La OECH y el pasado reciente Santiago Gala Aguilera
EN LA DÉCADA DE LOS OCHENTA vimos por vez primera el reconocimiento público de propiedades con alto valor arquitectónico y patrimonial que, por entonces, no cumplían aún con el margen de tiempo mínimo establecido ya desde 1952 por el Departamento de lo Interior de los Estados Unidos. Tres de los ejemplos más notables del art déco isleño —el Falansterio, el Edificio Miami y el Hotel Normadie— fueron oficialmente incluidos en el Registro Nacional de Lugares Históricos (RNLH) poco antes de cumplir los cincuenta años de existencia. En aquel tiempo, esta tendencia —hoy interpretada como una de transición entre la ornamentación geométrica aplicada del historicismo de principios del siglo XX y la abstracción volumétrica del movimiento moderno con sus respectivas vertientes— era, sin lugar a dudas, nuestra primera 48 | O F I C I N A
incursión en el tema del pasado reciente. En 1995, el Servicio Nacional de Parques co auspició la conferencia Preserving the Recent Past, celebrada en la ciudad de Chicago, con el objetivo primordial de traer a la atención de académicos, profesionales y demás miembros de la ciudadanía el tema de la conservación de recursos patrimoniales del siglo XX. Los temas discutidos —entre ellos, la identificación y evaluación de propiedades; la conservación de materiales y sistemas constructivos; los esmaltes vitrificados; el vidrio estructural y muros-cortina— fueron recopilados en una publicación que llevó el mismo nombre. La respuesta fue tan prometedora que, cinco años más tarde, su secuela en la ciudad de Filadelfia atrajo la atención internacional de países como Canadá, Cuba,
E S TATA L D E C O N S E RVA C I Ó N H I S T Ó R I C A
Escocia, Israel y Australia. En esa ocasión, el evento contó con representación local a través de la Oficina Estatal de Conservación Histórica (OECH), y el programa integró a la discusión temas de mayor particularidad como la documentación y conservación de vivienda pública, supermercados, bancos, escaparates, puentes, paisajismo, suburbios de la post-guerra y la arquitectura residencial estilo ranchera. Ya desde 1997, en Puerto Rico, la OECH aportaba a esta nueva visión con la identificación, evaluación y registro de la Casa Klumb. Aunque tampoco contaba con el distanciamiento crítico comúnmente aceptado, fue trascendental en el proceso de evaluación su rol como laboratorio, que le permitió al arquitecto —y también habitante— experimentar con aquellos principios orgánicos de diseño que, en adelante,