La esencia de la obra de Samuel Rodriguez está en la atrevida libertad dentro de la cual se mueve y su derecho a explorarlo todo en la búsqueda constante de un lenguaje expresivo propio. Esta actitud es ante todo una posibilidad divertida, inconexa y para él imprescindible, de ignorar la tradición, y avanzar guiado por su intuición. Es en este punto en el que su obra se enfrenta a verdaderos conceptos plásticos al regirse totalmente por formas, líneas, texturas y colores, pretendiendo construir a par r de ellos un
orden propio y coherente.