” de la familia Dumont; la casa en que vivían Eusebio Esteves Torres y sus hermanas solteras Orfelia y Rosa, y finalmente la del citado don Luis M. Esteves y su esposa doña Rosa Zavalía (hermana de mi madre). Aclaro que pertenecían a éstos los cinco inmuebles mencionados. Siguiendo hacia el Norte se encontraba una propiedad que los Chenaut Zavaleta alquilaban a don Máximo Maciel (esposo de doña Amelia García Latorre), en la que éstos vivían, teniendo sobre la calle la farmacia “25 de Mayo”: luego la vivienda de doña Hortensia Posse de Posse, madre del que después fue mi cuñado don Manuel D. Posse; la de don Javier López y señora Indiana del Sar; la de don José Benci y señora Emilia Battaglini; la de los señores Brígido Terán y doctor Eudoro Avellaneda, ocupadas por los escritorios de las Compañías Azucareras Santa Lucía y Avellaneda y Terán, y en la esquina un sitio baldío, en el que poco después comenzó a construirse el Correo, que tardó años en terminarse. La cuarta cuadra, que un chistoso –creo que fue Samuel Esteves– llamara “Estrecho de los Dardanelos”, no sólo por ser el paso obligado para los coches y tranvías que iban y venían a la Estación Sunchales y al complejo Casino, Hotel Savoy y Teatro Odeón, recién inaugurados, sino por los “bombardeos” de miradas que los transeúntes recibían desde los balcones, comprendía, salvo las esquinas que tenían comercios, a numerosas casas de familia, las que paso a enumerar. En la acera Naciente, la de las señoritas Filpo Paz contigua al almacén de [ilegible]; la del doctor Arturo Guasch y señora Rosa Maciel, inquilinos de don Lauro N. Fagalde y señora Ofelia Terán; la de éstos esposos; la que alquilaba don Benjamín Martínez Zavalía y señora Dolores García, alquilada a don Leocadio F. Paz; la del señor Juan Perea Rosales y señora Angélica Soaje


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(cordobesa); la del doctor Emilio Terán, casado con doña Apolinaria Frías, hermana de mi padre; dos casas que se alquilaban; la de Restituta, Micaela y Dorotea Terán Silva, “las niñas Terán”, que vivían con su sobrina Sofía Terán de la Vega 11; la de don Adolfo López Paz y su esposa doña Benjamina Pondal -que había sido festejada o novia de mi tío Justiniano Frías (h), “El Chato”-; la del famoso poeta boliviano don Ricardo Jaimes Freyre y su señora Felicidad Soruco y en la esquina, el almacén del señor Juárez, vendido después al señor Juan Fuentes. Sobre la acera del Poniente, después de la hojalatería del señor Rafael Paone, venían: la vivienda de don Percy Hill y señora Tomasa Terán; un sitio

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A mis tías Terán, que pasaban los veranos en la estancia “Río Blanco” de Salta, de propiedad de su hermana doña Julia Terán de Solá, les decían allá “las Do Re Mi”, recordando el famoso tango “Re Fa Si”. Restituta, “la Ñata”, según decían mis tías, se habría “despedido” antes de morir de su doble primo hermano el doctor Juan Manuel Terán, quien la habría visto pasar frente a su casa de la calle 24 de Setiembre cuarta cuadra, en la procesión de la Virgen de las Mercedes. Micaelita fue atropellada por un tranvía y el “motorman” de éste la salvó, bajando a tiempo el salvavidas. La pobre, años después, sufrió un ataque que la condenó a la silla de ruedas, la misma que usó mi madre en su última enfermedad. La Ñata Terán con mi tía Clementina Frías, “la Nene”, hicieron un juicio final en el mausoleo de la familia Silva en el Cementerio del Oeste, colocando en una fosa común cavada en el fondo del mismo, los cadáveres cuyos ataúdes estaban en malas condiciones, cayendo en la volteada los del primer gobernador don Clemente de Zavaleta y el del “Tata” Silva, gobernador en 1828. Según Nicolás Avellaneda, Clementina Frías fue “la mujer más notable de la familia… Tiene el espíritu cultivado”, dice, “habla con propiedad y suele dar brillo, gracia y ocurrencia a sus observaciones”. Tanto la distinguía que la llevó consigo a Buenos Aires en 1876, después de la inauguración del ferrocarril. Después de la muerte de sus padres, en 1898, Clementina entró de novicia al Convento de las Hermanas Dominicas, que tuvo que abandonar al poco tiempo porque extrañaba sobremanera a mi hermano mayor Jochela, que a la sazón tenía algo más de tres años. Cuando llegó a los 80 años de edad, resolvió encerrarse en su cuarto y dejó de alimentarse, lo que ocasionó su muerte al poco tiempo. En su testamento (en el que actué como albacea) dejó a Jochela la mitad de la estancia “La Banda” de Tafí del Valle, que le había sido adjudicada en el juicio sucesorio de don Eugenio Chenaut y doña Manuela Silva, su esposa. La otra mitad correspondió a mi padre (ver mis apuntes privados sobre “Mama Manuelita”). Clementina recibió también su herencia de “Nieves Silva”, una negra de Angola que había sido esclava de “Tata” Silva, una casa en la actual calle San Lorenzo 10° cuadra que vendió a un señor Ragone. El precio obtenido fue entregado al Convento de Santo Domingo y destinado a pagar la puerta cancel y el revoque del amplio atrio. A las Hermanas Dominicas del Santísimo Nombre de Jesús, les legó un valioso inmueble sito en la calle Junín 126, contiguo a la casa de tía Genuaria Frías de Salvatierra y hoy de los Colombres Garmendia. Nota: rectifico lo que digo precedentemente sobre mi tía Clementina, en lo que respecta al juicio de Avellaneda de “ser la mujer más notable de la familia”. Sin duda alguna, el presidente se refería a mi abuela Clementina Silva de Frías y no a aquélla.


E. F RÍAS S ILVA : La plaza Independencia y la calle 25 de mayo de Tucumán

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en el que después don Luis Fagalde levantó la casa que ocupó el primer gobernador radical don Juan Bautista Bascary; la casona de don Luis Fagalde y de su esposa doña Carmen Bascary Esteves, que tenía fama de predecir la muerte de familiares y amigos que se le “despedían”; la del escribano don Maximio Sánchez, reedificada años posteriores por don Eugenio Chenaut y señora Lola Martínez Zavalía, en la que también vivió el doctor Martín S. Berho, viudo de doña María Luisa Martínez [Zavalía], gran amiga de mi madre; la de don Pedro Chenaut y su señora Lastenia Frías, hermana de padre; la de las “niñas Chenaut”, Mercedes, Juana y Cecilia, acompañadas del solterón Arístides (quien se encerró en su cuarto después de un viaje a Europa); la del médico de nuestra familia, doctor Manuel I. Esteves y su señora doña Mercedes Fagalde, hija ésta de doña Rosario Bascary Aráoz, muy vinculada a los Silva por estrechos lazos de parentesco; la de don Octavio Terán Silva y señora Silvia Sal; la del ingeniero Ricardo Lehky; la de doña Silvia García de Sal, a la que hicieron bajar de una higuera para casarla con su tío el escribano don Agustín Sal, cuando sólo contaba quince años de edad; y, en la esquina, la casa de altos del “commendatore” don Evandro Servici, yerno de don José Benci. En la quinta cuadra, acera Naciente, recuerdo la casa de las niñas Terán, doña Julieta de Cornet y doña Emilia de Espejo (encargada ésta de la Casa Histórica), a quienes acompañaban los hermanos, solteros en esa época, Enrique, Jorge y Arturo Terán. Cercana a la anterior estaba la del doctor Carlos A. Campero y señora Mercedes Rubio, y enseguida dos casas de altos de propiedad de don Luis Remis y señora Adela Savini; después, la hermosa casa de éstos, que había sido construida por don Rodolfo Alurralde, casado con la porteña doña Elena Beracochea. Enseguida, la del norteamericano don José Haimes y señora Zenaida Bernan, luego la de don Manuel Terán Posse y señora María Toledo, y al llegar a la calle Santiago un sitio baldío, que después adquirió la Caja Popular de Ahorros para construir las viviendas del doctor Luciano Yrrazábal y otros. En la acera del Poniente, tan sólo recuerdo las casas de don Santiago Maciel y señora Rosario Pérez; la de don Juan Manuel Terán Vega “El Churo” y señora María Antonia de la Vega, y cerca de la esquina, con salida de servicio a la calle Santiago, la del rector del Colegio Nacional, doctor Sisto Terán y señora Lola Dode. En la sexta cuadra, donde terminaba el adoquín de madera para ser reemplazado por la piedra bola, acera oeste, vivían, entre otras personas,


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doña Margarita Zavalía Gondra de Esteves y doña Josefa de Zavalía, con los nietos de la primera, Raquel, María Esther, Sara, Laura y Manuel Zavaleta Esteves, y a mitad de cuadra el vicerrector del Colegio Nacional, don Alberto Lacabera y señora Urbana Vázquez; y más allá el vocal de la Corte Suprema, doctor Gonzalo Machado y familia. Al frente, en un palacete que años después fue de mi cuñado doctor Patricio Correa Uriburu, residía el juez federal doctor Ubaldo Benci y señora María Luisa Rapelli, y enseguida el doctor Pedro Cossio y señora Sara Alurralde. En la séptima cuadra, casi esquina Corrientes, la casona del ingeniero Tomás A. Chueca y señora Waldina Navarro, hija del legendario caudillo y gobernador de Catamarca, general Octaviano Navarro. En la acera del Poniente, había un extenso baldío, que doña Serafina Romero de Nougués donó a los Padres Lourdistas para que construyeran el Colegio del Sagrado Corazón e iglesia de Nuestra Señora de Lourdes. De la octava cuadra, tan sólo recuerdo la casa de don Luis Gass, cuya hija Amalia, de gran belleza, fue novia de mi primo Clemente R. Zavaleta. La novena cuadra daba a la Plaza Urquiza, que en esa época, a más del hermoso arbolado, tenía un pequeño lago con sus botecitos. En ella se realizaban lucidas “fiestas primaverales” con fines benéficos, para las cuales se cerraba con tablas todo el perímetro del paseo. En la décima cuadra, acera naciente, estaba el “Sport”, amplio campo de deportes, y en la de enfrente la Cárcel Penitenciaría. Pasando la vía del ferrocarril Central Norte, se encontraban numerosas quintas de diversos propietarios; entre ellas la del doctor Juan B. Terán, a la altura de la actual calle Mexico. Apuntes escritos en julio de 1975, encontrándome en cama, con un fuerte resfrío, lo que explica la mala letra.

EDUARDO FRIAS SILVA


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— Sara Peña de Bascary —

En diciembre de 1876 el profesor Inocencio Liberani, por entonces a cargo del gabinete de Historia Natural del Colegio Nacional de Tucumán, realizó un viaje a Santa María, Catamarca, en búsqueda de restos fósiles para acrecentar las colecciones del Museo.2 Con enorme sorpresa el científico encontró en la región no solamente lo que buscaba; descubrió, además, las ruinas de una notable ciudad indígena en el paraje denominado Loma Rica. La trascendencia de tal descubrimiento no fue cabalmente apreciada en su tiempo, y –nos aventu-

1

2

Inocencio Liberani

Óleo de Santiago Falcucci, Museo Histórico Provincial Pte. Nicolás Avellaneda

Sara Peña de Bascary, en “A 100 años de Loma Rica”. En un artículo publicado en el “Suplemento Literario”, La Gaceta de Tucumán, 28.11.1976, nos hemos ocupado de Inocencio Liberani y la exploración a Loma Rica. Florentino Ameghino, Revista de Historia Natural. T. L P, Buenos Aires, 1891. pp. 88 -99.


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ramos a decir– acaso son pocos los que aún hoy, valoran la importancia del hallazgo.3 Es más, la multifacética personalidad de Liberani no ha tenido suerte en la historia de Tucumán. Tanto el hombre, como sus obras han quedado esfumados, casi olvidados.

EL PROFESOR LIBERANI

Inocencio Liberani, descubridor del primer yacimiento arqueológico del país y director de su exploración, fue un europeo de interesante trayectoria. Había nacido en Ancona (Italia) en 1849, hijo de Romualdo Liberani y de María de Verela. En su ciudad natal realizó sus primeros estudios, graduándose en Ciencias Naturales en la Universidad de Roma. Las tierras del Río de la Plata que desde comienzos del Siglo XIX atrajeron a naturalistas europeos fueron, también, para este científico el incentivo que en 1870 le indujo a viajar para establecerse en el país. A corto plazo el Presidente Nicolás Avellaneda, por esa época Ministro de Culto e Instrucción Pública de Sarmiento –orientador de ideas precursoras y conocedor de gente de valía– designó a Liberani, el 12 de febrero de 1873, profesor de Zoología y Botánica del Departamento Agronómico –hoy Escuela de Agricultura y Sacarotecnia– y profesor de Historia Natural e Higiene del Colegio Nacional.4 Cargos que desempeñó hasta 1905. Desde su llegada a Tucumán Liberani se convirtió en un inestimable factor para la evolución cultural de la provincia. Sus inquietudes y espíritu creador le llevaron a materializar obras de envergadura como el Museo Regional de Historia Natural en el colegio Nacional. Cuenta Ernesto Padilla que [...] se había empeñado en darle carácter práctico a la enseñanza de su especialidad.5 Con la colaboración de sus alumnos y con recursos económicos propios formó 3

4 5

Patricia Arenas y Sergio Carrizo se ocupan de Liberani en un apartado de “Actores, escenas y clases de antropología y arqueología de la UNT”, Actas del II Congreso sobre la historia de la Universidad de Tucumán, 18 y 19 de marzo de 2010. http://www.2historia.unt.edu.ar/index. php/actas-segundo-congreso Archivo Histórico de la Provincia - Archivo Padilla. Leg. 15 - Curriculum de Liberani. Cfr. Arenas y Carrizo, op. cit., sobre las clases prácticas de Liberani.


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el mencionado Museo y agrega Padilla que “en sus visitas a Tucumán, Domingo Faustino Sarmiento asistió a sus lecciones mostrándose complacido, las ponderó y hasta intervino, espontáneamente, queriendo probar la preparación.6

El profesor Inocencio Liberani, rápidamente se hizo conocer y respetar en Tucumán. Es así como el 7 de mayo de 1877, el Gobierno de Tucumán lo designa miembro de Comisión local de la Exposición de Filadelfia. Hacia 1878, Paul Groussac, recientemente designado Director de la Escuela Normal de Tucumán, propone que se nombrara a Liberani Profesor de Historia Natural, Fisiología, Higiene, Física y Química de la escuela. La propuesta fue aceptada y Liberani asume el cargo. El “maestro” José Fierro recuerda que “se nombró para la cátedra de Historia Natural al sabio italiano Inocencio Liberani”. Era, según aquel testigo [...] competentísimo y de una habilidad tal para grabar la enseñanza, que recuerdo haber oído contar a mas de uno de los médicos amigos, lo muy difícil que resultó desprender lo que el señor Liberani les había enseñado, para poder realizar estudios concientes en la Facultad. Las ilustraciones de sus lecciones de fisiología sobre la digestión, circulación y funciones de relación, han dejado recuerdos indelebles.7

APORTE A LA MEMORIA HISTÓRICA Y DESCRIPTIVA DE TUCUMÁN

Una faceta destacable de su fecunda obra fue su intervención, por decreto del Gobernador Miguel M. Nougués, en la redacción de la Memoria Histórica y Descriptiva de Tucumán. La misma era requerida para ser exhibida en la Exposición Continental, la que había sido convocada en abril de 1881. El Poder Ejecutivo constituyó a tal fin, el 29 de Octubre de ese año, la Comisión Redactora de esa memoria y Liberani la integró juntamente con Paul Groussac, Alfredo Bousquet, Juan Manuel Terán y Javier Frías. En esa obra se ocupó, en capítulos especiales, de diversos temas, los que encaró con meticulosidad y rigor científico. En el apartado “Productos naturales” se refirió a las maderas, plantas tintóreas, textiles, oleaginosas, medici6 7

Ernesto Padilla, Prólogo al Álbum – Excursión arqueológica por los valles de Santa María y Catamarca – 1877, Tucumán, 1950. Sonia Asaf, La Escuela Normal de Tucumán. Reseña Histórica, Tucumán, Diciembre 2000, Pág. 36.


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nales y curtientes y al estado de industrias de derivadas de las mismas en la Provincia. Se ocupó de “Horticultura”: árboles frutales, silvestres, época de florescencia y del fruto, y de huertas y jardines. Le interesó la “Sericultura”. En “Apicultura” trató sobre caza y pesca y la necesidad de su reglamentación. “Zoología Agrícola” fue otro tema desarrollado. En el capítulo “Minería” informó, sobre los resultados de análisis de minerales encontrados en la Provincia según la legislación sobre minería. Y por último, en “Higiene” realizó consideraciones generales sobre el estado higiénico de la Provincia y de las enfermedades reinantes: endémicas, epidémicas, del sistema nervioso, respiratorias y del aparato digestivo. La obra finalizada, en tres meses, representó a Argentina en la Exposición Continental de 1882 y obtuvo el “Gran premio de Honor” y además fue costeada su publicación. Los minuciosos datos volcados en esa Memoria, de todos sus autores, son una fuente inagotable de información para los investigadores y recibió grandes elogios en su época. En la Memoria, entre otros muchos temas de interés, Liberani se explaya sobre las maderas de nuestros bosques, describe los árboles con rigor científico y apunta que “la riqueza de sus bosques, formará fuente inagotable de riquezas para Tucumán” y expresaba su preocupación por [...] los estragos del hacha inexorable del gaucho leñador, y no es posible imaginar mayor devastación. Para el, no hay edad, no hay tamaño, no hay clase de árboles, pues todo lo destruye indiferentemente para llenar con facilidad las necesidades del momento, sin que hasta hoy ni los propietarios, ni la autoridad, hayan intervenido para impedir tamaño desorden.

Decía también: Se ha creído haberlo hecho todo para el porvenir de las Provincia, con introducir grandiosas maquinarias para elaborar azúcar: pero mañana no faltaran los apuros del combustible [...] Es necesario pues, tomar con tiempo medidas enérgicas al respecto y antes que nos sorprenda una crisis de esta naturaleza, reglamentar de un modo serio la explotación de los bosques[...].8

Se interesa por las quintas y jardines de la ciudad y expresaba: 8

Inocencio Liberani, “Productos naturales”, en Memoria Histórica y Descriptiva de Tucumán, Buenos Aires, 1982, Capítulo VII, pág. 368.


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Cada una de esas quintas ocupa ordinariamente una superficie de diez mil hasta veinte mil metros, y se cultivan en ellas de cientos hasta quinientos naranjos, cuyos troncos se levantan con simetría sobre el hermosísimo alfombrado de gramíneas que tapiza el terreno [...] No se si puedan imaginarse lugares mas amenos y deliciosos, especialmente en tiempo en que los naranjos se cubren de azahares. Solo quien ha pasado una mañana de primavera en los alrededores de Tucumán, puede formarse idea de estas quintas encantadoras [...] ¡Cuánto dones de la naturaleza!9

Liberani opinaba que la jardinería estaba en estado embrionario con la excepción de las Plazas Independencia y Belgrano y la Quinta del Doctor Ángel Padilla. Liberani se preocupaba por la viticultura, decía que fue introducida por los jesuitas, que no se la consideraba y era necesario “propagar conocimientos útiles al respecto y una protección decidida por parte de los Gobiernos con el fin de favorecer la viticultura, que sin duda llegaría a constituir fuente de riqueza para el país”. Recordaba la Ley que sancionó el Congreso en 1875 ordenando la fundación de escuelas prácticas de viticultura “ley que no ha tenido vigencia hasta hoy, pero que por el bien del país debería sacársela cuanto antes del olvido”.10 Describió las vías públicas de la ciudad, las que consideró “bien distribuidas y cómodas” pero criticó su empedrado, “en general puede decirse que esta muy descuidado”.11 Entre otros aspectos, se ocupó de la alimentación. Opinaba que la misma era insuficiente porque los alimentos carecían de principios nutritivos, lo que provocaba un estado anémico generalizado en el país, situación que se agravaba por los horarios irregulares de las comidas, “siendo rara la casa donde se come a hora fija”. Criticaba “el mate, de uso tan general, disminuyendo el apetito, contribuye poderosamente a fomentar semejante desorden”.12 Finalmente apuntaba que la comida era sana ya que se componía de carne asada, caldo y algún guisado. Muchos otros temas, ante todo los vinculados a su especialidad, –las ciencias naturales, salud e higiene–, le interesaron y describe minuciosamente en la Memoria.

9 10 11 12

Liberani, op. cit., pág. 440. Liberani, op. cit., pág. 461. Ibídem. Ibídem.


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Años después Liberani trató de realizar otra Memoria Descriptiva de Tucumán. Según Carlos Páez de la Torre (h), que da a conocer este tema, el dato lo obtuvo de una carta del químico Federico Schickendantz del 30 de abril de 1888, dirigida al ingeniero geógrafo Antonio M. Correa, “para solicitar su colaboración en la Memoria Descriptiva de esta Provincia”. Agregaba que “el señor [Inocencio] Liberani, quien ha repartido los diferentes capítulos de la segunda parte de dicha Memoria, le señaló a usted el capítulo V: “Propiedad urbana y rural”. Acompañaba la nota el “programa oficial” del proyecto.13

CIENTÍFICO Y EDUCADOR

Fue Inocencio Liberani orientador y guía intelectual de la “Generación del Centenario”, que lo tuvo como profesor en el Colegio Nacional y en la Escuela Normal. Fue, además, un “Hombre del Centenario” ya que participó de diversas actividades, en los centenarios de 1910 y 1916, colaborando a hombres de la llamada “generación”. Los tucumanos, conocedores de la capacitad de Liberani, lo buscaron continuamente para encomendarle importantes cargos. En 1880, el 31 de diciembre es designado miembro de la Comisión Nacional de Higiene de la Provincia de Tucumán de la cual posteriormente fue Presidente. Y en 1888, se crea la Comisión local del Censo Agrícola y Pecuario y la misma se integra con la figura de Inocencio Liberani como vocal. En 1891 Ezequiel Bravo Bazán solicitó al Gobierno de Tucumán que nombrara una comisión para evaluar su plantación de cultivos de café en Lules. El Gobierno accedió y el 4 de abril de ese año, designó para integrarla al químico Federico Schickendantz, al profesor Inocencio Liberani y al doctor Santos J. López. Los comisionados avalaron las estimaciones del agricultor sobre el número de plantas y su posible provecho económico. Le hicieron algunas recomendaciones relativas a la distancia que debía dejarse entre las plantas y también acerca de las especies que podían ser más aptas para proporcionar sombra al cafetal. La comisión terminaba calificando como “digna de todo encomio” la perseverancia de este plantador. Hallaba que el Go13

Carlos Páez de la Torre (h), en “Otra ‘Memoria’ sobre Tucumán”. En “Apenas Ayer”. La Gaceta de Tucumán 17.03.2011.


