1 Revista Cultural: "Sahuayo, historia desde su gente".

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AÑO: 1, NÚM. 1, SAHUAYO DE MORELOS, MICHOACÁN, ENERO - MARZO 2021.

Trimestre: Enero - Marzo, 2021

Año: I, Número: 1

culturadepazsahuayo@hotmail.com

Ilustración de cubierta: Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe

Fotografía: Salvador del Río

Diseñador Gráfico: L.D.G. Jaqueline Araceli Villanueva

COLABORADORES

Dr. Ignacio Moreno Nava

Luis Arceo Preciado

Andrea Guadalupe Ávalos López

Jonathan Salvador Ochoa Herrera

Alejandra Suárez Arceo

Luis Girarte Martínez

Ernesto Ochoa Valdez

Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de esta publicación. El contenido de los artículos es responsabilidad de quien lo firma. Queda estrictamente prohibida la reproducción parcial o total de los contenidos e imágenes de esta revista sin previa autorización. La revista a pesar de considerar sus fuentes de información como confiables, intenta verificar el contenido en la medida de lo posible, sin embargo pueden existir variantes en exactitud de los artículos publicados; por lo tanto, los lectores utilizarán la información bajo su propia responsabilidad. Cabe señalar, los espacios publicitarios son responsabilidad única y exclusiva de los anunciantes.

Aceptamos colaboraciones en textos y fotografías que serán analizados por el Consejo Editorial para su publicación, con su crédito correspondiente. Las fotografías enviadas deberán tener buena resolución y especificar si son de su autoría o en caso de ser antiguas señalar a qué familia pertenecen para su correcto crédito. Será un honor publicar el mayor número de colaboraciones para enriquecer el contenido.

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Sahuayo, historia desde su gente

Presentacion

El Origen…

Arqueología y paleontología en Sahuayo

Dr. Ignacio Moreno Nava

Rumbo a lo desconocido

Luis Arceo Preciado

Nuestras Manos Artesanas

Los apastes de Sahuayo y sus últimos hacedores

Andrea Guadalupe Ávalos López

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La Vida Escultorica de Sahuayo

Adolfo Cisneros Guzmán, de metatero a escultor

Jonathan Salvador Ochoa Herrera

Memorias con el Santo Sahuayense

Sara Ochoa Rangel. La amiga de Joselito

Alejandra Suárez Arceo

Constructores de Identidad

El padre Girarte. Testigo de su pueblo

Luis Girarte Martínez

Ecos del Pasado

Danza de San Vito

Ernesto Ochoa Valdez

Hablar de la historia de nuestro pueblo y los acontecimientos que nos han dado forma culturalmente, nos permite reconocernos como parte importante de su comunidad. Entendernos como creadores de nuestra realidad y las estructuras sociales en las que nos manifestamos.

Conocer nuestra historia y nuestros orígenes, nos llena de orgullo y arraigo a la tierra que nos vio nacer: para que en cualquier parte del mundo en la que estemos, podamos recordar a dónde pertenecemos. Por su parte, difundir la vida de las personas destacadas y sus acciones, hará que su legado siga vigente en nuestra cosmovisión, ya que través de los valores patrimoniales que hemos heredado y que en el ahora cimentamos para las futuras generaciones, construimos una identidad colectiva que nos distingue como Sahuayenses. Una identidad cultural reconocida a través de este medio, desde la tradición y las letras.

El 2020 fue un año que nos marcó a todos, más allá de la contingencia sanitaria, fue una oportunidad para repensarnos como ciudadanos. De ahí surge la necesidad de la preservación de nuestra memoria histórica, entendida no sólo como el pasado, si como la herencia invaluable que dejaremos a las y los nuevos sahuayenses que nos sucedan.

“Sahuayo. Historia desde su gente”, permitirá plasmar el sentir de un pueblo en torno a sí mismo, dar la oportunidad de dejar huella en el tiempo a las voces que buscan que las futuras generaciones disfruten y valoren con amor esta bella tierra: que se distingue por todas sus manifestaciones artísticas y sus valiosas artesanías, de gente honesta y trabajadora que día a día hace de nuestro Sahuayo, un lugar digno de ser enaltecido.

Un agradecimiento especial a las empresas que solidarias con la divulgación de nuestro patrimonio, decidieron apoyar la publicación de esta primera edición: Aceros Santos Palacios, Eggs&Bakey Agencia de publicidad, Farmacia Libertad, Fiesta Mágica, Hanny Pulido Cosméticos, Hotel Plaza, La Mireya, Laboratorios RAAM, MEIL, Mexicanísima, Mueblería BARSA, PANDESA, Pastelería la Cochera, Rica Pizza, Sello Rojo, Súper Sahuayo, Zapatería Amargaux.

4 Presentación
Doctorando Jonathan Salvador Ochoa Herrera. Director.

ARQUEOLOGÍA Y PALEONTOLOGÍA EN SAHUAYO

El conjunto de bienes en su diversidad de manifestaciones —muebles, inmuebles e inmateriales— que hemos heredado del pasado y hemos decidido que merecen la pena proteger como parte de nuestra identidad social e histórica es lo que denominamos patrimonio cultural. Estos bienes son el resultado inexorable de la obra humana y para nombrarlos utilizamos los adjetivos cultural o histórico.

Existe también el patrimonio natural que proviene del pasado pero no es obra humana, sino de la naturaleza. Es conveniente reflexionar que lo que hemos heredado del pasado es el propio pasado, es decir, las decisiones que en su momento se tomaron respecto a lo que se conservaría o no; por ello, el patrimonio actual es el resultado de constantes cambios, construcciones y destrucciones, en muchos casos sin consciencia del daño que pudieran causar en lo que ahora conocemos como bienes patrimoniales.

Existen los vestigios arqueológicos que incluyen las evidencias de actividades humanas y pertenecen al patrimonio cultural; por otro, el patrimonio paleontológico, el cual se refiere a los fósiles, es decir, cualquier testimonio de una forma de vida que tenga al menos 10,000 años de antigüedad, pertenece al patrimonio natural.

Gran variedad de elementos pertenecientes a estas dos categorías están presentes en diversos puntos de la geografía del occidente de Michoacán, en la región sur de la Ciénega de Chapala y en el municipio de Sahuayo. La cerámica y objetos, que sin duda alguna constituyen interesante material para estudios profundos de carácter interdisciplinar, son evidencia de elementos que claman

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por ser estudiados, por aportar datos para comprender la dinámica de diversos grupos humanos de la región en tiempos antiguos.

Desde hace mucho tiempo ha existido un marcado interés por la arqueología monumental por parte de las políticas culturales mexicanas, dado que gran parte de su puesta en valor se relaciona con actividades turísticas y derrama económica; esto ha generado que se desvíen las miradas de otro tipo de manifestaciones, las cuales guardan también gran cantidad de valiosa información.

La región Ciénega de Chapala ha permanecido prácticamente fuera del mapa de la arqueología nacional. De igual manera, los estudios paleontológicos han sido escasos, incluso a nivel nacional, a pesar de ser una importante fuente de información para la comprensión de los antiguos ecosistemas.

Llama la atención que una región tan interesante como la Ciénega haya sido tan poco explorada, quizás esto se deba a lo que ya he mencionado: la aparente inexistencia de arqueología monumental u otras evidencias de explícita relevancia en la zona. Sin embargo, una mirada más aguda y profunda a esta región nos revela la presencia de importantes manifestaciones, muchas de ellas de épocas anteriores a las grandes civilizaciones de mesoamérica. En Sahuayo se cuenta con fósiles de megafauna, numerosos vestigios de arte rupestre y pictografías, que en su momento fueron significativos para quienes los elaboraron.

Con total convicción creo que lo primero que se debe hacer para poder buscar un verdadero avance en la investigación de la región es conocer con lo que se cuenta, tener una visión general de los patrimonios diseminados por la región, en este caso específico, los de carácter arqueológico y paleontológico.

Uno de los principales aspectos de la gestión actual de los patrimonios reside en el proceso de su identificación, que posteriormente conducirá a su protección, estudio o puesta en valor. Los aspectos básicos de identificación pueden dividirse en: instrumentales, los cuales incluyen la ela-

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boración de catálogos e inventarios, y metodológicos, que involucran métodos y técnicas de investigación. La falta de conocimiento de estos patrimonios en la región Ciénega de Chapala los somete a un estado continuo de deterioro, el cual los aleja cada vez más de su adecuada valoración y protección mediante proyectos de gestión cultural y patrimonial.

