Hoy en día, el sector cultural y artístico es considerado un sector en expansión, lo que podría llevar a pensar en una mejora sustancial en la calidad de vida de sus trabajadores. Sin embargo, la realidad nos muestra una cara distinta2: existe una fuerte tendencia a la flexibilización laboral y una consecuente precarización del empleo, la autogestión y la informalidad son la regla general y la mayoría de los artistas y técnicos se sitúan en los márgenes de los niveles básicos de protección social requeridos para cualquier ciudadano.
¿Cómo promover, entonces, un crecimiento económico sostenible que resguarde los derechos de los trabajadores de la cultura? Una posible respuesta es explorar en modelos económicos alternativos a la economía de mercado, y en especial la figura de las cooperativas que ha sido implementada con éxito en el sector cultural en diversos países