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bierno de la Provincia haría “un acto de justicia” si lo resarcía, siquiera en parte, de los gastos efectuados. Y entendía que Bravo Bazán “es acreedor a la consideración de sus conciudadanos, por el noble ejemplo que ha dado”.14 El 21 de marzo de 1895, se crea la Comisión de Tucumán para el Censo Nacional y en la misma fue designado Inocencio Liberani. Años después, el 8 de junio de 1901 asume como Presidente de la Comisión Local de la Exposición Permanente de Productos Nacionales a realizarse en Buenos Aires. Inocencio Liberani actuó activamente en el Consejo Municipal durante cinco años y cuanta comisión se creara, para entender asuntos de bien público de la ciudad, lo contaba entre sus integrantes. Desde el 20 de diciembre de 1882 fue Concejal Municipal, continuándolo en los años 1890, 1894, y 1896. El 21 de noviembre de 1882 pronunció un dictamen sobre medios de hacer inofensivos los residuos de las Foto de Inocencio Liberani fábricas de azúcar. en el Álbum de la exploración Delegado de la Sociedad Científia Loma Rica ca Argentina en la Provincia, ocupó su presidencia desde el 18 de julio de 1884. Designado, el 22 de diciembre de 1882, Vicepresidente de la Sección Tucumán del Instituto Geográfico Argentino fue su Presidente años después.15 En 1914, fue miembro del primer “Consejo Superior Fundador de la Universidad Nacional de Tucumán”, juntamente con Juan B. Terán, Miguel Lillo, José Ignacio Aráoz, Guillermo Paterson, Miguel P. Díaz, Etergidio de la Vega, Alejandro Uslenghi, José Padilla, Juan Chavane, Ricardo Jaimes Freyre, Arturo Rosenfeld. José Benito González, José Lucas Pena, Inocencio

14 15

Cfr. Carlos Páez de la Torre (h), “Cafetal en Lules, 1891”. En “Apenas ayer”. La Gaceta de Tucumán” 8.04.2009. Archivo Padilla, curriculum, op. cit.


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Liberani y Juan Heller,16 compartiendo allí funciones con quienes, en su mayoría, habían sido sus discípulos en el Colegio Nacional y Escuela Normal. Liberani era esencialmente un educador y a la docencia en todas las especialidades que hacían a su formación, le dedicó sus mejores esfuerzos durante cuarenta y cinco años desde las cátedras del Colegio Nacional, Escuela Normal y Escuela Agronómica. Integró, además, numerosas comisiones que se preocupaban y ocupaban de la educación en la provincia. Tuvo destacada actuación en el Consejo de Educación de la Provincia. El 27 de junio 1896 es designado Presidente de la Comisión del Concurso de aspirantes a Inspectores Generales del Consejo de Educación. En 1897, el 10 de marzo, le designan Presidente del Jurado para discernir las Direcciones de las Escuelas Superiores. En ese mismo año, el 17 de septiembre asume como Presidente del Consejo General de Educación. En 1902, nuevamente es vocal del Consejo y en 1909, el 7 de agosto, integra la Comisión local del Censo General de Educación. Caricatura de Liberani Desde 1914 hasta 1919 fue miembro del Conseatribuida a Miguel Lillo jo Escolar del Distrito de Escuelas Publicas de 17 Tucumán. Liberani, artífice de la formación de tucumanos, fue el precursor de estudios de su especialidad, las Ciencias Naturales, en la Provincia. Miguel Lillo fue su discípulo y reconoció que debía al viejo maestro su pasión por la naturaleza. Entre los apuntes de Lillo se conserva una caricatura que realizó del Profesor Liberani.18 Durante los festejos del Centenario de la Independencia colaboró en la organización de la primera Reunión Nacional Argentina de Ciencias Naturales, realizada en Tucumán, donde intervino como miembro activo, en noviembre de 1916. 16 17 18

Elena Perilli de Colombres Garmendia, Tucumán en los dos centenarios 1910-1916, Tucumán, 1999, pág. 89. Datos curriculares de Liberani en Archivo Padilla, op. cit. Sara Peña de Bascary, “Naturalistas en Tucumán”. En Todo es Historia, Nº 104, 1976.


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El 20 de mayo 1905, el Poder Ejecutivo Provincial designa a Inocencio Liberani Director del Banco de la Provincia, cargo que desempeña hasta 1917. Su formación científica le unía a esta tierra, pero su arraigo definitivo en Tucumán se produce al contraer enlace, el 27 de julio de 1878, con doña Gertrudis Aráoz Velarde, joven de excepcional belleza y gentileza de trato, nieta del Coronel Bernabé Aráoz, guerrero de la Independencia que preparó las milicias tucumanas del Ejercito de Belgrano, Gobernador de Tucumán en 1814-1817, Presidente de la República del Tucumán (1820-1821). Tuvieron numerosos hijos: Corina, Dolores, Gertrudis, María Luisa (m. en Tucumán 1966), Inocencio –médico– (n. en Tucumán en 1888 y m. en Bs. As.1967), Romualdo, Bernabé –abogado–, Alberto –médico–, y Laurita (n. en 1896).19

EL DESCUBRIMIENTO DE “LOMA RICA”

Al aproximarse las vacaciones del año 1876, Liberani comenzó a acariciar la idea de aprovecharlas para una exploración por los valles calchaquíes a Santa María, en la zona limítrofe entre Catamarca y Tucumán. Gente del lugar le había informado de la existencia de fósiles en la región y esto acicateó al investigador. Liberani echó mano a recursos personales y organizó una excursión que partiría en los últimos tiempos de diciembre. Se iniciaba así una nueva etapa para la ciencia argentina, ya que Liberani fue quien abrió el camino a los estudios arqueológicos en el país. En un informe a Don José Posse, rector del Colegio Nacional, el científico italiano describe su asombro cuando, al penetrar por ese desértico y solitario valle, se encontró [...] por todos los lados rodeado de inmensas ruinas que en su mutismo atestiguan todavía una “civilización extinguida” la de los primeros indígenas del continente americano. Pues que no solamente se ofrece al ojo del viajero viejas murallas, paredes caídas, sino que hasta por las calles, las mismas plazas revelan la existencia

19

Ventura Murga, “Genealogía de la Familia Aráoz” (inédita). Ventura Murga gentilmente proporcionó los datos de los hijos de Inocencio Liberani y Gertrudis Aráoz para este trabajo. Los datos de Inocencio Liberani hijo, prestigioso médico en Boedo, Bs. As., fueron proporcionados por su nieto Hugo O. Charlier Liberani.


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de grandes ciudades, dejan todavía patente sus vestigios: sin contar las miles de curiosidades que presentan los cementerios, que se encuentran siempre a muy pocos pasos de las caídas ruinas ¡Cuantas antigüedades, cuantos monumentos para la Historia no existirán desconocidos bajo tantos escombros.20

El singular descubrimiento despertó en Liberani inusitado interés científico, pleno de conjeturas. No es extraño, ya que fueron las primeras apreciaciones in situ sobre algo que no tenía precedentes. No se conocía nada sobre ello. Ninguna referencia, ningún estudio. Todo era inédito, desconocido. El entusiasmo y la excitación lo llevaron a enunciar teorías aventuradas. No era para menos. El hallazgo de numerosos utensilios, urnas funerarias, pucos, amuletos, petroglifos y como corolario, el increíble “disco de cobre de Loma Rica”, daban lugar a todo tipo de especulaciones. La misteriosa medalla de cobre, perfecta en diseño y simetría y con extraños jeroglíficos en sus figuras, se prestó para interpretaciones insólitas. Liberani vio en ella orígenes egipcios que vendrían a terminar con la polémica de la ascendencia asiática de la raza americana. Y así lo manifestó:

El disco de cobre de Loma Rica

20 21

[…] pues bien una simple medalla de cobre cuyos jeroglíficos y figuras revelan cierta correlación con los tipos egipcios, vienen a cortar estas cuestiones y a establecer en el mundo científico la solidaridad de la civilización asiática con la de estas regiones”.21

Inocencio Liberani y Rafael Hernández, Álbum – Excursión arqueológica por los valles de Santa María y Catamarca – 1877, Tucumán, 1950, pág. 131. Ibídem, pág. 132.


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Con esta opinión del sabio disentía totalmente don José Posse, rector del Colegio Nacional. No podía admitir una influencia asiática en el arte precolombino, aunque manifestó: “…pero, de todos modos es digno de averiguar el por qué esa medalla egipcia se encontraba en un sepulcro de estos valles”.22 Pero, por sobre todas estas apresuradas conclusiones, Liberani intuyó la importancia del hallazgo. Su entusiasmo era tal que lo comunicó de inmediato a las autoridades, a la prensa, al país.

LA EXPLORACIÓN DE 1877

El científico trató por todos los medios de interesar a los tucumanos en su descubrimiento, tarea nada fácil, por cierto. No se comprendía aun la necesidad de investigar el pasado de esa raza milenaria. De ella no se conocía prácticamente nada. Los informes de los cronistas de la colonia pocas luces echaban sobre el tema, especialmente por que no se quería ver. El indígena era considerado por entonces, parte de un oscuro pasado. No había interés por ese período que representaba la barbarie y el atraso. El americano fue un obstáculo para la civilización europea y no se consideraba su pasado digno de estudio. Para variar ese criterio, que primaba en la época, tuvo que pasar algún tiempo, después del hallazgo de Loma Rica. Liberani propulsor de los estudios arqueológicos, con entusiasmo y tesón, movió influencias para conseguir subsidios que le permitiesen continuar con la exploración arqueológica en la región santamariana. El rector del Colegio Nacional José Posse, se interesó por la cuestión y con entusiasmo gestionó y obtuvo, del Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública de la Nación, Onésimo Leguizamón, el apoyo buscado. El Ministro dio instrucciones precisas sobre la metodología a emplear en la exploración arqueológica en Loma Rica. Entre otros aspectos puntualizó [...] reunidos y catalogados los objetos mas interesantes, el profesor Liberani dará cuenta al ministerio, por intermedio de Usted, del resultado de los trabajos enviando nómina de los objetos, haciendo de ellos una sucinta y técnica descripción, hasta 22

Ibídem, pág. 130.


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tanto se pueda clasificarlos y producir un informe científico de la exploración, que será publicado a costa del Ministerio. Los objetos recolectados serán depositados en el Museo de Historia Natural de ese Colegio para ser clasificados y divididos por secciones, según el orden que crea mas conveniente el profesor[…].23

El Ministerio concedió como subsidio seiscientos pesos. En enero de 1877, se iniciaron las exploraciones en Loma Rica. Es así como esa ciudad milenaria que por siglos había guardado el misterio de una raza, revivía para entrar en el dominio de la Ciencia.

TINAJAS ENCONTRADAS EN LOMA RICA EN 1876

La exploración del yacimiento fue un éxito. Las piezas obtenidas resultaron de considerable valor. Estaban a salvo aún del pillaje y del expolio que con los años, disminuiría considerablemente los testimonios de nuestro pasado. Liberani y su colega, Rafael Hernández, profesor también del colegio Nacional, que lo acompañó en la gira, elevaron un informe al Ministro Leguizamón sobre los resultados. Este “álbum” se preparó con dibujos, realizados por Hernández, levantados en el lugar, de cada pieza, con prolijos detalles, hábilmente coloreados y con descripciones de cada lámina. Por la escasez de recursos, fue muy limitado el número de ejemplares que se confeccionaron, convirtiéndose en piezas de bibliotecas selectas. Se trata el primer catálogo-inventario que se conoce, de una colección arqueológica de nuestro país. En cuanto al profesor Rafael Hernández (1847-1921), sus datos biográficos los conocemos, recientemente, por Carlos Páez de la Torre (h). Hernández nació en España en 1849. Era soltero, químico de profesión. En avisos publicados en La Razón ofrecía sus servicios en química, en mensuras y construcciones. Se presentaba como “Ingeniero en Artes y Manufacturas” diplomado en la Escuela Central de París. Ingresó al Colegio Nacional en 1875. Allí trabó amistad con Liberani y realizaron juntos la exploración a Loma Rica. Integró varias comisiones oficiales, entre ellas la designada para

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Archivo Histórico de Tucumán - Archivo Padilla, Leg. 15 fs. 64.


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“verificar la solidez de la bóveda de La Merced” y la que debía proyectar la Ley de Irrigación. Además, Hernández ejecutó “la nivelación de la plaza Independencia, a fin de hacer correr el agua de la Acequia de la Patria para regar los naranjos”. Con Juan de Cominges actuó en la polémica rectificación de los ejidos de la ciudad. Rafael Hernández murió en Tucumán, el 27 de enero de 1887, victima del cólera. El 14 de marzo de 1888, sus ex discípulos del Nacional realizaron un homenaje en su tumba. El doctor Martín Berho en el discurso, lo llamó “matemático, humanista, filósofo, muy versado en ciencias naturales, músico y pintor, y un carácter a todos simpático, por lo abierto y leal”.24 Retomando Loma Rica vemos que las piezas arqueológicas fueron instaladas en el Museo del Colegio Nacional, cumpliéndose con el objetivo del descubridor y con las precisas instrucciones del Ministro Leguizamón, que así lo había determinado. El Rector, José Posse, envió a Buenos Aires copia de una medalla hallada en Loma Rica. Su amigo, Domingo Faustino Sarmiento, le escribió sobre el asunto, el 12 de febrero de 1877 y apuntaba: Me acerqué al Ministerio para ver lo que importaban los descubrimientos, y vi la copia de la medalla con dos caras, leyendo además tu carta y el informe del naturalista. Espero con interés que se produzcan nuevas exploraciones para corroborar lo ya indicado[...] No veo en la medalla que parece en la forma tinaja, nada que sea egipcio o tenga conexión, sino muy remota. Las labores informes que se ven son ensayos de ornato sin dibujo, ‘lo que sale’, sin simetría, de lo que no se han cuidado. Parece esto peruano, o de algo más adelantado que los actuales indios,

aventuraba Sarmiento.25

LA PUBLICACIÓN DEL ÁLBUM DE LIBERANI Y HERNÁNDEZ

Al comienzo la noticia de Loma Rica fue detonante. El país entero se interesó. Ameghino hacia referencia, en La antigüedad del hombre en El Plata 24 25

Carlos Páez de la Torre (h), “El múltiple Rafael Hernández”. En “Apenas Ayer “. En La Gaceta de Tucumán, 29.08.2009. Carlos Páez de la Torre (h) “Sarmiento y un Hallazgo”. En “Apenas Ayer”. En La Gaceta de Tucumán, 9.06.2010.


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a Liberani y Hernández, entre los seis que formaban “la falange de jóvenes naturalistas que se han dado por ardua tarea el pronto conocimiento del país”.26 En otra de sus obras comenta elogiosamente la visión que tuvieron al explorar Loma Rica.27 Ameghino realizó un pormenorizado estudio del informe de Liberani y Hernández. El Museo de Historia Natural del Colegio Nacional acrecentó notoriamente su patrimonio con las piezas traídas de la excursión. Los datos obtenidos fueron enviados al Congreso Internacional de Bruselas, al de Madrid y a la Exposición Internacional de Paris de 1878.

Plancha I Álbum General de la Provincia en el 1º Centenario de la Independencia Argentina 1916

En el Álbum General de la Provincia de Tucumán en el Primer Centenario de la Independencia Argentina 28 se publican, en el capitulo “Reliquias arqueoló26 27 28

Florentino Ameghino, La antigüedad del hombre en el Plata, Prólogo, Bs. As., 1880, pág. 1. Florentino Ameghino, op. cit., pp. 88 - 89. Álbum General de la Provincia de Tucumán en el Primer Centenario de la Independencia Argentina (s/d y s(f), Buenos Aires, 1916.


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gicas”, tres láminas con dibujos de objetos encontrados en Loma Rica, con detalle descriptivo titulado: “Nómina de grabados y referencias de objetos prehistóricos encontrados por el Profesor Liberani en su expedición a los valles calchaquíes copiados del álbum publicado por el Ministro de Instrucción Publica de la Nación en 1888”.29 Se aclaraba que el Ministro Onésimo Leguizamón publicó una interesante memoria que reproducía y copiaba varios de los objetos prehistóricos encontrados por el Señor Liberani.30 Completaba el capítulo el informe de Liberani al Ministro, la descripción de las piezas, la opinión vertida por Florentino Ameghino sobre el hallazgo Estos datos que se publican en el álbum del Centenario, seguramente contaron la colaboración de Liberani, que aun vivía y debió facilitar para la publicación el original que el conservaba. Pero el tiempo hizo de las suyas. Había muerto ya Liberani el 15 de diciembre de 1821 cuando el Doctor Ernesto Padilla, en 1933, decidió encarar la reedición del Álbum de la excursión arqueológica por los valles de Santa María y Catamarca. Le solicitó a su amigo el Doctor Alberto Rougés le ayudara a localizar un ejemplar del álbum de Liberani. El Dr. Rougés recurrió a Don Rodolfo Schreiter quien le informa, el 26 de diciembre de 1933, “que Ameghino, en su Antigüedad del hombres en El Plata consignaba que los datos los había tomado de una copia del álbum que el ex. Ministro de gobierno de la Provincia Don Rufino Varela le obsequió para facilitar sus estudios”. Decía Don Rodolfo, “que esto le hacia sospechar que el original se encontraba en el Ministerio de Instrucción Publica de la Provincia”.31 En sus indagaciones el Doctor Ernesto Padilla tomó conocimiento de que en el Colegio Nacional ni se conocía cuál era la colección de Loma Rica, si es que de ella algo quedaba. Pensaba que tal vez la causa residía en los distintos cambios de local. El hecho concreto es que no se conservaba ni una copia del Álbum de la excursión. Padilla, contó, afortunadamente, con la colaboración de la viuda de Liberani, Doña Gertrudis Aráoz, que aportó valiosos datos.

29 30 31

Se consigna –en el Álbum General del Centenario– que la publicación del Ministerio de Instrucción Pública es de 1888, lo cual es un error, ya que en realidad es del año 1877. Álbum General, op. cit. Carta de Rodolfo Schreiter a Alberto Rougés, Tucumán, Diciembre de 1933. Archivo Padilla, Leg. 15 fs. 67.


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Sorprende que en las cartas y notas intercambiadas entre numerosas personas por el tema de Liberani y Loma Rica, entre ellas Alberto Rougés, Rodolfo Schreiter, el Vicerrector del Colegio Nacional José Uttinger, el director del Instituto de Antropología Osvaldo Paulotti, el encargado interino de ese Instituto Armando Vivante, el rector Horacio Descole, el Dr. Nicolás Di Lella –entre otros–, involucrados en la reedición y búsqueda de datos, no se mencione ni se tuviese presente lo publicado en el Álbum del Centenario de 1916. 32 La preparación del Álbum para su edición se logró inicialmente con la colaboración del Museo Bernardino Rivadavia de Ciencias Naturales de Buenos Aires, que conservaba, felizmente, un ejemplar. Con posterioridad, pudo contarse con el original, facilitado por el Museo de Paraná. Con una donación del Centro Azucarero se pudo reproducir fotográficamente, en 1934, el Álbum que conservaba el Museo Bernardino Rivadavia de Ciencias Naturales. Pero la edición tuvo que esperar mucho tiempo más. Cabe destacar que actualmente, en el Museo Histórico Presidente Nicolás Avellaneda, se conserva el ejemplar original dedicado al vicepresidente de la Nación Mariano Acosta que conservaba la familia Liberani. El mismo fue donado al Museo por su hija Portada del álbum original Laurita Liberani en 1977.33 Sobre la cuestión de las piezas arqueológicas diezmadas opinaba el Doctor Ernesto Padilla: [...] se me ocurre que ante los hechos que fueron motivando esta disminución del rico material recogido, algún desaliento rozó el alma austera del profesor Liberani

32 33

Archivo Histórico de Tucumán - Archivo Padilla. Leg. 15 en el que se conserva todo lo actuado para la reedición del Álbum de Loma Rica. Catálogo del Museo Histórico Provincial “Presidente Nicolás Avellaneda”. Tucumán 1980. Se trata de uno de los pocos originales que se publicaron en 1877 con los dibujos colorados.


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[...] hubo de mortificarlo la deficiencia y luego imposibilidad de continuar la realización entusiasta de sus ideales de profesor, denotada desde luego en la inestabilidad del local. En eso largo tiempo pudo ni contar con el espacio indispensable para la práctica de la enseñanza y debió sentir, paso a paso, que ante los alumnos y el publico se percudían piezas reunidas con tanto fervor, que en lugar de interesar se esfumaba la jerarquía del rango científico que las caracterizaba.34

También lamentaba Padilla la ingratitud del Colegio Nacional, ya que en su recinto ni un retrato recordaba al ilustre científico. En carta, del 30 de marzo de 1936, Padilla le manifestaba a Alberto Rougés: Me duele tanto que todo lo hecho para descubrir la obra de este profesor, que proyectó honra sobre nuestra cultura, desde que fue el iniciador con Hernández de la investigación arqueológica y etnográfica en el norte de la República, no haya sido tomada en cuenta por la Universidad, a la que remití un ejemplar con las fotografías del cuaderno que prepararon aquellos y del cual solamente hay tres ejemplares: en el Museo de Historia Natural, en el Museo Mitre y en otra Institución. Triste destino de esta expedición tan promisoria, tanto por el auspicio que le prestaron desde Buenos Aires el Presidente Avellaneda y el Ministro Leguizamón, como por el movimiento espiritual que señaló en Tucumán y por sus resultados. Hemos visto las interesantísimas piezas que recogieron, tiradas en el Colegio Nacional y hoy no se de acogida al trabajo de valorarlo.35

Concretar la edición del Álbum de la Exploración a Loma Rica le insumió a Ernesto Padilla muchos años de gestiones y largos trámites. Pero, como era habitual en él, no cejó hasta conseguir que la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) encarara la publicación. En 1947, Padilla recurrió al Rector Horacio Descole para interesarle en el tema. Le decía: Mi estimado Amigo: en nuestra ultima entrevista le hablé que el Dr. Paulotti me había pedido le facilitara las notas que tengo preparadas sobre el álbum de Liberani. Ud. conoce el álbum, del que hice sacar copias fotográficas, aumentándolo con las comunicaciones oficiales, las notas periodísticas y el informe mismo del profesor Liberani, todo lo que tenia proyectado ofrecerle al Instituto Miguel Lillo, a fin de que este hiciera la publicación cuando contara con recursos. 34 35

Ernesto Padilla, Un tercer cuaderno, Tucumán, 1961, pág. 278. Centro Cultural Alberto Rougés de la Fundación Miguel Lillo - Archivo correspondencia Dr. Alberto Rougés. “Carta de Ernesto Padilla a Alberto Rougés”, 30.03.1936.


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Me parece que puede aceptarse que fuera al Instituto de Antropología el que hiciera esa publicación y si Ud. es de la misma opinión, ruégole hable al Director del Instituto, Dr. Paulotti, para dar vía libre al propósito. Yo le enviaré a Ud. El ejemplar que tengo, dando término inmediatamente al prólogo, que he venido demorando en terminar deseando acentuar algunas indicaciones sobre el ambiente del Colegio Nacional de Tucumán en 1877 en que se autorizó esa exploración, con gran entusiasmo por parte del Ministro de Instrucción Publica Dr. Onésimo Leguizamón y del Rector D. José Posse y de la prensa de la época. Encuentro que es de interés que no se deje olvidada la referencia de esa exploración que fue la primera en la antropología argentina, según lo dijo Ameghino. Hay algo que no puedo dejar de apuntar, aunque con tristeza: cuando yo era estudiante del Colegio Nacional, vi en el Gabinete de Historia Natural las piezas recogidas por los profesores Liberani y Hernández en esa expedición. Entiendo que casi no quedan rastros de ellas a pesar de la importancia de lo hallado y sacado a la luz […].36

Pero diversos inconvenientes técnicos, y más que nada burocráticos, demoraron la publicación. Finalmente el 8 de septiembre de 1950, el Secretario General de la UNT, Dr. Nicolás Di Lella envía un telegrama a Padilla comunicándole que el rector había tomado medidas para que la imprenta acelere la impresión del Álbum 37 El objetivo se logró dieciocho años después del primer intento de reeditarlo. Ernesto Padilla fue quién, a través de la reedición de la obra de Liberani, hizo justicia con el científico recordando a los tucumanos –de frágil y corta memoria– una deuda de gratitud. En cuanto a la trascendencia del descubrimiento, pasaron casi veinte años del hallazgo de Loma Rica y recién hubo quienes se interesaron dedicándose al estudio de la arqueología en el noroeste argentino. Adán Quiroga, Samuel Lafone Quevedo y Ambrosetti, entre otros, fueron los continuadores de la obra. Algunas piezas que integraban la colección de Loma Rica se conservan hoy en el Museo Histórico de Tucumán Presidente Nicolás Avellaneda, gracias a la gestión del doctor Carlos Páez de la Torre (h), por entonces Director de Cultura, que advirtió de qué se trataba y las adquirió para evitar su desaparición de la Provincia. 36 37

Archivo Histórico de Tucumán - Archivo Padilla, Leg. Nº 15, fs. 112. Archivo Histórico de Tucumán - Archivo Padilla, Leg. Nº 15, fs. 161.