El municipio de Sahuayo cuenta con numerosos vestigios de carácter arqueológico y paleontológico; desde aquellos sitios que por su naturaleza pertenecen a yacimientos prehistóricos de flora y fauna (fósiles), hasta asentamientos y sitios con materiales prehispánicos. Desde el Laboratorio de Gestión Cultural y Humanidades Digitales (LabGCHD) de la Universidad de La Ciénega del Estado de Michoacán de Ocampo se han realizado trabajos de documentación de los patrimonios, utilizando tecnologías y técnicas no invasivas como la fotogrametría, la realidad aumentada y el registro digital.

Es importante dimensionar el potencial sahuayense en cuestiones de investigación para que instituciones de educación y centros de investigación, nacionales y regionales, profundicen los estudios pertinentes y se tejan nexos de colaboración interdisciplinar en conjunto con personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

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RUMBO A LO DESCONOCIDO

Extraído de: “Sahuayo y…”. Sahuayo, Michoacán, México. 2013.

Se ha escrito bastante en los últimos años sobre el significado de Sahuayo; y aunque no estamos más cerca de una respuesta y realmente no puede haber una sola y definitiva respuesta a tal cuestión, estamos al menos comenzando a ver con más interés y más claramente, la perspectiva del sentir contemporáneo sobre este problema. Porque es un verdadero problema el indagar el origen y el significado exacto de nuestro nombre, y más, cuando a lo largo de los tiempos, tantas varlantes, que nosotros aquí hemos registrado. Tal vez esta diversidad se deba a la musicalización o adaptación al castellano de las palabras aztecas o nahuas, que para el pueblo eran difíciles de pronunclar.

Tahuayo - Historla de La Conquista de la Nueva Galicla; tomo 1, pág. 437.

Coraynzanguayan - Conquista de Michoacán, Archivo General de la Nación.

Caguayo - Nomenclatura Geográfica de México.

Cahuayotl - Orozco y Berra - Tomo Ill - Conquista de México.

Cahuayo - Lic. Manuel Orozco y Berra - Tomo Ill

Cabayo - Instituto Nacional de Antropología e Historla

Cahuayo - Pueblos y Costumbres de la Provincla de Michoacán DJ Fernán Ramírez.

Tzacuatl ayotl - Dr. Pañafiel y Ramón Sánchez.

Zanguyo - Teatro Americano - Sánchez Villaseñor.

Zinguyo - Muñoz Camargo -”Pedazo de Historla”.

Tzaguaio - Beaumont: Crónica de la Provincla de San Pedro y San Pablo de Mich.

Saguaio -Zavala: Apuntes para la Historla de Michoacán.

Santlago Zaguayotl - Análisis Estadísticos de Martínez Lejarza.

Zaguayo - Luis González: Monografías Municipales.

Zaguayan - Beaumont, Crónica de Mich. y Fray Diego de Chávez.

Santlago Saguaio - Archivo General de la Nación.

Sahuayo - Nombre actual del dominio

Un viajero vendedor de medicinas al hablar a sus Laboratorios de Guadalajara, desesperado les dijo: “es un pueblo tan atrasado, que aquí ni Sagú hallo”…

De las varlaciones de la palabra Sahuayo que acabamos de citar, ¿cuál es la que tiene mayor o más campo de fuerza? Yo en lo personal me inclino por la que cita en el Tomo 2, Pág. 209, Don Manuel Orozco y Berra, de la Conquista de México debida al sabio D. Fernando Ramírez y que dice: Nómina extractada del “cuaderno de tasaciones fecha de ciertos Pueblos” de la Provincia de Michoacán por el Br. Ortega, Alcalde mayor en ella... a pedimento del Lic. Benavente, Fiscal de la

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Real Audiencia” - En Miércoles 31 de Abril de 1528. En la tercera columna de nombres figuran; Tacámbaro, Tucatl, Mazamitla, Jiquilpan, Guarachan, Cahuayo, Tarecuato, Chilchota, Arteaga, Tlazazalca o Vragato, Tlatzan, Zacapo.

Al pueblo nuestro le gusta, le conviene y le satisface que Sahuayo, signifique tortuga, y en torno de ese sentido, puede ser tortuga sobre piedra; o piedra en forma de tortuga.

El Padre Carochi en su Arte de la Lengua Mexi cana, cuando habla de los derivativos, Capítulo X; expone lo siguiente: “Los nombres acabados itl, fi antes efte itl, tienen vocal, hacen efte derivativo en ye, como cueitl, la hacienda forma axtahua. Los otros en itl, que tienen consonante antes de itl, hacen efte derivativo en bua o en e, como caxitl, escudilla o caxa te, caxe o cahua. Suavizan la C con cedilla gallega.

Yuxtaponiendo a esta palabra cahua, que significa cajete o piedra ahuecada para moler algo la voz ayotl, que quiere decir tortuga en lengua nahua, daría el término Cahuayotl; esto es CAHUAYO que suavizando la C con la cedilla, nos acercaríamos a la fonética de nuestro actual Zahuayo o Sahuayo. (Carochi, Arte de la Lengua Mexicana, Capítulo X).

Hay que aclarar que según el VOCABULARIO del Padre Molina, en lengua Náhuatl, no se usaban palabras que empezaran con Z o con Tz, por lo tanto en el caso de Tzácuatl, según esta teoría, es inaceptable. Todos los que quieren derivar la palabra Sahuayo de Tzácuatl-ayoltl, andan fuera de la Lingüística Analítica o Referencial, pues la palabra tzácuatl ni significa piedra, ni significa tortuga. Posiblemente comezón o sarna.

Por otra parte en la Gramática (náhuatl) de Aldama y Guevara se dice “Los nombres geográficos se escriben como las demás palabras, por medio de uno, dos o más signos combinados bajo las reglas de la sintaxis”. En el mexicano y en otras hablas del país, sucede algo muy común a otras, respecto a los nombres toponímicos. De muy distintas fuentes proviene el significado. De ideas o creencias religiosas, del nombre del fundador primitivo ; de la nación que estableció o conquistó el pueblo ; de un suceso histórico ; de una indicación geográfica o topográfica; de los productos que abundan en el lugar ; o de los animales que prosperan o de los artefactos que se fabrican ; o de su posición respecto a otras poblaciones, etc.

Queremos pensar que en nuestra tierra de Sahuayo, el campo de fuerza, se encamina a los animales que prosperan y a los artefactos que se fabrican. Esta tierra no era un lugar específicamente de sarna, pero sí de tortugas y de artefactos que se fabrican como molcajetes. Por esta razón nos resistimos a aceptar lo dicho por Diccionarios, Archivos o Autores con mucho membrete, de que “Sahuayo significa lugar de sarna”.

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Es seguro que la palabra de nuestro nombre CAHUAYOTL o Tzacuatlayotl era difícil pronunciación y la costumbre de la gente se refugió en lo fácil, en lo más expresivo y armónico, tras una larga búsqueda, el nombre que al fin nos gustó y que es el que nos queda, lleno de controversias, simbolismos, significados, imágenes erróneas y sentimientos de Chapala; y que al irse secando, se convirtió en un sitio fangoso, a donde se metían estos animales a beber agua y al querer salirse quedaban atrapados por el lodo profundo que las impedía escapar. Todo esto obliga a pensar que estemos frente a una etapa meramente inicial o de formación de nuestro pueblo, hasta que encontraron los primeros habitantes, ya en pleno Pedregal, el manantial que los invitó a establecerse en forma definitiva, de donde salió nuestro Sahuayo.

