SALMÓN_REVISTA DE EXPRESIÓN CULTURAL

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ÍNDICE

<<Gracias por elegir la dirección contraria>>

Bumerán 2 - 3 Matachín y Salmón Anónimos 4 - 6 Fantasmas Urbanos Inframundo 7 - 8 Los caminos de la uno 9 -12 Plaza de la 14 mágica y real

Náufragos 13 -14 Belenia en cuatro patas 15 - 18 Un barrista de corazón 19 - 22 Junto al teléfono Archivos X 23 - 24 Manolito y sus figuritas 25 - 27 Oscurantismo [Fragmento] 28 - 30 Amor entre iguales Humor 31

Juan Pollo - Caricaturas

Efecto Mariposa 32- 34 ¿En qué estoy pensando?

Me pregunta feisbuc

Grito contra la censura a la juventud cajamarcuna

35- 37 Grafos & Resonancias 38 - 40 La danza de la oscuridad 41 - 43 El guerrero nunca retrocede 44 - 47 Entrevista a Diana Avella 48 - 52 Demencia:

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Pioneros del Punk en Bogotá Del espejismo a la realidad


Matachín y Salmón

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on la seguridad democrática de que algún día la ciudad de la música desaparecerá bajo las faldas de un volcán disfrazado de matachín, un salmón es enviado al futuro a naufragar en las ruinas de la ciudad musical después de la gran destrucción. ¿La revista hace la ciudad o la ciudad hace la revista? Se preguntan los arqueólogos del futuro al encontrar un ejemplar del Salmón momificado gracias a las nubes de cenizas del gran volcán Machín,

pues todo quedó como en la antigua Pompeya, congelado en el tiempo.

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Bumerán

En las ruinas de la ciudad con sello musical los arqueólogos del futuro encuentran extraños huecos en las calles, posteriores investigaciones revelan que las autoridades intentaban tapar estos huecos, pero legiones de salmones clandestinos se encargaban todas las noches de romper cincel en mano, las gruesas capas de asfalto y hacer nuevos huecos, los llenaban con cerveza para poder ver las estrellas cruzando el cielo y oír a los grandes salmones cantando. La ciudad de la música destruida en tiempos de la conquista, construida en la violencia y vuelta a destruir por buscadores de oro, finalmente desapareció como un salmón aguas arriba, sin saberse nada de ella. Nadie sabe en dónde estaba la antigua ciudad de la música pues lamentablemente el fuerte del Salmón nunca fue la geografía. No se sabe si se llamó Cajamarca del Valle de las Lanzas o San Bonifacio de Cajamarca. El Salmón, fiel a su naturaleza, vuelve a su origen, regresa al lugar en donde fue fundada la ciudad, al lugar en donde nació la música; El Salmón vuelve a Cajamarca a morir en un mar de cianuro, porque todo lo que nace tiene que morir y el viejo Salmón sabe que no mienten los pasajes de ida y vuelta.


Después de ese viaje al futuro los huecos del presente se vuelven interesantes, los huecos del presente son esos instantes y lugares en donde la modernidad y la ciudad se rompen y aflora el vendedor de leche de chiva, la señora que vende gallinas criollas colgadas de las patas tercera arriba, los jeeps llenos de campesinos que se parquean siempre frente a la clínica Tolima, como si el Tolima tuviera cura, los vendedores ambulantes que corren a esconderse porque la policía los va a robar, los gritos de un vendedor de quesillos a la media noche, el museo del pan porque el otro museo ni es museo, ni es moderno, la plazoleta de la música en donde la música flota en el aire y tiene una aroma dulce, los olores de las carnicerías del centro y los dolores de saber que el volcán Machín se está vistiendo con su traje de matachín.

Así que lo mejor es ser un Rolling Stone y salir a las calles, escoger un hueco que a uno le guste a primera vista, lanzar a ese hueco la colección completa de las revistas El Salmón publicadas durante diez años, tirar al hueco una foto de una novia tetona o de un novio bien dotado, una película futurista que uno nunca vio y después usted mismo debe lanzarse al hueco, a encontrarse con los cantos de los grandes Salmones, hay que hacerlo antes que los matachines empiecen a bailar porque después, todo será cenizas como en Pompeya y sólo seremos el eco del grito triste del vendedor de quesillos, en medio del recuerdo de una ciudad que existió en una revista llamada El Salmón.

“En la juega mi pez” dice un graffiti de la ciudad, “en el ping pong” advierte un ladrón en la esquina que el último en salir de la necrópolis debe apagar la luz, porque nos cayeron los paracos, los chulavitas, los conquistadores, las aguilas calvas del Plan Colombia, los osos tyloristas de la Universidad, los chupasangre de la Anglogold, los soldados sin cabeza y no hay escapatoria. El Machín ya esta vestido de Matachín.

Bumerán

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Fantasmas Urbanos:

Notas quebradas de una sinfonía de paso en la ciudad musical de América. Juan José Cardona Comunicación Social y Periodismo. UT

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Cuántas veces ha pasado junto a ellos por la calle y aún así no los ha visto? ¿Cuántas veces ha pensado en esas personas que tienen como hogar las calles y como familia a nadie? ¿Cuántas veces los ha visto como la causa y no como la consecuencia de los problemas sociales? ¿Cuántas veces ha sido consiente de que en realidad se trata de un ser humano con las mismas necesidades que usted? Desechable, gamín, indigente, loco, basuriego, cartonero, mendigo, habitante de la calle. Algunos huyeron de sus casas por el maltrato que recibían de sus familiares y desde muy pequeños ocuparon las calles. Otros llegaron desplazados de varias regiones del país donde el conflicto armado es más agudo. Ninguno tuvo el privilegio de tener una propiedad para habitar la gran ciudad, como lo dictan los cánones excluyentes del capital. Por el contrario, día por día deambulan por las calles tratando de recolectar algún dinero que les permita al menos mantenerse vivos. Son los fantasmas urbanos. Los que duermen bajo la carpa de la panadería o en la banca del parque. Debajo de los puentes o, si están de suerte, en el cuarto de un hotel barato por el que pagan cuatro mil pesos la noche. Visten harapos que les regalan otras disque “personas”. 4

Anónimos

Y digo disque, porque si fueran personas, se reconocerían en aquellos a los que les dan esas ropas viejas y se darían cuenta de que ellos mismos no usarían jamás una prenda de vestir en semejante estado. Comen cuando pueden y a veces se drogan para pasar el hambre. Son fantasmas porque en nuestro país, aunque suman más de 8 millones de personas las que habitan la calle, nadie parece haberlos visto nunca. Aquellos humanos, tratados por otros menos humanos como de segunda, recolectan cartón, chatarra y papel que venden en las chatarrerías para levantarse lo del pan y lo de la bicha (bazuco). Ensamblan carros con balineras de viejos rodamientos y tablas para transportar su recicle. Se deslizan por las calles en sus ruidosos carros que producen ese sonido metálico y urbano mientras las balineras rosan el defectuoso asfalto al ritmo que les permita la pendiente. Otros prefieren sentarse en las calles principales del centro, estirar su mano y pedir una dádiva. Dicen: “¿Me va a regalar una monea? ¿Me va a regalar cien pesitos pa´comprar un pan?, Mire que tengo hambre. ¡Que mi Dios lo bendiga mono!” Su mapa de ciudad se resume a los sitios donde pueden ir a reciclar, a dormir,


a parchar, a pedir. La calle es una selva de cemento como dijo don Héctor. Y todos saben que hay un parche que domina el sector. Sus imaginarios están atravesados por los mapas que les indican dónde queda la frontera última para ir a pedir una moneda, para cuidar un carro, para recoger una caja de cartón, para pasar la noche, para no correr el riesgo de ser asesinado por otro que venga a reclamar la propiedad del andén. Y es que en una ciudad hasta la basura tiene dueño. Muchos mueren en la calle enfermos o de hambre. Mientras entre ellos se pelean por la moneda que algún conductor les arrojó por la ventana, desde la calle pueden ver a la gente divertirse en los bares, gastando varios cientos de miles en una sola noche.

Rezan para que no los mate el frío, el hambre, la soledad. Para que ojalá no lleguen los tipos de la moto, los tiras, los rayas, los paras, la mano negra haciendo la limpieza. Para soñar de nuevo con la fortuna de que alguien les invite a comer, les preste atención, les dé una oportunidad. Son fantasmas que existen y que nadie quiere ver. Que cruzan entre las calles de la ciudad con un costal al hombro lleno de cartones, y sin embargo lo que

No son reconocidos ni siquiera como ciudadanos. Ni siquiera como personas. Ni siquiera como seres vivos. Son sólo espectros en la ciudad. Son sólo una cifra para el gobierno. Son tan molestos como la mierda que se pega en el zapato. En las noches, cuando rezan, lo único que piden es amanecer con vida. Anónimos

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vemos pasar es el montón de cartones. Que al sentarse en una esquina a descansar o a pedir monedas, dejan de ser hombres para convertirse en una cosa, en algo que intimida, que molesta, que estorba, que desordena nuestro aséptico panorama citadino y provoca de inmediato una corta llamada al 112 para que los muchachos de la moto, que en el día usan uniforme, retiren como sea ese elemento que perturba la tranquilidad de “la gente de bien”. La falta de conciencia de clase les impide ver que el verdadero culpable de que existan estos fantasmas es el Estado que jamás se ha preocupado por evitar que este fenómeno social ocurra. Que es responsabilidad del Estado garantizar la vida, la salud, una vivienda digna, educación gratuita y de calidad y oportunidades de trabajo que dignifiquen la existencia de los hombres. En eso radica la verdadera seguridad: en tener garantías gubernamentales en las que no existan ciudadanos de segunda. No en más fuerza armada. Sin embargo hay quienes piensan que erradicar la pobreza es igual a exterminar los pobres. O que el delito más grande que pudiera cometer un ser humano fuera precisamente el de haber nacido pobre. O que la pobreza, como dicen los gringos, es una epidemia que se cura con máquinas, cemento y “desarrollo”. Y han olvidado que la pobreza es una consecuencia del exceso de acumulación de capital, y de la corrupción histórica de las familias que se rotan la casa de Nariño. Nuestros pueblos de la América del sur, han sido en su conjunto los 6

Anónimos

fantasmas del planeta. Hemos sido los recicladores de la tecnología obsoleta, de la teoría euro-céntrica, del discurso de la democracia, del estigma tercermundista y de la idea de que si no nos globalizamos estamos en riesgo de quedar desconectados de la deliciosa basura del primer mundo. Se lucha a diario para sentirse posmoderno porque la modernidad pasó a 20 cuadras de la choza más cercana. En el exterior, en Europa, persiguen a nuestros hermanos latinos por ser morenos, cholos, indios, pobres. Deportan y encarcelan a nuestros familiares en Estados Unidos por ser mojados, nacos, latinos, escorias. Para el “gran mundo civilizado” ser latino es sinónimo de ciudadano de tercera. Y sin embargo continuamos repitiendo el ejercicio discriminador con el señor que duerme en un local abandonado o bajo la carpa de la tienda de la esquina porque no tiene más a dónde ir. Como si no fuera suficiente con vivir bajo la dominación económica y política de un país que nos ve como un montón de salvajes que pueden poner en riesgo el futuro de la especie humana al ser los “administradores” de las mayores riquezas naturales del planeta. Aun así, los fantasmas urbanos, componen poesía mientras caminan y arrastran la fibra. Edifican melodías con cada moneda que cae en el vaso sucio que recogieron de la basura. Con la guitarra vieja y desafinada que llevan a los asaderos de pollo donde recolectan las sobras de gente más afortunada. Y mientras usted pasea por las calles mirando vitrinas antojado de comprarse cualquier baratija, aun cuando no se le antoje mirar, probablemente escuche una voz ronca que le diga: “Mono tengo hambre, ¿me va a regalar una moneda?”


Los caminos de la uno Ana María Medina Karina Salcedo Brayan Caicedo Andrés Aguirre Comunicación Social y Periodismo UT

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l tiempo se detuvo por cortos e intermitentes segundos. La curva traicionera no me dio tiempo para cambiar mi destino. El hombre que he visto por tantas veces sentado al lado de una docena de escaleras apenas se inmutó con el ruido del metal retorciéndose. Mis pasajeros lanzaron gritos de horror que inundaron el silencio de esa noche naciente. 422 es mi nombre pero todos insisten en llamarme la 1, sin embargo no soy una 1 cualquiera. Soy como les digo la 422, de un color purpura, algo pálido y desgastado, con asientos de plásticos duros y fríos y unos dados colgados en el espejo retrovisor. Mi día inicia a las 4:30 de la madrugada, mientras la brisa suave acaricia la mañana y un leve rocío cubre la ciudad. A esa hora y como siempre el hombre que me conduce, me despierta para iniciar el día y es así que con portazos, y el sonido del motor como música de fondo, recorro una ruta que me sé de memoria.

Esta mañana desperté con un presentimiento. Tenía la certeza de que sería un mal día; con hombres rayando mis asientos, soportando el peso exagerado provocado por el sobrecupo y uno que otro ser malhumorado que se desquitaría de los errores de mi conductor golpeando alguna parte de mi cuerpo. Sin embargo me equivoqué. Mi presentimiento anunciaba un infortunio mayor. Luego de varias vueltas monótonas viendo el mismo paisaje, las mismas casas, pasando por los mismos huecos y muchas veces recogiendo a las mismas personas, algo cambió. Primero se sintió en el aire, éste se llenó de un olor dulzón y húmedo. Luego la temperatura cayó varios grados para finalmente desatarse una fuerte tormenta. Los reductores de velocidad a esta altura del camino me recordaron dónde estaba. El colegio Niño Jesús de Praga daba término a otro día escolar y apresurados sus estudiantes se colaban entre

Inframundo

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las callejuelas del barrio Jordán novena etapa. Recorrer este lugar me provoca sentimientos encontrados. No puedo evitar recordar lo sencillo que resultaría continuar por la avenida Guabinal. Sin embargo, deslizarme en medio de estas calles, con curvas incomodas y bajadas inoportunas me saca de la monotonía de una ruta sin retos. Al doblar en la esquina de la panadería “Caramelos” el olor del alimento fresco sacó a flote las sensaciones más placenteras y mis deseos más profundos, como el olor a gasolina que proviene de la estación diagonal a la panadería. Sería imposible resistirme de no ser por el estricto manejo de mi conductor y el nulo dominio propio del que soy capaz. Dejando atrás esa esquina y con el recuerdo del sabor que no fue deslizándose en mi interior, continué mi camino, ésta vez por una rápida calle inclinada en la que me deslicé como en una montaña rusa. Sin embargo pronto fui interrumpida por otro pasajero. Este joven se saltó la registradora pues no tenía el dinero para pagar el pasaje completo. Como él muchos se la saltan. Yo prefiero los que lo hacen para cantar pues me alegran por un buen rato.