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El nombre de Inocencio Liberani debe estar siempre presente en la historia de la cultura tucumana, aunque su labor precursora –ya centenaria– haya sido superada por los adelantos científicos de las disciplinas que el contribuyó a iniciar, las Ciencias Naturales y la Arqueología.


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ARCHIVO HISTÓRICO SANTUARIO “NUESTRA SEÑORA DE BELÉN” BELÉN – CATAMARCA

— Nélida Beatriz Robledo* —

El Archivo Histórico del Santuario de Nuestra Señora de Belén se creó en enero de 2003, por acuerdo entre el Párroco Pe. José (Pepe1) Díaz y la Fundación Carreras.2 Con tal motivo elaboramos el presente inventario de fondos documentales. Se considera como fecha de la fundación de la iglesia de Nuestra Señora de Belén el 20 de diciembre de 1681.3 Fue creada por el P. Bartolomé de Olmos y Aguilera —en tierras que le habían sido concedidas en merced en 1678—, con el “propósito de constituir en ella un centro de culto público a

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3

Instituto Interdisciplinario de Estudios Andinos (INTERDEA). Facultad de Ciencias Naturales. Universidad Nacional de Tucumán. Avda. Presidente Perón 170. (4107) Yerba Buena. Tucumán. Tel.: (0381 – 4352903), correo electrónico: beatrizrobledo@hotmail.com Nombre con el que se lo conoce en todo el Departamento de Belén, por su incansable acción evangelizadora. Creada en homenaje a Juan Carreras, estudiante de Bioquímica de la Universidad Nacional de Tucumán, secuestrado y desaparecido el 19 de setiembre de 1976, a la salida de un examen. Lo refirmaba su cura y vicario el P. Lino Hernández, Belén, 14-I-1872: “Se ignora el día, mes y año de su fundación; pero en el año de 1681 ya estaba fundada” (ACE, Catamarca, caja Informes y correspondencia de las parroquias). (Bruno 1976:227)


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Nuestra Señora de Belén, afín de los que ya lo eran, por fama reconocida, en Sumampa y el vecino Valle de Catamarca” (Bruno, 1968: 474). O sea que nace ya como un santuario destinado a venerar a la “madre de los pobres”. Pero, en el proceso socio – religioso de Belén, ese lugar cargado de historia y de simbolismo religioso, se instituye oficialmente como santuario recién en 1907, al inaugurarse el actual edificio.4 Y con el tiempo esta categoría se pierde para volver a resurgir en 1945. En la 12ª. Sesión ordinaria de 2002, el Senado y la Cámara de Diputados de Catamarca, por Ley, declaran al Santuario Monumento Histórico de la Provincia. A través de la “Ley Provincial nº 481 se incorpora al catálogo de bienes históricos culturales de la provincia”.5 El 6 de enero del presente año de 2006, el Obispo de Catamarca anunció el comienzo del Jubileo por el Centenario del Santuario . No hay ninguna garantía de que el sentido del lugar se mantenga inalterado en el tiempo y para diferentes actores (Jelin y Langland, 2003:3 y 4). Hasta 1783 la parroquia abarcaba todo el norte de Catamarca. Según el P. Bruno (1963:473) constituía una de las más dilatadas parroquias que se habían creado en América. Pero, al erigirse el curato de Santa María, se redujo la jurisdicción. Ubicada en la cabecera del Departamento de Belén, que cuenta con más de 24.000 habitantes, actualmente la Parroquia y Santuario nuclea capillas e iglesias del Norte Chico, Ciénega y San Fernando. Alrededor de la iglesia, el P. de Olmos de Aguilera diseñó un pequeño poblado;7 repartió lotes entre españoles pobres que habían servido en la conquista de Calchaquí, los que anualmente debían pagar un canon a la Virgen, a quien el prelado había donado las tierras. Este tributo estaba destinado a mantener el culto. Además la iglesia debía tener sus mayordomos de cofra4 5 6

7

Que necesita urgentes refacciones como consecuencia de las grietas provocadas por los últimos movimientos sísmicos. Y se dispone “arbitrar las medidas tendientes a proteger, preservar y restaurar en caso de deterioro estos bienes”. Las fechas y aniversarios son coyunturas en las que las memorias son producidas y activadas. Son ocasiones públicas, espacios abiertos, para expresar y actuar los diversos sentidos que se le otorga al pasado, reforzando algunos, ampliando y cambiando otros (…) responden a los marcos institucionales y a las modalidades en que diversos actores sociales se apropian de ellas y las encuadran en sus propias identidades y en sus propios proyectos. (Jelin, 2002:245). Un ejemplo de reconocimiento del Santuario de Belén como centro de aquella población creada por el P. Olmos de Aguilera, es un dato encontrado en el Archivo Histórico de Tucumán: a fines del siglo XVIII, Don Antonio Liendo “vecino del Santuario de Belén”, adquirió a la Junta de Temporalidades de Tucumán los potreros de San Javier, Raco y El Siambón.


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días, y sus diputados, con libro o registro “donde se anoten los intereses de la Virgen Santísima Señora Nuestra” (Bruno, 1976:474). Estos libros constituyeron, sin duda, los primeros documentos del archivo del Santuario, pero no se encuentran entre los fondos documentales que conserva hoy. Gaspar Guzmán (1985: 107-108) señala que el testamento de Prudencio de Aybar Bazán, largamente mayordomo del templo y miembro de la familia Castro del Hoyo, ligada al culto de la Virgen de Belén, nos da la nómina de los documentos iniciales: Ítem - Un libro de la fábrica de la Santa Iglesia, de 41 fs. y 13 escritas en todo y parte y dentro un apuntamiento de sepulturas. Ítem - Otro cuaderno de siete fojas de la misma iglesia. Ítem - Otro libro hecho por el Sargento Mayor Prudencio de Aybar de 16 fs. 3 escritas de la misma iglesia. Ítem - Un acta suelta de la visita hecha por el Dr. D. Miguel Ferreira de Aguiar. 1 fa. Ítem - Una memoria de los (sic) que había pagado y de lo que debía de las cuadras de tierras pertenecientes a esta iglesia. Ítem - Un recibo del P. Diego Ponce de Córdoba de los dineros que apercibió de dicho mayordomo. Ítem – Cuatro obligaciones insertas en una foja de los que debían a dicha Santa Iglesia.

Sería interesante –dice el autor– encontrar alguna vez a estos libros primordiales para la historia de Belén. El P. Bruno (1976:227) anotaba que “sus actuales libros parroquiales comienzan, sin embargo, en 1836 (Archivo Parroquial de Belén, Libro 2 de Bautismos [1836 – 1844] [no figura el 1º]; Libro 1 de Matrimonios [1836 – 1870]; Libro 1 de Defunciones [1836 – 1850]. Hace alusión también a los libros 3 de Bautismos (1848 – 1852), 5 de Bautismos [1862 – 1866] y al Libro Inventario. A continuación, presentamos el Inventario de los libros y documentos que organizamos y clasificamos en enero de 2003. Nuestro trabajo abarca la documentación producida desde comienzos del siglo XIX (con la que se inicia este archivo actual) hasta entrado el siglo XX. Optamos por una clasificación sencilla que pueda ser manejada por cualquier persona. Comprende dos secciones: Administración del Santuario (Libros contables; inventario, actas; documentos varios; inmuebles), Servicios Piadosos y Sacramentales (bautismos, comuniones, confirmaciones, defunciones y matrimonios. Para estos últimos proponemos considerar tres series: amonestaciones, dispensas, y matrimonios).


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Completamos el trabajo con un índice temático de documentos varios (I), documentos sueltos que abarcan entre 1807 y 1931, y que corresponden a la Sección Administración del Santuario.

INVENTARIO DE FONDOS DOCUMENTALES Sección: ADMINISTRACIÓN DEL SANTUARIO LIBROS CONTABLES, INVENTARIO, ACTAS CUADERNO DE FABRICA (1848; 4 fs. úts.)

Descripción: Mandado hacer por el Visitador Pbro. D. Pedro Centeno, por no haber hasta el momento un libro de este tipo en la parroquia. Secretario de Visita: Pbro. Matías Maubecín. Se asienta la situación del templo. Mayordomo: D. Juan Antonio García. = Contiene, suelto: Cuaderno formado por el Mayordomo Luis Antonio Sosa, sobre gastos de reparación de la iglesia: 6 fs. y otro del mismo autor, sobre entradas y gastos: 7 fs.LIBRO DE CUENTAS DE ENTRADAS Y SALIDAS DE LOS FONDOS DEL PATRIMONIO DE LA IGLESIA PARROQUIAL DE BELEN Nº 1 (1849-1860; 50 fs.)

Descripción: Pbro. Aguilar. 10-11-1849 a 05-07-1853 y algunas partidas de 1855, 1857 y 1860. F. 1: cortado; hay páginas intercaladas, sin foliar. LIBRO DE PARTIDAS DE CARGOS Y DATAS DEL RAMO DE CENSOS, SEPULTURAS Y OTRAS ENTRADAS IGLESIA PARROQUIAL NUESTRA SEÑORA DE BELEN (1853 – 1879).

Descripción: Primera parte (30-08-1853 – 1875, 56 fs.). Pbro. Pedro Antonio Aguilar. Segunda parte: continúa en la parte posterior del libro, desde el último folio hacia adelante (11-10-1875 a 13-06-1879, 27 fs.).Censos: Mayordomo Máximo A. Vega. LIBRO DE PARTIDAS DE CARGOS Y DATAS DEL RAMO DE CENSOS, SEPULTURAS Y OTRAS ENTRADAS IGLESIA PARROQUIAL NUESTRA SEÑORA DE BELEN (1864 – 1873; 211 fs. úts.)

Descripción: Pbro. Sofonías José Oviedo, que se hizo “cargo de este beneficio” el 21-02-1869 a16-12-1873.


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LIBRO DE FÁBRICA (1864 – 1870; 211 fs. úts.).

Descripción: 23-02-1864, Pbro. Sofonías José Oviedo. 16-12-1870, Próspero Román. LIBRO DE FABRICA EN QUE SE ASIENTAN LAS PARTIDAS DE EXISTENCIAS EN ESPECIES PROVENIENTES DE FÁBRICA, CENSOS, LIMOSNAS, DONACIONES Y LIBRO DE ENTIERROS (1866, 2 fs.).

Descripción: Para Libro de Fábrica sólo se destinan los Fs. 1 y 2; el F. 3: cortado. La descripción del Libro de Entierros, en la sección correspondiente. LIBRO DE FÁBRICA (1874 – 1927; 329 fs. úts.)

Descripción: Pbro. D. Lino Hernández. Mayordomos: Antonio Urquiza (fallecido el 22-06-1874), Máximo A. Vega (13-04-1875), Ernesto Darnet (1004-1883 hasta su muerte, el 02-04-1895), José Calderón. F. 194: Se asienta la existencia de 2 Libros de Fábrica antiguos y de un legajo de medición de tierras. Sueltos, dentro del libro: Boletas de Contribución Territorial (dos por año: 1925, 26 y 27) y una carta dirigida al Pe. Cordero (1963). LIBRO DE INGRESOS Y EGRESOS DE CAJA DEL TRABAJO DEL TEMPLO DE BELEN, A CARGO DEL PRESIDENTE Y TESORERO DE LA COMISIÓN DIRECTIVA (1892 – 1928, 16 fs.).

Descripción: hasta el 25-07-1928. LIBRO DE CAJA (99 fs.)

Descripción: 85 fs. útiles enfrentados, en los que se consigna la misma numeración. 1er. Folio: cortado; varios rotos, como el 85. En blanco: fs. 57 a 76.Faltan de 76 bis a 78. Continúa en 78 bis [llamo bis, al folio de la derecha, que lleva la misma numeración]. A partir de f. 86: en blanco y faltan 88 bis a 94. CAJA APOSTOLADO DE LA ORACIÓN (1895 – 1952; 144 fs.).

Descripción: folios útiles: 30 a 120. LIBRO DE CAJA DE LA SECCIÓN ASPIRANTES DEL CIRCULO DE SANTA ROSA DE LIMA (1945 – 1954; 78 fs.).

Descripción: 02-09-1945 a 09-01-1954; 39 fs. útiles; se encuentran fs. en blanco y otros cortados. Se complementa con el libro anterior.


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LIBRO Nº 2 DE MISAS (1948 – 1952; 300 fs.).

Descripción: Se inicia el 14-04-1948, Pbro. Lorenzo Cordero. Visita Canónica: 12-10-1953, Pbro. José T. Escundell. 207 fs. útiles. LIBRO DE INVENTARIO GENERAL DE LOS BIENES PARROQUIALES (Año Santo de 1950; 398 fs.).

Descripción: 54 fs. útiles. Cura Párroco: Pbro. Lorenzo Cordero. LIBRO Nº 2 DE ACTAS GENERALES (1949 – 1961; 399 fs.).

Descripción: 108 Actas (11-09-1949 a 08-06-1961). Párroco Lorenzo Cordero, donde constan “hechos y circunstancias del pueblo”; datos sobre capillas. Comisión Pro - Templo. Capellanía de San Fernando (1960). 211 fs. útiles. Sueltos: 1 pág.: discurso; 1f.: testigos de soltería; 1f: aportes Pueblo La Ciénaga. LIBRO DE ACTAS DE LA SECCIÓN ASPIRANTES CENTRO JAC SAN LUIS GONZAGA (1944 – 1955; 55 fs. úts.).

Descripción: 18-07-1944 a 01-07-1955; Padre Cordero; se encuentran fs. en blanco, y otros cortados. Una boleta de inscripción. Presidente D. Alberto Theme. DOCUMENTOS VARIOS RECOPILACIÓN DE DOCUMENTOS VARIOS (I). (1807-1931).

Cuenta con índice temático elaborado en esta oportunidad, que anexamos al final. DOCUMENTOS VARIOS (II). (1889 -1866)

Descripción: se consignan los años de esta manera, por estar compaginados en orden cronológico desde los tiempos más cercanos hacia atrás. Circulares, Autos, contratos, decretos, cartas, dispensas matrimoniales. INMUEBLES BORRADOR DE MENSURAS DE LOS TERRENOS EN ENFITEUSIS PERTENECIENTES A LA IGLESIA DE BELEN (1851) Y ACTAS Y DOCUMENTOS COMI-


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SIÓN DE FESTEJOS INAUGURACIÓN DEL TEMPLO NUESTRA SEÑORA DE BELEN (1907 (06-01)

Descripción: 14 expedientes cosidos, sin foliar, y cada uno compuesto de 2 folios. Además, sueltos: el Nº 15 y 11 expedientes de 2 folios, entre los que faltan los Nos 1 y 2. VENTA DE TIERRAS PARROQUIA DE BELEN (1889 – 1901, fs.1 a 9) y LIBRO SUPLETORIO DE BAUTISMOS Nº 1 (1934).

Descripción: Fs. 1 a 9: 04-04-1889 a 06-10-1901. PLANOS DE CAPILLAS

Descripción: Villavil, Asampay, Corral Quemado, El Durazno, Las Cuevas, El Molino, Campanario Capilla El Molino, Plano de ampliación de la Iglesia Parroquial de Londres Oeste, Plano Parroquial de Londres Este (1962), Presupuesto obras capilla de Londres; Plano de instalación eléctrica de la Capilla de Belén; Replanteo Capilla La Puntilla; Bosquejo de un frente colonial para capilla; frentes de capillas San Isidro y La Puntilla.

Sección: SERVICIOS PIADOSOS Y SACRAMENTALES BAUTISMOS PARTIDAS DE BAUTISMOS DE ESPAÑOLES Y NATURALES DEL CURATO DE BETHLEN (1803-1836, 485 fs. úts.)

Descripción: fs. 1 y 2: Mtro. Josef Antonio de la Concha. Ayudante: Mtro. D. Lorenzo Villafañe. Mtro. D. Juan Bautista Ramos. F. 3: PARTIDAS DE ESPAÑOLES (setiembre 1802) Ayudante: Fr. Francisco Acosta. Dr. Josef Manuel Palacios; fs. 6 a 8: 3-11-1803, Tte. Cura Ministro Joseph Mariano Prado; fs. 11 a 12: 1805, Mtro. Manuel Frías; fs. 13-14: 1806, Dr. Manuel Antonio Azevedo, Cura Vicario Propietario. Tte. Cura D. Pedro Miguel Ruiz Huidobro. Tte. Cura José Dionisio Vélez; f. 17: Tte. Cura y Vicario Ministro Manuel Antonio Castellanos; f.29: 6-9-1813, Cura y Vicario Propietario Manuel Antonio Azevedo; f. 37:1816, Cura y Vicario Sustituto Mtro. José Ramón Ledesma; f. 43: 1817, Cura y Vicario Interino Antonio Tula


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y Sánchez; f. 46-47: diciembre 1821, Cura y Vicario Propietario Fr. José Domingo Salas. A partir de f. 59 (2-1-1822) a f.84 (26-5-1822) por Decreto del 2-7-1951, firma las Partidas el Párroco Lorenzo Cordero; f. 84, el Ministro José Ramón Ledesma, hace alusión a los papeles que recibe: Capellanía del Sacramento de Da. Inez de la Masa, legados de vecinos (setiembre 1826); f. 85 a 240 (159-1844 a 31-12-1847): Pbro. Severo Soria, Cura Vicario Interino. F. 245 a 282: PARTIDAS DE NATURALES Ayudante Fr. Francisco Acosta. Cura y Vicº Dr. Josef Manuel Palacios; f. 258 (octubre 1803): Ayudante Mtro. Joseph Mariano Prado; en f. 261: aparece como Tte. Cura; f. 267 (1804): Mtro. Juan Bautista Ramos, Cura Interino; f. 273 (1805): Mtro. Manuel Frías, Cura Interino; fs. 287 a 303 (1806) Cura y Vicario Manuel Antonio Azevedo; f. 303 (mayo de 1808) a f. 328 (febrero de 1809): Tte. Cura José Dionisio Vélez; f. 329 (1811 a mayo 1813): Cura y Vicº Manuel Antonio Castellanos; f. 396: Cura Propietario: Azevedo. F. 414: Visita Dr. D. Agustín Colombres (27-12-1814), comisionado por Dr. D. José Alonso de Zavala, Deán Provisorio Vicº Gral. Gobernador del Obispado de Salta. F. 428: Vice-Parroquia de Londres (1816) Fr. José P. Ortema. Cura y Vicº Sustituto Mtro. José Ramón Ledesma. Pe. Fray Gabino Piedra Buena, franciscano, Ayudante de Cura; f.478 (1835) Pbro. Manuel Sanz. LIBRO PARROQUIAL PARA EL PARTIDO DE POMAN DE LONDRES en el cual se asientan las PARTIDAS DE OLEOS CASAMIENTOS Y ENTIERROS mandados abrir por el Sr. Cura y Vicº de todo el Beneficio Dr. D. Manuel Antonio Azevedo en 13-7-1808. FORMA DESCRIBENDI BAPTIZADOS. Libro Primo (1807 -1810; fs. 1 – 102)

Descripción: 25-10-1807 a 17-11-1810; fs. 45 a 75: Pbro. Nicolás Sosa y Córdova (13-4-1817: ausencia Tte. Cura Maestro D. Francisco Anselmo Ancheta); fs. 76 a 100: Tte. Cura Maestro D. Inocencio Sosa; f. 101: sin firmar; f. 102: Nota. Pasan estas partidas al Libro Nuevo que principia el Año de 1818 forro blanco de badana. Pbro. Nicolás Sosa y Córdova, Tte. Cura. -Se menciona Anejos: Fuerte de Andalgalá, Capilla del Rincón (también figura como Parroquia del Rincón de Malcacco) y Parroquia de Pisapanaco (también figura como Capilla). * En las secciones correspondientes, se hace el inventario de los libros de Matrimonios y de Difuntos.


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LIBRO DE BAUTISMOS (1836 –1844; 159 fs.).

Descripción: 15-08-1836 a agosto de 1844. Pbro. Francisco Manuel Sanz, hasta el 13-02-1842; f. 128 (18 -02-1842) a f.159: (05-09-1844): Pbro. D. Juan Miguel Fernz (abreviatura de Fernández) de Riba Tribo (?), Cura y Vicº Interino. Luego hay dos actas, una en la que el oficiante es el Dr. D. Juan Miguel Fernández de Riba, y en otra el Rev. P. Fray Domingo Rozales. A partir del 06-09-1844, se hace cargo el Pbro. Severo Soria. *Cuenta con Cuaderno Índice. LIBRO DE BAUTISMOS (1848 - 1852; 100 fs.).

Descripción: 01-01-1848 a 15-12–1852. Iniciado por Cura y Vicº Interino P. Severo Soria; f. 23 vuelta: 06-02-1849: oficia Fray Romualdo Moreno; f. 24v.: Pbro. P. Antonio Aguilar (25-04-1849, hasta 15-12-1852). LIBRO DE BAUTISMOS (1852 – 1861; 196 fs.).

Descripción: 15-12-1852 a 31-12-1861. Hasta f. 44v. (28-07-1855), Pbro. Pedro Antonio Aguilar; fs. 45 (16-07-1855) a 73 (01-09-1856): Cura y Vicº Intº Pbro. Cesario Andrade; f. 73 (22-01-1855) hasta 28-12-1856: Fray Andrónico Salado; f. 79: aclara que la Partida que empieza en 17/10 sigue a la del 0109, “a causa de trastornos en este beneficio”; f. 90 v. (11-01 a 11-02-1857): sustituto del Pbro. D. Pedro Antonio Aguilar, Fray Gerardo Molina; f. 94 (1202-1857) a f. 99 v. (31-03-1857): Pbro. Inocencio Costilla; fs. 99v. a 102: Fray Andrónico Salado; f. 102 (18-05-1857): restituido Pbro. P. Antonio Aguilar. * Índice incorporado. LIBRO DE BAUTISMOS (1862 – 1866; 194 fs.) y Suplemento (1866; 50 fs.).

Descripción: F. 1 (01-01-1862) Pbro. Pedro Antonio Aguilar; f.45v. a f. 49: actas sin firmar; f.49 (21-02-1864) Cura y Vicº Intº Sofonías José Oviedo; fs. 181 y v.: Auto de Visita del Dr. D. Rayniero Jesús Lugones, Visitador del Curato de Belén. Notario de Visita: Pbro. Miguel G. Rivera, donde hace un llamado de atención por el que manda al cura interino ordenar los libros, y consigna la fórmula a la cual deberá sujetarse en los asientos. F.182 v.: se deja constancia que por legajo separado se consignan las Partidas del 15-03 al 21-06-1866. Comienza Pbro. Lino Hernández, hasta f. 194v. (15-08-1866). * Cuenta con Índice.


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Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán

SUPLEMENTO: (06-05 a 16-06- 1866). Hasta f. 38: Pbro. Sofonías José Ovie-

do; f. 38: Partidas del 18-05-1866, clérigo Hernández; continúa Pbro. Oviedo; f.43: Clérigo Avellaneda; f. 44: clérigo Ribera. * Cuenta con Índice. LIBRO DE BAUTISMOS (1866 - 1870; 472 fs.)

