Saberes diaspóricos

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Saberes diaspóricos



Saberes diaspóricos


Siembra de placenta y prácticas con el ombligo


Chocó, es un departamento de la República de Colombia, está ubicado al noroeste del país, limitando con el mar Caribe y el océano Pacífico. Este territorio es conocido por hacer parte de los lugares más húmedos del planeta, con una temperatura estándar de 30° y una sensación de 37°. Este territorio cuenta con la mayor cantidad de habitantes afrodescendientes del país, es lugar de luchas territoriales ancestrales, y de procesos históricos, culturales y sociales para la reivindicación de las prácticas y saberes africanos y de la diáspora.

Challupen, es una comuna de Villarrica, ubicada en el Wallmapu. Está localiza en el centro sur del país, zona vecina al lago Calafquen y el volcán Rukapillan.

Este territorio cuenta con una temperatura templada, promedio de 14° y una sensación de humedad de 59%. La defensa del Rukapillan (Volcán) es uno de los intereses prioritarios de las comunidades mapuche habitantes y mantenedores de este territorio ancestral.


Faumelisa Manquepillan Calfuleo

Valdivia. Región de los Ríos Artista

Enterrar la placenta es como plantar un árbol, es plantar el árbol de tu espíritu en la tierra a la que tú perteneces, esa es la razón de establecer el contacto con la tierra y el útero. Es sembrar el espíritu del ser que siempre quiere volver a la tierra, al sentimiento de pertenencia. El ombligo, por el contrario, es otra cosa. Se lleva a la punta de un árbol para unir los canales, la placenta está muy abajo en la tierra, y el ombligo está arriba en el Wenumapu (tierra de arriba/cielo). Existe esto por una dualidad y a su vez una multiplicidad, es la conexión entre lo de arriba y lo de abajo, un equilibrio. El ombligo se amarra, se ata ojalá con algo natural al árbol, si un pájaro se interesa (casi nunca), ahí se desintegra. La placenta igual se entierra directo sin contenedores. Mi padre y mis hermanos más grandes, eran los que iban a dejar al árbol el ombligo, ese era el trabajo familiar, no recuerdo si esta práctica tiene algún nombre, pero debe tenerlo, lo voy a averiguar. Se sabe para lo que se realizaba, sin embargo, hay muchas cosas que se practicaban si preguntar porqué, simplemente se practicaban, o ponte tú, a nosotras, a las hijas e hijos pequeños siempre se nos decía que nos entremos antes de que se oscureciera, antes de que empiece a mezclarse la tarde y la noche, el día y la noche, porque había que entrarse, no había un porqué, solo entrarse, enseñándonos a entender, no obediencia. Mi mamá lo hizo con todos sus hijos, parece que el último nació en una clínica, y parece que se trajo su placenta. El del ombligo siempre se hizo, y en el campo siempre se hace. La placenta se entierra en un lugar seguro, el proceso de limpieza y purificación del cuerpo, de botar lo que estaba detenido por el parto, eso lo hacía mi padre, mi abuela le decía como hacer los remedios y él lo hacía.


Conozco las hierbas, no recuerdo el nombre, pero las conozco. Las parteras de acuerdo a la lejanía de su casa se quedaban o se iban después de una consulta. Mis dos abuelas eran parteras, una de ellas era lawentuchefe y partera. Lawentuchefe (yerbatera) es una machi (chaman) sin el rango del linaje de la machi, pero es. La partera tiene su rango, después le pusieron la “meica”, como un poco médica. Yo creo que se nace siendo partera, pienso que lo que he aprendido de los cuerpos mapuche, es que vienen escritos, solo hay que descubrir que es lo que tenemos adentro, para desarrollarlo después. Aquí lo prohibieron, las perseguían, no las dejaron trabajar, querían que todas se fueran al hospital a tener la guagua (bebé). Yo recuerdo cuando era pequeña, en tiempos de dictadura, que iban mujeres mapuche a hacerse sus exámenes donde las matronas, y volvían perdiendo sus guaguas, algo había ahí que no querían que nacieran muchos niños mapuche. Se hace la distinción por supuesto entre matrona y partera, es diferente, la partera ayuda, coopera, entiende, y matrona o patrona/patrón, viene como de por ahí. Creo que se hizo con el afán de desaparecer esos saberes, porque también han hecho desaparecer muchos otros oficios de salud que hay dentro de la cultura mapuche, porque están los que arreglan huesos, antiguamente nadie iba por una quebradura, trizadura, torcedura de hueso al hospital, siempre hay un arregla huesos en la comunidad, y también fueron perseguidos, también les prohibían, desde el hospital les amenazaban con carabineros para que no vayan a hacer su trabajo, la gente sigue yendo a donde ellos. Esta zona es muy helada, pero en otras zonas del mundo, yo sé que las mujeres iban a parir en el agua tibia con el sol, pero acá el frio es muy grande, acá las abuelas en el momento en que se empiece el trabajo de parto colocaban al bebe al recibirlo en agua. Hay un contacto muy inmediato con el agua, con el fuego. Pero estos saberes están en ataque aún, están en lucha, porque sin territorio es probable que tampoco existan los saberes ancestrales.