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Un poco más adelante por los lados del polideportivo un grupo de jóvenes se interponen en el camino. Ellos piden irse "gangueados" pero pronto mi conductor se percata de que es una broma. Algo disgustado por la pérdida de tiempo, acelera. La velocidad hace que la brisa mezclada con lluvia se estrelle contra mí con una fuerza que me intimida. Ahora las llantas levantan el agua de los charcos y los pasajeros le piden al conductor que tenga cuidado. Los saltos producidos por los huecos en el camino me revuelven y el miedo invade cada centímetro de mi carrocería. Desde allí podía ver al hombre de las escaleras. Siempre está allí sentado en una silla de plástico, esperando quizás, soñando tal vez. A veces tomando algo en un vaso rojo y en ocasiones acompañado por una mujer. Por verlo a él no me percate de lo que sucedía. No vi como mis llantas mojadas por la lluvia fueron incapaces de frenar a tiempo. Sólo fui consiente cuando el tiempo se detuvo y los gritos anunciaron el fin. Ahora un poco más consiente puedo ver los hierros retorcidos de mi parte delantera y por primera vez extraño continuar mi ruta; continuar rodando por las calles de esta ciudad viviente.


Plaza de la 14 mágica y real David Santiago Sanabria Orjuela Comunicación Social y Periodismo UT

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omo mini mundos en el mundo de la plaza de la 14 parecen ser las zonas y personajes de la misma. Este texto es para aquellos exploradores que se atrevan a entrar al mundo de formas, colores, olores, sabores y sensaciones que es la plaza de la 14. Querido explorador, al iniciar tu camino hacia la plaza de la 14 debes tener en cuenta que no te persigan los finfin. Los finfin son aquellos seres pequeños, pero poderosos que te crearan ilusiones y te cegarán, sin dejarte vivir la experiencia de la plaza de la 14. Si empiezas a sentir asco, si crees que eres mejor que los seres narrados, si no te quieres untar, cuidado. Debes tener unos

cuantos sobre tu cabeza. Algunos otros los conocen como prejuicios, y si los tienes será el fin de tu viaje. Claro está que algunos están radicados de manera permanente en este mundo. La entrada más grande que hay para ingresar en las tierras de la 14, la vas a encontrar cuando el río de asfalto quince, se encuentre con el primero. Por estos dos ríos navegan numerosos marineros asfálticos. Tienen barcos de color rosado, azul, naranja, amarillo. Los rosados son conocidos como los expresos y tienen marcas que les sellan su destino por siempre como la 6, la 9, la 11, entre otras. Los azules, los Inframundo

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cotrautoles tienen su destino marcado con la 35, 40, 37, sólo son algunos. Las naranjas conocidas como las logalarzas con destino 19, 20, 17 y hasta más. Los hepatianos que navegan en sus artefactos color amarillo, y que debido a su tamaño un poco más pequeño, logran adentrarse del todo en la 14. Todos ellos están condenados a deambular por los ríos de asfalto del reino Ibagué. La fortaleza conocida como CAI. Es la que se verá en el centro del río de asfalto quince, después que pase por el río primero. En esta fortaleza se coordinan las operaciones de la 14 por parte de los verdes. Estos últimos son sujetos con mucho finfin es su cabeza, pero que de una u otra manera son necesarios para darle equilibrio a la fuerza del lugar. En ocasiones pueden llegar a ser algo celosos, cuando se trata de artilugios fotográficos. Ya que creen, que al ser capturados en una de estas imágenes, les pueden robar su color verde y dejarles uno pálido de civil. Pero los buscarás cuando los tres pisos se aparezcan. Los tres pisos son personajes que según los habitantes de la 14 provienen desde un río de asfalto conectado con el sector Combeima. Estos sujetos suelen cazar a su presa desde una cuadra de distancia. Cuando sea el momento preciso atacarán. Te despojarán de los bienes más lujosos que tengas. Pero la ventaja es que los batas rojas, batas amarillas, batas plateadas, los artefrutos, los chefveres, los identifican inmediatamente. Tienen por costumbre avisar al forastero, con frases como “no de papaya”, “guarde eso que ya lo tienen fichado”. Los artefrutos son la mayoría de los

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seres que encontrarás esparcidos por toda la 14. Ellos llevan consigo el carruaje de dos ruedas conocido como carretilla, que al mismo tiempo tiene un escudo protector multicolor, que los proteja de las espadas filosas del sol centellante, y balas de agua disparadas desde cañones grises que flotan en el cielo. Exponen variedad de frutos, verduras, y especias utilizadas para preparar múltiples pociones. Ellos realizan ritos para hipnotizar a los sujetos que pasan por el lugar quienes finalmente dejan sus riquezas a cambio de mercancía. El hechizo de forma consiste en acomodar de manera simétrica cada fruta, vegetal, y especia según su silueta geométrica. Podemos ver filas de papas tan uniformes como una formación militar. Bananos creando manos que atrapan naranjas entre ellas. Tomates formado torres rojas ovaladas. Pirámides de fresas apuntando directamente al sol indicando que si comes una de estas, tal vez llegues al cielo. Que si llegas a quedarte viéndoles por más de un tiempo determinado, cuando menos lo esperes, tendrás un paquete de fresas en tus manos y un poco más en tu boca. El hechizo de color consiste en la manipulación de los colores. El color zapote de la zanahoria, el rojo del tomate, el verde del brócoli y el morado del repollo. Se fusionan con la luz de esa lámpara que señalan las fresas. Logrando que al final el zapote, verde, rojo y morado, queden pintados en ese plato exquisito preparado en tu guarida. Algunas veces son criticados y molestados por los representantes del reino Ibagué. Entre los cuales están el grupo Infiibaguè apoyados por los verdes. Afirmando que el río


de asfalto no tiene espacio para las carrosas de color y forma. Aun así los artefrutos no hacen caso tan fácilmente ya que tienen pocos finfin en sus cabezas. Los chefveres son los encargados de preparar los diversos platos y pociones, que le dan energía a todos los seres del lugar, ya sean los artefrutos, los verdes, los tres pisos, los batas rojas, amarrillas o plateadas, van a consumir dichos platos. Le tienen nombres a sus pociones, como el tamal, la lechona, el viudo de pescado, el sancocho, el sudado, hasta llegar a la poción sencilla pero poderosa, el tinto. La base de estos personajes es conocida como el planchón. Sabrás que es este lugar porque te encontrarás con los hermanos willis. Los hermanos willis son personajes que cuando los veas se notarán como autos camperos inertes. Pero realmente estos sujetos descansan de su jornada de ejercicio matutino de trote y escalada por las cuestas y caminos destapados de las cordilleras, veredas y fincas aledañas a Ibagué. Aumentan su exigencia física cargando consigo toda la mercancía que es combustible de la vida diurna en la plaza de la 14. El hechizo de aroma es el que los chefveres utilizan. Es impulsado por el calor de sus hogueras que funde el sabor del pollo, con el de la papa, el plátano, el cilantro y la cebolla. Y agarra a la persona que está alrededor desde sus bronquios como si fuese una mano invisible, de una manera violenta, haciéndolo sentar en el lugar para que consuma la poción. El hechizo del sabor, si te toca, lo poseerás por siempre, ya que es producto

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restos del bagre en cuatro partes iguales. Convirtiendo el corte con cuchillos en un arte. Es seguro que el rito del fin de semana conocido como asado, va ser sublime.

de la energía condensada que se encuentra en todos los elementos de las pociones de los chefveres. Dicha energía da vida a los sazonienses. Los sazonienses viven en dichas pociones. Ya sean frías o calientes, liquidas o solidas, estarán ahí. Al momento que tengan contacto con tu boca, ellos se engancharán para siempre a tus papilas gustativas, y debido a que los sazonienses son nostálgicos, te van hacer desear aquel plato que una vez comiste en la plaza de la 14. Y así no vuelvas jamás, siempre lo vas a tener presente, y lo vas a querer repetir. Pero la esencia fundamental de las pociones de los chefveres, alguna de ellas denominadas levanta muertos, es la proteinus animalus, que es suministrada por los batas. Los batas estos seres se dividen en sus especialidades. Los rojos se dedican a las vacas y cerdos. Los amarillos especialmente a los pollos. Los plateados a los peces. Utilizan sus técnicas ancestrales para vender la porción, corte y presa precisa. Ya sea con un mazo de madera y un tronco como mausoleo de una cabeza de pescado entera, logrando dejar los 12

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Si te tomas un jugo de mango montado en un dirigible de cemento color rojo, comes una docena de mandarinas con tus amigos, sincronizando la apertura de tus párpados con el arcoíris disfrazado de edificio que se cae a trozos; o te tomas un café en leche con empanada observando los últimos 7 pisos del castillo agrario, que deja ver sus manos de alambre que atrapan y responden mensajes banales, al ritmo de bombillos rojos y ondas invisibles, mandándose mensajes en código morse con las manos de alambre de la bella dama llamada Martinica; que desde el segundo piso de la 14 deja ver sus pantorrillas, llamadas comuna 12 y 13, está claro que sólo por estar en el mundo mágico de la 14 no lo podrás sentir en otro lugar. Autor: Plaza de la 14 Las ideas e historias no pertenecen a la persona que las plasma en un papel o producto comunicacional; las ideas son del entorno que las inspira, que permite a una mente alimentarse para que cree un rompe cabezas, compuesto por fichas que encajan sin forma predeterminada, ¡Abajo el derecho de autor!


Belenia en cuatro patas Daniel Padilla. / Escritor

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os faroles del parque iluminan el silencio mientras el agua de la fuente multiplica la agonía de los insectos. Todos los árboles están ocupados en su meditación, concentrados en el perfecto ejercicio de la indiferencia. El edificio blanco es una lluvia de algodón endurecido en medio de la bruma. Al fondo la iglesia preside la noche; el arco principal semeja dos manos unidas en ferviente invocación al cielo, como queriendo atrapar a Dios. A esta hora ningún humano interrumpe con sus pasos el murmullo de la brisa; hace rato que los grupos de ancianos han abandonado las bancas para regresar a sus refugios particulares de remordimiento. Un grupo de perros atraviesa la plazoleta, chacales de ciudad. La luna llena baila en sus ojos ansiosos de carroña. Hay tres medianos, dos perras y el líder, que no es muy grande pero ha peleado varias batallas contra el hambre, la muerte y los hombres; de todas emergió victorioso aunque no intacto: en su cara la luna danza de un solo lado, pero sus colmillos que parecen de cuarzo y el lomo siempre erizado compensan el resplandor que la patada de un ebrio le robó para siempre. Gracias a su oído y olfato infalibles ganó el derecho de guiar a sus compañeros.

Cierta madrugada los chillidos de dos pichones caídos de un nido a poca altura, y el inconfundible aroma agridulce de comida en descomposición lo guiaron a él y a su grupo directo a los primeros bocados de la jornada. Otra noche aprovechó el sueño de un vagabundo para hurtar una bolsa con sobras recogidas de los restaurantes cercanos. Tal es el filo de su instinto. Arriba, entre las ramas, una presencia se complace con la calma que esta noche es más densa y tangible, como si el tiempo no sólo se hubiera detenido, sino que además estuviera enredado entre los dedos callosos de la muerte. El agua que cae sobre la superficie de la fuente crea ondas concéntricas que chocan en el borde y regresan en una incesante agonía. Por momentos se desprenden de las ramas diminutos pétalos

Náufragos

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su destrucción; olfatean la hierba empapada y la brisa, se yerguen tiesos ante la caricia eléctrica del miedo.

que a pesar de no tener un color del todo luctuoso, tampoco sugieren una celebración de la vida. La época del año en que las calles se adornan con el florecimiento de los ocobos ha pasado ya, y estas hojas en descomposición forman sobre el agua un efímero mapa del ocaso sembrado en el destino de todos los seres. El frío es inusual; hasta las plantas ornamentales sembradas por los niños de la escuela parecen recogerse para buscar dentro de sí un poco de la tibieza acumulada antes del crepúsculo. Los perros jadean y copulan con esfuerzo y en desorden; hay un breve lance de gruñidos que zanja el líder con una dentellada tajante. Súbitamente cesa toda actividad. Olfatean con el hocico levantado, exigiendo una respuesta a los ecos de luz que dejaron las estrellas en el apogeo de

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De inmediato el líder empieza a corretear poseído por oscuros presagios, intentando alertar con la presión de sus colmillos al resto del grupo. Ha comprendido el sosiego anormal del parque, ha sido capaz de anticipar la ominosa urgencia que baja de la silueta purpúrea y alargada posada en el árbol más frondoso. Empieza a ladrar con desesperación inútil, pues ya sus compañeros caen fulminados por un cántico que llega desde las alturas y revienta en medio de la oscuridad de sus cráneos como un arpón lanzado por alguna deidad pecaminosa y vengativa puesta en evidencia; o mejor, como un coro de niños histéricos. El primero en rodar con la mandíbula totalmente doblada hacia afuera es el segundo en fuerza, un pastor escapado tal vez de alguna casa adinerada, que yace en oposición a los otros cuerpos abatidos en posturas menos grotescas, pero con los ojos, los oídos y el esfínter reventados en sangre. La última de las perras aún se estremece. Una melodía llegada desde los estratos más profundos de la fatalidad intenta abrirse paso dentro de su ser con la ferocidad de un bicho atrapado en un recipiente de cristal, pero el líder corre en dirección a la montaña perseguido por un aleteo perverso, dejando tras de sí un rastro de aullidos y masas inertes. Cuando el cielo se aclara, los faroles sueñan arrullados por el griterío de los humanos.