Descripción: 16-08-1866 a 17-03-1870. 1er. Libro que abre el Pe. Hernández. Fs. 141 a 176: Cura Sustituto Pbro. Luis Nieva. * Cuenta con Índice. LIBRO DE BAUTISMOS (1870 - 1873; 281 fs.)

Descripción: 17-5-1870 a 30-10-1873: Cura Interino, Pbro. Lino Hernández. Fs. 273 a 281: Pbro. Justo Pastor Pedraza. Cierra el Libro: P. Hernández. * Cuenta con Índice. LIBRO DE BAUTISMOS (1873 - 1876; 392 fs.)

Descripción: Pbro. Lino J. Hernández: 20-5-1873 a 27-3-1876; fs. 1 a 31: firma el Cura Sustituto Justo Pastor Pedraza. * Cuenta con Índice. LIBRO DE BAUTISMOS (1876 - 1879; 384 fs.)

Descripción: Pbro. Lino J. Hernández, Cura Interino (29-03-1876 a 26-061879). * Cuenta con Índice. LIBRO DE BAUTISMOS (1879 - 1883; 139 fs.).

Descripción: 20-09-1879 a 04-07-1883, Pbro. Lino J. Hernández, Cura Interino; f. 135 derecha (tener en cuenta que el foliado va a libro abierto, ambas páginas con igual número de folio), en adelante: Cura Sustituto, Pbro. Benildo Fierro; f. 139: Visita de Manuel C. Lobo, que asienta las omisiones. * Cuenta con Índice. LIBRO DE BAUTISMOS (1878 - 1937; 139 fs.).

Descripción: 25-01-1878 a 14-05-1937. Hasta f. 106: Pbro. Benildo Fierro (Primero como Ayudante, luego como Cura). Se asientan partidas de Anejos Puerta de San José, Ciénega, San Fernando, Hualfín, y demás poblaciones contiguas de este Curato. Hay un folio suelto, el 19, de 1870, Pe. Lino Hernández. F. 106: Visita del 17-10-1-1891; f. 107 a 110: Pbro. Juan B. Sueldo, Cura Interino. * Índice: f. 110- 115:.f. 116 – 140: Cura Párroco Lorenzo Cordero. LIBRO DE BAUTISMOS (1883 - 1887; 186 fs.)

Descripción: 07-06-1883 a 16-12-1887. Cura Sustituto, Pbro. Benildo Fie-


N. B. R OBLEDO : Archivo Histórico santuario “Nuestra Señora de Belén”

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rro. * Índice: f. 181- 187. = Nota de interés: en este volumen se anota el color de la piel de la madre y la actividad que desarrolla. LIBRO DE BAUTISMOS (1889 - 1890; 400 fs.).

Descripción: 13-03-1889 a 03-07-1890. Primer volumen impreso. Pbro. Juan B. Sueldo. LIBRO DE BAUTISMOS (1890 - 1891; 400 fs.)

Descripción: 27-06-1890 a 19-07-1891. * Consta de Índice. LIBRO DE BAUTISMOS (1891 - 1892; 400 fs.)

Descripción: 19-07-1891 a 14-12-1892, Juan B. Sueldo, Cura interino. = Se agrega un folio: 398 bis. LIBRO DE BAUTISMOS (1892 - 1893; 400 fs.)

Descripción: 14-12-1892 a 17-12-1893. Pbro. Sueldo. * Consta de Índice. LIBRO DE BAUTISMOS (1893 - 1894; 400 fs.)

Descripción: 17-12-1893 a 10-12-1894. Cura Sueldo; último folio: suelto. LIBRO DE BAUTISMOS (1894 - 1895; 402 fs.).

Descripción: 22-12-1894 a 27-09-1895. = Hay un agregado en F. 222, por lo que cambia la foliación. * Con Índice tipeado a máquina. Visita: 20-11-1895. LIBRO DE BAUTISMOS (1895 - 1896; 404 fs.)

Descripción: 29-08-1895 a 24-07-1896. Pe. Sueldo. Visita canónica: 20-111908. LIBRO DE BAUTISMOS (1896 - 1898; 400 fs.)

Descripción: 28-07-1896 a 15-05-1898. Pe. Sueldo. LIBRO DE BAUTISMOS (1898 - 1899; 400 fs.)

Descripción: 15-03-1898 a 19-03-1899. * Con Índice. LIBRO DE BAUTISMOS (1899 - 1901; 400 fs.).

Descripción: 19-03-1899 a 16-03-1901. Fs. útiles: 399. * Con Índice. Visita canónica: 20-11-1908.


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Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán

LIBRO DE BAUTISMOS (1901 - 1903; 400 fs.)

Descripción: 16-03-1901 a 01-10-1903. Fs. útiles: 399. * Con Índice. LIBRO DE BAUTISMOS (1903 - 1905; 400 fs.)

Descripción: 03-10-1903 a 16-12-1905. Fs. útiles: 399. * Con Índice. LIBRO DE BAUTISMOS (1905 - 1908; 400 fs.)

Descripción: 17-12-1905 a 11-04-1908. Fs. útiles: 399. * Con Índice. LIBRO DE BAUTISMOS (1908 - 1910; 400 fs.)

Descripción: 21-02-1908 a 15-08-1910. Fs. útiles: 399. * Con Índice. LIBRO DE BAUTISMOS (1910 - 1913; 400 fs.)

Descripción: 16-08-1910 a 13-05-1913. * Con Índice. Visita canónica: 28-071913. LIBRO DE BAUTISMOS (1913 - 1916; 399 fs.)

Descripción: 16-04-1913 a 01-06-1916. Pe. Sueldo. * Con Índice. Visita canónica: 12-03-1920. LIBRO SUPLETORIO DE BAUTISMOS Nº 1 Y VENTAS DE TIERRAS DEL SANTUARIO DE BELEN

Descripción: Desde F. 16: Partidas Supletorias de Bautismos, 31-08-1934 a 27-11-1976; fs. 11 a 34: Cura Párroco Lorenzo Cordero; 2 fs. sueltos: Reposición de Partidas de Bautismo (R.025/89.N 075/III) 1967, y de Graciela Cruz ,1940 (R.048/89. N088/III). Firma: Juez Eclesiástico Monseñor Santiago José Sonzini. = Nota: En la Sección Administración del Santuario, de este Inventario (Libros contables, inventarios, actas, varios), se describe la Venta de Tierras.

COMUNIONES

LIBRO Nº 5 PRIMERA COMUNIÓN (1946 – 1961; 300 fs.)

Descripción: 29-10-1946 a 02-02-1961. Pe. Lorenzo Cordero; fs. útiles: 239.


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CONFIRMACIONES 1er LIBRO DE CONFIRMACIONES ADMINISTRADAS EN LA PARROQUIA DE BELEN (1895; 376 fs.)

Descripción: 27-01-1895 a 02-02-1895. Pe. Juan B. Sueldo. Confirmaciones hechas por el misionero Pe. José Johanneman. 2º LIBRO DE CONFIRMACIONES (1895; 376 fs.)

Descripción: 02-02-1895 a 24-11-1895. Pe. Juan B. Sueldo. Confirmaciones hechas por el misionero Pe. José Johanneman. - Certificaciones sueltas (2411-1895 a 04-02-1895; 72 fs.) Faltan fs. 1, 2 y 4. Pbro. Juan B. Sueldo. LIBRO DE CONFIRMACIONES (1901 -1908; 376 fs.)

Descripción: Desde f.1 a 284 (30-01-1901 a 15-11-1903): Pe. Juan B. Sueldo. Confirmaciones hechas por el misionero Pe. José Johanneman (hasta 29-011903); desde 28-01-1903 (f. 226): confirma Visitador Pbro. Joaquín Tula. Desde f. 252 a 265 (08-01-1904 a 09-01-1904), figura tachado el misionero Enrique Monne y se consigna a Tula. Desde f. 270 a 283, (20-11-1904 a 25-11-1904) vuelve a figurar el Pe. misionero Enrique Monne. F. 283-284: Visita canónica Obispo de Cestro. Hay Partidas agregadas, de Confirmación, por Obispo de Cestro, por Monseñor Bernabé Piedrabuena (15-11-1908), en f. 283. F. 284: Confirmaciones por Obispo Auxiliar de Tucumán: Monseñor Bernabé Piedrabuena; 28-08-1928: Firma Cura Luis Carranza Oviedo. = De f.285 a 376: Índice.

DEFUNCIONES LIBRO PARROQUIAL PARA EL PARTIDO DE POMAN DE LONDRES en el cual se asientan las PARTIDAS DE OLEOS, CASAMIENTOS Y ENTIERROS mandados abrir por el Sr. Cura y Vicº de todo el Beneficio Dr. D. Manuel Antonio Azevedo en 13-7-1808. FORMA DECRIBENDI DIFUNTOS (1808-1810) QUINTO LIBRO Rincón de San Isidro (1810 – 1819).

Descripción: 11.08.1808 a 15.05.1810 (nueva foliación) 16-10-1810 a 18-021819. Cura: Ramón Rosa Herrera (24-08-1810). Tte. Cura Josef Ramón Latriz


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Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán

o Satriz (?): 11-06-1812 a 17-12-1813, fecha ésta en que se consigna la muerte violenta del Pbro. D. Luis Josef Astudillo. 13-02-1815 a 02-10-1816: Mtro. Francisco Anselmo Ancheta, Tte. Cura de Pomán. 08-06-1816 a 10-06-1817: Ministro Nicolás Sosa. En Libro quinto: f. 11 (diciembre 1810) Cura Ramón Rosa Herrera; F. 15: Tte. Cura de Pomán D. Josef Ramón de Satuz (?) (diciembre 1812); f. 20: Tte. Cura de Pomán D. Francisco Anselmo Ancheta; fs. 35 a 40: Mtro. Nicolás Sosa (08-10-1816 a 22-06-1817). A partir de allí, sin firmas de curas. LIBRO PARROQUIAL DE ENTIERROS (1836 –1850; 94 fs.).

Descripción: 17-09-1836 a 08-07-1850. Lo inicia, Pbro. Manuel Sanz; f. 43 (1842) Dr. Juan Miguel Fer^nz [Fernández] de. (no reconozco una nueva abreviatura); f. 51: sin firmar; f. 57: Pbro. Severo Soria; f. 86: Pbro. Pedro Antonio Aguilar. LIBRO PARROQUIAL DE ENTIERROS (1850 –1869; 238 fs.)

Descripción: 19-07-1850 a 24-10-1869. Lo inicia Pbro. Pedro Antonio Aguilar; f. 31v.: Pbro. Cesario Andrade. F. 40: consta el fallecimiento del Pbro. D. Pedro Sarmiento, sepultado en tiempo de acefalía (tenía 35 años). Pbro. Andrónico Salado. Restituido al curato: Pbro. Pedro Antonio Aguilar; f. 110: Se hace cargo Pbro. Sofonías José Oviedo, el 21-02-1864; f. 160v.: Auto de Visita Dr. D. Rayniero J. Lugones; f. 162: Lino Hernández, Cura Interino (junio 1866); f. 189: Cura sustituto: Pbro. Luis Nieva; f. 201: Pbro. Lino Hernández, Cura Interino. LIBRO DE ENTIERROS (1869 –1877; 280 fs.)

Descripción: 02-11-1869 a 19-02-1877. * Con Índice. LIBRO DE ENTIERROS (1877 –1879; 139 fs.)

Descripción: 20-11-1877 a 29-08-1879. 10 fs. útiles. * F. 138: Índice. LIBRO DE ENTIERROS (1878 –1888; 280 fs.).

Descripción: 22-02-1878 a 27-12-1888. 74 fs. útiles. F. 1: Visita: Fuerte de Andalgalá, 03-01-1874 (copia).


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LIBRO DE ENTIERROS (1883 –1887; 376 fs.)

Descripción: 04-01-1883 a 11-12-1887. 173 fs. útiles. LIBRO DE ENTIERROS (1888 –1889; 200 fs.)

Descripción: 02-01-1888 a 31-03-1889. * Con Índice impreso. LIBRO DE ENTIERROS (1889 –1890; 200 fs.)

Descripción: Belén, 01-04-1889 a 10-04-1890. Londres, 16-02-89 a 21-11-90. Corral Quemado: 15-01-1889 a 29-01-1891. Belén, 21-04-1890 a 16-06-1890. * Con Índice impreso. LIBRO DE ENTIERROS (1889 –1892; 200 fs.)

Descripción: Puerta de San José, 09-08-1889 a 10-09-1891. Corral Quemado, 14-02-1891 a 20-10-1891. Hualfín, 21-02-1889 a 09-11-1891. Belén, 18-081891 a 24-02-1892. LIBRO DE ENTIERROS (1892; 200 fs.)

Descripción: 28-02-1892 a 20-05-1892. * Con Índice. LIBRO DE ENTIERROS (1892; 200 fs.)

Descripción: mayo de 1892. * Con Índice. LIBRO DE ENTIERROS (1892 -1893; 200 fs.)

Descripción: 20-05-1892 a 17-05-1893. * Con Índice. LIBRO DE ENTIERROS (1893 -1894; 200 fs.)

Descripción: 06-06-1893 a 18-02-1894. * Con Índice. LIBRO DE ENTIERROS (1898 –1900; 200 fs.)

Descripción: 08-11-1898 a 15-12-1900. * Con Índice. Visita canónica: 20-111908.


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MATRIMONIOS

Serie: AMONESTACIONES Serie: DISPENSAS Serie: MATRIMONIOS

LIBRO PARROQUIAL PARA EL PARTIDO DE POMAN DE LONDRES en el cual

se asientan las PARTIDAS DE OLEOS, CASAMIENTOS Y ENTIERROS mandados abrir por el Sr. Cura y Vicº de todo el Beneficio Dr. Manuel Antonio de Azevedo en 13.7.1808. Forma Scribendi Conjugatus In Secundo Libro (18081820) Descripción: Información de Soltura y Libertad. Capilla Rincón de San Isidro; f. 1: 19-02-1808 a 01-02-1820. Nueva foliación: 1 a 46; fs. 1 a 8: Índice. F. 11: Cura Ramón Rosa Herrera; f. 15: Josef Ramón de Satuz (?)

Sección: ADMINISTRACIÓN DEL SANTUARIO RECOPILACION DE DOCUMENTOS VARIOS (1) (1807-1931) (INDICE TEMÁTICO)

1

28-02-1807. Título de Mayordomo de la Iglesia y la Cofradía de Nuestra Señora de Belén.

2

Expediente: Oficio al Gobernador Intendente de Salta (4 fs.; 3 útiles).

3

1847. Letras Apostólicas (Copia, 2 fs.).

4

Santa María La Mayor, Roma, 1845. Letras Apostólicas del Papa Pío Nono, en que anuncia el jubileo universal para suplicar el amparo divino (fecha agregada; 4 folios, separados de a par).

5

23-01-1849. Carta del Vicario Foráneo Pbro. Luis G. Segura al Cura Vicario de Belén. Firma también el Notario Eclesiástico Pbro. León Medina (2fs; 1 f. útil).

6

30-11-1849. Circular del Vicario Foráneo. (2 fs; 1 f. útil).


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7

24-11-1849. Carta del Gobierno al Cura Rector y Vicario Foráneo Pbro. D. Luis Gabriel Segura. Firman Manuel Navarro, Pedro Centeno Ministro del Interior. (Copia, 2 fs.)

8

Salta, 10-01-1856. Circular del Obispo Dr. José Eusebio Colombres. (Copia).

9

Salta, 02-01-1856. Circular de la Curia Eclesiástica del Obispado. (Copia, 2 fs.; 1 f. útil).

10

03-12-1857. Inventario de la Iglesia de San Fernando (6 fs. útiles).

11

14-09-1857. Carta del Obispo de Mallorca (Copia, 2fs; 1 f. útil).

12

09-05-1858. Carta del Pbro. José Facundo Segura al Cura y Vicario de Belén (1f).

13

Catamarca, 23-06-1858. Nota de la Vicaría Foránea al Cura de Belén (2 fs; 1 f. útil).

14

30-06-1859. Carta Pública del Cura de Belén, dando cuenta del ruinoso estado de la iglesia (2 fs.).

15

24-12-1859. Decreto sobre reducción de los días festivos (1 f.).

16

19-04-1859. Carta circular (1 f.).

17

Salta, 12-01-1865. Auto del Obispo Fray Buenaventura (1 f.)

18

Salta, 24-10-1864. Sentencia judicial contra el Cura de Rosario de Lerma.

19

Catamarca, 24-08-1865. Carta de Benito Fierro al Cura de Belén, Sofonías Oviedo (2 fs; 1 f. útil).

20

29-05-1846. Sobre construcción de la capilla y cementerio de Laguna Blanca (1 f.)

21

Salta, 12-06-1869. Designación de Cura Pedáneo (1 f.).

22

División del Curato de Piedra Blanca (2fs. de 1 expte.).

23

Construcción de Cementerio en La Puerta.

24

Salta, 20-01-1871. Circular del Vicario del Obispado de Salta Miguel Moisés Aráoz sobre ocupación de los Estados de la Santa Sede, y Nota sobre ingesta de carne en determinadas fechas, y de complemento de la Comunión anual (1 f.).

25

Perjuicios provocados a los pobres por las lluvias iniciadas el 10-081873 (2 fs.).


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26

30-12-1873. Solicitud de división del Curato de Belén por vecinos de La Puerta de San José, La Ciénega, San Fernando y Hualfín (4 fs.).

27

Circular sobre recolección de fondos entre particulares para costear desde Europa 8 Hermanas de la Caridad para el Colegio de Huérfanos (1 f.).

28

Salta, 13-03-1875. Adhesión a la Visita Pastoral del Arzobispo de Buenos Aires. Fray Buenaventura, Obispo de Salta (1 f.).

29

05-10-1863. Erección del Curato de Cafayate (1 f.).

30

Catamarca, 23-03-1875. Disponibilidad de fondos otorgados por el gobierno nacional en 01-01-1873, para damnificados por las lluvias e inundaciones. (2 fs.).

31

29-03-1895. Carta por la que se encarga al Párroco de Belén la distribución del dinero para los damnificados por las lluvias e inundaciones. (1 f.)

32

Catamarca, 26-11-1875. Observaciones de Fray José Facundo Segura luego de la Visita de los Libros de la Vicaría Pedánea. (1 f.)

33

Salta, 03-02-1875. Carta de J. Toscano a Párroco de Belén. (2 fs.; 1 f. útil)

34

Catamarca, 01-09-1875. Circular Nº 8 sobre Colegio Pío Latino Americano de Roma, y la posibilidad de educar gratuitamente a jóvenes locales. (1 f.)

35

Salta, 30-11-1875. Respuesta a consultas, por B. Rizo P. y Zavala. (1 f.)

36

Catamarca, 22-03-1876. Sobre la necesidad de la creación de un establecimiento de educación de aspirantes. (1 f.)

37

Licencias dadas al Párroco de Belén. Salta, 27-06-1876. (2 fs; 1 útil)

38

Carta de B. Rizo P. y Zavala al cura de Belén, sobre envío de documentos. Salta, 29-07-1876. (1 f.)

39

Nota sobre acusaciones de vecinos al cura de Belén. Catamarca, 2211-1877. (1f.)

40

Recibo de nota del título de Mayordomo. Catamarca, 22-12- 1877.

41

Visita. Exámen de libros parroquiales. Adventario Olmos. 29-01-1878. (2 fs., 1 útil)


N. B. R OBLEDO : Archivo Histórico santuario “Nuestra Señora de Belén”

171

42

Carta solicitando datos estadísticos. Francisco Figueroa. Catamarca, 09-03-1878. (2 fs.)

43

Nota que acompañaría a vista de los libros parroquiales. Pbro. José Facundo Segura. Catamarca, 30-03-1878. (2 fs., 1 útil)

44

Carta sobre Cementerio de Hualfín, 09-08-1878. (1 f.)

45

Carta sobre reclamos de enfiteutas. 02-09-1878. (2 fs., 1 útil)

46

Cuestiones sobre reclamo del Derecho de agua por parte de enfiteutas. Belén, 16-09-1878 (2 fs.)

47

Sobre suspensión del Pbro. Venildo Fierro. Catamarca, 16-06-1877. (1 f.)

48

Nota que acompaña un expediente sobre demanda de divorcio. Catamarca, 23-10-1878 (1f.)

49

Reclamo sobre cuentas de censos enfiteutas; 28-06-1879. (1 f.)

50

Defensa del consumo de carne todos los viernes del año. Fray Buenaventura. Salta, 01-02-1879. (1 f.)

51

Sobre fondos de reconstrucción de la cerca del Cementerio de San Fernando. 10-08-1880. (2 fs., 1 útil)

52

Sobre Libro de Fábrica. Carta del Pbro. Fernando Segura. Catamarca, 15-02-1881. (2 fs., 1 útil)

53

Sobre envío de Libros de Fábrica. Pbro. Segura. Catamarca, 12-101881. (1 f.)

54

Circular Nº 2 sobre Comisión de “Higiene Nacional”. Catamarca, 1006-1881.

55

y 55 bis Comisión para recoger datos estadísticos para la formación

de la Comisión de “Higiene Nacional”. Catamarca, 08-05-1881. (2 ejemplares).

56

Circular sobre la abstención de carne y precepto de Confesión. Fray Buenaventura. Salta, 02-02-1882 (1 f.)

57

Circular sobre descripción estadística. (2 fs., 1 útil)

58

Sobre establecimiento de un Convento de Carmelitas en Catamarca. Simón Salas. Catamarca, 16-06-1882. (1 f.)

59

y 59 bis 21-10-1882, sobre creación del Departamento Topográfico y

de Estadística. Anexo, Decreto del 19-06-1882.


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Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán

60

Nombramiento del Pbro. D. Facundo Segura como Vicario de la ciudad de Catamarca. 10-08-1862. (2 fs. útiles)

61

Carta de J. Segura sobre envío de limosnas. Catamarca, 4-10-1883 (1 f.)

62

Sobre su nombramiento como Mayordomo, institución de un Libro de Mensuras y cobros de deudas atrasadas. Belén, 14-11-1883.(4 fs., 3 útiles)

63

Circular del Obispo Jenaro Feijoo, sobre sostenimiento de Seminario Conciliar por las Parroquias. Salta, 13-12-1884. (1 f.)

64

Pbro. Benildo Fierro solicita licencia de altar portátil para celebrar misas y administrar sacramentos, y también para solicitar suscripciones para el trabajo de la iglesia parroquial. Marzo de 1886. (1 f.)

65

Comunicación sobre sustitución del Párroco Benildo Sueldo. 20-081886. (1 f.)

66

Circular sobre correcta presentación de los libros parroquiales. Catamarca, 04-07-1887. (1 f.)

67

Contrato entre el cura Juan B. Sueldo y D. Manuel A. Castro, sobre revoque de la iglesia. 09-06-1889. (1 f.)

68

Expediente sobre trabajos en la Iglesia de Londres. 1913. (6 fs.)

69

Discurso impreso del Gobernador (?) al inaugurarse el Seminario Conciliar. (1 f., sin fecha)

70

Copia de Auto sobre las tierras de la Virgen. (sin fecha; 2 fs.)

71

Carta del Pbro. D. Pedro Antonio Aguilar al Obispo de Salta, sobre la necesidad de construcción de la iglesia parroquial. (2 fs; 1 útil)

72

Expediente iniciado por el Pbro. Severo Soria, sobre la necesidad de construcción del nuevo templo. (2 fs.)