La segunda razón, es la época de las peregrinaciones; o el tiempo de las oleadas y acomodo de las tribus primitivas, que arrancando de Chicomostoc hacia el centro del país, terminaban por establecerse en pequeñas aldeas, o en pequeños gremios en lugares donde el clima, la vegetación, la fauna y el agua les era más favorable. Y de seguro que un grupo se quedó para establecerse en ese cerro del Armadillo, puesto que el clima que en general tiene Sahuayo es templado y agradable casi en toda la época del año. Agua había suficiente, pues estaba la Laguna de Chapala en plenitud e intensidad, tanto que cuando Alejandro Humbold la conoció, no pudo menos que decir que aquel era “El Mar Chapálico”, pues además de lo que ocupa hoy el Lago, comprendía toda la Ciénega de Chapala, Ilegando a Cojumatlán, Sahuayo, Jiquilpan, Villamar, San Pedro Caro, Pajacuarán, La Luz y otros lugares. Y para aquellos pobladores bajar el agua hasta la orilla del lago era relativamente cómodo, pues no estaba lejos. Por otra parte la pesca era abundante y suficiente para alimentar a las familias y la fauna era abundante, pues había patos, güilotas, conejos, liebres, tacuaches y tal vez venados. No se descarta la posibilidad de que ya hubieran construido balsas y adentrarse laguna adentro a pescar.

Sahuayo, a través del tiempo, según autores connotados, como Martínez de Lejarsa, Don Ramón Sánchez, Muñoz Camargo y el Sr. Peñafiel, ha sido un pueblo ribereño, que vivía en sus primeros tiempos de la pesca; pero según hallazgos de los últimos años, hay unas TUMBAS DE TIRO, que en diferentes puntos del cerro de la Calzonuda se han encontrado. Esto podría ser otra razón para creer que Sahuayo empezó a cimentarse entre los años 1325 y 1350, siendo contemporáneo de la vecina Jiquilpan. Aunque según don Jorge, sin querer nuestro Sahuayo aterrizó en el campo de la Semiología. Obtuvimos imágenes; sonidos armoniosos y una estructura lin güística al gusto.

En el lenguaje todo uso es, en cierto modo, un abuso. Por eso camblan las Lenguas, hasta que se perfeccionan, hasta llegar a sus si glos de oro. Pero recordemos que es el pueblo el que le da sedimento a los idiomas, el que da carta de naturalización a las palabras.

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El Origen...

Nuestras Manos Artesanas

LOS APASTES DE SAHUAYO Y SUS ÚLTIMOS HACEDORES

Andrea Guadalupe Ávalos López

Entrevista realizada a Ignacio González Moreno, en la ciudad de Sahuayo en noviembre de 2020.

El 13 de agosto de 1951 nació en la ciudad de Sahuayo Ignacio González Moreno y es considerado el último artesano que domina la técnica de apaste de barro en la ciudad. Ignacio es hijo de Ignacio González Ochoa y Rosa Moreno Ochoa. El matrimonio procreó a nueve hijos siendo Ignacio el primogénito.

La familia de González Moreno se distinguió por ser religiosa, modesta y trabajadora. Filomeno González e Ignacia Rosas, bisabuelos de Ignacio, establecieron un pequeño taller familiar dedicado a la fabricación de apastes (vasijas de barro con dos asas y boca grande que se utilizan para almacenar agua).

A los siete años de edad, don Ignacio González Ochoa enseñó a su hijo Ignacio el trabajo de la confección de apastes de barro. El oficio familiar fue iniciado por los bisabuelos de Ignacio, don Filomeno González y su esposa Ignacia Rosas, ambos originarios de Sahuayo. Ignacio recuerda a su bisabuela con claridad y afecto pues vivió 125 años. “Mi bisabuela tuvo el privilegio de hacer su última pieza a los 100 años de vida, realizó un machiguis1”.

Filomeno e Ignacia enseñaron a sus hijos la elaboración de piezas hechas con base en barro. Entre los hijos del matrimonio González Rosas estuvo el señor Vicente, abuelo de Ignacio González Moreno, que contrajo nupcias con Josefina Ochoa Navarrete. De este enlace nacieron cinco hijos, el tercero de ellos fue el señor Ignacio González Ochoa, padre de González Moreno, quien continuó con el oficio de apastes. Con el paso de los años el oficio fue enriqueciéndose y perfeccionando sus técnicas de modela do, cada generación le imprimió un estilo

1 Un utensilio de cocina donde las mujeres se enjuagaban las manos al momento de tortear, a fin de que en el agua se quedaran los restos de masa.

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Nuestras Manos Artesanas

particular que dieron como resultado los productos que actualmente conocemos.

González Moreno mientras aprendía sobre la elaboración de esta artesanía, no descuidaba su formación académica. Éste concluyó sus estudios de primaria en el año de 1966, egresando de la escuela “Benjamín Sánchez”, actualmente conocida como “Instituto don Bosco” de la Congregación Salesiana de Sahuayo. Ignacio re cuerda con orgullo y nostalgia a su profesor el señor Bagatero y al padre Mario, pilares importantes en su educación.

Después de la escuela, Ignacio trabajaba hacien do pequeñas piezas de barro junto con su hermano y un primo, siempre bajo la atenta mirada de su padre. Todos laboraban en el taller con la firme intención de contribuir en la economía familiar. A pesar de su corta edad, mucha responsabilidad recaía en él. Como todo trabajador, se re gocijaba con cada pieza que lograba y se esforzaba por mejorar en cada momento. Para Ignacio, el taller representaba una oportunidad de aprendizaje, fue tal su gusto por su traba jo que lo denomina como “una pasión de vida”.

El taller se localizó en la casa paterna, ubicado aún en la calle Ja vier Mina, 332. La familia González ha elaborado todo tipo de piezas de barro como: utensilios de cocina, comales, vasos, ollas, machiguis, apastes y macetas de todo tama ño. También se han enfocado en la confección de ollas para el destila do y goteo del mezcal.

En la década de 1970 eran po cas las personas que se dedicaban a trabajar el barro y la demanda de pro ductos era constante, los habitantes buscaban los objetos con mejor calidad para utilizarlos en la cocina o como de coración de los hogares. Poco a poco el negocio se fue ampliando al grado que las piezas comenzaron a comercializarse en ciudades como Zamora, La Barca, Maza mitla y más pueblos de la zona lacustre de Chapala.

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En 1972 Ignacio González contrajo nupcias con la señora Ramona Munguía Cárdenas, originaria de Sahuayo, con quien procrearon cinco hijos: Andrés, Rosa María, Mónica, Teresa e Irene. En el taller de barro laboraba Ignacio, sus hermanos y sus respectivas familias, todo con la finalidad de cubrir la demanda de productos para los mercados regionales y hasta internacionales, ya que muchos extranjeros los adquirían; principalmente macetas, para llevarlas a sus lugares de origen. Ignacio, convencido de que debía continuar el legado familiar, enseñó no sólo a sus hijos a trabajar sino a hacerlo con pasión para que cada objeto fuera único. A pesar de que todos aprendieron, ninguno continuó sus pasos. Ignacio ha dado todo de sí para que la práctica de esta artesanía continúe.

Este recorrido por la vida de Ignacio muestra a un hombre que ha trabajado con el alma para mantener y enaltecer el trabajo de generaciones pasadas. Ignacio es resultado de un largo proceso de perfeccionamiento en la técnica de barro. En la actualidad, él conserva piezas hechas por sus abuelos orgullosamente sahuayenses, dichos objetos tienen una antigüedad cercana a los 80 años, son resguardados como un tesoro familiar y un testimonio del pasado cultural de los sahuayenses.

Ignacio es la última generación de sahuayenses en el arte de confeccionar apastes de adobe (charanda, lama, arena, tizate y tierra negra). Actualmente se concentra en cubrir los pedidos que llegan a su puerta. Desafortunadamente el negocio ha ido en decadencia. A pesar de ello, trabaja arduamente con una piedra y un trapo, busca más allá que la satisfacción de la necesidad, pretende Ignacio dejar un legado al modelar las piezas como si se tratara de obras de arte.

Nuestras Manos Artesanas 13
Apastes de Sahuayo

La Vida Escultorica de Sahuayo ´

ADOLFO CISNEROS GUZMÁN

DE METATERO A ESCULTOR

La presente biografía fue realizada con base en la entrevista realizada a Adolfo Cisneros Nieto el 29 de enero de 2017 en la ciudad de Sahuayo, Michoacán, México.

La ciudad de Sahuayo Michoacán contó con un prodigioso escultor cuya obra engalana diversos recintos religiosos no sólo del municipio, sino de la región Lerma-Chapala. Adolfo Cisneros Guzmán nació el día 28 de septiembre de 1905 en la comunidad de “La Cabaña” perteneciente a la jurisdicción de Sahuayo. Su padre, Pedro Cisneros Ramírez contrajo alianza matrimonial con María Guzmán y de la unión surgió Adolfo, el mayor de siete hermanos (cinco hombres y dos mujeres).