Un barrista de corazón Andersson Robles Licenciatura en Lengua Castellana. UT Salir, ganar, golear Sudar la camiseta amando a mi Tolima Las penas se hacen buenas y alegra el existir

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odavía recuerdo con especial interés el día en que llegó mi hermana a la casa en mis chaparrales con un botón de la Revolución Vinotinto Sur (R.V.S.) Venía de la Universidad del Tolima después de haber acabado uno de sus semestres de enfermería. En la casa ya era costumbre escuchar lo

que contaba respecto de lo vivido en Ibagué, la ciudad musical, la ciudad donde juega y vive mi equipo del alma: El Súper Deportes Tolima. Quedé estupefacto cuando mi querida hermana, contó que un compañero de ella (el loco) había creado la barra

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que alienta al “Vinotinto” en todos los estadios de Colombia, que la barra se ubica en la lateral sur para despertar al pueblo tolimense, alentar al equipo y contagiar a la hinchada en general con tambores, platillos, trompetas y cánticos. “Por qué será que te sigo a todas partes campeón, por qué será que no sé vivir sin vos, aunque ganes aunque pierdas Tolima sos mi pasión, si no te veo se me para el corazón” Con aquellas palabras ya quería ingresar a la familia “R.V.S.” Por eso decidí investigar todo sobre la barra. Fueron muchas horas de internet leyendo datos importantes y relevantes en páginas oficiales, donde descubrí que la creación del equipo fue el 18 de diciembre

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de 1954, que empezó a jugar profesionalmente al año siguiente, que el estadio “Manuel Murillo Toro” antes llamado “Rojas Pinilla” y “San Bonifacio” fue construido en junio del 55 y se inauguró el 20 de julio del mismo año enfrentando al Boca Junior de Cali, en aquel encuentro mi equipo del alma perdió 3 goles por 2. También, que antes de que existiera la “R. V. S.” había varias barras –que son un grupo pequeño de hinchas que se reconocen bajo un nombre o un trapo- como 1280 Almas y Manicomio Pijao quienes eran las encargadas de alentar al equipo. Asimismo descubrí que las personas que quieran ingresar a la barra son bienvenidas desde que demuestren “pasión” y “huevos” dentro de la cancha, que luzcan


la camiseta con orgullo así gane el “combo” o pierda por goleada. Además de lo anterior descubrí que el nombre de la barra y la barra como tal, nacen en las aulas de la Universidad del Tolima hacia el año 2000, bajo la iniciativa de unos cuantos estudiantes que querían unificar todas las barras, todas las voces que alientan en una sola, en la voz de la Revolución, como lo dice la letra del bunde que se canta por todos los barristas con el corazón en la mano antes de empezar cada juego de local. Por otro lado, el nombre “Revolución” fue porque los iniciadores de la barra tenían en ese momento un pensamiento revolucionario –como lo afirma Andrea- y lo que quisieron hacer fue transportarlo al estadio, exactamente a la tribuna sur, donde cada domingo todos los barristas hacemos la revolución, la fiesta, el carnaval para apoyar al equipo. Entre consulta y consulta llegué a comprobar que la “Revo” es un ente organizado. Por lo tanto, si quería hacer parte de esta increíble organización tendría que empezar primero de abajo como un peón, parafraseando a Andrea. Porque la barra tiene sus líderes -aunque ninguno es indispensable- que se ganan el respeto y el reconocimiento de todos los barristas por las gestiones que promueven. Por eso en la Revolución no hay una sola persona que tenga la última palabra, porque la “Revo” es una sola voz, una sola fuerza compuesta por cantidad de voces que se unen para alentar con “huevos y aguante” al campeón. De los 25 parches que existen aproximadamente todos son muy llamativos y significativos dentro de la ciudad musical, entre parches viejos y nuevos están

La Peste Salado, Parche Gaitán, Parche Ferias, Defensas, El proletariado, Los parias. Todos me llamaron la atención para ingresar a la gran familia “Vinotinto”, pero cuando me di cuenta que ser barrista no era sólo ir al estadio, entrar a la tribuna lateral sur y corear los cánticos saltando con aguante, comprendí que el barrismo no era como yo pensaba, que ser barrista no es fácil, que hay que trabajar duro para gestionar recursos para los trapos, las banderas, el papel, los rollos, la pólvora, hacer bazares y actividades sociales. En ese mismo instante me hice a la idea que hay dos tipos de barristas: los de corazón (como es mi caso) y los guerreros (que son cerca de 1.000 personas entre adultos y jóvenes, donde el 95% son hombres).

Un barrista de corazón Fue un golpe bajo todo aquello que había descubierto para mis aspiraciones de ser un verdadero guerrero, de asistir siempre a todos los estadios de Colombia con “aguante y huevos” a gritar los goles del equipo, porque como lo dijo Andrea, para el guerrero el “combo” está primero, está por encima de la familia, el trabajo, el estudio y demás deberes “y vamo, vamo, vamo, vamo, vamos vinotinto… dejé el trabajo la familia y todo por volverte a ver…ésta es la hinchada que te sigue siempre a todos lados, ésta es la hinchada que en la mala siempre viene a alentar…vamos Tolima no podemos perder, vamos Tolima tenés que ganar, daría la vida por un campeonato la vuelta quiero dar…” Fue un golpe muy, muy bajo, para un guerrero no hay fronteras, no hay límites, no hay nada que impida alentar al campeón –esa es la única diferencia que tenemos- lo único

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que no permite llegar al estadio al guerrero: es la muerte. Y aún así, desde el cielo estarán alentando, ya que el amor que demuestra un barrista en incomparable y por eso siempre serán recordados a través de trapos o por medio de cantos: “mira mira que tristeza, mira mira que dolor…los guerreros no vinieron, a alentar al campeón”. Nunca pensé que ser barrista guerrero implicara tanto trabajo y dedicación. Sólo imaginé que la cita era cada domingo en el “MAMUT” (Manuel Murillo Toro) y entonar con gran voz los cantos, y saltar, saltar, saltar hasta alcanzar el cielo con aguante. Pero NO. Esos que describo son los barristas de corazón (como yo) los que llegamos al coloso de la 37 movidos por un mismo amor: al equipo, a los colores Vinotinto y Oro, a la ciudad, a la región, es lo que nos une a todos como hinchas del fútbol en general, pero lo que a la vez nos diferencia fuertemente de la cultura de las “barras bravas”, que más que una cultura es una forma y estilo de vida.

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Soy un barrista de corazón, no un guerrero Pijao Tal vez nunca llegue a ser un barrista de verdad, un guerrero Pijao incansable. Pero de algo si estoy seguro, y es que con la Revolución hasta el final, con la banda musical hasta que mi cuerpo no tenga más aguante, porque a pesar de que en mi billetera no tenga un carné que me acredite como barrista de la “Revolución Vinotinto Sur”, sí soy un barrista de corazón que siempre luce con orgullo los colores del equipo del alma, y que no va dejar de apoyar desde la lateral sur a pesar de los comentarios mal intencionados de otro tipo de personas que ven en el barrismo una peste social, a pesar de las peleas y las discriminaciones. Porque cuando juega el Tolima se olvida quién es el gamín, el gomelo, el ñero, el estudiante, el trabajador, el que fuma y el que no, el parcero y el enemigo, se olvida todo, ya que sólo se vive para cantar y apoyar al Vinotinto como lo dice uno de los cánticos que se entonan “desde la cuna, hasta el cajón, hasta el cajón… ”


cuerpos de fuego bailaban sedientos. El alcohol se volvía protagonista de la noche y empezaba a surtir sus primeros efectos, sobre aquellos improvisados hombres. El éxtasis del momento se conjugaba con el arco endemoniado de Cupido, que empezaba a herir los primeros corazones.

Junto al teléfono

Juan Andrés Romero Prada. Comunicación social y periodismo. UT.

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El reloj marca las tres de la mañana. Una cobija de lana se extiende por encima de mis piernas dispuesta a enfrentar el frío de la madrugada. Mientras tanto mi mirada enfoca sin distracción alguna, aquel teléfono de vestido negro que se encuentra estático sobre una mesa en silencio. Hace algunos meses mi hijo fue raptado mientras deambulaba por las angostas calles de mi Ibagué del alma. Aquella ciudad minúscula de pequeños espacios y altas montañas, por la que mi muchacho transitaba junto a su parche de amigos en un día cualquiera, mientras intentaban enamorar la vida. Según las palabras de mi hijo, la noche era joven y las mujeres bellas. Los

La música se desbordaba furiosa por los ventanales de aquel salón, donde se festejaban los quince años de la hija de doña Dolores. La chica por la cual, estaba allí mi hijo, aquella trágica noche. El reloj seguía su ciclo mecánico esclavizando el tiempo y la vida de los hombres. Mientras mi pequeño, tomaba un poco del néctar que emanaba de los dulces labios de la quinceañera. De pronto, algunos gritos de terror se tomaron el recinto… El ejército había llegado para cegar los sueños de nuestros muchachos. Los hombres corrían despavoridos sin encontrar salida, las bellas doncellas gritaban asustadas, mientras la pobre de doña Dolores intentaba calmar los ánimos del recinto. Mi hijo, como todos los jóvenes estaba preocupado. El reloj parecía detenerse ante la incursión de un militar de varias medallas y ningún sentimiento, que entró rápidamente con su

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cobardía al hombro, miró frente a frente a mi hijo y exclamó: “Todos los hijos de puta mayores de 18 años contra la pared y con papeles en mano”. Al otro lado del salón se encontraba el “Rolo”, el mejor amigo de mi hijo, que soñaba con comprarle una casita a su vieja. Este, al verse acorralado por el fantasma de la guerra, decidió emprender la huída. Camino cinco pasos hacía la puerta, tumbo por el suelo al militar central, saltó a otros dos soldados y corrió hacía su libertad; mientras otro hombre de camuflado desenfundaba su cobardía y gritaba fuertemente “parás o te mato malparido”. En menos de tres segundos dos ráfagas de fusil terminaron a quema ropa con la vida del Rolo y los sueños de su vieja. Mi hijo sabía que no podía escapar como lo había hecho en otras ocasiones, pero se armó de valor y quiso vengar al Rolo. Miró de frente al general y lo retó a un duelo sin armas; hombre a hombre, cara a cara. El general confundido, en medio de su egocentrismo, descargó su cobardía, se desprendió del camuflado y sin mediar palabra cogió a traición a mi muchacho y le rompió el alma, quien duró cinco minutos en el 20

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suelo, se levantó con gallardía y volvió al ruedo. El general le envió un gancho de aquellos que les enseñan para acabar, mi infante lo esquivó y con un sólido frontal volvió añicos la nariz del militar. Tres meses de incapacidad y cinco puntos de dolor le costaron al general volver a los campos de sangre. Pero mi hijo se metió en un grave problema: Dos soldados arrodillaron su orgullo a punta de cachazos, para luego obligarlo a firmar su sentencia de guerra. Todos los jóvenes fueron obligados a recostarse contra la pared, con las manos arriba fueron requisados y ultrajados. Los militares se tornaron más violentos que de costumbre y empezaron a golpear a los infantes que no contaban con la libreta militar. La gran mayoría de los jóvenes fueron dirigidos hacia la guarnición central, como nuevos integrantes inconscientes de la guerra. Mi pequeño sólo tuvo dos opciones: Pagar el costo de la tarjeta militar y los agravios causados al militar o en su defecto, ser una estadística más del conflicto. La primera opción fue abolida por nuestra cruda situación económica y la segunda fue el camino “fácil” ante la falta de oportunidades. Mi muchacho


nunca había cogido un arma, no le gustaba matar ni las moscas que abordaban su comida y su único sueño era construir una cálida casa entre las montañas que separan al Tolima del Quindío, en la cual pudiera criar a sus hijos, acariciar a su esposa y cuidar a sus padres. En el colegio nunca fue buen estudiante, pero aún así, le hubiera gustado ir a la universidad. El entrenamiento de mi hijo empezó con constantes madrugadas, implacables ejercicios y penosas humillaciones. Agotadoras jornadas que en menos de un mes lo habían convertido en un ser casi irreconocible. En las noches no dormía cuidando sus pocas pertenencias apetecidas por otros militares, que se desvelaban en los quehaceres de la droga. Se

ocupaba orándole a Dios: Le solicitaba que nunca lo mataran, ni le tocara matar. En menos de seis meses, tuve que asistir a su ceremonia de graduación junto a los vecinos del barrio que también veían como sus hijos se convertían en “hombres de guerra”. Mi hijo, salió a los campos dos semanas después. El recorrido fue extenuante, un viaje amenazado por hostigamientos guerrilleros que terminaron con el desembarco en Planadas, un alejado municipio del sur del Tolima. Una de las localidades más “calientes” del departamento por su clima cálido y su ambiente violento. En la última carta que me envió mi muchacho me contó, que todas las noches se encomendaba a Dios

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y le pedía al Rolo que desde arriba hiciera algunas gestiones, para que al otro día pudiera amanecer sin ninguna bala incrustada en su cuerpo. Dormía con un ojo abierto y otro cerrado, debido a que los centinelas descansaban más que él. En su mano derecha ponía su camándula y en la izquierda recostaba su fusil. En un mes, los combates le habían arrebatado a más de diez compañeros. En la última contienda, caminaban en la noche por los barrizales, mientras discutían porque los hijos de los altos dirigentes tan “comprometidos con la patria”, no se integraban a las filas del ejército colombiano. De pronto un sonido atravesó la acalorada discusión. El lancero cayo doblado por el suelo con su cabeza en mil pedazos. Una granada de mortero había segado sus sueños y de paso abierto su cabeza. “Boom” fue la siguiente nota de la sinfonía de guerra. Un contingente de cinco soldados volaron por los aires como expertos malabaristas de un circo improvisado. Recostado contra un tronco caído se encontraba mi muchacho asustado. Su fusil había volado unos metros adelante después de varias explosiones de granada. De pronto, escuchó unos pasos que se acercaban crujiendo hojas,

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hizo un vistazo de viento, levanto ligeramente su mirada por encima del tronco y lo rozó un fuerte silbido, que por poco rompe su cabeza. Su instinto de supervivencia lo llevó a rodar unos metros, hasta el lugar donde descansaba virgen su arma. La recogió con propiedad, rodo de nuevo al tronco, quito el seguro y sin mediar palabra se levantó para apuntar a su blanco. Se observaron cara a cara, como un par de exploradores de rostros y mi hijo descubrió en la mirada de aquel ser, un niño que no sobrepasaba los trece años. Momento de paz, que fue roto por una guerrillera que salió por el costado derecho de mi muchacho disparando como desquiciada. Mi hijo alcanzo a doblar su torso pero una bala se ancló en su brazo izquierdo y sin pensarlo, apretó tres veces el gatillo atinando en la cabeza de la guerrillera, que al verse herida dejó caer su fusil en el piso disparándose accidentalmente en el pecho del pequeño guerrero. El combate concluyó con muchas bajas de bando y bando. Mi hijo terminó confundido y triste llorando con el niño guerrillero en sus brazos, preguntándose el porqué de la guerra. Mientras tanto yo sigo aquí en vela, al lado del teléfono, esperando tener buenas noticias de mi muchacho.