73

Documentos (cosidos) sobre diferentes aspectos: recolección de fondos para la construcción de la parroquia, tasación de las tierras. Mayo a octubre de 1888. (9 fs. en blanco 4, 6 y 9)

74

Cuestión provocada por la iglesia de Belén, sobre derechos al agua. 12-07-1858. (2 fs.)

75

Personal directivo y docente de escuelas, Ley 4874. (1 f.)

76

Censo escolar de 1931. Nómina de poblaciones y lugares del Departamento de Belén. (1 f.)


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77

Circular Nº 8, firmada por J. D. Cardoso, al Pte. y Jefes del Circuito de la Comisión Departamental. (1 f.)

78

Personal directivo y docente de escuelas fiscales del Departamento de Belén. Escuela Fray Mamerto Esquiú. (1 f.)


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Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán

BIBLIOGRAFÍA

Bruno, Cayetano, S. D. B. (1968), Historia de la Iglesia en la Argentina. Vol. Tres (1632 – 1686), Buenos Aires, Editorial Don Bosco. Bruno, Cayetano, S. D. B. (1976), Historia de la Iglesia en la Argentina. Vol. Undécimo (1863 – 1880), Buenos Aires, Editorial Don Bosco. Guzmán, Gaspar H. (1985), Historia Colonial de Catamarca, Buenos Aires, Milton Editores. Jelin, Elizabeth (2002), “Los sentidos de la conmemoración”, Jelin, Elizabeth (comp.) Las conmemoraciones: Las disputas en las fechas “in – felices”. Memorias de la Represión. Siglo XXI de España Editores – de Argentina Editores. Jelin, Elizabeth y Langland, Victoria (2003), “Las marcas territoriales como nexo entre pasado y presente”, Jelin, Elizabeth y Langland, Victoria (compiladoras), Monumentos, memoriales y marcas territoriales. Memorias de la Represión, Siglo XXI de España Editores – de Argentina Editores.


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LA ACCIÓN DE GOBIERNO DE LA INTERVENCIÓN NACIONAL DISPUESTA A TUCUMÁN POR EL PRESIDENTE PROVISIONAL DE LA NACIÓN, TENIENTE GENERAL JOSÉ FÉLIX URIBURU (6 DE SEPTIEMBRE DE 1930- 18 DE FEBRERO DE 1932)

— Félix Alberto Montilla Zavalía —

I - LA CONVULSIÓN POLÍTICA TUCUMANA Y LA REVOLUCIÓN DEL 6 DE SEPTIEMBRE DE 1930 A partir de 1917 y hasta 1930 se sucedieron en Tucumán cuatro gobernadores constitucionales del signo político radical (Juan Bautista Bascary, Octaviano Vera, Miguel M. Campero y José G. Sortheix) y debido a conflictos entre personalistas y antipersonalistas el Poder Ejecutivo Nacional de turno decretó cuatro intervenciones federales a la provincia (Juan M. Garro, Federico Álvarez de Toledo, Benito Nazar Anchorena y Luis Roque Gondra). A las luchas intestinas del partido de Alén desencadenantes de los remedios federales, se sumaba una aguda crisis económica internacional, nacional y provincial, la declinación de la industria azucarera local y la acusación de actos de corrupción en los organismos financieros y de crédito de la Provincia. La oposición política, liderada por el partido Bandera Blanca conducido por Juan Luis Nougués crecía en popularidad a raíz de que su líder ejercía azarosamente la intendencia capitalina en Tucumán, y con naturales aspiraciones a la gobernación provincial, el ingeniero Sortheix propuso la intervención municipal que finalmente fue sancionada, generando mayor efervescencia política.


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Este turbulento panorama fue propicio para que la sociedad provincial aclamara al movimiento revolucionario militar acaecido el 6 de Septiembre de 1930. En aquella histórica jornada el gobernador tucumano, Ing. José G. Sortheix, recibió del Teniente General José Félix Uriburu el siguiente telegrama: Sr. Gobernador de la Provincia de Tucumán. Ing. José Sortheix. He asumido el gobierno provisional de la República. Os encargo a S.E. haga guardar el orden en esa Provincia.1

Mientras tanto el Jefe del Vº Cuerpo del Ejército, con asiento en Tucumán, general Esteban Vacarezza, mantenía incesantemente conferencias telefónicas con las autoridades revolucionarias en Buenos Aires, especialmente con los Ministros del Interior y de Guerra del gobierno provisional, doctor Matías G. Sánchez Sorondo y general Francisco Medina, con la finalidad de recibir instrucciones precisas sobre los pasos a seguir, atento a que había presentado su dimisión al cargo de Comandante de la Vª Región, a pesar de las insistencias del Ministerio de Gobernador José Sortheix Guerra.2 Al día siguiente, el domingo 7 de septiembre de 1930 la prensa local titulaba sus ediciones destacando que había sido “corrido” Sortheix e informaba que algunos ciudadanos habían intentado linchar al gobernador saliente evitando tal gesto de barbarie el general Vacarezza.

1 2

Diario El Orden de Tucumán, día 6 de septiembre de 1930, pág. 2. El general Vacarezza, en una carta dirigida al director del diario El Orden, explicaba este hecho. El Orden del 14 de septiembre de 1932.


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El diario El Orden destacaba que el general Vacarezza acompañado por los coroneles Accame, Salabain, el teniente coronel Toledo, el mayor Gras, el capitán Noblia y el Teniente Ruíz Díaz, concurrió a horas 11 a la Casa de Gobierno con el objeto de asumir el gobierno de la Provincia

y que “el público aplaudió entusiasmado a las autoridades militares”, luego entregó el mando el gobernador depuesto y el general lo acompañó en automóvil a su domicilio entre “gritos, insultos y silbidos”.3

II- EL GOBIERNO PROVISORIO DE LA PROVINCIA (7 A 21 DE SEPTIEMBRE DE 1930)

a) Gobierno del general Esteban Vacarezza (7 de septiembre – 14 de septiembre) El mismo domingo 7 de septiembre, un decreto del Poder Ejecutivo consideraba que habiendo caducado en sus funciones las autoridades del Poder Ejecutivo de la Provincia, y renunciado el vicepresidente de la Nación en ejercicio del Poder Ejecutivo; conforme a la voluntad popular, cuya representación ejerce la Excma. Junta Provisoria constituida en la Capital Federal, bajo la presidenta de su excelencia el señor Teniente General don José F. Uriburu, el Comandante de la Vª División del Ejército, en uso de sus facultades que le confiere el pronunciamiento de la misma; Resuelve: asumir el mando provisorio del Gobierno de la Provincia de Tucumán, en nombre y representación de la Excma. Junta Provisoria de la Nación. Firmado E. Vacarezza.

3

El General Vacarezza y el gobernador Sortheix unos meses antes de la Revolución del 6 de septiembre de 1930

Diario El Orden de Tucumán, día 7 de septiembre de 1930, pág. 1.


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Por este acto se hizo cargo del Poder Ejecutivo provincial el general Esteban Vacarezza que, acto seguido, “…en uso de las facultades que le confiere el artículo 103, inciso 4º de la Constitución de la Provincia…” designó como sus ministros a los coroneles Nicolás Accame (Ministro de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública) y Andrés Salabain (Ministro de Hacienda, Obras Públicas e Industrias), que tomaron posesión de sus funciones a horas 20.30 de la noche.4 Durante los dos días siguientes, el Gobernador Provisorio dictó una serie de decretos de suma trascendencia institucional. El 8 de septiembre declaraba en comisión al personal de la administración pública a fin de reorganizar las dependencias ejecutivas y procurar “…dentro de la normalidad necesaria para cumplir con la alta misión que le ha asignado la voluntad popular al Excmo. Gobierno Provisorio de la Nación”,5 en aquella jornada completó la formación de su gabinete al nombrar como Secretario de Gobierno al mayor doctor Eduardo S. Ocampo y al Intendente General de Policía –función que fue encomendada al teniente coronel Simón P. Toledo–. El 9 de septiembre se declararon cesantes a los directores de la Caja Popular de Ahorros y del Banco de la Provincia de Tucumán, designándose para cumplir tal misión al teniente coronel Guillermo Moura. Aquél día también nombró al Presidente del Consejo de Educación –Teniente Coronel Ernesto Florit– y al Secretario de la Gobernación –Teniente Oscar R. Ruíz Díaz–.6 El gobernador Vacarezza también ordenó la suspensión de las órdenes de pago y que se informara sobre el estado de las finanzas provinciales, ya que existían serias acusaciones de corrupción financiera sobre la administración depuesta.7 Otro acto de suma importancia llevado a cabo por el Gobernador Provisorio, que conllevó el ejercicio del poder constituyente, fue resulto por el siguiente decreto: 4 5 6 7

Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán, 12 de septiembre de 1930, pág. XXI. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán, 12 de septiembre de 1930, pág. XXI. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán, 13 de septiembre de 1930, pág. 3258. El diario El Orden, tenaz opositor de Sortheix, se jactaba de haberlas denunciado. Así por ejemplo el titular de la edición del día 9 de septiembre de 1930 expresaba que “La obra negativa de la administración depuesta lo llevaba hacia el caos”, o al día siguiente al titular que “Es preciso adoptar medidas ejemplificadotas con los ladrones públicos”.


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Tucumán, septiembre 10 de 1930. Siendo necesario asegurar la elevada finalidad que persigue la excelentísima Junta Provisional de Gobierno de la Nación, manifestado públicamente en su pronunciamiento de la misma al asumir el mando supremo del Estado; y Considerando: a) Que dentro de los conceptos enunciados en dicho pronunciamiento, cabe perfectamente señalar que el que asigna a éste movimiento el propósito de promover una total renovación de los valores políticos existente, y de ofrecer al pueblo de la República, la oportunidad de consagrar en comicios libérrimos, las autoridades que representen la opinión mayoritaria del electorado argentino; b) Que para cumplir este propósito, se hace necesario disponer la caducidad de los poderes políticos del Estado; Por tanto, el Gobernador Provisional de la Provincia, en acuerdo de Ministros, Decreta: Artículo 1º- Declárense disueltas ambas Cámaras integrantes del Poder Legislativo de la Provincia, quedando en consecuencia caducas las facultades que les acuerda la Constitución Provincial. Artículo 2º- Comuníquese, publíquese en el Boletín Oficial y archívese. Vacarezza, Accame, Sabalaín.8

Al día siguiente el Gobernador Provisional de la Provincia, en vistas de que había decretado a la caducidad del Poder Legislativo, nombró mediante acto administrativo al capitán Guillermo Mac Hannaford “Interventor General de la Legislatura de la Provincia”,9 creándose así una nueva magistratura no contemplada en la Constitución de 1907. La sociedad provincial aplaudía, según se desprende de la prensa, las medidas tomadas por el general Vacarezza, y por sobre todo la instalación del gobierno nacional del general Uriburu, especialmente porque uno de los ciudadanos más importantes de la Provincia, el doctor Ernesto E. Padilla, había sido designado Ministro de Justicia de la Nación. Los matutinos locales dedicaron varias páginas para destacar las figuras de los noveles funcionarios del Gobierno Provisorio, y anunciaban que el pueblo los recibía con júbilo y algarabía.10 El saldo de la revolución en Tucumán había sido de un muerto; un joven asesinado cuando una turba enfurecida intentaba atacar al interventor municipal designado por Sortheix.

8 9 10

Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 13 de septiembre de 1930, pág. 3258. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 16 de septiembre de 1930, pág. 3283. El Orden atestigua, a través de varios titulares, especialmente los día 6 de octubre, 6 de noviembre y 6 de diciembre de 1930 –meses en que se cumplían los aniversarios de la revolución– y hasta los últimos días del año 1930, el valor cívico y moral de los revolucionarios, la adhesión del pueblo a la causa y la prosperidad que procuraban las nuevas autoridades.


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b) Gobierno del general Francisco M. Vélez (14 de septiembre – 21 de septiembre) Atento a que el general Vacarezza había presentado su dimisión al mando militar aduciendo razones de salud,11 el Presidente Provisional, general Uriburu, había designado para reemplazarle al general Francisco M. Vélez, quién llegó a Tucumán el 11 de septiembre. Ante la eventualidad de que el general Vacarezza interviniera el Poder Judicial de la Provincia,12 el Gral. Francisco nuevo Jefe de la Vª División decidió recibir el Poder M. Vélez Ejecutivo. Gobernador El 14 de septiembre asumía el general Francisco provisional M. Vélez como “Gobernador Provisional de la Provincia de Tucumán de Tucumán”, invocando el título de haber sido designado Comandante de la Vª División del Ejército y ser “…el ejercicio del gobierno provisional de la Provincia una función emergente del mando superior dentro de cada guarnición”.13 El general Vélez, sabiendo que el gobierno nacional dispondría la intervención federal a todas las provincias y designarían al frente de ellas a civiles, mantuvo en status quo a la administración provincial hasta que el día 19 de septiembre le fue notificado por el Ministro del Interior, doctor Sánchez Sorondo, que el interventor de Tucumán, doctor Ramón S. Castillo, saldría de la Capital Federal al día siguiente, llegando el día domingo (21 de septiembre) en el tren ordinario, el telegrama continuaba instruyendo al general Vélez que

11

12

13 14

Según informaba El Orden del día 11 de septiembre de 1930. El historiador Páez de La Torre hace presumir que la causa de la dimisión del general Vacarezza era su filiación radical (Historia de Tucumán, Tucumán 1987, pág. 369). Desde la tribuna de El Orden se denunciaba la existencia de “fallos que a simple vista acusan denuncias graves de parcialidad cuando no de negligencia evidente”. Diario del día 16 de septiembre de 1930, pág. 4. La “Policía Sortheixta” –según la denomina el periódico– era acusada de cómplice del caos judicial. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán, 18 de septiembre de 1930, pág. 3312. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán, 23 de septiembre de 1930, pág. 3375.


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[...] al tomar disposiciones con respecto a la manifestación que pudiera prepararse con motivo de la llegada del Sr. Interventor, hágole presente que ellas no deben importar restricciones a la concurrencia del público otorgándose la mayor libertad posible dentro del orden.14

El 20 de septiembre, ante el clamor popular, el general Vélez, junto al resto de las autoridades de la provincia, encargó un funeral en memoria de los caídos por la Revolución. A las 10 de la mañana de aquél día S.E.R. monseñor Agustín Barrere, Obispo de Tucumán, realizó la ceremonia y luego se efectuó un desfile cívico militar con la presencia, engalanada, de los soldados del Regimiento 19º con asiento en Tucumán.15

III- LA INTERVENCIÓN FEDERAL DEL DOCTOR RAMÓN S. CASTILLO Y EL INTERINATO DEL DOCTOR LUIS JACOBÉ (21 DE SEPTIEMBRE DE 1930 – 17 DE ENERO DE 1931)

a) Organización del gabinete y de las entidades autárquicas Notificado el gobernador provisional que el Poder Ejecutivo Nacional había dispuso la designación de un “Interventor Nacional” para que ocupara el gobierno de Tucumán; esperó al día anunciado por el telegrama y, de ese modo el Interventor Nacional Ramón S. Castillo en reunión con 21 de septiembre de políticos e industriales azucareros 1930, luego de ser recibido entre vítores y la algarabía pública se hizo cargo de la primera magistratura de la Provincia el doctor Ramón S. Castillo con facultades suficientes para reorganizar los tres poderes del Estado.16 15

El Orden del 20 de septiembre de 1930, pág. 1.


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El doctor Castillo era un respetable catamarqueño, magistrado judicial retirado, ex decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y prestigioso profesor universitario de derecho comercial. Como norteño, conocía bastante bien la idiosincrasia del tucumano y su designación fue aplaudida por la prensa local.17 Inmediatamente designó su gabinete; en el Ministerio de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública nombró al doctor Enrique Loncán, en la cartera de Hacienda, Obras Públicas e Industrias al doctor Luís J. Jacobé,18 y al día siguiente como Secretario de la Gobernación interino al doctor Luis Quirno Costa19 y como Presidente del Consejo de Educación al doctor Juan B. Terán,20 designación, esta última, elogiada por la prensa local debido al gran afecto de que gozaba el doctor Terán. Ante una multitud enfervorizada, el doctor Castillo pronunció un locuaz discurso exhortando a la confraternidad argentina, y destacando que “esta Revolución –por la del 6 de septiembre– se ha hecho en el fin de que concluyan para siempre esas divisiones odiosas tan gratas al gobierno depuesto, y que sólo servían para atizar odios inútiles entre los ciudadanos”.21 Luego hizo uso de la palabra el doctor Loncan, afamaDr. Enrique Loncan Ministro de Gobierno, Justicia e do periodista y hombre de la cultura Instrucción Pública desde el 21 de porteña, y finalmente el general Vélez Septiembre de 1930 al 9 de Abril de pronunció una “breve oración patrió1931. (Caricatura Publicada en tica” expresando Caras y Caretas)

16 17 18 19 20 21

Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 2 de octubre de 1930, pág. 3480. El diario El Orden subtitulaba en su portada del 21 de septiembre que “El doctor Castillo es uno de los hombres de más prestigio del País”. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 2 de octubre de 1930, pág. 3480. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 2 de octubre de 1930, pág. 3481. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 1 de octubre de 1930, pág. 3463. El Orden del día 22 de septiembre de 1930, pág. 5.


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Pueblo de Tucumán, os saludo en toda la magnitud de vuestra grandeza, que se pone de manifiesto en este acto de recepción al señor Interventor doctor Castillo. Os saludo en nombre del Ejército y el de mis compañeros en la gestión pública, que hemos ocupado con carácter de transitoriedad. Al hacerlo debo deciros que el que el interventor que acaba de llegar marcará rumbos a la Provincia de acuerdo con los propósitos y los conceptos del movimiento revolucionario que ha triunfado en el País. Y termino pidiendo que me acompañéis, en este momento de honda emoción patriótica, a dar un Viva la Patria”22

para finalizar, luego de ello, el acto. Al día siguiente, el 22 de septiembre de 1930, el doctor Castillo decretó la disolución del Poder Legislativo de la Provincia, ratificando de esa forma la resolución en idéntico sentido resuelta anteriormente por el general Vacarezza. El comisionado nacional, también ratificó la declaración de disolución del Poder Ejecutivo Provincial, y dispuso la comisión del personal administrativo de la Municipalidad de la Capital.23 El 24 de septiembre, con el pueblo entusiasmado de patriotismo, festejaron el aniversario de la Batalla de Tucumán, y al día siguiente continuó el doctor Castillo con la reorganización de la provincia, firmando el encargo del “servicio administrativo de la Legislatura” al secretario de la Cámara de Diputados, Enrique J. Terán24 y designando al representante oficial de la Provincia en Buenos Aires –función que recayó en el doctor Miguel M. Padilla–.25 Mientras tanto definió los miembros del Directorio de la entidad financiera estatal Banco Provincia de Tucumán que integró con importantes personalidades de la industria, el agro, el comercio y la sociedad provincial: en la presidencia del Directorio puso a Jerónimo Helguera, y como vocales a José Padilla, Vicente Posse Silva, Pedro G. Sal y Fernando Suárez.26 También, por decreto del 25 de septiembre de 1930, el Interventor ordenó un inventario general de todas las existencias pertenecientes al fisco provincial.27 Estas primeras medidas, tendientes a ordenar institucionalmente la provincia, le permitieron desplegar un plan de actuación que se basó, según los 22 23 24 25 26 27

El Orden del día 22 de septiembre de 1930, pág. 5. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 1 de octubre de 1930, pág. 3463 y 3464. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 3 de octubre de 1930, pág. 3499. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 3 de octubre de 1930, pág. 3500. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 3 de octubre de 1930, pág. 3502. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 6 de octubre de 1930, pág. 3573.


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actos de gobierno, en tres cuestiones: la reorganización de las instituciones del interior de la Provincia (Comisiones de Higiene y Fomento); fortalecimiento del sistema judicial (designación de magistrados y propuestas de reglamentos orgánicos) y moralización de la administración (restricción de gasto público).

b) Acción de gobierno Una de las primeras medidas de gobierno, gestionadas por la propia ciudadanía, consistió en designar con el nombre de “6 de Septiembre” –en honor a la fecha de la revolución y a sus autoridades– a una calle de la ciudad de Tucumán.28 El acto, multitudinario, realizado el 6 de octubre de 1930 en la prolongación de la calle Maipú luego del boulevard Sarmiento, mostró la masiva adhesión al nuevo gobierno y dejó evidenciado el apoyo que le brindaban desde todas las clases sociales. Los actos habían sido organizados por una Comisión Popular integrada por personalidades de la sociedad, políticos, industriales y comerciantes de Tucumán.29 El acto había consistido en la entonación del Himno Nacional, un discurso del doctor Luis M. Poviña en homenaje a la Revolución, el canto del “Himno 6 de septiembre” escrito por el maestro Enrique Mario Casella, sendos discursos del Interventor Municipal, teniente coronel Cerqueira, y del Ministro de Gobierno, doctor Loncan, y finalmente un desfile escolar.30 El Ministro del Interior de la Nación, doctor Sánchez Sorondo, se dirigió epistolarmente al Interventor para decirle que [...] en nombre de S.E. del Gobierno Provisional acuso recibo del telegrama de V.E. comunicando la forma brillante en que el pueblo de Tucumán ha concurrido al acto de inauguración de la calle 6 de septiembre, haciendo presente la satisfacción con que se ha enterado de tal acontecimiento.31 28 29

30

31

Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 2 de octubre de 1930, pág. 3482. La Comisión fue presidida por Eudoro Avellaneda, y la integraron como vocales Luis María Poviña, Enrique García Hamilton, José Lucas Penna, Alejandro Pérez, Juan Luis Nougués, Horacio Sánchez Loria, Juan B. Terán (h.) entre otros. El Orden del día 6 de octubre de 1930, pág. 3, titulaba “Fue imponente el homenaje popular de esta tarde”, “Hace un mes que la Revolución salvó al País del caos constitucional” y “Todo el pueblo se volcó en el lugar donde se ha realizado la ceremonia”. Misiva del día 8 de octubre de 1930. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 16 de octubre de 1930, pág. 3678.


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Unos días antes, el 2 de octubre de 1930, el doctor Castillo dictó el decreto reorganizando casi la totalidad de comunas del interior de la Provincia. Con aquél acto procuró que cada Comisión de Higiene y Fomento se integrara por los ciudadanos más representativos de las localidades.32 En aquella jornada también fijó los sueldos de los empleados de la Intervención Nacional33 en medio de las graves dificultades financieras por las que atravesaba de la provincia. Las medidas de gobierno continuaron con la formación de una comisión ad honorem encargada de formular un reglamento sobre institutos carcelarios. La Comisión se integró el 7 de octubre con los prestigiosos doctores Adolfo S. Carranza y Miguel Figueroa Román, y con el mayor Jacinto Hernández.34 El trabajo fue presentado en marzo de 1931 y aprobado más tarde por el interventor Arata.35 El 20 de octubre de 1930 el doctor Castillo declaró la intervención de las municipalidades de Monteros, Concepción y Aguilares, y designó al frente de aquellas administraciones a los señores mayor Héctor Barreyro, Stewart Shipton y Ramón Simón respectivamente.36 Con esta medida se completaba la reorganización de todas las comunas de la Provincia. Luego de aceptar las renuncias de algunos magistrados judiciales que se habían acogido a la jubilación, el doctor Castillo proveyó las vacantes en la judicatura local y promovió a la Corte Suprema a los doctores Felipe S. Taboada, Víctor A. de la Vega, Luis A. Moyano y Manuel Lizondo Borda; en el Ministerio Fiscal designó al doctor Adolfo E. Colombres. El decreto dispuso que “una vez constituido el Poder Legislativo, dése cuenta solicitando los respectivos acuerdos”,37 por lo que el nombramiento realizado por el “interventor nacional” lo era –sin que lo hubiera consignado el decreto– “en comisión”. Los nuevos magistrados de la Corte eran funcionarios judiciales de carrera y gozaban de un sólido prestigio.38

32 33 34 35 36 37 38

Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 18 de octubre de 1930, pág. 3710. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 9 de octubre de 1930, pág. 3580. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 11 de octubre de 1930, pág. 3612. Decreto del 28 de marzo de 1931. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 20 de abril de 1931, pág. 1146. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 24 de octubre de 1930, pág. 3784. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 25 de octubre de 1930, pág. 3797. Montilla Zavalía, F.A., Historia del Poder Judicial de Tucumán 1565-1950, Tucumán 2006.