Adolfo Cisneros estableció lazos cercanos con la tierra que lo vio nacer, la mayor parte de su vida la pasó en su querido Sahuayo, tuvo salidas esporádicas a municipios circundantes donde solicitaban sus servicios de escultor. Con 31 años de edad contrajo matrimonio el 10 de junio de 1936 con Guadalupe Nieto Ceja, oriunda de la comunidad de “La Barranca del Aguacate” de la jurisdicción de Sahuayo. De este matrimonio nacieron cuatro hijos: Josefina, Guadalupe, Carlos y Adolfo Cisneros Nieto, este último mejor conocido como Fito y fue el único que continuó con el oficio de escultor.

Adolfo Cisneros fue un hombre de espíritu sencillo, de carácter noble y servicial. Sus prodigiosas manos transformaron la piedra cantera en bellas esculturas que hoy constituyen parte del patrimonio cultural de algunos municipios de la tierra michoacana.

Su talento le venía por tradición familiar. Antes de ser escultor fue metatero y lo comunicaba con orgullo a quienes le preguntaban sobre sus orígenes como artista. Aprendió las bases de la escultura por instrucción de su padre, quien había continuado con la herencia familiar de esculpir

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La Vida Escultorica de Sahuayo ´

metates y molcajetes. Los primeros trabajos que realizó recayeron en pequeñas cruces y figurillas de changos que servían como decoración en las pilastras del interior de las casas. Sin embargo, nunca dejó de lado la elaboración de metates y molcajetes.

Con pasión y talento fue perfeccionando su técnica, de tal manera que acaparó la atención del entonces padre vicario del templo del Sagrado Corazón de Jesús, el presbítero Miguel Serrato. El sacerdote después de ver el trabajo artesanal de Adolfo Cisneros se convenció de su singular talento y decidió enviarlo por un corto tiempo a la ciudad de Guadalajara para que aprendiera del arte desde la perspectiva de otro artista y desarrollara técnicas escultóricas más complejas, se sabe de la existencia de un maestro que influyó notablemente en su estilo, pero se desconoce su nombre.

La mayor parte de la vida de Adolfo la dedicó a trabajar para el gozo y creatividad del padre Miguel Serrato, realizaba todas las esculturas que este dibujaba, desde 1922 hasta la muerte del mencionado sacerdote. La finalidad de esculpir estas obras era regalarlas a personas apreciadas por el clérigo, por esta razón la obra escultórica de Adolfo Cisneros yace en múltiples parroquias del occidente michoacano, pero también el padre Serrato engalanó a la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús con una importante colección del artista.

Por medio de este sacerdote, el escultor conoció al jiquilpense Lázaro Cárdenas del Río, ex presidente de México, quien era muy amigo del padre. Don Lázaro Cárdenas, a partir de 1941, comenzó a comprar la obra de Cisneros con la finalidad de mandarlas fundir en bronce en la ciudad de México, la réplica metálica era obsequiada a visitantes distinguidos, mientras que la original era conservada por él en alguna de sus propiedades. Fue tanta la admiración del general Lázaro Cárdenas por Cisneros, que tres meses antes de morir el escultor, el ex mandatario visitó la ciudad de Jiquilpan y lo mandó llamar con la finalidad de adquirir una pieza que hoy se exhibe en el municipio de Villamar. La escultura referida es una piedra porosa que en uno de sus lados se haya forjada la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción y por otro lado una de San Francisco de Asís, siendo éste el último trabajo que realizó don Adolfo Cisneros.

En su tierra querida, realizó en colaboración con el padre Miguel Serrato unas catacumbas estilo paleocristiano en los años 20’s, las cuales conservan un singular parecido con las de San Calixto en Roma, éstas se encuentran bajo el Templo del Sagrado Corazón de Jesús. Durante la Revolución Cristera, suscitada entre los años 1926 a 1929, esta construcción sirvió como resguardo para los cristeros ante las fuerzas federales, en dicho recinto también se oficiaron misas clandestinas ya que el gobierno castigaba con la muerte a quienes fuesen sorprendidos profesando su fe; además sus tú-

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neles sirvieron como pasadizos secretos en todo el pueblo, la voz popular afirma que éstos conectaban con el asilo de ancianos frente al mencionado templo, con otro que estuvo ubicado en el Mercado Morelos, con el Santuario de la Virgen de Guadalupe y calles cercanas a este lugar y, con el “Cerro de Santiaguillo”, donde años más tarde se construyó un templo y monumento dedicado a Cristo Rey. En estas catacumbas reposaron desde 1945 hasta mayo de 1966, los restos de San José Sánchez del Río, junto con más cristeros que dieron la vida en defensa de su fe. También se encuentra con el lema “Ecce Sacerdos”, una réplica de la silla usada por San Pedro y varios papas que le sucedieron a su pontificado; está construida con piedra y mármol. En la actualidad, el recinto preserva los restos de personas del municipio que han sido consideradas que murieron en estado de santidad.

Cisneros Guzmán esculpió incontables imágenes que el padre Serrato encargó; sin embargo, afirma su hijo Adolfo Cisneros Nieto que quedaron bajo resguardo a la muerte del sacerdote como parte de un pequeño museo parroquial. Más de 50 piezas embellecían el sitio, pero muchas han desaparecido con el paso del tiempo. Cabe señalar que las obras más destacadas de esta colección reproducen a personajes sahuayenses partícipes en el movimiento cristero.

La obra de Adolfo Cisneros llegó hasta Santiago Tangamandapio, que se vio privilegiado en contar con trabajos de gran escala del escultor. En 1959 se designó como párroco de la parroquia de Santiago Apóstol a Enrique Mireles, oriundo de la ciudad de Sahuayo. Su antecesor, Emiliano del Río emprendió la remodelación del templo que comprendió la sustitución de tejado por concreto y construcción de la cúpula, al ser removido de la parroquia quedaron incompletos los trabajos y fue Enrique Mireles, entre 1959-1970, el que solicitó a Cisneros llevase a cabo la construcción de tres retablos, dos laterales y el retablo mayor en donde se colocarían las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús, Santiago apóstol y de la Virgen María en la advocación de la Medalla Milagrosa.

El escultor se trasladó de Sahuayo a Tangamandapio acompañado de dos de sus hermanos, pero a su llegada se enfrentó a un nuevo proyecto, los ganaderos le solicitaron esculpiera una imagen de Cristo Rey del Universo, réplica de la ejecutada en su tierra de origen con la firme intención de agradecer por el fin de la fiebre aftosa que acabó con muchas reses. Ante la simultaneidad de proyectos, Cisneros diseñó y dejó como responsables de los retablos a sus hermanos mientras que él realizaba los trabajos de Cristo Rey, que actualmente yace en la loma conocida como “La Peña”.

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Los hermanos labraron los bloques de cantera y Adolfo sólo revisaba o corregía en caso de ser necesario, en lo concerniente a las piezas más complejas las esculpía él mismo.

El Cristo Rey de Tangamandapio fue elaborado con piedra proveniente del mismo banco que el Cristo Rey de Sahuayo, mientras que la cantera del retablo fue extraída de Tangamandapio1. El trabajo realizado por el sahuayense impactó al cura Mireles así como a muchos pobladores que solicitaron obras de carácter religioso, en la actualidad se desconoce el paradero de todas las imágenes de culto que ejecutó para particulares en Tangamandapio.

Para la ejecución del Cristo Rey del Universo de Tangamandapio tomó como modelo el realizado en el cerro de Santiaguillo en Sahuayo y a este último se le considera como su máxima obra. Antes de que surgiera la iniciativa en el padre Luis Amezcua Calleja de construir un monumento a Cristo Rey, el cerro de Santiaguillo era utilizado por los cristeros como cuartel, ya que desde ahí podían observar toda la ciénega de Chapala.

En el año de 1959, por voluntad del padre Luis Amezcua se construyó el monumento para que se pudiera recordar y rendir culto a todos los mártires que dieron su vida durante la Revolución Cristera. Dicho monumento, fue esculpido en cantera rosada y su proceso de construcción llevó ocho meses; mide el cuerpo 4 metros de altura y 1 metro la base que simula una nube, sobre la cual reposa una corona y un cetro. El maestro en albañilería Jesús Vega, estuvo encargado de la construcción del pedestal de 15 metros, el cual se terminó en 1963, está hecho de concreto armado y fue cubierto por Adolfo Cisneros con piedra volcánica negra. El Cristo Rey del Universo de Sahuayo se conserva en buen estado, con los brazos abiertos recibe a todos los visitantes de la Ciénega de Chapala.