Manolito y sus figuritas Sebastián Mateus Comunicación Social y Periodismo. UT

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ucedía que a Manolito las noches le aburrían. Ya no eran atractivos los programas de televisión nocturnos, ni cerrar los ojos y perderse durante horas en algún universo paralelo que generalmente era un fiasco y la prueba fehaciente de lo molesto que es pasarse largo tiempo tendido en sosiego. Además, no le parecía correcto eso de que un ser humano se pase la mitad de la vida durmiendo y la otra mitad soñando despierto. Por eso, Manolito optó por la radical decisión de no volver a dormir y en lugar de ello, pasarse todas las noches haciendo retratos calcados en el firmamento, con la única intención de formar figuritas icónicas, uniendo las estrellas con líneas de suspiros igual a los juegos para niños que suele llenar en los periódicos dominicales. Noche a noche, Manolito intenta darle un único sentido al cielo. No se da cuenta de que éste es infinito. El niño rebelde, pretende que cada noche, las figuritas

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que ha dibujado en el firmamento, permanezcan en el mismo sitio. Unas veces imagina leones comiendo almanaques, otras, grandes hombres con cinco ojos por donde les es posible comer, eso sin contar las mil y un hormigas azules formando grandes ciudades. Lo malo, lo realmente malo, es que Manolito no quiere que sus figuritas desaparezcan a causa del amenazante día y del odioso sol, pues cuando el magnánimo es vencido por su amada noche, tiene que reconstruir punto por punto sus dibujos y eso es tedioso. Aunque al principio, la idea de hacer marañacos en el cielo cada noche lo mantenía enérgico por semanas, ahora había llegado a aburrirle. Ya es seguro que Manolito no volverá a dormir en toda su vida. Si pudo aguantar meses, es porque ya esas patrañas no son para él. Entonces, Manolito, como ya es costumbre, opta por una solución extrema, radical, decisiva: Eliminará el día en todas sus facetas y manifestaciones. De este modo, Manolito pasa noches enteras reconstruyendo su caprichoso ideal y días largos pensando cómo destruirá el día en absoluto. Durante una de sus veladas diurnas de razonamientos e invenciones fracasadas, un foco, ¡no!, una bombilla, ¡no! Una gran antorcha se prende en su cabeza de niñito consentido. Toma su abrigo de piel de cucaracha y sale en busca de su idea. Se dirige al centro comercial más cercano y pregunta a un viejo andrajoso y maloliente dónde queda una relojería. Afanoso, ingresa en la relojería: “El tiempo en tus manos” y pide por favor al tendero un reloj ártico con un sistema 24

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horario como el de los militares y que sólo marque: desde las dieciocho horas hasta las cinco horas, -el lapso normal de la noche en esta parte del mundo-. El relojero, extrañado pero codicioso, entrega a Manolito el reloj con tales características y el niñito sale dando saltitos de felicidad, durante todo el trayecto hasta su casa. Con un contento más grande que su imaginación, Manolito procede a sincronizar su reloj de manera que todos los relojes del mundo funcionen de la misma forma, es decir, que sólo marquen las horas nocturnas. De esta manera, ningún reloj del mundo marca las horas diurnas y el día y el sol, tristes y rechazados, dejan de salir a dañarle las figuritas a Manolito. En esa medida, Manolito es un niñito alegre en demasía, porque su león comealmanaques, sus hombres de ojosbocas y sus hormigas azules y arquitectas ya no serán víctimas del desorden. Empero, lo que Manolito en su multicolorida cabecita nunca logró concebir, es: ¿qué haría si todos los días fueran noche y si sus figuritas siempre estuviesen como él deseaba que permanecieran? Ahora Manolito, pasa todas las noches de su vida aburrido, contemplando sus dibujos a base de estrellas y sin nada por hacer.


Oscurantismo [Fragmento] Carlos A. Castillo M Escritor. / Artes Plásticas y Visuales. UT.

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ras haber pasado toda la tarde en uno de sus habituales paseos que por lo general concluían con la frustrante sensación de viejos paisajes que no deparan ninguna sorpresa, Alvear comenzó a bajar por la calle 22, hasta adentrarse en las calles torcidas del barrio de tolerancia. Se trataba del camino más corto a su casa y a esa hora, temprano todavía, recién caída la noche, no resultaba demasiado peligroso pasar por allí. La otra posibilidad era hacer un rodeo por la calle 26, pero en esta ocasión no se sentía de humor como para tomar la ruta más larga. Deseaba llegar, encerrarse, tumbarse en el catre y quedarse un buen rato mirando el techo de su pieza. Y lograba su objetivo, en apariencia y a pesar de las actitudes hostiles, nadie se fijaba en su paso. Por esta calle, se decía Alvear, se camina seguro. ¿Qué importancia tienen los asesinos y putas

llenando las tabernas? ¿Qué importancia tienen los violadores reunidos en grupos en las esquinas o bajo los árboles, frente a las casas? Se decía Alvear que en esta calle no podía sentir esa angustia que por ejemplo sentía al transitar por barrios de gente acomodada. Algunas cuadras más al norte comenzaba a brillar el lujo de los baldosines, la amplitud de los garajes y las casas cercadas con gruesos muros de piedra; bien conocida es la táctica de los asaltantes nocturnos que consiste en trepar a las ramas de los árboles y esperar allí horas y hasta días enteros, camuflados, ansiosos, consumidos por el tiempo de la espera, sin comer, dormir o beber, hasta que el primer desgraciado de buena apariencia y quizá, también borracho, transite por el lugar exacto previsto para caerle encima y despojarlo así de sus pertenencias. Archivos X

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Estos delincuentes son meticulosos en la planeación de su trabajo; prefieren los árboles frondosos y no muy altos. Con ello se reducen las posibilidades de fallar en el salto, circunstancia que además de bochornosa y depresiva, era sobre todo peligrosa para la integridad física del ladrón, al correr el riesgo de romperse un brazo con una mala caída o sencillamente matarse. Lo más importante en cuanto a la situación geográfica del árbol escogido era que estuviera en un barrio del norte y no en uno del sur. No eran tarados los ladrones para decidirse por la última alternativa (complicada además por la conocida escases de árboles en los barrios de suburbio) y suponiendo que el ladrón, en un ataque de desesperación, tuviera que hacerlo, las víctimas de turno no garantizarían ninguna ganancia. Por eso abundan los ladrones en los sofisticados barrios del norte, en donde a pesar de la soledad paranoica de las calles, los clientes si son de fiar, no como esos otros arrancados que por mucho llevan algunas monedas en el 26

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bolsillo, demasiado poco para esperar tanto tiempo. Es por eso que Alvear camina sin aparente duda por esa calle que en la madrugada destila una especie de violencia contenida, cuyos personajes habituales casi siempre están bajo la influencia del sopor alcohólico. A pesar de las miradas de desprecio o los movimientos imprevistos que surgían en las esquinas, no había ninguna razón para temer. Es decir, allí estaban los ebrios en sus miserables tabernas y podrían verlo pasar o podrían no verlo. En el primer caso, la obstinación los llevaría al límite y las consecuencias serían graves. ¿Sospechaban acaso esos ebrios que por debajo de la aparente calma de Alvear se ocultaba una nerviosa cualidad, una sensación de fragilidad, el sentimiento de estar destinado a vivir alguna sangrienta circunstancia? Suponiendo que en determinado momento los ruidos vomitados por la rocola, las luces de neón que llenaban el ambiente, la sordidez de las circunstancias, en fin, provocaran que uno de aquellos ebrios, en un momento de particular insensatez, de repente se levantara de la mesa y con su voz pastosa dijera, como la cosa más normal del mundo: "vamos a darle su merecido a ese tipo que camina mirando el piso. No quiere


llamar la atención. Tiene miedo...", a continuación se encaminaría decidido afuera de la taberna, con un cuchillo en la mano y Alvear estaría expuesto a un gran peligro. A pesar de todo sería posible que otro ebrio, por el simple capricho de llevar la contraria, se opusiese con sus toscos medios a llevar a cabo tan inútil acción: "prefiero ignorar su miedo y seguir bebiendo. No tiene sentido...", de cualquier modo su oposición fracasaría, sin importar los argumentos lógicos o humanitarios que estuviese en condición de hilvanar. No. La obstinación prevalecería. El primer ebrio impondría su fuerza para llevar a cabo la tarea e iniciaría una aparatosa persecución a través de la calle, hasta provocar una pelea con Alvear, quien en este caso no tendría la más mínima posibilidad de salir con vida de tan desdichado encuentro: garrotes, pedradas, cuchillos, navajas, le reducirían en un instante a poco menos que un guiñapo, un perro desfigurado bajo la punzante llovizna de la noche. Contribuirían a tan lamentable suceso todos los ebrios de la taberna y con más furor incluso aquellos iniciales opositores, quienes se habrían dejado arrastrar por el instinto asesino después de beber apresurados los restos de la botella de aguardiente que había quedado olvidada en la mesa. Y si esto hubiera sucedido, quizá Alvear no se quedaría aletargado esperando a que lo mataran. Nada de eso. Los insultos de las putas, los berridos de los gamines, la algarabía a sus espaldas habrían terminado por alertarlo de lo que estaba a punto de ocurrir. En ese caso ¿para qué tenía esas dos piernas flacas? Frente a los ebrios gordos tenía mejor

estado físico, era casi seguro. Podría parecer desmañado, incluso acabado, pero al menor signo de peligro una buena carrera de atleta bastaría para mantenerlo a salvo. ¿Entonces por que aquella opresiva sensación, la inminencia del golpe de puñal en su espalda no lo dejaba en paz mientras seguía caminando? En noches así se sentía como un fantasma desgarrado por el viento de la calle, disuelto en la más leve perturbación: surgía, desaparecía y volvía a emerger sin ninguna causa, pero sin dejar tampoco consecuencias importantes. Su rastro era una sensación descompuesta, algo fugaz pasando por la vieja calle torcida, igual que un sueño o a lo mejor una visión de pesadilla. Una distorsión sobreimpresa al paisaje en decadencia, una sombra eclipsada en los múltiples ojos gastados en las alucinaciones del alcohol. Allí estaba, la gregaria reunión de fingidas alegrías y miradas naufragas en la borrachera tenaz:pensamientos apagados, sensaciones dormidas y el humo embotante acumulado en estrechos recintos. En realidad eran montones de carne, entes, manchas o bultos desplazados de un lado para otro, que noche tras noche trataban de encontrar el placer a cambio de hundirse más y más en la nada comunitaria. No era la primera vez que rondaba la calle, pero esa noche en particular era como si la brisa de la locura soplara con fuerza desde el oriente, desde los cerros, y era posible, según Alvear, definir a partir de los patéticos signos, el fracaso general de la existencia. Tal reflexión le hizo sonreír un instante, pero pronto disimuló su gesto, ya que podría ser malinterpretado: una invitación al placer clandestino. Archivos X

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Amor de iguales Jennifer García Saldarriaga Programa de Comunicación Social / Universidad Santiago de Cali.

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s lunes en la noche y, como es costumbre, hace más o menos una semana Lucía llama a ‘Jose’ para intercambiar un par de palabras, aunque esta vez quiso ir un poco más allá e invitarle a comer un helado; la respuesta positiva dio pie para que ella, a pesar de llevar poco tiempo hablando y no tener suficiente confianza, pensara que era posible ir más allá. Lucía está en quinto semestre de economía en una reconocida universidad de la ciudad, pese a su corto recorrido en la carrera se destaca por ser una estudiante brillante, que mantiene un promedio de 4.7, el mejor entre sus compañeros de clase; hace parte de un grupo de investigación y se desenvuelve en diferentes espacios dentro de su facultad; si bien no es amante de la adulación, a diario se tiene que enfrentar a los constantes

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reconocimientos y felicitaciones por su capacidad intelectual y destreza. Dos de la tarde del martes, Lucía va camino a su clase de economía III. A diferencia de otros días, hoy no logra concentrarse en las explicaciones de su profesor, en cambio bota empeño en que el dibujo que hace para ‘Jose’ sea perfecto, este comportamiento, extraño en Lucía, llama la atención de su compañera y amiga María, por lo cual decide preguntarle qué pasa. ‘Jose’ es estudiante de artes plásticas en la misma universidad, pero está en segundo semestre, se dedica por completo a su carrera y aunque no pertenece a un grupo de investigación, ni desarrolla actividades extracurriculares, es una persona conocida por su gran talento para el dibujo y la actuación,


habilidades llamativas para muchos de sus profesores. Luego de un rato, Lucía confiesa lo que pasa, le cuenta que por primera vez tendrá un acercamiento con esa persona que le interesa. Frente a esto María reacciona de manera tranquila y se alegra porque al parecer su amiga había conocido a alguien que le gustaba y no sólo por su físico. Rápidamente pasaron las tres horas de clase, y el momento del encuentro se acercaba, son las 5:30 p.m. ‘Jose’ coge su celular, abre su lista de contactos y selecciona el nombre de esa persona encantadora con la que compartirá el resto del día. Lucia lleva una blusa roja con un estampado de corazón, que ella misma diseñó, jean azul y zapatos del color de la camisa. Después de la conversación era claro ya el lugar donde se verían, la fuente central de su universidad, un sitio hermoso que se caracteriza por el colorido verde de toda la vegetación

que está a su alrededor, además de las mariposas que como betas tiñen el aire cual ligeros pincelazos. A las 6:30 p.m. emprendieron camino rumbo a un centro comercial. En el camino no hubo motivo que no permitiera salir de sus bocas grandes carcajadas por cualquier chiste, parecía que se conocieran de toda la vida, o en su destino estaba escrito que se tenían que conocer. A pesar de ser una tarde genial, ‘Jose’ conservaba un gesto de desilusión y dolor, pues lo más seguro por esos días era que tendría que cambiarse de universidad, ya que sus padres así lo deseaban, ellos sentían que estaban perdiendo su capacidad de control, y además sus hermanas colaboraban para que fuera pronto su regreso. Cuando Lucía supo esto, su corazón automáticamente aumentó los latidos y pensó lo