María Cornelia Quintero Torres

Tadó, departamento del Chocó. Colombia Educadora

Para el procedimiento desde que se inició el embarazo fui monitoreada por una partera o comadrona, que mensualmente revisa a la embarazada para estar segura del estado del bebé y la madre, durante el tiempo de estación, nos hacen tomas o bebedizos con hierbas calientes, para evitar el frio en la matriz, y mitigar el dolor al parir, estas hierbas son jengibre, canela, hojas de costeña cocinadas con panela. Los días previos al parto, la comadrona acomoda al bebé en el vientre con masajes para que busque la salida, durante el parto ayuda a la madre con palmaditas en el vientre, y ejercicios subiendo y bajando las piernas, ya previamente se tiene preparado la ponchera con agua tibia, y otra con agua fría, toallas limpias, alcohol, tijeras e hilo para amarrar el cordón umbilical. La partera amarra su cabeza con un trapo para evitar que el sudor caiga sobre el bebé, la placenta se entierra en el solar de la casa y, el ombligo se lava diariamente con isodine, y al caer se guarda como recuerdo para el bebé. Luego de esto se guardan cuarenta días como dieta comiendo muy bien, y sin tomar sereno nocturno, durante este tiempo se dan tomas o bebedizos para cerrar el cuerpo, con alhucema, romero y aguardiente en ayunas. Los baños diarios se hacen con cascara de palo de guama, guayaba, cascarilla y altamisa, todo esto se cocina y se baña a la madre para cerrar y ajustar sus músculos que se aflojaron al parir. La placenta se entierra por seguridad para no contaminar los ríos con sangre, no sé más del tema.


Cecilia Caniuman Ancalef

Challupen, Región de la Araucanía Huertera Cuando yo era niña nunca escuché del tema, yo aprendí de estos temas como a los doce o trece años cuando empezó la curiosidad por aprender del cuerpo de una. Cuando yo me fui concientizando sobre el tema del cuerpo y lo mapuche ya era grande, como a los veinte años fue cuando empecé a sentir el interés, y el mate y la conversa comenzaron a ponerme en espacios en los que se podía conversar al respecto, me interesó sobre todo la trama de la salud mapuche. Mi mamá no me hablaba mucho del tema, a ella de chica no le permitieron saber mucho de esto, ella me fue contando detalles al tiempo después, por ejemplo, que ella nació en la casa, mi abuela también. Mi mamá medianamente me comentaba que las distancias de la casa al hospital eran muy largas, así que debían de parir en la casa, con la colaboración de alguna Püñeñelchefe (partera); es una mujer mapuche que ayuda a tener a los hijos, son personas mayores que nacen con ese don, y también pueden existir en cuerpos de hombres, los papás ayudaban a las madres a tener a los bebés. Fui aprendiendo que el parto mapuche es mucho más respetuoso que el parto occidental, aprendí que la primera alimentación después del parto es un gallina, porque le da todos los nutrientes a la mujer. Decidimos con mi wentru (esposo) tener un parto lo más natural posible, preguntarles a las mayores para saber cómo eran antes, recuperando el kimün (sabiduría) el conocimiento mapuche. Ellas me dieron varios datos, por ejemplo, rallar una papa y estrujarla, ese jugo mezclarlo con aceite y linaza, y tomárselo. Esto sirve para no demorarse en empujar. Yo fui a un hospital respetuoso, pionero en ese tema, decidí tener un parto vertical porque así lo relataban las antiguas. Allí no hubo ningún cuestionamiento para llevarme la placenta. Esa noche el wentru se llevó