Este pequeño recorrido por la vida y obra de Adolfo Cisneros, muestra al hombre que, con marro y cincel, supo hacer recordar su nombre en los anales de las generaciones. Falleció el 28 de julio de 1968 a causa de un derrame cerebral. El cariño del pueblo se vio manifestado a lo largo de los tres días en que fue velado, incontables rosarios y misas se oficiaron por su persona a cargo de amigos sacerdotes que lo apreciaron en vida.

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1 Existe discordancia entre el origen de la materia prima, algunos argumentan que el Cristo Rey y los retablos fueron creados con piedra cantera de Sahuayo mientras que Adolfo Cisneros Nieto refiere que los retablos son con piedra tangamandapense y el Cristo con cantera Sahuayense.

con el Santo Sahuayense

SARA OCHOA RANGEL, LA AMIGA DE JOSELITO

Alejandra Suárez Arceo

Entrevista realizada a Raúl Ochoa Ochoa y a Jonathan Salvador Ochoa Herrera, en la ciudad de Sahuayo en noviembre de 2020.

Aprincipios del siglo XX, Sahuayo vivió la dinámica de un pueblo rivereño del lago de Chapala. Los pobladores fueron testigos de los estragos y virtudes que provocó la desecación del cuerpo de agua más grande del país, iniciativa llevada a cabo por empresarios con la venia del presidente Porfirio Díaz. Fue en 1912, cuando se sufrió la ruptura del bordo que vino a desecar la región Ciénega. Las nuevas tierras quedaron en manos de los ricos empresarios y hacendados, lo que generó descontento entre los pobladores de los pueblos cercanos al lago.

Como en el resto del país, en Sahuayo la inestabilidad política y social quedó evidenciada a través de distintos tipos de resistencias y movimientos en contra del gobierno. Uno de los levantamientos fue dirigido por los campesinos que demandaban, les fueran devueltas sus tierras, que yacieron por aquellos lares.

En la segunda década del siglo XX, Rafael Picazo volvió del destierro municipal en el que se encontraba por causas políticas “y con relativa facilidad asumió la jefatura del municipio […] Como principio de cuentas, convenció a una parte de la comunidad indígena de su terruño que se dejara de solicitar la restitución de las breves y pobres tierras que les habían robado y solicitaran la dotación de los grandes y pingües terrenos de los ricos sahuayenses” (González, 1998:135).

En la escena nacional, en 1924 asumió la presidencia del país el licenciado Plutarco Elías Calles. Por su parte, Rafael Picazo consiguió una diputación federal. Con el paso de los años las tensiones entre la Iglesia y el Estado aumentaron y desencadenaron la lucha armada, Sahuayo participó activamente en el movimiento que

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defendía la fe. A pesar de las acciones de los católicos que alteraban el orden, Picazo aseguró: “mientras yo mande en este distrito, no se colgará a ningún cura” (González, 1998:136).

La lucha armada en Sahuayo inició la mañana del 3 de agosto de 1926 cuando una pequeña tropa federal, atendiendo las órdenes de sus superiores, se disponían a cerrar el templo de Santiago Apóstol para llevar a cabo un inventario de bienes, “faltaban unos cuarenta metros para que llegasen a la plaza de armas cuando dos mujeres, María Arregui y Lola Espinosa, al grito de ‘Viva Cristo Rey’ vaciaron las cargas de sus pistolas contra la policía” (Gudiño, 1978:20).

El acontecimiento generó posturas encontradas entre los pobladores. Las autoridades civiles sancionaron de manera más severa a los pobladores que participaron en los levantamientos armados y el descontento de los católicos por las acciones del gobierno aumentó. Este fue el escenario de pubertad de José Sánchez del Río, el santo cristero de Sahuayo. José nació el viernes 28 de marzo de 1913 y fue el sexto hijo del matrimonio conformado por el señor Macario Sánchez Sánchez y la señora María del Río Arteaga.

La familia de José Sánchez contó con recursos monetarios suficientes que permitió tener ayudantes en los quehaceres del hogar. Una de las personas que apoyó en la limpieza de la casa, ubicada en la actual calle Tepeyac, fue la señorita Pabla Rangel Rizo. Ésta gozó de la confianza de los Sánchez al grado que le permitían llevarse a Joselito a casa de sus padres para que pudiese cuidarlo y que el niño disfrutara de las bondades del campo que el Barrio del Seminario otorgaba.

La casa de los padres de la señorita Pabla también era punto de encuentro de sus sobrinos. Fue ahí donde Joselito conoció a Sarita, sobrina de la señorita Rangel, y entablaron una amistad infantil. Sara Ochoa Rangel nació en Sahuayo el 1 de febrero de 1917 y fue hija del señor Francisco Ochoa Cárdenas y la señora María Rangel Razo. Sara fue la tercera de cinco hijos que tuvo el matrimonio Ochoa Rangel: Esther, Esperanza, Alfredo y María de Jesús (viva).

Desde joven Sara se distinguió por ser muy trabajadora y servicial, y fue una mujer católica de valores sólidos producto de la formación que sus padres le otorgaron. La familia de Sara estuvo íntimamente ligada a las labores del campo, contaron con vacas y con la leche se fabricaban pro-

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con el Santo Sahuyense

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ductos que se vendían en el pueblo.

Sara Ochoa aprendió el proceso de cómo hacer queso, chongos, cajeta, crema, requesón, por mencionar sólo algunos. Quienes la conocieron, aseguran que como buena sahuayense tenía alma de comerciante y en cualquier situación veía una oportunidad de negociar y emprender. Además de los productos lácteos, vendió leña y más objetos que ella misma elaboraba.

Quienes tuvieron la oportunidad de convivir con ella, señalan con profundo cariño, que fue una mujer cercana a las necesidades de los demás. Siempre estuvo al pendiente de su familia y luchó arduamente para que nada les faltara a sus hermanos y sobrinos. Sara Ochoa Rangel fue testigo de la compleja situación que vivió Sahuayo durante el movimiento cristero. Ella relató que acompañó a una de las tías de Joselito a llevarle de comer a los cristeros que tenían presos en el templo de Santiago Apóstol, particularmente, donde antiguamente era el baptisterio.

Concerniente a José, Sara recordaba la vez que regresaban de traer leña y su amigo le hizo la travesura de arrojarla al estiércol de las vacas. También cuando José se subió a un huizache del que no pudo bajar y duró horas arriba hasta que uno de sus tíos fue a ayudarlo. Sara reconoció que la amistad que tuvo con José fue tan significativa que él terminó regalándole, antes de marcharse a tierras de Cotija, una fotografía de su primera comunión. En la fotografía, el ahora santo escribió con su puño y letra una dedicatoria que decía: “Con cariño para mi amiga Sara Ochoa, de José Sánchez del Río”.

En 2005, en Sahuayo se vivía con júbilo la beatificación de José Sánchez del Río. Con la finalidad de hacer réplicas de la imagen, a Sara le pidieron la fotografía que amablemente cedió, pero jamás se le regresó, al menos no la original, en su lugar le entregaron una estampa. Al respecto, Sara, sentada en una silla a la entrada de su casa, miraba de frente el cuadro que tantos recuerdos le traía de su amigo de la infancia y a todo aquel que la visitaba le contaba: “me quitaron mi foto y me pusieron ahí esa, pero no es la mía”.

Sara vivió una vida plena, dedicada a su trabajo, su familia y sus recuerdos. Falleció el 29 de abril de 2016 con 99 años de edad. Pensando en el trascender del buen cristiano, quizá ahora se encuentra gozando del Reino de los cielos, jugando como cada día con su amigo José, entre nubes y campos de verde esplendor.

Gudiño, 1978. “Recuerdos de Sahuayo”. González, 1998. “Sahuayo”.

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EL PADRE GIRARTE, TESTIGO DE SU PUEBLO

Desde hace algunos días he sentido la ausencia de Vicente. No veo el postigo abierto de su puerta, ni voy a la casa cada noche a ayudarle a acostarse. Algunas personas que encuentro en la calle me han comentado: “yo pasaba por ahí todos los días y le pedía una bendición”. Hoy ya no está y lo extraño.

