El hilo rojo del destino. Salomé Arteaga y Leidy Vega, 2020.

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Salomé Arteaga Salomé ArteagaHerrera Herrera Ediciones Ekaré




EL HILO ROJO DEL DESTINO © Salomé Arteaga, 2020 ilustraciones © Leidy Vega, 2020 texto Primera edición, 2020 © Ediciones Salomé S.A.S., 2020 Bogotá, Carrera 20 No 149-22 Las Margaritas ISBN 978-958-3142-1-2

Impreso por Su Mejor Impresión LTDA. Carrera 4 No 22–61 Se prohibe la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio sin la anuencia por escrito del titular de los derechos correspondientes.


Dedicado a todas las personas que el destino me ha permitido conocer, que me marcaron y que tienen un lugar en mi corazรณn.



Salomé Arteaga Herrera Ediciones Ekaré


Un día en su casa Ciel encontró una leyenda guardada. Un hilo que conecta a las personas a quienes estamos predestinados a conocer. Al acabar de leer, Ciel quería saber con ansias quién se encontraba al otro extremo del hilo.




Mientras tanto, al otro lado del mundo, Soleil observaba una última vez aquel pequeño y frío pueblo que lo vio crecer. Deseaba que el tiempo se detuviera así fuera por un segundo, para grabar en su memoria lo que veía.



-Pero… si el hilo es invisible, ¿Cómo se supone que lo siga? ¿Qué tal si el otro extremo se encuentra al otro lado del mundo? - se cuestionó Ciel. Aún así, emocionada, decidió hacer sus maletas y buscar el otro extremo de su hilo. Salió de su casa dejando atrás todo lo que conocía.



Ciel salió sin saber a dónde ir, quería ver lo que el destino le tenía preparado. Desde lo más alto de una montaña, veía a lo lejos un pequeño y frío pueblo.




En ese momento desde atrás salió Soleil. Ambos sintieron cómo sus corazones se movían, se miraron a los ojos y fue ahí cuando el hilo fue visto. El tiempo se detuvo.




Ciel y Soleil supieron que ambos estaban predestinados a estar juntos. Sintieron en lo más profundo de su ser una alegría inmensa, debían aprovechar todo el tiempo que tenían, para así el día que se tuvieran que separar pudieran vivir sin arrepentimientos.


Tuvieron una infinidad de aventuras, no necesitaban las palabras para entenderse, cada segundo que pasaban estaba lleno de alegrĂ­a.


Llegรณ la primavera, disfrutaban de la vista relajados mientras la brisa golpeaba sus cuerpos.


El verano llegó en un abrir y cerrar de ojos. Los días eran calurosos y se hacían más eternos.


En el otoño, las hojas caían de los árboles. Jugaban a las escondidas. Les quedaba poco tiempo juntos y por eso cada instante fue valioso.


La nieve regresĂł y ese tiempo finito y maravilloso que pasaron juntos se sintiĂł como un segundo. Segundo en el cual olvidaron que sus rumbos eran diferentes, y que definitivamente este no era su tiempo. Los dos sabĂ­an que se iban a volver a reunir, pues estaban predestinados a encontrarse.



Cuenta la leyenda que todos estamos predestinados a encontrar a esa persona especial. AsĂ­, cada uno de nosotros lleva atado un delgado e invisible hilo rojo al dedo meĂąique de nuestras manos.


Toca esperar el tiempo que sea necesario, tarde o temprano aparecerรกn las personas que estรกn unidas a uno. A esas personas hay que cuidarlas y amarlas para que sigan con uno por siempre.



“Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que estĂĄn destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romperâ€?





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