Sentido magazine #1 Movimientos migratorios contemporáneos

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CARLA GARCÍA Cinematógrafa, escritora y periodista. Su trabajo se centra en documentar los cambios urbanísticos que ocurren alrededor del mundo, sus causantes y las consecuencias sociales y culturales.

LA CIUDAD DE DETROIT COMO METÁFORA

Tras el éxodo masivo, Detroit es una ciudad en bancarrota económica, política y social. Las esperanzas de recuperación están en manos de organizaciones comunitarias con proyectos como los de agricultura urbana, que proporcionan alimentos y trabajo a sus habitantes.

Las estadísticas de Detroit ofrecen una clara visión del estado de la ciudad estadounidense. Según el Censo de 2012, la población de la ciudad es 701.475 personas, 1,1 millones menos que en 1950. Un 10,6 % de la población es blanca. El 82,7 % son afroamericanos y el 6,8 % hispanos. Los ingresos 'per cápita' en la ciudad son 15.261 dólares, 10.000 dólares menos que en el resto del estado de Michigan. El porcentaje de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza: el 36,2 %, más del doble que en Michigan. Pero quizás más que las estadísticas, una anécdota que refleja la descomposición que vive desde hace años Detroit lo proporciona Rebbeca Salminen Witt, presidenta de la organización The Greening of Detroit. Según Salminen, muchos vecindarios de Detroit, el lugar donde las familias realizan la compra de alimentos es la tienda de la gasolinera de la esquina. “Esa es la triste realidad”, señala Salminen Witt.

22 En corto

Su organización tiene el objetivo de transformar Detroit en una urbe más sana, segura y verde a través de proyectos de agricultura urbana y recuperación de espacios industriales. La ciudad padece graves problemas económicos, políticos, medioambientales, sanitarios y sociales. Prácticamente abandonada a su suerte en las tres últimas décadas, son organizaciones como The Greening of Detroit las que intentan salvar la ciudad literalmente, hogar por hogar. Recorrer algunos de los vecindarios de Detroit es una experiencia similar a visitar la ciudad de Nueva Orleans tras el paso del huracán “Katrina”. Casa tras casa está abandonada, sus ventanas cubiertas con maderas, algunas calcinadas por fuegos, otras con los tejados derrumbados, pintadas cubriendo muchas de sus paredes. Y de vez en cuando, en medio de la destrucción, un hogar habitado por alguna familia que resiste en medio de la nada. En ocasiones, las viviendas y factorías han sido demolidas y han dejado enormes espacios vacíos de tierra que salpican toda la ciudad. Es lo que algunos llaman “praderas urbanas”. El parque Romanowski, situado en Southwest Detroit, una de las zonas industriales más castigadas de la ciudad, empezó de esa forma, como un espacio vacío de 29 hectáreas. Su suerte parecía decidida cuando a principios de año el ayuntamiento de Detroit, desesperado por ahorrar dinero, decidió cerrar el parque Romanowski junto con otros 49 parques de la ciudad. The Greening of Detroit, con la ayuda de voluntarios y las donaciones de algunas de las principales empresas que todavía operan en la ciudad, intervino para evitar que el parque se convirtiese de nuevo en una pradera urbana. “Hoy en día te-


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