A Vicente habrá que considerarlo desde tres puntos de vista: como sacerdote, formador de juventudes y escritor.

En esta breve nota que hoy le dedico quiero ocuparme de su trabajo como escritor. Vicente Girarte publicó 17 libros, casi todos de poemas. Fue un poeta cuyas figuras no se visualizaban con la palabra tierna, sino que sus poemas son como él mismo: crítico, rebelde, atrevido, profundo y categórico en la concepción poética de sus figuras. Ganó premios en muchos concursos del país: Taxco, Acaponeta, Tepic, Papantla, Oaxaca, Jiquilpan, Jacona, Morelia, Fresnillo y Sahuayo. Es el único poeta de Sahuayo que logró ganar los Juegos Florales Guadalupanos. En el poema “Testigo de mi pueblo”, donde a pulso de son y de palabras hizo camino hacia la libertad de una poesía alejada de toda atadura e impulsa su voz dogmática:

Ve empuñando la voz para que hablen de ti los que llevan atada la palabra.

Vicente Girarte contó con amigos que le patrocinaron sus publicaciones y en sus presentaciones siempre levantó la voz de la gratitud a quienes hicieron posible que sus palabras salie-

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Constructores de Identidad

ran a la calle y escuelas, y encontraran oídos que le escucharan. Sus poemas fueron, muchas veces, considerados en las declamaciones escolares que llevó a alumnos a lograr triunfos en los concursos escolares.

Sin duda alguna, el legado poético de Vicente Girarte es valioso. Fue un poeta en el que no existe un verso vacío, en cada línea encontramos un pensamiento que sacude, que incita a la reflexión y que permite gozar la magia de una figura poética construida a marro y cincel como los viejos tiempos de nuestro Sahuayo.

Yo nací de la cepa del pueblo; cuando la casa era de adobe y la tierra del piso nos pintaba la cara.

Cuando la calle amplia como ese corazón abierto de mis gentes caminaba empedrada.

Cuando leemos y releemos sus poemas, parece que de cada línea salta, como chispa de agua o como luz que irradia los espacios, un artista del hombre que supo hacer de su palabra el fiel testimonio de su vida, en cada oración se retrata a sí mismo y sus libros se vuelven un catecismo de conceptos humanos que exultan y ennoblecen nuestras vidas.

Él fue mi hermano, ustedes lo saben. Antes que yo, él fue un poeta. En sus días de seminario escribió la bitácora de su vocación literaria. En la familia, él fue la figura principal por su investidura de seminarista. Yo lo admiré por sus escritos en un periódico que él publicaba. Ahí pude leer sus primeros versos en los que ya destacaba una intensa rebeldía y una madurez en la palabra poco común en un joven de su tiempo.

Si yo soy escritor es por Vicente y gracias a mis escritos he conocido México y he podido caminar por el mundo. Cuando Vicente volvió del seminario llegó con muchos libros, (casi todos de literatura), a mí me sobraba tiempo y leí cada uno de ellos. Me hice un adicto a la lectura. Él fue mi crítico más rigorista y de él aprendí que en la poesía no hay que poner palabras de más. Cuando comencé a ganar premios aquí y allá, los ilustres poetas del pueblo dijeron que era Vicente quien los escribía, que yo, un muchacho ordinario, no podía ser capaz de ganar premios importantes. Y eso, más que molestarme, me enorgullecía porque de esa manera exaltaban la calidad lírica de mi hermano.

Ha pasado el tiempo. Hoy siento su ausencia. Entro a la casa y lo busco en los rincones, observo su equipal desde el 27 de octubre vacío y le digo, como siempre: “aquí estoy”. Recuerdo que él reaccionaba con sus ojos ya cansados y mecía con voz casi perdida una y otra cosa como si a diario me esperara para contarme lo que estaba pasando con su pueblo.

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DANZA DE SAN VITO EN SAHUAYO

En el siglo XIX, distinguir y clasificar correctamente las enfermedades fue un problema y generó variedad de términos para referirse a un mismo padecimiento. La diminuta presencia de médicos en ciudades y pueblos de Michoacán así como la carencia de hábitos de higiene de la sociedad permitieron que las enfermedades se desarrollaran con facilidad. Había enfermedades misteriosas que médicos, autoridades y pobladores trataron de asociarla, muchas veces de manera errónea, con alguna conocida.

El siglo decimonónico michoacano se caracterizó por constantes guerras, inestabilidad política, económica y social; por el surgimiento de bandoleros y el desarrollo de epidemias misteriosas. Una de ellas se presentó en Sahuayo, distrito de Jiquilpan. En agosto de 1871 apareció un “mal desconocido” en algunas niñas de la escuela municipal,1 éstas registraron convulsiones, parálisis y movimientos involuntarios.2

1 La escuela municipal de niñas se ubicó en una de las casas de la calle Cinco de Mayo.

2 Hemeroteca Nacional Digital de México (En lo sucesivo HNDM), La Voz de México. Diario político, religioso, científico y literario de la Sociedad Católica, Tomo III, Núm. 102, Ciudad de México, miércoles 1 de mayo de 1872, p. 3.

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El Colegio de Michoacán

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Cinco fueron las afectadas y la autoridad escolar y municipal consideró que el problema no era grave. Los integrantes del ayuntamiento enfocaron sus esfuerzos en consolidar el gobierno liberal, apaciguar levantamientos contrarios, recaudar fondos y desintegrar los grupos de bandoleros que asechaban al pueblo, ranchos y caminos.

En diciembre de 1871 el gobierno local y distrital informó de la presencia de una rara enfermedad que producía convulsiones en las niñas y niños entre cinco y quince años de edad.3 En los últimos días de abril de 1872 los síntomas atacaron a más de 200 niños y niñas, la situación alarmó a las autoridades y habitantes, y el panorama fue de incertidumbre ante la enfermedad desconocida.

Los testimonios publicados en la prensa señalan que era común ver como a los niños en la calle, muy alegres en sus juegos, los atacaba el mal de tal modo que tenían que ser llevados en hombros a sus casas.4 Con base en los movimientos involuntarios presentados en los niños y niñas de Sahuayo se creyó que la causa era la enfermedad conocida como Danza de san Vito.

El aumento de casos en los últimos días de abril se conoció en la capital del estado a través del texto publicado en el semanario El Pensamiento Católico. El relato se tituló: “En el pueblo de Sahuayo ha resultado una enfermedad de convulsión, conocida con el nombre de Danza de san Vito”,5 y puso de relieve el complejo panorama que se vivía en el pueblo al no tener conocimiento de cómo contrarrestar el mal “que se propaga tanto que el número de achacosos ya asciende a 200 siendo las niñas y niños los más perjudicados”. 6

La situación de Sahuayo se conoció en Michoacán y en otros estados de la República. El 1 de mayo de 1872 el diario editado en la Ciudad de México La Voz de México transcribió el texto publicado en el semanario michoacano. La noticia fue de interés para otros periódicos de la capital del país y aunque no acaparó la primera plana, sí se le dio difusión al brote epidémico de Sahuayo. Un día después de la aparición en La Voz de México, el diario El Siglo Diez y Nueve hizo lo propio y tituló su apartado: “Horrible enfermedad”,7 mientras que El Correo del Comercio lo anunció como “Danza de san Vito en Sahuayo” el 3 de mayo de 1872.8

3 HNDM, La Voz de México, Tomo III, Núm. 102, Ciudad de México, miércoles 1 de mayo de 1872, p. 3

4 HNDM, La Voz de México, Tomo III, Núm. 102, Ciudad de México, miércoles 1 de mayo de 1872, p. 3

5 HNDM, La Voz de México, Tomo III, Núm. 102, Ciudad de México, miércoles 1 de mayo de 1872, p. 3

6 HNDM, La Voz de México, Tomo III, Núm. 102, Ciudad de México, miércoles 1 de mayo de 1872, p. 3

7 HNDM, El Siglo Diez y Nueve, Tomo 54, Núm. 9977, Ciudad de México, jueves 2 de mayo de 1872, p. 3

8 HNDM, El correo del Comercio, Año II, Núm. 365, Ciudad de México, viernes 3 de mayo de 1872, p. 3

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Danza de san Vito

La prensa estatal y nacional registró que las primeras enfermas presentaron convulsiones, parálisis y movimientos involuntarios. Se desconoce si todas manifestaron el mismo cuadro clínico así como el orden de aparición de los síntomas. Cuando se informó que el número de contagiados había aumentado a más de doscientos, se añadió a la sintomatología la presencia de fiebres, dolores musculares y de faringe.