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Durante los últimos días del mes de octubre, a raíz de la licencia otorgada al interventor de la municipalidad de la Capital, teniente coronel José A. Cerquerira, el doctor Castillo designó interinamente y sucesivamente para ocupar aquella función al teniente coronel Guillermo Moura, y luego al doctor Nicolás Avellaneda.39 La Municipalidad de San Miguel de Tucumán se encontraba en relativo orden, aunque la crisis financiera había producido la parálisis de las obras públicas encaradas por el ex intendente Juan Luis Nougués, cuya gestión, como lo hemos dicho, había sido intervenida durante el gobierno del ingeniero Sortheix en mayo de 1930. Hacia mediados de noviembre de 1930, el interventor Castillo paría rumbo a Buenos Aires para tratar de procurar soluciones al acuciante problema azucarero y dejaba a cargo del gobierno provincial a su ministro de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública, doctor Enrique Loncán.40 Con el correr del tiempo, las delegaciones del mando gubernamental se harían habituales debido a los constantes viajes del doctor Castillo a la Capital o a Catamarca –su provincia natal–. La intervención municipal continuaba generando algunos problemas. El 26 de noviembre de 1930 se nombraba para ejercer las funciones de intendente interventor interino al prestigioso doctor José Ignacio Aráoz,41 finalmente el Ministerio del Interior de la Nación dio la autorización para el nombramiento definitivo de Pedro N. Padilla que se hizo por decreto del 5 de diciembre.42 El día anterior había renunciado a la intervención de la municipalidad de Concepción el acreditado ciudadano inglés Steward Shipton.43 Uno de los últimos actos trascendentales del gobierno del doctor Castillo se realizó el 21 de diciembre cuando se inauguró el edificio de la Escuela Normal. A la ceremonia asistió el Interventor junto con el Obispo, monseñor Barrere, y numeroso público. En Tucumán desde diciembre se presumía que el doctor Loncan dejaría la intervención nacional por algunos roces con el Interventor Castillo. La prensa había sugerido la renuncia del ministro político sin saberse a ciencia cierta cuales eran los motivos que daban lugar al rumor.44 39 40 41 42 43 44

Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 31 de octubre de 1930, pág. s 3866 y 3868. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 13 de noviembre de 1930, pág. 4012. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 6 de diciembre de 1930, pág. 4309. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 15 de diciembre de 1930, pág. 4410. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 15 de diciembre de 1930, pág. 4410. El Diario El Orden consigna la noticia ya el 24 de septiembre de 1930.


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Los últimos días de diciembre el Ministro Loncan viajó a Buenos Aires para entrevistarse con el Presidente Provisorio, general Uriburu, y con el ministro del Interior, doctor Sánchez Sorondo. Días más, el 8 de enero de 1931, el doctor Castillo era requerido en la capital de la República. Partió en el ferrocarril dejando a cargo de la intervención al doctor Luis J, Jacobé. Al día siguiente se supo que el doctor Castillo había presentado su renuncia ante el general Uriburu quién no compartía el “temperamento conciliador” del interventor tucumano, principalmente por la actitud asumida con los partidarios Dr. Luis Jacobé Ministro de Hacienda, Obras del radicalismo, situación que habría Públicas e Industrias, 21 de sido la generadora de desencuentros setiembre de 1930 al 8 de enero 45 con el doctor Loncan. de 1931. Interventor Nacional El 13 de enero de 1931, el Preinterino desde el 8 al 17 de enero de 1931 sidente Uriburu dispuso aceptar la renuncia de Castillo y designó un nuevo comisionado para Tucumán. El 14 de enero de 1932 el interventor interino, doctor Luis J. Jacobé –que era el Ministro de Hacienda–,46 encargó las carteras de Gobierno y de Hacienda a don Pastor Kreisel.47 Su gobierno, sin actos trascendentes, duró tres días. El general Uriburu, al parecer, ofreció la intervención tucumana al doctor Loncan, quién rehusó a la magistratura y propuso a su compañero en la profesión periodística en el diario La Nación de Buenos Aires, el doctor Tito Livio Arata, quién fue finalmente designado.48

45 46 47 48

Diario El Orden del día 8 de enero de 1931. La prensa lamentó el alejamiento del Dr. Castillo. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 15 de enero de 1931, pág. 78. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 15 de enero de 1931, pág. 88. Diario El Orden del 12 de enero de 1931.


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IV- LA INTERVENCIÓN FEDERAL DEL DOCTOR TITO LIVIO ARATA – DOCTOR FRANCISCO COSTA PAZ (17 DE ENERO DE 19316 DE JULIO DE 1931)

a) Acción de gobierno El doctor Tito Livio Arata llegó a Tucumán y se hizo cargo del Poder Ejecutivo el 17 de enero de 1931. Al día siguiente, el 18 de enero formaba su gabinete: en el Ministerio de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública confirmaba al doctor Enrique Loncan, en el de Hacienda, Obras Públicas e Industrias nombraba al doctor Francisco Costa Paz.49 Su designación fue de agrado del partido Bandera Blanca, cuyo líder Juan Luís Nougués, se perfilaba como candidato a gobernador.50 El presidente del gobierno Entre sus primeros actos de gobiernos provisorio de la Nación, estuvo la creación de una Comisión para Teniente General José Félix Uriburu, y el Interventor procurar el abaratamiento de los artículos Nacional de Tucumán, Dr. de primera necesidad y el “costo de la viTito Luis Arata, en su visita vienda”. La comisión, ad honorem, se foroficial a Tucumán del día 24 mó bajo la presidencia del señor Juan José de febrero de 1931 Iramain y la vocalía de los señores Fernando Suárez, Gregorio Cabeza, mayor León Lohezic, Clímaco de la Peña, doctor Ismael Sosa y Pedro Matrínez.51 La agobiante situación económica, y el quebranto de la industria azucarera, que se haría palpable con mayor intensidad a los pocos meses de haber asumido el gobierno, fue una de las preocupaciones mayores del doctor Arata.

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Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 29 de enero de 1931, pág. 156. Diario El Orden del día 15 de enero de 1931. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 21 de enero de 1931, pág. 264. Las facultades fueron ampliadas por decreto del 31 de enero de 1931, Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 2 de marzo de 1931, pág. 551.


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Mientras tanto la prensa local elevaba sus quejas por los actos de corrupción que habían ocurrido durante el último gobierno radical y manifestaba el clamor por su dilucidación. Para ello se formó una comisión especial con la finalidad de [...] esclarecer y puntualizar con los propósitos jurídicos consiguientes las responsabilidades en que hubieren incurrido los funcionarios del régimen depuesto por la Revolución del 6 de Septiembre de 1930.

A lo largo de su funcionamiento la Comisión, de carácter consultivo, asesoró al Poder Ejecutivo y elevó numerosas actuaciones para que sean investigadas por el Poder Judicial. En el marco de estas indagaciones fueron llamados a declarar ante la justicia el ingeniero Sortheix y quién había sido su Ministro de Hacienda, Manuel Martínez –que llegó a ser encarcelado–. El 24 de enero de 1931 renunciaba a la intervención de la Municipalidad de la Capital Pedro N. Padilla, y ante ello el doctor Arata designaba interinamente al doctor Ismael Sosa.52 Meses más tarde, el 23 de marzo de 1931, se nombraba, finalmente, a Gaspar Taboada como Interventor Municipal.53 El doctor Arata, en un acto de claro tinte nacionalista, propició que la Provincia diera preferencia, al momento de la adquisición de insumos para la administración, a la adquisición de productos de origen nacional. Esta medida, concordante con otra dictada en el ámbito nacional, procuraba beneficiar a la industria local.54 Similar sentido tuvo el decreto del 12 de febrero de 1931 por el cual el Interventor formaba una comisión de científicos e industriales encargados de estudiar la aplicación del alcohol como combustible para automóviles. En el decreto se consideraba que [...] consecuente con el propósito de esta intervención de estimular por todos los medios a su alcance el progreso y acrecentamiento de la producción de esta Provincia, a fin de crear trabajo y mejorar la situación económica de la región, la que tendrá como consecuencia el mejoramiento social de sus habitantes, y considerando: Que para ello es necesario el desarrollo de las industrias existentes o crear nuevas fuentes de producción y nuevos mercados de consumo que permitan el pro-

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Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 14 de febrero de 1931, pág. 358. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 16 de abril de 1931, pág. 1098. Decreto del 18 de febrero de 1931. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 23 de marzo de 1931, pág. 792.


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pio abastecimiento de los artículos susceptibles de ser producidos localmente; Que entre éstos llama especialmente la atención el caso de carburante para automóviles, camiones, tractores y en general para motores de combustión interna, consumidos en el País en cantidades considerables, importado en su mayor parte; Que verosímilmente dicho producto podría ser reemplazado aunque fuera parcialmente por el alcohol de producción local; Que el examen de esta industria demuestra que se ha visto ella paralizada de su desenvolvimiento por causas y dificultades que es del caso analizar y salvar; Que es conveniente proceder a la brevedad posible al estudio de la cuestión en su doble faz: técnica y fiscal, por personas que se hayan especializado en la materia [...]

por lo que nombraba en la comisión a los señores Dr. William E. Cross, Ing. Marcos Rougés, Jorge Rendir, Domingo Torres y Pedro N. Padilla.55 El informe fue presentado los últimos días del mes de junio al interventor federal interino doctor Francisco Costa Paz y valió el elogio del gobernante que dispuso su publicación y distribución.56 El 2 de marzo formó otra comisión de trabajo, también para procurar el desarrollo de la región, pero circunscripto al estudio y aconsejamiento de un plan general sobre riego y vialidad para, así, planear la comisión de obras y trabajos públicos de mejoramiento de la Provincia.57 Otro de los actos moralizantes del gobierno de la Intervención de mayor trascendencia fue reglamentar sobre la asistencia y el servicio personal de los empleados de la administración pública. El reglamento, sumamente rígido y exigente, regulaba sobre el retiro, la asistencia, las licencias y la prestación del servicio.58

b) Visita del Presidente Provisional General José Félix Uriburu Uno de los hitos de mayor importancia vividos en la provincia durante el gobierno del doctor Arata, fue la visita del Presidente Provisional de la 55 56

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Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 6 de marzo de 1931, pág. 607. Decreto del 2 de julio de 1931. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 25 de julio de 1931, pág. 2684. El diario El Orden reproduce el informe y lo halaga de forma considerada en su edición del día 3de julio de 1931. La Comisión se integró con los ingenieros José Padilla, Amado Juárez, Domingo Torres, Alejandro Uslenghi, Roberto Robles Mendilaharzu y el señor Juan D. Ibáñez. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 6 de abril de 1931, pág. 953. Decreto del 26 de febrero de 1930. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 25 de marzo de 1931, pág. 824.


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Nación teniente general José Félix Uriburu, durante los días lunes 22 y martes 23 de febrero de 1931. El 12 de febrero el Interventor Nacional dictó un decreto considerando que [...] es un deber del pueblo de la Provincia, y de esta Intervención rendirle el testimonio de respeto a que se ha hecho acreedor por la obra consumada el 6 de septiembre de 1930, que devolvió a la Nación el ejercicio de sus derechos y la seguridad de sus destino. Que el pueblo de la Provincia, más que ningún otro, está obligado a ello, por actos recientes del Gobierno Provisional de la Nación, que han salvado su economía con el decreto de protección a su industria madre [...]

nombró la comisión encargada de la organización de los actos por la recepción del general Uriburu. Entre las personalidades escogidas se encontraba el ex gobernador doctor José Frías Silva (como Presidente), el doctor Eudoro Avellaneda (como Vice-Presidente) y los prelados Agustín Barrere –Obispo de Tucumán– y Bernabé Piedrabuena –Obispo de Callinico, auxiliar y Emérito de Tucumán– y numerosos ciudadanos representativos de toda la sociedad tucumana.59 Al día siguiente formó otra comisión, de “señoras y señoritas” encargándoles la organización de los distintos actos sociales en homenaje al PreUriburu en Tucumán. sidente Provisional,60 y finalmente declaró feriado Discruso del ex-gobernael día 23 de febrero en atención a la visita del pridor Frías Silva mer magistrado nacional.61 El día 21 de febrero, finalmente llegó el Presidente. Fue acogido por una multitud de ciudadanos de todos los estrados sociales y por las distintas comisiones oficiales formadas para ello. La señora del Presidente Uriburu, doña Aurelia Madero, fue recibida por las señoras de la sociedad tucumana designadas por el interventor nacional: Serafina Romero de Nougués, Lastenia Etchecopar de 59 60 61

Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 19 de febrero de 1931, pág. 396. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 13de marzo de 1931, pág. 659. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 13 de marzo de 1931, pág. 660.


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Cossio, María Teresa Herrera Vegas de Nougués, Catalina Zavalía de Ortiz, Zulema Miñano de Posse, Tránsito Romano de Díaz y María Luisa Maciel de Gramajo.62 Durante su visita, el general Uriburu obsequió a la Provincia de Tucumán una importante cantidad de cuadros y esculturas de afamados artistas. El Interventor dispuso que las obras de artes pasaran a formar parte del Museo de Pintura y Escultura, y que su cuidado y custodia quedaran en manos de la Escuela de Pintura y Arte Decorativo de la Universidad Nacional de Tucumán.63 El programa de actos, cubierto detalladamente por la prensa, había sido programado con reuniones públicas y privadas, desfiles, discursos, homenajes y colocación de una placa en la Casa Histórica de la Independencia.

c) Los constantes viajes del interventor y el ocaso de la intervención A partir de los primeros días del mes de abril el interventor Arata debió viajar en reiteradas oportunidades a Buenos Aires, principalmente en busca de auxilio económico atento a la inminencia del pago de los servicios de un empréstito contraído años anteriores con la financiera Chathan por la municipalidad de la Capital. En aquellas ocasiones quedaba en posesión del mando gubernamental el Ministro de Gobierno, doctor Enrique Loncán, quién el 9 de abril de 1931 presentó su renuncia y se alejó de la función pública,64 procediéndose a encargar “interinamente” aquella cartera al Ministro de Hacienda, doctor Costa Paz. El 15 de abril de 1931, en razón de tener que ausentarse el doctor Arata delegó el mando del gobierno al doctor Costa Paz, y, por el mismo acto, encargó interinamente la cartera de Gobierno a Delfín Ignacio Medina y la de Hacienda a Pastor Kreisel.65 Estando en Buenos Aires, el Interventor Arata convocó a su Ministro a/c de la Intervención en Tucumán para que se trasladase a la Capital de 62 63 64 65

Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 27 de marzo de 1931, pág. 858. Decreto del 25 de marzo de 1931. En Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 20 de abril de 1931, pág. 1143. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 7 de mayo 1931, pág. 1387. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 19 de mayo de 1931, pág. 1548.


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la República. El doctor Costa Paz, ante la requisitoria se vio obligado, para evitar la acefalía provincial, en designar Interventor Federal Interino al “Intendente General de Policía”, doctor Miguel P. Díaz. Durante tres días –25, 26 y 27 de abril– fue interventor interino el doctor Díaz –prestigioso político y abogado del foro tucumano–. El 27 de abril reasumió el gobierno el doctor Arata66 y finalmente el 4 de mayo lo hizo el Ministro de Hacienda doctor Costa Paz.67 El 13 de mayo el doctor Arata tuvo que viajar. Nuevamente Costa Paz se hizo cargo del gobierno provincial hasta el 1 de junio que tomó posesión el Interventor Arata.68 Al día siguiente se designó Ministro de Gobierno Justicia e Instrucción Pública a Delfín Ignacio Medina69 a quién se le encargó, el 3 de junio, la cartera de Hacienda por tener que viajar hacia Buenos Aires el doctor Costa Paz. Este relato de sucesiones gubernamentales muestra la desesperación institucional generada por la crisis financiera del caso Chathan. Mientras tanto las medidas gobierno continuaron a pesar de la falta de fondos: se ordenó la construcción por licitación pública de un puente carretero sobre el Río Lules70 y se autorizaron numerosas obras de arreglos de caminos públicos, recomendadas por la Comisión formada por decreto del 2 de marzo –aludido anteriormente–. Para paliar los problemas por los que atravesaba la industria principal, el interventor interino Costa Paz prorrogó la ley de producción azucarera nº 1442 del 21 de junio de 1928. Este decreto-ley trajo aparejada la tranquilidad en la provincia que ya había comenzado la zafra hacía un mes y se temía que la superproducción malograra el precio del azúcar, generando el quebranto para todas las fábricas. El 12 de mayo se había nombrado una nueva Comisión ad honorem para estudiar la propuesta realizada por José Luis Torres sobre la confección de la geografía económica de la Provincia “…para que refleje y sirva de propaganda a sus intereses, recursos naturales y la riqueza de su poderosa industria madre… y pa66 67 68 69

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Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 23 de mayo 1931, pág. 1623. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 26 de mayo 1931, pág. 1635. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 23 de junio 1931, pág. 2191. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 23 de junio 1931, pág. 2199. El señor Medina, periodista de La Fronda, luego será designado por el general Uriburu Interventor Nacional en San Juan. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 10 de junio de 1931, pág. 1931.


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ra fines educativos”. En dicha comisión designó a algunos de los intelectuales más renombrados de la Provincia: doctores Juan Heller y Alberto Rougés, ingenieros José Padilla y Juan Simón Padrós y a Adolfo Rovelli.71 Días más tarde, otro importante decreto salía a luz: la reglamentación de la facultad de indultar que constitucionalmente correspondía al Poder Ejecutivo. El doctor Costa Paz, en ejercicio interino de la intervención nacional, dictaba la medida el 26 de mayo y significó la limitación de tan importante potestad.72 Concluyó el mandato del doctor Arata, cuya renuncia ya se había hecho publica el 17 de junio de 193173 y al día siguiente se trasladaba a la Capital Federal, y se hizo cargo interinamente del gobierno el doctor Francisco Costa Paz. El 20 de junio creó una nueva Comisión ad honorem con la finalidad de encargar el patronato de internos y liberados, en ella designó a los políticos e industriales Alfredo Guzmán, Ramón Paz Posse, Eudoro Avellaneda y a Jose M. Paz y Lauro Fagalde.74 Uno de sus últimos actos de gobierno muestra la benevolencia del doctor Costa Paz. Mediante decreto del 4 de julio consideraba que encontrándose el suscripto en vísperas de terminar su cometido y siendo un acto de estricta justicia reconocer el celo y la competencia con que han colaborado en la tarea cumplida, tanto los señores jefes de las diversas reparticiones como el personal en general de esta administración se Resuelve: hacer llegar a los señores jefes y por su intermedio al personal de su dependencia, el reconocimiento de esta intervención por la forma en que han prestado sus servicios.75

En señal de gratitud, se dieron múltiples agasajos en honor al interventor interino saliente y se destacó públicamente la acción de gobierno de la dupla Arata-Costa Paz.76 71 72 73

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Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 13 de junio de 1931, pág. 1997. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 22 de junio de 1931, pág. 2148. El Orden del día 17 de junio de 1931 en la pág. 3 subtitulaba en letras pequeñas que “Ha dimitido ” y a continuación informaba que “el interventor federal de Tucumán, Dr. Tito L. Arata, que ha dimitido del cargo, y cuyo alejamiento del mismo y por ende de la Provincia, es lamentable pues mucho podía esperarse aún su obra de gobierno”. La renuncia obedecía, al parecer, a motivos personales. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 7 de julio de 1931, pág. 2408. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 22 de julio de 1931, pág. 2631. Una síntesis de su gobierno fue publicada en la edición del día 5 de julio de 1931 en el diario El Orden bajo el título “La intervención saliente se preocupó en forma encomiable por las obras públicas”.


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El doctor Horacio Calderón sería el nuevo Interventor Nacional a partir del 6 de julio de 1931.

V- LA INTERVENCIÓN FEDERAL DEL DOCTOR HORACIO T. CALDERÓN – DOCTOR FILIBERTO DE OLIVEIRA CÉZAR (6 DE JULIO DE 1931- 5 DE ENERO DE 1932)

a) Formación del gabinete y las medidas de gobierno El doctor Calderón, el mismo día de su asunción, designó como Ministros al doctor Filiberto de Oliveira Cézar (Gobierno) y al ingeniero Justiniano Allende Posse (Hacienda).77 En la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, tras aceptar la renuncia de Gaspar Taboada, nombró interventor a Eduardo Bosch.78 Su gobierno continuó, a un ritmo menos acelerado, con las medidas encaminadas por los doctores Arata y Costa Paz, aunque la crisis económica se había recrudecido sustancialmente. Entre los actos de gobierno llevados a cabo por la intervención durante el segundo semestre del año 1931 se destacaron: el establecimiento del Museo de Bellas Artes de la Provincia en el inmueble de la calle 24 de septiembre 844, cuya organización se puso a cargo de artista plástico Atilio Terragni y con las obras que habían sido donadas a la Provincia durante la visita del general Uriburu a Tucumán;79 se reglamentó la Ley nacional nº 11.317 respecto al trabajo de menores y mujeres80 procurando, de ese modo, una mayor protección social para aquél grupo de trabajadores; el 28 de septiembre se convocó al pueblo de Tucumán para elegir electores de gobernador, senadores y diputados provinciales.81 El proceso electoral y la crisis económica, que no eran problemas exclusivamente provinciales, determinaron a las autoridades revolucionarias a gobernar para mantener un clima político de paz, aunque fuera mínima, que

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Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 13 de julio de 1931, pág. 2477. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 13 de julio de 1931, pág. 2478. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 10 de agosto de 1931, pág. 2913. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 1 de septiembre de 1931, pág. 3205. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 7 de octubre de 1931, pág. 3711.


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permitiera el traspaso democrático ordenado. El fervor social, de adhesión a la revolución, fue apagándose paulatinamente. La campaña política nacional, en la que la formula radical Alvear-Guemes fue proscripta, y el lanzamiento de la candidatura del general Agustín P. Justo monopolizaron la prensa local. La inminencia del traspaso democrático y la política partidista hacían vibrar a la provincia por la gran posibilidad que tenían dos notables tucumanos de ocupar la vicepresidencia de la Nación –doctores José Nicolás Matienzo y Vicente C. Gallo–, ambos vinculados al radicalismo antipersonalista.

b) Crisis económica y fin del mandato del doctor Calderón El 30 de julio se dictaba un decreto tomando medidas radicales para “conjurar” el desequilibrio económico de la Provincia debido a la pesada deuda externa contraída principalmente con la financiera americana Chatham Phoenix Corporation. El decreto de emergencia ordenaba una disminución en los sueldos de los empleados públicos de los poderes ejecutivo y legislativo y la reducción del gasto administrativo.82 Días más tarde, el 4 de agosto de 1931, se creó una nueva comisión encargada del contralor del gasto público de la administración.83 La crisis, también, impedía atender el pago de jubilaciones y pensiones. Para ello con fecha 4 de agosto se designó otra comisión con la misión de evaluar y aconsejar la forma de solucionar el agobio financiero de Monte Pío Civil,84 resolviéndose –por haber sido aconsejado por la Comisión– que “ha llegado el tiempo de aplicar el prorrateo entre los jubilados y pensionados…” y se disponía, también, la suspensión de la tramitación de las solicitudes de beneficios provisionales.85 Estas medidas, de emergencia e impopulares, fueron granjeando la aversión de la ciudadanía al gobierno revolucionario surgido del 6 de septiembre de 1930. Los festejos conmemorativos del año de la revolución, no 82 83 84 85

Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 20 de agosto de 1931, pág. 3047. El Orden del 31 de julio de 1931 aplaudía la medida y la señalaba como el comienzo de un plan económico. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 14 de agosto de 1931, pág. 2979. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 27 de agosto de 1931, pág. 3140. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 14 de agosto 1931, pág. 3375.


