A6 MUNDO
14 al 20 de Diciembre de 2017 | Atlanta | Mundo Hispánico
NOTICIAS
→ Sus talentos y habilidades artesanales son vitales para el desarrollo de esa fuerza laboral en el estado
Hispanos e inmigrantes representan una parte esencial en la industria del textil. ●
Samantha Díaz Roberts
Franklin Conejo en-
Samantha.diaz@mundohispanico.com
La máquina de coser ya está enhebrada cuando María Cambrón se sienta a trabajar. La mujer mira atentamente el artefacto a través de sus anteojos, toma un retazo de textil, lo desliza por la placa de la aguja y lo sujeta con el prensatelas. Encuadra el patrón. Un toque al pedal en el suelo será suficiente para que Cambrón comience a coser. “Taca, taca, taca, taca, taca”... el sonido de la máquina de coser no puede ignorarse. Cambrón cose al compás de su jornada. Una pieza, dos piezas, tres piezas... Y así por los últimos siete años de su vida, en los que ha trabajado para Luvu Brands. Una fábrica en Doraville dedicada a manufacturar muebles y cuya fuerza laboral la componen en un 30% trabajadores hispanos. “Desde niña le cosía vestidos a mis muñecas. Les hacía ropa. Siempre me ha gustado coser. He sido costurera desde que recuerdo”, contó la mujer originaria de México y quien llegó al país hace 27 años. Cambrón ha alcanzado su ‘sueño americano’ a través de la aguja. Una labor en la que el idioma no ha sido barrera, pues el inglés siempre le ha parecido complicado. “Nos comunicamos con señas, mostrando con las manos”... dice María Monzón, que se suma a la conversación.
hebra su máquina de coser, momentos antes de comenzar su turno de trabajo.
Monzón, una de sus supervisoras, llegó al país en 1979. La salvadoreña también comenzó como costurera, pues aprendió el oficio en su país cuando apenas tenía 16 años. La destreza le ha servido para superarse como inmigrante, añade. “Todos los días me levantó a las 5:00 de la mañana. Me toca trabajar con mi grupo. Y para mí, lo más bonito de estar aquí es llegar en la mañana y saludar a mis compañeros”, agrega. Monzón explica que quizá lo más complicado en ese ambiente laboral es saber tratar al personal, entre tantas culturas diferentes. “Hay que tener presente que somos iguales y que todos vinimos por necesidades que tenemos”. Y es que en la factoría, otro 50% de la fuerza laboral está compuesto por trabajadores
inmigrantes que vinieron de Vietnam, Rusia, Corea del Sur e incluso África. El tema de la inmigración y las nuevas políticas del presidente Donald Trump tampoco quedan fuera de sus conversaciones como trabajadores de esta industria. “Yo estoy bien gracias a Dios pero sí me preocupa tanto muchacho que llegó de chico y se le está dificultando mucho para salir adelante”, manifiesta Monzón. De la mano de la salvadoreña también operan máquinas de coser Blanca Quintanilla y Franklin Conejo, originarios de México y Costa Rica, respectivamente. Ellos también han alcanzado su ‘sueño americano’ gracias a su trabajo y a la habilidad de sus manos. “Llegué a Atlanta en el 1999 y trabajé en la construcción,
FOTOS: MIGUEL MARTÍNEZ | MH
Al compás de la aguja
María Cambrón confecciona un cobertor para uno de los muebles de la línea Jaxx, que produce la compañía Luvu Brands, que está ubicada cerca de Norcross. hasta que posteriormente supe de esta posición a través del periódico”, explicó Conejo, cuya labor se centra en elaborar los pespuntes de las piezas. Su historia es la de muchos, pues Conejo vive solo en el estado, sin embargo, sus compañeros de trabajo han representado un gran soporte en su vida. “Los compañeros de trabajo acogen a uno. Lo más que me gusta es la diversidad que vemos, conocer las diferentes culturas e incluso, los diferentes platillos de comida que probamos durante nuestro almuerzo”, explica.
50, 240
EMPLEOS EN FÁBRICAS DE COSTURA EN EL ESTADO.
22%
DELAFUERZALABORALESLATINA. *Fuente: Departamento de Desarrollo Económico de Georgia
En ello coincide Quintanilla, originaria de Nuevo León, México, y quien llegó a Georgia en 1994. “Es bonito trabajar con tan-
ta gente de diferentes partes. Se conoce uno, conoces otras culturas y aprendes de tantas cosas. Cuando compartimos la comida, cuando convivimos, y tratamos de comunicarnos, aunque no sea nuestro mismo idioma, es bonito”, opina. Para Jorge Ramírez, gerente de producción, esa diversidad es vital para el desarrollo del negocio. “La costura se está perdiendo aquí en Estados Unidos, porque muchas cosas se están fabricando en China. Entonces, por fuerza y para que creemos productos más competitivos, tenemos que