POETAS DE LIBERTAD

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UN DÍA GRIS

Entre los instantes, me lloro melancólico, siento al alma desconsolada. Veo como la mañana perdura nublada por las afueras citadinas y entonces por aquí a solas, me pongo pesaroso. A mi tiempo; voy agobiado y respiro todo decepcionado, debido al desprecio recibido de las otras personas, que andan odiosas por las calles, siendo presumidas, ellas van deprisa, perseveran con sus caras serias. Y por supuesto, yo no quiero seguir más con este mareo tan angustioso, me desespera toda esta realidad. Desde hace rato; por aquí estoy en este centro de Mowana; lo contemplo en su exterioridad y me parece decadente, persisten los señores con su desidia junto a la indistinta futilidad. A lo rutinario, más exagerados, pasan los gordinflones en sus carros lujosos, llenando esta ciudad de tráfico estresante hasta lo muy intolerable. Por ahí mal, ellos viven metidos en las carreteras, yendo rápido, debido a sus competencias entre la polución. Estos individuos igual transitan desunidos, mantienen a cada rato estrellados. Así aquí en esta vida, se aprecia un gran desconcierto escandaloso. De semejanza, me tropiezo con un poco de gente loca, ellos simplemente vagan por sus caminos torcidos, yendo despabilados hacia sus destinos efímeros, saturados de vanidad. Y tiembla un poco en esta capital de casas sombrías. Las edificaciones se mueven como sorprendentemente endebles. Menos yo; no hago muchas cosas creativas para el amor encantado, porque los ricos aún prohíben este arte. Entonces en lo personal, padezco por aquí decaído en esta fábula. Cuando ahora; veo a una esperanza ante mis ojos, quien es la bonita, la muchacha morena, que hace unos días, me echó silbidos desde la pastelería. Ella para esta mañana, obvia otra vez silba y me saca de la soledad, su lindura me quita esta depresión. Es que de verdad su belleza de colegiala es abrazadora. Y clara, la quietud de su mirada, dedicada a mi pinta juvenil, me resulta penetrante, ella es muy fascinante. Más su bailar de musa por entre los espacios, me pone enamorado. A su paso ya elegante, desfila hacia mí, se acerca a mi cuerpo con docilidad, me sonroja las mejillas y pronuncia desde sus labios; un te sueño, poeta. Hace esta mujer lo fantástico, me deja todo encandilado. Con encanto, procura lo embelesador, juega conmigo hasta las más altas ilusiones. Luego por timidez, ella vuelve a distanciarse con el silencio 51


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