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fueron tan fastuosos ni multitudinarios, y las autoridades se limitaron a dar algunos discursos, a un desfile y la colocación de una piedra basal de una nueva escuela bautizada “6 de Septiembre”.86 Uno de los acontecimientos políticos de suma importancia vividos en nuestra provincia, fue la visita –en campaña política– del candidato a presidente de la Nación general Agustín P. Justo. Llegó a la ciudad capital el 3 de octubre siendo agasajado por los partidarios del conservadurismo tucumano –que se encontraban en desventaja respecto a los del partido bandera blanca–. Mientras tanto el servicio de la deuda externa debía ser abonado. La Provincia se encontraba quebrada a pesar de los innumerables esfuerzos realizados para afrontar el pago. La entidad financiera, norteamericana, estaba autorizada por la ley del empréstito a intervenir en las fuentes de recaudación de la Provincia y de la Municipalidad.87 Aquella inminente intromisión fue motivo, más que suficiente, para que el presidente Uriburu, en un claro gesto de nacionalismo, dispusiera mediante un decreto del 31 de octubre de 193188 que las rentas nacionales abonarían el pago de la deuda. Este gesto descomprimió la crisis económica provincial. Los intermitentes viajes del doctor Calderón, y del Ministro Allende Posse a Buenos Aires habían rendido sus frutos. El doctor Calderón, hacia mediados de octubre, fue menguando en su actuación pública, y por su parte el ingeniero Allende Posse presentaba su renuncia por haber sido designado Ministro de Gobierno en Córdoba.89 El 8 de noviembre de 1931 se realizaron las elecciones provinciales, habiendo triunfado ampliamente el candidato propiciado indirectamente por el gobierno, don Juan Luis Nougués, que otrora había sido intendente municipal y había sufrido la persecución política por el gobierno del depuesto ingeniero Sortheix. Los días de la revolución estaban contados.

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Diario El Orden del 7 de septiembre de 1931. El Orden titulaba el 2 de octubre de 1931 que “La Obligación del empréstito agrava más la angustiosa situación de la comuna”, y en otras ediciones –especialmente en la del 5 de noviembre de 1931– se encargaba de detallar los ingresos y las deudas municipales y provinciales. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 12 de noviembre de 1931, pág. 4421. El Orden del 28 de diciembre de 1931.


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El 12 de noviembre de 1931 se alejaba de la provincia el doctor Calderón y dejaba la intervención, interinamente, en el doctor Oliveira Cézar.90 Éste, ante la ausencia de ministros terminó encargando, también en forma provisoria, el ministerio de Gobierno y el ministerio de Hacienda al Intendente General de Policía, teniente coronel Walfrido Arce.91 El 24 de diciembre de 1931 el Interventor Calderón dictaba uno de los últimos decretos bajo su mandato, por el cual se aprobaban las elecciones de legisladores provinciales y los convocaba ara que el 28 de diciembre se constituyera la Cámara Baja con su presidencia, ungiera sus autoridades y también los citaba para elegir a los dos senadores nacionales por Tucumán, finalmente disponía que luego de haber cumplido su objetivo se suspenderían las sesiones hasta la formulación de una nueva convocatoria por el Interventor.92 El 29 de diciembre partió definitivamente de la Provincia el doctor Calderón dejando la intervención a cargo del doctor Oliveira Cézar. Previo a dejar Tucumán designó interinamente Ministro de Hacienda, y lo puso a cargo de la cartera de Gobierno, al doctor Luis M. Poviña93 –que venía desempeñándose como Jefe de Policía–. Fue su último acto de gobierno.

VI - LA INTERVENCIÓN FEDERAL DEL DOCTOR FILIBERTO DE OLIVEIRA CÉZAR – DOCTOR LUIS M. POVIÑA (5 DE FEBRERO DE 1932 – 16 DE FEBRERO DE 1932). FIN DEL GOBIERNO DE FACTO

El interventor interino, doctor Oliveira Cézar, tuvo que gobernar una provincia en la que arreciaban los conflictos sociales. Mientras tanto, el 15 de enero de 1932, el gobierno nacional dada la autorización pertinente por el Ministro del Interior de la Nación por la cual se ratificaba en el cargo de Ministro de Hacienda al doctor Poviña.94 El gobierno Oliveira Cézar y de Poviña, sumamente breve, fue el encargado de poner fin al proceso de sucesión democrática del mando guberna90 91 92 93 94

Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 2 de diciembre de 1931, pág. 4600. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 4 de diciembre de 1931, pág. 4640. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 2 de enero de 1932, pág. 2. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 13 de enero de 1932, pág. 87. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 28 de enero de 1932, pág. 211.


F. A, M ONTILLA Z AVALÍA : La Acción de gobierno de la intervención nacional

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mental en Tucumán. El 17 de enero se realizaron las elecciones provinciales en la que el candidato “blanco” Juan Luis Nougués triunfó ampliamente sobre el demócrata conservador Piossek. El 26 de enero de 1932 desde Buenos Aires se daba la instrucción a la Intervención provincial para que se convocara al Colegio Electoral Provincial para elegir al nuevo gobernador constitucional.95 A los dos días siguientes, cumpliendo la instrucción, el doctor Oliveira Cézar llamaba a los electores a gobernadores para reunirse en la sala de sesiones de las Cámaras Legislativas y resolvía que “todos los actos del Colegio Electoral Provincial convocado se realizarán en una sola sesión” con el fundamento “de hacer entrega del mando, sin mayores dilaciones, a las autoridades constitucionales que deben sucederle”.96 Los últimos días del gobierno revolucionario se pusieron sumamente violentos a causa de una gran huelga de los obreros, peones y empleados del hospital municipal de Tucumán, de los choferes de automóviles, y de los trabajadores de luz y fuerza. La primera huelga se realizó el 26 de enero de 1932 y una segunda huelga, con actos de violencia y vandalismo, se llevó a cabo el 3 de febrero de 1932. La Policía, que tenía los sueldos atrasados, no actuó, dejando que las columnas de obreros destruyeran todo lo que tenían a su alcance.97 La crisis provincial se agravó debido al despido masivo de personal ferroviario que trabajaba en los Talleres de Tafí Viejo, situación que se solucionó recién el 5 de febrero cuando se reincorporó a los obreros ferroviarios a sus puestos. Ya culminando su mandato, el 3 de febrero de 1932 el interventor interino Oliveira Cézar designó interinamente interventor municipal de la ciudad capital al ingeniero Jacinto T. González Calderón,98 y recién dos días mas tarde, 5 de febrero de 1932, el Presidente Provisional de la Nación, luego de aceptar la renuncia del doctor Horacio T. Calderón, designaba en propiedad Interventor Nacional en Tucumán al doctor Filiberto de Oliveira Cézar.99 Aquél día 5 de febrero de 1932, en una sola jornada, y luego de tres elecciones el Colegio Electoral ungió gobernador de Tucumán a don Juan Luis Nougués. 95 96 97 98 99

Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 30 de enero de 1932, pág. 232. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 2 de febrero de 1932, pág. 258. El Orden del 3 de febrero de 1932. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 17 de febrero de 1932, pág. 408. Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 16 de febrero de 1932, pág. 394.


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La paz social, convulsionada por huelgas municipales y por la crisis económica, era una de las deudas que dejaba pendiente el gobierno revolucionario. Un último pedido de auxilio financiero determinó al Interventor Nacional a delegar el gobierno provincial al Ministro Luis M. Poviña durante los días 15 y 16 de febrero.100 Finalmente el 18 de febrero, en un solemne y multitudinario acto, el doctor Oliveira Cézar tomó el juramento al gobernador Nougués para dar por concluido el gobierno de facto de la revolución de 1930. De esa forma se ponía fin a casi un año y medio de vertiginosa inestabilidad política provincial en la que se sucedieron al mando de la provincial seis comisionados nacionales y se tomaron importantes medidas de gobierno para moralizar la administración, sanear las finanzas y procurar el progreso material de la sociedad. La acción de gobierno de la Revolución de Septiembre de 1930, luego, quedó en el olvido.

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Boletín Oficial de la Provincia de Tucumán del 1 de marzo de 1932, pág. 552.


Actividades

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ACCIONES DE LA JUNTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE TUCUMÁN DURANTE EL PERÍODO 2007 A 2012

CURSOS

Curso 2007 Patrimonio cultural IV: San Miguel de Tucumán y su historia a través del patrimonio urbano y arquitectónico. (24 de julio a 26 de septiembre). Con el auspicio del Centro Cultural Alberto Rougés (FML). Curso 2008 Patrimonio cultural V: El aporte de extranjeros a Tucumán desde el siglo XVIII a mediados del siglo XX. (28 de abril a 8 de julio). Con el auspicio del Centro Cultural Alberto Rougés (FML). Curso 2009 Cuatro bicentenarios: 1810 – 1812 – 1814 – 1816. (2 a 30 de junio). Con el auspicio del Centro Cultural Alberto Rougés (FML). Curso 2010 Juan Bautista Alberdi: su bicentenario. (13 de abril a 13 de mayo). Con el auspicio del Centro Cultural Alberto Rougés (FML). Curso 2011 Educar al soberano: Domingo Faustino Sarmiento. Su bicentenario. (19 de abril a 24 de mayo). Con el auspicio del Centro Cultural Alberto Rougés (FML). Curso 2012 Tucumán en tiempos de la Batalla del 24 de Septiembre de 1812. Curso organizado por la Junta de Estudios Históricos de Tucumán conjuntamente con el Centro Cultural Alberto Rougés de la Fundación Miguel Lillo. (7 de abril a 17 de mayo).


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JORNADAS

Año 2008 Jornadas de Historia de Tucumán. En homenaje al Prof. Dr. Ramón Leoni Pinto realizadas conjuntamente con el Centro Cultural Alberto Rougés de la Fundación Miguel Lillo y el Instituto de Investigaciones Históricas Dr. Ramón Leoni Pinto de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT. (29,30 y 31 de octubre de 2008) Año 2012 Tucumán en la Independencia. Nuevas Miradas sobre 1812; actores, prácticas y rituales de una ciudad en guerra, 15 y 16 de agosto de 2012. En colaboración con el Centro Cultural Rougés (FML), Museo Casa Histórica de la Independencia, Instituto de Investigaciones Históricas Dr. Ramón Leoni Pinto, Instituto Superior de Estudios Sociales CONICET, UNT, Instituto de Investigaciones Históricas Prof. Manuel García Soriano (UNSTA) Archivo Histórico de Tucumán. Agosto 2011. Participaron Teresa Piossek Prebisch y Elena Perilli de Colombres Garmendia como disertantes.

CICLO DE CONFERENCIAS

Año 2010 Con motivo de celebrarse el bicentenario de la Revolución de Mayo, se realizó una mesa panel con la participación de las doctoras Irene García de Saltor, Cristina López y el profesor Armando Raúl Bazán. Con colaboración del Centro Cultural Alberto Rougés de la FML donde tuvo lugar el homenaje. Año 2010 Juan Bautista Alberdi en su bicentenario. Conferencias a cargo de los especialistas Roberto Pucci y Carmen Fontan. Año 2011 Dos presidentes argentinos: “Nicolás Avellaneda, el estadista” a cargo del Dr. Félix Montilla Zavalía y “Julio Argentino Roca y Tucumán”, a cargo del Dr. Carlos Páez de la Torre (h).


Actividades

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CONFERENCIAS DE INCORPORACIÓN

Año 2011 La Licenciada Gloria Zjawin de Gentilini se incorporó como miembro correspondiente con el tema “Tradición y modernidad en las Artes Plásticas de Tucumán en la década del ’30”. El Dr. Félix Montilla Zavalía, se incorporó como miembro de número con la conferencia: “La revolución del 30 de Septiembre y Tucumán.” Año 2012 La Dra. Beatriz Vitar Mukdsi se incorporó como miembro correspondiente con la conferencia “Hilar, teñir y tejer. El trabajo de las indígenas en las reducciones de la frontera del Chaco. (Siglo XVIII)”. El Dr. Justino Terán Molina se incorporó como miembro de número con la conferencia “Memorial histórico. Genealógico de Tucumán”.

PUBLICACIONES

Año 2009 Ramón Leoni Pinto. In memoriam Jornadas de Historia de Tucumán. (2009) Publicación realizada por la Junta de Estudios Históricos de Tucumán conjuntamente con el Centro Cultural Alberto Rougés (FML) y el Instituto de Investigaciones Históricas Ramón Leoni Pinto de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT. Editado con aporte económico de la Universidad Nacional de Tucumán. Año 2010 Cuatro bicentenarios: 1810 – 1812 – 1814 – 1816. Publicación realizada gracias al aporte económico brindado por la Universidad Nacional de Tucumán. Año 2011 Juan Bautista Alberdi: Su bicentenario. Publicación realizada gracias al aporte económico de la Caja Popular de Ahorros de Tucumán. Año 2012 Educar al soberano: Domingo Faustino Sarmiento. Su bicentenario. (Próximo a editarse).


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PUBLICACIONES CON EL AUSPICIO DE LA JUNTA

Año 2011 El Cura Miguel Martín Laguna (1762-1828) Su azarosa vida y su Historia social y política del Tucumán, por Elena Perilli de Colombres Garmendia. (Tucumán, 2011). Año 2011 El Museo de Arte Sacro de Tucumán. Su patrimonio, por Sara Peña de Bascary. Colaboración especial de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. (Tucumán, 2011). Año 2012 Porteños, Provincianos y Extranjeros en la Batalla de Tucumán. Carlos Páez de la Torre (h) y Sara Peña de Bascary. Colaboración especial de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. (Buenos Aires Ciudad/Emecé 2012).

OTRAS ACCIONES

La Junta de Estudios Históricos de Tucumán también tuvo, durante dos años, un ciclo en Radio Universidad, en el programa de la distinguida periodista Silvia Rolandi. La Junta se preocupa permanentemente del cuidado del Patrimonio Cultural de la provincia y tuvo destacada actuación en el movimiento Tucumán No Se Vende organizado en defensa de edificios pertenecientes al patrimonio provincial a los que se proyectaba vender, realizando marchas semanales durante cuatro meses, desde diciembre de 2007 hasta marzo de 2008. La Junta de Estudios Históricos difunde mensualmente “Efemérides tucumanas”, con textos e imágenes y las envía por Internet a un millar de destinatarios entre personas e instituciones. Asimismo también lo hace con motivo de fechas patrias especiales tales como 25 de Mayo 9 de Julio, Batalla de Tucumán del 24 de septiembre de 1812 y otras.


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NOVEDADES ACTIVIDADES DE MIEMBROS JUNTA DURANTE EL PERÍODO 2007-2012

Lic. Teresa Piossek Prebisch Miembro correspondiente en Tucumán de la Academia Nacional de la Historia; Presidente de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán; miembro de numerosas Juntas de estudios históricos y genealógicos del país. Socia honoraria de la Federación Argentina de Mujeres Universitarias (FAMU) asociación Tucumán. Disertante en el curso El Noroeste argentino y el país. Contexto histórico regional para la Diplomatura en Genealogía y Heráldica organizada por el Centro de Estudios Genealógicos de Tucumán, (marzo 2010). Disertante de las Jornadas “Nuevas miradas sobre 1812”, organizadas por varias instituciones de estudios históricos de Tucumán, realizadas en la UNSTA el 15 de agosto de 2012, con la investigación “Manuel Belgrano: servidor de la patria”. Reedición de las obras: Lo real y lo mítico en un capítulo de la historia americana (Cuarta edición). Los Quilmes. Legendarios pobladores de los Valles Calchaquíes (Quinta edición). La antropofagia en América de la conquista (Cuarta edición). Las conquistadoras; Presencia de la mujer española en América durante el siglo XVI. (Cuarta edición aumentada). La ciudad en Ibatín. La primera San Miguel de Tucumán, 1565-1685 (Cuarta edición). Organización de los cursos de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. Docente en los cursos 2007, 2008, 2011 y 2012. Compilación de textos de las clases dictadas en esos cursos y publicación con los títulos Cuatro Bicentenarios; Juan Bautista Alberdi. Su bicentenario y Educar al soberano. Bicentenario de Domingo Faustino Sarmiento. Colaboradora de la revista Todo es Historia y del “Suplemento Literario” del diario La Gaceta, de Tucumán. Autora de numerosas obras de investigación histórica.


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Distinciones: “Al Andaluz - 2009” otorgada por la Federación de Asociaciones Andaluzas de Argentina. Distinción por la “Trayectoria y Perseverancia” otorgada por la Caja Popular de Ahorros de Tucumán, el 13/7/11. En el año 2012: Organizó el curso de la Junta: “Tucumán en tiempos de la Batalla del 24 de Septiembre de 1812”. Ensayo “La forja del Tucumán de 1812” para el curso dictado por la Junta con motivo de la conmemoración de la Batalla del 24 de Septiembre de 1812. Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia 2007: VIII Jornadas La Generación del Centenario y su proyección en el NOA. Trabajo “El pensamiento económico de Alberto Rougés: el modelo industrial”. Jornadas Nacionales “Transformaciones, prácticas sociales e identidad cultural”. Co-autora de “Los franceses en Tucumán. Un estudio de caso: Nougués, Rougés y Sortheix”. 2008: Miembro Correspondiente en la provincia de Tucumán de la Academia Nacional de la Historia. Autora del libro La Sociedad Rural de Tucumán. Una crónica de cien años. Participó en el Congreso Extraordinario “Vísperas de Mayo”, Academia Nacional de la Historia y Junta Provincial de Historia de Córdoba con el trabajo: “Nicolás Laguna, abogado e instruido en asuntos de Derecho”. Jornadas de Investigación Histórica Prof. Dr. Ramón Leoni Pinto. In memoriam, Junta de Estudios Históricos, Centro Cultural A. Rougés (FML), Instituto de Investigación Histórica Dr. Ramón Leoni Pinto, Facultad de Filosofía y Letras, UNT. Co-autora de “Felipe Bertrés, ingeniero francés, constructor de ciudad y territorio”. 2009: Miembro correspondiente JEH de Catamarca VIII Jornadas La Generación del Centenario y su proyección en el NOA Trabajos: “Un conflicto entre naturalistas ‘Miguel Lillo y Carlos Spegazzini’” y co-autora de “Confluencias generacionales en torno a la educación (1900-1930)”. 2010: Miembro Correspondiente del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta. Otras publicaciones: “Nicolás Laguna”, en Revolución en el Plata. Protagonistas de mayo de 1810, Academia Nacional de la Historia y “De banquetes y artes culinarias en el Centenario” en Alimentación y comidas en el NOA, un enfoque antropológico, (Facultad de Medicina UNT).


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2011: Autora del libro El cura Miguel Martín Laguna. Su azarosa vida y su Historia Social y Política del Tucumán (1762-1828). Disertante en curso “Educar al Soberano. Domingo F. Sarmiento, su bicentenario”, organizado por la Junta de Estudios Históricos de Tucumán con el tema “Sarmiento y su visión de la flora e industria maderera tucumana”. 2012: Coautora del libro Un proyecto geopolítico para el noroeste argentino. Trabajos: “El clero: entre patriotas y realistas” en Jornadas 1812”. “La celebración de la Batalla de Tucumán en el siglo XIX y XX”, “En 24 de septiembre de 1812 a las 11 ¾ fue la Batalla y se ganó” en La patria puede gloriarse, La Merced. Sr. Ventura Murga Periodista, historiador y genealogista. Miembro fundador de número y secretario de la Junta de Estudios Hist6ricos de Tucumán; presidente del Centro de Estudios Genealógicos de Tucumán; presidente de la Fundaci6n Amigos del Archivo Histórico de Tucumán. La Universidad de San Pablo T, en el marco de la formación profesional, desarrol1ó en julio de 2009 una Diplomatura en Genealogía y Heráldica, con disertaciones de especialistas de Tucumán, Buenos Aires y Córdoba, y también de España y Canadá. Uno de los disertantes fue Ventura Murga. Ciclo de conferencias del Archivo Histórico de Tucumán, en “Conmemoración del Bicentenario de la Revolución de Mayo”. Ventura Murga y Jorge Corominas hablaron de “Familias Coloniales de Tucumán”, disertaciones que fueron publicadas en Ecos de la Revolución de Mayo en Tucumán., Tucumán 2011. El 13-7-2011 la Caja Popular de Ahorros de Tucumán realizó en su sede un “Acto de Reconocimiento a los hombres y mujeres que, a pesar del paso del tiempo, continúan trabajando y aportando conocimientos y experiencias”. Ventura Murga recibió la distinción consistente en una plaqueta. En 2011 participó de la organización del Curso de la Junta de Estudios Históricos: “Educar al soberano: Domingo Faustino Sarmiento. Su bicentenario”, realizado en el Centro Cultural Alberto Rougés de la Fundación Miguel Lillo.


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Curso de la Junta de Estudios Hist6ricos y del Centro Cultural Rougés, abril y mayo de 2012: “La gloriosa Batalla del 24 de Septiembre de 1812. Su bicentenario”. Disertación sobre “Belgrano en Tucumán”. El Centro de Estudios Genea1ógicos de Tucumán celebró el 13-7-2012 el 25° aniversario de su fundación. Se ofició una misa en la Catedral y luego se sirvió en el Jockey Club un almuerzo de camaradería. Habló su presidente, Ventura Murga, y se entregaron diplomas a miembros de número, adherentes y correspondientes. Justino Terán publicó el segundo tomo de su obra “Guía Genea1ógica en el Milenium. Fuentes Genealógicas-Históricas”. Con prólogo de Ventura Murga, quien hizo la presentación del libro en un acto realizado en el Archivo Histórico de Tucumán, al conmemorarse el centenario de esa Institución. Sra. Sara Peña de Bascary Acciones en la Junta: 2007: Docente en el curso Aporte de Extranjeros en Tucumán. 2009 a 2011: participó del ciclo de la Junta en Radio Universidad, UNT. 2011: Trabajo: “Inocencio Liberani, científico, educador, arqueólogo” para la Revista Nº 13 de la Junta. 2012: Docente en el curso Tucumán en tiempos de la Batalla del 24 de Septiembre de 1812 con la exposición “1812, así vivían”. Museos y museología: 2007: Asesora de la Exposición Los tiempos del primer Centenario en Centro Cultural A. Rougés de la Fundación Miguel Lillo. 2007-2012: Museo Arte Sacro: asesora en museología y documentación como acción de la Junta de Estudios Históricos. 2008-2009: Directora del citado Museo. 2011: “Miguel Lillo y su tiempo”, guión museológico para Fundación Miguel Lillo, en colaboración con Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia. Jornadas y Seminarios: 2009: Participó en Jornadas Centro Cultural A. Rougés con “Don Paulino Rodríguez Marquina”. 2011: Seminario Internacional UNESCO, participó con: “El patrimonio artístico religioso de Tucumán - Señal de alerta ante la falta de registro y catalogación”. Bs. As., Octubre 2011.


