ALTO EN UN
EL CAMINO
El hijo sin límites ni reglas La siguiente reflexión nos invita a pensar en el camino que estamos tomando para guiar los pasos de nuestros hijos. Todos en algún momento fuimos jóvenes y actuamos mal con nuestros padres, ¿estamos arrepentidos? Años después entendimos que ese correctivo tenía la razón del bien y el amor.
U
na mujer de 55 años visitaba a su hijo de 23 en la cárcel, estaba ahí por homicidio culposo, había atropellado a un niño al entrar a alta velocidad en una calle en sentido contrario, tratando de escapar de una patrulla que lo perseguía por haberse pasado un alto. Entró al penal completamente destrozado de los huesos y en silla de ruedas, ya que el padre de la criatura muerta se le fue a golpes y el policía que estaba justo detrás, se hizo de la vista gorda y no lo detuvo, hasta que casi lo mata. El hijo le decía a la madre - Sabes mamá, yo no soy un asesino ni un maldito desalmado, concluí que estoy aquí porque aprendí y me
acostumbré a romper reglas y no cumplirlas jamás sin ningún límite. - ¡Ay hijo! es que desde chiquito te ponías tan difícil, cada que yo daba una orden o una instrucción, me desafiabas y hacías berrinches. Yo no lo soportaba y te dejaba hacer y deshacer, con tal de evitarme conflictos y de que estuvieras calladito y complacido para que tu papá no me dijera ¡calla a ese niño! Desde que tenías cuatro años, yo te decía: cómete tus verduras para que crezcas sano y fuerte, a lo que respondías, ¡yo no quiero ser sano ni fuerte, no me importa, déjame en paz! Recoge tu cuarto, ¡no voy a recoger nada, así estoy contento, si quieres recógelo tú! No
Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, Y librarás su alma del seol*. La vara y la corrección dan sabiduría; Más el muchacho consentido avergonzará a su madre.
PROVERBIOS: 22:6, 23: 13 Y 14, 29: 15 destruyas las cosas cuídalas, ¡no me importa y si no me compras cosas nuevas gritaré hasta que me las compres! Así siguió la lista interminable de instrucciones y respuestas, hasta que el hijo interrumpió a la madre, ¡basta ya mama! solo dime ¿cómo fue que, siendo un adulto, obedeciste a un niño sin autoridad? Hoy a mis 23 años estoy destrozado, infeliz y sin futuro, de nada sirvió que estudiara o que no hayamos sido pobres, le quité la vida a una criatura y de paso les arruiné el resto de la vida a ti y a mi padre. La vida en la cárcel es una miseria, la vida en la calle es una miseria, la vida en las drogas es una miseria, la vida sin reglas es una miseria.
PARA LEER EN VOZ ALTA Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer más sabio para salvación por la Fe que es Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. DEUTERONOMIO 4:9, y 2da DE TIMOTEO 3: 14, 15, 16 y 17
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*Sheol (en hebreo:
). Para el Antiguo
Testamento o Biblia Hebrea, es el lugar de las almas rebeldes olvidadas (según el judaísmo, antes de la llegada del Mesías), una morada común que constituiría la región de los muertos en pecado, una tierra de sombras habitada por quienes perecieron sin creer en Jesucristo.
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