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peor, porque por fin encontró la persona que siempre había soñado y en cualquier momento se podría ir. A raíz de esto, ella no se contuvo y le pregunto a ‘Jose’, ¿Si vos conocieras a alguien que te mueva el piso, te quedas? Una sonrisa afloró de su boca y respondió, “no sé, podría ser”. Aunque no más tranquila, pero sí ansiosa por hacer lo imposible para que su amor no se fuera, decidió conquistarle. ‘Jose’ viene de una ciudad del sur del país, hace parte de ese gran número de estudiantes en dicha universidad que viene de fuera de Cali, quiso entrar allí porque su carrera no la ofrecen en muchas instituciones y los contenidos le convencieron. A sus 18 años se aventuró y sus padres, aunque aterrorizados por lo que podría pasar, le dieron la oportunidad, pero al ver que a lo largo de un año se habían distanciado tanto, prefirieron que volviera con ellos. Luego de una larga tarde juntos, Lucía dijo: “Me tengo que ir ya, acompáñame a coger el bus”, ‘Jose’ sonrió y empezaron a caminar hacía el paradero. Cuando llegaron allí, se sentaron y en medio de un ataque de cosquillas, sus cuerpos quedaron más juntos, al punto de que ella podía sentir su respiración en la cara. Por un segundo Lucía le vio e inconscientemente le besó, la reacción de ‘Jose’ no fue la mejor, se quedó en shock y mirándola. Ella le preguntó: “¿Qué pasó, no te gustó?” A lo que respondió: “Es la primera vez que me besa una persona de mi mismo sexo”. Cuando Lucía supo esto su mundo se volteó inmediatamente, ella pensó que 30

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la necesidad de ‘Jose’ de tener contacto físico, era la puerta abierta para que pasara algo más, ella se soltó sobre su amor, le abrazó y le ofreció disculpas por hacer algo que no era habitual en su vida; ‘Jose’ no dijo nada sobre el tema, en cambio, a pesar de su estado, le pidió a Lucía que se quedara en su casa, pues ya era muy tarde. Ella no se quiso arriesgar, se despidió y abordó un taxi, prefirió esperar para hablar al otro día. El miércoles en la mañana iba Lucía en el bus, eran exactamente las 7:15 A.M. pasaron cinco minutos cuando su celular timbró, era ‘Jose’ que la llamaba para decirle que se vieran, que quería hablar con ella, Lucía asintió y cuando llegó a la universidad la buscó. Ahora en uno de los edificios de la universidad, ellas quisieron sentarse a hablar sobre lo que sucedió, Lucía prometió no volver a besarla, la sensación de vergüenza fue más fuerte que sus propios sentimientos, ‘Jose’ sonrió y le dijo, bueno. Otra vez después de jugar a las cosquillas, sus cuerpos volvieron a quedar muy juntos, pero esta vez quien quiso besar a la otra fue ‘Jose’, confirmándole a Lucía que había encontrado la persona que le movía el piso. Después de cuatro meses siguen juntas, ahora como novias oficiales, cada una conoce los grupos sociales de la otra y al igual que en las relaciones heterosexuales, aunque tengan problemas son felices e intentan vivir su relación sin restricciones.


Ernestico el capitalista

El yerno del carnicero

Humor

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¿En qué estoy pensando? Me pregunta feisbuc:

¡en cancelar mi perfil! respondo con ira. Rodolfo García

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stoy pensando en lo sumamente inútiles que pueden verse en algún momento estas mierdas de feisbuc o tuiter, empezando porque en realidad a nadie le importa lo que dicen los demás, sólo son espacios para mostrar egos a través de frases de cajón recicladas entre los miembros de una “comunidad virtual”, siguiendo por la evidente pérdida de nuestra identidad latina al usar estas redes de nombres y orígenes anglosajones, sin olvidar la reducción del lenguaje escrito a palabras incompletas y mal escritas. En este sentido feisbuc y tuiter promueven la ignorancia, pereza y mediocridad de nuestro pensamiento actual. No deja de ser curiosa la asimilación de la imagen de los usuarios a una foto que evidencia su mejor perfil y ángulo pero que oculta el defecto, sugiriendo quizás un nivel de baja autoestima en cuanto a la imagen propia, lo cual reafirma que casi nadie está conforme totalmente con el reflejo de sí mismo. Si se piensa en ello, es irritante la falacia del mecanismo de feisbuc para entablar amistades, según la cual se requiere enviar una invitación de solicitud que debe ser aceptada para que la relación quede pactada dando clic y todo se resuelve en el risible enunciado: “fulano y mengano ahora son amigos", pero en la realidad que circunda el micro universo virtual del computador quizás algunos ya son amigos y tal vez algunos jamás lo serán, una amistad no depende de que feisbuc 32

Efecto Mariposa

la declare existente. Estas redes sociales son un espacio perfecto para la disolución del comportamiento antisocial camuflado de normalidad, el engaño y la mentira reinan en esta espacialidad virtual, y aunque poco la he habitado me cansé de exponerme como un ciudadano de cristal, ¿por qué tengo que dejar ver a cualquiera mi información personal y lo que me gusta o no? Y es que sería ingenuo creer que el usuario corriente, como yo, pueda controlar los accesos a su perfil, ¿a quién le favorece esto? Es indignante todo el uso politiquero de estas redes, disfrazado de estrategia innovadora (por otro lado engañosa, pues la altísima ola verde en feisbuc se transformó en desierto en las elecciones), ya que hasta la izquierda, que al menos en un momento se resistía al determinismo tecnológico, en las recientes elecciones, con la excusa de que todos están en la red, han caído patéticamente en las frases de cajón en tuiter y feisbuc, olvidando la máxima de Marcuse de la necesidad de transformación en lugar de la transformación de las necesidades, sólo se hace necesario algo cuando nos sumamos a la mediocridad de la falta de esfuerzo, ¿por qué tomar el camino fácil? Con esto se demuestra que todos los políticos son iguales, como sugiere la secuencia de imágenes que suele acompañar a la canción de Pink Floyd, Brain Damage (“Los lunáticos están en mi hall…”), es la misma lógica del poder con apariencias distintas.


También es preocupante la creciente dependencia de aparatos tecnológicos para poderse relacionar y "jugar", similar a lo que ocurre en Un mundo feliz de Aldous Huxley, donde están prohibidos los juegos al aire libre y que no impliquen una relación con un artefacto. Es patética la sensualidad que se maneja en feisbuc, pues las imágenes escogidas siempre quieren ocultar o falsear la imagen real. Son horribles esas fotos que muestran a la gente en sus salidas o eventos, mostrando sus risas falsas, promoviendo la banalidad, estimulando falsos protagonismos, en un espacio adecuado para el desahogo de los fracasados que creen que por fin tendrán sus quince minutos de fama, fenómeno más evidente en yutuv, en donde miles de anónimos cometen actos peligrosos o de violencia sin otra razón distinta que obtener un registro visual destinado al ojo voyerista de otros miles de personas ¿pero a qué precio y qué piensan los dueños del capital de este comportamiento pueril?

Y es que este tipo de pendejadas serían aceptables como juegos infantiles pero es inaceptable que (Tu actualización de estado es demasiado larga. El máximo permitido es de 420 caracteres y tu estado tiene 3306.) los adultos…pero no, qué va, no recordaba que ahora los adultos quieren vivir y verse como jóvenes, prosperidad para los cirujanos, ¿crecimiento de la frustración sexual?, estancamiento del pensamiento que necesita más sabiduría y menos ciencia, pues hasta un niño puede ser científico pero la sabiduría sólo deviene de una larga experiencia. Feisbuc atenta contra la universalización de la actitud ilustrada, parece como surgida de la mente del jefe de bomberos de Fahrenheit 451, quien profesaba que todos deben ser igual de ignorantes, porque el conocimiento sólo trae infelicidad a las personas. Hay que pensar de manera simple, hay que reducir el lenguaje, hay que olvidar lo importante y recordar lo irrelevante.

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Estoy furiosamente de acuerdo con John Zerzan en sus ideas expresadas en la película Surplus, de cuán mejor sería el mundo destruyendo una tecnología que separa en lugar de unir, y lo peor es que todos caemos en la trampa, enunciando a quién queremos pero no a quién odiamos, poniendo nuestro ladrillo en el muro que nos separa de una posible felicidad. ¿Tiene feisbuc la autoridad para declarar quién acepta como amigo a otro? Obviamente es una cuestión de lenguaje, pero es que el lenguaje es nuestro puente con el mundo, determina nuestra manera de ver, sino por qué no utilizan la expresión “colega” en lugar de “amigo” o aunque sea “conocido”. Según esta cosmovisión si hay “amigos” necesariamente debería haber “enemigos”. Algunos defienden a internet y a estas comunidades virtuales porque supuestamente la red es libre y democrática, que es horizontal en sus relaciones, que no discrimina, y especialmente que permite expresar a los anónimos, pero no hay que olvidar aquel principio según el cual toda expresión renovadora se muta en esclava de las clases hegemónicas que la vuelven mercancía (en este caso la mercancía es la ideología de los paraísos de la comunidad virtual). Además internet surgió del pensamiento tecnológico-científico-capitalista-universitario, aliado con el aparato militar en Estados Unidos, (esto no es como el circo o el blues). Aparte de los negocios 34

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de la guerra y la industria farmacéutica, son las industrias de la información, el entretenimiento, y las comunicaciones, las que más hacen fructificar al capital hoy en día. La supuesta libertad que gozamos en la red es como la carnada en un anzuelo, igual estás atrapado en ella a menos que seas una araña, o el que la recoge, llena de peces agonizantes. ¿Por qué se volvieron tan altruistas los capitalistas de vanguardia?, ¿desde cuándo son los mismos humanistas?, ¿por qué están tan interesados en generar más relaciones sociales y amistad entre las personas del mundo?, ¿los mueve un interés de unión entre los pueblos y las naciones o el de crear una sola nación, consumista y estandarizada, de uniformes pintorescos y variados? La práctica creciente de ver el mundo a través de una pantalla genera cambios profundos a nivel individual y social, uno de ellos la disolución de las fronteras entre lo real y sus representaciones. Este presente casi anticipa al futuro, la ignorancia de los humanos extraterrestres en Wall-E, quienes nunca vieron la tierra realmente, se parece a nuestra ignorancia presente de pretender confundir experiencia real con experiencia vicarial, haciéndonos indiferentes cómplices vitalicios de la degradación social y ambiental del planeta. Por todo esto y lo que aún no he pensado, voy a eliminar mi perfil de feisbuc.


Grito contra la censura a la juventud cajamarcuna Colectivo Socio-Ambiental Juvenil Cajamarcuno

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uando aún éramos niños, hace algún tiempo, salíamos a jugar con todos los amigos en las calles de Cajamarca desde muy temprano hasta altas horas de la noche. Eran tiempos felices, llenos de sueños compartidos. Todavía recordamos cuando rompíamos las ventanas jugando futbol, o cuando cada fin de semana o por lo menos una vez por mes salíamos a echar charco en Chorros blancos o al Charco del Gato, nunca pensamos en el mañana que nos tocaría enfrentar. Al paso del tiempo llegaron los cambios, empezamos a crecer, a escuchar la música que normalmente no se oye en las cantinas del pueblo, a dejar crecer nuestro pelo o a pararnos la cresta, a vestirnos al estilo de los pocos videos y películas que nos llegaban como la conocida

Rodrigo D No Futuro o videos musicales de los Skatalites, Ramones, Sex Pistols, Prince Buster y cuanto artista nos llegara; a usar mochilas con parches y botones mal pegados, a usar camisetas con logos y mensajes mal estampádos. Por esos días empezamos a jugar menos y salir más por las noches a discutir de todo un poco y hacer nuestros primeros gritos de resistencia, a sacarle provecho a nuestra música muchas veces conectando una grabadora en la calle o en una esquina, lo importante era que hubiera de dónde sacar corriente para la grabadora y así sonaban todos los géneros, sin distinción de “subculturas”, porque todos éramos y seguimos siendo un solo parche de amigos, eso sí, con gustos musicales distintos pero todos mirando para el mismo lado, empezamos a pensar

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en las futuras luchas pero no nos imaginamos lo que nos tocaría enfrentar. Cuando por fin llegó el mañana que pasó a ser el hoy, se nos presentó el mayor reto que hemos tenido hasta ahora, no nos echamos hacia atrás y empezamos a irnos más de las ideas a las acciones, sin intentar ganar protagonismo, ni con ganas de diversión, sino porque sentimos que es un deber sagrado defender lo que alguna vez defendieron nuestros antepasados armados sólo con palos e ideas de libertad. Desde nuestra cotidianidad no guardamos silencio ni actitud complaciente con Anglogold Ashanti (A.G.A.), multinacional minera latifundista y explotadora encargada de llevar a cabo el ecocidio de nuestra región. Nuestra denuncia constante no sólo logró sensibilizar a otros habitantes de Cajamarca, sino que también desató una estrategia de A.G.A. para desvirtuar a los jóvenes y hacernos ver como la mierda del municipio, como jóvenes drogadictos, revoltosos y delincuentes, siendo que ellos si son la verdadera mierda, que como dicen nuestros abuelos, vienen a acabar hasta con el nido de la perra. La vida en nuestro pueblo ha cambiado, ya no es como el ayer que hoy extrañamos, la estrategia represiva de A.G.A. ha permeado casi todos los espacios culturales, ahora si nos sentamos en una esquina de nuestro parque nos hacen salir corriendo ciertos personajes de armas, violencia y nada de ideas en sus pobres cabezas, visten de harapos verdes y bolillos negros que parecen o más bien son esclavos de los nuevos colonizadores. Los que hacen “seguridad” ciudadana con fines privados han instalado cámaras de punta a punta en