la placenta para la casa, y en la mañana del otro día con mi ñuke (madre) y mi hermana enterraron la placenta con un rezo Yeyipun (rogativa en la mañana), una rogativa mapuche, en un triwe (árbol) que es un laurel, un árbol sagrado para nosotras, la enterraron en las raíces. Hicimos algunas averiguaciones a diferentes papay (anciana), y gracias a ellas sé que esta práctica tiene diferentes significados según el territorio. Enterrar la placenta en medio del campo era porque va a quedarse, vivir y prosperar en ese territorio. Diferente a si se enterraba en el camino, que significa que le va a ir muy bien en los viajes, en su caminar. Y en otros territorios las plantaban en manzanos, en los triwe, haciendo alusión a que este ser diera muchos frutos. Deben existir significados más profundos, pero esa información nos la negaron y ocultaron, así que estamos en un ejercicio de volver, de retomar los saberes ancestrales, revitalizarlo. El ombligo lo guardamos porque nos contaron que es un brazo de la primera casa, si la guagua se enferma, es bueno darle una agüita de ese ombligo, para que se recomponga. Lo guardamos en un frasco de vidrio, no sabíamos cómo guardarlo, así que esta nos pareció la mejor opción. Mi placenta no fue sembrada, quizá no permitían hacerlo a mi mamá, quizá no estaba ese conocimiento. Mi hermana a pesar de vivir en la ciudad de Temuco, trajo la placenta hasta acá para sembrarla en el territorio. Las amenazas y persecución a las parteras terminaron por prohibir la práctica en la casa, el hospital se impuso, y nos distanció de estos saberes. La siembra de la placenta es una práctica territorial, es pensarse en tener un espacio/territorio en dónde sembrar. La migración mapuche a las ciudades propuso una desvinculación del territorio y de las prácticas allí desarrolladas. ¿Qué vas a hacer en la ciudad con la placenta?, eso es muy triste. La tierra te vio nacer, la tierra te alimenta, y te ve morir.


FG Barbara Torres Córdoba

Tadó, departamento del Chocó. Colombia Agricultora, pescadora Durante el parto la partera me hacía masajes en la barriga para que el bebé tomara camino, tomábamos agua tibia de alhucema y romero, esto refrescaba el interior del cuerpo. Nos hacían baños de lulo con guayaba y altamisa, día por medio se cocían estos frutos y hojas, y el agua se envasaba en un recipiente sobre el que me sentaba para recibir el vapor, estos baños fortalecían el cuerpo y sacaban el frío de la zona pélvica para evitar dolores pre natales y posparto. Yo tuve seis hijos, todos nacieron con partera en mi casa. Todas sus placentas se enterraron, al igual que sus ombligos. Yo no sé mucho del tema, lo que sé es que es una práctica que se realiza cuando se le cae el ombligo al recién nacido, y lo que se hace es mezclarlo con ciertos elementos de la naturaleza de acuerdo a ciertas capacidades o habilidades que esa persona tenga cuando sea adulta o mayor. Si quieren que posea inteligencia, fuerza, o que les vaya bien en sus relaciones, pues de eso dependen los elementos con los que entierren su placenta, pero eso es todo lo que sé, no tengo mayor conocimiento sobre el tema.