El brote epidémico se asoció con la Danza de san Vito. Los afectados “andaban por las calles haciendo contorsiones lastimosas y gesticulaciones involuntarias, moviendo un pie, una mano, o ambos pies y manos con terrible ansiedad como el estertor del agonizante que está en el postrer momento, o como un atacado de hidrofobia canina”.9

En la actualidad se tiene claro que el término Danza de san Vito fue un genérico para referirse a varias enfermedades que producían convulsiones y movimientos involuntarios. Pero, ¿qué tiene que ver el santo con la enfermedad? La leyenda cuenta que Vito, adolescente siciliano de 13 años, murió torturado junto a su nodriza Crescencia y su tutor Modesto, ambos cristianos, por no renegar de su fe en el año 303. 10

La iconografía muestra al santo dentro de una caldera, haciendo referencia a la muerte en aceite hirviendo que Dioclesiano le había preparado como premio por haber erradicado de su hijo

9 HNDM, La Voz de México, Tomo III, Núm. 102, Ciudad de México, miércoles 1 de mayo de 1872, p. 3.

10 Guillermo Murillo-Godínez, “La corea de Sydenham o danza de San Vito” en Revista Electrónica de Portales Medicos. com, Vol. X, Núm. 14, agosto 2015, consultado: 11/11/2020. Disponible: https://www.revista-portalesmedicos.com/revista-medica/corea-de-sydenham-danza-san-vito/

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unos horribles ataques epilépticos que padecía desde niño. Los asistentes esperaban que el adolescente muriera achicharrado, sin embargo, “el santo se arremangó la capa y empezó a bailar que contagió a toda la corte imperial empezando por el emperador”.11 Otros señalan que durante su martirio Vito sufrió terribles convulsiones que permitieron la asociación del santo con la enfermedad convulsiva denominada Chorea sancti viti (Danza de san Vito).

El término Danza de san Vito o manía danzante se popularizó en Europa durante la Edad Media. Uno de los incidentes más antiguos conocidos se produjo en la década de 1020 en Bernburg, donde 18 campesinos comenzaron a cantar y a bailar de manera obscena e incontrolable alrededor de una iglesia alterando el orden.12 En Estramburgo, en 1518, se produjo en el mes de julio una epidemia de baile. Una mujer presentó síntomas de movimientos involuntarios y parecía bailar en la calle, en cuatro días se le unieron 33 personas y en un mes ya había más de 400.13

En la Europa medieval, la aparición de convulsiones y movimientos involuntarios eran consecuencia de los pecados que habían cometido, por lo tanto, la única curación posible era el peregrinaje a las ermitas de los santos protectores, principalmente, a la de san Vito.

¿Por que surgió la enfermedad en Sahuayo?

Igual que en Europa, en Sahuayo, la epidemia de Danza de san Vito se interpretó como consecuencia de los pecados cometidos por los habitantes. El colector de diezmos de Jiquilpan, Luis G. Rangel, se manifestó poseído de pánico por los acontecimientos registrados en abril de 1872. El primero, un temblor (03/04/1872) que se sintió en diversos estados del país pero, fue en Oaxaca donde se registraron daños significativos.14 En Sahuayo el temblor apenas se sintió.15 El señor Rangel atribuyó el evento a causas divinas y temió que “Jiquilpan y Sahuayo sufrieran el mismo desenlace que Pompeya y Herculano con los terremotos que las sepultaron en las lavas del Vesubio”.16

11 José Luis Rodríguez Plascencia, “Algunos personajes proverbiales y del refranero” en Biblioteca virtual Miguel de Cervantes, consulta: 17/11/2020. Disponible: http://www. cervantesvirtual.com/obra-visor/algunos-personajes-proverbiales-y-del-refranero-783976/ html/

12 La Razón, “Coreomanía: la epidemia en la que se bailaba hasta morir” en La Razón. Consultado: 17/11/2020. Disponible: https://www.larazon.es/cultura/20200629/pcjxtti5e5dbbktvjalf4t6jle.html#:~:text=No%20obstante%2C%20uno%20de%20los,Arnstadt%2C%20tambi%C3%A9n%20saltando%20y%20bailando.

13 Idem.

14 HNDM, La Voz de México, Tomo III, Núm. 78, Ciudad de México, miércoles 3 de abril de 1872, p. 3.

15 HNDM, El Siglo Diez y Nueve, Tomo 54, Núm. 10037, Ciudad de México, lunes 1 de julio de 1872, p. 2

16 HNDM, El Siglo Diez y Nueve, Tomo 54, Núm. 10037, Ciudad de México, lunes 1 de julio de 1872, p. 3.

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El segundo, la enfermedad danzante. Él consideró que la enfermedad respondió a un castigo de Dios que se dirigió a niñas y niños por ofensas cometidas por sus padres. Por lo tanto, la manera en que se podía aplacar la ira divina era “haciendo preces [oraciones] y rogativas a Dios nuestro Señor”.17 En una sociedad profundamente religiosa como Sahuayo, un importante sector poblacional compartió las ideas del colector de diezmos de Jiquilpan.

En menor número y en contra de la explicación religiosa, alzaron la voz algunos pobladores que afirmaron que la epidemia tenía una explicación natural. Crescencio García, oriundo de Cotija y fundador del primer periódico del que se tiene noticia en Sahuayo: Hombre Magnético (1864),18 sostuvo que la interpretación de Rangel era una blasfemia y era inconcebible mostrar a un Dios ciego de cólera que atormentaba a inocentes y tiernos niños por ofensas cometidas por sus padres.19

Para él, el colector de diezmos “era torpe en sus raciocinios, blasfemo y falso calumniador del mismo Dios que adora”.20 En su concepción, las contracciones involuntarias presentadas por los niños y niñas de Sahuayo no podían explicarse desde el plano de la teología, sino de la naturaleza y ciencia. García planteó que el surgimiento del brote y el aumento de casos tenían relación con el territorio, el agua y el sol. Éste informó que en 1871 la temporada de precipitaciones fue intensa y aumentó considerablemente el nivel del agua del Lago de Chapala inundando la “inmensa playa

17 HNDM, El Siglo Diez y Nueve, Tomo 54, Núm. 10037, Ciudad de México, lunes 1 de julio de 1872, p. 3.

18 Luis Arceo Preciado, Sahuayo, y… (las cosas que no vivimos), Sahuayo, Edición del autor, 2013, p.27.

19 HNDM, El Siglo Diez y Nueve, Tomo 54, Núm. 10037, Ciudad de México, lunes 1 de julio de 1872, p. 3.

20 HNDM, El Siglo Diez y Nueve, Tomo 54, Núm. 10037, Ciudad de México, lunes 1 de julio de 1872, p. 3.

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salitrosa en la que se encontraba el pueblo de Sahuayo”.21 La filtración de agua permitió que las sales contenidas en la tierra salieran a la superficie y generaran “ese olor sui generis”.

Don Crescencio García puntualizó que en el momento que apareció la enfermedad, el terreno circundante al pueblo se encontraba inundado, con el paso del tiempo, la temperatura aumentó y el agua se evaporó pero también aumentaron de manera significativa el número de enfermos. Él no tenía duda que “el aumento de la evaporación de las humedades salinas y la reacción que sobre ellas ha ejercido el calor… producía ácido nítrico que permanecía en el aire causando multitud de fenómenos fisiológicos y patológicos”.22

La interpretación de García tuvo como pilares los trabajos del químico germano-suizo Christian Friedrich Schönbein, del físico francés Alexandre-Edmond Becquerel y del fisicoquímico inglés John Frederic Daniell. Desconocemos cuáles textos fueron los que llegaron a sus manos y cómo los adquirió; sin embargo, los mencionados personajes permitieron que García propusiera que las alteraciones químicas del ozono eran las causantes de la propagación de la enfermedad de san Vito o Corea eléctrica en Sahuayo. Pero, para comprobar la hipótesis era necesario “el uso de un ozonoscopio para reconocer la falta o sobra en la atmósfera de ozono”.23

Se desconoce si las autoridades municipales o grupos particulares dieron seguimiento a la teoría de don Crescencio García. De igual manera, no se cuenta con información que permita observar el impacto que tuvo la suposición de García en la comunidad científica local, estatal y nacional.