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el pueblo las cuales están cerca a las escuelas y colegios y además no se sabe dónde terminan sus grabaciones, inclusive aprovechan nuestros eventos para repartir revistas o comunicados con su propaganda mentirosa; los colonizadores nos gritan, nos insultan y nos humillan pero cuando es “nuestro turno” nos callan como pueden, y ya cuentan hasta con programa en un canal local en el cual aprovechamos para hacer preguntas sobre los impactos negativos sociales y ambientales pero siempre responden lo mismo: “eso es mentira, nosotros somos una empresa responsable.” En algunas ocasiones cuando se organizan eventos para el disfrute de la comunidad en general, muy a pesar de contar con los permisos de la ley para el uso de los escenarios públicos, los amigos de nuestros enemigos cancelan los eventos de manera unilateral, siendo esto otra forma del cierre injustificado de los espacios para la libre expresión de los otros distintos, nosotros, aquellos que no aceptamos el cianuro ni en las venas ni en los ríos de nuestra región. La doble moral está a la orden del día, cuando se trata de eventos que sirven para la veneración de las mascotas de A.G.A., los permisos son entregados sin contratiempos en bandejas de oro, listos para que los colonizadores sigan traficando sus mentiras, tergiversando mentes y corazones y comprando conciencias, mientras a los jóvenes no nos dejan asomar ni en la esquina que alguna vez fue propiedad colectiva de los habitantes de a pie. ¿Acaso la censura logró callar nuestra voz de protesta? A pesar de las estrategias selectivas o encubiertas contra quienes no congeniamos con A.G.A.,


seguimos resistiendo con todas las fuerzas de nuestras mentes y cuerpos, logramos conformar el Colectivo Socio-Ambiental Juvenil en el que participan Rockeros, Intelectuales, Teatreros, Estudiantes, Filósofos, Músicos, Poetas, Dibujantes, los que ejercemos nuestros talentos y nuestras ganas de luchar para defender a “Cajamarquita del Alma” y hacerle frente a los problemas, no sólo ambientales sino también sociales de nuestro municipio. Desde este espacio demostramos que en manada es más fácil resistir y que nuestro grito sigue siendo justo más aún cuando lo que está en juego es la vida de los hombres y mujeres que luchan y trabajan en la despensa agrícola de Colombia. Sin importar la propaganda negra contra los amantes de la vida y la libertad, seguiremos cantando, gritando, marchando, estampando, soñando, riendo, jugando y haciendo canezalos entre amigos para calentar la noche y sobre todo resistiendo por la justicia de nuestros sueños. Seguiremos luchando y organizando más eventos para sensibilizar sobre los daños ambientales y sociales

que generan los proyectos mineros en Colombia y en el mundo, crearemos una comunidad de amigos y amigas con sueños, alegrías y experiencias compartidas. Desde ya quedan todos y todas invitados/as a unirse a esta justa causa que pretende defender nuestros pueblos y el espíritu vital y sagrado de nuestra tierra, todos y todas serán bienvenidos, ya sean organizaciones ambientalistas, animalistas, sindicales, sociales, indígenas, culturales, juveniles, musicales. Nuestra lucha es contra un enemigo que pretende sacarle la sangre a la tierra y arrasar los recursos, nuestra lucha en por la vida y requiere mentes y corazones capaces de construir un tejido con sensibilidad social y ambiental. No somos una lucha individual ni aislada de otras, somos hermanos de lucha y debemos encontrarnos en un sueño colectivo que permita lograr los objetivos y los verdaderos cambios por los que día a día hemos entregado nuestras vidas.

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BUTOH: La danza de la oscuridad en IbaguĂŠ Hugo Manuel Barrero Director de Teatro

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l pasado 18 de febrero de 2011, en el Aula Múltiple de la Universidad del Tolima, se presentó un espectáculo de Danza Butoh que por sus características rompió con la monotonía cultural y teatral del claustro universitario y de la ciudad. Se trata de la obra: “Agua tierra”, creación de Tatiana Moreno, joven teatrista ibaguereña, bailarina y coreógrafa, atraída por la danza de la oscuridad. Lo primero que llama la atención al espectador es encontrarse una estética chocante, con movimientos extraños para los referentes que tenemos de la danza occidental. La obra transcurre en una increíble lentitud que se rompe con gran fuerza, cuando menos se espera y sin perder el contacto de los pies con el suelo. La gestualidad es exagerada; hay contorsiones intensas de espalda y dorso; el cuerpo está en inmutable acción desde el interior, y en un tiempo alterado e impredecible. El centro de gravedad bajo, provoca una fluidez de ritmos y movimientos al compás de respiraciones profundas, bramidos universales, hasta desplomarse repetidas veces, con una concentración de energía liberada al instante. En su aprendizaje, Tatiana acoge las acciones solitarias de los danzantes de Butoh, con una actitud que pregona autenticidad. Es cierto que esta danza posee ya una codificación compartida, a tal punto que han proliferado proyectos de inspiración japonesa, meramente formales y ocasionales. No es el caso de Tatiana, y eso es lo abonable en su búsqueda con este trabajo, pues ella crea una simbiosis del Butoh de acuerdo a sus propias raíces culturales, asentadas en la cosmogonía del Cañón del Combeima.

A partir de contrastes extremos, la actriz se arriesga a seguir los preceptos establecidos por: Hijikata y Ohnno, fundadores de esta manifestación, quienes se oponen al virtuosismo técnico y a utilizar el cuerpo como una herramienta expresiva de ideas o sentimientos; y es aquí, donde la obra “Agua tierra”, tambalea en su concepción, al tratar de “Representar” una historia, cuando por el contrario la Danza del Butoh, no narra una historia, no representa nada; sino más bien, presenta el cuerpo despojado de su contenido dramático, narrativo y estético. El cuerpo debe ser observado como un micro-universo conectado al universo y por ello regenerado a partir de su fuerza vital primaria, a través de la creación de un lenguaje de la percepción profunda de la vida. Por otro lado, la obra penetra en una simbólica dimensión femenina, apuntando a una visión esencial, lejos de los arquetipos que rodean a la feminidad y muy cerca de la sensibilidad de la intérprete. No hay caracterización por parte de la bailarina, sino identificación plena con un sentir hondo. El Butoh, nace en el Japón de la postguerra a finales de los años cincuenta, tras los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki que devastaron el país y donde las imágenes dantescas de los sobrevivientes que deambulaban por las calles con sus cuerpos quemados y con los globos oculares reventados y colgando sobre las mejillas, llevaron a Kasuo Ohnno y Tatsumi Hijikata, a la búsqueda de un nuevo cuerpo que lo redefiniera en el tiempo y en el espacio, creando un movimiento hacia la búsqueda de una nueva identidad, que le diera sentido a una sociedad derrotada y en Grafos & Resonancias

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movimientos y gestos a modo de marioneta, sin restringir la significación de sus movimientos como los que se realizan en los convencionalismos de estas técnicas. Igualmente tiene influencias de la danza moderna y la danza expresionista alemana como del teatro de la crueldad, de Lorca, de Genet y el Marqués de Sade.

tránsito, para rescatar el sentido de la vida frente a la muerte y la destrucción. De esta premisa nace el Ankoku Buto-ha (Danza de la Oscuridad) entendiendo por oscuridad como lo que está en la sombra, lo desconocido. “Ankoku”, significa lanzar negro u oscuridad absoluta. “Bu”, significa bailar, “To”, paso o pisar. Y “Ha” significa grupo o partido. En su proceso evolutivo como arte ha hecho que muchos de los objetivos iníciales se hayan ido transformando y por ello actualmente es difícil tener una definición global para la estética, la concepción de cuerpo y otros aspectos del Butoh. Es considerada una forma contemporánea de danza, donde se pueden observar influencias de las artes escénicas tradicionales japonesas. Junto con la improvisación del Kabuki, se toma el adoptar una pose o acción suspendida; del Noh el caminar deslizándose como si flotara en el aire; del Ningyon los

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El Butoh, es un arte con una concepción crítica sobre el establecimiento social, político, cultural y sobre la condición del ser humano. Es una rebelión del hombre moderno que en crisis tras la destrucción masiva de sus congéneres, busca liberarse a través de la verdad de su cuerpo. La Danza Butoh, es una respuesta radical a los esquemas estereotipados de la danza, rompe los patrones establecidos, sirviéndose de elementos no convencionales. El Butoh propone una poética del cuerpo que se caracteriza por estar cargada de una profunda filosofía que cuestiona la existencia del ser humano y sus costumbres. Evita ser un método de expresión fijo o establecido y rechaza lo acabado y la estabilidad frente al movimiento llevado al límite, de ahí que se aparte del realismo y del simbolismo en la danza. La Danza Butoh trascendió su tragedia originaria y su contexto social y político, para intentar pertenecer al hombre de cualquier raza, nacionalidad o credo. La obra “Agua tierra”, enriquece el panorama de las artes escénicas en Ibagué y se articula a otras experiencias suramericanas hacia la recuperación del sentido primigenio de la danza escénica, difundiendo con libertad y convicción la posibilidad de una daza Butoh andina.


El guerrero nunca retrocede Efraín Rendón Ardila Paulo Mario Cortes

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ranscurrían los mezquinos años 90 en Colombia y la situación sociocultural y política fecundaba en las calles a Carlitos Way y a Rodrigo D, encintaba las películas sobre sicarios y narcotráfico; tramaba las leyendas del cartucho, y de Rosario Tijeras. Aunque, el país se jactaba de tener una Constitución de las más avanzadas del mundo, en materia de derechos humanos y participación democrática, el conflicto interno y la corrupción, corroían el Estado y la víctima eterna seguía siendo el pueblo. Uno de sus heridos más notables fue la juventud, fiel estampa de la impotable realidad que les tocó a unos 18 millones de jóvenes colombianos, cerca del 44% de la población nacional.1 La ciudad con avenidas de Ocobos florecidos, participaba también en ésta realidad tan cinematográfica. Por sus esquinas habitaban rostros jóvenes que guardaban un profundo desánimo frente a las

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1. Boletín de estadística no. 437 año 1989: la población en Colombia a partir del censo de 1985 por Colombia. departamento administrativo nacional de estadística. DANE.

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expectativas de vida que les ofrecía esta sociedad, en la que tal vez no hubieran querido nacer, pero que les tocó. Los habitantes de los barrios más alejados y de los cercanos al río Combeima, eran testigos del abandono por parte de los gobernantes, al estilo de las favelas latinoamericanas donde la batalla diaria es sobrevivir. En estas comunas de sobrevivientes, cualquiera sin importar la edad, portaba una navaja e incluso un arma de fuego. El ambiente era pesado, en algunas calles noctámbulas donde no se podía caminar con tranquilidad, no se sabía en qué momento sonaría un disparo, o sería herido un compañero. En las fiestas no faltaba quien mostrara su fierro para intimidar; al parecer, las armas y el hecho de pertenecer a una pandilla, concedían un reconocimiento negado por la sociedad a los hijos de la clase obrera y a los desposeídos. Había un camino: las rumbas, la droga, los parches, las “broncas”, sobrevivir, burlar una justicia parcializada, vivir la soledad criminal, hacer lo que fuera para llevar un bocado de pan a la casa, como a muchos les apremió. Pero en medio de la brumosa y tétrica escena,

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se comenzó a agitar una fuerza impetuosa, una molotov social que marcaría vidas y sembraría conciencias. Floreció en medio del cemento una Revolución Artística Popular, una alternativa para manifestarse. El Hip Hop se convertiría en el vehículo de toneladas de expresión artística, sería el arma con que muchos inconformes harían parte de la cultura urbana, no sólo se apreciaría sino que se empezaría a crear Hip Hop en Ibagué. La batalla apenas comenzaba, era de valientes tomar al Hip Hop como un estilo de vida, algunos, encontrarían en él esa salida que tanto estaban buscando. Los cuatro elementos del Hip Hop, serían los frentes de combate y marcarían su capacidad para abarcar diversas expresiones artísticas. El Rapero o Mc, capaz de rimar al instante con su Freestyle2 y hacer batería humana ó Beatbox; el Graffittero, perseguido por transformar los muros grises de la ciudad en arte; el Dj, animador de las fiestas y conciertos con su tornamesa, quien en los inicios del Hip Hop creaba las pistas ____________________ 2. El Freestyle se refiere a un estilo en que se hacen las líricas del rap, creado en el momento de la ejecución, improvisando a la vez que se rapea.


con una grabadora; y los B boys3 o bailarines de breakdance quienes en la pista de baile enfrentan la gravedad como enfrentan su realidad. Cuando el Hip Hop tomó auge en los barrios populares y en los guetos, los jóvenes que estaban en los parches y en las bandas que delinquían desearon estar también sobre una tarima y demostrar lo que estaban aprendiendo, otros talentos para obtener reconocimiento, ya no como bandidos sino como artistas. Bailar, escribir, dibujar, crear, eran opciónes diferentes a las que el contexto ofrecía y eso permitía alcanzar nuevas oportunidades. Pero muchos se quedaron en el camino porque el ajuste de cuentas con el pasado no perdona. Algunos siguieron con su vida de gánster; otros desistieron por ausencia de apoyo económico y formativo para su arte reciente. Posicionarse en los círculos excluyentes del arte civilizado era desigual y sus productos eran clandestinos para la industria. De otra parte, la corrupción, el hambre y la guerra de territorios continuaban. Muchas veces a estos guerreros les tocó llorar a sus amigos y familiares, abandonar la esquina, y defenderse del enemigo sin su mejor aliado: el arte. Debido a su apariencia fueron señalados y se volvieron objetivo militar de los que controlan el pensamiento único. pues las letras de sus canciones narraban las vivencias que omitían los noticieros, denuncian la limpieza social, el narcotráfico y siguen siendo testimonios de vida, historias reales que nacieron en la calle; aunque hoy ___________________ 3.Ver en: http://www.youtube.com/watch?v=IDywhTnzqws // STYLE FORCE BBOY CREW 2009 (Promo).

muchos hoppers progresistas, renieguen ese origen. El guerrero nunca retrocede en su lucha pero tampoco debe olvidar el camino que abrieron las viejas escuelas. Para muestra de ello hoy podemos ver a: Gotas de Rap, La Etnnia, Cali Rap Cartel, Zona Marginal, Asilo 38, Las Sepia, Laberinto ELC, Sociedad FB7, Fondo Blanco, todos ellos visionarios que tomaron el estandarte del Hip Hop y que luchando, “guerreando”, lograron llegar donde se encuentran. Los primeros indicios del Rap en Ibagué datan de los años 90 en la comuna 8, una de las más convulsas de la ciudad, dentro de la cual se tejían y todavía se tejen historias de vida y muerte, de desplazamientos, historias de calle. “Lalo”, llegó a esta comuna a sus 14 años con algunos habitantes de las laderas del río Combeima que el gobierno municipal reubicó en la urbanización Nuevo Combeima. Allí, en las reuniones de la Fundación Social conoció a Charry Vargas primer gestor del movimiento Hopper, y al “Vago Villa”, quien años después creó Terreno Urbano, el primer programa radial especializado en Hip Hop para la audiencia ibaguereña. Alguien les regaló un casete de Rap y se conectaron con su ritmo y su contenido. Desde entonces, siguiendo la intuición del Son Pijao, empuñaron el micrófono hasta conformar Tormenta Rap y emitieron su rap con estilo propio hasta evolucionarlo y demostrar que en los barrios hay verdaderos artistas capaces de impulsar movimientos culturales insospechados. No ha sido para nada fácil, pero su lucha incansable les da la satisfacción de creer y persistir en contra de la adversidad de su tiempo, porque el guerrero nunca retrocede.