Challupen Wallmapu

Territorio ancestral mapuche


Departamento Chocó

Territorio ancestral afrodescendiente Negro


Amelia Marifilo

Panguipulli. Localidad Pucura Región de los Ríos Huertera

Un día que se cortó la luz acá, comenzamos a conversar sobre este tema, y sobre cómo llegamos, porque nosotras hace seis años que estamos viviendo estables aquí, pero algo me hacía llegar acá, y no entendía porqué, así que ese día comenzamos a hablar, y yo les dije a mis niñas que la placenta mía está enterrada acá, pero no sabemos dónde por lo de la erupción, eso cambió todo el panorama, pero es lo que me hacía regresar de nuevo con mi mapu (tierra). Yo cuando regresaba a trabajar acá, sentía esas ganas de no quererme ir, porque una parte mía está enterrada dentro de este territorio, creo firmemente en la conexión que hay entre la tierra y yo aquí, es única. Y se notó porque cuando nosotros llegamos fluyó todo, plantamos una flor y todo creció, abundó, mientras que mi hermana hizo lo mismo y nunca logró pelechar, y es porque su placenta está enterrada en otro lado. Mi huerta era pura arena cuando notros regresamos, hemos traído tierra de otros lados, el primer año hasta sandía y melones tuve, que aquí no se dan esas cosas, pero no sé porque, era impresionante cómo se fueron dando las cosas, esa es la magia que hay allí, entre lo que hubo antes y hay ahora. Trabajamos con parteras a las que mi padre buscaba un mes antes, preparaban a la mamá, les tomaban su barriga, mensajeándola todos los días, para hacer que la guagua (bebé) baje de mejor forma, solamente ellas sabían cómo hacer eso. También nos daban de tomar hierbas, pero no recuerdo cuáles eran, eso me falta, no recuerdo, aunque todos los días nos daban una tomita de hierbas, y nos cuidaba hasta que naciera la guagua. Siempre preparaba la leña, el fuego y el agua tibia en caso de que naciera la guagua poder lavarla, eso recuerdo muy bien, porque mi mamá tenía un fogón en el que se dormía todas las noches, ahí nacían. Había una conexión entre fuego, creo yo. Al agua también le ponían hierbas para bañarlo, y cuando salía la placenta se enterraba en un lugar, y ese lugar era único y exclusivo para cada hijo,


se le sembraba árboles medicinales o hierbas en ese espacio. Cosa que si la guagua se enfermaba se le sentaba allí y se sentían mejor. Sembré la placenta de mi hermano, el penúltimo cuando yo tenía seis años, me di cuenta de lo que se hizo, se trataba de compartir con la familia, porque todos estábamos presentes allí, se hacía el hoyo, se depositaba la placenta, pero yo estoy segura de que había algo más y no lo puedo recordar, colocaban algo. Porque antes todo esto era tan simbólico, tan especial, todas estas cosas eran de mucho respeto. Mi papa siempre ayudó a los partos de mi mamá, yo veía a mi papá como afirmaba a la mamá mientras nacía la guagua, y después cuando salía el ombligo nos mandaban a ponerlo arriba en el árbol más grande, más fuerte, más frondoso, en una bolsita de tela y se amarraba con hilo de lana de oveja, no era cualquier cosa, y también llevaba una hebra roja, pero no sé porqué. Se llama Wenumapu y Mapu (cielo y tierra) esa conexión. A dos de mis hermanos les ayudé a subir el ombligo hasta la punta del árbol, bien atado. Ahora se está retomando la práctica, tengo una amiga que tuvo a su niñita con partera, enterró su placenta en Mar de plata en Argentina. Pero ahora he escuchado a varias lamngenes (hermanas) que han hecho eso, y que se está retomando porque así como somos mapuche somos parte de la tierra, tenemos que tener identidad, porque antes no se entregaban la placenta en el hospital, y ahora hace poco se comenzó de nuevo a retomar. Yo vi varios casos en donde llegaban mujeres jovencitas a tener a sus guaguas, y las matronas eran violentas con ellas, sobre todo cuando eran madres solteras, y eso a una lo marca, en el campo no se vía eso, porque la partera sabía que hierbita ponerle en la cabeza y en la guatita (estómago), para que no le suba fiebre. Mi mamá tuvo ocho hijos, siete en la casa, y uno en el hospital, y ella contaba que la experiencia que vivió en el hospital jamás la vivió con los siete hijos que tuvo antes, ella quedó marcada, y siempre hacía esa diferencia. Hubo una persecución con las parteras, eran amenazadas, la abuela que nos hizo nacer a todos nosotros, ella ya era viejita, también la amenazaban de que si moría alguien ella iba a la cárcel. Nosotras perdimos esas sabidurías como mapuche por mucho tiempo, como mapuche podíamos haber reclamado nuestra placenta y hacerlo como lo hacían los antiguos.