La epidemia de Sahuayo se siguió con interés en otras ciudades de la República a través de los diarios y semanarios. Es probable que se hayan construido múltiples hipótesis para explicar el fenómeno presentado en Michoacán pero pocas quedaron registradas en la prensa. Entre las publicadas localizamos la de José Miguel Macías, director del periódico El Progreso de Veracruz, éste sostenía que la enfermedad era resultado de la precaria educación higiénica de la sociedad.24 Para él, la Danza de san Vito de Sahuayo era preocupante porque si no se lograba contener, el número de casos incrementarían y otras poblaciones se verían afectadas.

Macías temió que la enfermedad llegara a tierras veracruzanas. En caso de que así pasara, propuso para Sahuayo y Veracruz (en caso de presentarse) cinco recomendaciones para manejar la información del brote epidémico que sirvieran como referente para otros pueblos que presentaran dicho problema. Las sugerencias eran las siguientes:

1.Recabar información pedagógica sobre la epidemia coreiforme.

2.Ministrar informes parciales sobre el asunto de Sahuayo.

3.Solicitar auxilio a la Real Asociación Médica de Pedro Escobedo.

4.Solicitar auxilio a otras asociaciones establecidas en la República.

5.Publicar el resultado final de la información.

Con base en la nota de José Miguel Macías, el brote presentado en Sahuayo no tenía pre-

21 HNDM, El Siglo Diez y Nueve, Tomo 54, Núm. 10037, Ciudad de México, lunes 1 de julio de 1872, p. 3.

22 HNDM, El Siglo Diez y Nueve, Tomo 54, Núm. 10037, Ciudad de México, lunes 1 de julio de 1872, p. 3

23 HNDM, El Siglo Diez y Nueve, Tomo 54, Núm. 10037, Ciudad de México, lunes 1 de julio de 1872, p. 3.

24 HNDM, La Iberia, Año VI, Núm. 1567, Ciudad de México, jueves 16 de mayo de 1872, p. 3.

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cedentes, se tenía noticia de posibles casos de Danza de san Vito en otras partes del país pero no como epidemia, de ahí la exhortación a los facultativos del estado de Michoacán que atendieran la enfermedad de manera prioritaria.

Tratamiento de la enfermedad

La medicina mexicana y michoacana de la segunda mi tad del siglo XIX permanecía alejada del conocimiento y progreso europeo. Prevalecía una medicina especulativa. En los pueblos se carecía de médicos y donde lo había, éste atendía a los enfermos sin los cuidados correctos, pues se ignoraban muchos padecimientos y los medios de propagación. Ni siquiera se distinguía claramente en tre unas enfermedades y otras con clínica parecida.25

Las autoridades de Sahuayo no tenían seguridad de qué enfermedad era la que atacaba a los y las niñas pero la atribuyeron a la Danza de san Vito. Se desconocía el origen y tratamiento de dicho padecimiento por lo que el gobierno se ajustó a recomendar que los padres impi dieran que los niños jugaran en la calle con el objetivo de evitar que adquirieran el mal. A los niños y niñas que presentaron los síntomas se les administraban in fusiones de plantas medicinales (manzanilla, azares, to millo, hierbabuena, árnica, hinojo, fresno y eucalipto), se les recomendaba reposo, baños, purgas, gimnasia, masajes y en algunos casos, el uso de ventosas de cristal para extraer sangre y el mal de los enfermos.

El tratamiento con base en plantas medicinales no resultó del todo efectivo, la prensa señaló que el padeci miento era atroz, día y noche afectaba a los infantes sin mues tra de mejoría.26 En la misma prensa se anunciaron remedios y píldoras “milagrosas” que sanaban en breve tiempo a los enfermos de Danza de san Vito. De las más promocionadas fueron las “Píldoras vege tales de la vida” inventadas y preparadas por el doctor en medicina y cirugía Wrigiit y prueba de su eficacia “la aprobación y recomendación de infinitas personas que han sido curadas”.27

25 Enrique de la Figuera von Wichmann, “Las enfermedades más frecuentes a principios del siglo XIX y sus tratamientos” en María Lourdes de Torres (coord.) Los Sitios de Zaragoza: Alimentación, Enfermedad, Salud y propaganda, Zaragoza, Diputación de Zaragoza, 2009, pp. 153.

26 HNDM, El Siglo Diez y Nueve, Tomo 54, Núm. 10037, Ciudad de México, lunes 1 de julio de 1872, p. 3.

27 HNDM, El Ferrocarril, Tomo V, Núm. 62, Ciudad de México, lunes 18 de marzo de 1872, p. 4

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Las píldoras se anunciaban como las más eficaces conocidas para cortar las flemas, limpiar el estómago, para curar las indigestiones, afecciones biliosas o nerviosas, dispepsia, inflamaciones interiores o exteriores, y todas las enfermedades del hígado, gota, reumatismo, lumbago, movimientos convulsivos de dolor, fiebre amarilla, hidropesía, corea (o Baile de san Vito), epilepsia (o gota coral), apoplejía, parálisis, perlesía, opilación. También para todas las obstrucciones a que las mujeres estaban sujetas: inflamaciones del estómago y vientre, flujos de toda clase, inflamaciones, llagas en el útero y en la cadera, gonorreas, tosferina, fiebre escarlatina, viruelas, sarampión, asma, ictéria, mal de piedra, cálculo y todas las obstrucciones de orina.28

En resumen, se vendían como píldoras curativas de toda enfermedad. Para conseguirlas, los interesados debían ir al despacho de la imprenta del periódico El Ferrocarril a la Ciudad de México pues ahí se vendían. En cuanto al precio, las “píldoras vegetales de la vida” eran distribuidas en cajitas de seis docenas de pastillas cada una y valían un peso, la docena 10 pesos y la gruesa 100 pesos.29 Es probable que los pobladores con recursos económicos suficientes hayan recurrido a estas pastillas como tratamiento de dicho mal pues eran las más promocionadas en México antes y después del brote epidémico de Sahuayo.

Conclusiones

Las noticias de la epidemia de Danza de san Vito en Sahuayo dejaron de aparecer en los periódicos a finales de 1872, puede inferirse que el mal fue controlado y el número de casos no aumentó. En noviembre y diciembre de ese año, las noticias relacionadas con el pueblo de Sahuayo centraron su atención en los problemas de seguridad generados por las gavillas de bandoleros. En años sucesivos no se volvió a tratar el tema de la epidemia, por consecuencia, es pertinente suponer que la enfermedad logró ser combatida.

Hoy sabemos que el causante de dicho brote fue la enfermedad de Chorea de Sydenham cuyo nombre se debe al médico Thomas Sydenham (1624-1689) quien la describió. La enfermedad es causada por una infección con bacterias llamadas grupo A Streptococcus. Estas bacterias causan fiebre reumática (FR) y faringitis estreptocócica, que pueden reaccionar con una parte del cerebro llamada ganglios basales que causan este trastorno, los ganglios basales son estructuras profundas del cerebro y ayudan a controlar el movimiento, la postura y el habla. Por consecuencia, al verse afectados, producían movimientos involuntarios en los niños y niñas.

Para 1872 no se conocía el origen de la enfermedad y mucho menos su tratamiento. Médicos, autoridades y pobladores de Sahuayo participaron de una medicina especulativa cuya solución inmediata era la herbolaria. Fue a mediados del siglo XX que la Chorea de Sydenham fue combatida con la recién descubierta penicilina, previo, los tratamientos incluían purgas, sangrías, antimonio y ejercicios. La corea de Sydenham podría parecer una enfermedad del pasado, pero lo cierto es que persiste hoy en día y su tratamiento se compone de antibióticos y buenas condiciones higiénicas.

28 HNDM, El Ferrocarril, Tomo V, Núm. 62, Ciudad de México, lunes 18 de marzo de 1872, p. 4

29 HNDM, El Ferrocarril, Tomo V, Núm. 62, Ciudad de México, lunes 18 de marzo de 1872, p. 4

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