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Desde la cuadra de una poeta callejera: Entrevista a Diana Avella www.myspace.com/dianaavellarap Fotografía:Guillermo Orjuela

Enigma Gánster

Intro: La alianza de la protesta femenina y sus acciones cotidianas en ámbitos domésticos, laborales o escolares, son la lucha por vivir con equidad y defender la tierra o el territorio amado. Si Malena con su Actitud Maria Marta, Alika, y Ariana Puello, la Estreya Morena: Moyenei, con sus Rimas Femeninas sobre la Tarima; Apolonia y su Conexión; Las Krudas de Alamar, “la ciudad del Rap en Cuba”; han impactado a Latinoamérica y al mundo, con sus líricas insurrectas; en Colombia: Melissa del legendario grupo Gotas de Rap, Las Esfinges y Sepia desde su Colonia, Por Razones de Estado,

Cynthia Montaño, Mary Hellen, Dahyana Ríos, y muchas raperas, maestras del micrófono o de la tarima de cuatro ruedas, han fundado una escena nacional del Hip Hop Femenino, con sentido social y conciencia revolucionaria; distante al bling bling de muchos niñitos y niñitas que juegan a ser hoppers sólo por moda o para ser aceptados en el gueto. Ibagué, también se une a la revolución femenina del Hip Hop con Las Profecías de la comuna 11, Mildreth y Yirly de Esencia Verbal, Jenny y Yekaleta de Libertad Mental, Diana: “La Mona”, Bruma, Azhly, Tana, y “La Rola de Área 89, quienes han dejado su huella en el movimiento, animando a otras mujeres a manifestarse. A pesar de las trampas que la industria cultural interpone a las expresiones anti-globalizantes, Diana Avella, siempre despierta en las lomas surorientales de la ciudad más fría, levanta su grito combativo contra la exclusión o subestimación que las mujeres han vivido, incluso dentro de su misma cultura Hip Hop, y trabaja para incidir en la formación ideológica de otras mujeres de la periferia y de su propia comunidad. Desde las cuadras que se defienden con la palabra, extendiendo las tarimas y las fronteras del barrio, saludamos a todas las raperas que posicionan sus rimas en los escenarios urbanos. Presentamos aquí, la

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entrevista a Diana Avella, invitada por el colectivo: “La esquina del barrio”, al tercer Festival Hip Hop la comuna, que se realiza en el sur de Ibagué. ¿Por qué el Hip Hop es su camino y su fuerza? Porque todas sus expresiones son combativas. Su lenguaje urbano y diverso, está más cerca de la realidad que se vive en la periferia de la ciudad; es lo bastante explícito para romper el silencio; además, puede transformar pensamientos o tomarse cualquier espacio. Hago parte de un sector de este movimiento cultural, comprometido con la resistencia y con la posibilidad de ir más allá de un género musical, hasta comunicarme con toda persona que también

sienta inconformidad. El rap, es la conciencia de la calle, es la voz de los guerreros anónimos y de los guetos. ¿Quiénes son las y los guerreros urbanos que siembran la resistencia en las ciudades suramericanas? Creo con certeza que se trata de personas de origen y opción popular, que conocen en carne propia el problema de la desigualdad, y que por el compromiso manifiesto y sentido con sus ideales, luchan por una vida más digna. El sistema ha instruido al ignorante en el arte de vender hasta su madre para alimentarse…La empleada doméstica, el celador, Grafos & Resonancias

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el barrendero,el ambulante vendedor, el ladrón, son la única inspiración para estos versos, son los héroes del gueto… El hambre de la calle: es la ciencia… Son vivencias de calle, de guerra diaria. (Diana Avella, 2007) ¿Cuál es el sello personal que imprime en su proyecto musical para hacerlo diferente a otros? Entiendo el arte como clave para hacer resistencia y cultura popular, ese es el sentido de ser artista y pensar en colocar una imagen y unos recursos en pro de generar conciencia. Si no se tienen bases o argumentos coherentes para hablar de revolución, terminamos siendo una marioneta del marketing artístico. Mi base es la docencia y el activismo, mi forma de movilizarme es el arte. Algo que siempre me ha caracterizado, es mi sentido ideológico, trabajo para fortalecer la

conciencia crítica de quien me escucha. En "Juntos Por la Vida" participé como activista, marchando y presente como se debe estar, como es necesario: movilizándose. Esa es mi identidad, mis letras son directas, muestran una posición política clara y enfocada, siempre frente al hecho de ser mujer. Con Lucía, en nuestro grupo: Por Razones de Estado, cantamos muchos años gratis cuando las organizaciones sociales nos llamaban, ahí continuamos apoyando sus eventos, por convicción. Pero ahora dedico más tiempo a profesionalizar mi arte, producir y gestionar mi música con el apoyo de mi Manager Duvian González y utilizar plataformas para su promoción, sin renunciar a mi esencia. ¿Cuál ha sido el proceso del Colectivo Distrital de Mujeres Hip Hoppers que usted lidera? Nace en el año 2007. Al principio, nuestro fin era la

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visibilización artística de mujeres y jóvenes provenientes de barrios de escasos recursos. Entonces, un impulso importante fue la poca o nula presencia de mujeres en las escuelas de Hip Hop y su participación en los eventos, sólo como un adorno. Luego sentimos que no bastaba con hacer conciertos, hacía falta "tallerear" para mejorar las letras. Ahora nos interesamos más por una formación política contextual; aunque eso implique disminuir nuestro poder de convocatoria. Así lo asumimos; preferimos reflexionar sobre qué problemáticas y alternativas podemos trabajar y cómo articularnos con otros colectivos de mujeres aquí en Bogotá. Claro, es difícil mantenerse activas, cuando se asume el rol de madres, obreras, estudiantes, amas de casa, artistas; y es por eso mismo que una rapera o una grafitera, encarnan la supervivencia en la selva de cemento. ¿Por qué se unió al Magazíne “La Cuadra”? Porque compartimos el interés de retratar la actualidad del Hip Hop, en el ámbito político, social y económico del país y de Suramérica. Esta publicación da a conocer el trabajo de artistas con un claro mensaje frente a situaciones de injusticia en su contexto. El Hip Hop es nuestro campo de militancia, nuestra labor es facilitar unas páginas para que la voz de muchos rompa el silencio.

¿Qué denuncia Diana Avella en sus rimas? La violencia, la estigmatización, la criminalización en nuestros propios hogares, las indicaciones sociales acerca de lo que significa ser una buena mujer o ser una bruja, todo tipo de discriminaciones y silenciamientos que se reproducen a cada segundo. El Hip Hop no es la excepción, es un movimiento profundamente machista, que se encuentra en transformación, pero mientras existan condiciones para que perviva el machismo, será una labor complicada. "Pero mujer nací, aprendí a resistir, el rap es mi argumento, tengo algo por decir… Vamos que nada nos detenga, la lucha continúa, la victoria espera. Vamos que mujer representa: la vida, el argumento, el amor y la fuerza… Mujer nace cuando sabe, qué es lo que en el mundo hace, mujer nace cuando ama la lucha incansable, cuando se aferra al pensamiento, cuando estudia la injusticia para encontrar lo correcto, en el momento que separa la belleza del cuerpo, encontrando en su interior, la estética de lo perfecto: Dignidad… Pues somos todo el dolor que alimenta, la movilización desde la periferia. …Nací mujer, orgullosa del Hip Hop y de mis ideas." (Nací Mujer, Diana Avella, 2010)

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Demencia: Pioneros del Punk en Bogotá

Diego Sánchez González Salmón – Bogotá

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n los ochenta Bogotá adquirió un aire de metrópoli monótona, ya no era esa ciudad cruzada por un frío de cuchillos y vientos antárticos a la sombra de un cielo sombrío unido a tierra por largos hilos de lluvia eterna. Ahora la ciudad era en verdad dos ciudades. Al norte una urbe que codiciaba parecerse a los bulevares plateados de Miami, o a los suburbios de Malibú con chalets californianos de palmeras y enanos de Walt Disney en el jardín; mientras que al sur, se extendía otra que arremedaba las favelas de Rio de Janeiro. En medio de ese cambiante caos urbano de smog y ciclo-vía, de vendedores ambulantes, de parabólicas, de buses rojos y amarillos, de Mercedes blindados y “zorras” haladas por caballos moribundos, nos llegó el punk a Bogotá. El punk adoptó la velocidad de las calles y la convirtió en música, entonces brotaron una vorágine de bandas con una base minimalista de tres acordes rápidos, bases fuertes de guitarra, un bajo que no buscaba arreglos tremendistas, la batería fuera de control y de fondo, un alarido de chicos arrinconados contra la pared. Un sonido de capital dura e insensible. "Bogotá sucia, Bogotá fría, Bogotá sucia y fría, se te acabó la calma, llegó el brutalísimo punk a tus calles y se va quedar de por vida." Junto con Beto, un “vieja guardia” del punk bogotano, uno de esos músicos independientes y bravos, capaces de demostrar que la vida no siempre gira en torno a lo establecido, nos dimos a la tarea de evocar recuerdos y armar una breve historia del punk capitalino. Beto ha sido un espíritu inquieto, músico, artesano, viajero, “un animal del

centro de Bogotá”, como el mismo se define. Con Roció fundaron Demencia alguna noche del 89. Se notaba a las claras que no sabían tocar ningún instrumento y no entonaba dos notas seguidas, pero el público juvenil los descubrió y los convirtió en sus ídolos. Así que por varios años fueron la banda más reconocida de los espacios subterráneos de la ciudad. Por este tiempo los “toques” se hacían en azoteas, patios, garajes o lotes vacíos y terminaban en monumentales tropeles, donde los músicos levantaban a patadas al público y estos los retribuía generosamente lanzándoles botellas. Eran conciertos realmente interactivos. Esta es la historia contada por el fundador de de Demencia. Me llamo Alberto Gómez y fundé y formé parte de la banda bogotana de punk Demencia, desde 1989 hasta el 2002 cuando se disolvió en Alemania. Soy de una generación donde hubo un vacío en el rock metropolitano, un momento en que no teníamos bandas que nos marcaran un camino, una etapa que vino cuando se acabaron: Flippers, Speakers y Génesis, y antes de de: Ship, Crash, Traphico y Kokoa. Éramos una minoría que a duras penas llenábamos un teatro. Los escasos rockeros nos congregábamos en un ritual de media noche a ver películas en cines como: El Coliseo, El Imperio, La Comedia, La Carrera, San Carlos, El Americano, etc1. Allí, en la oscuridad de la sala y acompañados de un buen bareto, veíamos a esas estrellas tan lejanas 1. Salas de cine hoy transformadas en sedes de iglesias evangélicas o centros comerciales de segunda categoría.

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para nosotros, ojeábamos una y otra vez las mismas películas: Janis, Santana – Soul to soul, Woodstock, Tommy, Le it be, El Submarino Amarillo, Joe Cocker y su banda de perros rabiosos, La Canción es la misma de Led Zeppelin. Hasta cuando llegó The Wall de Pink Floyd y ese tema de las películas se desvaneció por unos años. En los ochenta Bogotá era una pichurria, no estamos en el calendario de ninguna banda importante, para esa época había frustración, uno quería ver sus estrellas y aquí nunca venía nadie. En tiempos muy lejanos vinieron: Santana, James Brown y Ravi Shankara quien se presentó en la Luis Ángel Arango, (esto último me lo contó el Doctor Rock). Entonces uno se rodaba por las casetas de la Avenida 19 donde empezaron a vender joyas como: Never Mind the Bollocks de los Sex Pistols2, escuchando a los Pistols uno decía !uy que chimba de música pelado¡ entonces los mandaba grabar en casetes y así rodaba la melodía por todos los parches. Ya la radio se daba por enterada de los nuevos gustos del personal y Radio Tequendama en los 610 AM y Radio Fantasía en los 1550 FM, emitían uno que otro sonido pesado. Igualmente empezó a llegar la revista española Vibraciones que nos entreabría la ventana ____________________________ 2. Por esta misma época llegan a las casetas de la Av. 19 los primeros ejemplares de las revistas españolas Viejo Topo y Ajo Blanco, que serán fundamental en la construcción de una tendencia anarquista entre la izquierda bogotana, importadas por Posada (joven trotskista que se suicido en los inicios de los ochentas) y Enrique Romero Cano.

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para echar un ojo a la escena mundial. Por el año 85 un amigo que tenía una caseta en la 19 (Néstor Flórez), trajo varios álbumes de Motörhead: Bomber, Ace of Spades, y particularmente No Sleep 'til Hammersmith, desde Slayer yo no había escuchado nada tan pesado. El man me vendió un casete que fue toda una sensación, tenía ese casete como una joya, hasta que en Radio Fantasía radiaron a Verdum, unos mancitos de Medellín. ¿Pero qué es esto? Se preguntaba uno. Que sonido papá


En Medellín en 1982 la banda Complot ya andaba tocando covers de The Sex Pistols y The Clash y por ahí en 1983 surgen parches de punkeros en Aranjuez, Castilla, Moravia y Villa Hermosa. Para el 84 la escena de medallo ya era muy sólida, bandas como: Restos de Tragedia, Mortikans, Pene, Podrida Sociedad, Sociedad Violenta y Mierda; tocaban seguido y los pelados las seguían. Los hijos del proletariado paisa ahora usaban cabello largo, botas de obrero, pantalones entubados, chaquetas negras en cuero y correas de taches. Éramos metaleros, punketos, hardcoreros al mismo tiempo, así que cuando aparecieron discos como: Crucificados pelo sistema, Descanse em paz y Cada dia mais sujo e agressivo de Ratos De Porão, me di cuenta de que ellos unen el punk y el metal con nuestro sonido suramericano de una forma muy bella, descubrí que eso de las tribus era una maricada sin sentido, una mierda sembrada por los capitalistas para dividir a los pelados. Desde el principio tuvimos claro que las diferencias entre nosotros no eran de géneros, el problema en este país era de clases. y eso fue una revelación para mí. A la caseta de John Vargas, otro vendedor de música de la 19, llegó el thrash y el mejor punk a Bogotá, por esa caseta caía Héctor Buitrago (fundador de la Pestilencia y luego de Aterciopelados) y traía discos que le mandaban de Europa. El otro legendario distribuidor de música: José MortDiscos “El Sastre”, llegaría meses después, aún no tenía el local del Centro Comercial Cristales que sería el sitio donde se iba a ofrecer el mejor rock del mundo.