FG Ramona Quimen Challupen, Región de la Araucanía Lawentuchefe

Yo desde muy pequeña vi cómo fue atendida mi mamá por una partera mapuche, aunque ella nunca nos dejaba ver, porque era muy delicado el tema, una como cabra chica siempre se entrometía, vi como mi hermano menor nació, como la abuelita Aurelia lo hizo llegar al mundo. Ella preparó un remedio, que no recuerdo cuál fue porque en ese tiempo nunca tomé en cuenta la medicina que usó. Ella tuvo que guardar su identidad porque fue perseguida por los milicos en la época de la dictadura, porque fueron detenidas y perseguidas las parteras, en el año 1973 ella dejó de trabajar, antes era buscada a nivel de territorio porque asesoraba a 12 comunidades, a mujeres mapuche. Püñeñelchefe Guillatufe (oradora de la rogativa) era como se conocía a la partera, era mi tía abuela, la tía Aurelia. Nos contaba que necesitaba la hierba medicinal, y por eso salía a buscarla en lugares trasmano a los que nunca pudimos acceder, guardaban el conocimiento para ellas. A la guagua (bebé) se le tenían canteritos de greda circulares, y otros en forma de gallo, allí se colocaban la placenta que se sepultaba en ceremonias con muday (licor). Todas estas ceremonias se realizaban a la salida del sol, dirigiéndose a la luna. Si era “niñita” sembraban la placenta afuera en el patio cerca de un camino, porque la mujer nunca iba a ser del territorio, siempre las mujeres cuando nacían, por herencia y por costumbre, debían


volar como pájaro del cielo. Sin embargo, la placenta del hombre sí debía ser enterrada en el centro del patio o salida de la casa, porque él sería el encargado de vivir en y proteger la tierra, y a nosotras nos chocaba eso, ¿por qué a nosotras por ser mujer nos piensan fuera de nuestro territorio de nacimiento, por qué nosotras no podemos también defender la tierra?, yo lo discutía con una amiga cuando éramos muy pequeñas, con la María Pilar. ¿Qué pasa con nosotras, será porque somos sub gente? decíamos. La tía abuela le daba de tomar Huella, es un árbol sagrado para las mujeres embarazadas, con un poco de linaza y otras hierbitas que ella manejaba. El ombligo cuando se cortaba se amarraba con un hilo rojo, una vez que se cae el ombligo se guardaba como reliquia, como sagrado, ese es otro secreto que viene del mapuche, ese conocimiento se perdió por toda la persecución, el seguimiento brusco a las parteras, pues fueron detenidas, encarceladas y castigadas. Al correr de los años, a la mayoría de las mujeres las obligaron ir al hospital, allá las bañaban, acá cuando las mujeres parían nunca las bañaban, las cuidaban en cuarentena, no debían lavarse durante un mes y una semana y media, para evitar todas las enfermedades. Había toda una manera de mantenerse natural, mientras menos intervención de jabón era mejor, porque se mantiene lo bueno de la ÑuqueMapu (madre tierra), la práctica de enterrar la placenta tiene un nombre, pero se me olvidó, no estoy segura. Quemaban un pollo para que los niños y niñas tuvieran suerte y abundancia, igual que mucho cereal, trigo, avena, productos de la tierra. Es triste cuando se recuerda esto, porque pensar que una lo vio, aprendió, y que la clase blanca introdujera la intervención de lo dominante, en este caso el Estado, hizo que la imposición fuera muy violenta para nosotras, ahora la placenta la botan a la basura. En la época de la dictadura no se podía hablar, éramos perseguidas, yo era estudiante en Temuco cuando pasó el Golpe, los que eran dirigentes mapuche fueron capturados, nunca más los vimos, ni siquiera aparecen en las listas de desaparecidos, eso mismo se sufrió aquí en la comunidad.


“Peutucun. Estiraban la placenta, y sabían por el largo de las estrias si la guagua iba a llegar a vieja. Lo dejaron de practicar “.

Astrid Gonzalez



Ejercicio de volver, de retomar los saberes ancestrales


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