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2012: Participó de las IX Jornadas de la Generación del Centenario en el Centro Cultural Alberto Rougés con “San Miguel de Tucumán 1812, vida cotidiana en tiempos difíciles”. Publicaciones: 2011: Capítulo: “Don Paulino Rodríguez Marquina”, publicado en VIII Actas de las Jornadas Centro Cultural Alberto Rougés de la FML. Autora del libro El Museo de Arte Sacro de Tucumán. Su Patrimonio. Prologó el libro El cura Miguel Martin Laguna (1762-1828) su azarosa y su historia social y política de Tucumán de la Prof. Perilli de Colombres Garmendia. 2012: Coautora con Carlos Páez de la Torre (h) del libro Porteños, Provincianos y extranjeros en la Batalla de Tucumán. (Buenos Aires Ciudad/Emecé 2012). Distinciones: Distinción de la Municipalidad de Tucumán: “Mujer destacada” como miembro de la Junta, investigación histórica y Museología. Prof. Lucía Piossek Prebisch Cursos en Doctorado de Humanidades, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán: 2007-2009: “Humanismo ayer y hoy”; “Humanismo” (módulo). Dirección de tesis doctorado, 2008-2009: del médico Rubén Dibi, sobre “Concepción del cuerpo en la obra de Pedro Laín Entralgo y sus resonancias en la práctica médica”. Publicaciones: 2008: El “filósofo topo”. Sobre Nietzsche y el lenguaje, Facultad de Filosofía y Letras, 2ª.edición, Tucumán. 2009: Argentina. Identidad y utopía, EDUNT, Tucumán. 2007-2012: 15 ensayos y artículos en La Gaceta Literaria, Tucumán; ANCBA, Buenos Aires; Junta de Estudios Históricos de Tucumán, UNSTA, Tucumán. Congresos, Jornadas, Reuniones académicas: 2007-2012: Invitada especial, en IHPA, Tucumán; Foro sobre Humanismo, UNSJ y Biblioteca Nacional, San Juan; sobre Verdad y método; UNSTA, Tucumán.; Congreso Internacional de Filosofía, AFRA, Tucumán.; Jornadas del NOA, UNSe; Foro sobre Congreso de 1949, Universidad Nacional


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de Mendoza; Jornadas de Ética, UCES y ANCBA, Bs. As.; Jornadas Internacionales. Nietzsche-Dérrida, UBA, Bs. As. Conferencias y Mesas panel: 2077-2011: Jornadas Generación del Centenario, Centro Cultural Alberto Rougés de la Fundación Miguel Lillo, Tucumán; Colación de Grados Carrera de Cardiología, UNT, Tucumán; Homenaje a Víctor Massuh, Centro Cultural Alberto Rougés, ANCBA, Bs. As.; Homenaje a Amalia Prebisch, Facultad Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán; Mesas panel en UNSTA, Facultad Filosofía y Letras, Centro Alberto Rougés, Tucumán. Distinciones: 2007-2011: designada “Maestra de Filosofía en Argentina”, Universidad Nacional de San Juan; “Ciudadana Ilustre”, Municipalidad de Tucumán; Premio “Consagración filosófica” otorgado por la Sociedad Argentina de Filosofía; Reconocimiento a la “Trayectoria”, Caja Popular de Ahorros de Tucumán; 2012: Homenaje en las Jornadas Nietzsche-Dérrida, realizadas en la Biblioteca Nacional y la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA; Vicepresidente de la Comisión Directiva de la Sociedad Sarmiento de Tucumán; Integrante del Consejo Académico del Centro de Estudios Juan Dalma de la Fundación Miguel Lillo.

Arq. Marta Beatriz Silva Arquitecta, egresada de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Tucumán. Especialista en Restauración de Bienes Culturales (México-INAH). Profesora Asociada, Cátedra de Historia de la Arquitectura I. Dirige un Programa de Investigación sobre la Conservación del Patrimonio del Noroeste Argentino, FAU-UNT. Profesora Permanente de la Maestría en Historia de la Arquitectura y del Urbanismo Latinoamericanos, FAU-UNT y de la Carrera de Especialización de Turismo Cultural del NOA, FF y L-UNT. Asesora de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos. Miembro Honorario de ICOMOS Argentina.


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Miembro de Número de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. Sus publicaciones se centran en la Historia de la Arquitectura y del Urbanismo de Tucumán y del NOA y en el estudio, difusión y preservación de su Patrimonio Cultural. Ha realizado Proyectos de restauración de Edificios y Sitios Patrimoniales de la región. Por su defensa del Patrimonio Provincial, ha recibido diversas distinciones. Dra. Olga Paterlini de Koch Arquitecta y Doctora en Arquitectura y Profesor Titular de grado y de posgrado de la UNT y de otras universidades. Dirige la Maestría en “Historia de la Arquitectura y del Urbanismo Latinoamericano” y Proyectos de investigación sobre Arquitectura y Urbanismo del Noroeste Argentino financiados por la UNT y el MINC y T. Fue Directora del Instituto de Historia y Patrimonio (FAU-UNT) hasta 2010 y es Asesora Honoraria de la Comisión Nacional de Monumentos. Publicó en el país y en el extranjero y actuó como conferencista y panelista de reuniones científicas, participando de proyectos binacionales sobre el Bicentenario. Dirige tesistas y becarios y evaluó carreras universitarias por el Ministerio de Educación de la Nación. Fue distinguida por Mérito al Grado Académico obtenido (FAMU) y por su actividad en defensa del patrimonio (ICOMOS). Es Miembro de Número de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán y de la Academia de Ciencias Morales, Políticas y Jurídicas de Tucumán. 2012: Publicaciones recientes: “El Plan Calcaprina para Tucumán. 19541957”, Capítulo del libro sobre Experiencias de Planeamiento y Urbanismo en Argentina. 1943-1955, CEDODAL (Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana). Bs. As.; “Bases para El Plan Regulador Jujuy-Palpalá”, Capítulo del libro sobre Experiencias de Planeamiento y Urbanismo en Argentina. 1943-1955, CEDODAL. Bs. As.; “Prólogo” y “Ciudad ideal-Ciudad real: una reflexión sobre las normas de construcción y la construcción del tejido urbanístico en San Miguel de Tucumán”en Cuadernos de Historia Urbana, Instituto de Historia y Patrimonio, Fac. de Arquitectura y Urbanismo. UNT; “Palacio de Correos y Telégrafos”en Patrimonio Argentino Nº 4. Bs. As. CICOP-Clarín Arquitectura; “La protección del territorio como paisaje cultural: el caso de la Quebrada de Humahuaca, en Jujuy” en Memorias de


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las Jornadas de reflexión acerca de los Paisajes Culturales de Argentina y Chile, en especial los situados en la Región Patagónica, compilado por V. Navarro y S. Espinosa - 1a ed. - Río Gallegos, Universidad Nacional de la Patagonia Austral, Río Gallegos - Santa Cruz – Argentina. CD-ROM. Arq. Alberto Nicolini 2007: “50 años de enseñanza de Historia de la Arquitectura. Experiencia en Bs. As. y Tucumán”, “Marina Waisman”, “Chueca Goitía”, “Scully”. En Historia de la arquitectura en la Argentina, reflexiones de medio siglo. 1957-2007. Bs. As. 2009: “El período liberal en Tucumán, 1880-1930” en Patrimonio arquitectónico de la Universidad Nacional de Tucumán, UNT, Tucumán. “Le Corbusier y Buenos Aires. Las ideas de 1929 y el Plan Director para Buenos Aires de 1940”en Le Corbusier en el Río de la Plata, 1929, CEDODAL y Fac. Arquitectura de la Universidad de la República. Montevideo. “Colonial Settlement Planning of the Andes in Space and Time”en Repenser les limites: L’Architecture a travers l’espace, le temps et les disciplines. Paris. 2010: “La institución del Cabildo y el tipo arquitectónico ‘Cabildo’ en Hispanoamérica”, “La ciudad de Santiago del Estero según los planos de fines del siglo XVIII y de 1870”, “La obra del Cabildo-Casa de Gobierno. Análisis del edificio y valoración” en Gob. Provincia de Santiago del Estero, Cabildo-Casa de Gob. Sgo del Estero. Patrimonio histórico y refuncionalización, Bs. As. “El tipo urbano cuadricular en el espacio y en el tiempo de los Andes sudamericanos” en Maestría en Gestión e Intervención en el Patrimonio Arquitectónico y Urbano, Textos cátedra, Vol. IV, Fac. Arquitectura y Urbanismo y Diseño, Univ. Nac. Mar del Plata. “A imagen da cidade e do territorio do vice-reino do Perú. Suaconstrução e consolidação, entre 1535 e 1581, pelo fundador Francisco Pizarro,o ouvidor Juan Matienzo e o vice-rei Francisco de Toledo” en Cidades latino-americanas: un debate sobre a formação de núcleos urbanos. Casa da Palavra, Rio de Janeiro, 2011: “La última contribución de Juan Bautista Alberdi: la cuestión de las capitales en la coyuntura del ‘80” en Junta Estudios Históricos Tucumán, Juan Bautista Alberdi. Su bicentenario; “Los antecedentes: El mundo colonial” en Patrimonio Arquitectónico Argentino. Memoria del bicentenario’ (1810-2010). Tomo I (1810-1880), Secretaría de Cultura de la Nación, Bs. As.


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2012: “Prólogo. Los juicios de valor en la Historia de la Arquitectura”. En Treinta maravillas del patrimonio arquitectónico cubano. Ed. Polymita, Guatemala. “Sarmiento y la cuestión Capital de la República”, en Junta Estudios Históricos Tucumán, Educar al soberano: Domingo Faustino Sarmiento. Su bicentenario, en prensa. “La arquitectura 1880-1920 en Argentina” en Patrimonio Arquitectónico Argentino. Memoria del bicentenario (1810-2010). Tomo II (1880-1920), Secretaría de Cultura de la Nación, Bs. As., en prensa. Dr. Carlos Páez de la Torre (h) Miembro de Número –fundador– de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán; Miembro de Numero de la Academia Nacional de la Historia; fue Prosecretario de la Comisión Directiva y actualmente Vicepresidente 2º; Miembro correspondiente de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, de la Academia Nacional de Periodismo y de la Academia de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba; Miembro de Honor de la Fundación Miguel Lillo. Distinciones: Premio “Ensayo” 2008-2009 de la Academia Argentina de Letras por su libro La cólera de la inteligencia. Una vida de Paul Groussac. Publicaciones: 2010: “Estudio preliminar” a la nueva edición de las Memorias del general Gregorio Araoz de La Madrid (El Elefante Blanco, Bs. As., 2010). Los rostros de Alberdi (Fundación del Tucumán, Tucumán, 2010). “Estudio preliminar” a Palabras de un ausente y otros escritos íntimos, de Juan Bautista Alberdi (Buenos Aires Ciudad/Emecé, Bs. As., 2010). Capítulos “Bernabé Aráoz” y “José Agustín Molina” en la obra colectiva Revolución en el Plata. Protagonistas de mayo de 1810 (Emecé/Academia Nacional de la Historia, Bs. As., 2010). Capítulo “Alberdi contra los separatistas porteños”, en la obra colectiva Juan Bautista Alberdi. Homenaje del Colegio de Abogados de Tucumán a dos siglos de su nacimiento. (Colegio de Abogados de Tucumán, 2010). 2011: Los rostros de Sarmiento (Buenos Aires Ciudad /Emecé, Bs. As., 2011). Pedes in terra ad sidera visus. Vida y tarea de Juan B. Terán (1880-1938) (Fundación Miguel Lillo, Academia Nacional de la Historia, Academia Argentina de Letras, Tucumán, 2011). El argentino de oro. Una vida de Gabriel


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Iturri. (Bajolaluna, Bs. As., 2011). Una historia de Tafí del Valle, en colaboración con Pedro León Cornet (Ediciones de la Veinticuatro, Tucumán, 2011). 2012: La Gaceta – Un siglo de historia. Dirigió el equipo redactor de esa obra y redactó los capítulos “El fundador”, “La Gaceta en la calle” y el del período “1912-1923”. (La Gaceta, Tucumán, 2012). Porteños, provincianos y extranjeros en la Batalla de Tucumán, en colaboración con Sara Peña de Bascary (Buenos Aires Ciudad/ Emecé 2012). Los capítulos “Entre el Proceso militar y el fin del milenio (1976-2000)” y “Una activa vida cultural (1930-2000)”, en la obra colectiva Historia contemporánea de las Provincias del NOA (1930-2001), tomo II (Academia Nacional de la Historia/ Universidad Nacional de Catamarca, Catamarca, 2012). Varios: Autor de numerosas monografías de investigación sobre el ayer tucumano. Desde el diario La Gaceta (con su columna diaria “Apenas Ayer” y la semanal “De memoria”) desarrolla una constante difusión de la historia de Tucumán. Ha dictado numerosas conferencias, integró el cuerpo docente de cursos de la Junta de Estudios Históricos, así como prologó y presentó numerosos libros referidos a la historia y la cultura de Tucumán. Prof. Nélida Beatriz Robledo Profesora de Historia egresada en la Universidad Nacional de Tucumán. Dictó, como profesora adjunta, las catedras de “Metodóloga e Investigación Histórica” y “Etnohistoria”, en carrera de Arqueología de la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT. Miembro de Número de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. 2007-2008: Propuso a la Junta de Estudios la realización de las Jornadas de Investigación de Histórica en homenaje al Dr. Ramón Leoni Pinto. 2008: Fue una de las organizadoras, con la Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia y la Dra. Gabriela Tío Vallejo de las “Jornadas de Historia de Tucumán Ramón Leoni Pinto In memoriam”, en colaboración con Junta de Estudios Históricos, Centro Cultural Alberto Rougés, Instituto de Investigaciones Históricas Ramón Leoni Pinto y la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT. Con su trabajo “Los Lules en San Miguel de Tucumán,


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Siglos XVI y XVII” participó en las Jornadas de en homenaje al Dr. Leoni Pinto. 2008-2009: Participó en el programa de televisión “Viajero” conducido por Adolfo Rey en CCC con “La estancia jesuita de la Banda” y “La ciudad de Esteco”. Participó en el ciclo radial de la Junta en la radio UNT, con el tema “Memoria e Historia”, entre otros. Autora de la Introducción del libro “Ramón Leoni Pinto In Memoriam, Jornadas de Historia, publicación auspiciada por la UNT. Fue una de las editoras y presentó el acto ad-hoc. 2009: colaboración en un proyecto de voluntariado de Sergio Cano en la Facultad de Ciencias Naturales, carrera de arqueología. Dictó clases en el Pichao y Colalao del Valle sobre “Las guerras Calchaquíes” y “Juan Calchaquí”. 2010-2011: Presentó libros de la Dra. Amalia Gramajo Martínez Moreno: “La Cruz en la evangelización” y “La Virgen María en Santiago del Estero”. Colaboró a la Junta de Estudios Históricos, en los cursos dictados, con la presentación de los docentes: Dra. Flavia Macías y Dr. Félix Montilla Zavalía. 2011-2012: Propuso como miembro correspondiente de la Junta a la Dra. Beatriz Vitar, doctorada en la Universidad Complutense de Madrid y docente en la Universidad de Sevilla, cátedra de Historia América contemporánea. Presentó a la especialista en su incorporación a la Junta. 2012: Miembro del jurado de tesis doctoral de la profesora María Lelia García Calderón “Familia y poder en Tucumán a fines del periodo colonial (17671810) - El impacto de las reformas borbónicas en la reorganización de los grupos hegemónicos”. Dra. Irene Pilar García Dirección de Proyectos de Investigación: “Transformaciones, prácticas sociales e identidad cultural. Desde perspectivas vigentes en las ciencias humanas”, CIUNT, 2007-2008; “El Justicialismo. Tradición, modernización y ruptura: su representación en los medios gráficos tucumanos y en el imaginario sociocultural y político de la provincia”, UNSTA, 2008.


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Publicaciones: “En torno del lenguaje de la Revolución. Tres Cabildos: Santiago de Chile, Santiago del Estero y Tucumán”, PIHSER, UNSA (2010); “Apuntes sobre historia argentina ¿´Populismo´ o ´contrademocracia´?”; artículo para Anuario de la Academia de Ciencias Morales, Jurídicas y Políticas de Tucumán. Participación en Congresos y Reuniones Científicas de carácter internacional: V Congreso Europeo CEISAL de Americanistas Bruselas, 2007 con la ponencia “La inserción internacional de Argentina: actualidad del proyecto alberdiano”; VIII Congreso Argentino-Chileno de estudios históricos, Salta, 2007, con la ponencia “Cabildos y Revolución. Legitimidad y representación”. Coordinadora del Panel “Cultura política y lenguajes políticos de la Independencia” en el Encuentro Internacional sobre el Bicentenario de la Independencia, Salta, 2007. Directora de Tesis: Tesis de Magister en Relaciones Internacionales, del Abogado Alfredo Espíndola. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNT, 2009. Tesis de Magister en Relaciones Internacionales del Abogado Gustavo Sosa. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNT, 2011. Tesis de Doctorado en Humanidades del Mag. Abogado Alfredo Espíndola, Facultad de Filosofía y Letras de la UNT. Dr. Félix Alberto Montilla Zavalía Se doctoró en Derecho Público y Economía de Gobierno en la UNT, 2008. Publicó: Historia del Poder Judicial de Tucumán 1950-2005, Edición Oficial del Poder Judicial, Tucumán 2007. Historia del Poder Electoral de Tucumán 15652006, Edición Oficial de la Junta Electoral Provincial de Tucumán, Tucumán 2009. Historia del Poder Constituyente de Tucumán 1565-2006 editado por la Fundación Miguel Lillo, Tucumán, 2010. Fue designado miembro de la Comisión de Homenaje a Juan Bautista Alberdi en el bicentenario de su nacimiento, Mayo de 2010. Actualmente está concluyendo una Historia del Poder Ejecutivo de Tucumán (1565-2006) en la que detalla exhaustivamente la evolución orgánica de la función ejecutiva de gobierno y detalla todos los que han ejercido la gobernación de la Provincia.


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Dr. Justino Terán 2007: Fundador y Director de la Escuela Argentina de Genealogía “Dr. Carlos Luque Colombres” 2007: Organizador “Programa Teórico-Práctico en Investigaciones Históricas-Genealógicas (2007- Federación Argentina de Genealogía con el Centro de Altos Estudios-Universidad San Pablo-T). 2007-2008: Presidente de la Federación Argentina de Genealogía, 2008: Miembro Correspondiente del Instituto Chileno de Investigaciones Genealógicas; 2008: Miembro correspondiente Academia de Ciencias Sociales de Mendoza. 2008 Autor del libro Guía Genealógica en el Milenium. Fuentes Genealógicas-Históricas, Tomo I. 2009-2010: Miembro del Instituto de Cultura Hispánica. Coordinador Académico de la Diplomatura en Genealogía (investigaciones en Historia Social), Universidad San Pablo-T. 2010: Presidente Honorario de la Asociación Argentina de Diplomados Universitarios en Genealogía; 2010: Miembro del Centro de Estudios Genealógicos de Catamarca; Presentador de los libros: Cuatro Bicentenarios de la Junta de Estudios Históricos y Pétalos de historia Belgraniana de Martha Dichiara. 2012: se incorpora a la Junta de Estudios Históricos de Tucumán como miembro de número. Autor de Guía Genealógica en el Milenium. Fuentes Genealógicas-Históricas, Tomo II.

VARIOS 25 AÑOS DEL CENTRO DE ESTUDIOS GENEALÓGICOS DE TUCUMÁN Y CENTENARIO DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE LA PROVINCIA. AÑO 2012

El Dr. Justino Terán, miembro de número de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán editó, con el patrocinio del Archivo Histórico de Tucumán, en el año del centenario de la Institución, el segundo tomo de la obra de investigación titulada Guía genealógica en el Milenium. Escribió el prólogo el historiador y genealogista Sr. Ventura Murga, miembro fundador de número y secretario de la Junta, quien también pronunció un discurso con motivo de la celebración de los 25 años del Centro de Estudios Genealógicos de Tucumán del que es presidente.


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DOCUMENTOS COLONIALES - RELATIVOS A LOS JESUITAS

El 21 de octubre de 2012 se presentó, en el Archivo Histórico de la Provincia, el libro Documentos coloniales. Tomo VIII – Relativo a los Jesuitas. Siglos XVI, XVII y XVIII. La transcripción de los escritos fueron realizados por las Licenciadas Eugenia Capuano y Marta Inés Zavalía, miembro correspondiente de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. La presentación de la obra fue realizada por la Prof. Judith Casali de Babot. La edición fue llevada a cabo por el Archivo Histórico y el Instituto de Investigaciones Históricas “Dr. Ramón Leoni Pinto” de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT.

NECROLÓGICAS

Profesor Rodolfo Cerviño El 11 de marzo de 2007 falleció el Prof. Rodolfo Cerviño miembro fundador de número de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. Había nacido el 7 de mayo de 1921 en Pueblo Viejo, departamento de Graneros. En 1940 obtuvo el título de docente en la Escuela Normal de Catamarca y en 1948 el de profesor de Historia y geografía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT donde poco después dictó la cátedra de Historia de América I y II. Fue miembro de la Asociación de Investigadores de Historia Argentina y Latinoamericana, del Instituto de Cultura Hispánica y miembro fundador de número de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. Entre sus numerosas investigaciones se destacan: Del Colegio San Miguel al Colegio Nacional”, 1966. Contribución a la historia de la Escuela Normal. 1875-1975, 1988, obras que fueron publicadas por la UNT. También se difundieron sus trabajos de investigación en revistas especializadas, una de ellas la publicada por la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. Doctor Ernesto Muñoz Moraleda El 21 de agosto de 2007 falleció el Prof. Dr. Ernesto Muñoz Moraleda. Había nacido en Salta, pero realizó sus estudios superiores en la Facultad


Actividades Necrológicas

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de Filosofía y Letras de la UNT obteniendo el título de Profesor de Historia y Geografía. Se doctoró en la Universidad Complutense de Madrid. Fue docente de la UNT y de la UTN, en colegios terciarios y en la Escuela de Policía. Fue presidente del Instituto de Cultura Hispánica, miembro fundador de número de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán y su presidente durante varios años y miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia. Estaba casado con la Dra. en Historia Stella Maris Molina de Muñoz Moraleda con la cual realizó trabajos de investigación conjuntos sobre la historia de Tucumán y del NOA, tales como La ocupación del espacio en San Miguel de Tucumán y su jurisdicción - 1750 -1800 y Temas del Tucumán. Además publicó numerosos artículos en revistas especializadas, una de ellas la Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. Profesora Hilda Zerda de Cainzo EL 10 de diciembre de 2009 falleció la Prof. Hilda Zerda de Cainzo, miembro fundador de número de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. Nació en Tucumán. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT la carrera de Historia y Geografía. Con el título de profesora ingresó al cuerpo docente de la UNSTA en la catedra de Historia de Tucumán e Historia Antigua. También enseñó en varios establecimientos secundarios al tiempo que participaba en diversos congresos de estudios históricos. Durante un período fue directora del Instituto de Investigaciones Históricas Manuel García Soriano y durante muchos años, su secretaria, bajo las direcciones del Prof. García Soriano, del Dr. Ernesto Muñoz Moraleda y del P. Fr. Rubén González. Entre sus numerosos trabajos de investigación se pueden mencionar San Martín y Guido. Historia de la ciudad de Concepción. Amaicha en el Valle Calchaquí, Ciudades y pueblos de Tucumán - Aportes para su historia que fue publicado por la UNSTA en 2003. Doctor Jorge Luis Rougés El 29 de octubre de 2012 falleció el Dr. Jorge Luis Rougés, jurisconsulto y activo promotor de la cultura tucumana. Durante varios años fue presidente de la Fundación Miguel Lillo a la cual pertenece el Centro Cultural Alberto Rougés que brinda constante y generoso apoyo a las actividades de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán.


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Actividades

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Se terminรณ de imprimir en San Miguel de Tucumรกn en 2013


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