A Bogotá llegó el punk a medidos de los ochenta de la mano de algunos pelados que se habían pegado el vuelto por “medallo” y se habían pillado la escena de allá. Y empieza a llegar el sonido de Parabellum y todas esas cosas que estaban haciendo, una explosión de sonidos muy áspera. Uno de esos paisas que vino, resultó con la idea de hacer una banda de punk en Bogotá y le hizo un casting a Rocío, el man quedó admirado con los gritos

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de esa nena, era una mujer que gritaba de una manera fantástica. Finalmente el man se va y no organiza ninguna banda ni nada. Yo dije aquí fue, esa es la voz que yo estaba buscando y le propuse a Rocío formar una banda. Yo me sabía cuatro acordes de guitarra y nos unimos con un paisa que le daba a la batería dos porrazos y ya, con ese chorro de voz, con la gritería de esa nena, teníamos suficiente. A la banda le pusimos Demencia por un tema de Desconcierto que me gustaba mucho, compusimos cuatro temas y los metimos en un casete muy bien grabado y lo rodamos. De un momento para otro nos volvimos el grupo subterráneo de moda. Por Demencia pasó mucha gente que tocaba batería, pero abandonamos la idea de tener más músicos y la banda se redujo a Rocío que cantaba y tocaba la batería y yo en la guitarra. A partir del 90 los conciertos salieron un poco del anonimato de los barrios o los garajes y se hacían en bodegas y lotes vacíos. Por ejemplo, el man que vendía la ganya en la 22 con 7º, tenía un lote grande al sur y allá montamos un toque y rodábamos la bola del sitio y llegaron 50 o 60 punkis, era una escena de ese tipo, pero sin duda que el toke mas grande que realizamos fue el Fusa Rock en 1997. De un momento para otro la música empezó a llegar a borbotones: de España: R.I.P, La Polla Records, Eskorbuto, Kortatu, Barricada, Soziedad Alkoholica, Ostia Puta o Los Muertos de Cristo, bandas de Perú como Leucemia, Narcosis, de Argentina: Todos tus Muertos, Ataque 77. Nuestras letras mantuvieron una línea de protesta, mi papá había sido miembro del Partido Comunista y yo crecí comprometido contra el capitalismo, la explotación de los trabajadores, yo me sentía un aliado de las gentes del sur, de los más pobres de la ciudad, una diferencia con La Pestilencia que eran niños de clase media, gente que tenía resuelta la vida. Un factor que nos fortaleció mucho y difundió nuestra música fueron los fanzines que nosotros elaborábamos y mandábamos a varios países y los que nos llegaban desde Inglaterra, México, España, Finlandia, Estados Unidos, etc. Otro suceso que permitió difundir nuestra música fue el hecho que mi papá comprara una casa en el sector del Cartucho, por ahí paso gente de todo el planeta: españoles, franceses, alemanes, venezolanos, mexicanos, gringos, peruanos, pelados de Medellín y Cali. Nuestra fama se extendió. Esto nos permite establecer relaciones con grupos alemanes y por allá viajamos en el 2002 donde finalmente se disuelve la banda. Rocío se casó y se quedó en Europa y yo empecé a tener obligaciones y había que responder. Hoy uno mira hacia atrás y se da cuenta que nos quedó una historia y el honor de ser pioneros del punk en Bogotá.

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Del espejismo a la realidad Yurany Marcela Ramírez Peña Lic. Lengua Castellana UT

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os ojos de Alberto Pérez, lucen brillantes, aunque alrededor suyo hay marcas del paso de los años. Su mirada continúa firme y por ello, no menos sensible a la de un niño que ve pasar el dulce que anhela. Ahora centra su atención en las personas que deambulan por la carrera tercera de la ciudad de Ibagué, pues cualquiera de ellos puede ser su cliente. Sí, su cliente, porque su profesión según el informe del DANE al periódico Nuevo Día, el 3 de enero del presente año, es uno de “los fenómenos más latentes en la ciudad: el empleo informal, que llega a ser más del 30 por ciento de la población ocupada”. Son cerca de 300 vendedores ambulantes, cuyo lugar de trabajo se circunscribe a la carrera tercera; el rebusque se convirtió en una alternativa de trabajo, una lucha diaria. Frente a la biblioteca Darío Echandía y el Teatro Tolima se encuentra Alberto. Los eventos culturales y el espectáculo no sólo están en estos dos lugares tan concurridos en la ciudad, también se encuentran afuera, en la realidad, en donde se ubica este hombre cuyas líneas de expresión se hallan bien definidas enmarcando sus ojos, revelando su edad, 52 años, 35 de ellos trabajando “de sol a sol” como él lo manifiesta. Su jornada laboral inicia cuando las agujas del reloj

marcan las 8:00 AM, sin horario establecido para el regreso al hogar. Tal vez el retorno podría ser cuando los colombianos cantamos tímidamente las 2 estrofas del himno nacional o cuando nos disponemos a descansar: 9:00 pm; “todo depende de las ventas. En algunas ocasiones el día parece tener más de veinticuatro horas” enuncia Alberto. Sin embargo, aquel lugar que para él y sus colegas es un sitio de trabajo, para la Administración Municipal es un espacio público que según el artículo 82 de la sentencia T-398-97 “Es un deber del Estado velar por la protección, la integrabilidad del espacio público y por su puesto su destinación al uso común, el cual prevalece sobre el interés particular”. Con esta reglamentación, los militares asumen la tarea de hacer cumplir lo establecido, “esa es mi función, mi trabajo”. Es la posición que adoptan frente a la problemática. “El respeto a la autoridad debe primar en la ciudadanía, el espacio es público, el tránsito por las calles no se puede obstaculizar, los transeúntes concurren la carrera tercera y los comerciantes de la zona, reclaman sus derechos”. Al respecto, el artículo 297 de la ordenanza 018 de 1971 especifica que “La policía garantiza el uso permanente de las vías públicas, atendiendo al normal y correcto

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desarrollo del tránsito y evitando todo acto que pueda perturbarlo”. Al parecer los vendedores informales, son una barrera que hay que sobrepasar. Pese a lo planteado en el artículo 25 de la constitución política “El trabajo es un derecho y una obligación social y goza, en todas sus modalidades, de la especial protección del Estado. Toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas”. Derecho no desconocido por Alberto, quien asevera que “el trabajo debe abarcar a todos los ciudadanos, sin discriminación”. Con tales palabras hace alusión al artículo 26 que dictamina: “Toda persona es libre de escoger profesión u oficio”. De ahí surge una pregunta que indirectamente fue formulada por Alberto Pérez, ¿Qué hacer cuando en casa hay siete personas esperando que el jefe de hogar les lleve que comer, refugiados a la esperanza de que el día haya sido bueno, con sus ojos expectantes? ¿Qué hacer cuando debido a la falta de formación educativa no es posible acceder a otro trabajo? No hay otra alternativa, dice aquel hombre, sus ojos brillan más que al inicio del encuentro, parecen más seguros y con más ánimo de seguir adelante. En ellos se refleja el brillo expectante de la venta. Un comprador se acerca a curiosear, a probar los artículos que ofrece y se retira exclamando que “no sabe utilizar los encendedores y que no le iba a servir de nada la compra”. La ilusión de venta se ha ido; sin embargo el resplandor de sus ojos continúa audaz, aguardando al próximo en acercarse a fisgonear. El sitio en mención es el corazón de esta ciudad y el de los vendedores informales; quienes “en el rebusque” encuentran una válvula de escape frente a la 54

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difícil situación con la que se ven cara a cara. En él hallan la posibilidad de pagar sus gastos diarios. Aunque los ingresos varían “dependiendo de la temporada del año, oscila entre 15.000 ó 20.000 pesos, de los cuales se debe presupuestar el gasto en transporte hasta mi casa y el almuerzo, el corrientazo que llaman comúnmente”. Tras la obligación que pesa en sus espaldas, día a día se levanta con el ánimo de tener mejores ventas, compitiendo con el sonido de los carros, el de las autoridades que de manera imprevista, cual presencia fantasmagórica aparece y desaparece en un abrir y cerrar de ojos, el sonido que hace la gente al andar y para colmo tratando de alzar la voz en medio de las otras que se escuchan: la del “limosnero”, las personas que hacen parte del desfile de esta calle y la de sus compañeros ofreciendo productos. Nosotros, afirma Alberto Pérez, nos enfrentamos también a disimiles compradores, “hay quienes respetan mi oficio, así como hay quienes nos menosprecian y son un poco drásticos al hablar, recuerdo una ocasión en la que un cliente al ver que la piedra para afilar no le funcionaba, me la tiro casi por la cara”. Mientras recordaba esta anécdota, sus ojos se hacían vidriosos, frágiles, humanos. Pese a ello, “persisto con la humildad que requiere mi profesión, ofrezco un espectáculo a los deambulantes, con la mayor diversidad posible: CD’s, libros, zapatos, pelucas, maletines, entre otros. Ellos me ofrecen a cambio el dinero que me ayuda con los gastos diarios”. En medio de estas dificultades existe otra opinión al respecto. César Rodríguez, investigador que hace parte de los columnistas de la revista Semana, en la


publicación del 24 de octubre de 2007, cuestiona sobre el auge del comercio en la ciudad musical de Colombia y el aumento de vendedores en las calles que ha hecho que las autoridades competentes establezcan medidas para el orden. ¿Pero quién o quiénes le venden la mercancía a los vendedores informales? Esta es una pregunta que fue establecida por el investigador citado. Quienes venden la mercancía a los vendedores informales deben ser quienes tienen acceso a ella y señalan cual jueces, es decir, los comerciantes que se sorprenden al encontrar los mismos productos que tienen en sus bodegas, en las calles con una mayor oferta y un menor precio. Pero no les desdeña venderlos y beneficiarse a costa de otros que tienen que esmerarse para conseguir un cliente, sin exigir los provechos que recibe un asalariado normalmente. Sin embargo, la ley permite la economía informal, en aquellos sitios adjudicados por ellos, por lo cual han reubicado algunos vendedores como Alberto Pérez “quien goza de este beneficio”. La propuesta fue realizada por Arcesio Sterling, director de Derechos Colectivos “trasladar a 230 ambulantes al centro comercial Andrés López de Galarza calle 19 con carrera

tercera. Esta opción a simple vista es viable. No obstante, si se conoce la fama y la realidad de aquel lugar se sabrá que no es seguro y mucho menos rentable; pues en la zona reina la delincuencia común, las mujeres de la noche y el mal olor que expiden todavía las paredes que no hace mucho eran el retrete de los habitantes de la calle. El rostro de Alberto está curtido, herencia de largas jornadas de trabajo. Con su rostro fuerte afirma “Las medidas han sido arbitrarias, habían prometido préstamos con intereses cómodos para acceder a la compra de mercancía, el arriendo del almacén iba a ser considerable, dependiendo de su tamaño. Además, la ubicación de los locales es insegura”. Volviendo al corazón de Ibagué, el carnaval que se vive allí, crea un panorama acogedor donde logran mezclarse las diferentes clases sociales: estratos altos, medios, medio bajo y muy bajo. Todos con el fin de comprar algún artículo que sea el “boom” de la temporada. Hay todo un desfile y cual si fueran parte del paisaje están los vendedores informales, sus vidas, sus productos, sus risas y la realidad misma inundando toda la calle. Si los vendedores informales no estuviesen ubicados allí, tal vez la inseguridad aumentaría, las calles lucirían tristes. El paisaje sería desolador…

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Año X – Número XVIII – Semestre A / 2011 Enero - Marzo de 2011 Cajamarca / Líbano / Ibagué / Girardot / Armenia / Bogotá / Neiva/ Cali / Medellín / Manizales / Santa Marta / Bucaramanga … Colombia. Universidad. El mundo. COMITÉ COORDINADOR María Fda Botero / Fernanda Galvis / Adriana Pacheco / Oriana Llanos / Jorge Montañez / Manuel Saavedra / Manuel Reyes / José Rubio / Fabián Pulido / Alex Duarte / Silvia Gamba COMITÉ EXTERNO Frank Valbuena / Yenny García / Carlos Gamboa / Pedro Narváez / José Díaz / INVESTIGACIÒN URBANA Carlitos Rojas / Argemiro Rojas TEJIDO DIGITAL José Rubio FOTOGRAFÍA URBANA/ ILUSTRACIÓN Wilson Reyes / Hugo Barrero / Guillermo Orjuela / Margarita Cuadros /María Fda Botero/ Carlos Rojas Carlos Castillo / Camilo Toro / Carlos Castaño / Fernando Caicedo COORDINACIÓN INTER-REGIONAL U. TOLIMA: Manuel Saavedra / V. LIBANO: Salmón con Soda U. CUNDINAMARCA: Mindrey Rivera, Jennifer Bello / Jorge Uribe U. DISTRITAL: Milena Galvis / Luís A. Castaño / Carlos Castaño / Juan Perdomo. UNAL: Diego Sánchez / Julio Cortés USCO: Marthika Barrero / Oscar Jaimes U. QUINDIO: Daniel Moreno / Mónica Murillo / Adriana Quiroga. U. CALDAS: Sonia Hernández / Ariana Raad / Jean Paul / UDEA: Frank Valbuena / María Munera / Esteban Munera UIS: Colectivo de Cine Foro Metraje U. MAGDALENA: Luz Nelly Pérez / Zailly Hernández UNIVALLE: Andrés Echeverry / Stephany Collazos / Santiago Salazar / Marlon Bedoya / Vladimir Rojas / Sandra V. Sánchez / Marisol Perdomo / David Valencia CARÁTULA Frontal: CIUDAD FRAGMENTADA Trasera: BIENVENIDOS AL PASADO [Composición José Rubio] [Fotografías -Margarita Cuadros] FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y ARTES UT Decano (E) Dr. Miguel Antonio Espinosa CONTRAINDICACIONES ¡Aquí estamos y estaremos siempre, en el fragor de la lucha o en la quietud de la muerte! GRACIAS A TODOS / AS «Toda felicidad en la tierra está, amigos, en la lucha. Sí, para llegar a ser amigos es menester el humo de la pólvora, tres veces están unidos los amigos: hermanos, ante la miseria; iguales, ante el enemigo; libres, ante la muerte» (La Gaya Ciencia. F. Nietzsche)

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El Desove XVIII de El Salmón fue financiado por : la Secretaria de Apoyo a la Gestión y Asuntos de la Juventud de la Alcaldía Municipal de Ibagué




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